En torno a la Virgen de la Merced, entre el 17 y el 24 de este mes de septiembre la pastoral penitenciaria llevará a cabo una campaña de sensibilización que, haciéndose eco del Año Jubilar convocado por el Papa Francisco, girará en torno a la Misericordia.

En la presentación de este Año Jubilar Extraordinario que comenzará el próximo 8 de diciembre, y que tendrá como lema “Misericordiosos como el Padre” el Papa señaló que el Año Santo tiene que mantener vivo el deseo de saber descubrir los muchos signos de la ternura que Dios ofrece al mundo entero y sobre todo a cuantos sufren, se encuentran solos y abandonados, y también sin esperanza de ser perdonados y sentirse amados por el Padre.

Sin duda, entre estos sufrientes están quienes se encuentran privados de libertad en un Centro Penitenciario. Por este motivo, la Pastoral Penitenciaria de la diócesis de San Sebastián, en sintonía con esta iniciativa del papa Francisco, ha escogido para este curso que ahora comenzamos, el lema “Una Pastoral de Misericordia”.

La Pastoral Penitenciaria asume como tarea propia la de hacer presente la misericordia en una sociedad que la contempla como una debilidad, que busca expulsar de su vida la compasión, que excluye y se olvida de quienes han fallado y los considera indignos de seguir formando parte de ella. Una sociedad que, sin embargo, no está carente de responsabilidad frente a quienes han cometido un delito.

Quien se encuentra cumpliendo una pena en prisión ha nacido y crecido en una sociedad, en la cual ha tenido unas posibilidades concretas para su vivir y actuar. Su comportamiento es también el fracaso de una sociedad que genera lógicas y estructuras insolidarias o inadecuadas para el bien común, que consiente modelos y estilos de vida que facilitan, o al menos permiten, profundas deformaciones interiores y comportamientos desviados.

Muchos de los hombres y mujeres que viven privados de libertad han tenido menos oportunidades en la vida: carentes de educación, de una familia integrada, de medios económicos suficientes para una vida digna… Estas circunstancias no cancelan su responsabilidad personal, pero sí la disminuyen.

Recordando las palabras del Señor, “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso”, queremos trabajar para buscar a cuantos esperan ver y tocar con la mano los signos de la cercanía de Dios, para ofrecer a todos el camino del perdón y de la reconciliación.

Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades de nuestros hermanos.
Que la Virgen de la Merced, redentora de cautivos, nos ayude a descubrir el rostro de Cristo en cada uno de los privados de libertad y nos conceda de vivir este Jubileo de la Misericordia con un testimonio fiel y fecundo.

(Diócesis de San Sebastián)