Mons. Francisco Cerro, obispo de Coria-Cáceres, impartió una catequesis el 24 de octubre con el título “Todo lo puedo en Aquél que me conforta” ante un centenar de jóvenes de toda España, en la Facultad de Medicina de la Universidad de San Jorge de Zaragoza. Estos jóvenes peregrinaban en la Pilarada, promovida por la Asociación Católica de Propagandistas y apoyada también por la Universidad y la Fundación Universitaria San Pablo CEU. El semanario Iglesia en Coria-Cáceres le hace unas preguntas.

-¿Cómo ha sido la reciente peregrinación diocesana a Tierra Santa?

Una experiencia única porque peregrinar a Tierra Santa es poner paisaje a nuestra fe. Todos decimos que la peregrinación a Tierra Santa es el viaje de tu vida y, también, el viaje pendiente por el deseo de volver al país de Jesús. La situación, durante toda la peregrinación, ha sido totalmente pacífica. No hemos tenido, como aparecen ahora, situaciones graves de violencia ni nada similar. En todo momento nuestra situación fue óptima para disfrutar, rezar y gozar, como peregrinos al encuentro del Señor. Cierto es que han disminuido mucho los peregrinos, pero nos encontramos con muchísima gente en los lugares cristianos.

-¿Cuáles son las líneas maestras de su última Carta Pastoral?

La Carta Pastoral, que saldrá muy pronto, Caminando transformados por la Palabra y se enmarca en el XIV Sínodo Diocesano y en el Año de la Misericordia convocado por el papa Francisco. No es muy larga y tiene como misión afirmar, una y otra vez, que la Misericordia del Señor debe ser “el alma”, la espiritualidad de la Iglesia en Sínodo. Siempre escribo dos Cartas Pastorales al año, esta es la de Adviento, Navidad y Epifanía. Siempre tienen como misión ayudar e iluminar el itinerario del Año Pastoral.

-¿Cómo ve el reinicio del Sínodo y del nuevo curso pastoral, especialmente de cara al Año de la Misericordia y del Año Jubilar Guadalupense?

Este curso, los Grupos Sinodales son el objetivo para caminando juntos, buscar, renovar y fortalecer la fe. El Año Guadalupense, con María nuestra Madre, está y estará muy presente en la vida diocesana, desde la clave eclesial del Sínodo. Junto con el resto de la provincia eclesiástica extremeña, estamos organizando peregrinaciones a Guadalupe con los distintos colectivos (sacerdotes, jóvenes, cofradías y todo el pueblo de Dios).

-¿Cuál es su balance del Año Teresiano y el del Año de la Vida Consagrada?

Tanto el Año Teresiano como el de la Vida Consagrada han dado un fruto inmenso. Del Teresiano han sido muchas las formas de dar a conocer a la mujer contemplativa del “solo Dios basta”. Teresa de Jesús, amiga de Pedro de Alcántara, ha dejado a su paso una profunda huella en nuestros corazones. El Año de la Vida Consagrada también ha tenido un fruto inmenso, ya que a través de la Vicaría de Vida Consagrada, CONFER, de las nuevas formas de vida consagrada, etc., es la riqueza de la Iglesia. El Señor siempre bendice a la Iglesia con vocaciones y esperamos más.

-¿Algún mensaje para los grupos sinodales?

El XIV Sínodo Diocesano, con sus grupos sinodales, es el acontecimiento eclesial más importante y la mayor asamblea que reza, dialoga y comparte en el deseo de asumir la corresponsabilidad, el dar respuesta a los retos de la Evangelización. Por ello, animo a todos a participar, así como a sumarse a todas las Escuelas de Formación que ofrece la diócesis en los momentos actuales y atendidas por un grupo importante de prestigiosos profesores.

(Miguel Fresneda – Diócesis de Coria-Cáceres)