Tribunas

El aldabonazo del cardenal Sebastián

José Francisco Serrano Oceja

El ejercicio de la memoria escrita, de la autobiografía, se está convirtiendo, probablemente desde las memorias de Tarancón, en una práctica común en no pocos de los responsables de la Iglesia en España. Principalmente de los obispos eméritos.

Contamos, entre otros, con los relatos autobiográficos del cardenal Estepa, de monseñor Cirarda, del que fuera obispo de Salamanca monseñor Mauro Rubio y del recientemente fallecido monseñor Iniesta. También, en forma de diálogo, del cardenal Amigo, y la biografía en tercera persona del cardenal Rouco y de monseñor Osoro. El cardenal Martínez Sistach ofreció en su día a una destacada editorial, un libro de sus textos principales con glosas al margen. El arzobispo de Tarragona, monseñor Pujol, cuenta con un relato publicado de su experiencia vital. Monseñor Yanes tiene un tocho acabado con destino editorial; lo mismo le ocurre a don Antonio Montero.

Por cierto, algún día aparecerá el original de los diarios del Concilio de monseñor Casimiro Morcillo y se podrá hacer una buena edición crítica. Y se añadirán a esta lista el cardenal Cañizares y algún arzobispo notable más.

Ahora nos llega la autobiografía del cardenal Fernando Sebastián, con el título “Memorias con esperanzas”. Un volumen de más de cuatrocientas páginas que no van a dejar indiferente al lector.

Son muchos los temas que se pueden abordar a la hora de glosar estas memorias. La metodología que ha elegido el autor es la del recuerdo de los principales hechos de su vida, a propósito de los cuales va desgranando sus reflexiones, su pensamiento. De vez en cuando, quizá con más profusión en la segunda parte, introduce algún texto de referencia.

Don Fernando goza de una especial clarividencia para muchos aspectos del pensamiento sobre la vida cristiana; desde los espirituales, con su fundamento teológico, hasta los devocionales. Sin embargo, para el gran público, son sus reflexiones sobre la historia de España, sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado y la sociedad las que más pueden llamar la atención.

Sorprenden, por ejemplo, las líneas que dedica a la figura de José Antonio Primo de Rivera y a la Falange; a la Guerra Civil y al General Franco; a la persecución religiosa en España en la primera mitad del siglo XX. Habla muy claro.

Ya en la página 44 se lanza al ruedo sobre el hoy, no solo sobre el ayer, y escribe: “Me preocupa ver el resurgimiento de posturas intransigentes que convierten las diferencias en incompatibilidades. La izquierda ha vuelto a negar la calidad democrática a la derecha. “Nada con la derecha”. Los nacionalismos periféricos se alzan contra el centro. El centro izquierda pacta con la izquierda radical y esta vuelve a los planteamientos revolucionarios y totalitarios del 34 y del 36. Nunca falta quien se encarga de avivar los malos recuerdos y atizar los resentimientos. Así se rompen las leyes de la convivencia. Este no puede ser el camino”.

Les aseguro que esto es solo el principio. Merece la pena, aunque sorprenda lo que diga el cardenal Sebastián respecto a algunos aspectos de algunas realidades de Iglesia; y que no sepamos al final si ha cambiado su pensamiento sobre esas realidades con el correr de los años…

 

José Francisco Serrano Oceja