Por debajo de cualquier argumento en un película “late una historia humana”, subraya María Ángeles Almacellas, autora del libro Seguir educando con el cine. Materiales para cine-fórum (Digital Reasons) en el que realiza un análisis exhaustivo de 22 películas. Discípula del pensador Alfonso López Quintás observa que acometió esta obra, que secunda la de hace años Educar con el cine, no sólo por criterios éticos a la hora de elegir un filme, “sino por algo tan simple como la capacidad de captar y extraer todo su valor”. Aunque considera que hay obras cinematográficas “deformadoras”, puntualiza que algunas “pueden llegar a encerrar, por contraste, una gran advertencia y, en consecuencia, convertirse en aleccionadoras”.

-Acaba de publicar con la editorial Digital Reasons «Seguir educando con el cine. Materiales para cine-fórum» que continua otra obra suya anterior de análisis de películas. ¿Qué objetivos persigue?

Cuando un educador, en cualquier ámbito, decide organizar un cine-fórum, suele encontrarse con la dificultad de encontrar una película apropiada y luego buscar las preguntas adecuadas para suscitar un diálogo rico. He pretendido ofrecer un buen material (22 películas no es mala cifra), facilitando al máximo la labor del animador del cine-fórum, es decir, darle la película «diseccionada»: valores, destinatarios, experiencias humanas profundas…, y sugerirle algunas preguntas cruciales para profundizar. Pero brindándole, además, las respuestas a tales preguntas.
Sé, por la experiencia del libro anterior, Educar con el cine, que muchos profesores utilizan las películas en sus sesiones formativas de tutorías, así como catequistas y animadores de grupo para sus reflexiones. También he pensado en ellos al elaborar este nuevo material.

-En el libro, diferencia entre ver cine sin mayores pretensiones y realizar una crítica a fondo. ¿Cuáles serían los parámetros para realizar una buena disección de cualquier filme?

Un guion cinematográfico de calidad se presta a dos niveles de lectura. Uno puede quedarse en la mera trama argumental, es decir, las peripecias que vemos en la pantalla. Pero por debajo de tal argumento late una historia humana con su lógica interna, que es lo que convierte a la película en «clásica».

Lo que hace que Casablanca conserve actualidad no es la historia de un triángulo amoroso, sino la opción incondicional, aunque muy dolorosa en ese caso, por los grandes valores –fidelidad, gratitud, generosidad, solidaridad, nobleza, patriotismo…– por encima de los sentimientos y las pasiones.

Para analizar a fondo una historia humana. Hace falta un método antropológico bien elaborado (en mi caso, utilizo el de mi maestro, el filósofo López Quintás), que nos proporcione las claves de interpretación necesarias para ver por dentro esa lógica interna de la que hablábamos. Sin eso, es casi seguro que no se alcanzaría a captar el carácter ejemplarizante de la película y, por tanto, su valor formativo.

-Aborda 22 películas de los últimos años, como “Dos días, una noche”; “Río 2”, “La ola…” ¿Nos puede detallar a qué criterios obedece su selección?

Podría decir que he procurado que hubiera material para todas las franjas de edad, pero, para ser totalmente sincera, debo confesar que he seleccionado películas que a mí me han gustado especialmente por lo que suponen de reflejo del alma humana. Pero también he tenido muy en cuenta que puedan interesar a un público amplio, no sólo a cinéfilos o a estudiosos. Hay filmes clásicos que son auténticas obras de arte y de los cuales se pueden extractar grandes lecciones de vida, y sin embargo es difícil que resulten atractivas para el público en general. Por tanto, he procurado que las 22 películas del libro cumplieran con ambos objetivos: resultar fácilmente atractivas y contener una gran riqueza educativa.

-Por su interés en actualizar su obra de hace unos años, entiendo que considera que se sigue viendo cine con escaso espíritu crítico.

No sé, aunque supongo que sí. Pero aun en el caso de que la mayoría de la gente viera el cine con mirada profunda, un material elaborado seguiría siendo práctico para los educadores. Y no sólo para ellos. He procurado que el libro pueda resultar interesante para cualquier lector que guste de profundizar, de ver en toda su riqueza interior una serie de historias humanas. Pienso, sinceramente, que es un libro que se presta también a una lectura amena, incluso sin haber visto las películas.

En sus cerca de 250 páginas, Seguir educando con el cine expone los valores de cada filme y el público al que van dirigidos.

-Parece que es Ud. una “rompedora” porque ya pocos atienden a estos aspectos. ¿Considera que hay películas que solo son aptas para públicos preparados?

Sí, claro. Y no sólo por un criterio ético, sino por algo tan simple como la capacidad de captar y extraer todo su valor. Con un grupo de niños de 10 años, no aconsejaría trabajar La ola, por ejemplo. Trata cuestiones de hondo calado, pero que requieren más madurez y experiencia. Perderíamos el tiempo y seguramente se aburrirían. O imagínese un cine- fórum para jóvenes con una película como Mi chica.
Pero también hay películas que no sólo no tienen capacidad formativa para ciertas edades, sino que son abiertamente deformadoras, porque las ideas éticas que transmiten son totalmente nocivas. Del mismo modo que el alimento para el cuerpo debe ser seleccionado en función de la madurez, así también el alimento o el entretenimiento para el espíritu debe ser seleccionado para que «siente bien».
Aunque también es cierto que a veces, bien trabajado, un guion «destructivo» puede llegar a encerrar, por contraste, una gran advertencia y, en consecuencia, convertirse en aleccionador. La clave es que vaya siempre acompañado de un análisis riguroso y un serio trabajo de profundización.

-Alude al pensador Alfonso López Quintás -que es también su maestro- para construir una adecuada formación en valores en un sentido clásico. ¿Qué diferencia entre estos y los coyunturales?

Los valores no son constructos humanos, sino que son realidades que están por encima del hombre. La «verdad» es, aunque hoy nos empeñemos en confundirla con opinión o conveniencia. Por eso oímos a veces “esta es tu verdad, pero yo tengo la mía”. Es una total insensatez pensar que el hombre es el dueño de los valores y que los puede manipular y cambiar a su arbitrio. Puede haber, eso sí, circunstancias más propensas a un valor o a otro. O situaciones que favorecen que un valor destaque por encima de los demás. Después de una catástrofe, suele haber una respuesta muy generosa y comprometida por parte de muchas personas. Pero los valores son permanentes, no son susceptibles de cambios por el capricho del hombre.

-¿Qué aportará su obra a padres y educadores en general?

Pienso que un material así puede favorecer también que los educadores aborden temas que sería muy difícil tratar directamente. Ver una película adecuada y comentarla luego en ambiente distendido permite que los niños y jóvenes expresen sus opiniones y sus padres les puedan orientar. Siempre resulta práctico para los educadores disponer de un elenco de películas analizadas con una serie de preguntas resueltas sobre cuestiones cruciales de la vida humana.

-¿introduciría en la escuela una asignatura para saber ver cine con criterio?

En mi opinión, lo que es imprescindible en la escuela es un plan de formación que enseñe a los niños a pensar bien, a hacer justicia a cada realidad y a verla en su contexto, con sus implicaciones y sus consecuencias. Es esencial para educar la capacidad crítica de niños y jóvenes y pertrecharlos para la vida. El cine, como la literatura, es un instrumento magnífico para conseguir ese objetivo, y en ese sentido su presencia en las aulas resulta muy adecuada, casi me atrevería a decir imprescindible. Aprendiendo a interpretar a fondo el conflicto humano que aparece en la pantalla, aprende a interpretar la vida misma. Pero siempre, como le digo, basado en ese plan de formación integral. Lo importante es que niños y jóvenes adquieran criterios claros sobre cómo el hombre puede alcanzar su madurez personal, y sepan distinguir qué actitudes los conducen a su desarrollo personal y cuáles otras los llevan a su destrucción. Es decir, que sean capaces de prever, porque el que sabe prever puede prevenir.

-Usted que es también crítica de cine, ¿cómo evalúa los análisis que se hacen en los distintos medios, numerosos actualmente con cantidad de web de cine?

Una crítica y un análisis son cosas distintas. Es verdad que presentar una película –que es la labor del crítico- debería hacerse de modo integral, sin descuidar ni el fondo ni la forma. Así es como yo intento hacer mis críticas de cine, Sin embargo el análisis, como queda planteado en el libro, puede centrarse en el contenido humano y prácticamente prescindir de lo técnico cinematográfico.

Pero eso sucede en todos los ámbitos, hay profesionales, críticos en nuestro caso, que hacen muy bien su trabajo y atienden ambas vertientes con auténtico rigor, y otros que dejan mucho que desear.

Por tanto, si uno quiere leer buenas críticas, debe ser selectivo. Ha de procurar elegir el medio y hasta la firma concreta.