ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 04 de octubre de 2015

Publicidad

ZENIT más cerca, en su móvil

Es un placer poder comunicarle que, a partir de ahora, podrá disfrutar de los contenidos de ZENIT en su teléfono móvil, para su mayor comodidad y facilitando la inmediatez de la información.
Esta aplicación, que ya se puede descargar gratuitamente en el Play Store de Android, y en el Apple Store, amplía las posibilidades de ZENIT como medio evangelizador.
A partir de ahora, podrá seguir y comentar EL MUNDO VISTO DESDE ROMA desde su teléfono.
¡Anime a sus amigos y familiares a descargarse la aplicación móvil de ZENIT! Conviértase en un “agente de evangelización”, como nos pidió el Papa Francisco.
Para disfrutar de ZENIT desde su teléfono android, los usuarios sólo tienen que descargar gratuitamente en el siguiente link: http://goo.gl/FUiYyN, o buscarnos en el Play Store.
Desde su teléfono iPhone, descargue la aplicación desde el siguiente link: http://goo.gl/FlEmRf, o búsquenos en el Apple Store.

http://goo.gl/FlEmRf

Para ver las tarifas y poner su anuncio en los servicios via email de ZENIT visite: http://ads.zenit.org/spanish


La frase del día 4 de octubre

"Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él" 
(Marco 10,15)

 


Papa y Santa Sede

'Dios bendice al matrimonio que se ama en la unidad y en la indisolubilidad'
El papa Francisco abre el Sínodo de la Familia con una misa solemne en la basílica de San Pedro

Texto completo del Papa Francisco en la misa de apertura del Sínodo de la Familia
Reitera la indisolubilidad del vínculo familiar e invita a desafiar las modas pasajeras y aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios

El papa Francisco

Francisco en el ángelus explica qué es Sínodo y pide oraciones
Texto completo. Recordó a tantos niños que sufren hambre, guerra o persecución. Invitó a no ser una sociedad-fortaleza, sino una sociedad-familia, capaz de acogerlos

El Papa reza por las víctimas de un alud en Guatemala
El Santo Padre pide estar cerca de las poblaciones duramente golpeadas también con solidaridad concreta

Espiritualidad y oración

Sínodo: entre la verdad y la misericordia
'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona

Santa Faustina Kowalska - 5 de octubre
​«Esta mística es mundialmente aclamada como apóstol de la Divina Misericordia, cuyo culto propagó. Maestra de la vida espiritual, profeta de nuestro tiempo y secretaria de Jesús misericordioso»


Papa y Santa Sede


'Dios bendice al matrimonio que se ama en la unidad y en la indisolubilidad'
 

El papa Francisco abre el Sínodo de la Familia con una misa solemne en la basílica de San Pedro

Por Sergio Mora

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

La Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos se ha abierto este domingo con una misa solemne en la basílica de San Pedro, presidida por el santo padre Francisco. Con paramentos verdes en este 27 domingo del tiempo ordinario, unos 170 padres sinodales entre cardenales, obispos y sacerdotes entraron en cortejo, mientras el Coro pontificio de la capilla Sixtina entonaba la polifonía sacra. Le seguía el papa Francisco, vistiendo casulla verde y dorada, y el palio.

Las lecturas fueron en diferentes idiomas, mientras que el Evangelio cantado en latín, narra cuando Jesús dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio".

El Papa por ello señaló que “las lecturas bíblicas de este domingo parecen elegidas a propósito para el acontecimiento de gracia que la Iglesia está viviendo, es decir, la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema de la familia que se inaugura con esta celebración eucarística”. Lecturas se centran en tres aspectos: el drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia.

Y recordando la lectura que narra de Adán en el Paraíso a quien Dios dio una compañera, señaló la soledad, "el drama que aún aflige a muchos hombres y mujeres: ancianos abandonados incluso por sus seres queridos y sus propios hijos; en los viudos y viudas; en tantos hombres y mujeres dejados por su propia esposa y por su propio marido; en tantas personas que de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas; en los emigrantes y los refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y en tantos jóvenes víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, y de la cultura del descarte".

“Hoy se vive la paradoja de un mundo globalizado en el que vemos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia” dijo Francisco. “En donde el amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla”, en donde las sociedades más avanzadas son las que tienen las más bajas tasas de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social.

Así Dios al darle a Adán una compañera, muestra que nada hace más feliz al hombre que "un corazón que se le asemeje, que le corresponda; para vivir la extraordinaria experiencia del amor y para ver su amor fecundo en los hijos, como dice el salmo de hoy".

Así Jesús, indica el Papa, ante la pregunta retórica que le habían dirigido enseña “que Dios bendice el amor humano, es él el que une los corazones de dos personas que se aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad”.

El Santo Padre recordó cuando Mateo dice 'Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre', una exhortación a “superar el mezquino egoísmo” y “el miedo de aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios”.

Invitó así a defender "la sacralidad de la vida" y a "defender la unidad y la indisolubilidad del vinculo conyugal como signo de la gracia de Dios y de la capacidad del hombre de amar en serio”.

O sea vivir su misión "en la verdad que no cambia según las modas pasajeras", sin levantar el dedo para juzgar a los demás, sin olvidar que Jesús también dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores».

Recordó cuando san Juan Pablo II decía: «El error y el mal deben ser condenados y combatidos constantemente; pero el hombre que cae o se equivoca debe ser comprendido y amado».

Concluyó exhortando: “La Iglesia debe buscar al hombre, acogerlo y acompañarlo, porque una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente se convierte en barrera”. Y pidió al Señor “que nos acompañe en el Sínodo y que guíe a su Iglesia a través de la intercesión de la Santísima Virgen María y de San José, su castísimo esposo”.  

Clicar aqui para leer el texto completo de la homilía

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Texto completo del Papa Francisco en la misa de apertura del Sínodo de la Familia
 

Reitera la indisolubilidad del vínculo familiar e invita a desafiar las modas pasajeras y aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El Papa Francisco abrió este domingo 4 de octubre la Asamblea Ordinaria del Sínodo sobre la Familia, con una misa solemne en la basílica de San Pedro.

En su homilía recordó lo oportuno de las lecturas de la misa del día en las que se recuerdan cuando Dios dio a Adan una compañera, y que pidió que los que une Dios no lo separe el hombre. Invitó a animar a las numerosas familias que viven su matrimonio como un espacio en el cual se manifiestan el amor divino; para defender la sacralidad de la vida; para defender la unidad y la indisolubilidad del vinculo conyugal. Y a desafiar las modas pasajeras, y el mezquino egoísmo, para aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios. Sin levantar el dedo para señalar, y ayudando a quien se encuentra en dificultad. 

A continuación el texto completo:

"«Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros su amor ha llegado en nosotros a su plenitud» (1 Jn 4,12).

Las lecturas bíblicas de este domingo parecen elegidas a propósito para el acontecimiento de gracia que la Iglesia está viviendo, es decir, la Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos sobre el tema de la familia que se inaugura con esta celebración eucarística.

Dichas lecturas se centran en tres aspectos: el drama de la soledad, el amor entre el hombre y la mujer, y la familia.

La soledad
Adán, como leemos en la primera lectura, vivía en el Paraíso, ponía los nombres a las demás creaturas, ejerciendo un dominio que demuestra su indiscutible e incomparable superioridad, pero aun así se sentía solo, porque «no encontraba ninguno como él que lo ayudase» (Gn 2,20) y experimentaba la soledad.

La soledad, el drama que aún aflige a muchos hombres y mujeres. Pienso en los ancianos abandonados incluso por sus seres queridos y sus propios hijos; en los viudos y viudas; en tantos hombres y mujeres dejados por su propia esposa y por su propio marido; en tantas personas que de hecho se sienten solas, no comprendidas y no escuchadas; en los emigrantes y los refugiados que huyen de la guerra y la persecución; y en tantos jóvenes víctimas de la cultura del consumo, del usar y tirar, y de la cultura del descarte.

Hoy se vive la paradoja de un mundo globalizado en el que vemos tantas casas de lujo y edificios de gran altura, pero cada vez menos calor de hogar y de familia; muchos proyectos ambiciosos, pero poco tiempo para vivir lo que se ha logrado; tantos medios sofisticados de diversión, pero cada vez más un profundo vacío en el corazón; muchos placeres, pero poco amor; tanta libertad, pero poca autonomía... Son cada vez más las personas que se sienten solas, y las que se encierran en el egoísmo, en la melancolía, en la violencia destructiva y en la esclavitud del placer y del dios dinero.

Hoy vivimos en cierto sentido la misma experiencia de Adán: tanto poder acompañado de tanta soledad y vulnerabilidad; y la familia es su imagen. Cada vez menos seriedad en llevar adelante una relación sólida y fecunda de amor: en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, en las buena y en la mala suerte. El amor duradero, fiel, recto, estable, fértil es cada vez más objeto de burla y considerado como algo anticuado. Parecería que las sociedades más avanzadas son precisamente las que tienen el porcentaje más bajo de tasa de natalidad y el mayor promedio de abortos, de divorcios, de suicidios y de contaminación ambiental y social.

El amor entre el hombre y la mujer
Leemos en la primera lectura que el corazón de Dios se entristeció al ver la soledad de Adán y dijo: «No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude» (Gn 2,18). Estas palabras muestran que nada hace más feliz al hombre que un corazón que se asemeje a él, que le corresponda, que lo ame y que acabe con la soledad y el sentirse solo. Muestran también que Dios no ha creado el ser humano para vivir en la tristeza o para estar solo, sino para la felicidad, para compartir su camino con otra persona que es su complemento; para vivir la extraordinaria experiencia del amor: es decir de amar y ser amado; y para ver su amor fecundo en los hijos, como dice el salmo de hoy (cf. Sal 128).

Este es el sueño de Dios para su criatura predilecta: verla realizada en la unión de amor entre hombre y mujer; feliz en el camino común, fecunda en la donación reciproca. Es el mismo designio que Jesús resume en el Evangelio de hoy con estas palabras: «Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne» (Mc 10,6-8; cf. Gn 1,27; 2,24).

Jesús, ante la pregunta retórica que le habían dirigido – probablemente como una trampa, para hacerlo quedar mal ante la multitud que lo seguía y que practicaba el divorcio, como realidad consolidada e intangible-, responde de forma sencilla e inesperada: restituye todo al origen de la creación, para enseñarnos que Dios bendice el amor humano, es él el que une los corazones de dos personas que se aman y los une en la unidad y en la indisolubilidad. Esto significa que el objetivo de la vida conyugal no es sólo vivir juntos, sino también amarse para siempre. Jesús restablece así el orden original y originante.

La familia
«Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc 10,9). Es una exhortación a los creyentes a superar toda forma de individualismo y de legalismo, que esconde un mezquino egoísmo y el miedo de aceptar el significado auténtico de la pareja y de la sexualidad humana en el plan de Dios.

De hecho, sólo a la luz de la locura de la gratuidad del amor pascual de Jesús será comprensible la locura de la gratuidad de un amor conyugal único y usque ad mortem.

Para Dios, el matrimonio no es una utopía de adolescente, sino un sueño sin el cual su creatura estará destinada a la soledad. En efecto el miedo de unirse a este proyecto paraliza el corazón humano.

Paradójicamente también el hombre de hoy –que con frecuencia ridiculiza este plan– permanece atraído y fascinado por todo amor autentico, por todo amor sólido, por todo amor fecundo, por todo amor fiel y perpetuo. Lo vemos ir tras los amores temporales, pero sueña el amor autentico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total.

En efecto «ahora que hemos probado plenamente las promesas de la libertad ilimitada, empezamos a entender de nuevo la expresión “la tristeza de este mundo”. Los placeres prohibidos perdieron su atractivo cuando han dejado de ser prohibidos. Aunque tiendan a lo extremo y se renueven al infinito, resultan insípidos porque son cosas finitas, y nosotros, en cambio, tenemos sed de infinito» (Joseph Ratzinger, Auf Christus schauen. Einübung in Glaube, Hoffnung, Liebe, Freiburg 1989, p. 73).

En este contexto social y matrimonial bastante difícil, la Iglesia está llamada a vivir su misión en la fidelidad, en la verdad y en la caridad.

Vive su misión en la fidelidad a su Maestro como voz que grita en el desierto, para defender el amor fiel y animar a las numerosas familias que viven su matrimonio como un espacio en el cual se manifiestan el amor divino; para defender la sacralidad de la vida, de toda vida; para defender la unidad y la indisolubilidad del vinculo conyugal como signo de la gracia de Dios y de la capacidad del hombre de amar en serio.

Vivir su misión en la verdad que no cambia según las modas pasajeras o las opiniones dominantes. La verdad que protege al hombre y a la humanidad de las tentaciones de autoreferencialidad y de transformar el amor fecundo en egoísmo estéril, la unión fiel en vinculo temporal. «Sin verdad, la caridad cae en mero sentimentalismo. El amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad» (Benedicto XVI, Enc. Caritas in veritate, 3).

Vivir su misión en la caridad que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que -fiel a su naturaleza como madre – se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia; de ser «hospital de campo», con las puertas abiertas para acoge a quien llama pidiendo ayuda y apoyo; de salir del propio recinto hacia los demás con amor verdadero, para caminar con la humanidad herida, para incluirla y conducirla a la fuente de la salvación.

Una Iglesia que enseña y defiende los valores fundamentales, sin olvidar que «el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado» (Mc 2,27); y que Jesús también dijo: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar justos, sino pecadores» (Mc 2,17). Una Iglesia que educa al amor autentico, capaz de alejar de la soledad, sin olvidar su misión de buen samaritano de la humanidad herida.

Recuerdo a san Juan Pablo II cuando decía: «El error y el mal deben ser condenados y combatidos constantemente; pero el hombre que cae o se equivoca debe ser comprendido y amado [...] Nosotros debemos amar nuestro tiempo y ayudar al hombre de nuestro tiempo.» (Discurso a la Acción Católica italiana, 30 de diciembre de 1978, 2 c: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, 21 enero 1979, p.9). Y la Iglesia debe buscarlo, acogerlo y acompañarlo, porque una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a sí misma y a su misión, y en vez de ser puente se convierte en barrera: «El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos» (Hb 2,11).

Con este espíritu, le pedimos al Señor que nos acompañe en el Sínodo y que guíe a su Iglesia a través de la intercesión de la Santísima Virgen María y de San José, su castísimo esposo". 

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


El papa Francisco


Francisco en el ángelus explica qué es Sínodo y pide oraciones
 

Texto completo. Recordó a tantos niños que sufren hambre, guerra o persecución. Invitó a no ser una sociedad-fortaleza, sino una sociedad-familia, capaz de acogerlos

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, delante de miles de fieles que le esperaban en la Plaza de San Pedro. El Santo padre acababa de abrir el Sínodo sobre la Familia, con una solemne misa en la basílica de San Pedro. 
Así el Papa explica qué es un Sínodo y pide oraciones para ser dóciles al Espíritu Santo en el defender la familia. Y también solicitó a los papás y a los educadores a acoger a los niños, recordando el drama de tantos pequeños que pasan hambre, sufren violencia o tienen que escapar o sufrir las guerras. Invitó asi a no ser una sociedad-fortaleza, sino una sociedad-familia, capaces de acogerlos con reglas adecuadas, pero acogerlos.

A continuación las palabras del papa Francisco:
«Queridos hermanos y hermanas, ha concluido hace poco en la basílica de San Pedro la celebración eucarística con la cual hemos dado inicio a la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. Los padres sinodales provenientes de todas las partes del mundo y reunidos entorno al sucesor de Pedro, reflexionarán por tres semanas sobre la vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en la sociedad, para lograr un atento discernimiento espiritual y pastoral.

Tendremos la mirada fija en Jesús para individuar, basándonos en sus enseñanzas de verdad y de misericordia, los caminos más oportunos para un empeño adecuado de la Iglesia con las familias y para las familias. De manera que el plan ordinario del Creador para el hombre y la mujer pueda realizarse y obrar en toda su belleza y fortaleza en el mundo de hoy.

La liturgia de este domingo propone justamente el texto fundamental del Libro del Génesis, sobre la complementariedad y reciprocidad entre el hombre y la mujer. Por ello --dice la biblia-- el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su esposa y los dos se vuelven una sola carne, o sea una sola vida, una sola existencia. En tal unidad los cónyuges transmiten la vida a los nuevos seres humanos: se vuelven progenitores. Participan de la potencia creadora del mismo Dios.

¡Pero atención!, Dios es amor y se participa a su obra cuando se ama con Él y como Él. Con tal finalidad --dice san Pablo-- el amor ha sido puesto en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado. Y ésto es también el amor que es dado a los esposos en el sacramento del matrimonio.

Es el amor que alimenta su relación a través de alegrías y dolores, momentos serenos y difíciles. Es el amor que suscita el deseo de general hijos, de atenderlos, acogerlos, hacerlos crecer, educarlos. Es el mismo amor que en el Evangelio de hoy, Jesús manifiesta a los niños: “Dejen que los niños vengan a mi, no se lo impidan: a quien es como ellos de hecho pertenece el reino del Cielo".

Pidamos hoy al Señor que todos los papás y los educadores del mundo, como también la sociedad entera, sean instrumentos de aquella acogida, de aquel amor con el cual Jesús abraza a los más pequeños. Él mira en sus corazones la ternura y la solicitud de un padre y al mismo tiempo de una madre.

Pienso a tantos niños hambrientos, abandonados, explotados, obligados a la guerra, rechazados. Es doloroso ver las imágenes de niños infelices, con la mirada perdida, que huyen de la pobreza y los conflictos, que llaman a nuestras puertas y a nuestros corazones implorando ayuda.

El Señor nos ayude a no ser una sociedad-fortaleza, sino una sociedad-familia, capaces de acogerlos con reglas adecuadas, pero acogerlos, acogerlos siempre, con amor.

Les invito a apoyar con la oración los trabajos del Sínodo, para que el Espíritu Santo vuelva a los Padres sinodales plenamente dóciles a sus inspiraciones.

Invocamos la materna intercesión de la Virgen María, uniéndonos espiritualmente a quienes en este momento, en el Santuario de Pompei, recitan la 'Súplica a la Virgen del Rosario'».

(El Papa reza la oración del ángelus)

«Ayer en Santander, en España, fueron proclamados beatos, Pío Heredia y 17 compañeros y compañeras del 'Orden de los Cistercienses de estricta observancia y de San Bernardo', asesinados por su fe durante la Guerra Civil Española y la persecución religiosa de los años treinta del siglo pasado. Alabemos al Señor por estos valientes testimonios, y por su intercesión súpliquemos de librar al mundo del flagelo de la guerra.

Quiero dirigir al Señor una oración por las víctimas del alud que ha arrasado a todo un pueblo en Guatemala, así como a los del aluvión en Francia, en la Costa Azul. Estemos cerca de las poblaciones duramente golpeadas también con la solidaridad concreta.

Agradezco a todos ustedes que han venido y son tan numerosos, desde Roma, Italia y de tantas partes del mundo. Saludo a los fieles de la arquidiócesis de Paderborn en Alemania, y a los de Porto de Portugal, y al grupo del colegio Mekhitarista en Roma.

En el día de san Francisco de Asís, patrono de Italia, saludo con particular cariño a los peregrinos italianos, en particular a los fieles de Reggio Calabria, Bollate, Mozzanica, Castano Primo, Nule y Parabita. Saludo a los jóvenes de Belvedere di Spinello y a la asociación de los derechos de los peatones de Roma y del Lazio.

Y a todos les deseo un buen domingo, y por favor no se olviden de rezar por mi. 'Buon pranzo e arrivederci'».

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


El Papa reza por las víctimas de un alud en Guatemala
 

El Santo Padre pide estar cerca de las poblaciones duramente golpeadas también con solidaridad concreta

Por Redacción

Ciudad del Vaticano, (ZENIT.org)

El santo padre Francisco pidió este domingo después rezar el ángelus, oraciones por las víctimas de un deslizamiento en Guatemala que arrasó un asentamiento humano situado a pocos kilómetros de la capital.

“Quiero --dijo el Papa-- dirigir al Señor una oración por las víctimas del alud que ha arrasado a todo un pueblo en Guatemala”. El Santo Padre concluyó: “Estemos cerca de las poblaciones duramente golpeadas también con la solidaridad concreta”.

Un deslizamiento de tierra arrasó el jueves por la noche El Cambray II, un asentamiento humano del municipio de Santa Catarina Pinula, a menos de 20 kilómetros de la capital guatemalteca. 

Las autoridades de socorro de Guatemala han registrado a 85 muertos y calcularon que los desaparecidos son unas 350 personas. El sábado por la noche se han suspendido las labores de búsqueda por motivos de seguridad, debido a que el terreno está frágil y la visibilidad es baja, poniendo en peligro a los equipos de rescate.

Las operaciones han sido retomadas este domingo y si bien por la noche se cumplen las 72 horas indicadas por los protocolos internacionales de rescate, las operaciones se prolongarán por más tiempo. Los asentamientos son zonas de alto riesgo invadidas por inmigrantes que trabajan en la ciudad.

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Espiritualidad y oración


Sínodo: entre la verdad y la misericordia
 

'Palabra y Vida' del arzobispo de Barcelona

Por Card. Lluís Martínez Sistach

Barcelona, (ZENIT.org)

Del 4 al 25 de este mes de octubre se reúne en el Vaticano el Sínodo de los Obispos, en el que me ha invitado a participar como miembro el Papa Francisco. Esta asamblea tiene como tema central "La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo", y es continuación de la asamblea extraordinaria celebrada durante el mes de octubre del año pasado. Estos trabajos han suscitado muchas expectativas en toda la Iglesia y los medios de comunicación han recogido la noticia. En cierto modo, el Sínodo del año pasado fue como una primera fase o una preparación del Sínodo que ahora comienza, el cual -por decirlo así- llega a la hora de las decisiones, que pondrá en manos del papa Francisco, a quien corresponde tomar las últimas disposiciones para toda la Iglesia.

Este interés tiene una explicación: las dos asambleas han sido precedidas de una amplia consulta a todos los fieles, que han podido hacer llegar a la Secretaría del Sínodo -que dirige el cardenal Lorenzo Baldisseri- los problemas de los matrimonios y las familias actuales y sus opiniones sobre cómo la Iglesia debería ayudarles en el cumplimiento de su misión. 

El documento de trabajo de la asamblea que hoy comienza -hecho público el pasado 23 de junio- reafirma la voluntad de la Iglesia de presentar al mundo de hoy el Evangelio de la familia; es decir, los valores incluidos en la visión cristiana de la familia que propone para el bien de las personas, de la sociedad y de la misma Iglesia, como por ejemplo la monogamia y la indisolubilidad. Se puede prever que el Sínodo reafirmará estos valores del matrimonio y la familia, sometidos a una fuerte erosión en el mundo actual.

Pero el Sínodo no quiere quedarse ahí. Dentro de pocas semanas -el 8 de diciembre-, se abrirá el Año Santo extraordinario convocado por el Papa dedicado a la misericordia. El lema es "Misericordiosos como el Padre". El Papa Francisco ha dado el tono de esta celebración presentando una Iglesia que, como el samaritano de la famosa parábola, se acerca a las personas heridas en su experiencia matrimonial o familiar con la actitud de Cristo, que se mostró siempre compasivo con todos, y sobre todo con las personas en situaciones de especial sufrimiento, exclusión y marginación.

La Iglesia tendrá que encontrar caminos prácticos para acoger y ayudar a los católicos casados o divorciados que han iniciado una nueva unión y siguen siendo miembros de la Iglesia, y no están excluidos ni excomulgados. Este es el reto del Sínodo que ahora comienza: recoger el espíritu y las disposiciones de la asamblea anterior, profundizar en ellos y encontrar caminos operativos para acercarse y ayudar a todas estas personas.

Así, la Iglesia podrá mostrar al mundo de hoy el rostro de la misericordia, que es la misión que ha recibido de Jesucristo. Sólo así, la Iglesia estará en condiciones de realizar este deseo que el papa Francisco ha expresado en el documento con el que convoca el Jubileo de la Misericordia.

+ Lluís Martínez Sistach

Cardenal arzobispo de Barcelona

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba


Santa Faustina Kowalska - 5 de octubre
 

​«Esta mística es mundialmente aclamada como apóstol de la Divina Misericordia, cuyo culto propagó. Maestra de la vida espiritual, profeta de nuestro tiempo y secretaria de Jesús misericordioso»

Por Isabel Orellana Vilches

Madrid, (ZENIT.org)

Helena Kowalska nació el 25 de agosto de 1905 en Glogowiec, Polonia, en el hogar de una familia de campesinos, piadosos practicantes. Fue la tercera de diez hermanos. Espiritualmente fue forjada en la fe sobre todo por su madre. Y desde su más tierna infancia manifestó una inclinación religiosa que se apreciaba en su comportamiento. Los suyos conocían perfectamente sus prácticas de oración, la tendencia a procurar todo el bien posible a su alrededor y su marcada predilección por las vidas de santos que le gustaba leer y compartir con otros niños de su edad. A los 7 años fue sellada por la experiencia del amor de Dios. Antes de ir a la escuela, su padre le había enseñado a leer. Luego añadió lo que pudo aprender en la escueta formación académica que recibió, que no llegó a tres años. Los escasos recursos para tan numerosa familia demandaban la pronta ayuda de los hijos mayores. Y ella con 16 años tuvo que ganarse el sustento como empleada de hogar y dependienta. Trabajó en varios hogares y localidades diversas.

Soñaba con la vida religiosa, y en las contadas ocasiones que viajó a su casa paterna expuso este anhelo, recibiendo siempre una negativa como respuesta. En una de ellas ya tenía 18 años. Fue entonces cuando pasó por un corto periodo en el que las diversiones ocuparon su tiempo. En su Diario explicó que de ese modo trataba de sofocar las constantes invitaciones que recibía de lo alto para mudar sus hábitos. Pero la predilección divina se extendió sobre ella. Un día en una fiesta, mientras bailaba, vio al divino Redentor lleno de llagas; poniéndose a su altura, le dijo: «Helena, hija mía, ¿cuándo cesarás de ignorarme y cuánto más estarás alejada de mi lado?». Profundamente turbada, como no podía ser menos, acudió presurosa a la catedral de San Estanislao de Kostka. Cristo se manifestó explícitamente ante la pregunta acuciante de la joven, ansiosa por saber qué debía hacer: «Ve inmediatamente a Varsovia; allí entrarás en un convento».

En esa época la dote era condición imprescindible para ingresar en él. Solo cabía la fe, ya que de ningún modo poseía la cantidad exigida. Pero su confianza en Dios no tenía fisuras, y con ella tocó las puertas del convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia. Para reunir la suma necesaria aún tuvo que trabajar otro año más. Por fin, en 1925 pudo cumplir la indicación de Cristo integrándose en la vida religiosa; tomó la iniciativa sin contar con la venia de sus padres. Ahora bien, no le resultó fácil la consagración. Le acuciaron las tentaciones de volver al mundo y de mirar retrospectivamente su pasado. Cristo le instó a mantenerse fiel para superar las sombras que se cernían sobre ella y, una vez disipadas con su gracia, siguió el camino trazado desempeñando tareas de cocinera, jardinera y portera. El 30 de abril de 1926 profesó en Cracovia con el nombre de Faustina del Santísimo Sacramento, nombre que se le reveló durante el acto litúrgico.

Era humilde, sencilla, trabajadora, muy alegre. Durante el primer año de noviciado vivió la experiencia de la «noche oscura». Hacia mediados de 1930 y después de haber pasado por casi todas las casas de la Orden, llegó al convento de Płock. En febrero de 1931 recibió la primera revelación. En ella Cristo le pedía: «Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: 'Jesús, en Ti confío'. Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y [luego] en el mundo entero». Esta imagen fue realizada en 1935 por Eugene Kazimierowski siguiendo sus indicaciones. Es venerada en Ostra Brama, Vilma, aunque la más conocida es obra de Adolf Hyla, que la pintó en 1943 en agradecimiento por haber preservado a su familia de la guerra.

Progresivamente, y en sucesivas manifestaciones, Cristo confiaba a Helena la devoción y ejercicio de la virtud de la misericordia: «Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo, ni excusarte, ni justificarte. Te doy tres formas de ejercer misericordia al prójimo: la primera, la acción; la segunda, la palabra; la tercera, la oración. En estas tres formas está contenida la plenitud de la misericordia y es el testimonio irrefutable del amor hacia Mí». En una ocasión, después atender a un enfermo de gravedad, el Redentor le dijo: «Hija mía, me has dado una alegría más grande haciéndome este favor que si hubieras rezado mucho tiempo». Ella respondió: «Si no te he atendido a Ti, oh Jesús mío, sino a este enfermo». Cristo corroboró el alcance de esa virtud: «Sí, hija mía, cualquier cosa que haces al prójimo me la haces a Mí».

Estas revelaciones fueron marcando su vida mística, sellada por profunda aflicción: «Experimento un terrible dolor cuando veo los sufrimientos del prójimo. Todos los dolores del prójimo repercuten en mi corazón, llevo en mi corazón sus angustias de tal modo que me agotan incluso físicamente. Quisiera que todos los dolores cayesen sobre mí para llevar alivio al prójimo». En medio de ello, Cristo la consolaba. Su director espiritual el beato Miguel Sopoćko fue de inmensa ayuda para dilucidar cuánto había de verdad en sus experiencias místicas, y qué debía hacer respecto a la fundación de una nueva Congregación como había percibido. En una de las locuciones Cristo le comunicó su deseo de que instaurase una Fiesta dedicada a la Divina Misericordia. Y ella impulsó esta devoción que contiene la «Coronilla a la Divina Misericordia», oración que Él mismo le dictó, haciéndole saber que quien la rezara recibiría gran misericordia en el momento de la muerte, entre otras gracias.

Mientras, su vida iba deteriorándose paulatinamente con lesiones diversas. La tuberculosis atacó sus pulmones y estómago. Y murió en Łagiewniki, Cracovia, el 5 de octubre de 1938. Había sido agraciada con numerosos carismas. Juan Pablo II la beatificó el 18 de abril de 1993, y la canonizó el 30 de abril de 2000. Determinó también que la Fiesta de la Divina Misericordia se celebre el primer domingo después de la Pascua de Resurrección.

Léalo en línea | Envíe a un amigo | Comentario en línea

Arriba



Collect?cc=%5bzs151004%5d+el+mundo+visto+desde+roma&cd2=es&cid=6a04c129 ea69 40f1 8c54 5a9da6304dcb&cm=email&cn=diariohtml&cs=dispatch&dp=%2femail%2fnewsletter%2f1209&ds=dispatch+tracker&dt=%5bzs151004%5d+el+mundo+visto+desde+roma&ea=open&ec=email&el=zs151004&ni=1&t=event&tid=ua 8460673 1&v=1