Editorial

Natalidad: y ahora China, o la irresponsabilidad española

El progresivo envejecimiento de la población ha puesto fin a la política del hijo único en China
El progresivo envejecimiento de la población ha puesto fin a la política del hijo único en China


El Gobierno del PC Chino se ha resistido a la realidad, pero al final ha tenido de ceder ante ella. La política del hijo único, cada vez con más excepciones -para quienes podían pagarla- era insoportable para el futuro de China, abocada como la mayor parte del mundo a un proceso de envejecimiento acelerado. De esta manera, el bastión mundial del control de natalidad ha caído, aunque el neoimperialismo yanqui siga vendiendo con sus fundaciones y demás grupos de presión tal cosa con el aborto como bandera en los países menos desarrollados. Al mismo tiempo, Estados Unidos es el país desarrollado que entra en el siglo XXI con mejores perspectiva demográficas, una fertilidad casi igual a la tasa de remplazo, y un flujo subsidiario de inmigración sostenido.

El problema chino es doble porque no se limita al envejecimiento, sino que también afecta a la estructura de sexos, porque la obligación del hijo único, unida a la ecografía, ha llevado al aborto selectivo de niñas. En China faltarán mujeres, y este va ser un motivo de conflicto.

Existe la idea de que el envejecimiento de la población es debido al aumento de la esperanza de vida, y algo hay de cierto, pero su importancia es menor. La causa principal, entre el 60 y 70%, radica en la falta de nacimientos.

Cuando se habla de envejecimiento se piensa sobre todo en la crisis de las pensiones, y el aumento del gasto social, pero la realidad por desgracia es mucho más grande porque a través de su estructura de edad influye de manera determinante en la capacidad del producción de una sociedad.

Para expresarlo en términos breves y concretos, el grupo de edad clave para la economía se sitúa entre los 35 a 54 años. En la medida en que desciende respecto del grupo de mayores de 65, la capacidad de crecer se resiente. A escala mundial, la relación disminuirá de la actual 3,25 personas entre 35 y 54 años por cada persona con más de 65, a tan solo 1,58 en 2050.

Los países peor situados en el horizonte del 2050 serán Japón, (del 1,19 a 0,58), Corea del Sur (del 3,05 a 0,65), Italia (de 1,28 a 0,69), Alemania (de 1,19 a 0,69), España (de 1,80 a 0,70), Francia (de 1,61 a 0,87) y Canadá (de 2,12 a 0,92). La productividad permitirá enjuagar parte de esta perdida, pero no será suficiente porque la diferencia es muy grande. El retardo en la edad de jubilación también la atenuara, pero sobre todo por el lado del gasto, porque a partir de los 54 años la productividad individual desciende cada vez más, al igual que la creatividad y la capacidad de innovación. Por otra parte, la actual onda innovadora no se traduce en grandes avances en aquel capitulo. Puede que no sea así en el futuro, pero esto es lo que hay ahora. Y, si bajamos el foco a España, la situación es todavía peor que la que señalan las cifras, porque la característica fundamental de la economía española es su baja productividad, sobre todo aquella que es decisiva, la productividad total de los factores.

La situación de la población en China es mejor que la española, y ya ha cambiado, pero aquí nadie se da por enterado. Solo un detalle: el tema no existe para la agenda política de los partidos ante las próximas elecciones. Esto tiene un nombre: se llama irresponsabilidad.