Servicio diario - 14 de enero de 2016


 

El Papa en Sta. Marta: 'la fe no se aprende en los libros' 

En la homilía de este jueves, el Santo Padre recuerda que un pueblo que se aleja de Dios termina derrotado, pero la fe es siempre nuestra victoria 

La fe vence siempre porque transforma en victoria también la derrota, pero no es algo “mágico”, es una relación personal con Dios que no se aprende en los libros porque es un don de Dios, un don que hay que pedir. Así lo ha explicado el papa Francisco esta mañana, en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.

La primera lectura del día, del Libro de Samuel, cuenta la derrota del Pueblo de Dios a manos de los filisteos: “la masacre fue muy grande”, el pueblo perdió todo, incluso la dignidad. Por eso, el Papa se ha preguntado: ¿qué ha llevado a esta masacre?” El pueblo, ha respondido, “lentamente se había alejado del Señor, vivía mundanamente, también con los ídolos que tenía”.

Se dirigían al Santuario de Siló, pero “como si fuera una costumbre cultural: había perdido la relación filial con Dios. ¡No adoraban a Dios! Y el Señor les dejó solos”, ha explicado Francisco. El pueblo usa incluso el Arca de Dios para vencer la batalla, pero como si fuera una cosa “un poco mágica”. En el Arca --ha recordado el Santo Padre-- estaba la Ley, la Ley que ellos no cumplían y de la que se habían alejado. Así, Francisco ha advertido que ya no había “una relación personal con el Señor” y que “habían olvidado al Dios que les había salvado”. Y son derrotados, 30 mil israelitas asesinados, el Arca de Dios es tomada por los filisteos, los dos hijos de Elí, “esos sacerdotes delincuentes que se aprovechaban de la gente en el Santuario de Siló” mueren. Una derrota total, tal y como ha observado el Papa. Por eso, ha advertido de que “un pueblo que se aleja de Dios termina así”. Tiene un santuario, pero el corazón no está con Dios, no sabe adorar a Dios: “Cree en Dios, pero un Dios un poco brumoso, lejano, que no entra en tu corazón y tu no obedeces a sus mandamientos. ¡Esta es la derrota!”

Sin embargo, tal y como ha explicado el Pontífice, el Evangelio del día nos habla de una victoria. Francisco lo ha explicado así: “En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas --un gesto de adoración-- y le dijo: ‘Si quieres, puedes limpiarme’. Desafía al Señor diciendo: ‘Yo soy un derrotado en la vida --el leproso era un derrotado porque no poder hacer vida social, era siempre ‘descartado’, dejado de lado-- ¡pero tú puedes transformar esta derrota en victoria! Es decir: ‘Si quieres, puedes purificarme’. Delante de esto Jesús tuvo compasión, extendió su mano, lo tocó y le dijo: ‘Quiero, queda limpio’. Así, simplemente: esta batalla ha terminado en dos minutos con la victoria; la otra, todo el día, con la derrota”. Este hombre --ha observado el Papa-- tenía algo que lo empujaba a ir donde Jesús y lanzarle ese desafío. ¡Tenía fe!

Asimismo, ha recordado que el apóstol Juan dice que la victoria sobre el mundo es nuestra fe. “Nuestra fe vence, siempre”, ha exclamado.

Al respecto, el Santo Padre ha afirmado que “la fe es victoria". Los derrotados de la Primera Lectura --ha señalado el Papa-- rezaban a Dios, llevaban el Arca, pero no tenían fe, la habían olvidado. Este tenía fe y cuando se pide con fe, Jesús mismo dijo que se mueven las montañas. Somos capaces de mover una montaña de una parte a otra: la fe es capaz de hacer esto. Y Jesús mismo nos lo ha dicho, ha recordado Francisco: “‘Cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre, os será dada. Pedid y se os dará, llamad y se os abrirá’, pero con fe. Y esta es nuestra victoria”.

Al finalizar la homilía, el Santo Padre ha exhortado a pedir al Señor “que nuestra oración tenga siempre esa raíz de fe, nazca de la fe en Él. La gracia de la fe: la fe es un don. No se aprende en los libros. Es un don que te da el Señor, pero pídelo: ‘Pido Señor, ayuda a mi poca fe’ La oración con la fe… y es sanado. Pidamos al Señor la gracia de rezar con fe, de estar seguros de que todo lo que le pedimos nos será dado, con esa seguridad que nos da la fe. Y esta es nuestra victoria: ¡nuestra fe!”.


Texto traducido y adaptado de Radio Vaticano

 

El Vaticano acoge dos familias de refugiados procedentes de Siria y Eritrea

Las parroquias de Santa Ana y la Basílica de San Pedro respondieron al llamamiento del Santo Padre para acoger refugiados

Ante la crisis migratoria que se está viviendo en Europa, el papa Francisco, en el ángelus del 6 de septiembre de 2015, pidió a las parroquias, a las comunidades religiosas, a los monasterios y a los santuarios de todo el continente acoger a familias de refugiados, en preparación al Jubileo de la Misericordia. En ese mismo momento anunció que así lo iban a hacer en los próximos días en las dos parroquias del Vaticano, Santa Ana y la Basílica de San Pedro.

Pocos días después, el 19 de septiembre, la familia de refugiados siria, formada por padre, madre y dos hijos, hospedada por la parroquia vaticana de San Ana en una casa cercana a San Pedro, quiso dar las gracias personalmente al Santo Padre por la acogida recibida. De este modo, esa mañana, la familia fue a Santa Marta acompañados por el limosnero pontificio, monseñor Konrad Krajewski, para visitar al papa Francisco y desearle buen viaje, ya que ese día iniciaba su visita apostólica a Cuba y Estados Unidos.

Ahora se ha dado a conocer la situación de la familia acogida por la parroquia de la Basílica de San Pedro, a la que han hospedado en un apartamento en la zona de la Via Gregorio VII. Se trata de una familia eritrea, compuesta por madre con cinco hijos; 3 están en el apartamento con ella y dos están aún Etiopía en un campo de refugiados. La comunidad de San Egidio está trabajando para que lleguen a Italia a finales de mes o en las próximas semanas. El hijo más pequeño, de apenas unos meses, nació en Noruega, donde llegó la familia y desde donde se la envió a Italia por la Convención de Dublín. Además, en este mismo apartamento, vive una amiga de la mujer, una joven eritrea con su hijo.

 

El Vaticano organiza una tarde de circo para los sin techo

La Limosnería Apostólica ha preparado una visita en Roma para que los más necesitados puedan disfrutar de la belleza de este espectáculo

Pobres, sin techo, refugiados, un grupo de presos, las personas más necesitadas junto con un grupo de voluntarios, podrán disfrutar esta tarde de un espectáculo en el circo. Un nuevo gesto de cercanía del Santo Padre, a través de la Limosnería Apostólica, hacia los más olvidados de la sociedad. El Rony Roller Circus ha dejado a disposición los 2 mil puestos para este evento de caridad.

El espectáculo --indica una nota difundida por la Limosnería Apostólica-- se abrirá con una canción dedicada al papa Francisco y compuesta por un cantautor español, también él un sin techo. “Se convertirá en una oración de inicio y a la vez una acción de gracias al Santo Padre por este nuevo gesto de cercanía con cada uno de ellos”, explica la nota.

Asimismo, se recuerda que precisamente durante una audiencia general de enero del año pasado, el Pontífice se dirigió con estas palabras a las personas que trabajan en el circo: “la gente que hace espectáculo en el circo crea belleza, son creadores de belleza. Y esto hace bien al alma. ¡Cuánta necesidad tenemos de belleza!” Por tanto, este don ofrecido por los artistas del circo --prosigue-- que con constancia, compromiso y tantos sacrificios consiguen crear y donar belleza a sí mismos y a los otros, podrá convertirse también para nuestros hermanos más pobres en un aliento para superar las asperezas y las dificultades de la vida que tantas veces parecen demasiado grandes e insuperables.

Finalmente, la Limosnería Apostólica ha informado que además, durante el desarrollo de todo el evento de caridad, los asistentes tendrán la posibilidad de ser visitados y asistidos por médicos y enfermeras mandados por los Servicios Sanitarios del Vaticano con la caravana y las ambulancias del Autoparco Vaticano. Asimismo, al concluir el espectáculo se les ofrecerá un pequeño almuerzo.

 

Posibilidad y límites del arte en internet

Una manera distinta de concebir el arte y todo lo que éste implica tanto para el artista como para quien lo contemplará

La cuestión que aquí nos planteamos no es una simple disquisición especulativa pues toca algo demasiado práctico: una manera distinta de concebir el arte y todo lo que éste implica tanto para el artista como para quien lo contemplará.

Al centro están, por tanto, la posibilidad y el límite del arte en internet. Distinguimos desde el inicio dos conceptos: «art on line» y «on line art».

1. «Art on line»

Por «art on line» entendemos el simple migrar a la webde las obras artísticas ya existentes, un hecho prácticamente generalizado por cuanto toca a los grandes museos[1] y colecciones de arte. En esta categoría también se puede considerar, por un lado, una especie de «sociología artística on line»: qué hay, de dónde, qué calidad tiene, qué falta, etc.; y, por otro, una biblioteca[2] de recursos en línea que ayuda a entender mejor eso que previamente estaba en los museos físicamente visitables. «Art on line», por tanto, viene a ser un simple espejo de lo que podemos encontrar en las galerías artísticas. No es en esta concepción la que queremos tratar.

2. «On line art»

Por «on line art» podemos entender toda esa producción artística específicamente concebida, realizada y accesible exclusivamente en internet. Ciertamente esto nos pone ante el reto de justificar que eso que se pone en la web es arte y ante tal dificultad lo primero que se tiene que hacer es no cerrarse de antemano a una posibilidad de este tipo.

Internet es hoy en día un ambiente y, así considerado, supone un ámbito nuevo en el que el espíritu humano canaliza su actividad productiva con finalidad comunicativa e impronta estética. Siendo el arte, además, reflejo de la cultura y estando ésta marcada en los tiempos que corren por lo digital, no parece forzado considerar la webcomo un lugar distinto para expresar artísticamente ideas, emociones o una visión del mundo mediante recursos hasta hace pocos años no académicamente considerados. Por otra parte, esto es ya un hecho.

Hay artistas que crean para la web y que en la webexhiben su trabajo:http://www.artonline.it/,http://www.elartistaonline.com/http://www.arte-online.net/o Pawel-Kuczynski (http://www.pawelkuczynski.com) son sólo cuatro ejemplos de entre una multitud de casos que se podrían referir.

3. Posibilidades

Partimos, por tanto, de una realidad constatable: hay personas que hacen «on line art». Esto puede individuarse según categorías distinguibles de entre las cuales la literatura es posiblemente la más longeva pues se remonta a la existencia misma de los blogs allá por el año 1997.

Actualmente la sectorización de los blogs o bitácoras es todo un mundo en sí mismo pero en su génesis estuvieron vinculados a un género literario tan particular como el autobiográfico de los diarios o al del periodismo: dos géneros que en la historia de la literatura han gozado del favor del público y así de una buena salud[3].

La mundialización de internet y la colocación de la imagen al centro de las interacciones supuso un «boom» para la fotografía pero no sólo para ella. Fue así como plataformas al estilo FlickrPinterest y, más recientemente,Instagram, se fueron convirtiendo en auténticas galerías digitales con miles de verdaderas obras artísticas en el campo de la fotografía.

El así llamado «séptimo arte», el cine, encontró una extensión telemática en YouTubeVimeo y Netflix. Que en fechas recientes se esté produciendo tanto cine como televisión específicamente para la web (piénsese en la serie «The confession[4]», por poner sólo un caso) es algo sintomático. Otro tanto puede decirse del sonido con plataformas como SoundCloud[5].

La aparición de dispositivos digitales (i-Padi-Pod,Google Glass o el  iWatch), aunado a un creciente consumo[6] de laweb por medio de ellos, supone dar un paso más adelante y plantearnos aquí qué suponen para el «on line art».

Si el arte implica un lenguaje y cada uno de los ejemplos antes referidos privilegia alguno (el texto, la imagen, el video, el sonido), ¿no es más bien un reto para el incipiente «on line art» esta variedad de nuevas puertas de acceso a las creaciones artísticas? Ya hay quienes han pensado en esta dificultad –ciertamente no por una preocupación por el arte[7]– y la respuesta ha sido el «lenguaje transmedia[8]»: se trata de una modalidad que integra las particularidades antes dispersas y termina enfatizando todavía más el factor «experiencial».

Así las cosas, el «on line art» supone considerar la web tanto como herramienta de trabajo específica, como resultado de ese trabajo creativo y como ámbito de exposición artística.

Hay, sin embargo, unas particularidades más de la webhodierna que singularizan todavía más el «on line art», al artista, su obra y al auditorio: la interacción y la inmediatez. Estas características pueden ser tanto una posibilidad como un límite.

4. Límites

Que una obra pueda llegar directamente a las personas interesadas es el anhelo de todo artista. Al presente, este anhelo encuentra un cauce generalmente sencillo por medio de las redes sociales que facilitan compartir y, al menos potencialmente, viralizar contenidos. En términos generales esto presenta el beneficio no sólo del alcance sino también de la inmediatez: el artista entra en relación con su público y es éste su primer crítico de arte.

Ahora bien, la dinámica como el público suele interactuar en las redes sociales se reduce en no pocas ocasiones a «me gusta», «+1» o «retuits». Es comprensible que uno que hace «on line art» se vea psicológicamente condicionado por aquello que resulta más popular y que no necesariamente es lo más artístico o lo que en el fondo él quería reflejar. Lo decía un viñetista español desde su cuenta personal de Facebook: «Comparto la portada de un libro y hay casi 100 me gusta. Y mis viñetas no llegan a la docena». Ante este panorama es justo plantearse la pregunta acerca del valor específico de esa característica más universal de la comunicación actual, la interacción, en términos de límite o de oportunidad y no sólo para la disposición personal del artista sino también para los destinatarios del «on line art». Respecto a los segundos el lenguaje transmedia es ya una especie de respuesta que tal vez sólo en un futuro podremos valorar mejor[9].

 Conclusión

Con lo dicho hasta aquí se puede advertir que los límites del «on line art» no son de carácter técnicos sino internos al artista. El valor de la interacción dependerá del grado de madurez de la persona que pone on line su propia creación artística, sabe qué quiere con ella y conoce hacia dónde la quiere llevar.

 

 

[1] De acuerdo a los datos del  «Informe Mundial de la Cultura 2013» de la UNESCO y estudios del Themed Entertainment Association, los 10 museos más visitados por personas (físicamente presentes en ellos) fueron: 1) Louvre (Francia:http://www.louvre.fr/), 2) Museo Nacional de Historia Nacional (Washington, USA: http://www.mnh.si.edu/); 3) Museo Nacional del Aire y del Espacio (Washington, USA:http://www.airandspace.si.edu/); 4) Museo Metropolitano de Arte (Nueva York, USA: http://www.metmuseum.org/); 5) Museo Británico (Londres, Gran Bretaña: http://www.britishmuseum.org/); 6) Tate Modern (Londres, Gran Bretañahttp://www.tate.org.uk/); 7) Galería Nacional (Londres, Gran Bretaña: http://www.nationalgallery.org.uk/); 8) Museos Vaticanos (Ciudad del Vaticano: http://www.mv.vatican.va/); 9) Museo Americano de Historia Natural (Nueva York, USA: http://www.amnh.org/; 10) Museo de Historia Natural (Londres, Gran Bretaña:http://www.nhm.ac.uk/). Como se puede advertir, todos tienen una web de referencia.

[2] Al respecto es especialmente interesante el proyecto «Oxford Art on line» (http://www.oxfordartonline.com/) de la Universidad de Oxford.

[3] Con el crecimiento exponencial de Twitter ha nacido incluso la así llamada «Twitteratura» (véase al respecto Jorge Enrique Mújica, «Twitter, de experiencia literaria a twitteratura religiosa»,Evangelidigidalizacion.blogspot.com, 11 septiembre 2011, enhttp://evangelidigitalizacion.blogspot.it/2011/09/twitter-de-experiencia-literaria.html). Existen en la web proyectos específicos que giran en torno a este concepto. Es el caso de http://www.twletteratura.org/.

[4] Cf. Cristina Abad Cadenas, «The Confession», aceprensa.com, 7 mayo 2013, enhttps://www.aceprensa.com/articles/confession/.

[5] Por citar tres casos concretos relacionados con el mundo de la música: Alex Bervoets (https://soundcloud.com/alexbervoetsmusic), Mario Viñuela (http://www.mariovinuela.com/) o Johannes von Ballestrem  (http://www.johannesballestrem.de/).

[6] Véase, por ejemplo, Aaron Smith, Pew Research Center, «U.S. Smartphone Use in 2015», 1 abril 2015, enhttp://www.pewinternet.org/2015/04/01/us-smartphone-use-in-2015/ [última consulta: 30.05.2015].

[7] Cf. Enrique Alpañés, «Así será el futuro del porno. Y de todo lo demás»,yorokobu.es, 31 diciembre 2014, enhttp://www.yorokobu.es/pornografia-virtual/.

[8] El término se remonta a 2011 y se atribuye a Jenkis, Henry (cf. «Transmedia 202: Further Reflections», en:http://henryjenkins.org/2011/08/defining_transmedia_further_re.html). Véase también Javier Celaya, «Narrativa transmedia», enhttp://www.dosdoce.com/articulo/opinion/3713/narrativa-transmedia/; y Ma. IsabelRodríguez Fidalgo - Sara Molpereces Arnáiz, «The Inside Experiencia y la construcción de la narrativa transmedia. Un análisis comunicativo y teórico-literario», en http://revistas.ucm.es/index.php/CIYC/article/viewFile/43918/41516.

[9] Al 2015 todavía es posible hacer una distinción entre «nativos digitales» y «migrantes digitales». En un futuro posiblemente no demasiado lejano esto ya no será posible pues la mayoría de la población habrá nacido en un tiempo en que lo digital lo permea todo. Considerando esto, hoy la interacción propia de lo digital suele estar asociada a la dispersión mientras que la contemplación queda ligada a cierta quietud que posibilita la reflexión. Esto toca algo muy concreto: el modo diverso cómo perciben y experimentan el arte los nativos digitales y los migrantes digitales.

 

El Papa a los jóvenes: ‘El Jubileo es la fiesta a la que Jesús invita a todos’

El Santo Padre dirige un mensaje con ocasión del Jubileo de los chicos y chicas de 13 a 16 años, que se celebrará del 23 al 25 de abril

El Jubileo es todo un año en el que cada momento es llamado santo, para que toda nuestra existencia sea santa. Es una ocasión para descubrir que vivir como hermanos es una gran fiesta, la más hermosa que podamos soñar, la celebración sin fin que Jesús nos ha enseñado a cantar a través de su Espíritu. Son palabras del Santo Padre en su Mensaje para el Jubileo de la Misericordia de los jóvenes de 13 a 16 años, que será celebrado del 23 al 25 de abril.

‘Crecer misericordiosos como el Padre’ es el título del mensaje en el que el Santo Padre recuerda a los jóvenes que la “Iglesia está viviendo el Año Santo de la Misericordia, un tiempo de gracia, de paz, de conversión y de alegría que cocierne a todos: grandes y pequeños, cercanos y lejanos”. Asimismo les asegura que “no hay fronteras ni distancias que puedan impedir a la misericordia del Padre llegar a nosotros y hacerse presente entre nosotros”.

De este modo, el papa Francisco les afirma que este tiempo precioso también les atañe a ellos y les invita “a participar en él, a ser protagonistas, descubriendo que sois hijos de Dios”.

El Jubileo es la fiesta a la que Jesús invita a todos, sin distinciones ni excepciones, ha asegurado el Papa. Además, les recuerda que “crecer misericordioso significa aprender a ser valiente en el amor concreto y desinteresado, comporta hacerse mayores tanto física como interiormente”.

El Pontífice también les indica que “vuestra edad es una etapa de cambios increíbles, en la que todo parece posible e imposible al mismo tiempo”. Por eso, les reitera, “permaneced estables en el camino de la fe con una firme esperanza en el Señor. Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra corriente”.

Sin olvidarse de los chicos y chicas que viven en situaciones de guerra, de pobreza extrema, de penurias cotidianas, de abandono, les ha pedido que no pierdan la esperanza, “el Señor tiene un gran sueño que quiere hacer realidad con vosotros”, ha asegurado. Al respecto, les pide que no crean en “las palabras de odio y terror que se repiten a menudo” y que construyan “nuevas amistades”. El Santo Padre les exhorta a ofrecer su tiempo, a preocuparse siempre de quienes les piden ayuda, a ser valientes e ir contracorriente, a ser amigos de Jesús.

Francisco sabe que no todos podrán venir a Roma, por eso les recuerda que “el Jubileo es verdaderamente para todos y se celebrará también en vuestras iglesias locales. Todos estáis invitados a este momento de alegría. No preparéis sólo mochilas y pancartas, preparad especialmente vuestro corazón y vuestra mente”. Asimismo les pide que mediten bien los deseos que presentarán a Jesús en el sacramento de la Reconciliación y de la Eucaristía que celebrarán juntos.

Para concluir su mensaje, el Pontífice les dice que cuando atraviesen la Puerta Santa, recuerden que se comprometen a hacer santa su vida, a alimentarse del Evangelio y la Eucaristía, “que son la Palabra y el Pan de la vida, para poder construir un mundo más justo y fraterno”.

 

“Nuevo Vino, Amor Nuevo”

II Domingo Ordinario

Isaías 62, 1-5: “Como el esposo se alegra con la esposa”

Salmo 95: “Cantemos la grandeza del Señor”

I Corintios 12, 4-11: “Un solo y el mismo Espíritu distribuye sus dones según su voluntad”

San Juan 2, 1-11: “El primer signo de Jesús, en Caná de Galilea”

 

La imagen que nos propone el Papa Francisco para el Año de la Misericordia ya sea la del Buen Pastor llevando en sus hombros a la oveja perdida, o la del Samaritano cargando al hombre herido y abandonado, ha impactado en todos los ambientes. “¿Por qué yo tengo la imagen de un Dios justiciero, exigente y todopoderoso, y hasta cierto punto vengativo?”, me replica un hombre maduro, recto e intransigente en sus deberes y en los de los demás. “Si presentamos a un Dios demasiado bonachón y hasta complaciente, terminaremos por hacerlo cómplice de nuestras maldades”. ¡Cuánto influye la imagen de Dios que se imprime en nuestros corazones! Pero Dios no es ley, no es intransigencia, no es dureza sino el amor. Y hoy las lecturas inician con una imagen aún más preciosa: nos presenta a Dios como el joven enamorado que reconquista y llena de amor y ternura a su novia a pesar de las infidelidades de ella. Es Isaías quien nos abre el panorama a esta bella imagen y San Juan la hace signo y presencia en las bodas de Caná.

Quizás nos cause un poco asombro descubrir  que el primer milagro de Jesús, según San Juan, no sea una resurrección u otro milagro espectacular que inmediatamente suscite la conversión y el seguimiento de todos los pueblos. Un milagro, en comparación de otros, aparentemente sencillo: convertir el agua en vino en la alegría de una boda. Pero San Juan, que es quien nos lo narra, va mucho más allá: descubrir la novedad del amor de Dios que no se encierra ni en purificaciones, ni en prescripciones, sino en la novedad de un amor infinito. El milagro de Caná encierra una variedad enorme de enseñanzas y cuestionamientos a nuestra vida: la manifestación de Jesús, la incipiente fe de los discípulos que apenas comienzan a conocerlo, la dignidad del matrimonio y  la urgencia de dar nueva vida a la relación de las parejas, el profundo significado de la relación matrimonial, pálida metáfora del amor de Dios por su pueblo.

Sin embargo, la novedad del amor del Padre manifestado en Jesús es la urgencia para ese tiempo y para nuestro tiempo.  Resuenan en mi interior las palabras, dulces pero firmes, que María dirige a su Hijo: “No tienen vino”. Es la preocupación de una madre que busca lo mejor para sus hijos. Este “no tienen vino”, hoy se hace muy actual. Si en ese entonces se corría el riesgo del ridículo y el fracaso de una fiesta,  hoy se corre el riesgo de acabar en un mundo loco y sin sentido destruyendo tanto la naturaleza como la vida fraterna entre los hombres. Sí, hoy tenemos que gritar, junto con María, “No tienen vino”, refiriéndonos a la situación de un mundo agotado, desilusionado, física y emocionalmente. Un mundo que se muere de sed, de vacío y de soledad. Un mundo que lo que lo ahoga la  injusticia y que a cada momento parece desbaratarse, porque no ha descubierto ni experimentado a un Dios amor y que no puede dar amor ni vivir en el amor. Desde esta experiencia de Dios amor el mundo se ve diferente.

Las seis tinajas de piedra, agrietadas y secas, que en el simbolismo de Juan podrían significar el fracaso de un pueblo que olvidando el espíritu se ha quedado solo en prácticas externas, pueden  ser un símbolo muy actual también para nosotros. Al perder el amor destruimos la naturaleza y también destruimos al hombre. Y no podemos seguir adormilados sin pensar que se nos acaba “el vino” para el gran banquete de la humanidad. Esto nos obliga a poner ante nuestros ojos las cuestiones esenciales, ¿cómo no pensar en los millones de personas, especialmente mujeres y niños, que carecen de agua, comida y vivienda? El escándalo del hambre es inaceptable en un mundo que dispone de bienes, de conocimientos y de medios para subsanarlo. La destrucción masiva de nuestros bosques y nuestras selvas sacrificadas por la ambición de los poderosos, hacen cada vez más difícil y peligroso nuestro ambiente. La explotación irracional del petróleo y de los recursos naturales en beneficio de unos cuantos,  van dejando una naturaleza estéril y hostil. Todo nos urge a cuestionar nuestros modos de vida y nos recuerda la urgencia de eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial, y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente y un desarrollo humano integral para hoy y sobre todo para el futuro. Este mundo, tan loco y egoísta,  nos hace exclamar junto con María: “No tienen vino”, no tenemos el amor de Dios.

Las guerras no podemos sentirlas ajenas: Siria, Irak, Uganda, muchos de los países de África. Guerras sin sentido, falsamente justificadas por la seguridad  y el bien común, pero sostenidas por oscuros intereses que hacen temblar al mundo entero ¿Dónde estallará el próximo conflicto? Nos falta el amor y el deseo verdadero y sincero de la paz  y por eso le decimos a Jesús, junto con María: “No tienen vino”. Nos hemos olvidado de los hermanos por no descubrir el amor de Dios.

La palabra, pero sobre todo la vida de Jesús, son una respuesta para estos graves problemas. No se conforma con  mirar y compadecerse, se involucra y se adentra en los problemas. No los mira indiferente, desde lejos, se encarna para salvar al hombre, es la encarnación del amor divino. Pero tampoco lo hace con soluciones fáciles, exige que cada quien aporte lo mucho o lo poco que tiene, que cada quien comparta desde su pobreza. No propone remiendos, quiere cambiar las estructuras, que eso es lo que significaban las tinajas vacías.

Aquellos servidores aportaron todo lo que tenían: agua. Pero esa agua se transformó en vino, símbolo de vida, paz y alegría. Es lo que no pide Jesús. No podemos, aparentemente, cambiar los graves problemas del mundo, pero debemos aportar desde nuestra pequeñez. Nada está excluido en la construcción del Reino.  Hay que llenar de amor cada momento de la vida como lo hace Jesús, como lo hace María, como lo hacen los servidores del relato. Y ese el sentido de este tiempo ordinario: llenar plenamente cada momento de nuestro tiempo de vida, de servicio, de justicia y de alegría. Que el Reino de Dios se construye de desde lo pequeño, desde el vaso de agua, desde la moneda insignificante, desde la entrega plena de cada uno de nosotros. Que ya el Señor Jesús se encargará de transformar en vino generoso nuestra pobre e insípida agua.

Mamá María, mira nuestro mundo y sus grandes problemas. Mira cómo se queda seco y vacío. Ayúdanos a clamar con fuerte voz y a decir que nos falta el vino del amor, del servicio y de la comprensión. Pero también recuérdanos que es nuestro compromiso y misión construir un mundo más fraterno. Sigue insistiéndonos: “Hagan todo lo que Él les diga”. Amén

 

Dad un 'sí' al desafío de vivir verdaderamente la vida

Carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro. "Hay que decir con fuerza un 'no' a la muerte y un 'sí' a la Vida; decir 'no' al ataque de la muerte que muy a menudo se presenta con aires y máscaras de vida"

«Dad un “sí” al desafío de vivir verdaderamente la vida» es el título de la nueva carta semanal del arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, quien anima a redescubrir el Bautismo y a vivir la vida como «hijo de Dios» y, en consecuencia, «hermano de todos los hombres». Adjuntamos el texto íntegro a continuación: 

Estaba dando vueltas sobre lo que os iba a escribir esta semana y me pareció conveniente hablaros y animaros a todos: a los que creéis, a vivir con radicalidad el Bautismo, la Vida de Dios en vosotros; y a quienes no creéis, a que os abráis a la plenitud de la Vida sin miedos, a dar un «sí» al desafío más grande que tiene el ser humano, como es vivir verdaderamente la vida. Me comprometo a acompañaros. Hay que decir con fuerza un «no» a la muerte y un «sí» a la Vida; decir «no» al ataque de la muerte que muy a menudo se presenta con aires y máscaras de vida. ¡Cuántos descartes, guerras, enemistades, enfrentamientos se muestran con aires de defender la vida! ¡Cuántos proyectos se presentan en todos los órdenes para dar vida y sin embargo lo son de muerte para todos, tanto para los que mueren como para los que matan! Os invito a dar un «sí» al único proyecto que se ha presentado al hombre que da Vida. Y que no es una teoría, es una Persona: Jesucristo. Él nos la dona por el Bautismo y sigue alimentándola en la Eucaristía. Y se la da a todos, si quieren.

Sé que puede suponer un escándalo para algunos pretender decir que la vida nos la regala Dios en el Bautismo. Este escándalo se produjo ya desde el principio. Es verdad que, desde su inicio mismo en el vientre de una madre, la vida humana es un don. Dios se vale de dos laderas para que vengamos a la existencia: padre y madre. Sin ellos no es posible la vida humana. Pero también es verdad que Jesucristo ha venido a este mundo para darnos y hacernos descubrir que la Vida verdadera y en su plenitud nos la da Dios mismo, y nos invita a abrirnos a Él.

Acercándonos al Bautismo de Cristo tal y como nos lo describe el Evangelio (cfr. Lc 3, 21) contemplamos cómo Jesús habla con su Padre. En esta cercanía al Bautismo de Cristo, descubramos nuestro Bautismo. Hemos de estar seguros de que, cuando Jesús habló con el Padre, no habló para sí ni de sí mismo. Habló también de y por nosotros, habló de ti y de mí, habló de la Vida que venía a dar a los hombres y que habíamos perdido encerrándonos en nosotros mismos. Y el evangelista nos dice que sobre el Señor, en oración, se abrió el cielo. Jesús entra en contacto con el Padre y el cielo se abre sobre Él. En Jesús y por Jesús se abrió el cielo para todos los hombres. Y lo mismo que pasó con Jesús, pasa con nosotros. Se oye esa voz que dice: «Tú eres mi hijo predilecto». Descubramos y vivamos que las mismas palabras que oyó Jesús se nos dicen a cada uno de los que somos bautizados: «Tú eres mi hijo». Recibimos el título más grande que un ser humano puede tener: «hijo de Dios». Pero descubramos las consecuencias que tiene vivir con ese título: «ser hermanos de todos los hombres».

Es un don inmenso de Dios acoger este regalo de su Vida, que Él nos da sin imponerlo. Por eso entiendo también la alegría de unos padres que, habiendo dado la vida humana a sus hijos, desean y quieren que la Vida de Dios esté en ellos y que se la ofrezcan sin miedos a coartar su libertad, desde la alegría de hacer el regalo más grande: que Dios ocupe su vida y le haga «hijo de Dios y por ello hermano de todos los hombres». ¿Hay libertad más grande y mejor para un ser humano que saberse con fundamentos y cimientos y con proyecto de encuentro con todos los hombres? «Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». En y por el Bautismo somos incorporados a la familia de Dios, a la comunión con Dios y con todos los hombres. No es una fórmula. Marca un nuevo nacimiento pues, de hijos de padres humanos, nos convertimos en hijos de Dios, en el Hijo de Dios. «Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gal 2, 20). Recordemos lo que los padres decís cuando presentáis a vuestros hijos para el Bautismo. Cuando el sacerdote pregunta «¿Qué queréis para vuestro hijo?», respondéis: el Bautismo, es decir, la Vida de Cristo. Deseamos que vivan y entreguen en este mundo esa Vida, que hagan la historia de este mundo con este proyecto, el de Cristo, su santidad.

Me gustaría exponeros siete argumentos para dar un «sí» al desafío de vivir verdaderamente la vida, dar a esta historia Vida, acogiendo el Bautismo:

1. La vida del ser humano queda regenerada completamente: ¡Qué bien nos lo explica san Pablo! «Él nos salvó según su misericordia, por medio del baño de regeneración y de renovación del Espíritu Santo» (Tt 3, 5). El Bautismo no es solo una palabra o algo espiritual, implica también la materia. Toda la realidad del hombre queda involucrada, afectada en su totalidad. Nos hacemos nuevos.

2. Nos hace hijos de Dios y hermanos de todos los hombres: El agua es fuente de fecundidad. Sin agua no hay vida. El Bautismo nos hace partícipes de la vida de Dios. Nos sumergimos en Cristo, nos unimos íntimamente a Él, que es Dios y Luz de Luz. Revestidos de Luz, nos hacemos presentes en este mundo de una manera absolutamente nueva, somos hijos y tenemos hermanos. Los bautizados no somos extraños los unos de los otros. Pueden separarnos continentes, culturas, estructuras sociales o distancias, pero nos encontramos y nos conocemos en el mismo Señor, en la misma fe, esperanza y amor. El fundamento de nuestra vida es el mismo: la vida de Cristo en nosotros. Por el bautismo nos hacemos hijos de la Iglesia que es Madre. En el Bautismo, Jesucristo nos asume y nos hace hijos de Dios en Él.

3. Nos da la vida eterna: Recordemos también la pregunta a los padres cuando van a bautizar a sus hijos: «¿Qué te da la fe?». Y los padres responden: «La vida eterna». De tal manera que el Bautismo no es solamente un acto de socialización, la fe les da la Vida de Dios que es la Vida eterna. Ya en este mundo somos partícipes de la Vida eterna, tenemos la Vida eterna, la cuidamos y se la regalamos a los hombres.

4. Nos regala un don inmenso, la comunión con Dios: Por el Bautismo accedemos al misterio de comunión con Dios. No es un rito social; es una iniciativa de Dios. Entramos a formar parte de la Iglesia universal y nos insertamos en el dinamismo de la vida de fe. Por el Bautismo se nos dona el misterio de la Vida de Dios.

5. Nos hace permanecer en la alegría de Dios: Por el Bautismo, ese pequeño ser humano que somos cada uno de nosotros recibe una vida nueva, la vida de la gracia, que nos capacita para entrar en relación con quien hizo todo lo creado, Dios, y esta relación es para siempre, para toda la eternidad. La mano de Dios está con nosotros.

6. Nos conduce por esta historia: Él nos atrae hacia sí. Nos atrae a la vida verdadera y nos conduce por ella en el mar de esta historia, que a menudo tiene oscuridades, confusiones y peligros; nos hundimos si vivimos solo de nuestras fuerzas. Nunca nos soltemos de la Vida, de su mano, de la senda que nos indica.

7. Nos transforma en la raíz de la existencia, nos lleva a la santidad: San Pablo nos habla del viraje que da su vida en el encuentro con Cristo resucitado. Estaba muerto y ahora estoy vivo. Ser cristiano y tener a Cristo en la vida es mucho más que una operación cosmética que añadiría algo de belleza. Es volver a nacer, es pasar de la muerte a la resurrección. Es decir y vivir: «Para mí la vida es Cristo» (Fil 1, 21ss.).

Recibir el Bautismo es responder afirmativamente aquella pregunta que se hacía antes de recibir el Sacramento: «¿Quieres recibir el Bautismo?». O mejor, ¿quieres ser santo? Y responder a la gracia que se nos da, siendo y viviendo la santidad que Cristo nos regala.

Con gran afecto, os bendice,

+ Carlos, arzobispo de Madrid

 

El rabino de Roma: 'La visita del Papa a la sinagoga contrasta con quien usa la religión para destruir'

Riccardo Di Segni cuenta cómo es la espera a la visita del Santo Padre este domingo, mirando al pasado, en el recuerdo de los precedentes Pontífices y hacia el futuro, sobre los desafíos que judíos y cristianos pueden y deben afrontar juntos

Usa palabras sobrias y específicas el rabino jefe de Roma, Riccardo Di Segni, para expresar su espera para la visita del 17 de enero del papa Francisco al Templo Mayor. El tercer Pontífice después de Juan Pablo II en 1986 y Benedicto XVI en el 2010, o mejor dicho el cuarto, “recordando que el primer Papa que entró en un Sinagoga fue San Pedro”, como subraya. Precisamente el recuerdo de las visitas de los Papas precedentes será el hilo conductor de la visita del Papa Francisco este domingo, que asumirá nuevos significados en el contexto histórico y geopolítico marcado por la violencia y el fanatismo religiosos. Será, por tanto, una señal en contra respecto a quien hoy usa la religión para destruir el mundo”, afirma el rabino, que señala algunos desafíos dente a los que judíos y cristianos pueden hablar “a una sola voz”. En primer lugar la vida y la dignidad humana. A continuación, la entrevista.


El papa Francisco es el tercer Papa que visita un Sinagoga (a excepción de san Pedro). ¿Qué expectativas y deseos hay para esta visita del domingo, por su parte o de la comunidad judía de Roma? 
--Rabino De Segni: Se trata de un encuentro importante que nunca es un encuentro ordinario, aunque sea el tercero. Precisamente el hecho de que sea el tercer Papa que hace una visita a la Sinagoga significa que hay una consolidación de la tradición y la comunidad lo espera con gratitud por este gesto de simpatía hacia nosotros. Esto quiere mostrar, en una escena mucho más amplia de la loca, un deseo de dos mundos religiosos de establecer y consolidar relaciones pacíficas respecto a los ejemplos negativos y mortales que nos vienen desde otros horizontes religiosos.

¿Cómo podemos enmarcar esta visita del Papa en un momento tan marcado por los extremismos y violencias? 
--Rabino De Segni: La señal contrasta respecto a quien usa la religión para destruir al mundo. Nosotros queremos usar la religión para hacer algo bueno.

La visita nace de una invitación que usted ha realizado al Pontífice. 
--Rabino De Segni: Sí, ha sido una invitación necesaria, formulada en seguida para poder programarlo con calma, sin urgencia Con el papa Francisco, desde el momento de su elección, tenemos una relación cordial y hemos tenido y tenemos ocasión de conversar bastante frecuentemente, también por teléfono. Siempre he encontrado, por su parte, una gran disponibilidad a la escucha.

También tenía buena relación con Benedicto XVI, hacia quien ha expresado gran estima en varias ocasiones…
--Rabino De Segni: Sí, tenemos buena relación. Ya no nos hemos visto desde su renuncia y no hablo con él, pero a menudo nos mandamos cartas.

¿Y con Juan Pablo II? Usted estaba presente en la visita a la Sinagoga del 16 de abril de 1986: la ‘histórica’ visita que fue un antes y un después para el diálogo judío-cristiano. ¿Qué recuerdos tiene?
--Rabino De Segni: Sí, estaba presente entre el público como espectador impresionado de lo que estaba sucediendo. Ciertamente, ha sido necesario el tiempo para asimilar y entender el alcance de ese momento. Después tuve ocasión de conocer más de cerca a Juan Pablo II y tener con él una relación directa. En particular, me acerqué a él cuando estaba ya muy enfermo...

Haciendo memoria de la visita del 1986, si tuviera que hacer un balance de los últimos 30 años, ¿qué ha sucedido? ¿Ha habido un cambio? ¿A mejor o a peor?
--Rabino De Segni: diría que ha habido una mejora progresiva, gracias también a la aclaración de cuestiones abiertas. No han faltado incidente, pero siempre ha habido forma de afrontarlos y resolverlos. Cuando ha sido posible...

Hablando sobre el Jubileo, que es un evento que tiene su origen en la cultura hebrea, ¿cómo lo vive la comunidad judía de Roma? 
--Rabino De Segni: El Jubileo, así como se celebra, es un evento absoluta y totalmente cristianos que nosotros consideramos con respeto y atención.

El mes pasado la Comisión vaticana para las Relaciones Religiosas con el judaísmo redactó un documento por el 50 aniversario de la Nostra Aetate en el que se afirma que, “con las reservas necesarias” se puede llegar a hablar de “diálogo intra-religioso” o “intra-familiar” entre cristianos y judíos. ¿Comparte esta expresión?
--Rabino De Segni: El documento  --que permanece un documento extremadamente importante-- representa el punto de vista de la visión teológica cristiana. Por tanto, el hecho de que subraye en particular la relación que existe entre cristianismo y judaísmo es importante respecto a la historia precedente. Y, por tanto, en esta óptica, nosotros podemos decir que estamos satisfechos.

¿Es por tanto recíproca esta interpretación fraterna de la relación?

--Rabino De Segni: No hay dudas de que sea una relación de fraternidad. Las cuestiones teológicas no son recíprocas, sino diferentes por naturaleza.

En su opinión, qué aspectos del diálogo entre judíos y cristianos aún tienen que ser profundizados y desarrollados? 
--Rabino De Segni: Hay muchos campos de actividad, más allá de los meramente teológicos, que aún tienen que realizarse: proyectos paralelos o comunes en los que es necesario trabajar mucho.

¿Puede ser más específico? 
--Rabino De Segni: Sí. Nosotros decimos siempre que tenemos que trabajar juntos. Pero.. ¿qué debemos hacer juntos?

Dígamelo usted… 
--Rabino De Segni: Es una pregunta abierta sobre la que reflexionar. ¿Cuáles son los valores para presentar a la sociedad? ¿Qué modelos? La primera cosa es que nos hablemos, que es un signo importante en el momento histórico que estamos viviendo?

Por ejemplo, ¿hay temas de actualidad sobre los cuales los cristianos y los judíos pueden hablar a una sola voz?
--Rabino De Segni: Una sola voz, depende de los temas… Ciertamente la defensa de la vida y la dignidad humana son problemáticas esenciales sobre las cuales podemos y debemos proceder juntos.

A propósito de la violencia y la persecución religiosa, en Israel continúan sucediendo actos vandálicos y escritos blasfemos hacia los cristianos. Para usted, ¿cuáles son las raíces de este odio creciente? 
--Rabino De Segni: En primer lugar reitero mi rechazo hacia estos gestos que son aislados y que no se pueden justificar. Nacen de un contexto dramático y por tanto entran en un marco más general de malestar de la sociedad que está ‘envenenada’ por un conflicto. Es necesario trabajar en esto.

 

San Francisco Fernández de Capillas - 15 de enero

“El impresionante testimonio de un dominico, ardoroso apóstol y gran asceta, que no ahorró sacrificios para difundir la fe en China, siendo el primer martirizado en ese país. Es un referente inequívoco para cualquier misionero”

Solo la obcecación del que vive inmerso en el odio puede tildar de rebeldía lo que es un alarde de valentía inigualable y para muchos incomprensible. Francisco consumó en China su amor a Cristo derramando su sangre a manos de quienes no supieron vislumbrar la grandeza de un corazón henchido de gozo ante la aventura cotidiana de vivir y difundir la fe en derredor suyo. Su ardor apostólico es todo lo que podía esgrimirse en su contra cuando fue condenado. Ahora bien, está claro que no se llega a apurar el cáliz en esa hora suprema sin haberse dispuesto a cumplir la voluntad de Dios día tras día. La fortaleza en la que se asienta una vocación cuando se nutre de la oración y de la entrega sin paliativos emerge con todo su vigor en el instante definitivo, y eso lo han percibido todos los que se abrazaron a la palma del martirio en defensa de su fe, como le sucedió a Francisco.

La trayectoria humana de este primer beato martirizado en China se inició el 15 de agosto de 1607 en la localidad de Baquerín de Campos, Palencia, España, cuando vio la luz por vez primera, cerrando con su llegada el número de hijos que alegraron aquel humilde hogar bendecido por otros cuatro vástagos anteriores. Familiarizado desde niño con el carisma dominico que tuvo ocasión de conocer en Palencia, vio en él la vía óptima para encauzar su propia vida, por lo cual se trasladó a Valladolid ingresando a sus 17 años en el convento de San Pablo. Coincidió su llegada a la Orden en un momento de expansión por América y el Extremo Oriente. Urgido por su celo apostólico se ofreció voluntariamente para partir en una expedición compuesta por una treintena de jóvenes, todos dominicos, que no dudaban en entregar lo mejor de sí en esa labor evangelizadora, desplegando sus sueños e ilusiones sin temer a la larguísima y complicada travesía que les esperaba. Ese año de 1631, fuertemente asidos a la cruz y llenos de alegría, iniciaron viaje a México. Numerosos contratiempos y fatigas les salieron al paso hasta que llegaron a Manila, su destino final, cuando estaba a punto de cumplirse un año de su partida.

Francisco, que aún no había sido ordenado, recibió este sacramento en la capital filipina. Tenía 25 años y durante casi una década permaneció en la misión de Cagayán, en Luzón, alimentando en su corazón el anhelo de ir a China. Intuyendo lo que allí podía aguardarle, cuidaba su salud espiritual con toda rigurosidad. No podía dejar resquicio alguno para que penetrase la vacilación y el miedo, sentimientos que no pervivían en él, pero que no están lejos de los que se proponen seguir a Cristo. Él mismo reconociendo humildemente que no estaba libre de estas debilidades pedía las oraciones de los suyos: «Que rueguen por mí todos para que me dé Dios nuestro Señor valor, si acaso se ofrece el volver a padecer por Él mayores tormentos de los padecidos y glorificarlo por la muerte, que para todo estoy dispuesto en la voluntad de nuestro Señor». Francisco sabía cómo se combaten las flaquezas humanas: haciéndoles frente, sin dar cancha a las apetencias personales. Buen conocedor de los entresijos de la vida espiritual, vivía con estricta austeridad. La dureza del clima le ayudaba en esta filigrana que trazaba sobre su acontecer: el sol asfixiante y la incómoda presencia de una turba de insectos eran algunos de sus aliados en esta batalla diaria. Una cruz de madera su lecho para los escasísimos momentos que se concedía de descanso; el resto, oración e intensa vida apostólica. Así llegó en 1642 a Fu-kién, después de haber recalado en Formosa.

Su penoso estado de salud acentuado por las mortificaciones, fiebres cuartanas, y otras muchas dificultades, no le impidieron seguir adelante. Firmemente resuelto a todo por Cristo afrontaba su quehacer con inquebrantable fe y la absoluta convicción de que estaba cumpliendo la voluntad divina: «...es Dios nuestro Señor el que aquí me ha traído...» […] «no bastan trazas humanas para sacarme de aquí hasta que se llegue la hora en que tiene determinado nuestro Señor Jesucristo sacarme». Por sus muchas virtudes, que no pasaban desapercibidas para la comunidad cristiana, lo denominaban «santo Capillas». Supo hacerse uno con los que le rodeaban y fue referente para los fieles y ejemplo modélico a seguir. Su fortaleza era bastión en el que los débiles se apoyaban. Era consciente del valor que encierra la autoridad moral: «viéndome todos padecer con igualdad de ánimo... ».

Cuando lo apresaron, acababa de dejar a los enfermos a los que solía atender. Ellos y los que padecían por cualquier motivo obtenían su consuelo: «... yo reparto con ellos (los encarcelados) de lo que me dan y les sirvo en lo que me mandan y me tengo por muy dichoso en eso». Ya dominaba su lengua y había suscitado numerosas conversiones por Fogán, Moyán, Tingteu y otras ciudades. Estuvo detenido dos meses en los que fue sometido a crueles tormentos, hasta que el 15 de enero de 1648 murió decapitado. Sus últimas palabras, dirigidas al juez, fueron: «Yo nunca he tenido otra casa que el mundo, ni otro lecho que la tierra, ni otro alimento que el pan que cada día me ha dado la Providencia, ni otra razón de vivir que trabajar y sufrir por la gloria de Jesucristo y por la felicidad eterna de los que creen en su nombre». Pío X lo beatificó el 2 de mayo de 1909, y Juan Pablo II lo canonizó el 1 de octubre del 2000.