Servicio diario - 05 de febrero de 2016
El papa Francisco y el patriarca Kirill de Moscú, tendrán un
encuentro el próximo 12 de febrero en Cuba, en una escala que el
Santo Padre hará en su viaje a México. Será un coloquio personal en
el aeropuerto internacional José Martí de La Habana, y concluirá con
un comunicado conjunto. Es la primera vez en la historia que el
Obispo de Roma y el Patriarca de Rusia se reúnen. Lo confirmó este
viernes a medio día el director de la oficina de prensa de la Santa
Sede, el padre Federico Lombardi, en una rueda de prensa
convocada esta misma mañana.
El patriarca ruso se encontrará esos
días en la Isla, donde viaja por primera vez. El avión que lleva al
Papa aterrizará a las 14 horas locales, y será recibido con el
protocolo habitual, con la presencia del presidente Raúl Castro y el
cardenal Jaime Ortega Alamino. Unos 15 minutos después, el Patriarca
y el Santo Padre tendrán el encuentro privado, que está previsto
dure dos horas. Serán ayudados por dos intérpretes, uno de idioma
ruso y otro de español. Aproximadamente a las 16.20 será el
intercambio de regalos entre los dos líderes religiosos. Y de allí
pasarán a una sala contigua en donde estará también el mandatario
cubano. Allí se sentarán en una mesa y firmarán una declaración,
escrita en español y en ruso. También está previsto que ambos
pronuncien unas palabras, no como tanto como un discurso programado
sino más bien como una expresión espontánea de lo vivido.
A las 17 horas aproximadamente,el Patriarca y el presidente Raúl
Castro pasan a la sala del encuentro privado y se despiden del Papa
que seguirá su viaje a las 17,30 hacia México. De este modo, el
vuelo papal llegará a la hora prevista al aeropuerto internacional
de Ciudad del México, de manera que no se modifican para nada los
horarios establecidos para el viaje apostólico en el país azteca.
El padre Federico Lombardi ha indicado que “se había pensado
siempre en un encuentro entre el Santo Padre y el Patriarca de toda
Rusia en un lugar que no fuera ni Roma ni Moscú, y este lugar
‘neutro’ ha sido considerado muy oportuno”.
El comunicado de la oficina de prensa de la Santa Sede los
explica así: “La Santa Sede y el Patriarcado de Moscú tienen el
placer de anunciar que, por gracia de Dios, Su Santidad el Papa
Francisco y Su Santidad el Patriarca Kirill de Moscú y toda Rusia,
se encontrarán el próximo 12 de febrero. El encuentro se realizará
en Cuba, donde el Papa hará escala antes de su viaje a México, y
donde el Patriarca estará en visita oficial. Comprenderá un coloquio
personal en el aeropuerto internacional José Martí de la Habana y
concluirá con la firma de una declaración común”.
“Este encuentro de los primados de la Iglesia Católica y de la
Iglesia Ortodoxa Rusa, preparado desde hace tiempo, será el primero
en la historia y marcará una etapa importante en las relaciones
entre las dos iglesias. La Santa Sede y el Patriarcado de Moscú
desean que sea una señal de esperanza para todos los hombres de
buena voluntad. Invitando a todos los cristianos a rezar con fervor
para que Dios bendiga este encuentro, que de buenos frutos”.
El “estilo de Dios no es el estilo del hombre” porque “Dios vence”
con humildad, como demuestra el final del más grande de los
profetas, Juan Bautista, que preparó el camino de a Cristo para
después apartarse. Así lo ha explicado el papa Francisco esta
mañana en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
El
“más grande” de los hombres, el “justo y santo” que había
preparado a la gente para la llegada del Mesías, termina
decapitado en la oscuridad de una celda, solo, condenado por el
odio vengativo de una reina.
Reflexionado sobre esta figura, el Santo Padre ha explicado que
es “el hombre más grande nacido de mujer’: así dice la fórmula de
canonización de Juan. Pero esta fórmula no la ha dicho un Papa, la
ha dicho Jesús. Ese hombre es el hombre más grande nacido de
mujer. El santo más grande: así lo ha canonizado Jesús”.
Asimismo, ha recordado que terminó en la cárcel, sacrificado, y
“su última frase parece también de resignación: ‘Los discípulos de
Juan, cuando se enteraron de los sucedido, fueron, tomaron el
cadáver y lo dejaron en un sepulcro’. Así termina ‘el hombre más
grande nacido de mujer’. Un gran profeta. El último de los
profetas. El único al cual se le ha concedido ver la esperanza de
Israel”.
El papa Francisco no se ha detenido en su homilía en la
evidencia de los Evangelio, sino que ha intentado entrar en la
celda de Juan, a escrutar en el alma de la voz que ha gritado en
el desierto y bautizado multitudes en nombre de Aquel que tiene
que venir. Y ahora está encadenado no solo a los hierros de su
prisión sino probablemente, considera el Papa, también a los de
alguna incerteza que lo destruye a pesar de todo.
En esta línea, ha asegurado que “ha sufrido en la cárcel
también –digamos la palabra– la tortura interior de la duda:
‘¿Pero quizá me he equivocado?’ Este Mesías no es como yo me
imaginaba que tenía que ser el Mesías…’ Y ha enviado a sus
discípulos a preguntar a Jesús: ‘Pero, di, di la verdad: ¿eres tú
quien debe venir?, perque esa duda le hacía sufrir. ‘¿Me he
equivocado yo al anunciar a uno que no es? ¿He engañado al
pueblo?’ El sufrimiento, la soledad interior de este hombre…
Para finalizar su homilía, el Santo Padre ha repetido
“disminuir, disminuir, disminuir”, así “ha sido la vida de Juan”.
Un grande que no buscó la propia gloria, sino la de Dios y que
termina de una forma un tanto prosaica, en el anonimato. Pero con
esta actitud, ha asegurado el Papa, preparó el camino a Jesús, que
de forma similar murió en la angustia, solo y sin discípulos.
Al finalizar la homilía, el Pontífice ha asegurado que nos hará
bien leer hoy este paso del Evangelio, el Evangelio de Marcos,
capítulo VI. “Leer ese pasaje, ver como Dios vence: el estilo de
dios no es el estilo del hombre. Pedir al Señor la gracia de la
humildad que tenía Juan y no tomarnos nosotros los méritos y las
glorias de otros. Y sobre todo, la gracia que en nuestra vida
siempre haya un lugar para que Jesús crezca y nosotros
disminuyamos, hasta el final”.
México es un país que recibe a tres pontífices. Precisamente, fue el
primer lugar que visitó san Juan Pablo II, y lo hizo hasta en cinco
ocasiones. También fue visitado por Benedicto XVI, en el año 2012.
Tal y como contó recientemente el Francisco en una entrevista, él
antes de ser Papa ha estado en dos ocasiones en México
Una de las
curiosidades adelantadas hoy por el director de la Oficina de Prensa
de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, es que en este viaje
se utilizarán cinco papamóviles. Dos de ellos son los utilizados en
su viaje a Estados Unidos el pasado mes de septiembre y los otros
tres han sido preparados en México.
La llegada a Ciudad de México el día 12 de febrero está prevista
para las 19.30 de la tarde, hora local. Aunque no hay ningún
encuentro programado para ese primer día, el padre Lombardi, ha
observado que el traslado en papamóvil del aeropuerto a la
nunciatura puede entenderse como un evento así, teniendo en cuenta
el entusiasmo que los mexicanos han demostrado en otros viajes
pontificios. Esta vez, no hay previstos discursos en el aeropuerto.
De este modo, el sábado día 13, será la primera jornada de
actividades del Pontífice en el país azteca. La ceremonia de
bienvenida se llevará a cabo el sábado por la mañana en el Palacio
Nacional, donde el Santo Padre se encontrará con las autoridades
locales y al cuerpo diplomático. Allí pronunciará su primer
discurso, el que se puede de alguna manera considerar el “discurso a
la nación”.
Dos horas más tarde, en la Catedral de la ciudad, se reunirá con
los obispos. Y por la tarde, se trasladará en papamóvil, unos 16
kilómetros, hasta la Basílica de Guadalupe, donde celebrará la santa
misa. Al finalizar, está previsto que el Papa haga una ofrenda a la
Virgen y rece una oración. Asimismo, el Papa ha pedido poder rezar
personal y tranquilamente en el camarín donde está la imagen de la
Guadalupana.
El domingo el Santo Padre irá hasta Ecatepec en helicóptero. La
misa será celebrada en el Centro de Estudios de la Ciudad,
que concluirá con la oración del ángelus. Por la tarde, el Papa
visitará el hospital pediátrico “Federico Gómez”. Allí podrá saludar
a los niños de una forma “personal, cercana, reservada”, ha
precisado el portavoz. En el auditorio habrá un encuentro donde el
Santo Padre pronunciará unas palabras. En este encuentro está
prevista la presencia de la primera dama.
El lunes, el destino es San Cristóbal de las Casas, donde se
encuentra la frontera sur de entrada de inmigrantes a México. Este
día estará marcado por el encuentro con las comunidades indígenas.
En la misa habrá muchos elementos identificativos de estas
comunidades, a través de las lecturas, los cantos e incluso los
paramentos. En esta celebración eucarística, el Papa dará un decreto
de autorización de uso de linguas indígenas en la liturgia. Después
de la misa, podrá almorzar con ocho fieles indígenas, representantes
de estas comunidades. Por la tarde, en el Estadio Víctor Manuel
Reyna, se celebra el encuentro con las familias. Tal y como ha
asegurado el padre Lombardi, allí se escucharán cuatro testimonios
importantes, de familias en diferentes y difíciles situaciones.
El martes el Pontífice viaja al estado de Michoacán, en concreto
a Morelia, una región fuertemente golpeada por la violencia y el
narcotráfico. Por la mañana Francisco celebra la misa en el Estadio
con sacerdotes, religiosos, religiosas, consagrados, consagradas y
seminaristas.
Y tras comer en el arzobispado, acudirá a la catedral, donde será
recibido por 14 rectores de universidad, 6 líderes de otras
confesiones y niños que se preparan para la primera comunión. Por la
tarde, en el Estudio José María Morelos y Pavón, estará con los
jóvenes. En este encuentro podrían asistir hasta unas 50 mil
personas. Será un momento, donde los cantos, los bailes y la música
adquieren gran protagonismo. También se escucharán varios
testimonios y el Papa les entregará una cruz, y a él le darán un
documento sobre la evangelización de los jóvenes en México.
El viaje concluye el miércoles en Ciudad Juárez. Allí serán tres
los eventos importantes. En primer lugar la visita a la cárcel
CeReSo, donde viven unos 3 mil detenidos. El encuentro con el Santo
Padre tendrá lugar en la capilla, donde participarán unos 700.
El segundo encuentro será con el mundo del trabajo, en el que
asisten tanto trabajadores, como empresarios e incluso una
delegación de los movimientos populares.
El día concluirá con la misa en la frontera. El Papa podrá
saludar a los fieles que sigan la celebración eucarística desde el
otro lado. El palco donde se ubica el altar está tan solo a 80
metros de la frontera. En la eucaristía participarán varios grupos
de víctimas de la violencia, entre ellos los familiares de los 43
estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, en setiembre de 2014.
PROGRAMA COMPLETO DEL VIAJE A MÉXICO
Viernes 12 de febrero de 2016
9.15 – Parte el avión
desde el aeropuerto Fiumicino de Roma
14 horas – Escala en Cuba
17,30 partida hacia Ciudad de México
19.30 – Llegada al aeropuerto internacional “Benito Juárez” de
Ciudad de México – Recibimiento oficial
Sábado 13 de febrero
9.30 – Ceremonia de bienvenida en el Palacio Nacional – Visita de
cortesía al Presidente de la República
10.15 – Encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el
cuerpo diplomático (Primer discurso del Papa)
11.30 – Encuentro con los obispos de México en la Catedral
(Discurso)
17.00 – Santa Misa en la Basílica de Guadalupe (Homilía)
Domingo 14 de febrero
10.15 – Traslado en helicóptero a Ecatepec
11.30 – Santa Misa en el área del Centro de Estudios de Ecatepec (Homilía)
Ángelus Discurso
14.00 – Almuerzo con el séquito papal en el seminario diocesano
de Ecatepec
16.45 – Traslado en helicóptero a Ciudad de México
17.15 – Llegada a Ciudad de México
17.45 – Visita al Hospital pediátrico “Federico Gómez” (Discurso)
Lunes 15 de febrero
7.30 – Salida en avión hacia Tuxtla Gutiérrez
9.15 – Traslado en helicóptero a San Cristóbal de Las Casas
10.15 – Santa Misa con las comunidades indígenas de Chiapas en el
Centro deportivo municipal (Homilía)
13.00 – Almuerzo con representantes de indígenas y el séquito
papal
15.00 – Visita a la Catedral de San Cristóbal de las Casas
15.35 – Traslado en helicóptero a Tuxtla Gutiérrez
16.15 – Encuentro con las familias en el estadio “Víctor Manuel
Reyna” de Tuxtla Gutiérrez (Discurso)
18.10 – Salida en avión hacia Ciudad de México
20.00 – Llegada al aeropuerto de Ciudad de México
Martes 16 de febrero de 2016
7.50 – Salida en avión hacia Morelia
10.00 – Santa Misa con sacerdotes, religiosas, religiosos,
consagrados y seminaristas (Homilía)
15.20 – Visita a la Catedral
16.30 – Encuentro con los jóvenes en el estadio “José María
Morelos y Pavón” (Discurso)
18.30 – Salida en avión hacia Ciudad de México
19.35 – Llegada a Ciudad de México
Miércoles 17 de febrero
8.35 Salida en avión hacia Ciudad Juárez
10.00 – Llegada al aeropuerto internacional “Abraham González” de
Ciudad Juárez
10.30 – Visita al Centro de Readaptación Social (Cereso) número 3
(Discurso)
12.00 – Encuentro con el mundo del trabajo en el Colegio de
Bachilleres del Estado de Chihuahua (Discurso)
16.00 – Santa Misa en el área de la feria de Ciudad Juárez
(Homilía)
19.00 – Ceremonia de despedida en el aeropuerto internacional de
Ciudad Juárez
19.15 – Salida en avión hacia el aeropuerto de Ciampino en Roma
Los obispos indican que “no se detiene el paso de quienes,
procedentes de varias partes del sur, sobre todo de Honduras, El
Salvador y Guatemala, intentan llegar a los Estados Unidos,
exponiendo su vida y su integridad”.
Añaden que estos migrantes
“son objeto de extorsiones, robos, violaciones, engaños, secuestros
y toda clase de abusos”. Y que “ante ellos, no podemos quedarnos
indiferentes y nuestra pastoral migratoria ha incrementado sus
servicios para su atención humanitaria”.
Por todo ello consideraron “urgente” construir dos albergues más
“en Frontera Comalapa y en Salto de Agua, porque por esos lugares
llegan y pasan cientos de ellos, y queremos ofrecerles un espacio
para descansar, comer, bañarse, lavar su ropa, dormir y proseguir su
camino. En varios casos, les damos asistencia jurídica y algún apoyo
económico”.
Para financiar la iniciativa en la diócesis se ha hecho una
colecta para este fin, y el fruto de la misma se entregará al Papa
en el ofertorio de la misa, el 15 de febrero.
“El Papa no se lleva ese dinero a Roma -indican los obispos- sino
que lo presentamos como una ofrenda de la comunidad para los pobres,
en este caso para los migrantes”. Y precisan que le entregarán un
sobre con una carta en que se indicará la cantidad recolectada y su
finalidad.
“Ya se le comentó esto al Papa, y le pareció muy buena iniciativa
en este Año de la Misericordia, pues lo que él quiere promover es
que seamos misericordiosos, sobre todo con los que sufren, como son
los migrantes” indicaron los obispos en la misiva de presentación
del proyecto.
Al concluir, indican que también otras personas pueden sumarse a
esta iniciativa, y para ello han abierto una cuenta bancaria “para
facilitar la ayuda de quienes generosamente quieran colaborar en
esta obra de misericordia. Sus depósitos los destinaremos de
inmediato a la construcción de los albergues”.
Los datos de las cuentas son: Cuenta No. 659 10 88 de Banamex,
sucursal 7009, en San Cristóbal de Las Casas, a nombre de Felipe
Arizmendi Esquivel.
Las reliquias de san Pío de Pietrelcina y san Leopoldo Mandić,
santos de la misericordia, ya están siendo veneradas por miles
personas en Roma.
Esta tarde se ha realizado una procesión desde
la parroquia de San Salvador en Lauro, situada a poco más de un
kilómetro del Vaticano, hasta la basílica de San Pedro. Allí, el
cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la basílica papal, recibió
las reliquias y después de un momento de oración, las hizo entrar en
la Basílica.
En sus palabras recordó la vida de los santos, padre Pío y padre
Leopoldo, así como una serie de santos que fueron sus
contemporáneos. También dijo que ambos se quedaban hasta 16 horas al
día en el confesionario y de cuántas personas han convertido dando
el sacramento de la reconciliación. Un don precioso que cura las
heridas, subrayó. El cardenal Comastri concluyó su intervención
invitando en este Jubileo de la Misericordia a la conversión, sin
olvidar al prójimo que nos rodea.
Los cuerpos llevados en sendas urnas transparentes, han sido
colocados en la nave central, frente al Altar de la Confesión, para
la veneración de los fieles.
Este sábado, el papa Francisco recibe por la mañana a los
seguidores de los grupos de oración de Padre Pío, al personal de la
Casa Alivio del Sufrimiento y a los fieles de la Archidiócesis de
Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo.
Durante los días siguientes, las reliquias permanecerá siempre en
la basílica de San Pedro. El martes 9 de febrero por la mañana, el
Santo Padre preside una misa para los Hermanos Menores Capuchinos de
todo el mundo.
El 10 de febrero, en Roma, tendrá lugar la solemne celebración
eucarística del Miércoles de Ceniza presidida por el Pontífice y la
ceremonia del envío de los Misioneros de la Misericordia, unos 700
sacerdotes y religiosos enviados por el Papa a predicar y confesar,
con la potestad de absolver también los pecados reservados a la Sede
apostólica.
Sobre el perdón del pecado de aborto con motivo del Jubileo de la
Misericordia, monseñor Fisichella recordó, respondiendo a ZENIT, que
dicho pecado lo pueden perdonar en cualquier tiempo los obispos, y
según su discrecionalidad pueden habilitar a algunos sacerdotes para
que lo perdonen en sus diócesis. En cambio, “durante este Año de la
Misericordia, el papa Francisco dio la facultad a todos los
sacerdotes del mundo de absolver del pecado de aborto”. Los
Misioneros de la Misericordia además podrán perdonar los cinco
pecados reservados a la Santa Sede, entre los cuales la profanación
eucarística.
El 11 de febrero, después de la santa misa presidida por Mons.
Rino Fisichella, parten las reliquias de san Pío hacia la ciudad de
Pietrelcina. Y a las 15 horas llegará a Piana Romana (fracción rural
del pueblo donde el Capuchino recibió por primera vez los estigmas).
Después de una liturgia de acogida, la urna del padre Pío llegará a
la iglesia conventual de la Sagrada Familia, donde
permanecerá durante los días 12 y 13. Hasta el 16 estará en otros
lugares, como en el hospital Casa Alivio del Sufrimiento, fundada
por el padre Pío, cuando su cuerpo incorrupto llegará al San
Giovanni Rotondo.
Este viernes, se ha presentado en Madrid el libro “
Memorias
con esperanza” (Ediciones Encuentro), del cardenal
Fernando Sebastián. La obra relata en primera persona los
incontables episodios vividos por el arzobispo emérito de
Pamplona durante el último medio siglo en la historia de la
Iglesia española: la Transición política, su trabajo en la
Secretaría de la Conferencia Episcopal Española (CEE), las
relaciones con el Gobierno socialista, etc.
El acto, que ha
tenido lugar en la Fundación Pablo VI, de la que el purpurado
de origen aragonés fue presidente, ha contado con la
participación del cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de
Valladolid y presidente de la CEE; del exdiputado y actual
vicepresidente de la Fundación Valores y Sociedad, Eugenio
Nasarre; y de José Miguel Oriol, presidente de Ediciones
Encuentro.
En relación con uno de los acontecimientos que han marcado
su vida, el Concilio Vaticano II, el cardenal Sebastián ha
advertido de que en España, el tránsito de una Iglesia masiva
apoyada en el poder político e incluso “dominada por él”,
donde “gana más el trono que el altar”, a una Iglesia “de
fermento, con vigor, que interpela, ilumina y orienta”, como
la del papa Francisco, aún “no está realizado del todo”. “No
hemos logrado instalarnos en la visión de la Iglesia del
Vaticano II”, ha enfatizado. Ante esta situación, el arzobispo
emérito de Pamplona ha propuesto pasar “de la Iglesia masa a
la Iglesia fermento”; “esa Iglesia fermento –ha dicho– que
tenemos que reconstruir”, donde los cristianos sean
“creyentes, practicantes y testimoniantes”.
En el turno de preguntas, el purpurado no ha querido
valorar si el país atraviesa una segunda Transición, como
afirman algunos analistas. Interrogado por ZENIT, simplemente
ha reconocido que están “perplejos” por el panorama político
actual.
A largo de las páginas de esta autobiografía, ha
explicado la propia casa editorial, “el lector podrá
descubrir un buen número de ocasiones en las que el
autor, que lo ha sido casi todo en la Iglesia española
—Decano, Rector y Gran Canciller en la Universidad
Pontificia de Salamanca, Secretario y Vicepresidente de
la Conferencia Episcopal, obispo, administrador
apostólico, arzobispo y, desde 2014, Cardenal—, se ha
visto implicado personalmente en episodios importantes y
delicados”.
Como rector de la Pontificia de Salamanca
tuvo que lidiar, en los últimos años del régimen de
Franco, con las movilizaciones de los estudiantes, los
intentos de la policía de entrar en la Universidad, las
sospechas del gobierno, que miraban a la Pontificia como
un nido de revolucionarios y conspiradores y ordenó la
vigilancia estrecha por parte del Centro Superior de
Información de la Defensa (CESID) de “los curas rojos”
de la Universidad, y los intentos de infiltración en
ella por parte de organizaciones como ETA.
En los estertores del franquismo y los albores de la
Transición fue una de los principales apoyos del
cardenal Tarancón a la hora de afrontar asuntos tan
difíciles como el “caso Añoveros”. Formó parte también
del llamado «Consejillo» de los sábados, un pequeño
grupo de trabajo organizado por el citado purpurado para
estudiar los muchos problemas que se le presentaban a la
Iglesia española y preparar sus intervenciones y
declaraciones más importantes. Especialmente relevante
fue el papel de Fernando Sebastián en la redacción de la
trascendental homilía de la misa de Los Jerónimos del 27
de noviembre de 1975.
En su periodo en la Secretaría
de la Conferencia Episcopal tuvo que coordinar los
preparativos de la primera visita del papa Juan Pablo II
a España y encargarse de las relaciones de la Iglesia
española con el primero gobierno del Partido Socialista
Obrero Español (PSOE). Finalmente, en sus años como
arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, donde pasaría
16 años, tuvo que abordar un panorama social marcado por
el problema del terrorismo y la influencia de las
organizaciones nacionalistas radicales vascas.
Al término de la presentación del libro, el presidente de
la CEE también ha manifestado a la prensa la perplejidad de
los obispos españoles ante la actual situación política, y ha
deseado que todas las formaciones se reúnan para hablar y
lleguen a un acuerdo.
“Yo no conozco qué negociaciones ni qué interrogaciones, ni
cómo van. Yo solo expreso un deseo como obispo y ciudadano:
que busquen entre todos honradamente de qué forma podemos
salir de esta situación que a todos nos tiene con gran
perplejidad, que busquen entre todos”, ha apuntado.
Preguntado sobre un posible gobierno de coalición entre el
PSOE y Podemos, el cardenal Blázquez ha asegurado que no tiene
una bola de cristal para descifrar el futuro. Aun así, ha
reconocido que la situación actual les llena “de inquietud y
perplejidad” y que “afecta profundamente a todos, como
ciudadanos, cada uno con su responsabilidad específica”. “Pido
que se encuentren, que hablen, que proyecten, que nos viene
muy bien que entre todos vayan diseñando en esta situación
crucial nuestro futuro”, ha concluido el purpurado.
El islam está en expansión numérica y es omnipresente en los medios
de comunicación. Sin embargo, está en ebullición, en un profundo
debate interior, sobre cómo deben vivir los individuos y las
sociedades mayoritariamente musulmanas en el siglo XXI: una batalla
ideológica en la que se mezclan una infinidad de componentes
políticos, sociales y económicos.
En el cuaderno publicado por el
centro de estudios Cristianisme i Justícia, titulado “Islam.
La media luna… creciente”, el jesuita y doctor en Estudios
Islámicos Jaume Flaquer ayuda a conocer las diversas corrientes del
islam actual y uno de sus puntos de desacuerdo: la posibilidad o no
de reinterpretar jurídicamente la ley islámica, de acuerdo con el
tiempo presente. “La cuestión principal”, explica el autor, “es qué
hay que hacer hoy con la ley islámica en contextos de sociedades
cada vez más plurales e interrelacionadas por la globalización”.
El jesuita asegura en el texto que “el debate es principalmente
intraislámico”. “Las fallidas primaveras árabes –observa– arrancaron
cuando estas sociedades dejaron de proyectar todas las culpas de su
situación de subdesarrollo a la época colonial y a la injerencia de
EEUU”. “Sin poder negar su parte de culpa, el mundo árabe se
preguntó: ¿Y si la situación en la que vivimos está causada
principalmente por un problema nuestro? ¿Y si los primeros
responsables son nuestros propios dirigentes?”, prosigue. “Las
sociedades en regímenes dictatoriales –enfatiza– suelen caer en
aquella enfermedad psicológica que consiste en proyectar hacia
afuera las propias carencias y dificultades”. “El islam solo podrá
reformarse en la medida en que empiece reconociendo que tiene, él,
un problema al que ha de dar solución”, apunta el estudioso.
“El principal problema que tiene hoy planteado el islam
–insiste– es exactamente el mismo que contribuyó a su
esplendor en la Edad Media: la ley islámica”. “Ésta otorgó a
la civilización musulmana la estabilidad jurídica
imprescindible para todo desarrollo económico, social y
cultural”, recuerda. “Hoy, sin embargo, es su gran limitación
en un mundo que tiene otras coordenadas”, advierte el
religioso.
“Los códigos que interpretan jurídicamente la ley islámica tienen
su origen en los siglos IX y X. Y mientras el reformismo islámico
clama reabrir la interpretación jurídica para volver al Corán y
elaborar una legislación adaptada al tiempo actual y compatible con
los derechos humanos, la corriente fundamentalista considera que
Muhammad aportó la última ley definitiva y niega autoridad al hombre
para adaptarla”, señala la Compañía de Jesús en un comunicado.
“En esta corriente se sitúa el salafismo, que interpreta
negativamente cualquier evolución del islam y pretende islamizar a
los musulmanes que considera desviados, laxos o pecadores. Si bien
no hay que confundir salafismo con terrorismo, parte de los
salafistas legitiman la violencia para conseguir sus objetivos”,
añade.
Por este motivo, Flaquer afirma que “contrariamente a lo que
podemos pensar, el islam no está en guerra contra Occidente” sino
que se encuentra en una “verdadera guerra civil ideológica”. Ante
esta realidad y los conflictos que hay actualmente en Oriente
Próximo, resulta evidente que “la intervención militar por sí sola
no resolverá el problema a largo plazo” y se hace imprescindible
incidir en las causas religiosas del conflicto.
En cuanto al papel de Europa, “los atentados terroristas tienen
como objetivo la estigmatización de los musulmanes, conseguir que
Europa los considere un peligro y restrinja la libertad religiosa,
para obligarlos a posicionarse a favor de Europa o a favor del islam”.
Por este motivo, el autor pide “políticos inteligentes y ciudadanos
sensatos para no seguir el juego de estas dicotomías”.
El doctor en Estudios Islámicos también indica como una de las
asignaturas pendientes más importantes, el estudio riguroso de los
inicios del islam y la historia de la composición del Corán,
utilizando todos los métodos modernos de los que se disponen desde
el siglo XIX. “Progresar en el conocimiento”, considera, “ayudará a
desmontar las bases de los salafismos”.
“La humildad intelectual –dice– no puede hacer más que
transformar la certeza intransigente del fundamentalista en la
entrega confiada del creyente a un Dios que nos
sobrepasa”. “Si se lleva a cabo esta tarea, el panorama futuro
del islam puede ser completamente diferente, aunque con la
misma pasión por la Unicidad de Dios”, concluye Jaume Flaquer.
La Campaña contra el Hambre que año tras
año promueve “Manos Unidas”, ONG de la Iglesia Católica para
el desarrollo, llama de nuevo a nuestros corazones con este
sugestivo lema: “Plántale cara al hambre: Siembra”. Es
la traducción a nivel de desarrollo de aquella exhortación de
san Pablo: “No te dejes vencer por el mal, vence el mal a
fuerza de bien” (Rm 12,21).
Una mirada al mundo en que vivimos nos
presenta una gran injusticia, por la que los países
desarrollados derrochan recursos, mientras muchos países no
tienen ni siquiera lo necesario para su promoción elemental.
Si a eso añadimos la corrupción generalizada en tantos
niveles, tanto por parte de los países que ayudan como por
parte de los países que son ayudados, al final quienes pierden
son los más pobres, que no tienen acceso a ningún tipo de
ayuda para tener una elemental sanidad, una educación básica,
una vivienda digna, una alimentación suficiente, una dignidad
personal en todos los sentidos.
La propuesta cristiana en este y en todos
los temas no es el conflicto, ni la pancarta fácil tras la que
uno se esconde sin mayor compromiso, ni las palabras inútiles,
que sólo sirven para meter ruido. La postura cristiana lleva a
implicarse vitalmente y de verdad. Y esa implicación tiene en
Jesucristo su punto de referencia. Él no ha arreglado el mundo
simplemente con palabras, sino dando su vida entera, con amor
a los enemigos, hasta el extremo de la muerte en cruz, y
venciendo la muerte con su resurrección.
Manos Unidas no pierde el tiempo en
lamentos estériles de lo mal que está el mundo. Se pone manos
a la obra y recluta personas y recursos para llevar adelante
una campaña permanente que despierte en nosotros el sentido de
justicia y solidaridad con el que hemos de devolver a los
pobres de la tierra lo que les pertenece. No se trata, por
tanto, de hacer un recuento de todo lo que haría falta para
desterrar el hambre de nuestro planeta. Manos Unidas se pone a
trabajar en numerosos proyectos, pequeños pero eficaces, que
llevan la esperanza a miles, a millones de personas que no
pueden esperar más.
El segundo domingo de febrero, este año el
día 14, nos espera esa colecta extraordinaria, precedida del
ayuno voluntario el viernes anterior, que en contexto
litúrgico hacemos cada año para recaudar estos fondos y
ponerlos “a los pies de los Apóstoles” (Hch 4,35), hoy los
Obispos, cuyo cauce es Manos Unidas para los fines de
promoción que se organizan. Pero la colecta se alarga durante
todo el año, llegando a su punto culminante en esta fecha.
Es ocasión propicia para agradecer a todas
las personas que participan en esta movida, sobre todo
mujeres, por cada una de las parroquias de nuestra diócesis,
además de los servicios diocesanos que desde Córdoba funcionan
todo el año. Aquellas mujeres de Acción Católica pusieron en
marcha con intuición maternal esta Campaña anual, que lleva a
muchas bocas el pan, a muchas mentes la cultura y a muchos
corazones la dignidad de la persona, apoyando especialmente
propuesta de promoción de la mujer en tales países.
Os agradezco a todos vuestra generosidad.
Córdoba es una de las diócesis más generosas de España, y no
es de las más ricas. Pero el trabajo constante que realizan
los y las voluntarios de Manos Unidas hace que se multipliquen
las iniciativas para sacar algunos fondos, que unidos a los
demás, constituyen una ayuda muy importante. Gracias a todos.
Gracias a Dios que os hace generosos y capaces de compartir.
Gracias especialmente a las personas que dedican su tiempo
para que esta organización alcance sus objetivos.
La medida que uséis con los pobres, la
usará Dios con vosotros. Dios es rico en misericordia. Sed
generosos y aportad vuestro donativo, quitándolo quizá de
algún capricho o de cosas necesarias. Dios os lo recompensará.
Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
Este primer mexicano canonizado tenía ascendencia
española, castellana y andaluza por parte de padre y madre
respectivamente. Nació en México el 1 de mayo de 1572 y en el
bautismo le impusieron el mismo nombre con el que fue encumbrado a
los altares. Fue el primogénito de una numerosa prole. Era un niño
despierto e inquieto, rasgos que mantuvo siendo adulto aunque con
diferentes matices. La agitación infantil rubricada por travesuras
debió tener tal impacto en su niñera que cuando ésta vio que
ingresaba con los padres franciscanos de Puebla manifestó que sería
santo cuando la higuera seca, que conservaban en el patio de la
vivienda, rebrotase. Eso da idea de lo que debió pasar la pobre
mujer para reconducirlo por la buena senda; además, estaría
informada también de los gestos díscolos del chico en el colegio.
Pero eran cosas de niños y ahí irían quedándose, sepultadas en un
pasado que no tuvo mayor relevancia excepto quizá para perfilar una
personalidad intrépida, dispuesta a una entrega plena, que tuvo por
objeto central de su vida a Dios. Bien es verdad que durante un
tiempo persistió en su interior una etapa de búsqueda. De hecho, en
el convento franciscano que tenía entonces entre sus integrantes al
beato Sebastián de Aparicio, no se sintió encajado y volvió a casa
de sus padres. Puede que entonces su nodriza, con cierta sorna, le
recordara eso de que no sería santo viendo persistir en él la
inestabilidad que conocía.
Fracasado su primer intento de convertirse en
religioso, Felipe eligió la profesión de platero que pronto constató
tampoco le satisfacía, poniendo de relieve su carácter indómito y
poco centrado que tuvo que ver en esta decisión. Su padre no le dejó
vivir a su libre arbitrio sino que ejerció responsablemente su
misión. Por eso, como tenía 18 años no dudó en señalarle nada menos
que las islas Filipinas para que se buscase la vida, como hoy se
diría. La entrada en Manila, donde se afincó, fue como haber puesto
una pica en Flandes. Encantado de lo que veía, se dispuso a
insertarse de lleno en un mundo nuevo para él que venía cargado de
intereses que nada tenían que ver con Dios. Y en medio de tanto
ajetreo mundano, de nuevo la voz de Dios se abría paso en su
corazón. No le cerró las puertas, y ahí radica su mérito porque pudo
haber actuado como el joven rico y se hubiera desviado de la gloria
que le aguardaba.
Una vez más los franciscanos fueron los elegidos
para encauzar su vida religiosa –esta vez ya para siempre–
emprendiendo un camino de perfección que terminó con su último
aliento. Tomó el nombre de Felipe de Jesús, se ocupó de los
enfermos, estudió y ¡cosas de la providencia!, en 1596, a punto de
ser ordenado sacerdote, sus superiores determinaron que regresase a
México. Allí tendría lugar la solemne ceremonia, rodeado de los
suyos, siendo consagrado por el obispo, autoridad eclesiástica que
no había en Manila. Con ese fin tomó el galeón san Felipe. Las
inclemencias meteorológicas fueron funestas en grado extremo al
punto que el barco, enredado en un temible tifón, terminó en las
costas japonesas. Tan larvado estaba dentro de sí el espíritu de
ofrenda, que el religioso agradeció al cielo esta tempestad que le
iba a permitir evangelizar ese país en el que san Francisco Javier
había dejado antes su fecunda huella apostólica.
Al llegar a su destino postrero a finales de 1596
se encontró con una comunidad que, aún en medio de graves
contratiempos, actuando en la clandestinidad e integrada hasta en su
forma de vestir como el resto de la población, seguía transmitiendo
la fe, sabiendo que con ello contravenía la consigna de gobernantes
que habían decretado la expulsión de muchos misioneros y abatido sus
iglesias. El sueño apostólico de Felipe se truncó no mucho tiempo
después de haber descendido del galeón. La excusa perfecta para la
autoridad del lugar era incautar la nave que contenía considerables
bienes. Era un robo en toda regla que se trató de justificar
vertiendo en los religiosos la bilis de sus flaquezas. Los acusó de
prosélitos y los consideró como una amenaza para el país. Justamente
a los franciscanos, que por su carisma siempre han sido portadores
de paz y de bien, les atribuyeron afanes de conquista bélica,
intenciones imposibles de sostener y aceptar por cualquiera que
hubiera contemplado el rostro sereno de los religiosos.
Renovado el edicto en contra de ellos (aunque
existía una excepción para los náufragos como Felipe, prebenda a la
que renunció) casi una treintena de consagrados, españoles,
portugueses, mexicanos y un coreano, además de los jesuitas
japoneses Pablo Miki, Juan de Goto y Diego Kisai, cuyo martirio
también se celebra hoy, fueron condenados a muerte, noticia que
acogieron con gozo. El superior de los franciscanos prorrumpía en
alabanzas: «Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo
por hacernos esta merced de padecer con alegría por su amor». El
ardor misionero y pasión por el martirio se extendió entre los más
pequeños de la comunidad cristiana. Los niños también querían
entregar su vida por Cristo.
El 3 de enero de 1597 comenzaron en Meako los
crueles preámbulos del martirio en inútil intento por amedrentar a
los creyentes. Después, transportados en carretas y expuestos al
escarnio de las gentes, los condujeron a la isla Kyushu, cuya colina
fue mudo testigo de una masiva crucifixión que tuvo entre sus
mártires a Felipe. A éste, en concreto, que se abrazó fuertemente a
su cruz, le asfixiaba tanto el sedile que le aplicaron al
cuello que prácticamente sofocó su victoriosa exclamación: «¡Jesús,
Jesús, Jesús!», siendo rematado allí mismo con dos lanzas
cruzadas. Fue el primero de los ajusticiados el 5 de febrero de 1597
y, por tanto, pionero en atravesar el umbral de la gloria eterna
conquistada por todos ellos. Cuenta la tradición que en ese mismo
instante la higuera de su remoto hogar dio frutos. Fue beatificado
por Urbano VIII el 14 de septiembre de 1627. Y canonizado por Pío IX el
8 de junio de 1862.