Decir lo que hay que decir nunca está mal

 

Hay quien cree, dentro del mismo catolicismo, que no hay que decir todo lo que se crea porque, a lo mejor, puede causar malestar. Se actúa, así, con cierta tibieza. Bueno, no con cierta sino con total tibieza.

¿Qué se busca con tal actitud?

A lo mejor se quiere quedar bien con el mundo para ser aceptado por el siglo. Sin embargo, ya está dicho por Cristo que el mundo no ha de aceptar a sus discípulos porque no lo aceptó a Él y no vaya el discípulo a querer más que el Maestro.

No. El mundo no va a aceptar la moral o la doctrina católica porque la moral y la doctrina católicas están puestas por Dios y el Creador no es del parecer del mundo donde hay un Príncipe que es un Ángel caído de nombre Satanás que no quiere, precisamente, que la moral o la doctrina católica prevalezcan.

Por tanto, no hay que morderse la lengua porque, además de hacer daño corporal hace mucho más espiritual. Y es que nos hunde en la miseria más grande del mundo querer quedar con quien no te quiere ni te estima sino para hacer lo posible para que desaparezca el mismo Jesucristo y, así, cada uno de sus discípulos.

Un ejemplo lo tenemos, por ir cerca de hoy mismo, en el Obispo de San Sebastián y la homilía del pasado 15 de agosto día en el que celebramos la Asunción de María a los Cielos en cuerpo y alma.

Al parecer dijo el buen pastor cosas terribles. Y digo que parece que eso dijo porque no han dejado de darle patadas (imaginarias) desde que la pronunció hasta hoy mismo.

En un momento determinado dijo algo tan obvio como esto:

“En realidad, todo apunta a que la ‘ideología de género’ no es sino una metástasis del marxismo, asumida ahora por la cultura secularizada, mayoritaria en Occidente. A juicio de los más agudos analistas, el marxismo habría fracasado por haberse centrado en su teoría económica de la lucha de clases, pero sin atacar directamente a la familia, que es la que verdaderamente configura los valores de la persona. Por eso, en el momento presente, la “ideología de género” ha sido diseñada para confrontarse con la familia y con la misma concepción natural del hombre.”

¡Acabáramos!

Decir cosas tan verdaderas como la existencia del día y de la noche, algo elemental que cualquiera, con dos dedos de frente, entiende a la perfección y a la primera, ha causado estragos entre progres, feministas radicales y gentes de toda ralea y condición.

Le han dicho de todo al buen hombre: retrógrado, integrista…

Además, le han sugerido que debería abrirse (quieren decir aceptar, comulgar con tales ruedas de molino) a las llamadas “teólogas feministas” que ya sabemos lo que quieren y anhelan para la Iglesia: no tiene nada que ver ni con la moral ni con la doctrina católica sino todo lo contrario, a la contra siempre.

Otro ejemplo lo tenemos en esta misma casa. Lo decimos porque el artículo del P. Iraburu de título “Pecado –6. Incredulidad sin pecado. -niega la libertad y niega la gracia” debe haber molestado a alguien porque cuando se intenta darle la merecida extensión en Facebook sale este mensaje:

“Advertencia: el contenido de este mensaje ha sido bloqueado: Tu mensaje no se ha podido enviar porque incluye contenido que otras personas de Facebook han denunciado como ofensivo.”                                      

Cualquiera que se haya leído tal artículo no puede encontrar nada ofensivo en el mismo sino, al contrario, la más estricta y real verdad. Esto nos hace pensar que lo que molesta, lo que ofende (¿?) es que se diga la verdad sobre quien niega el pecado y lo que eso supone.

El caso es que con esto queremos decir que cuando hay que decir algo, en materia católica, hay que decirlo moleste a quien moleste. A nosotros no nos debe importar molestar al mundo (mucho mejor si se molesta) sino hacerlo de forma que moleste lo más posible Y no es por hacer daño ni nada por el estilo sino porque la Verdad ha de ser gritada desde las terrazas y no escondida debajo de ningún celemín.

Y al mundo, como decimos, que le vayan dando… buena doctrina.

 

Eleuterio Fernández Guzmán