En su catequesis de la audiencia general del tercer miércoles de septiembre (día 16) – la última antes de su viaje  apostólico internacional a Cubay a EEUU, del 19 al 28 de este mes – el Papa Francisco ofreció una reflexión conclusiva sobre el tema del matrimonio y de la familia, teniendo en cuenta que estamos en vísperas del Encuentro Mundial de las Familias, que se celebrará en Filadelfia y del Sínodo de los Obispos que tendrá lugar en la Ciudad del Vaticano el próximo mes de octubre.

De ambos eventos el Papa Bergoglio destacó su alcance mundial, que corresponde a la dimensión universal del cristianismo, y también a la dimensión universal de esta comunidad humana fundamental e insustituible que es, precisamente, la familia.

En el curso de esta audiencia semanal, se distribuyó el volumen titulado “Amar es dar todo”, dedicado a la vida consagrada. Tal como explica un comunicado de prensa de la Conferencia Episcopal Suiza, se trata de un proyecto de Daniel Pittet, padre de familia, quien ha decidido realizar un libro sobre este tema para agradecer a todos los consagrados y consagradas la obra que realizan en la nación helvética.

(María Fernanda Bernasconi - RV)

Texto del resumen de su catequesis en nuestro idioma

Queridos hermanos y hermanas:

En medio de una civilización marcada fuertemente por una sociedad administrada por la tecnología económica, donde la subordinación de la ética a la lógica del beneficio goza de un grande apoyo mediático, se hace cada vez más necesaria una nueva alianza entre el hombre y la mujer, que libere a los pueblos de la colonización del dinero y de las colonizaciones ideológicas y que oriente la política, la economía y la convivencia civil, para que la tierra sea verdaderamente un lugar habitable, donde se transmita la vida, y se perpetúe el nexo entre la memoria y la esperanza.

La fe nos dice que esta alianza entre el hombre y la mujer ha sido querida por Dios desde la creación, no sólo para velar por los intereses íntimos de la familia: a ellos les ha confiado el mundo y el proyecto de domesticarlo; por lo tanto, lo que ocurre entre el hombre y la mujer repercute en todo lo creado, como vemos en el relato del pecado original. Pero Dios no nos abandona, su misericordiosa protección no mengua, como muestra la especial bendición que Dios da a la mujer para defender a su criatura del maligno.

Esta ternura de Dios la vemos sobre todo encarnada en Jesucristo, nacido de una mujer, que murió por nosotros, aun siendo nosotros pecadores.

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica.

Pidamos a Dios que avive nuestra fe en la promesa que hizo al hombre y a la mujer, y tomando conciencia de la importancia de esta alianza, que todas las familias de la tierra se sientan bendecidas por Dios y protegidas por su ternura y amor.

Muchas gracias y que Dios los bendiga.