El responsable de Cuba en el Departamento de Proyectos de
Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), Ulrich Kny, viajó el mes
pasado a la Isla con ocasión de la visita del Papa. En este
entrevista difundida por la organización católica
internacional cuenta sus impresiones del viaje y reflexiona
sobre su posible impacto a largo plazo.
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¿Qué ha llevado el papa Francisco a Cuba?
-- Ulrich Kny: El papa Francisco ya había desatado un gran
entusiasmo antes de su visita por su exitoso papel mediador en
el acercamiento diplomático entre Cuba y EE.UU., pues ha
contribuido a que la mayoría de los cubanos vuelvan a albergar
esperanzas en una pronta suspensión del embargo
estadounidense.
Sin embargo, el Santo Padre no acudió a Cuba en primera
línea como jefe de Estado, sino como misionero de la
misericordia. Lo que llevó fue, sobre todo, mensajes de “la
lógica del amor” de Jesús: un amor que sirve
desinteresadamente al prójimo.
Y el papa Francisco llegó con toda una serie de
llamamientos en el equipaje: así, por ejemplo, animó a “vivir
la revolución del cariño como María, Madre de la
misericordia”. En La Habana invitó a los jóvenes a crear una
“cultura del encuentro”: pese a los diferentes puntos de
vista, considera que los cubanos deben “crear una amistad
social” que busque el bien común, y también los encomendó a
“ir acompañados, juntos, buscando la esperanza, buscando el
futuro y la nobleza de la patria”.
Por el hecho de dirigirse no solo a los creyentes, sino a
todos los cubanos –tanto a católicos como no católicos, a
cubanos residentes en la isla como a exiliados–, el papa
Francisco se mostró en Cuba, en el sentido estricto de la
palabra, como Pontifex, a saber, como “constructor de
puentes”.
¿Qué efectos ha tenido ya su visita?
-- Ulrich Kny: Aunque, hasta ahora, solo una pequeña parte de
la población cubana se componga de católicos activos, la
visita del papa Francisco a Cuba ha sido el tema predominante
en estos días. Incluso la televisión pública cubana ha
informado con retransmisiones en directo y reportajes en una
medida sin precedentes sobre la visita pontificia. Así,
millones de cubanos pudieron seguir las accesibles homilías y
alocuciones del Santo Padre en su lengua materna.
¿Cuál cree que va a ser el legado de la visita del
papa Francisco?
-- Ulrich Kny: Aún es pronto para predecir las consecuencias a
largo plazo de la visita del papa Francisco a Cuba. Sin duda,
los temas más importantes se abordaron en un encuentro
personal del Santo Padre con el presidente Raúl Castro y en un
encuentro con los obispos cubanos en el seminario de San
Basilio Magno en Santiago de Cuba. Ambos encuentros se
celebraron a puerta cerrada.
Tengo muchas esperanzas de que, tras esta visita del Papa,
a la Iglesia cubana no la despachen con otro día festivo
oficial –tras la visita del papa Benedicto XVI se introdujo el
Viernes Santo como día festivo, pero nada más cambió
verdaderamente para la Iglesia–, sino que la Iglesia obtenga
realmente, como consecuencia de esta visita pontificia, un
mayor margen de maniobra.
¿Cómo se encuentra la Iglesia cubana? ¿Cuáles son
sus éxitos?
-- Ulrich Kny: Oficialmente, el Gobierno cubano acepta la
libertad religiosa, pero, en la práctica, la Iglesia cubana
está todavía muy alejada de una normalidad pastoral. Así, para
todos los actos fuera de los muros de las iglesias hay que
solicitar permisos, lo cual no solo es humillante para los
creyentes, sino que, además, siempre va acompañado de actos de
acoso.
Otro gran problema reside en el escaso acceso de la Iglesia
a los medios de comunicación y en que la Iglesia no obtiene
actualmente autorización para importar vehículos. Además, a la
Iglesia Católica, por regla general, se le sigue sin conceder
permisos para la construcción de nuevas iglesias, mientras que
los grupos protestantes y sectas como los Testigos de Jehová
han podido erigir en los últimos años cada vez más templos.
No obstante, y pese a todas las dificultades, puede
observarse que la Iglesia Católica se está convirtiendo en un
actor cada vez más importante en la sociedad cubana. Sus
esfuerzos en aras del bienestar del pueblo cubano, que se
reflejan también en un creciente compromiso social, reciben
también el reconocimiento del Gobierno, que al menos va
tolerando cada vez más actividades.
¿Cuáles son los retos que afronta la Iglesia a
corto y largo plazo?
-- Ulrich Kny: La Iglesia cubana afronta a toda una serie de
retos. En primer lugar, carece de los requisitos humanos,
materiales y logísticos necesarios para fortalecer y
profundizar la fe de los cubanos. Tras cuarenta años en los
que la fe ha sido confinada al ámbito privado y al interior de
las iglesias, los cubanos, poco a poco, se atreven, desde la
visita del Santo Papa Juan Pablo II.
El hambre de Dios es enorme, pero muchos cubanos tienen
unos conocimientos religiosos muy escasos. La catequesis y las
experiencias de encuentro personal con el Cristo vivo supone
un enorme reto para la Iglesia cubana, aunque disponen de muy
pocos agentes pastorales (sacerdotes, religiosas, diáconos,
laicos).
Los transportes son totalmente insuficientes, y totalmente
obsoletos por lo que se averían continuamente. Además, estos
vehículos antiguos consumen mucha gasolina que en la isla,
tiene un precio desorbitado (un litro cuesta casi la décima
parte del salario mensual de un médico). La carencia de estos
también impiden llevar a cabo una pastoral a escala nacional
con visitas más frecuentes a las filiales de las parroquias.
Otro problema que afecta a la Iglesia reside en la
ampliación de las infraestructuras. Apenas se conceden
permisos para construir nuevas iglesias. Como no pueden
construir, compran casas de particulares para utilizarlas como
capillas, casas parroquiales y conventos.
No obstante, veo un problema aún mucho mayor para el futuro
de Cuba en la deformación moral de la sociedad cubana, y con
ello no me refiero solo a la habitual práctica del aborto,
sino, en general, a la ausencia de valores cristianos en el
ámbito educativo, en el que el Estado ejerce el monopolio.
Finalmente, los cubanos se enfrenta a la profunda crisis
económica debido a la crónica economía deficitaria y al
drástico racionamiento de los víveres, muchos cubanos han
tenido que adueñarse de nuevas estrategias de supervivencia.
Los salarios casi siempre se pagan en la débil divisa
nacional, y los cubanos dependen o bien del apoyo económico de
familiares en el extranjero, o bien se ven prácticamente
obligados a robar bienes públicos o a comprar objetos robados
en el mercado negro.
El término que se utiliza aquí es “resolver”, a saber,
encontrar una solución. Esta actitud, se contrapone con la
moral cristiana, y es comprensible dada la situación actual,
pero también alberga grandes peligros para el futuro, pues
contribuye a crear una sociedad corrupta hasta la médula.
¿Sabe algo acerca de los recientes cambios en las
relaciones entre EE.UU. y Cuba? ¿Cómo son las relaciones con
la comunidad exiliada en EE.UU.?
-- Ulrich Kny: Como ya he mencionado, los cubanos en Cuba
están muy agradecidos por el acercamiento, porque este
alimenta grandes esperanzas en una mejoría de su situación
material y, además, les permite intensificar el contacto con
sus familiares residentes en EE.UU. Esta vez me ha llamado la
atención en varias ciudades que en los lugares en los que el
Gobierno cubano acaba de crear accesos públicos a Internet
inalámbrico, haya ya muchas personas con portátiles, tabletas
y móviles de última generación navegando por Internet,
intercambiando e-mails con sus familiares de EE.UU. o
chateando con ellos. Estos aparatos y los caros códigos de
acceso los suelen financiar los familiares del extranjero.
¿Qué puede ofrecer la Iglesia cubana al resto del
mundo?
-- Ulrich Kny: La Iglesia cubana ha aprendido a sobrevivir
durante décadas en un entorno ateo. Entretanto, ha salido de
las catacumbas y, pese a todos los obstáculos y dificultades,
se ha convertido en una activa fuerza social que se ha ganado
a todos los niveles el respeto de la sociedad cubana. Hoy, la
Iglesia cubana puede ofrecerle a la Iglesia Universal sus
experiencias en el diálogo con una sociedad que, en su mayor
parte, carece de conocimientos de Dios. Lo que me ha
impresionado realmente es la creatividad con la que los
obispos, sacerdotes, religiosos y laicos van ampliando, lenta
pero constantemente, el estrecho margen del que disponen para
la evangelización.
¿Qué les recomendaría a los no cubanos que quieran
ayudar al país?
-- Ulrich Kny: En primer lugar, Cuba necesita nuestras
oraciones para que las palabras y gestos del Santo Padre
germinen sobre tierra fértil y para que la Virgen del Cobre
pueda proseguir con su “revolución de la misericordia”. Al
mismo tiempo, tenemos que apoyar a la Iglesia cubana de forma
aún más intensa con ayudas concretas, para que pueda
aprovechar todo su potencial evangelizador y para que no se
vea limitada por la falta de recursos económicos. Ahora, tras
la visita del papa Francisco, nos encontramos, en mi opinión,
en un momento muy propicio para invertir masivamente en la
formación y sustento de sacerdotes y religiosos, catequistas y
colaboradores laicos, en la ampliación de la infraestructura
eclesial y la difusión de literatura religiosa, para que cada
vez más cubanos tengan la posibilidad de tener un encuentro
personal con Jesucristo.
¿Qué acciones contraproducentes deberían evitar los
no cubanos?
-- Ulrich Kny: Por muy justificadas que estén las críticas a
las violaciones de los derechos humanos y la falta de libertad
de la población cubana, deberíamos evitar toda polémica y
confrontación. Gracias a Dios, el Gobierno cubano ha
reconocido que la Iglesia no pretende ejercer una oposición
política, sino que lo que le importa realmente es el bienestar
del pueblo cubano. La Iglesia no se limita a denunciar la
injusticia, sino que busca el diálogo con el Gobierno y la
sociedad, al tiempo que hace todo lo que está en su mano para
recuperar los valores cristianos y transmitir a los cubanos
una esperanza que une y que regala vida y porvenir. Yo creo
que la Iglesia cubana va así por buen camino.