No confundamos al personal: lo intrínsecamente perverso es intrínsecamente perverso

 

Blanco y en botella. Las cosas son como son. No hay que darle más vueltas. Así son las cosas. Quien quiere verlo que lo vea…

En fin… tales son formas de decir lo mismo: cuando una cosa es como que nadie espere que sea de otra forma. Y eso pasa con un caso tan simbólico como la ideología de izquierda. Es más, a más izquierdosa, peor aún y difícilmente podemos decir otra cosa.

También algo así como el llamado “Síndrome de Estocolmo” que es, al parecer, la simpatía o acercamiento que puede tener alguien que ha sido secuestrado con quien lo ha secuestrado. Y eso, se diga lo que se diga, no es más que síntoma de debilidad.

Pero ¿a qué viene esto?

Resulta que, según el resultado de las últimas elecciones en España (en mayo pasado), las izquierdas más izquierdosas han accedido al gobierno de muchos municipios. En este caso, y según conocemos que ha pasado en España históricamente, resultaría de lo más conveniente tentarse la ropa antes de mantener relaciones con tales ideologías.

Pues no. Al parecer, todo es guay y está la mar de bien.

Está bien eso de llevarse bien con todo el mundo. Ahora bien, de ahí a “todo el mundo es bueno” hay una distancia que, en materia política, es más que grande.

Lo decimos porque ha habido una, digamos, entrevista-encuentro entre la alcaldesa de Madrid y el arzobispo, también, de Madrid. Y debe tratarse de cosas de protocolo o así.

Decimos que debe tratarse de eso porque, de no ser así, resulta un tanto extraño que entre personas tan contrarias entre sí (según piensa una y otro) pudiera darse algo más que, como mucho, un “buenos días” al encontrarse en el ascensor.

Sabemos, por supuesto, que estos son unos tiempos un tanto confusos. Vamos, que hay quienes pretenden confundir al personal aunque, como es de imaginar, no todo el mundo está en la inopia o se chupa el dedo. Todo el mundo no.              

Decimos esto porque el Arzobispo de Madrid ha tenido a bien decir que el encuentro con Manuela Carmena:

“Fue un encuentro abierto, de colaboración y sincero. La veo con actitud conciliadora, de hacer bien y buscar lo mejor para Madrid, eso es lo que pude ver. Es verdad que puede hacer cosas en las que no esté de acuerdo. Pero yo estoy hablando de lo que veo y de lo que he percibido”.

Pues qué bien. Resulta que alguien tiene una actitud conciliadora. Bueno, alguien no, así dicho en general: la alcaldesa.

Pues es algo raro que quien tenga intención de conciliar quiera, al mismo tiempo, quitar el nombre de una serie de calles que recuerdan a los mártires católicos de los años treinta del siglo pasado. Forma rara y extraña de querer llevarse bien.

Y sí, en efecto, hay muchas cosas con las que el arzobispo de Madrid no puede estar de acuerdo con la actual alcaldesa de Madrid.

Pero es que, además, José Manuel López, que es portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, procede de los llamados “movimientos cristianos de base”. Y eso ya sabemos lo que suele querer decir: oposición a la doctrina católica en cuanto se oponga a sus particulares ideas y de ahí a todo lo que cualquiera quiera imaginar.

Pues de esta persona ha dicho el arzobispo de Madrid esto:

“Es un cristiano de arriba abajo y con un compromiso singular y especial. Y no esconde ser cristiano, al contrario, lo manifiesta y lo demuestra con obras”.

Seguramente ha de ser el raro del grupo pero también sabemos qué hacen, en ciertos lugares (digamos, por ejemplo Venezuela a quien tanto apego tiene el líder de Podemos, un tal Pablo Iglesias) con la religión católica ciertos mandatarios. Y es que, a lo mejor, este cristiano de base tiene la peregrina idea de que estando en determinados ámbitos de la política va a evangelizar o algo así. Eso, también, lo deben creer algunos pastores católicos que aparecen en ciertas páginas religiosas con una tan extraña intención.

Sin embargo, bien deberían saber uno y otros que donde no hay tierra no se puede sembrar nada. Y, por decirlo pronto y para que nos entienda, en ciertas ideologías izquierdosas (también muchas de derechas) no hay tierra donde sembrar sino el más árido desierto donde no crece nada de nada.

Y, ahora, la guinda de este pastel un poco pasado de rosca.

Sobre el obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, verdadero mártir del laicismo y de todos los grupos contrarios a la Iglesia católica que existen, dice el arzobispo de Madrid (sobre las acusaciones de homofobia que se le imputan al buen pastor y mejor católico)

“Yo practico esas estaciones que el Papa Francisco nos pide en el año de la misericordia: no condenar, perdonar siempre, no juzgar y dar. Y no soy nadie para juzgar”.

¿Pero bueno? ¿Es que no se puede condenar lo que es condenable?

Por ejemplo, sobre el aborto ¿no se puede condenar el aborto como asesinato de seres humanos inocentes?

Luego, sí se puede condenar… cuando la cosa es susceptible de ser condenada. Y perdonar, hay que perdonar pero condenar, hay que condenar cuando haya que condenar.

Es cierto que es a Dios a quien le corresponde juzgar-condenar en el juicio particular que a cada uno le corresponda. Sin embargo, a nosotros, sus hijos, nos corresponde juzgar, ¡Sí, juzgar!, según su modo, según el modo de Jesucristo.

Esto, seguramente, ya lo hemos dicho otras muchas veces pero es más que obvio que Cristo juzgó, y muchas veces, cuando debía hacerlo. Y juzgó según la voluntad de Dios (porque es Dios hecho hombre). Pero juzgó y vaya si juzgó.

A nosotros nos corresponde, como mucho, eso mismo. Por eso debemos decir, sin temor a tibiezas ni a actuaciones cobardes, que hay cosas que no pueden ser y que si el comportamiento ideológico de determinados grupos políticos (unos y otros) es intrínsecamente perverso… de hablar o dialogar, o conciliar, nada de nada.

Esto lo decimos porque es posible que a alguien le dé por decir que determinadas actitudes parecen demasiado tibias…

 

Eleuterio Fernández Guzmán