“Los falsos dioses serán eliminados”. Este
versículo es del Aleinu, un libro de oraciones para cerrar los
servicios de la mañana, la tarde y la noche. Se trata de un
bellísimo himno de alabanza, que indica la fe del pueblo
hebreo en el Dios único y verdadero. El 18 de junio de 2015,
unos pirómanos instrumentalizaron esta oración para justificar
un ataque a la Iglesia de la Multipliación, situada en Tabgha,
al noroeste de Galilea. Es decir, el lugar donde, según las
Sagradas Escrituras, Jesús dio de comer milagrosamente a miles
de personas al multiplicar cinco panes y dos peces. No se
verificaron daños significativos dentro de la iglesia, pero
almacenes, oficinas y una sala de eventos resultaron
gravemente dañados. En el pasillo de entrada, los asaltante
dejaron un pintada en la pared: “Los falsos dioses serán
eliminados”.
Este no ha sido el primer ataque a un lugar de
culto: han tenido lugar otros en Israel, normalmente con una
justificación política. El de la Iglesia de la Multiplicación,
sin embargo, ha utilizado una argumentación religiosa para
cumplir actos de vandalismo. “La gota que ha colmado el vaso”,
según el rabino Alon Goshen-Gottstein. En una entrevista
concedida a ZENIT desde su casa de Jerusalén, el rabino,
director ejecutivo del Elijah Interfaith Institute,
ha contado su compromiso con una campaña de recogida de fondos
con el objetivo de movilizar a la comunidad judía no solo para
la reconstrucción de la Iglesia de Tabgha, sino también para
reafirmar y reforzar los lazos de amistad que existen entre
judíos y cristianos.
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A propósito de la campaña de recogida de
fondos: ¿se trata de algo que inició antes considerando los
diversos ataques a lugares de culto o ha sido el ataque a la
Iglesia en Tabgha la “gota que colmó el vaso”?
--Rabino Goshen-Gottstein: Digamos que con este último caso me
quedé conmocionado y preocupado por las pintadas que
instrumentalizan argumentos religiosos. Hasta entonces, las
pintadas eran de carácter ideológico y político. Hubo casos en
los que surgieron sentimientos anticristianos gritados por la
calle, pero las razones eran siempre de carácter ideológico y
político. Lo que sucedió en la Iglesia en Tabgha fue un caso
único: por primera vez se utilizó un texto de un libro de
oraciones judío para decir: “Esto es lo que significa y cómo
debe implementarse”. Lo que sería como decir: “el cristianismo
es idolatría y por tanto nosotros (los autores del acto
vandálico) tenemos el derecho de actuar de esta manera”. Los
pirómanos han tomado un versículo del libro de oraciones, lo
han interpretado de forma superficial e integralista y han
desarrollado acciones violentas utilizando un tema que está al
centro de mi investigación y de mi trabajo.
Toda la cuestión de la idolatría es de hecho un
argumento en el que estoy muy comprometido. Hay un libro mío
que saldrá en noviembre titulado
Same God, Other God (El mismo Dios, otro
Dios), editado por Palgrave Macmillan, fruto de un
trabajo de investigación sobre la noción de idolatría desde el
punto de vista hebreo. Es una profundización compartida con el
cristianismo y el hinduismo y afronta rigurosamente la visión
hebrea del cristianismo. He revisado y reflexionado sobre
varias actitudes históricas en lo relacionado con el
cristianismo y he afrontado la cuestión de que si el
cristianismo se debe considerar “idolatría” desde una
perspectiva hebrea o no. Esta cuestión es de gran actualidad y
es muy importante para mí.
Por este motivo he sentido el deber de responder.
Primero, porque se ha abusado de una oración que es también la
mía, de mi religión. Segundo, porque se trata de un argumento
que me compete y al que me siento particularmente unido. En
concreto, he comenzado la campaña para la reconstrucción de
Tabgha, de esta forma he tenido la oportunidad de afrontar
públicamente la cuestión de cómo una mala teología se puede
convertir en fuente de terrorismo.
Como se sabe, nosotros presentamos a menudo la
nuestra como una religión de paz, pero las malas doctrinas y
las enseñanzas problemáticas pueden presentarla también en una
óptica completamente negativa. El ataque a la iglesia de
Tabgha ha sido un evento traumático porque una mala teología
ha generado un ataque directo a una comunidad religiosa. Un
ataque, entre otras cosas, contra una comunidad que tiene
relaciones de amistad con los judíos. Un ataque que destruye
la imagen del judaísmo en el mundo y, aún más grave, nuestras
almas.
Por este motivo he sentido que no podía
permanecer en silencio: tenía que restaurar una visión
correcta de la comunidad hebrea en relación con el
cristianismo. El primer paso ha sido crear una red de rabinos
que han apoyado la iniciativa. Tampoco esto ha sido sencillo,
porque los judíos ortodoxos se mueven como un colectivo, y no
pueden decidir individualmente sobre qué tipos de relaciones
tener con el cristianismo. Y así surgió un fuerte debate en
internet. Mucha gente estaba sorprendida y escribía: “¿Por qué
los rabinos estan apoyando la reconstrucción de una iglesia
cristiana?” De esta discusión se ha podido realizar una
iniciativa educativa que, al mismo tiempo, ha reconstruido un
clima de amistad.
Imagino que las reacciones a la campaña
hayan sido positivas. ¿Han recibido también críticas?
--Rabino Goshen-Gottstein: Sí, naturalmente, ha habido una
cierta oposición. He sido atacado personalmente y criticado en
algunos editoriales publicados en periódicos israelíes. Puedo
decir que la mayor parte de las reacciones negativas se han
basado en el conocimiento insuficiente de los hechos y de la
historia. Es increíble cómo la gente no quiere liberarse de
los prejuicios sobre el cristianismo. Es verdad que hay una
larga y dolorosa historia en la que los cristianos han
maltratado a los judíos, pero la Iglesia ha cambiado sus
opiniones de forma radical. Muchos judíos, aún así, rechazan
el reconocer este cambio, en nombre de una lealtad obstinada a
la memoria histórica por la que seguimos mirando negativamente
a los cristianos. En este contexto pueden surgir expresiones
de extremismo religioso que terminan en violencia. En
cualquier caso, en general, la campaña de rabinos a favor de
la Iglesia cristiana ha dado buena impresión, sobre todo en la
“tierra media”, es decir, en la franja de la población que
está revisando ciertas posiciones.
Vivimos tiempos en los que diversos
grupos usan la religión para justificar la violencia. ¿Cuál es
el mejor modo de contrastar esta tendencia? ¿Pueden los
líderes religioso de distintas tradiciones colaborar para
contrastar la que usted definía como “mala teología”?
--Rabino Goshen-Gottstein: Antes de nada, es necesario
entender que existe una colaboración interreligiosa. Muchos
líderes religiosos y las respectivas organizaciones se
encuentran y colaboran para contrarrestar el fundamentalismo.
Mi organización, la Elijah Interfaith Institute,
reúne a los líderes religiosos de carácter internacional con
el objetivo de dar una voz común contra el fundamentalismo
violento a favor de la paz. Pero, tenemos que constatar que
este frente común puede tener un valor limitado en la lucha al
extremismo. El problema es que, mientras que hay un
denominador común que caracteriza el extremismo, los grupos
particulares son muy diferentes dentro de cada religión. La
lógica teológica que alimenta tal extremismo varía de una
religión a otra. Como consecuencia, si los líderes religiosos
de distintas religiones se encuentran, paradójicamente pierden
parte de su eficacia en término de influencia en los grupos
particulares. Los líderes religiosos serían mucho más
escuchados si practicaran una enseñanza religiosa interna, en
lugar de venir de un frente unido. Si se quiere realmente
tener un efecto sobre estas comunidades, es necesario que la
enseñanza deba realizarse religión por religión, porque cada
religión tiene sus dinámicas internas.
Cuando la gente escucha noticias como la
del ataque a Tabga, algunos se preguntan: “¿qué puedo hacer?”
Entonces, ¿qué se puede hacer, ¿qué respuesta se puede dar?
--Rabino Goshen-Gottstein: Hay una respuesta a largo plazo y
una a corto plazo. A corto plazo tenemos que dar a conocer lo
bueno que está sucediendo. Estamos extendiendo la campaña
también a los no judíos de forma que cualquier persona que
quiera apoyarnos pueda hacerlo de forma concreta. Todos están
invitados a mostrar apoyo para reconstruir la iglesia quemada,
pero es más importante apoyar la amistad judeo-cristiana.
Tenemos que animar a las personas porque es una campaña que
construye amistad.
A largo plazo, lo que las personas podrían hacer
es favorecer y practicar la amistad en el propio ambiente. El
antídoto al extremismo es la amistad, es decir, las buenas
relaciones y el conocimiento del otro. La necesidad del
restablecimiento de relaciones pacíficas es una emergencia
global que no está limitada solo a Tierra Santa. Vemos
tensiones similares en muchas partes del mundo, incluida
Europa, con problemas unidos a la acogida de los refugiados y
a la inmigración. Por tanto, el conocimiento y la amistad son
los dos antídotos que pueden contrarrestar los extremismos. El
lema de nuestra organización, de hecho, es “comparte la
sabiduría, refuerza la paz” y estamos pensando en nuevas
formas para utilizar la innovación tecnológica para crear una
comunidad global más amplia.
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Para más información visitar la web
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y/o www.elijah-interfaith.org