Opinión

Nos están cambiando la Sociedad

 

Como hay que cambiar radicalmente la mentalidad de la gente, especialmente eso que llamamos sentido común, saben que lo conseguirán si desde la más tierna infancia consiguen imbuir de su mentalidad a los niños.

14/09/15 6:17 PM | Pedro Trevijano Etcheverria


Desde hace ya algún tiempo, considero que el tema del relativismo y una de sus consecuencias, la ideología de género, es uno de los problemas más graves de nuestra Sociedad y del que la gente no se da cuenta. Suelo preguntar sobre la ideología de género a sacerdotes, médicos, profesionales y otros, y me estoy encontrando con una ignorancia supina. A lo más te lo ponen en alguna relación con la cuestión homosexual. Jesús Trillo Figueroa, hermano del ex ministro, y que es una de las personas que más saben del asunto en España, tituló su primer gran libro sobre esta cuestión con el expresivo título «Una revolución silenciosa. La política sexual del feminismo socialista», política, que a pesar de ser aberrante hoy es seguida en nuestro país por todos los Partidos políticos con representación parlamentaria y que si no reaccionamos contra ella va a cambiar profundamente nuestro país y Europa y no precisamente para bien..

En nuestro país la nueva Ley sobre el aborto, perdón de la interrupción del embarazo, según su terminología, está ya lista para su publicación en el Boletín Oficial del Estado. A cambio de una mejora mínima, las menores de edad necesitarán la conformidad de sus representantes legales para poder abortar, el PP considera que el aborto ya no es un crimen, sino un derecho y acepta la ideología de género. Para colmo, simultáneamente el Parlamento de Bruselas aprobaba la enseñanza de la ideología de género en todos los países europeos. Es decir, se pretende cambiar profundamente nuestra Sociedad y no nos estamos enterando. Por cierto es un problema no sólo español, sino de todo Occidente. Hace unas semanas, me decía una chica italiana de cuarto de Medicina, que en su Facultad de Roma, de los problemas deontológicos relacionados con la Bioética, no les habían dicho ni palabra.

El relativismo es algo más conocido. Sabemos que los relativistas no creen en Dios o por lo menos son agnósticos, y en consecuencia tampoco en la Ley ni en el Derecho Natural. En consecuencia la Verdad y el Bien no son algo objetivo, sino que, llegado un momento dado, son perfectamente modificables: lo que ayer era malo, hoy puede ser bueno y al revés. En esta ideología no se piensa que contra el hecho no valen argumentos, sino que en un conflicto entre mi ideología y la realidad es la realidad la que debe adaptarse a mi ideología, y no al revés. Resulta curioso comprobar como en el tema educativo, nazis y laicistas tienen los mismos ¿principios?

En cuanto a la ideología de género, cuyo origen está en el feminismo radical socialista que ha prácticamente borrado del mapa al feminismo moderado, podemos decir que es una hija del relativismo. Hace unos pocos días me encontré con un compañero de bachiller y surgió el tema. Se lo expliqué así: la Moral Sexual de la ideología de género, salvo en el caso de violación que también desaprueban, es la misma que en la Moral Católica, pero al revés. Es decir es la Moral del Diablo. Y le puse un ejemplo: «Mira, si tú y yo nos vamos a la cama, eso está bien. Pero si lo haces con tu mujer, eso está mal». Dado que el fin de la sexualidad no es el amor, sino el placer inmediato, el matrimonio, la familia y los principios religiosos son el enemigo a combatir.

Por eso, como hay que cambiar radicalmente la mentalidad de la gente, especialmente eso que llamamos sentido común, saben que lo conseguirán si desde la más tierna infancia consiguen imbuir de su mentalidad a los niños. Por eso desde muy pronto, en algunos casos cuatro y cinco años, hay que convencer a niños y niñas que, si quieren, pueden ser del sexo opuesto. Como el fin de la sexualidad es el placer, ¿por qué vamos a impedir que niños y niñas se masturben y hasta se acuesten juntos?

Con los adolescentes y jóvenes, lo mismo. Se les recomienda las relaciones sexuales, y si les fallan los anticonceptivos, para eso está el derecho al aborto. De los traumas que ocasiona el aborto, que no deja de ser el asesinato de un hijo, de eso ni palabra.

Y ya en el campo de los adultos. La relación entre ambos sexos no se basa en el amor, sino en la lucha por el predominio sobre el otro. No interesan compromisos estables, sino que el matrimonio sea algo inestable y provisional y por ello se aprueban leyes como la del divorcio exprés. Se separa el sexo de la procreación y abortar pasa a ser un derecho, lo que ciertamente no favorece el nacimiento de nuevos niños.

¿Qué podemos hacer ante esta situación?:Como cristiano que soy, creo en el valor de la oración, pero recuerdo también la idéntica anécdota que se cuenta de san Juan XXIII y de la Beata Teresa de Calcuta, cuando interpelados por alguien que les hablaba de lo mal que estaba el mundo respondieron asÍ. «Tiene Vd. razón, pero vamos a hacer una cosa: Vd. y yo vamos a ser dos personas decentes. Así habrá dos sinvergüenzas menos».

                                                                                         

Pedro Trevijano, sacerdote