Desde que la foto de su carita, con el chupete en
la boca y la mirada temerosa en el Aula nueva del
Sínodo, apareció en todos los medios de comunicación del
mundo, se convirtió en la estrella de la Asamblea 2015: Davide
Paloni, 4 meses, rebautizado como ‘el padre sinodal más joven
de la historia’. Y la atención mundial se trasladó rápidamente
sobre sus padres: el padre Massimo y la madre Patrizia,
fotografiada en el Vaticano con carricoche y biberón.
Padres de 12 hijos (seis chicos y seis chicas),
se mudaron desde Roma a Holanda hace 11 años, participan en el
Sínodo de los Obispos sobre la familia. La pareja --45 años
él, 41 ella-- del Camino Neocatecumenal cuenta a ZENIT cómo
están viviendo esta experiencia y cómo viven la fe católica en
familia.
Sobre los otros hijos, que se han quedado en
Holanda, comentan: “se ayudan entre ellos, los grandes cuidan
a los pequeños, les ayudan a hacer las tareas. Hay una gran
armonía y también una gran alegría”. Massimo explica cómo
llenó su vida y la de toda la familia la elección --según
muchos absurda-- de renunciar a una vida cómoda, un trabajo
como manager, para trasladarse a un país extranjero y
anunciar el Evangelio.
“Nuestra experiencia de misión nace de la
gratitud al Señor por todo lo que ha hecho en nuestra vida.
Nos ha ayudado en los momentos difíciles de nuestra vida y de
nuestro matrimonio…”, asegura. Él ya estaba acostumbrado,
procediendo de una familia en misión, también en
Holanda procedente de la parroquia romana de san Luigi Gonzaga.
Para los hijos al principio “el aterrizaje” fue
más difícil. “Nos fuimos cuando eran pequeños. Cinco nacieron
en Roma, el resto en Maastricht”. Aún así, dice el padre, “ha
sido bonito, también porque en las primeras dificultades, como
aprender la lengua, integrarse en la escuela, en la sociedad …
han entendido que había un sentido en la misión que estaban
desarrollando, que no sufrían inútilmente, que había un bien
más grande”.
A estos hijos --el mayor tiene 19 años-- Massimo y Patrizia
están tratando de transmitir la fe: “Rezamos juntos los laudes
el domingo por la mañana, un momento en el que a la luz de la
Palabra de Dios tenemos un diálogo para entender si hay
problemas, crisis, para pedirnos perdón y reconciliarnos:
nosotros con ellos o entre ellos”.
Y sobre esta experiencia Massimo comenta:
“trabajaba como manager de cuentas de HP. Tenía el
coche, el ordenador, el teléfono de empresa, iba a ver
partidos deportivos internacionales, todo ‘cosas muy
bonitas’... El día antes de marchar entregué todo”. Después,
“cuando fuimos allí, pensé: ‘encontraré trabajo enseguida,
tengo un buen currículum, hablo muchas lenguas’; sin embargo
Dios se ha encargado de hacernos entender que la misión la
lleva adelante Él, con sus tiempos y sus formas. Por tanto, al
principio me las arreglé, hice trabajo de limpieza por un
periodo, trabajé en un call center… Después el
trabajo de evangelización aumentó, por tanto ahora somos
itinerantes y nos dedicamos al 100% a la evangelización”.
“¿Y de qué vivís?”, es la pregunta que surge
instintiva. “De la providencia”, responde Massimo, “que
concretamente se manifiesta en la ayuda que nos ofrece nuestra
comunidad”. “Fuimos realmente sin nada: teníamos algún
colchón, los cartones de las cajas hacían de mesillas”, cuenta
Patrizia. “Pero ha sido extraordinario porque hemos sido
espectadores de las sorpresas de Dios. Un día, por ejemplo,
nos llamó una inmobiliaria y nos dice: ‘ha venido aquí una
persona que ha visto que no tenéis armario. Tenéis que venir a
elegir el armario que queréis…’. Por no hablar de las bolsas
de compra anónimas que encontrábamos en la puerta de casa”.
En Holanda “están impresionados de forma positiva
de nuestra familia”, afirma la pareja. “Cuando nos ven nos
pregunta, y esa es una ocasión única para contar nuestro
testimonio y dar una palabra”.
Una acogida positiva han encontrado también en el
Sínodo. “¡Fantástico!”, exclama Massimo, “nos han dedicado una
acogida excepcional, empezando por el Papa que, cuando nos ha
visto estaba contentísimo, nos ha sonreído y ha bendecido a
toda la familia; después la Secretaría, los obispos, los
cardenales y los otros participantes. Nos han acogido como
Jesús”.
El mérito es también de Davide. Los padres
sonríen: “este niño suscita alegría, ternura… Lo llaman el
‘niño sinodal’” dicen orgullosos, “pensamos que Dios haya
querido que estuviera presente en la Asamblea”. Patricia
--explica el marido-- ya estaba embarazado cuando la
Secretaría a través de la nunciatura holandesa nos contactó,
pero no habíamos calculado los tiempos… Creo que en su
pequeñez esté haciendo un buen servicio porque hace presente
la belleza de una familia”.
“¿Y vosotros qué servicio estáis dando al Sínodo”, les
preguntamos. “Estamos presentes como familia misionera,
traemos nuestra experiencia. En nuestra intervención
hablaremos de nuestra vida y nuestra fe, y qué hay detrás,
cómo ha nacido, cómo se ha desarrollado gracias al Camino
Neocatecumenal que nos ha ayudado a comprender y vivir a fondo
las enseñanzas de la Iglesia”. “Sobre todo las enseñanzas de
la Humanae Vitae”, subraya Massimo, explicando que la apertura
a la vida ha sido para ellos “no un peso, sino una gracia que
nos ha dado alegría”. “Somos personas normales que tienen
detrás un camino de iniciación cristiana que nos ha ayudado a
profundizar y hacer crecer nuestra fe. Esto ha hecho que nos
pudiéramos abrir a la vida, a pesar del egoísmo, de nuestros
defectos…”.
El Sínodo será una ocasión para “dar gloria a
Dios contando todos estos dones delante de los representantes
de las Iglesias del mundo”. Pero también una ocasión para
recibir algo: “es realmente interesante escuchar gente tan
cualificada debatir sobre un tema fundamental como la
familia”, dice Patrizia. “Se ve que los pastores tienen un
vivo deseo de ayudar a la familia, de relanzarla. Hay un gran
celo y es lo que hasta ahora nos ha conmovido más”. También
“me ha impresionado cuánta comunión se ha creado con otras
familias. Todos traemos una experiencia diferente: por
procedencia, camino de fe, tipología de familia, pero estamos
reunidos por el mismo espíritu. Somos muchas familias que no
se han visto nunca antes, que nos conocemos desde hace poco
días, pero desde el principio Dios ha creado la comunión”.