Jesús escucha los gritos de Bartimeo, el mendigo ciego. El
Evangelio refiere que Jesús se detiene, habla con Bartimeo y lo cura
de la ceguera. En la misa de conclusión del sínodo de los obispos
sobre la familia, el 25 de octubre de 2015, refiriéndose a este
pasaje del evangelio, Francisco dijo que “hay algunas tentaciones
para los que siguen a Jesús” Y habló de la tentación de no deternos
ante quien nos pide ayuda. “Ninguno de los discípulos se detiene,
como hace Jesús (con Bartimeo). Siguen caminando, pasan de largo
como si nada hubiera sucedido –dijo. Si Bartimeo era ciego, ellos
son sordos: aquel problema no es problema suyo”.
Tengamos en cuenta lo dijo frente a cardenales, obispos,
sacerdotes y laicos que participaron del sínodo. Explicó: "Este
puede ser nuestro riesgo: ante continuos apuros, es mejor seguir
adelante, sin preocuparse. De esta manera, estamos con Jesús como
aquellos discípulos, pero no pensamos como Jesús. Se está en su
grupo, pero se pierde la apertura del corazón, se pierde la
maravilla, la gratitud y el entusiasmo, y se corre el peligro de
convertirse en “acostumbrados de la gracia”.” Francisco fue más allá
en su denuncia de la tentación de los discípulos y pastores y afirmó
que: “Podemos hablar de Jesús y trabajar para Jesús, pero vivir
lejos de su corazón, que está inclinado hacia quien está herido.
Esta es la tentación: una “espiritualidad del espejismo -dijo.
Podemos caminar a través de los desiertos de la humanidad sin ver lo
que realmente hay, sino lo que a nosotros nos gustaría ver; somos
capaces de construir visiones del mundo, pero no aceptamos lo que el
Seńor pone delante de nuestros ojos. Una fe que no sabe radicarse en
la vida de la gente permanece árida y, en lugar oasis, crea otros
desiertos”.
@jesuitaguillo