Roma
Sínodo de la Familia

Divorciados vueltos a casar: acompañamiento misericordioso, pero sin acceder a la Eucaristía

Monseñor Forte, secretario especial de la asamblea de obispos: “En la fidelidad a la doctrina de la Iglesia, queremos ser pastores que acompañen a los fieles”

“No es un Sínodo doctrinal, sino pastoral, como lo fue el Concilio Vaticano II. No es que este Sínodo se reúna para no decir nada, sino que hay que buscar las vías para hacer que la Iglesia esté cerca de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo”. Así se explicó en rueda de prensa Monseñor Bruno Forte, secretario especial del Sínodo ordinario de la Familia, que se celebra en Roma del 5 al 25 de octubre.

Por lo tanto, como aseguró el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París, no habrá grandes cambios en la doctrina de la Iglesia Católica: “Quien haya venido esperando un cambio espectacular en la doctrina de la Iglesia, se va a desilusionar". Lo que sí habrá es una nueva forma de acercar la Iglesia a los fieles: “El tiempo cambia, las situaciones cambian, la Iglesia no puede permanecer insensible a los desafíos. Estamos aquí para ver, en la fidelidad a la doctrina de la Iglesia, cómo ser pastores que acompañen a los fieles, No pensemos que habrá un cambio doctrinal, sino que los desafíos pastorales existen y los queremos afrontar con sentido de responsabilidad y con el Papa”, señaló Monseñor Bruno Forte.

El Sínodo de la Familia debatirá sobre cuatro puntos fundamentales, según recoge el primer documento introductorio de la primera sesión de trabajo: jóvenes que no se casan, acompañamiento a los matrimonios, conexión con los hijos y ayudar a las familias rotas.  Este primer documento fue presentado por el Cardenal Peter Erdö, arzobispo de Budapest y relator general del Sínodo.

A propósito de  los divorciados vueltos a casar civilmente, el Cardenal Erdö señaló que debe haber “un acompañamiento pastoral misericordioso, el cual no deja duda sobre la verdad de la indisolubilidad del matrimonio, enseñado por el mismo Jesucristo”. Recordó que “no es el naufragio del primer matrimonio, sino la convivencia en la segunda relación lo que impide el acceso a la eucaristía. Precisó también la importancia de escuchar a los hijos “víctimas de estas situaciones” y de “animar a los cónyuges que quedan solos tras un fracaso, de perseverar en la fe y en la vida cristiana”.

No obstante, el Cardenal Erdö señaló que el Sínodo reflexionará sobre si en algunas situaciones extraordinarias, personas divorciadas  que se han casado de nuevo civilmente, pueden recibir la comunión.

No juzgar

En este primer documento de trabajo se aborda también la acogida a las personas con tendencia homosexual. El Sínodo reitera que “toda persona es respetada en su dignidad independientemente de su tendencia sexual” y desea que “los programas pastorales reserven una atención específica a las familias en las que viven personas con tendencia homosexual y a estas personas”. Pero el Cardenal Erdö advirtió que “no existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia”.

El Papa Francisco había abierto esta primera reunión recordando que el Sínodo “no es un parlamento ni un senado donde nos ponemos de acuerdo. Es una expresión de la Iglesia, es la Iglesia que camina junta para leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios; es la Iglesia que se interroga sobre la fidelidad al depósito de la fe, que para ella no es un museo para mirar y tampoco para proteger, sino una fuente viva en la que la Iglesia bebe para dar de beber”. 

También pidió a los padres sinodales que “no se dediquen a acusar a las personas, sino que tiendan la mano a quienes lo necesiten, para levantarles, sin sentirse jamás superiores a los demás”. Estas palabras del Papa vienen dos días después de que el sacerdote polaco de 43 años, Krzysztof Charamsa, funcionario en la Congregación para la Doctrina de la Fe, hiciera pública su homosexualidad y presentará a su novio catalán. En la vigilia del sábado 3 de octubre en la plaza de san Pedro, el Santo Padre había insistido  que “la Iglesia tiene que ser caritativa con las personas y no juzgarlas o señalarlas con el dedo”, porque “una Iglesia cerrada no cumple su misión”.

Tanto en la vigilia del sábado, en la homilía del domingo como en la lectura del ángelus del lunes 5 de octubre, el Papa Francisco no se ha cansado de repetir  que no hay que juzgar pero, por otra parte, ha reafirmado la realidad del matrimonio, que lo definió como “el sueño de Dios: la felicidad en el amor entre un hombre y una mujer. Para Dios, el matrimonio no es una utopía de adolescentes, sino un sueño sin el cual su creatura estará destinada a la soledad. El miedo de unirse a este proyecto paraliza el corazón”.  Y en la homilía del domingo, dijo: “Al hombre de hoy lo vemos ir tras los amores temporales, pero sueña el amor autentico; corre tras los placeres de la carne, pero desea la entrega total”.

Francisco finalizó la primera reunión del Sínodo pidiendo oraciones a los cristianos para que “los trabajos vayan de la mano del Espíritu Santo” y recordó a los padres sinodales que el Sínodo podrá ser un espacio de la acción del Espíritu Santo sólo si sus participantes “se revisten de coraje apostólico, de humildad evangélica y de oración confiada”.