Servicio diario - 09 de diciembre de 2015


La frase del día miércoles 9 de diciembre

"Lo cantaré siempre, aunque las rosas tengan que cultivarse en medio de espinas. Cuanto más grandes y punzantes sean las espinas, más dulce ha de ser mi canto". Santa Teresita del Niño Jesús


El Papa explica el porqué del Jubileo

En la audiencia general, el Santo Padre asegura que este Año Santo significa aprender que el perdón y la misericordia es lo que más desea Dios

¿Qué significa el Año Santo? Esta es la pregunta a la que el papa Francisco ha querido responder esta mañana en la audiencia general en la plaza de San Pedro, un día después de abrir la Puerta Santa de la Basílica y dar inicio al Año Jubilar de la Misericordia.

Fieles venidos de todas las partes del mundo, han acudido a la plaza para escuchar las palabras del Santo Padre. Previamente, ha realizado el paseo habitual en el papamóvil para saludar a la multitud allí reunida. Los niños, como es costumbre, eran acercados hasta el jeep y el Pontífice les daba su bendición.

En el resumen de la catequesis que el Papa ha hecho en español, ha explicado “ayer abrí aquí, en la Basílica de San Pedro, la Puerta Santa del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. ¿Qué significa este Año Santo?” De este modo, el Santo Padre ha precisado que “celebrar un Jubileo de la Misericordia significa poner en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades el contenido esencial del Evangelio: Jesucristo. Él es la Misericordia hecha carne, que hace visible para nosotros el gran Amor de Dios”. Se trata pues --ha observado-- de una ocasión única para experimentar en nuestra vida el perdón de Dios, su presencia y cercanía, especialmente en los momentos de mayor necesidad. Además, ha añadido, “significa aprender que el perdón y la misericordia es lo que más desea Dios, y lo que más necesita el mundo, sobre todo en un momento como el actual en el que se perdona tan poco, en la sociedad, en las instituciones, en el trabajo y también en la familia”. Pero, frente a tantas necesidades en el mundo, ha preguntado Francisco, “¿es suficiente con contemplar la misericordia de Dios?” A lo que ha respondido que “ciertamente, hay mucho que hacer. Pero, hay que tener en cuenta que la raíz de la falta de misericordia está en el amor propio, que se reviste bajo el manto de la búsqueda del propio interés, de los placeres, los honores y las riquezas”. Y ha añadido que también en la vida de los cristianos está presente bajo el aspecto de la hipocresía y la mundanidad. Por eso, ha concluido el Pontífice “necesitamos reconocer que somos pecadores, para que se fortalezca en nosotros la certeza de la misericordia de Dios”.

A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Y ha deseado que “la Virgen María, Madre del Salvador y madre nuestra, nos ayude para que en este Año Santo podamos experimentar la misericordia de Dios y manifestarla a los demás”.

En la conclusión de la audiencia, después de los saludos en todas las lenguas, el Papa ha pedido que “la Virgen María interceda por nosotros, para que este Año Santo sea rico de copiosos frutos y, todos experimentemos el cuidado de Dios por nosotros, guíe nuestro actuar según las obras de misericordia corporales y espirituales, que todos estamos llamados a vivir”.  

Finalmente, ha dirigido un saludo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. De este modo ha deseado que “la Madre de Jesús os enseñe, queridos jóvenes, a acoger en vuestro corazón el nacimiento del Salvador”. Para los enfermos ha pedido que “les ayude a confiarse siempre a los brazos de la Divina Providencia”. Y que conceda a los recién casados, “hacer de la misericordia el criterio de vuestra vida matrimonial”.

 

Texto completo de la catequesis del Papa en la audiencia del miércoles 9 de diciembre

El Santo Padre recuerda que lo que más le gusta a Dios es perdonar y ser misericordioso 

Ayer abrí aquí, en la Basílica de San Pedro, la Puerta Santa del Jubileo de la Misericordia, después de haberla abierta ya en la catedral de Bangui, en Centroáfrica. Hoy quisiera reflexionar con vosotros el significado de este Año Santo, respondiendo a la pregunta: ¿por qué un Jubileo de la Misericordia? ¿Qué significa esto?

La Iglesia necesita este momento extraordinario. No digo que es bueno para la Iglesia este momento extraordinario. No no. La Iglesia necesita este momento extraordinario.  En nuestra época de profundos cambios, la Iglesia está llamada a ofrecer su contribución peculiar, haciendo visibles los signos de la presencia y de la cercanía de Dios.

Y el Jubileo es un tiempo favorable para todos nosotros, porque contemplando la Divina Misericordia, que supera todo límite humano y resplandece sobre la oscuridad del pecado, podemos convertirnos en testigos más convincentes y eficaces.

Dirigir la mirada a Dios, Padre misericordioso, y a los hermanos necesitados de misericordia, significa poner la atención en el contenido esencial del Evangelio: Jesús, la Misericordia hecha carne, que hace visible a nuestros ojos el gran misterio del Amor trinitario de Dios. Celebrar el Jubileo de la Misericordia equivale a poner de nuevo en el centro de nuestra vida personal y de nuestras comunidades, lo específico de la fe cristiana. Es decir, Jesucristo, el Dios misericordioso.

Un Año Santo, por tanto, para vivir la misericordia. Sí, queridos hermanos y hermanas, este Año Santo se nos ha ofrecido para experimentar en nuestra vida el toque dulce y suave del perdón de Dios, su presencia junto a nosotros y su cercanía sobre todo en los momentos de mayor necesidad.

Este Jubileo, de hecho, es un momento privilegiado para que la Iglesia aprenda a elegir únicamente “lo que a Dios le gusta más”. Y, ¿qué es lo que “a Dios le gusta más”? Perdonar a sus hijos, tener misericordia de ellos, para que puedan a su vez perdonar a sus hermanos, resplandeciendo como antorchas de la misericordia de Dios en el mundo.

Esto es lo que más le gusta a Dios. San Ambrosio en un libro de teología que escribió sobre Adán, toma la historia de la creación del mundo y dice que Dios, cada día después de haber hecho una cosa, la luna, el sol, los animales… La Biblia dice que Dios vio que era bueno. Pero cuando ha hecho al hombre y a la mujer, la Biblia dice que y vio que esto era muy bueno. Y san Ambrosio se pregunta ‘¿pero por qué dice dice muy bueno? ¿por qué está tan contento Dios después de la creación del hombre y la mujer?’. Porque finalmente tenía a alguno para perdonar. Es bonito, ¿eh? La alegría de Dios es perdonar. El ser de Dios es misericordia. Por eso en este año debemos abrir el corazón para que esta amor, esta alegría de Dios nos llene a todos de esta misericordia.

El Jubileo será un “tiempo favorable” para la Iglesia si aprendemos a elegir “lo que a Dios le gusta más”, sin ceder a la tentación de pensar que hay otra cosa que es más importante o prioritario. Nada es más importante que elegir “lo que a Dios le gusta más”, es decir, su misericordia, su amor, su ternura, su abrazo, sus caricias.

También la necesaria obra de renovación de las instituciones y de las estructuras de la Iglesia es un medio que debe conducirnos a hacer la experiencia viva y vivificante de la misericordia de Dios que, sola, puede garantizar a la Iglesia ser esa ciudad puesta sobre un monte que no puede permanecer escondida (cfr Mt 5,14). Solamente brilla una Iglesia misericordiosa. Si tuviéramos, aunque fuera solo por un momento, que olvidar que la misericordia es “lo que a Dios le gusta más”, cualquier esfuerzo nuestro sería en vano, porque nos haríamos esclavos de nuestras instituciones y de nuestras estructuras, por muy renovadas que puedan ser. Pero siempre seremos esclavos.

“Sentir fuerte en nosotros la alegría de haber sido encontrados por Jesús, que como Buen Pastor ha venido a buscarnos porque estábamos perdidos” (Homilía en las Primeras Víspera del Domingo de la Divina Misericordia, 11 de abril de 2015): este es el objetivo que la Iglesia se pone en este Año Santo.

Así reforzaremos en nosotros la certeza de que la misericordia puede contribuir realmente en la edificación de un mundo más humano. Especialmente en estos nuestros tiempos, en los que el perdón es un huésped raro en los ámbitos de la vida humana, el reclamo a la misericordia se hace más urgente, y esto en cada lugar: en la sociedad, en las instituciones, en el trabajo y también en la familia.

Ciertamente, alguno podría objetar: “Pero, padre, la Iglesia, en este Año, ¿no debería hacer algo más? Es justo contemplar la misericordia de Dios, ¡pero hay muchas necesidades urgentes!”. Es verdad, hay mucho que hacer, y yo soy el primero que no se cansa de recordarlo. Pero es necesario tener en cuenta, en la raíz de la falta de la misericordia, está siempre el amor propio.

En el mundo, esto toma la forma de la búsqueda exclusiva de los propios intereses, de placeres y honores unidos al querer acumular riquezas, mientras que en el vida de los cristianos se disfraza a menudo de hipocresía y mundanidad. Todas estas cosas son contrarias a la misericordia. Los lemas del amor propio, que hacen extranjera a la misericordia en el mundo, son tantos que a menudo no somos ni siquiera capaces de reconocerles como límites y como pecado. Es por esto que es necesario reconocerse pecadores, para reforzar en nosotros la certeza de la misericordia divina. ‘Señor yo soy un pecador, Señor yo soy una pecadora, ven con tu misericordia’. Y esta es una oración bellísima, es una oración fácil para decir todos los días. ‘Señor yo soy un pecador, Señor soy una pecadora, ven con tu misericordia’.

Queridos hermanos y hermanas, deseo que este Año Santo, cada uno de nosotros experimente la misericordia de Dios, para ser testigos de “lo que a Él le gusta más”. ¿Es de ingenuos creer que esto pueda cambiar el mundo? Sí, humanamente hablado es de locos, pero “la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres“ (1 Cor 1, 25). Gracias.

 

'El Año Jubilar de la misericordia va a generar vocaciones'

ENTREVISTA con monseñor Jorge Carlos Patrón Wong, secretario para los seminarios de la Congregación para el Clero

La Congregación para el Clero, con ocasión del 50º aniversario de los Decretos Conciliares “Optatam totius” y “Presbyterorum ordinis”, organizó recientemente un Congreso en Roma para profundizar en el valor de estos documentos en la vida de los sacerdotes. Con dicha ocasión ZENIT ha entrevistado a monseñor Jorge Carlos Patrón Wong, secretario para los seminarios de dicha Congregación. De este modo, explica la importancia de la formación previa de los seminaristas y permanente para los sacerdotes. Asimismo subraya lo fundamental de la experiencia familiar en la vocación sacerdotal, impulsada especialmente en este tiempo de post sínodo en el que la Iglesia está reflexionando sobre la familia. Por último, asegura que este Año Jubilar de la Misericordia será también un año de gran importancia para las vocaciones.

¿Qué valoración hace a unos días de la conclusión del Congreso? 
-- Monseñor Patrón: Partiendo del discurso que nos dio el Papa cuando nos recibió a los participantes, nos damos cuenta de la unidad entre el nacimiento de la vocación sacerdotal, desde la familia, los candidatos, la formación inicial en el seminario, toda la formación permanente, y después el servicio hasta del obispo.

Esto que el Papa expresó de una manera magistral se vivió durante el Congreso. Toda la vida, el ministerio y la formación, la misión del sacerdote, desde su nacimiento hasta la misión, nos permite releer y sobre todo vivir los dos documentos del Vaticano II sobre la vida y ministerio de los sacerdotes, de una manera muy concreta, muy existencial y muy de acuerdo a la formación y misión del sacerdote.

Pudimos escuchar y compartir durante el Congreso, 420 participantes de todo el mundo, el crecimiento, desarrollo y novedad de cómo estos documentos no son una pieza de museo, sino que tienen una actualidad y una continua actualización en la vida de la Iglesia, partiendo de que un elemento muy importante central en la renovación de la Iglesia es la formación inicial y permanente en los sacerdotes. Y se coloca al sacerdote como un servidor de la comunidad que nace de la propia comunidad, se forma en la comunidad y sirve a la comunidad. El título del congreso fue ‘Una vocación, una formación, una misión’. Por eso hay relación directa entre el llamado de Dios, la respuesta de la persona y la formación del discípulo y después del pastor desde una comunidad formativa que es el seminario y después la misión que recibe siempre en el pueblo de Dios.

El Papa dijo ‘ojo a la hora de elegir en los seminarios’. ¿Cómo se puede llevar bien esto a cabo?
-- Monseñor Patrón: Fue una llamada de atención para que el trabajo que se debe hacer previo al seminario, sea realizado con mayor cuidado, entusiasmo y profundidad. El trabajo previo que es en las familias, las parroquias, los grupos, catequesis, pastoral juvenil y lo que realiza después la pastoral vocacional. De tal manera que los candidatos que lleguen al seminario sean jóvenes que tengan todas las capacidades humanas, espirituales, apostólicas e intelectuales para iniciar un camino de formación. Este trabajo se hace previamente porque la vocación no inicia en el seminario, inicia en el nacimiento. Y es aquí donde la vida de los presbíteros, la presencia de los seminaristas, debe impulsar siempre a las familias y a las comunidades cristianas a crear culturas vocacionales en las cuales las potencialidades de los jóvenes se vayan desarrollando de tal manera que cuando llegan a la edad de descubrir el llamado de Dios y entrar en el seminario sean muchachos preparados, idóneos. Es importante la selección pero antes de eso, toda la preparación.

Lo que pide el Papa es que los candidatos que entran al seminario sean jóvenes que vivan una vida cristiana. Ese trabajo se tiene que hacer antes del seminario. De tal manera que en el seminario sean jóvenes cristianos que vivan de una manera más cercana su vocación de ser discípulos apóstoles de Cristo, un compromiso más consciente, más generoso, más decisivo. Y esos primeros años en el seminario hacen que el joven discierna el llamado de Dios ya en una comunidad vocacional. Porque el discernimiento tiene que ser en la vida cotidiana, en la respuesta de todos los días, el crecimiento integral de la persona. Cuando se dan esos elementos de crecimiento integral podemos formar un buen pastor.

¿Cómo se va a trabajar el tema de la familia, en este tiempo de post sínodo, en los seminarios?
-- Monseñor Patrón: Ya en muchos seminarios se está trabajando con el itinerario formativo que incluye a la propia familia dentro del camino de crecimiento vocacional cristiano. Ya hay actividades concretas humanas, espirituales, apostólicas, inclusive de contenido catequético e intelectual para que la familia haga un camino vocacional junto al seminarista. Al mismo tiempo los seminarios de hoy se abren a la participación de los laicos, y por tanto de las familias, en todas las dimensiones de formación. Hoy los laicos pueden colaborar en la formación de los sacerdotes. Y las familias tienen una influencia directa en la formación de los sacerdotes, además de la propia familia.

Precisamente el Papa insistió en su discurso, en que los sacerdotes no se olviden de sus raíces.
-- Monseñor Patrón: Efectivamente. La intención es que el seminario sea una experiencia de familia más amplia. Y que todos los seminaristas lleven a la gran familia del seminario todas las realidades positivas aprendidas en la familia. Se alarga la familia, se enriquece la familia original con una familia más grande que es la del seminario para que después este segundo tipo de familia, se alargue aún más con el presbiterio y después con toda la comunidad cristiana. Entonces vemos la base de la familia. Las experiencias de fe, de amor, de enseñanza, de confianza en Dios, no deben olvidarse. Lo que aprendemos rezando, amando a Dios, viviendo la vida cotidiana con fe, con esperanza. No solo los valores aprendidos y vividos en la familia, sino la misma experiencia de familia tiene que ser transportada y enriquecida en el seminario como familia, en el presbiterio como familia presbiteral, y en la Iglesia como familia, pueblo de Dios. Hay una relación bella, hermosa porque las familias están en la vida y ministerio de los sacerdotes. Y al mismo tiempo en las familias está presente el sacerdote.

Es interesante porque en todos los niveles aprendemos a ser hijos, a ser hermanos y a ser papás. Y el sacerdote siempre debe ser hijo, padre espiritual y un hermano para los demás.

No se puede entender ningún sacerdote sin familia, sin seminario, sin presbiterio y sin pueblo de Dios. El sacerdote es parte de la vida de la familia y viceversa. Esto tenemos que aprenderlo y potencializarlo de una manera más consciente.

¿Qué supone en concreto para el clero el Año Jubilar de la Misericordia? 
-- Monseñor Patrón: Todas las llamadas vocacionales parten de la experiencia del amor misericordiosos de Dios. Nadie es digno de ser llamado por Jesús. Todos los apóstoles sentimos el llamado de amor, pero un amor de misericordia. Y esa experiencia de ser liberados, salvados, abrazados por la misericordia de Dios es el elemento catalizador de la formación y del servicio sacerdotal. Nos formamos como sacerdotes y servimos como sacerdotes siempre en relación a experimentar y transmitir de una manera más genuina y auténtica la misericordia de Dios. Este Año Jubilar va a ser un Año desde la misericordia plenamente vocacional porque va a renovar la vocación de los sacerdotes. Esto va a renovar el ministerio, el servicio sacerdotal, para experimentar que todo lo que hace un sacerdote lo hace desde la misericordia, todos los servicios de un sacerdote haciendo el bien son signos concretos de la misericordia de Dios. El sacerdote debe ser visto, pero sobre todo experimentado por la sociedad, como un hombre que, como Jesús, pasó haciendo el bien. Es como un donador, transmisor de la misericordia de Dios. El Año de la Misericordia se convierte de este modo en un año vocacional. Desde la misericordia de Dios sabemos que esto no solo va a renovar a los sacerdotes, sino que va a generar de una manera más consciente una respuesta de los jóvenes, porque al amor se responde con amor. Y si los jóvenes durante este año experimentan, viven la misericordia de Dios, automáticamente, de una manera natural, se van a sentir impulsados a responder con amor. Y la llamada del amor, siempre genera vocaciones al sacerdocio.

 

El santuario de Fátima abre la Puerta Santa

El obispo Antonio Marto explicó que el Jubileo de la Misericordia supone una oportunidad para acoger a Dios y a los demás

l obispo de Leiria-Fátima, monseñor Antonio Marto, presidió este martes la apertura de la Puerta Santa en el Santuario de Fátima y dijo que el Jubileo Extraordinario de la Misericordia corresponde “a la necesidad de una gran renovación espiritual” del mundo. El rito de la apertura de la Puerta Santa comenzó con una peregrinación simbólica desde la capilla de las Apariciones hasta la basílica de la Santísima Trinidad.

“La peregrinación significa que la misericordia como un don de Dios es una meta a alcanzar, un camino a seguir, e invita a la persona a salir de sí misma, para hacer una peregrinación interior, volviendo a la aceptación del don de Dios”, dijo Mons. Marto.

En declaraciones a la Agencia ECCLESIA, después de la celebración, el prelado portugués señaló que la Puerta Santa nos recuerda que “la puerta es Cristo mismo”, que abre su corazón “desde lo alto de la cruz de la que fluye una corriente de amor que atraviesa a todas las generaciones”.

En este contexto, destacó que esta misericordia se refiere “naturalmente, al perdón de los pecados", pero “no solo a eso”, sino también a la “aceptación del otro”. “Escucharlo, entenderlo, acompañarlo, perdonarlo, darle valor y coraje para vivir una vida buena, justa y santa según el Evangelio”, ejemplificó el obispo de Leira-Fátima.

La Puerta de la Misericordia del santuario mariano de Cova da Iría se abrió “excepcionalmente” unas horas después de que el papa Francisco inaugurará el Jubileo en Roma, con la apertura de la Puerta Santa en la basílica de San Pedro.

 

Programa oficial del Jubileo de la Misericordia

Ha sido publicado en la web oficial, a cargo del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización

 

El programa oficial del Jubileo de la Misericordia arrancó con la convocación realizada el 11 de abril pasado, día en el que el papa Francisco presentó, en una ceremonia solemne realizada en la basílica de San Pedro, la bula que convoca el Año Santo Extraordinario, que lleva el título de "Vultus Misericordiae" (El rostro de la misericordia) la cual se compone de 25 puntos.

El siguiente evento tuvo lugar ayer, martes 8 de diciembre, cuando se abrió la Puerta Santa en la basílica de San Pedro. A partir de ahora le siguen varios actos a lo largo del año que incluyen la apertura de la Puerta de la Misericordia en las diversas catedrales del mundo, la Jornada Mundial de la Juventud y muchos otros eventos. Finalmente, el programa concluye el 20 de noviembre de 2016 con la ceremonia de clausura de dicha puerta. Todo el calendario está disponible en la página web de la Santa Sede, gestionada por el Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización.

Programa oficial

Abril 2015
Sábado 11 de abril de 2015
Vigilia del domingo de la Divina Misericordia 
Lectura de la Bula de convocación del Jubileo.

DICIEMBRE 2015
Martes 8 de diciembre de 2015
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
Santa Misa de apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro.

Domingo 13 de diciembre de 2015
III domingo de Adviento
Apertura de la Puerta Santa de las Basílicas de San Juan de Letrán, de San Pablo Extramuros y de las Catedrales del mundo. 

ENERO 2016
Viernes 1 de enero de 2016
Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios
Jornada mundial por la paz.
Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de Santa María la Mayor.

Martes 19 – jueves 21 de enero de 2016
Jubileo de cuantos organizan las peregrinaciones y sirven en los santuarios.

Lunes 25 de enero de 2016
Fiesta de la Conversión de San Pablo
Celebración ecuménica en la Basílica de San Pablo Extramuros.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.

FEBRERO 2016
Martes 2 de febrero de 2016
Fiesta de la Presentación del Señor y Jornada de la Vida Consagrada
Jubileo de la Vida Consagrada  y Clausura del Año de la Vida Consagrada.

Miércoles 10 de febrero de 2016
Miércoles de Ceniza
Envío de los Misioneros de la Misericordia en la Basílica de San Pedro.

Lunes 22 de febrero de 2016
Cátedra de San Pedro
Jubileo de la Curia Romana, del Governatorato y de las Instituciones que dependen de la Santa Sede.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.

MARZO 2016
Viernes 4 y sábado 5 de marzo de 2016
“24 horas para el Señor” con la celebración penitencial en San Pedro la tarde del viernes 4 de marzo.

Domingo 20 de marzo de 2016
Domingo de Ramos
En Roma, Jornada diocesana de los jóvenes
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.

ABRIL 2016
Domingo 3 de abril de 2016
Domingo de la Divina Misericordia
Jubileo para los devotos de la espiritualidad de la Divina Misericordia.

Domingo 24 de abril de 2016
V Domingo de Pascua
Jubileo de los adolescentes (13 – 16 años)
Profesar la fe y construir una cultura de la misericordia.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia.

MAYO 2016
Jueves 5 de mayo de 2016
Solemnidad de la Ascensión del Señor
Vigilia para todos los que tienen necesidad de consolación.

Viernes 27 - domingo 29 de mayo de 2016
Corpus Domini en Italia
Jubileo de los diáconos

JUNIO 2016
Viernes 3 de junio de 2016
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús
Jubileo de los sacerdotes.
160 años de la introducción de la fiesta, hecha por Pío IX en 1856.

Domingo 12 de junio de 2016
XI Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los enfermos y de las personas con diversidad funcional.
Signo “jubilar” del Santo Padre: testimonio de las obras de misericordia

JULIO 2016
Martes 26 - domingo 31 de julio de 2016
Hasta el XVIII Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los jóvenes
Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia.

SEPTIEMBRE 2016
Domingo 4 de septiembre de 2016
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Memoria de la Beata Teresa de Calcuta - 5 de septiembre.
Jubileo de los voluntarios y operarios de la misericordia.

Domingo 25 de septiembre de 2016
XXVI Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los catequistas.

OCTUBRE 2016
Sábado 8 y domingo 9 de octubre de 2016
Sábado y domingo después de la fiesta de la Santísima Virgen María, Nuestra Señora del Rosario
Jubileo mariano.

NOVIEMBRE 2016
Martes 1 de noviembre de 2016
Solemnidad de Todos los Santos
Santa Misa del Santo Padre.
Domingo 6 de noviembre de 2016
XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
Jubileo de los reclusos en San Pedro.

Domingo 13 de noviembre de 2016
XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario
Clausura de la Puerta Santa en las Basílicas de Roma y en las Diócesis.

Domingo 20 de noviembre de 2016
Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo
Clausura de la Puerta Santa en San Pedro
y conclusión del Jubileo de la Misericordia.

Leer también: Bula del jubileo Extraordinario de la Misericordia - puntos principales

 

Perú: misa de acción de gracias por los nuevos beatos

El cardenal Cipriani: “Los mártires son una luz de la fe para el Perú”. En la catedral de Lima estuvieron las reliquias de los tres sacerdotes asesinados por Sendero Luminoso

El martes 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción, el cardenal arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, presidió una solemne misa de acción de gracias por la beatificación de los primeros mártires de Perú: Alessandro Dordi, Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowski, informó el arzobispado de Lima. 

“Es para la Iglesia en el Perú, de Polonia [país de Miguel y Zbigniew] y de Italia [país de Sandro] motivo de gozo el ejemplo de estos hijos que han dado y dan su vida en la sociedad. Hoy elevamos nuestra acción de gracias por tus hijos Señor y por todos los sacerdotes polacos, unos pertenecientes a la congregación de los Frailes Menores Conventuales y a los sacerdotes italianos de la diócesis de Bérgamo. Cuántos de ustedes vinieron al igual que ellos a sembrar la fe y la misión. ¡Gracias!”, expresó el cardenal en la homilía.

“Estos hermanos asesinados por el odio a la fe colaboraron en la Iglesia de la diócesis de Chimbote. El amor a Dios los hizo dejar sus tierras, unos trabajando en la comunidad de Pariacoto y al padre Sandro en la parroquia del Señor Crucificado de Santa. Son un ejemplo de alegría y de fortaleza. La alegría de fray Miguel que atendía y quería especialmente a los niños. Como también nos comentan del padre Sandro a quien continuamente veían rezar en las primeras bancas de la Iglesia parroquial. Y frente a ese temor natural de las adversidades, Zbigniew alentaba a sus fieles a no tener miedo”, añadió el arzobispo primado de Perú.

El cardenal Cipriani, que en esos años servía a la Iglesia en la Arquidiócesis de Ayacucho, ciudad que fue el centro del terrorismo en Perú, recordó: “En esa época uno salía de la casa diciéndole al Señor: ‘no sé si volveré".

El arzobispo primado de Perú invitó a todos los fieles a vivir el martirio de ser coherentes a la fe católica en las acciones ordinarias de cada día: “Tú y yo tenemos que vivir ese martirio diario de morir al pecado, de morir a la soberbia y de amar cada día más a Jesús. Alégrate, procura sonreír que no es fácil en la vida de hoy".

“Hoy san Juan Pablo II --exclamó el cardenal-- está con nosotros con ese amor a María Santísima. Él desde el cielo mira con gozo a esa buena parte de hermanos y hermanas nuestros que han venido desde Polonia. Que Dios los bendiga porque nunca daremos suficientes gracias por el don de ese Papa santo que estuvo aquí en Lima en dos ocasiones. Estoy seguro que él habrá recibido con un abrazo grande y gozoso a Miguel y a Zbigniew y al padre Sandro”.

El cardenal Cipriani también recordó que en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, el santo padre Francisco dio inicio al Jubileo de la Misericordia. "En este año de la misericordia, le pido a Ella ayúdame a convertirme”. 

 

El presidente Evo Morales visita al cardenal Terrazas

El papa Francisco envió una carta al purpurado boliviano en la que dice estar conmovido por su enfermedad y que lo acompaña con la oración

El presidente de Bolivia, Evo Morales, visitó este martes al cardenal Julio Terrazas durante 15 minutos, pero no pudieron conversar porque el purpurado ya no puede comunicarse y su estado se ha agravado. Los médicos expresaron hace unos días que se encontraba en una situación terminal y restringieron las visitas.

En medio de estrictas medidas de seguridad, Morales llegó a la casa del cardenal Terrazas, ubicada en la ciudad boliviana de Santa Cruz, donde el religioso está hace varios días con la salud deteriorada debido a una infección pulmonar, desnutrición, problemas renales y diabetes.

El mandatario, que fue acompañado por el ministro Hugo Siles, se retiró de la residencia sin emitir ninguna declaración a los medios de comunicación que lo esperaban en las afueras de la vivienda.

El médico de cabecera del purpurado, Herland Vaca Diez, expresó a la prensa local que a la familia se le ha explicado que los "momentos más extremos y difíciles se estaban aproximando" y que se busca que el cardenal boliviano "no sienta ningún dolor y ninguna fatiga y que descanse como está haciendo ahora".

En las pasadas horas, el papa Francisco envió una carta al arzobispo emérito de Santa Cruz, de 79 años, en la que dice estar conmovido por su enfermedad y que lo acompaña con "plegarias al Todopoderoso".

Durante su visita a Bolivia en julio pasado, el Santo Padre visitó en una clínica al cardenal Terrazas cuando estaba internado por dolencias que le impidieron participar en los actos de la visita del Pontífice. Francisco se hospedó en la casa del purpurado en Santa Cruz durante los tres días que duró su viaje apostólico a Bolivia.

 

Cáritas Europa: 'El cambio climático es un ataque sin precedentes contra los derechos humanos'

La delegación de esta organización eclesial en la COP21, insta a los líderes mundiales reunidos en París a poner las necesidades de los más pobres en el centro del acuerdo

Coincidiendo con la recta final de la XXI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP21) que finalizará el viernes, Cáritas Europa ha señalado este miércoles que "el cambio climático es un ataque sin precedentes contra los derechos humanos".

Para la organización eclesial, el cambio climático y los derechos humanos son dos cuestiones íntimamente relacionadas y por ello ha instado a los líderes mundiales reunidos en París a poner las necesidades de los más pobres y vulnerables en el centro del acuerdo final de la COP21. En esta línea, Cáritas ha exigido que el acuerdo final sea justo y vinculante.

En una Declaración, la entidad socio-caritativa ha explicado que los principales afectados son todas aquellas personas que ya no pueden seguir viviendo en sus hogares por las consecuencias del cambio climático, como la subida del nivel del mar, fuertes sequías o fenómenos atmosféricos, entre otras.

"Las sequías y las inundaciones amenazan zonas vulnerables en todas las regiones del mundo, y las cada vez más impredecibles precipitaciones hacen la vida más difícil para los más pobres y vulnerables. El cambio climático amenaza a gran escala el derecho a la alimentación y el derecho a la vivienda", ha afirmado el copresidente del Grupo Internacional de Expertos sobre sistemas sostenibles de alimentos, el profesor Olivier De Shutter, según recoge el comunicado remitido a ZENIT.

Aprovechando que el jueves se celebra el Día de los Derechos Humanos, Silvia Sinibaldi, experta sobre incidencia política en las áreas de desarrollo internacional y ayuda humanitaria de Cáritas Europa, ha advertido que "las decisiones que se tomarán en París afectarán a muchos derechos humanos, como el derecho a la alimentación, el derecho al agua y el derecho a la tierra". Y ha recordado que "en última instancia, la COP21 trata sobre el derecho a vivir una vida con dignidad".
 
Por otra parte, un equipo formado por 13 personas de Manos Unidas ha llegado este mismo miércoles a París para participar en varios talleres organizados por la alianza de ONGD católicas para el desarrollo internacional CIDSE y denunciar los efectos que el cambio climático está teniendo en los más desfavorecidos.
 
De esta forma, la ONG española se ha unido a cientos de organizaciones de la sociedad civil y como miembro de Alianza por el Clima ha realizado una triple demanda a la COP21: que los acuerdos sean legalmente vinculantes, ambiciosos y justos. "Se pide que los países se comprometan con la gravedad y urgencia que requiere el cambio climático y sus efectos y teniendo en cuenta a los países que más lo sufren", ha subrayado la entidad en una nota.
 
Además, Manos Unidas ha insistido especialmente en las consecuencias que el cambio climático ya está teniendo en las personas de los países más desfavorecidos del planeta, "que son quienes menos lo han provocado", cuestiones en las que hace especial hincapié el papa Francisco en su encíclica Laudato Si'.
 
Esta semana culminará en París la Cumbre, en la que representantes de 195 países intentan cerrar un acuerdo vinculante para luchar contra el cambio climático. Este nuevo pacto tendría que sustituir al Protocolo de Kioto, aprobado en 1997 y vigente desde 2005, que solo consiguió vincular a 37 de los casi 200 países que en 1992 firmaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) admitiendo la importancia del calentamiento global.
 

Comentario a la liturgia dominical

Domingo 3 de Adviento - Ciclo C - Textos: Sof 3, 14-18; Flp 4, 4-7; Lc 3, 10-18

P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).

Idea principal: La alegría a la que Dios nos invita exige unas consecuencias morales bien concretas sobre todo en el campo de la caridad y justicia.

Síntesis del mensaje: Hoy, domingo 3 de Adviento, es el domingo de gaudete (“Regocijaos”), pues así inicia la estrofa de la misa de hoy, tomada de la carta de san Pablo a los Filipenses 4, 4. En medio de nuestro camino de austeridad y penitencia, hacemos un alto, como el domingo 3 de laetare (“Alegraos”) en la Cuaresma, por la cercanía de la venida del Señor. Alegría, sí, pero con un programa muy exigente en el campo de la actuación moral y social.

 

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, nuestro mundo de hoy, mirándolo con mirada superficial, no está como alegrarnos. Basta leer la exhortación del Papa Francisco “Evangelii gaudium” y su encíclica “Laudato si”. Resumiendo los mil problemas que nuestra sociedad afronta: Economía de la exclusión, idolatría del dinero, inequidad que genera violencia, acedia egoísta, pesimismo estéril, mundanidad espiritual, guerras, contaminación y cambio climático, pérdida de la biodiversidad, deterioro y degradación social, inequidad planetaria, corrupción, injusticias, etc. Y otras lacras que nos entristecen: la aprobación de leyes terribles que atentan contra la ley de Dios y contra la dignidad de la persona humana: la ley del aborto y la eutanasia, la aprobación del matrimonio del mismo sexo, la ideología del género y demás “avances” de esta dictadura del relativismo, permisivismo, hedonismo. Entonces, ¿cómo es que Dios nos invita a alegrarnos?

En segundo lugar, también nosotros preguntamos como los que escuchaban a Juan Bautista en el evangelio de hoy: ¿qué debemos hacer? La alegría a la que Dios nos invita no es una alegría desangelada y etérea. No. Exige compromiso moral y social. No podemos llegar a la Navidad de cualquier modo, con nuestras mañas y costumbres desviadas e impropias de un seguidor de Cristo. San Juan Bautista pidió en ese tiempo: caridad y repartición de bienes y riquezas con los necesitados, justicia conmutativa, distributiva y social, y honradez por encima de todo. ¿Le habrán entendido? ¿Le habrán hecho caso? Y hoy, ¿qué nos diría el Bautista? ¿Qué diría a los que pagan los impuestos, a los que escamoten los impuestos y los que engordan con los impuestos? No sé si a estas alturas uno tiene que decir que pagar impuestos al Estado es de justicia distributiva y quehacer de conciencia cristiana porque eso es contribuir a las cargas comunes para el bien común. Los impuestos, para ser justos, tienen que ser proporcionales al capital de cada uno. Los bienes salidos de los bolsillos ciudadanos tienen que regresar en bienes sociales para los mismos ciudadanos: educación escolar, servicios médicos y puestos de trabajo. ¡Cuántas veces nuestros impuestos van a parar a parlamentarios ausentes o a escándalos festivaleros de autonomías o a despilfarros para programas de televisión, cenas pantagruélicas en barco por París, a aviones privados de líderes políticos para hacer sus viajes de negocios o de placer, que todo tiene que ser dicho.

Finalmente, desde la moral social y cristiana hay que decir lo siguiente: el ciudadano está hoy en su derecho ético de torear a los impuestos con las mejores manoletinas que sepa, pero sin pasarse de “el precio justo” y sin olvidar, eso siempre, -siguiendo el lenguaje taurino- que el morlaco administrativo puede, de una embestida trapera, enviarle a los tendidos de sangre y sol. Es justa la ley que mira el bien común, porque, si mira al bien de particulares, es injusta y, si injusta, mala y, si mala, no obliga. Este evangelio de hoy nos va a todos: a ti, a mí y a Dios. Y así las demás cosas de la policía y orden público: detenciones, sí, pero torturas, nunca; justicia, sí, pero a base de hechos comprobados y no de sospechas fundadas; cárcel, sí, o sea privación de libertad, pero no de trato humano. Y después, cumplida la condena, y hay garantías de enmienda, libertad y a la calle. Si hay que ir a la huelga, que sea lo que tiene que ser, laboral, y no política, sin piquetes ni informativos, que serían coactivos, intimidantes, dictatoriales y a sueldo. Sólo si hacemos esto, tendremos la alegría profunda del corazón a la que nos invita Dios en este domingo, porque se acerca el auténtico Libertador de esas lacras morales y sociales.

Para reflexionar: ¿Cómo trato a mis hermanos pobres y necesitados? ¿Cómo estoy viviendo mis deberes como ciudadano? ¿Tengo la conciencia tranquilo a este respecto? ¿Dónde radica mi alegría, cuál es su fuente?

Para rezar: Con el salmo 42, quiero rezar:

Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan
hasta tu monte santo, hasta tu morada.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría.

Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org

 

Beato Marco Antonio Durando - 10 de diciembre

​«Miembro de la Congregación de la Misión. Soñó con China para llevar allí el Evangelio, pero los planes de Dios fueron otros. Y se convirtió en un gran servidor de los pobres, enfermos y desvalidos en Italia, su país»

La vida de entrega no siempre discurre por los cauces que uno puede haber soñado. Este beato pensó en China, pero su itinerario espiritual y apostólico tuvo como escenario Italia, su patria. Nació en Mondoví el 22 de mayo de 1801. Pertenecía a una familia acomodada, influyente y numerosa; de diez hermanos sobrevivieron ocho, algunos de los cuales iban a centrarse en la vida militar y en la política ocupando puestos relevantes. Siendo joven, Marco Antonio se comprometió con la fe en un ambiente poco proclive a ella, al menos por parte de su padre que profesaba un laicismo de sesgo anticlerical. Pero como la madre era creyente, y se ocupaba de su educación, le inculcó el espíritu religioso. Gracias a su influjo, a los 14 años ingresó en el seminario de Mondoví, pero su deseo era evangelizar China.

Si hace unos días se recordó en esta sección de ZENIT que la piedra de toque de la vida consagrada es el defecto dominante, hoy conviene añadir que la obediencia es uno de sus pilares por excelencia. A través de ella se manifiesta la voluntad de Dios que puede no coincidir con la personal, pero que viene acompañada de grandes frutos como le sucedió a Marco Antonio. Llevando a China en su corazón, ya como miembro de la Congregación de la Misión y siendo un joven, casi adolescente, de 15 años, confió a sus superiores su anhelo misionero, pidiéndoles encarecidamente que lo enviaran allí. Pero su insistente demanda no fue acogida por ellos porque tenían otros planes para el muchacho. Así pues, prosiguió estudios en Sarzana dando muestras de virtud en todo su quehacer.

No gozaba de buena salud y por ese motivo en 1822 tuvo que hacer un paréntesis en su formación, momento que coincidió con la dolorosa pérdida de su madre. Ella ya no tendría la alegría de verle ordenado sacerdote, hecho que se produjo en la catedral de Fossano el 12 de junio de 1824. Después, destinado a Casale Monferrato, el beato revitalizó apostólicamente la región piamontesa con su celo apostólico, suscitando el fervor de las gentes sencillas que acudían a escuchar su vibrante predicación, aunque para ello quienes regentaban establecimientos públicos tenían que cerrarlos. Y al concluir las misiones, cuando llegaba el momento de la despedida de este insigne misionero, no ocultaban su pesar.

En 1830 fue designado superior de la casa de Turín, lugar en el que permaneció hasta el fin de sus días. Era un hombre ponderado, con enorme tacto y caridad, que dio sobradas pruebas de su templanza como se constató en situaciones difíciles y dolorosas que le tocó afrontar por razones histórico-políticas. Cuando vieron confiscados los bienes, se ocupó de atender fraternalmente a numerosos religiosos afectados, así como de ir recuperando las posesiones de su comunidad, salvando escollos y dificultades, y actuando en el momento oportuno. Su misión fue intensificar las acciones propias de su carisma que transmitió a través de las misiones populares, aunque se dirigió también al clero en sucesivas conferencias y retiros, todo ello conforme a lo establecido por san Vicente de Paúl. Siguiendo su ejemplo, asistió a los pobres espiritual y materialmente.

Fue un gran director espiritual al que acudían en busca de consejo personas de todas clases sociales, incluidos miembros relevantes de la Iglesia y de la nobleza. A él se debe el establecimiento de las Hijas de la Caridad en el Piamonte. Venciendo prejuicios de ciertos clérigos, a ellas encomendó la atención de heridos, tanto en el hospital militar como en el campo de batalla, un acto de valor y de fe, que fue recompensado personalmente por el rey Carlos Alberto. Entre otras acciones, contribuyó a difundir entre las jóvenes la asociación de la Medalla Milagrosa, que reportó numerosas vocaciones y fue el detonante de 20 fundaciones. Fundó los centros caritativos «Misericordias», una red excepcional que se fue diversificando en distintos frentes: enfermerías, hospicios, asilos, escuelas, etc., todo ello para asistencia de los enfermos y de los necesitados. Estos centros emblemáticos se abrieron en distintos lugares.

En 1837 fue nombrado visitador de la provincia de la Alta Italia de los padres paúles (antigua Lombardia), algo inusual dada su juventud, y ejerció esta misión admirablemente durante más de cuarenta años, hasta la muerte. En 1855 puso en marcha el colegio seminario de Brignole-Sale para la formación de sacerdotes. Y en 1865 con Luisa Borgiotti fundó las Hermanas Nazarenas con un grupo de jóvenes que acudieron a él porque querían consagrar su vida a Dios. Les dio esta consigna: «¡Orad, obedeced y haceos santas!», orientándolas a la asistencia de los enfermos a domicilio a tiempo completo, y a la juventud abandonada. Tenían como modelo la Pasión de Jesús, devoción integrada en un cuarto voto. El beato fue un hombre bien relacionado y supo extraer de sus amistades frutos apostólicos. Íntimamente, y aunque mostraba gran fortaleza, tuvo que luchar contra el desánimo. Fue humilde y delicado, supo combinar sabiamente la comprensión con el rigor. En muchas ocasiones sufrió incomprensiones. Con su salud muy mermada, no logró ser relevado de su misión: «Encorvado bajo el peso de los años, sentado en un sillón, siempre mantenía el rostro suave y sonriente», se dijo de él en esa etapa de su vida. Y así llego a los 79 años, falleciendo el 10 de diciembre de 1880. Fue beatificado por Juan Pablo II el 20 de octubre de 2002.