(Continuación) En la primera parte del artículo el autor
indica como las imágenes y fotos han ayudado a darle un rostro
a las cifras sobre inmigrantes II. El papel
de los gobiernos y las críticas a la Iglesia
Ante la situación de la masiva afluencia de migrantes y
refugiados sirios --y no sólo-- varios países europeos han
optado por acogerlos. En esa decisión ha tenido mucho que ver
la presión ciudadana.
¿Puede ser la mera presión ciudadana un motivo para
precipitarse en las decisiones en este campo concreto? Lo
primero que hay que señalar es que no se puede pasar
desapercibido el drama humano real de millones de personas que
no eligieron vivir situaciones de persecución y guerra. Dicho
esto, no es menos cierto que hay algunos puntos que en esta
materia deben tener en cuenta tanto los ciudadanos que ejercen
presiones como los gobiernos que se dejan influenciar por
ellos.
1. La responsabilidad de cara a los naturales como
a los que llegan. Un flujo migratorio descontrolado
puede desestabilizar la economía de un país y, a la larga,
perjudicar tanto a los que llegan como a los que ya estaban.
Piénsese en los países donde el paro laboral es una realidad
elevada: cómo se piensa mantener a los refugiados si no hay
quienes pagan impuestos porque, entre otras cosas, ni siquiera
tienen trabajo. Y cómo se les va a dar trabajo a los que
llegan si no lo tienen tampoco los que les reciben. ¿Es
responsable abrir las puertas de la casa sin darles un lugar
donde dormir y, sobre todo, qué comer? Y si se les da, ¿por
cuánto tiempo se les puede mantener así?
2. ¿Por qué los migrantes y refugiados quieren
llegar a Alemania y no quedarse en otros países? La
mayor parte de los países de la Unión Europea está abriendo
sus puertas pero no parece que refugiados y migrantes abran
las puertas de sus expectativas a algunos de esos países que
les quieren acoger. En la mayoría de los casos quieren llegar
a Alemania. ¿Por qué? En ese país hay subvenciones monetarias
que se dan como apoyos. Alemania es un país rico donde con
poco esfuerzo se logran muchos beneficios. La pregunta es
entonces, ¿se quiere dinero o se quiere refugio?
Un artículo de Riccardo Cascioli en La Bussola Quotidiana
subrayaba precisamente el hecho de que Alemania y Austria sean
los destinos «favoritos» de los refugiados y cuestionaba el
que se presente a Hungría como el malo de la película: «el
caos que se creó en Budapest, con el bloqueo de la estación de
trenes, contrario a lo que se ha querido contar, no depende de
la mala voluntad del gobierno húngaro que, con Italia y
Grecia, comparte el trabajo de identificar a los migrantes que
llegan y valorar su situación. Por otra parte, en los primeros
7 meses del 2015 Hungría ha acogido a más de 100 mil
inmigrantes, que sobre una población total de 10 millones de
persona, significa un porcentual mucho más alta que la mayor
parte de los países europeos que hoy se sienten con el derecho
de censurar a Budapest» (cf. «Profughi siriani in Germania, la
realtà nascosta», 07.09.2015).
3. Los choques culturales. Es cierto que
las mayorías de las democracias occidentales son hoy por hoy
pluriculturales. Pero no es menos cierto que ya en el pasado
se han registrado casos de choques culturales debido a que los
valores de los que llegan no son los de quienes les reciben.
Hay en Londres y París barrios a los que la policía no llega
porque están regidos por la sharia o ley islámica, con todo lo
que eso supone.
¿Alguien ha pensado que en dos generaciones la población
musulmana, debido a este tipo de flujos migratorios, podría
suponer una configuración no sólo demográfica sino también
política distinta para Europa? Comparativamente hablando, los
musulmanes tienen más hijos que los europeos por lo que el
reemplazo generacional iría en una dirección nada halagüeña
para los nativos europeos.
Resulta sintomático que, por ejemplo, refugiados sirios de
paso por Macedonia hayan rechazo los alimentos que les ofrecía
la Cruz Roja, al grito de «Alá es grande», por el simple hecho
de que esa organización humanitaria tuviera el signo de la
cruz (cf. «Refugiados sirios en Macedonia rechazan al grito de
«Alá es grande» la comida de la Cruz Roja», 04.09.2015).
En declaraciones recogidas por el diario La Gaceta, el
obispo católico húngaro Kiss-Rigo comentaba: «Vienen aquí
y comienzan a gritar Allahu Akbar (Alá es grande), quieren
hacerse con el control de la ciudad». Y añadía: «Europa se
está viendo inundada de personas que se hacen pasar por
refugiados, pero que en realidad son una grave amenaza para el
continente cristiano y sus valores tradiciones».
Y un ejemplo más: en abril de 2015 CNN informó que
inmigrantes musulmanes que cruzaban el Mediterráneo para
llegar a Italia arrojaron al mar a 12 compañeros de viaje por
el solo hecho de ser cristianos (cf. «Inmigrantes musulmanes
lanzan por la borda a 12 pasajeros cristianos», 16.04.2015).
4. Terrorismo. Hay una responsabilidad del
gobierno sobre la necesidad de conocer quiénes son y cuál es
la historia de vida de quienes piden asilo y si merecen
recibirlo. Es una responsabilidad de cara a sus ciudadanos. El
diario italiano Il Messaggero pudo acceder en febrero de 2015
a conversaciones telefónicas de terroristas del ISIS en las
que estos refieren que apuestan por la opción de enviar
migrantes a Italia entre los cuales filtrarían terroristas (cf.
«El Estado Islámico amenaza con enviar 500.000 inmigrantes a
Europa», 20.02.2015).
El rotativo británico The Sunday Press informaba que, de
hecho, el grupo terrorista Estado Islámico infiltró
terroristas a Europa entre los sirios que en los últimos días
han pedido refugio (cf. «Más de 4.000 terroristas del EI
llegaron a Europa haciéndose pasar por refugiados»,
07.09.2015). Hasta el momento ya han sido detenidos cinco
yihadistas que se habían filtrado entre los refugiados sirios
(cf. «Detenidos 5 yihadistas camuflados entre refugiados en
Bulgaria», 07.09.2015).
5. Las críticas a la Iglesia. Las redes
sociales han sido también el escenario donde grupos políticos
de izquierdas, abortistas y anticlericales, han lanzado
críticas a la Iglesia por una supuesta inacción ante la crisis
migratoria. Evidentemente lo primero que puede pensarse es en
por qué la Iglesia tendría una responsabilidad más grande que
la que le corresponde a los gobiernos y, en definitiva, qué
están haciendo los partidos políticos de izquierda –también
los de derechas– más allá de solidarizarse y criticar en
Twitter a la Iglesia. Lo cierto es que se ven más refugiados
en torno a las iglesias, tal vez para pedir limosnas, que
fuera de las sedes de los partidos políticos.
Lo comentaba con un deje de humor Ignacio Aréchaga en su
blog personal: «En España […] los partidos políticos rivalizan
en declararse más solidarios que los otros, y exigen al
gobierno que detalle cuántos miles está dispuesto a acoger.
Cuantos más, mejor. El Ayuntamiento de Madrid, gobernado por
una izquierda rápida en desenfundar el tuit y la pancarta, ha
puesto en la fachada un gran cartel: “Refugees, welcome”, que
hasta el momento habrá sido más visto por turistas que por
refugiados sirios» (cf. «Bienvenidos refugiados, si es que
venís», 08.09.2015).
No obstante lo anterior, ha sido precisamente la Iglesia
católica la que ha estado en primera línea ante esta situación
humanitaria. A la cabeza se ha puesto el Papa quien al final
de la oración mariana del Ángelus del domingo 6 de septiembre
pidió desde el Vaticano a toda la Iglesia:
«hago un llamamiento a las parroquias, a las comunidades
religiosas, a los monasterios y a los santuarios de toda
Europa para que expresen la realidad concreta del Evangelio y
acojan a una familia de refugiados. Un gesto preciso en
preparación del Año santo de la misericordia. Que cada
parroquia, cada comunidad religiosa, cada monasterio, cada
santuario de Europa acoja a una familia, comenzando por mi
diócesis de Roma. Me dirijo a mis hermanos obispos de Europa,
verdaderos pastores, para que en sus diócesis apoyen mi
llamamiento, recordando que Misericordia es el segundo nombre
del Amor […] También las dos parroquias del Vaticano acogerán
en los próximos días a dos familias de refugiados».
Han sido los obispos europeos los que rápidamente han
puesto manos a la obra (cf. «Profughi, la risposta delle
diocesi all'appello del Papa», 07.09.2015).
III. Una cuestión no solucionada: la raíz islámica
y la venta de armas
¿Y los países ricos musulmanes qué están haciendo por los
refugiados? En un artículo publicado en la web de la CNN un
intelectual musulmán, Haroon Moghul, pone de manifiesto el
liderazgo que en la coyuntura de la crisis migratoria está
teniendo el Papa y la ausencia de las autoridades políticas
del mundo islámico («Querido papa Francisco, me gustaría
invitarlo a convertirse al Islam», 08.09.2015).
El diario ABC ponía en estos términos la cuestión: «¿Por
qué no huyen a los ricos países árabes del Golfo Pérsico,
donde les espera un éxodo mucho más seguro y un futuro
confortable?». Efectivamente, Arabia Saudí, Qatar, Kuwait y
los Emiratos Árabes Unidos, países de inmensa mayoría
musulmana, han dado la espalda a sus «hermanos en religión».
Como dice el ABC, «Las autoridades saudíes han deslizado la
tesis de que una llegada masiva de sirios a su territorio
crearía problemas de seguridad. Riad siempre ha sido rival de
la dictadura de Damasco, y teme un afán de revancha. El
argumento no se sostiene: la inmensa mayoría de los refugiados
y desplazados sirios no son chiíes -la secta musulmana de los
Assad- sino suníes, la corriente musulmana mayoritaria que
tiene su epicentro en Arabia Saudí». Y añade: «es más
convincente el argumento del temor cerval de las ricas
monarquías del Golfo a que una ola migratoria de
musulmanes ponga en peligro su frágil sistema social y
político. Arabia Saudí es un caso paradigmático. El país vive
de las rentas del petróleo, y del trabajo de sus millones de
inmigrantes asiáticos».
Aunque la cuestión de los sorpresivos y masivos flujos de
migrantes implican una respuesta de gestión, se está olvidando
que a la raíz del problema están dos cosas a las que no se les
está dando solución: el cariz religioso (islámico) de la
guerra civil-persecución religiosa y la venta de armas a
grupos terroristas y gobiernos del Medio Oriente.
El creciente influjo del autodenominado «Estado Islámico»
no ha sido afrontado directamente. Desde su aparición en la
escena pública en junio de 2014 cada vez se hace con más
territorio de Irak y Siria. La acción de algunos países
occidentales se ha limitado a algunos bombardeos.
Comprensiblemente, mientras este grupo terrorista siga
expandiéndose más personas querrán migrar y esto
imposibilitará que las que se estaban fuera regresen. Las
acciones aisladas por parte de algunos países no parecen
apuntar a una finalidad concreta que no debería ser otra que
la de limitar definitivamente la acción de los agresores
contra países imposibilitados de defenderse.
Por otra parte es lógico que para hacer guerras se
necesitan armas y para conseguirlas se necesite dinero.
Evidentemente quienes las venden no parecen muy interesados en
dejar de hacerlo, lo que supone la voluntad de seguir
cooperando a que las guerras se perpetúen.
El «Instituto Internacional de Investigaciones sobre la
paz, con sede en Estocolmo, mostraba que entre 2010 y 2014
Rusia y Estados Unidos exportaban hasta el 48% de la venta
total de armamento en el mundo (seguidos de China, Alemania y
Francia). En ese mismo lapso las ventas de Estados Unidos han
crecido en un 23% mientras que las de Rusia en un 37% más. Los
principales clientes de los estadounidenses son Corea del Sur,
Emiratos Árabes y Australia; los de Rusia son India, China y
Argelia.
En términos absolutos los cinco países que más compran
armas son India, Arabia Saudita, China, Emiratos Árabes Unidos
y Pakistán, mientras que las regiones que más armas reciben
son Asia y Oceanía, con un 48% del total de importaciones,
seguidas de Oriente Medio y Europa.
Si se compara en qué zonas hay más desplazados con las
zonas donde más armamento se importa no es difícil llegar a
conclusiones lógicas.
Volviendo al punto de la raíz de toda esta situación, es
verdad que las fotos de Aylan nos han impactado a todos
suscitando emociones que los gobiernos han querido
tranquilizar atendiendo sólo la superficie del problema pero
sin ir a la base. Lo decía muy bien Cascioli: «La más
importante toca al origen de esta ola migratoria, o la guerra
en Siria e Irak. Es un poco hipócrita conmoverse por los
prófugos después de no haber hecho nada por detener la guerra,
dándole una contribución decisiva. Y es hipócrita erigirse en
juez moral se no se interroga seriamente sobre cómo acabarla.
También porque los verdaderos “desesperados” son aquellos que
todavía están ahí, que no tienen ni dinero ni medios para
escapar, y que viven cada día bajo las bombas y el sonido de
las metrallas. Mientras ayudamos a cuantos han logrado llegar
a Europa, pensemos en cómo cesar rápidamente el infierno para
sus connacionales menos afortunados» (cf. «Profughi siriani in
Germania, la realtà nascosta», 07.09.2015).
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