Carmen Escribano Martínez cesará el próximo sábado como directora de Cáritas Diocesana de Albacete, después de 7 años y medio. Han sido años de un compromiso fiel y dedicación total, trabajando por la justicia y acompañando a quien más lo necesita. Todo un regalo, asegura Carmen Escribano, quien seguirá siendo voluntaria en una Institución que se marca grandes retos.

-Tras de 7 años como directora de Cáritas Diocesana, ahora toca dar el relevo y dar paso a otra persona.
 

He estado junto con un equipo, al frente de Cáritas pero por decisión personal, y el obispo así lo ha entendido, he creído conveniente que era un momento bue­no para retirarme y que haya otra persona que siga con las riendas. La futura directora es una persona muy preparada y entregada. Ella está nerviosa, con esos miedos que hemos tenido todos, pero estoy segura de que va a salir muy bien. Yo dejo el paso, sigo en Cáritas, pero en segundo lugar.

-¿Qué es para ti Cáritas?

Para mí Cáritas son muchas cosas, pero si me he de quedar con algo, me quedo con lo mismo que me impulsó a ser voluntaria de Cáritas (hace unos 15 años), y es el servicio a las personas, el estar abierta a ellas y el intentar ver que estamos rodeados del Señor.

-¿Qué retos tiene Cáritas para el futuro?

Hay una línea de acción clara que hemos marcado, y que se debe de seguir manteniendo. Una de ellas es implicar a la comunidad parroquial. Es el Papa el que nos dice que hagamos de todas las Iglesias unas Cáritas. Entonces un reto es ese: que toda la comunidad parroquial se sienta Cáritas. Otra cosa ya conseguida, pero hay que seguir insistiendo, y que a nadie le quede duda de que Cáritas es la Iglesia misma, la esencia de Cáritas es la esencia de la Iglesia, y estamos aquí porque somos Iglesia básicamente. La Iglesia está siempre por encima de todo, de nuestros intereses, porque es el paraguas que nos acoge y nos hace ser como somos.

Otro reto importante es saber acompañar a las personas, que es algo que hacemos, pero que tenemos que perfeccionar: que no nos convirtamos en dispensadores de nada sino en dispensadores de nosotros mismos, que es lo más importante, y lo más costoso. Vamos a cargar los unos con los otros con esa misericordia de la que nos habla el Papa Francisco.

-Hemos escuchado que una de las cosas que más te llena es el proyecto Café Calor, centrado en las personas sin hogar, ¿alguno más?

-El proyecto de café calor me llena mucho. El de prisión también, el poder visitar a las personas también porque, en definitiva, eso es acompañar, estar. En Cáritas hay muchos servicios y el estar al frente de esta Institución hace que muchas veces el que más te gusta es el que menos puedes hacer. El contacto directo con las personas, esos ratos con la gente que está en la calle, o ir tu por la calle y que una persona te reconozca y que ha­ble contigo de igual a igual, e s o es la esencia, o por lo menos eso es muy reconfortante, porque es la caricia piel a piel, y esos choques eléctricos son impactantes.

-¿Qué sentimientos tienes cuando se acerca el momento de decir adiós?

Son sentimientos encontrados. Realmente estoy cansada y necesito descansar. Yo sigo con mi vida laboral con mi vida familiar y eso lo he mantenido todo este tiempo y lo he podido hacer gracias al gran apoyo de mi familia. Mi marido, Antonio, siempre me ha estado apoyando desde el principio, y creo que ese es el voluntariado oculto de Cáritas. Desde aquí mi más entrañable agradecimiento. Y luego, por otro lado se trata de dejar algo que te da pena. Este ha sido un servicio que he intentado cumplir lo mejor que he podido, lo más aseadamente posible, poniéndole todo el corazón que he podido, con mis aciertos y mis desaciertos porque somos personas, pero yo creo que me he entregado como merece la tarea, porque la tarea es grande. Desde hace mucho tiempo me siento un miembro muy activo de la Iglesia porque formo parte de la Iglesia, y yo soy Iglesia. Al final me queda una cosa: Hemos hecho lo que hemos podido y hemos servido lo que hemos podido, pero al final, somos un siervo inútil, sin más. Me he en­tregado con todo el corazón y con toda mi cabeza en la medida que he podido, y pido disculpas por los errores que he podido cometer.

-Carmen hay que reconocer que les ha dado un impulso muy importante Cáritas Diocesana y hay que decir gracias, en nombre de la Iglesia y de la sociedad Albaceteña.
 

Las gracias las tengo que dar yo, por mediaciones que el Señor va poniendo… ahí está nuestro obispo, a quien le estoy muy agradecida. Me siento feligresa y diocesana total. Considero que es un pastor estupendo y gracias porque he tenido la oportunidad de servir, y ese es mi pago, el poderlo haber hecho.

(Diócesis de Albacete)