Este domingo miles de emigrantes y refugiados han participado en el Ángelus con el Papa Francisco, han atravesado la Puerta Santa y posteriormente han celebrado la Eucaristía en la Basílica de San Pedro, presidida por el Cardenal Antonio María Vegilò, presidente del Consejo de la Pastoral para el Emigrante y los Itinerantes.
El Papa les ha animado una vez más a que no se dejen robar la esperanza.

Francisco siempre tiene una palabra de esperanza para los migrantes y refugiados. Lo ha hecho desde el comienzo de su pontificado, con palabras y obras, yendo a Lampedusa y diciéndole al mundo entero que es una vergüenza la forma en que estamos convirtiendo el Mediterráneo en un cementerio, o defendiendo el derecho que toda persona tiene a no emigrar de su tierra de origen y, por lo tanto, interpelando a la comunidad internacional para que aumente sus esfuerzos en este ámbito.

“Queridos inmigrantes y refugiados – les ha dicho este domingo- cada uno de vosotros lleva consigo una historia, una cultura, valores preciosos y a menudo lamentablemente también experiencias de miseria, de opresión y de miedo”.

Nos toca ahora a cada uno reconocer la dignidad de los que llegan a nuestra puerta, acoger, integrar y ayudar al que lo necesita, porque la experiencia de los emigrantes y su presencia, cada vez más numerosa y significativa entre nosotros, nos está recordando al mundo entero la urgencia de eliminar las desigualdades que rompen la fraternidad entre los hombres. Acoger e integrar sin los prejuicios que pone en marcha la cultura del descarte, pero también sin estériles buenismos.

Acoger, en definitiva, reconociendo los dones y talentos de cada uno para el bien común de la Iglesia y de toda la sociedad.