Servicio diario - 18 de diciembre de 2015


La frase del día 18 de diciembre

"Dios nos espera: esta es nuestra gran alegría y la gran esperanza"
Benedicto XVI


Francisco: "Los honores no abren la puerta del Cielo"

En la homilía de la misa de apertura de la Puerta Santa de la Caridad, el Santo Padre pide que Dios nos dé la gracia de sentirnos descartados

El papa Francisco se trasladó este viernes por la tarde hasta la estación central de trenes de Roma para abrir la Puerta Santa de la Caridad en dos instalaciones de Cáritas: el albergue "Don Luigi di Liegro" y el comedor "San Juan Pablo II".

En Termini, el Pontífice presidió el rito de la apertura de la Puerta Santa. Posteriormente tuvo lugar una procesión que concluyó con la eucaristía celebrada por el Santo Padre en la que participaron exclusivamente los huéspedes de los centros de acogida de Cáritas, acompañados por algunos voluntarios y trabajadores.

En la homilía pronunciada sin papeles, el Papa pidió que "el Señor abra la puerta de nuestro corazón. A todos, todos lo necesitamos. Todos somos pecadores. Todos necesitamos escuchar la palabra del Señor y que el Señor venga". "Dios viene a salvarnos. No encuentra una mejor manera de hacerlo que caminar con nosotros, hacer nuestra vida", añadió.

"Si quieres encontrar a Dios, búscalo en la humildad, búscalo en la pobreza, búscalo donde Él está escondido: en los más necesitados, en los enfermos, en los hambrientos, en los encarcelados", indicó.

A continuación, Francisco destacó que "la entrada en el Cielo no se paga con dinero". En este sentido, aseguró que el Señor "no dirá: tú eres muy importante, tú has estudiado mucho y has tenido muchos honores". "Los honores no abren las puertas del Cielo", enfatizó.

"El amor de Jesús es grande. Por eso, hoy al abrir esta Puerta Santa quisiera que el Espíritu Santo abra los corazones de todos los romanos, les hiciese ver cuál es el camino de la salvación", dijo. "No es el lujo, no es el camino de las grandes riquezas, no es el camino del poder, es el camino de la humildad. Los pobres, los enfermos, los presos...", insistió.

Por último, el Papa exhortó al Señor para que "nos haga entender que el camino de la riqueza, de la vanidad y del orgullo no son caminos de salvación". "Que el Señor nos dé a entender que su caricia de Padre, su misericordia, su perdón existe cuando nos acercamos a los que sufren, los rechazados por la sociedad. Allí está Jesús", prosiguió. "Esta puerta es la Puerta de la Caridad, la puerta donde son asistidos muchos muchos descartados... Que nos haga entender que también sería bueno que cada uno de nosotros, cada uno de los romanos, se sintiera descartado", concluyó.

El albergue "Don Luigi di Liegro" y el comedor "San Juan Pablo II" son dos instalaciones de acogida para personas sin techo: el primero hospeda a 195 personas cada noche y al comedor van 500 personas por la tarde.

 

La Madre Teresa de Calcuta será santa

El Santo Padre firma el decreto que aprueba el milagro para la canonización de la religiosa albanesa

El papa Francisco ha aprobado este jueves por la tarde, la promulgación del milagro atribuido a la Madre Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad. Aunque la fecha será fijada y publicada oficialmente en el próximo Consistorio, es muy probable que sea canonizada el 4 de septiembre, durante el Año Santo de la Misericordia.

El pasado 15 de diciembre, el caso de la sanación extraordinaria, por intercesión de la futura santa, fue sometido a la última valoración del congreso de obispos y cardenales reunidos en Congregación, quienes después de haber escuchado la exposición de un “ponente” expresaron su juicio plenamente positivo para someterlo a la aprobación del Papa, anunció ayer por la tarde el diario de la Conferencia Episcopal Italiana. Este ha sido -- explica el diario Avvenire-- el último peldaño del procedimiento de juicio en la fase romana del proceso sobre el milagro, iniciado en junio de este año en la diócesis de Santos en Brasil y que llevará a la beata Madre Teresa a los honores de los altares de la Iglesia universal. También fue unánime el sucesivo voto de los consultores teólogos, quienes debían valorar la perfecta conexión de causa y efecto entre la invocación unívoca a la beata Madre Teresa y la sanación imprevista.

La curación milagrosa tuvo lugar el 9 de diciembre de 2008, a un ingeniero de ahora 42 años, que padecía de abscesos múltiples en el cerebro y debía ser operado. Sin embargo, frente a una terapia que no tenía resultados y sin haber sido intervenido quirúrgicamente, se curó de manera completa y duradera.

 

Elecciones en España: El cardenal Cañizares llama a los cristianos a votar de forma consecuente

En su carta semanal, el arzobispo de Valencia invita a los fieles a cooperar decididamente en la regeneración humana, moral, social, política y cultural de la sociedad española

El cardenal arzobispo de Valencia, monseñor Antonio Cañizares Llovera, afirma en una carta titulada “Adviento, ante las elecciones del 20 de diciembre” que “el momento apremiante que vivimos reclama de los cristianos estar en primera fila en la tutela, promoción y testimonio de la familia y de su verdad, en la defensa y promoción de la vida, y de cuanto haya que hacer ante la emergencia educativa que padecemos y ante la urgencia de una cultura fiel a sus raíces, en un proyecto común”.

En el escrito dirigido esta semana a los fieles de su diócesis, el purpurado recuerda que la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) ha llamado a “colaborar decididamente en políticas sociales y económicas responsables y promotoras de la dignidad de las personas, que propicien el trabajo para todos”, así como “la justa distribución de las rentas, corrijan errores y atiendan a las necesidades de los más vulnerables”.

Todo ello “entra dentro de la caridad, con su dimensión social y política”, apunta el arzobispo de Valencia, quien también señala que el tiempo del Adviento que vivimos “pide estar vigilantes y despiertos, no cruzados de brazos como espectadores: exige preparar los caminos al Señor que llega, lo cual también comporta cooperar decididamente en la regeneración humana, moral, social, política y cultural de nuestro pueblo”.

A este respecto, el cardenal Cañizares precisa que “todos tenemos la responsabilidad de votar, es un deber y un derecho”, y asegura que “todos anhelamos y deseamos lo mejor para nuestra querida España, para el bien común de ella, en la precisa situación en que se halla”.

Así, el purpurado destaca que “la llamada que en estos precisos momentos escuchamos los cristianos es a caminar a la luz de Jesucristo, a dejar las obras de las tinieblas y de la oscuridad, es decir, a dejar de una vez: el egoísmo, el rencor, el medro personal por encima de todo, el afán y ambición de poder, la pasión de acumular para sí por encima de los otros, el olvido del bien común y la falta del respeto debido a la dignidad personal e inalienable que tiene todo ser humano, la búsqueda de bienestar a costa que de lo que sea y de quien sea, la mentira, el engaño, el relativismo, la injusticia, el cerrar las entrañas ante la necesidad y miseria del hermano necesitado, del inmigrante o del refugiado, la destrucción de la familia o de la vida, el vivir de espaldas a Dios o como si Él no existiera”. 

Por último, el cardenal arzobispo de Valencia dice que “los cristianos podemos y debemos hacer mucho, en cuanto cristianos, en la hora crucial y crítica que vivimos”. De hecho, los cristianos “somos muchos en España, la mayoría” y “la fe y esperanza que anuncia el Adviento, nos impele a ser consecuentes con lo que somos y esperamos”, concluye. 

 

'María nos invita a agradecer a Dios su misericordia'

En la última predicación de Adviento del padre Raniero Cantalamessa a la Curia, reflexiona sobre la Virgen María en el misterio de Cristo y de la Iglesia

La última meditación de Adviento del padre Raniero Cantalamessa a la Curia romana y el Papa ha tratado sobre la Beata Virgen María, en el misterio de Cristo y de la Iglesia,  el capítulo VIII de la Lumen gentium.

De este modo, ha iniciado recordando que junto al título de Madre de Dios y de los creyentes, la otra categoría fundamental que el Concilio usa para ilustrar el rol de María, es la de modelo, o de figura de la Iglesia. El Concilio, ha recordado, realizaba una profunda renovación de la mariología, respecto a la de los últimos siglo. “El discurso de María ya no es en sí mismo, como si ella ocupara una posición intermedia entre Cristo y la Iglesia, sino reconducido, como había sido en la época de los Padres, en el ámbito de esta última”.

Por otro lado, el padre Cantalamessa ha puesto de relieve la importancia ecuménica de esta mariología del Concilio, es decir, cómo podría contribuir - y está contribuyendo- a acercar a católicos y protestantes sobre este delicado terreno y controvertido que es la devoción a la Virgen.

A propósito ha observado que “es un hecho alentador descubrir que los mismos iniciadores de la Reforma han reconocido a María el título y la prerrogativa de Madre, también en el sentido de Madre nuestra y madre de la salvación”. Pero, también se ha preguntado ¿Cómo es posible que hayamos llegado a la situación actual de tanto desagrado por parte de los hermanos protestantes hacia María, al punto que en algunos ambientes se considera casi un deber disminuir a María, atacar en este punto a los católicos, pasar de largo todo lo que la escritura dice sobre ella? Así, ha explicado qué camino le parece la salida de esta triste situación sobre María. “Tal camino pasa por un sincero reconocimiento por parte de nosotros los católicos por el hecho de que muchas veces, en los últimos siglos, hemos contribuido a volver a María inaceptable a los hermanos protestantes, honrándola a veces de manera exagerada y desconsiderada, y sobre todo no colocando tal devoción dentro de un cuadro bíblico bien claro que dejara ver su rol subordinado respecto a la Palabra de Dios, al Espíritu Santo y al mismo Jesús”, ha explicado el padre Cantalamessa.   

Por parte de los protestantes, ha añadido, “creo que haya que tomar acto de la influencia negativa que tuvo en sus actitudes hacia María, no solamente la polémica anticatólica, sino también el racionalismo”. Por eso, el predicador ha indicado que “María no es una idea, sino una persona concreta, una mujer y como tal no es fácilmente teorizable o reducible a un principio abstracto”. Ella --ha asegurado-- es el símbolo mismo de la simplicidad de Dios.

A propósito ha hablado de la esperanza de que, en un tiempo no lejano, “católicos y protestantes podamos no estar más divididos, sino unidos por María, en una común veneración, diversa quizás en las formas, pero concorde en reconocer en ella a la Madre de Dios y a la Madre de los creyentes”.

Finalmente, el padre Cantalemessa ha reflexionado sobre cómo el Año de la Misericordia nos ayuda a descubrir algo nuevo de la Madre de Dios. Así, ha asegurado que “María es madre y puerta de misericordia en un doble sentido”. Ha sido la puerta a través de la cual --ha observado-- la misericordia de Dios, con Jesús, ha entrado en el mundo, y es ahora la puerta hacia la cual nosotros entramos en la misericordia de Dios y nos presentamos al 'trono de misericordia' que es la Trinidad.

En esta línea ha recordado que María  no es solamente el canal y mediadora de la misericordia de Dios; es también el objeto y la primera destinataria. “No es solamente aquella que obtiene misericordia, sino también aquella que ha obtenido, primero y más que todos, misericordia”, ha afirmado el padre Cantalamessa.

Misericordia es sinónimo de gracia, por lo tanto, el título ‘llena de gracia’ es sinónimo de ‘llena de misericordia’, ha explicado.

Para concluir, el predicador de la Casa Pontificia ha asegurado que María, que en el Magníficat glorifica y agradece a Dios por su misericordia hacia ella, nos invita a hacer lo mismo en este Año de la Misericordia. “Nos invita a hacer resonar cada día su cántico en la Iglesia, como el coro que repite un canto detrás de la solista”, ha finalizado.

 

Madrid celebra la fiesta de la Sagrada Familia los días 26 y 27 de diciembre

En estas fechas navideñas, el arzobispo Carlos Osoro pide a sus diocesanos una ofrenda económica a favor de las familias más necesitadas

La diócesis de Madrid celebrará la fiesta de la Sagrada Familia los días 26 y 27 de diciembre, con el lema “Familia, hogar de la misericordia”. Con este motivo, el arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), monseñor Carlos Osoro Sierra, ha dirigido una carta a los sacerdotes, familias, asociaciones y movimientos familiares locales, en la que les convoca a celebrar juntos los actos previstos.

Además, el prelado ha pedido a sus diocesanos un gesto solidario en estas fechas navideñas, que consiste en una ofrenda económica a favor de las familias más necesitadas. El dinero que se recaude en las parroquias con este motivo será entregado por una familia representante de cada una de las ocho vicarías de Madrid en la Eucaristía que se celebrará en la catedral el 27 de diciembre. También aquellos que lo deseen podrán hacer su contribución económica durante toda la jornada, en la catedral. Cáritas se encargará de distribuir ese dinero entre las familias en riesgo de desahucio.

El programa de actividades de la fiesta de la Sagrada Familia comenzará el sábado 26 de diciembre, a las 19:45 horas, con la entrada de los fieles a la catedral por la Puerta de la Misericordia. A las 20:00 horas habrá una catequesis para las familias a cargo de monseñor Osoro. A las 20:45 horas se irá en peregrinación hacia la cripta de la catedral, rezando el rosario. Y a las 21:30 horas darán comienzo las 24 horas de adoración al Santísimo Sacramento por las familias, en la cripta.

Al día siguiente, de 9:00 a 11:30 horas, el prelado bendecirá personalmente a cada familia que acuda a la catedral. Monseñor Osoro presidirá una solemne celebración dominical a las 12:00 horas, y continuará bendiciendo familias de 14:30 a 19:00 horas. Si bien, a las 17:00 horas, el arzobispo de Madrid impartirá también una bendición general para aquellas familias que lo deseen. A las 19:00 horas tendrá lugar el rezo de Vísperas y la bendición de los novios, para concluir con un recital del Coro de la Jornada Mundial de la Juventud.

 

El Papa: 'En el pesebre nos habla la ternura de Dios'

El Santo Padre recibe a las delegaciones que han regalado este año el Belén y el árbol de Navidad para la plaza de San Pedro 

Jesús no ha aparecido simplemente en la tierra, no nos ha dedicado solo un poco de tiempo, sino que ha venido para compartir nuestra vida y acoger nuestros deseos. Porque quiso, y todavía quiere, vivir aquí, junto a nosotros y para nosotros. Se preocupa por nuestro mundo, que en Navidad se ha convertido en su mundo. El pesebre nos recuerda esto: Dios, por su gran misericordia, ha descendido hasta nosotros para permanecer permanentemente con nosotros.

Así lo ha explicado el papa Francisco al recibir esta mañana a las delegaciones procedentes de Trentino y de los ayuntamientos bávaros de Hirschau, Schnaittenbach y Freudenberg por el regalo del pesebre y el árbol de Navidad, que han realizado para la plaza de San Pedro.

Durante su discurso, ha indicado a las delegaciones que da alegría pensar que no solo han hecho un regalo al Papa y a los peregrinos que los podrán admirar, sino sobre todo al Señor Jesús, “porque Él es el festejado”. Por ello, ha dado las gracias a los presentes.

El Santo Padre ha indicado que las decoraciones que han colocado, “representan vuestros sueños”. Estos deseos que lleváis en el corazón --ha indicado-- están ahora en el lugar más apto, porque están cerca del Niño de Belén: son encomendados a Él, que ha venido para “habitar en medio de nosotros”. Por otro lado ha recordado que “el pesebre nos dice además que Él no se impone nunca con la fuerza. Para salvarnos, no ha cambiado la historia cumpliendo un milagro grandioso”. Ha venido en total “sencillez, humildad, mansedumbre”, ha precisado.

Asimismo, el Pontífice ha asegurado que “Dios no ama a los revolucionarios imponentes de los poderosos de la historia, y no utiliza la varita mágica para cambiar las situaciones”. Sin embargo, “se hace pequeño, se hace niño, para atraernos con amor, para tocar nuestros corazones con su bondad humilde; para remover, con su pobreza, a cuantos se afanan por acumular los falsos tesoros de este mundo”.

El Santo Padre ha invitado a los presentes a detenerse frente al pesebre, “porque allí la ternura de Dios nos habla. Allí se contempla la misericordia divina, que se ha hecho carne humana y puede enternecer nuestras miradas”. Sobre todo --ha añadido-- desea mover nuestros corazones.

Además, el Papa ha asegurado que es bonito que esté en el pesebre una figura, que capta inmediatamente el misterio de la Navidad. “Es ese personaje que cumple una obra buena, inclinándose para ayudar a un anciano. Él no solo mira a Dios, sino que también lo imita, porque, como Dios, se arrodilla con misericordia hacia quien lo necesita”, ha explicado.

Para finalizar, ha deseado a los presentes que sus regalos, que serán iluminados esta tarde, “puedan atraer a muchas miradas y sobre todo reavivar en la vida la luz verdadera de la Navidad”.    

 

Llega la Navidad     

Carta del obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández. 'Jesucristo viene como príncipe de la paz, con poder sanador para nuestros corazones rotos por el pecado y el egoísmo'

Se acercan los días santos de la Navidad. Días de gozo y salvación, porque la Madre de Dios nos da a luz al Hijo eterno de Dios hecho hombre en sus entrañas virginales, permaneciendo virgen para siempre. El Hijo es Dios y la madre es virgen, dos aspectos de la misma realidad, que hacen resplandecer el misterio en la noche de la historia humana. La Iglesia nos invita en estos días santos a vivir con María santísima estos acontecimientos.

El nacimiento de una nueva criatura es siempre motivo de gozo. El Hijo de Dios ha querido entrar en la historia humana, no por el camino solemne de una victoria triunfal. Podría haberlo hecho, puesto que es el Rey del universo. Pero no. Él ha venido por el camino de la humildad, que incluye pobreza, marginación y desprecio, anonimato, ocultamiento, etc. Y por este camino quiere ser encontrado. Hacerse como niño, hacerse pequeño, buscar el último puesto, pasar desapercibido… son las primeras actitudes que nos enseña la Navidad. Para acoger a Jesús, él busca corazones humildes, sencillos y limpios, como el corazón de su madre María y del hace las veces de padre, José.

El misterio de la Encarnación del Hijo que se hace hombre lleva consigo la solidaridad que brota de este misterio. “El Hijo de Dios por su encarnación se ha unido de alguna manera con cada hombre” (GS 22), nos recuerda el Vaticano II. El misterio de la Encarnación se prolonga en cada hombre, ahí está Jesús. Y sobre todo se prolonga en los pobres y necesitados de nuestro mundo. Con ellos ha querido identificarse Jesús para reclamar de nosotros la compasión y la misericordia.

El anuncio de este acontecimiento produce alegría. Es la alegría de la Navidad. Pero no se trata del bullicio que se forma para provocar el consumo, no. Se trata de la alegría que brota de dentro, de tener a Dios con nosotros, de estar en paz con El y con los hermanos. Nadie tiene mayor motivo para la alegría verdadera que el creyente, el que acoge a Jesús con todo el cariño de su corazón. Pero al mismo tiempo, el creyente debe estar alerta para que no le roben la alegría verdadera a cambio de un sucedáneo cualquiera.

Viene Jesús cargado de misericordia en este Año jubilar. Viene para aliviar nuestros cansancios, para estimular nuestro deseo de evangelizar a todos, para repartir el perdón de Dios a raudales a todo el que se acerque arrepentido. Mirándonos a nosotros mismos muchas veces pensamos que en mi vida ya no puede cambiar nada y que en el mundo poco puede cambiar cuando hay tantos intereses en juego.

Sin embargo, la venida de Jesús, su venida en este Año de la misericordia es un motivo intenso de esperanza y es un estímulo para la conversión. Yo puedo cambiar, tú puedes cambiar, el mundo puede cambiar. Jesús viene a eso, a cambiarlo y renovarlo todo, para acercarnos más a él y a los demás. Se trata de esperarlo, de desearlo, de pedirlo insistentemente. El milagro puede producirse. La navidad es novedad.

Que al saludarnos y desearnos santa Navidad, feliz Navidad, convirtamos el deseo en oración. El mundo actual vive serios conflictos, que pueden destruirnos a todos. Jesucristo viene como príncipe de la paz, con poder sanador para nuestros corazones rotos por el pecado y el egoísmo. Acudamos hasta su pesebre para adorarlo. Él nos hará humildes y generosos. Él nos llenará el corazón de inmensa alegría, como llenó el corazón de los pastores y de los magos, que le trajeron regalos. Con María santísima vivamos estos días preciosos de la Navidad.

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba

 

María en el misterio de Cristo y de la Iglesia

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap    Tercera Predicación de Adviento

Publicamos a continuación la Tercera Predicación de Adviento, del padre Raniero Cantalamessa a la Curia romana y al Santo Padre 

 

1. La mariología de la Lumen Gentium

El objeto de esta última meditación de Adviento es el capítulo VIII de la Lumen gentium titulado “La Beata Virgen María, en el misterio de Cristo y de la Iglesia”. Escuchemos de nuevo lo que el Concilio dice al respecto:

“La Santísima Virgen, predestinada desde toda la eternidad como Madre de Dios juntamente con la encarnación del Verbo, por disposición de la divina Providencia, fue en la tierra la Madre excelsa del divino Redentor, compañera singularmente generosa entre todas las demás criaturas y humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo al Padre en el templo, padeciendo con su Hijo cuando moría en la cruz, cooperó en forma enteramente impar a la obra del Salvador con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar la vida sobrenatural de las almas. Por eso es nuestra madre en el orden de la gracia” [1].

Junto al título de Madre de Dios y de los creyentes, la otra categoría fundamental que el Concilio usa para ilustrar el rol de María, es la de modelo, o de figura de la Iglesia:

“La Virgen Santísima, por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, que la une con el Hijo Redentor, y por sus gracias y dones singulares, está también íntimamente unida con la Iglesia. Como ya enseñó San Ambrosio, la Madre de Dios es tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo” [2].

La novedad más grande del trato conciliar sobre la Virgen consiste, como se sabe, precisamente en el lugar en el que se inserta, y es eso en la constitución sobre la Iglesia. Con eso el Concilio - no sin sufrimientos y laceraciones- realizaba una profunda renovación de la mariología, respecto a la de los últimos siglos [3]. El discurso de María ya no es en sí mismo, como si ella ocupara una posición intermedia entre Cristo y la Iglesia, sino reconducido, como había sido en la época de los Padres, en el ámbito de esta última. María es vista, como decía san Agustín, como miembro más excelente de la Iglesia, pero un miembro de ella, no fuera, o encima:

“Santa es María, bienaventurada es María, pero mejor es la Iglesia que la Virgen María. ¿Por qué? Porque María es una porción de Iglesia, un miembro santo, un miembro excelente, un miembro supereminente pero, al fin, miembro de un cuerpo entero. Si es parte del cuerpo entero, más es el cuerpo que uno de sus miembros” [4].

Las dos realidades se iluminan la una a la otra. Si de hecho el discurso sobre la Iglesia ilumina sobre quién es María, el discurso sobre María ilumina sobre qué es la Iglesia y eso es “cuerpo de Cristo” y, como tal, “casi una prolongación de la encarnación del Verbo”. Lo subraya san Juan Pablo II en su encíclica Redemptoris Mater:  “El Concilio Vaticano II, presentando a María en el misterio de Cristo, encuentra también, de este modo, el camino para profundizar en el conocimiento del misterio de la Iglesia” [5].

Otra novedad de la mariología del Concilio es la insistencia sobre la fe de María [6], un tema, también este, retomado y desarrollado por Juan Pablo II que lo hizo el tema principal de su encíclica mariana “Redemptoris Mater” [7]. Es una vuelta a la mariología de los Padres que, más que sobre los privilegios de la Virgen, señalaba la fe, como aportación personal de María el misterio de la salvación. también aquí se nota la influencia de san Agustín.

“La misma bienaventurada María concibió creyendo a quien alumbró creyendo … Tras estas palabras del ángel, ella, llena de fe y habiendo concebido a Cristo antes en su mente que en su seno, dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra[8].

2. María Madre de los creyentes desde una perspectiva ecuménica

Lo que quisiera hacer es poner de relieve la importancia ecuménica de esta mariología del Concilio, es decir, cómo podría contribuir - y está contribuyendo- a acercar a católicos y protestantes sobre este delicado terreno y controvertido que es la devoción a la Virgen. Aclaro sobre todo el principio que está en la base de la reflexión que sigue. Si María se coloca fundamentalmente de la parte de la Iglesia, consigue que las categorías y las afirmaciones bíblicas de las que partir para alumbrar sobre ella son más bien las relativas a las personas humanas que constituyen la Iglesia, aplicadas a ella “a mayor razón”, en vez de las relativas a las personas divinas, aplicadas a ella “por reducción”.

Para comprender, por ejemplo, en la forma correcta, el delicado concepto de la mediación de María en la obra de la salvación, es más útil partir de la mediación de las criaturas, o desde abajo, como es la de Abrahán, de los apóstoles, de los sacramentos o de la Iglesia misma, que no de las mediación divino-humana de Cristo. La distancia más grande, de hecho, no es la que existe entre María y el resto de la Iglesia, sino es la que existe entre María y la Iglesia de una parte, y Cristo y la Trinidad de la otra, es decir, entre la criatura y el Creador.

Ahora sacamos la conclusión de todo esto. Si Abrahán, por lo que ha hecho, ha merecido en la Biblia el nombre de “padre de todos nosotros”, es decir de todos los creyentes “ (cf Rm 4, 16; Lc 16,24)), se entiende mejor porque la Iglesia no duda en llamar a María “Madre de todos nosotros”, madre de todos los creyentes. De la comparación entre Abrahán y María podemos recabar una luz aún mejor, que tiene que ver no solo con el simple título, sino también con su contenido o significado.

¿Madre de los creyentes es un sencillo título de honor o algo más? Aquí se ve la posibilidad de un discurso ecuménico sobre María. Calvino interpreta el texto donde Dios dice a Abrahán: “por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra” (Gn 12, 3), en el sentido de que che “Abrahán no será solo ejemplo y patrón, sino causa de bendición” [9].  Un conocido exegeta protestante escribe, en el mismo sentido:

“Se ha cuestionado si las palabras del Génesis 12, 3 [“por ti se bendecirán todos los pueblos de la tierra”] pretenden afirmar solamente que Abrahán se convertirá en una especie de fórmula para bendecir, y que la bendición de la que él goza pasará en proverbio  [...]. Se debe volver a la interpretación tradicional que entiende esa palabra de Dios “como una orden dada a la historia” (B. Jacob). A Abrahán se le reserva, en el plano salvífico de Dios, el rol de mediador de la bendición para todas las generaciones de la tierra” [10].

Todo esto nos ayuda a entender lo que la tradición, a partir de san Ireneo, dice de María: es decir, que ella no es solo un ejemplo de bendición y de salvación, sino, de una forma dependiente únicamente de la gracia y de la voluntad de Dios, también causa de salvación. “Como Eva, escribe san Ireneo, desobedeciendo, se convierte en causa de muerte para sí y para todo el género humano, así María…, obedeciendo, se convierte en causa de salvación para sí y para todo el género humano” [11]. Las palabras de María: “Todas las generaciones me llamarán beata” (Lc 1, 48son para considerar, también, “¡una orden dada por Dios a la historia!”

Es un hecho alentador descubrir que los mismos iniciadores de la Reforma han reconocido a María el título y la prerrogativa de Madre, también en el sentido de Madre nuestra y madre de la salvación. En una predicación para la misa de Navidad, Lutero decía: “Esta es la consolación y la desbordante bondad de Dios: que el hombre, en cuando que cree, pueda gloriarse de un bien tan precioso, que María sea su verdadera madre, Cristo su hermano, Dios su Padre… Si crees así, te sientas verdaderamente en el vientre de la Virgen María y eres su querido niño”[12]. Zwingli, en un sermón del 1524, llama a María “la pura Virgen María, madre de nuestra salvación” y dice que nunca ha “pensado y mucho menos enseñado o dicho en público nada malo, vergonzoso, indigno o malo”[13].

¿Cómo es posible que hayamos llegado a la situación actual de tanto desagrado por parte de los hermanos protestantes hacia María, al punto que en algunos ambientes se considera casi un deber disminuir a María, atacar en este punto a los católicos, pasar de largo todo lo que la escritura dice sobre ella?

No es este el lugar para hacer una revisión histórica, quiero solamente decir cuál camino me parece la salida de esta triste situación sobre María. Tal camino pasa por un sincero reconocimiento por parte de nosotros los católicos por el hecho de que muchas veces, en los últimos siglos, hemos contribuido a volver a María inaceptable a los hermanos protestantes, honrándola a veces de manera exagerada y desconsiderada, y sobre todo no colocando tal devoción dentro de un cuadro bíblico bien claro que dejara ver su rol subordinado respecto a la Palabra de Dios, al Espíritu Santo y al mismo Jesús. La mariología en los últimos siglos se había vuelto una fábrica continua de nuevos títulos, nuevas devociones, muchas veces en polémica con los protestantes usando a veces a María -¡nuestra madre común!- como un arma contra ellos.

Ante esta tendencia el Concilio Vaticano II ha oportunamente reaccionado. El ha recomendado a los fieles “sea en las palabras que en los hechos evitar diligentemente cualquier cosa que pueda inducir a error a los hermanos separados o cualquier otra persona, sobre la verdadera doctrina de la Iglesia”, y ha recordado a los mismos fieles que “la verdadera devoción no consiste ni en un estéril o pasajero sentimentalismo, ni en una cierta vana credulidad” [14].

Por parte de los protestantes creo que haya que tomar acto de la influencia negativa que tuvo en sus actitudes hacia María, no solamente la polémica anticatólica, sino también el racionalismo. María no es una idea, sino una persona concreta, una mujer y como tal no es fácilmente teorizable o reducible a un principio abstracto. Ella es el símbolo mismo de la simplicidad de Dios. Por esto ella no podía, en un clima dominado por un exasperado racionalismo, no ser eliminada del horizonte teológico.

Una mujer luterana, fallecida hace algunos años, Madre Basilea Schlink, ha fundado en el interior de la Iglesia luterana,  una comunidad llamada “Las hermanas de María”, ahora difundida en varios países del mundo. En un libro suyo, después de recordar diversos textos de Lutero sobre la Virgen escribe:

“Cuando se leen las palabras de Lutero, que hasta el final de su vida ha honrado a María, ha santificado sus fiestas y cantado cada día el Magníficat, se siente como nos hemos alejado, en general, de la actitud justa hacia Ella... Vemos como nosotros los evangélicos nos dejamos sumergir por el racionalismo... El racionalismo que admite solamente lo que se puede entender con la razón, difundiéndose ha echado afuera de las Iglesias evangélicas las fiestas de María y todo lo que a Ella se refiere, y ha hecho perder el sentido de cada referencia bíblica sobre María: y a esta herencia la sufrimos aún hoy. Si Lutero, con esta frase:  'Después de Cristo Ella es en toda la cristiandad la joya más preciosa, nunca suficientemente alabada' nos inculca esta alabanza, yo por mi parte tengo que confesar que estoy entre quienes por largos años de la propia vida no lo han hecho, eludiendo así también lo que dice la Escritura: 'De ahora en adelante me llamarán beata' (Lc 1,48). Yo no me había puesto entre estas generaciones” [15] .

Todas estas premisas nos permiten cultivar en el corazón la esperanza de que, un día no lejano, católicos y protestantes podamos no estar más divididos, sino unidos por María, en una común veneración, diversa quizás en las formas, pero concorde en reconocer en ella a la Madre de Dios y a la Madre de los creyentes. Yo he tenido la alegría de constatar personalmente algunos síntomas de este cambio en acto. En más de una ocasión he podido hablar de María en un auditorio protestante, notando entre los presentes no solamente acogida, sino al menos en un caso, una verdadera conmoción, como cuando uno encuentra algo querido y una sanación de la memoria.

4. María madre e hija de la misericordia de Dios

Dejemos ahora el discurso ecuménico y tratemos de ver si también el Año de la Misericordia nos ayuda a descubrir algo nuevo de la Madre de Dios. María es invocada en la antigua oración de la Salve Regina', como 'Mater misericordiae', Madre de la misericordia; en la misma oración a ella se dirige la invocación: 'illos tuos misericordes oculos ad nos converte'; 'dirige a nosotros esos tus ojos de misericordiosos'. En la misa de apertura del Año Jubilar en la plaza de San Pedro, del 8 de diciembre pasado, al lado del altar estaba expuesta una antigua imagen de la Madre de Dios, venerada en un santuario de los greco-católicos de Jaroslav, en Polonia, conocida como la 'Puerta de la Misericordia'.

María es madre y puerta de misericordia en un doble sentido. Ha sido la puerta a través de la cual la misericordia de Dios, con Jesús, ha entrado en el mundo, y es ahora la puerta hacia la cual nosotros entramos en la misericordia de Dios y nos presentamos al 'trono de misericordia' que es la Trinidad.

Todo esto es verdadero, pero es solamente un aspecto de la relación entre María y la misericordia de Dios. Ella de hecho no es solamente el canal y mediadora de la misericordia de Dios; es también el objeto y la primera destinataria. No es solamente aquella que obtiene misericordia, sino también aquella que ha obtenido, primero y más que todos, misericordia.

Misericordia es sinónimo de gracia. Solamente en la Trinidad el amor es naturaleza y no esgracia; es amor pero no misericordia. Que el Padre ame al Hijo, no es gracia o concesión; es en cierto sentido, necesidad; el Padre tiene necesidad de amar para existir como Padre. Que el Hijo ame al Padre, no es concesión o gracia; es necesidad intrínseca, aunque sea libérrima; Él tiene necesidad de ser amado y de amar para ser Hijo. Es cuando Es cuando Dios crea al mundo y allí a las criaturas libres que su amor se vuelve don gratuito e inmerecido, o sea gracia y misericordia. Esto antes aún del pecado. El pecado hará solamente que  la misericordia de Dios, como don, se vuelva perdón.

El título “llena de gracia” es por lo tanto sinónimo de “llena de misericordia”. María misma, además lo proclama en el Magníficat: “Ha mirado -dice- la humildad de su sierva”, “se ha acordado de su misericordia”; “su misericordia se extiende de generación en generación”. María se siente beneficiada por la misericordia, el testimonio privilegiado de ella. En ella la misericordia de Dios no actuó como perdón de los pecados, sino como preservación del pecado.

Dios ha hecho con ella, decía santa Teresita del Niño Jesús, lo que haría un buen médico en tiempo de epidemia. Él va de casa en casa a curar a quienes contrajeron la enfermedad; pero si hay una persona a quien quiere particularmente, como la esposa o la madre, hará de manera, si puede, de evitarle incluso el contagio. Y así ha hecho Dios, preservando a María del pecado original por los méritos de la pasión del Hijo.

Hablando de la humanidad de Jesús, san Agustín dice: “¿Por qué motivo la humanidad de Jesús mereció ser asumida por el Verbo eterno del Padre en la unidad de su persona?”. ¿Cuál era su obra buena anterior a esto? ¿Qué había hecho antes de este momento, qué había creído, o pedido, para ser elevada a tal inefable dignidad? Y añadía además: “Busca el mérito, busca la justicia, reflexiona, y mira si encuentras algo que no sea gracia” [16].

Estas palabras arrojan una luz singular también sobre la persona de María. De ella se debe decir, con más razón: ¿Qué había hecho María para merecer el privilegio de dar al Verbo su humanidad? ¿Qué había creído, pedido, esperado o sufrido, para venir al mundo santa e inmaculada? ¡Busca, también aquí, el mérito, busca la justicia, busca todo lo que quieras y mira si encuentras en ella, al inicio, otra cosa que gracia, o sea misericordia!

También san Pablo no cesará, durante toda su vida, de considerarse como un fruto y un trofeo de la misericordia de Dios. Se define “uno que ha obtenido la misericordia del Señor” (1 Cor 7, 25). No se limita a formular la doctrina de la misericordia, sino que se convierte en un testigo viviente: “Yo era un blasfemador, un perseguidor y un violento. Pero conmigo ha sido usada la misericordia”  (1 Tim 1, 12).

María y el Apóstol nos enseñan que el mejor modo de predicar la misericordia es dar testimonio de la misericordia que Dios ha tenido con nosotros. Sentirnos también nosotros frutos de la misericordia de Dios en Cristo Jesús, vivos solamente gracias  a ella.

Un día Jesús sanó a un pobrecillo poseído por un espíritu inmundo. Este quería seguirlo y unirse al grupo de los discípulos; Jesús no se lo permitió pero le dijo: “Ve a tu casa, ve a los tuyos, cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido misericordia de ti” (Mc 5,19 s.).

María que en el Magníficat glorifica y agradece a Dios por su misericordia hacia ella, nos invita a hacer lo mismo en este Año de la Misericordia. Nos invita a hacer resonar cada día su cántico en la Iglesia, como el coro que repite un canto detrás de la solista. Por lo tanto, me permito de invitarles a proclamar juntos, de pie, como oración final en el lugar de la antífona mariana, el cántico a la misericordia de Dios que es el Magníficat. “Mi alma glorifica al Señor...”.

Santo Padre, venerables padres, hermanos y hermanas: ¡Feliz Navidad y Feliz Año de la Misericordia!

 

El cardenal Parolin celebra una misa de Navidad con toxicodependientes

La celebración será el próximo martes 22 de diciembre en el Centro Italiano de Solidaridad ‘don Mario Picchi’ en Roma. Estarán también presentes algunos refugiados

Será una Navidad especial para los toxicodependientes y sus familiares, del Centro Italiano de Solidaridad ‘don Mario Picchi’ de Roma. El martes, 22 de diciembre, el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, presidirá la misa de Navidad del Jubileo de la Misericordia. Además, en la celebración participarán también algunos refugiados acogidos en este centro.

“Nos honra y estamos felices por nuestros chicos --subraya el presidente del Ceis, Roberto Mineo-- porque el primer colaborador del papa Francisco haya querido festejar la Navidad junto con tantas personas que luchan cada día por salir de numerosas formas de dependencia, en concreto la de la droga. Será una ocasión también para despedir a los que han terminado el recorrido de rehabilitación en nuestro centro y que han vuelto a la vida”.

En más de 45 años de actividad, el Ceis ha acogido varias veces al beato Pablo VI y a san Juan Pablo II. Fundado por don Mario Picchi a finales de los años ‘60, el Centro se ha desarrollado notablemente a lo largo de los años con numerosas estructuras tanto en Roma como en la provincia: de la comunidad terapéutica para toxicodependientes, al cuidado de jóvenes con doble diagnóstico (toxicodependientes y problemas psiquiátricos); de la asistencia a domicilio a enfermos de Sida y ancianos, hasta iniciativas a favor de las personas sin hogar, inmigrantes, refugiados y solicitantes de asilo político. Asimismo,  próximamente abrirán la comunidad “La Casa” para pacientes psiquiátricos dados de alta en hospitales.

 

La ONU adopta una resolución para bloquear la financiación del Estado Islámico

Ban Ki-moon denuncia que el grupo terrorista maneja una economía multimillonaria en los territorios bajo su control

El Consejo de Seguridad de la ONU adoptó por unanimidad una nueva resolución que impondrá un cerco financiero al autodenominado Estado Islámico (Daesh, por su acrónimo en árabe), así como otras medidas para luchar contra la organización terrorista.

La resolución número 2253, auspiciada por la Federación Rusa y Estados Unidos, se aprobó este jueves en el marco de una reunión de ministros de Finanzas presidida por el secretario del Tesoro norteamericano, Jack Lew.

La iniciativa trata de evitar que los yihadistas se lucren a través de actividades ilícitas y, de una manera coordinada, cortarles el acceso a los canales para comprar armas, sistemas de comunicación y otro tipo de equipamiento.

Al dirigirse a los presentes antes de la votación, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, reconoció los retos que implica la tarea, tomando en cuenta que los terroristas se aprovechan de las debilidades de los regímenes de finanzas y de regulación a la hora de recaudar fondos.

“Hoy, Daesh maneja una economía multimillonaria en territorios bajo su control. Los terroristas de Daesh logran dinero con el comercio de crudo, la extorsión, los envíos de efectivo no detectados, los rescates en secuestros, el tráfico de personas y armas y los sobornos”, dijo Ban Ki-moon.

“Ellos evitan los canales formales para evadir la detección y explotan nuevas técnicas y herramientas para transferir recursos y han logrado forjar vínculos destructivos y muy rentables con los carteles de las drogas, entre otros representantes del crimen organizado”, añadió el titular de la ONU.

Por su parte, el Secretario del Tesoro de Estados Unidos urgió a los países a utilizar las medidas incluidas en la resolución y las herramientas que se han creado durante los últimos 14 años para que el mundo esté mejor protegido de Daesh y de otras organizaciones terroristas.

El propósito es doble. Por un lado, se quiere ejercer presión sobre las líneas de ingresos de las organizaciones fundamentalistas y sus afiliados. Por otro, pretende aislarlos del sistema financiero internacional para así mermar su capacidad para mover el dinero fuera de su territorio de control en Irak, Siria, Yemen y Libia. Y esto, al tiempo que se identifican los diferentes canales que utilizan para lucrarse.

Los extremistas obtienen unos 80 millones de dólares al mes, pero los bombardeos aéreos rusos y de la coalición encabezada por los estadounidenses sobre las instalaciones petroleras bajo su control han afectado a las finanzas de la organización radical.

Casi la mitad de los ingresos de Daesh proceden de la extorsión y de propiedades robadas, un 43 por ciento de las ventas de petróleo y el resto del contrabando de drogas, venta de electricidad y donaciones, según diferentes analistas financieros internacionales.

Estados Unidos trabajó las últimas semanas mano a mano con Rusia en la redacción de un texto técnico de 28 páginas para incorporar sus ideas. La resolución toma como base la que se adoptó en 1999 para combatir las fuentes de financiación de la red terrorista Al Qaeda y su líder Osama bin Laden. La nueva resolución amplía el foco del régimen de sanciones e identifica al autodenominado Estado Islámico como una estructura terrorista separada.

El Comité de Sanciones, compuesto por los 15 países del Consejo de Seguridad de la ONU, podrá ahora congelar los bienes, prohibir los viajes y la adquisición de armas a personas y entidades vinculadas al autodenominado Estado Islámico.

Las Misioneras de la Caridad celebran la próxima canonización de la Madre Teresa

La portavoz de la congregación religiosa reconoce que están muy felices y agradecidas por el anuncio de que su fundadora será declarada santa

Las Misioneras de la Caridad han manifestado su alegría al conocer este viernes que su fundadora, la beata Teresa de Calcuta, subirá a los altares el próximo año. “Estamos muy felices y agradecidas. Conocimos la noticia esta mañana”, ha afirmado la portavoz de la congregación, la hermana Christie, desde la casa central en la India. Además, la religiosa ha asegurado que todo les ha llegado algo de imprevisto y aún no saben qué harán para celebrar el anuncio.

El papa Francisco firmó ayer en el Vaticano el decreto que autoriza la canonización de la Madre Teresa, según ha confirmado la Oficina de Prensa de la Santa Sede en un comunicado. 

Ante la noticia de que la fundadora de las Misioneras de la Caridad será proclamada santa, los medios de comunicación indios han realizado desde primera hora de la mañana una amplia cobertura.

Agnes Gonxha Bojaxhiu nació en la actual Macedonia el 20 de agosto de 1910 y falleció en la India en 1997 después de dedicar su vida a los más pobres. El papa Juan Pablo II la declaró beata en 2003.

Se podría decir que el proceso de canonización de la Madre Teresa empezó en la India, el mismo día de su muerte. Millones de personas acompañaron sus restos mortales por las calles de Calcuta y jefes de Estado de todo el mundo acudieron a su funeral.

Su herencia son las 4.500 religiosas que todavía hoy siguen cuidando a las víctimas de la “cultura del descarte”: los hambrientos, los desnudos, los que no tienen hogar, los lisiados, los ciegos, los leprosos, toda esa gente que se siente inútil, no amada, o desprotegida, hombres y mujeres que se han convertido en una carga para la sociedad y que son rechazados por todos. 

 

Beato Urbano V - 19 de diciembre

«Elegido pontífice siendo monje, sin haber ostentado antes una alta misión eclesial. Fue un gran pacificador y defensor de la unidad de la Iglesia en una época difícil marcada históricamente por las reservas contra el papado»

Vino al mundo hacia el año 1310 en la fortaleza familiar de Grizac perteneciente al actual Lozère, Francia. Sus padres eran creyentes y le inculcaron los principios cristianos. Se formó en Montpellier y en Toulouse. Sus aptitudes y excepcional inteligencia le abrían las puertas de la universidad para impartir derecho, pero ya había decidido cuál iba a ser su forma de vida: la monástica. Ingresó en la abadía benedictina de Chirac siendo un adolescente de 12 años, con el agrado de sus padres, confiados porque su prior era miembro de la familia, aunque el paso del futuro pontífice por ella fue breve.

Partió a Marsella a la abadía de Saint-Victor, y allí emitió sus votos. Después de su ordenación, que se produjo en Chirac, y teniendo el doctorado en derecho canónico, impartió clases en Toulouse, Montpellier, París y Avignon. En 1349 fue vicario general en Clermond. Tres años más tarde el papa Clemente VI le encomendó la abadía de San Germán de Auxerre, y en 1357 hizo lo propio con Uzès. Guillaume se mantuvo al frente de esta misión hasta que en 1361 Inocencio VI lo nombró abad de San Víctor. Eso da idea de la confianza y aprecio de los pontífices que vieron en él sus virtudes y fidelidad a Cristo y a su Iglesia, unido a su excelente formación intelectual.

A los demás tampoco les pasó desapercibido que estaban ante un hombre de oración, obediente y humilde, cuyo único afán era ser santo. Tenía la gracia de saber llegar al corazón de la gente; ricos y pobres le buscaban para recibir sus sabios consejos. En ese momento la situación política no era favorable al papado. Desde principios del siglo XIV la sede del pontífice se hallaba en Avignon donde los sucesivos papas se habían visto obligados a recluirse huyendo de las tropelías que se consumaban en Roma. El futuro beato medió en varias cuestiones difíciles de esta índole por indicación de Clemente VI, y luego a requerimiento de Inocencio VI mostró su capacidad de disuasión y dotes diplomáticas.

Cuando este último papa murió en 1362, Guillaume era nuncio de Nápoles, y fue elegido para sucederle pese a que no era más que un humilde abad. Tan hondo era su anhelo de alcanzar la santidad que al ser elevado a esta suprema Cátedra de Pedro, eligió el nombre de Urbano que también llevaron otros predecesores porque apreció en todos ellos rasgos de santidad; fue el quinto pontífice que lo escogía. La ceremonia de consagración se efectuó en Avignon. Llevando consigo el espíritu monástico, desechó lujos y prebendas en su entorno dando ejemplo con su vida de una edificante austeridad a todos los niveles.

En abril de 1367 pudo regresar a Roma, previa escala en Génova y en Viterbo, una vez que el cardenal español Albornoz pudo restaurar la paz en los estados pontificios, misión por la que llevaba luchando desde 1353. En los tres años que residió en la Ciudad Eterna actuó con firmeza reformando el clero, cercenando de raíz cualquier ápice de ostentación. Y, por supuesto, iba a la cabeza de todos viviendo con espíritu monástico: frugalidad en su alimentación, ayunos varias veces por semana, y mínimo descanso, entre otros signos. Se ha dicho de él: «Solamente desahogaba su corazón en Dios, solamente tenía sus pensamientos en Dios, y se consagraba por entero a su servicio».

Era un esteta, amante de la belleza del arte y de la liturgia; fue un gran impulsor de los creadores en amplio espectro. Promotor de la cultura, fundó universidades, puso en marcha centros de estudio con acceso para todos, aunque no tuvieran recursos, disponiendo becas para estos casos porque sabía, y así lo subrayaba, que la formación es necesaria para todos; sean cuales sean las circunstancias personales de cada uno, la utilidad de lo aprendido es incuestionable. Es más veía el carácter vehicular de la ciencia por cuanto ayuda a vivir la virtud. Se ocupó de atender las necesidades de los pobres, combatió la simonía, así como distintas corrientes heréticas, defendió la autonomía del papado frente a las injerencias de los monarcas, actuó con mano firme contra la usura, y condujo a la práctica de los sacramentos a millares de personas. Fue un hombre de paz, un ardiente apóstol que evangelizó gran parte de Europa dando el salto a Mongolia y a China, contando con la ayuda de órdenes mendicantes.

Excelente estratega y conciliador logró la conversión del emperador bizantino Juan V Paleólogo. Cuando retornaron los conflictos políticos entre Francia e Inglaterra, vio oportuno abandonar Roma (Italia se hallaba a merced de los insurgentes), y regresar a Avignon confiando en que podría mediar entre los regentes de ambos países. Santa Brígida, que lo abordó en las inmediaciones del lago de Bolsena, vaticinó que esta decisión supondría su muerte. Y así fue. Partió el 5 de septiembre de 1370, y falleció el 19 de diciembre de ese año. No pudo ver cumplido el sueño que plasmó en la encíclica que había promulgado esa misma primavera: «¡Oh!, si Dios nos concediera la gracia de que, durante nuestro pontificado, la Iglesia Latina y la Iglesia de Oriente pudieran reunificarse, después de haber estado tanto tiempo separadas, cerraríamos con gusto nuestros ojos a la luz y entonaríamos el cántico del viejo Simeón ‘Nunc dimittis, Domine’ (Ahora, Señor, puedes dejar que tu siervo se vaya en paz)». Fue beatificado el 10 de marzo de 1870 por Pío IX.