Para el profesor de Ingeniería Química y Ambiental de la Universidad Rey Juan Carlos, Pablo Martínez Anguita, la encíclica Laudatio Sí nos hace más humanos y «más conscientes del don que es vivir en este planeta único y a hacerlo con más autoconciencia, intensidad y sentido de la justicia. Crecer en esta experiencia tras rumiar el documento papal «abre un horizonte total —subraya Anguita—, en el sentido de que no habla de naturaleza sin dejar de relacionarlo con todo lo demás: economía, política o matrimonio». Todo ello nos lleva a «salir al mundo a trabajar  con todos los que luchan por la justicia y la belleza aportando esta conciencia esperanzadora», concluye el profesor, con años promoviendo, con su mujer, también profesora universitaria, el cuidado del medio ambiente en diversos foros.

-¿Qué consecuencias prevé que tendrá la encíclica del Papa Laudato Si?

Por una parte yo creo que la encíclica va a abrir un horizonte apostólico ecuménico y solidario para los católicos.  El mundo ya no es un escenario neutro de las relaciones entre los hombres y, por lo tanto, esta toma de conciencia de la creación como espacio moral con dignidad propia nos replanteará a los católicos. Surgirán nuevos movimientos o instituciones y los existentes articularán respuestas a los restos planteados por el Papa. Esta encíclica y su invitación al cuidado nos hará más humanos, nos ayudará a dar más gracias, a ser más conscientes del don que es vivir en este planeta único  y a hacerlo con más autoconciencia, intensidad y sentido de la justicia. Por otra parte la encíclica  se dirige a todos los hombres de buena voluntad más allá de su religión. En este sentido, espero que tenga una influencia directa y concreta en los compromisos internacionales. Por último esta encíclica abre un horizonte de cooperación con sectores sociales  que nunca se han planteado tener nada en común con la Iglesia. Ahora el cuidado de nuestra casa común es tarea de todos y con todos salimos a trabajar.

-¿Qué es lo que más le llamó la atención del documento?

El Papa habla siempre de creación e interrelación. Hay esperanza porque la creación lleva el sello de su autor y en ella el ser humano tiene sentido, es su custodio. No somos ciego azar problemático. Somos amados y la belleza que emana de la naturaleza  es interpretada como signo de esperanza y amor de Padre, compañía del Hijo por quien todo fue hecho y aliento del espíritu. El Papa señala graves problemas reales a los que estamos todavía ciegos pero al mismo tiempo  “transforma” la naturaleza y su debido cuidado en hogar, en el lugar del afecto y el cuidado, en el que nuestra identidad se vuelve fecunda por ser amados gratuitamente. Así es posible salir al mundo a trabajar  con todos los que luchan por la justicia y la belleza aportando esta conciencia esperanzadora. Desde este hogar en el que todo está relacionado se entiende que la ecología nos habla también de los otros hogares, el familiar  y el comunitario. Todo está relacionado. La naturaleza nos lleva a Dios, y Dios al prójimo y el prójimo a la naturaleza en un todo único con sentido que a su vez es frágil y se rompe por los modelos de desarrollo tecnocráticos que reducen la vocación al empleo y la naturaleza y el otro de don a mercancía. Me llama la atención la coherencia interna de la propuesta del Papa porque abre un horizonte total, en el sentido de que no habla de naturaleza sin dejar de relacionarlo con todo lo demás: economía, política o matrimonio. Las tres dimensiones de las relaciones humanas (los demás, la creación y Dios, además de uno mismo) tienen un proyecto común y un método el cuidado.

-En su opinión, ¿a qué se debe que arremetieran contra ella un sector de economistas y empresarios católicos norteamericanos?

Para algunos autores las críticas del Papa al modelo imperante, incluso su llamada a decrecimiento o  tomar por válidas (al menos desde un principio de precaución) los grandes consensos científicos ambientales, ponen en peligro el bienestar de sus sociedades. Para esto críticos cuyos argumentos a mi juicio son legítimos aunque no los comparta, la Iglesia necesita profundizar en su clarificación. El salto dado por el Santo Padre con su encíclica es grande. Ahora no podemos ser católicos acomodados en una creación que languidece y el horizonte al que nos llama,  que en concreto es a “redefinir el progreso”, es una tarea no exenta de riesgos en la cual hay mucho que ganar pero también que perder si no se hace bien. ¿Cómo superar la pobreza con un modelo diferente al imperante? ¿Qué cosas deben cambiarse? El Papa abre un debate, no lo cierra o condena, y entiendo la “prudencia” de muchas personas que sólo perciben amenazas en los cambios. Pero al mismo tiempo el amor de Dios sopla. Estoy seguro de que veremos cambios y nuevos modelos originales que irán triunfando por su humanidad, debida a esa inspiración del Espíritu, y que serán adoptados precisamente por dichas personas críticas, pero deben surgir para facilitar el cambio de modelo o para mejorarlo en aquello que puede funcionar mejor.

-¿Deberían los obispos acometer actuaciones determinadas para sensibilizar a los católicos?

Por supuesto. Como ha mencionado la Conferencia Episcopal con humildad, lo primero es “cogerle el paso al Papa”. Francisco nos propone la misma letra pero con una nueva música que entienden muchas personas que no pertenecen a la Iglesia mejor que nosotros mismos. Tenemos que aprender a bailar con este nuevo ritmo para llevar nuestra melodía, y lo primero que están haciendo los obispos es pedir una conversión ecológica. Ahora nos toca la tarea de vivir y entender qué significa esto en nuestra vida y en la vida de la Iglesia, y lo podemos hacer dando pasos. No es tanto una cuestión de sensibilización como de madurez y autoconciencia de lo que es el don de la vida y la creación por parte de pastores y fieles en la Iglesia. Hemos vivido religiosamente en un palacio sin pararnos a pensar que  el palacio inspira agradecimiento y mucho cuidado. Ser consciente de ello nos abrirá a todos a vivir la fe en una mayor plenitud y acogida. Ahora cuando un pájaro cante en la ventana un tú-tú-tú nos será más fácil intuir que detrás de cada tú hay una última llamada de afecto. Si lo entendemos, si apreciamos más lo que nos rodea será más fácil vivir la fe, todo será presencia de Aquel que no hizo, “percibir a cada criatura cantando el himno de su existencia es vivir gozosamente en el amor de Dios y la esperanza (Encliclica Laudato Sí, 85)

-Por tanto, ¿espera que el sector católico deseche los prejuicios de considerar el cuidado de la naturaleza como una lucha de ecologistas de izquierdas y antisistemas?

Claro, el Papa nos ha abierto a católicos, ecologistas y antisistemas un espacio de encuentro, pero también a capitalistas y anticapitalistas, a izquierdas y derechas. Si te sientas a mirar una bella puesta de sol en un bosque y te emocionas por lo bonito que tienes delante, y a tu lado hay una persona que pertenece a un “ismo” político o religioso diferente al tuyo, en ambos tenderá a surgir una conmoción y un agradecimiento por estar ahí, por la belleza, por la tierra, y esa conmoción, ese agradecimiento une más que cualquier ideología. Nuestra fe tan solo abre un horizonte mayor. Puedes decirle a la persona que está a tu lado: «Mira si quieres dar las gracias puedes hacerlo porque yo te aseguro que lo que tú ahora percibes, esta belleza, esto que te invita a cuidar lo que ves y a las personas, este deseo de justicia hacia los pobres, es una llamada de Amor inscrita en la naturaleza que nos toca el corazón de un modo innegable, para que más allá de lo que entendamos racionalmente o de nuestras posiciones, tu y yo ganemos conciencia de que somos hermanos. Y eso vale más que nuestras diferencias».

El Papa empieza hablando de naturaleza con realismo, pero a todos  nos la descubre como creación. Y esto puede cambiar el mundo y nuestras relaciones.