Tribunas

Las cifras de la Compañía

José Francisco Serrano Oceja

Se ha abierto en Roma la puerta santa. Este Jubileo, proclamado por el papa Francisco desde el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción, hasta el 20 de noviembre de 2016, solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, fue convocado mediante la Bula “Misericordiae Vultus” de fecha de 11 de abril de 2015.

Durante este fin de semana serán otras muchas puertas, en las catedrales y templos principales de la cristiandad, las que se abran. Puertas de la perdonanza, puertas de la misericordia. El camino de la misericordia pasa por entrar por la puerta estrecha del tiempo, de la circunstancia.

Los obispos españoles han publicado, durante estos días, interesantes textos sobre este Jubileo extraordinario. Unos, artículos a modo de cartas pastorales, –lo que sale de la mano del obispo siempre es pastoral-, breves; otros, textos más densos y de mayor extensión.

Don Fidel Herráez, arzobispo de Burgos, se ha estrenado con una pieza, de las más esquemáticas, que tiene como finalidad invitar a los fieles de su nueva diócesis a las celebraciones litúrgicas del fin de semana. Recuerda monseñor Herráez que “el año de la misericordia es un tiempo de gracia, tiempo de salvación, que nos ofrece la posibilidad de acercarnos con arrepentimiento y con confianza en Dios al sacramento de la Penitencia -¡el sacramento de la misericordia!- y de renovar el amor a los hermanos a través de las obras de misericordia espirituales y corporales, con las que servimos a los más necesitados material y espiritualmente”.

Quizá, hasta el presente, ha sido el obispo de Almería, monseñor Adolfo González Montes, quien haya publicado un texto pastoral más amplio, en extensión y en contenido, todo un tratado sobre las indulgencias. Su carta pastoral sobre el Año de la Misericordia recuerda la doctrina de la Iglesia y algunas afirmaciones que con demasiada frecuencia se olvidan.

Por ejemplo, la referida a la doctrina sobre el Purgatorio: “La tradición de fe enseña que el pecado grave priva de la comunión con Dios y, aunque Dios lo perdona, el pecado lleva siempre consigo, incluso siendo venial, aquella pena temporal inherente a su propia realidad que sólo el amor de Dios puede superar purificando plenamente al pecador. La doctrina sobre el Purgatorio responde justamente a esto: se trata de un estado de purificación mediante la cual el pecador puede alcanzar la comunión divina y llegar a participar de la vida de Dios. La pena misma que lleva consigo el pecado debe, por esto mismo, entenderse como proceso de transformación purificadora requerida por el pecado, que por su propia naturaleza afecta al ser del pecador, de suerte que sólo la caridad perfecta que el Espíritu Santo infunde en el corazón del que se convierte puede llegar a vencer”.

Otro obispo que ha escrito, y mucho, es el obispo de Cádiz-Ceuta, monseñor Rafael Zornoza. En su carta pastoral “Muéstranos Señor tu Misericordia”, publicada con motivo del inicio del Año Jubilar de la Misericordia, hace una serie de recomendaciones prácticas sobre cómo vivir este año Jubilar.

En esta línea, también, está el obispo de Málaga, monseñor Jesús Catalá, que además ha hecho público un decreto sobre las indulgencias con motivo del Año Jubilar de la Misericordia, en el que incluye los lugares y actos principales para este Año Santo en su diócesis.

 

José Francisco Serrano Oceja