Fray Antonio Arévalo Sánchez, ofm, es rector del Real Monasterio de Guadalupe. Con él hablamos sobre el Año Jubilar Guadalupense, celebración que se extenderá hasta el 8 de septiembre de 2016, y que en adelante se repetirá catorce veces a lo largo de cada siglo.

-¿Por qué es importante y espiritualmente necesario este Año Jubilar Guadalupense?

El Año Santo es una oportunidad para volver a empezar la vida; sanar las raíces y emprender el camino con nuevas energías. Ese es su principal y único sentido. La presencia de la Madre del Señor y su misión regenerativa ha sido tan imponente y ruidosa en Guadalupe, que justifica sobradamente cualquier gracia que le conceda la Sede Apostólica.

-¿Cuáles son los requisitos para lucrar el fruto de la indulgencia plenaria?

Lo común en otros lugares: visitar la basílica (o si estás enfermo o impedido, unirte de corazón a quienes cruzamos sus puertas), confesión sacramental, comunión, oración por las intenciones del papa. Una ocasión propicia es participar en la Misa del Peregrino, a las 12 del mediodía, antes rezamos el Ángelus, al acabar la misa se canta la salve y antes de la misa vespertina se reza el rosario.

-¿Ha notado suficiente eco en los medios y ambientes diocesanos extremeños, toledanos y nacionales?

El eco en esta sociedad nunca es suficiente. Nuestra diócesis (aparte de procurarnos el Año Santo en 2005) lo ha venido anunciando en el canal diocesano, en Radio Santa María, en el semanario Padre Nuestro y, además, trajo las cámaras de 13tv para retrasmitir a toda España la misa del día 6 de septiembre, presidida por el arzobispo de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez. La revista Ecclesia también se ha mostrado muy generosa publicando reportaje, cartel y noticias. Lo mismo el semanario Alfa y Omega. En los semanarios diocesanos de la provincia eclesiástica de Mérida-Badajoz también se hacen eco, pero hay que insistir más.

-¿Cuál está siendo la respuesta de los peregrinos hacia la maravillosa basílica mariana y al rico museo de tan singular monasterio?

Los peregrinos, por su parte, han acudido como de costumbre en estos meses primeros, andando por los caminos de siempre. Ellos, más que basílica y museos (que seguramente desconocen), vienen a ver su delicia, a contemplar su tesoro y rezarle «con los ojos arrasados de lágrimas», como dice don Antonio Reyes Huertas.

-El nuevo arzobispo de la provincia eclesiástica extremeña Mons. Celso Morga ha prometido activar en el Vaticano, donde trabajó unos años en un dicasterio, el inveterado y quizá algo politizado afán reivindicativo extremeño de poder adscribir la jurisdicción eclesiástica del monasterio guadalupense a alguna de las diócesis extremeñas, por ser curiosamente la patrona de Extremadura y pertenecer aún al arzobispado de Toledo, ¿qué piensa Ud. al respecto?

Pese a tener la excusa de mi predecesor en el oficio, fray Guillermo Cerrato Chamizo, Medalla de Extremadura, que opinó a favor y por escrito de este asunto —ni inveterado ni algo politizado, sino todo lo contrario— no me pronunciaré hasta que la comunidad franciscana de Guadalupe, a la que nadie ha preguntado aún, así lo acuerde.

-¿Qué actos y actividades tienen programadas en este Año Jubilar Guadalupense, para atender debidamente y también atraer a un mayor número de devotos peregrinos?

A petición de los frailes franciscanos que regentamos el santuario, los cuatro obispos con jurisdicción en Extremadura nombraron un Comité Organizador Interdiocesano, que es el responsable último del calendario de actividades pastorales. Todas se fundamentan en el armazón: reevangelizar-celebrar-crecer en solidaridad. Así, encuentros, peregrinaciones masivas o por sectores, exposiciones, congresos, publicaciones… todas irán destinadas a mostrar el rostro materno de Dios liberador y misericordioso, anunciado por Jesucristo y la Iglesia a lo largo de los siglos.

-¿Espera que se incremente la devoción mariana a nuestra patrona este Año Jubilar?

No sin ironía, suelo referir que la Virgen de Guadalupe es patrona de Extremadura, pero que aquí los que vienen andando y se sacrifican son los de Ciudad Real y Toledo. Lo hago, como dice San Pablo, a ver si mi gente se pica de amor propio y recapacita. Porque no basta con escribir cartas al Vaticano (ahora que está tan de moda) o torear de salón para luego hacer como cierto equipo de fútbol: fichar estrellas y abandonarlos como juguetes rotos.

(Miguel Fresneda –Iglesia de Coria-Cáceres)