Servicio diario - 09 de febrero de 2016
El papa Francisco presidió este martes por la mañana en la basílica
de San Pedro, la santa misa junto a algunos miles de frailes menores
capuchinos llegados desde todo el mundo con motivo del Jubileo de la
Misericordia.
La eucaristía iniciada unos minutos antes de la hora
fijada, las 7,30 de la mañana, fue celebrada en el Altar de la
Confesión, a dos pasos de las reliquias de san Pío de Pietrelcina y
de san Leopoldo Mandić, santos de la misericordia.
Los cuerpos de los dos santos capuchinos llegaron a la basílica
de San Pedro este viernes por la tarde, y permanecen para la
veneración de los fieles hasta el próximo jueves 11. Mañana, 10 de
febrero, será la solemne celebración del miércoles de ceniza
presidida por el Pontífice y la ceremonia del envío de unos 700
Misioneros de la Misericordia.
En su homilía de hoy el Santo Padre, que habló improvisando y de
manera muy sentida, señaló “las dos actitudes” existentes, de
acuerdo a las lecturas del día: una es la grandeza delante de Dios,
que se expresa en la humildad del rey Salomón; y la otra es la
la mezquindad que viene de la ‘precisión’ de los doctores de la ley
en las pequeñas cosas olvidando las de Dios.
Recordó que la “tradición de los capuchinos es una tradición de
perdón”. Y si “entre ustedes hay confesores tan buenos, es porque se
sienten pecadores, y delante de la grandeza de Dios rezan pidiendo
perdón”.
Y que en cambio “cuando alguien se olvida de la necesidad que
tiene de perdonar, lentamente se olvida de Dios”. Así el Santo Padre
les recordó que “el humilde que se siente pecador es un gran
perdonador en el confesionario, el otro, como estos doctores de la
ley que se sienten ‘los puros’, ‘los maestros’, solamente saben
condenar”.
“Les hablo –añadió el Papa– como hermano, que en este Año de la
Misericordia especialmente, el confesionario sea para perdonar. “Y
si uno no puede dar la absolución” les pidió que “por favor no
apaleen”.
De tal manera pidió que “quien viene a buscar consuelo, paz en su
alma, encuentre a un padre que lo abraza, que le diga que ‘Dios te
quiere mucho’ y que se lo haga sentir”.
Señaló que hay tantos lenguajes en la vida: el de la palabra,
pero también el de los gestos. Porque si una persona se acerca al
confesionario “es porque quiere cambiar. Y lo dice con el gesto de
acercarse”.
“Tengan confianza en la misericordia de Dios, no caigan en el
pelagianismo” dijo, porque “quien no sabe perdonar termina como
estos doctores que son grandes condenadores” y “¿quién es el gran
condenador? El diablo”. El Papa concluyó con una invitación:
“Corazón amplio, el perdón es una semilla, una caricia de Dios”.
El santo padre Francisco celebró este martes la santa la misa en la
basílica de San Pedro junto a varios miles de capuchinos que han
venido desde todo el mundo, con motivo del Jubileo de la
Misericordia. Presentes estaban las reliquias de san Pío de
Pietrelcina y de san Leopoldo Mandić.
El Papa recordó que hay dos
actitudes, la de quien como Salomón se expresa en la humildad y la
de los doctores de la ley que se aferran a ritos perdiendo el
contenido. Invitó a perdonar como Jesús, a no ser pelagianos, a no
apalear a quien se acerca porque busca el perdón de Dios. Con
corazón amplio, porque el perdón es una semilla, una caricia de
Dios.
A continuación el texto competo de la homilía:
“En la liturgia de hoy hay dos actitudes, una actitud de grandeza
delante de Dios, que se expresa en la humildad del rey Salomón; y
otra actitud, de mezquindad, que es descrita por el mismo Jesús, por
cómo hacían los doctores de la ley, hacían todo preciso, pero
dejaban aparte la ley para hacer sus pequeñas tradiciones de ellos.
Vuestra tradición de los capuchinos es una tradición de perdón,
de dar el perdón. Entre ustedes hay muchos buenos confesores, porque
se sienten pecadores, como nuestro fray Cristóbal, saben que son
grandes pecadores y delante de la grandeza de Dios continuamente
rezan: ‘Escucha Señor y perdona’. Y porque saben rezar, así saben
perdonar.
En cambio cuando alguien se olvida de la necesidad que tiene de
perdonar, lentamente se olvida de Dios, se olvida de pedir perdón y
no sabe perdonar.
El humilde, quien se siente pecador es un gran perdonador en el
confesionario; el otro, como estos doctores de la ley que se sienten
los puros, los maestros, solamente saben condenar. Pero yo les hablo
como hermano, y en ustedes querría hablarle a todos los confesores,
en este Año de la Misericordia especialmente: el confesionario es
para perdonar. Y si uno no puede dar la absolución, por favor no los
apaleen. Quien viene, viene a buscar consuelo, perdón, paz en su
alma, que encuentre a un padre que lo abraza, que le diga que ‘Dios
te quiere mucho’ pero que se lo haga sentir.
Me disgusta decirlo, pero cuánta gente, creo que la mayoría de
nosotros lo hemos oído: ‘No voy más a confesarme porque una vez me
hicieron estas preguntas, esto…’. Pero ustedes capuchinos tienen
este don especial del Señor: perdonar. Y les pido, no se cansen de
perdonar.
Me acuerdo de uno que conocí en mi otra diócesis, un hombre de
gobierno, que acabado su tiempo, de gobierno, guardián, provincial,
a los 70 años fue enviado a un santuario a confesar y tenía una cola
de gente, todos, curas, fieles, ricos, pobres, todos… era un gran
perdonador. Siempre encontraba el modo para perdonar o al menos de
dejar esa alma en en paz con un abrazo.
Y una vez lo encontré y me dijo:
— escúchame tú que eres obispo, tú me puedes decir, yo creo que peco
porque perdono mucho y me viene este escrúpulo
— ¿Y por qué?
— Porque siempre encuentro cómo perdonar.
— ¿Y qué haces cuando te sientes así?
— Voy a la capilla delante del tabernáculo y le digo al Señor:
‘Discúlpame Señor, perdóname, creo que hoy he perdonado mucho. Pero
Señor, has sido tú quien me ha dado el mal ejemplo’.
Sean hombres de perdón, de reconciliación, de paz. Hay muchos
lenguajes en la vida, el lenguaje de la palabra, pero también el
lenguaje de los gestos. Si una persona se acerca al confesionario es
porque siente algo que le pesa, que quiere quitarse. Quizás no sabe
cómo decirlo, pero el gesto es este. Si esta persona se acerca es
porque quiere cambiar, y lo dice con el gesto de acercarse. No es
necesario hacer preguntas: ¿tú?, ¿tú?…
Y si una persona viene es porque en su alma no quiere cometerlo
más. Pero muchas veces no pueden, porque están condicionados por su
psicología, por su vida y su situación. ‘Ad impossibilia nemo
tenetur‘.
Corazón amplio. El perdón es una semilla, una caricia de Dios.
Tengan confianza en la misericordia de Dios, no caigan en el
pelagianismo. ‘Tú tienes que hacer esto, esto, esto….’ Ustedes
tienen ese carisma de confesores, hay que retomarlo y renovarlo
siempre. Sean grandes perdonadores, porque quien no sabe perdonador
termina como estos doctores de la ley, que son grandes condenadores.
¿Y quién es el gran acusador en la Biblia? El diablo. O se hace
el oficio de Jesús, que perdona, dando la vida y la oración, tantas
horas allí sentado, como estos dos santos aquí, o haces el oficio
del diablo que acusa. No logro decirles otra cosa, y en ustedes le
digo a todos, a todos los sacerdotes que van a confesar. Si no se
sienten capaces, sean humildes, digan ‘no, no, no… yo celebro la
misa, limpio el suelo… pero no confieso porque no se hacerlo bien’.
Y pidan al Señor la gracia, gracia que pido para cada uno de
ustedes, para todos ustedes, para todos los confesores y también
para mí”.
(Texto traducido desde el audio por ZENIT)
El consejo de Cardenales ha concluido este martes su encuentro de
dos días con el papa Francisco. El único ausente durante la reunión
ha sido el cardenal
Oswald Gracias, que ya
había adelantado que no podría asistir debido a una operación ya
programada. Los cardenales han concelebrado con el Santo Padre la
misa de esta mañana en la Basílica de San Pedro con los frailes
capuchinos.
El conocido como C9 fue creado por el papa Francisco
el 13 de abril de 2013. Los cardenales, que provienen de los cinco
continentes, asesoran al Papa en su labor de reforma de la Curia.
Esta ha sido la decimotercera ocasión en la que se han reunido en el
Vaticano.
El padre Federico Lombardi, director de la oficina de prensa del
Vaticano, ha indicado hoy que entre los temas abordados ha estado la
sinodalidad y la descentralización. Como ya estaba previsto en la
conclusión del encuentro precedente, en la primera sesión se ha
realizado una profundización del discurso del Santo Padre en ocasión
del 50º aniversario del Sínodo de los Obispos, el 17 de octubre del
año pasado. Tal discurso, que ha desarrollado ampliamente el tema de
la “sinodalidad”, constituye una referencia importante para el
trabajo de la reforma Curia.
Asimismo, se han entregado las últimas propuestas para los nuevos
dicasterios: Laicos-Familia-Vida y Justicia-Paz-Migración. Al
respecto, el padre Lombardi ha asegurado que se podría dar por
terminado este trabajo. Por otro lado, han comenzado a estudiar y
presentar consideraciones sobre la Secretaria de Estado y la
Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los
sacramentos.
Por su parte, el cardenal Seán Patrick O’Malley ha informado
sobre las propuestas de la Pontificia Comisión para la Tutela de los
Menores –de la que es presidente– reunidos en Roma la semana pasada.
También el cardenal George Pell, en calidad de prefecto de la
Secretaría para la Economía, ha presentado la situación respecto a
la reforma en el campo económico.
Como último punto, se ha hablado del informe que el Tribunal de
la Rota ha enviado a las diócesis sobre el motu proprio respecto al
proceso de nulidad.
El pasado viernes, la Santa Sede y el Patriarcado de Moscú
difundieron un comunicado conjunto en el que anunciaron el encuentro
en Cuba entre el Pontífice y el Patriarca. Ha habido que esperar
casi mil años para que las cabezas de la Iglesia Católica y la
Ortodoxa Rusa se estrechen las manos.
La histórica reunión –que
tendrá lugar en el pabellón presidencial del aeropuerto
internacional José Martí– tratará principalmente sobre la
persecución de las comunidades cristianas en Oriente Medio, según ha
adelantado el metropolita Hilarion, presidente del
Departamento para las relaciones exteriores del Patriarcado de
Moscú, y finalizará con la firma de una declaración conjunta.
Tanto la Santa Sede como el Patriarcado de Moscú han invitado “a
todos los cristianos a rezar con fervor para que Dios bendiga este
encuentro”. Las dos Iglesias “desean que sea una señal de esperanza
para todos los hombres de buena voluntad”.
El diálogo ecuménico con las Iglesias Ortodoxas de tradición
bizantina, siriaca y eslava comenzó oficialmente en 1980, aunque los
primeros pasos importantes se dieron ya durante el Concilio Vaticano
II, con la cancelación de las excomuniones recíprocas del año 1054.
La cumbre de La Habana, que lleva mucho tiempo preparándose, será
la primera de este tipo y marcará una etapa importante en las
relaciones entre la Iglesia Católica y la Ortodoxa Rusa.
Los cinco papamóviles que transportarán al papa Francisco en sus
recorridos por las seis ciudades que visitará en México, así como
los coches cerrados, fueron bendecidos este lunes en el
Hangar
Presidencial del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de
México.
La bendición la realizó el nuncio apostólico en México,
monseñor Christoph Pierre, y el coordinador de la Visita Papal,
monseñor Eugenio Lira Rugarcía. Estuvo también presente Héctor Mena,
de Continental Automotriz, quienes han donado los tres papamóviles
hechos en México. Los otros dos, Jeep Wrangler, fueron traídos desde
Estados Unidos, y son los que utilizó Francisco en su viaje a ese
país.
“Señor, que eres Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo lo
bueno viene de ti, que nos has creado y nos has redimido.
Sabemos también que la visita del papa Francisco a nuestra
patria es una más de las muchas muestras de tu amor
misericordioso. Preparándonos para este gran momento e
invocando la intercesión de Nuestra Madre de Guadalupe,
te pedimos que bendigas estos vehículos en los que el Santo
Padre se trasladará durante sus recorridos en México, como
misionero de misericordia y de paz, y te rogamos que, como
fruto de este viaje apostólico, todos te descubramos como
camino y término de toda peregrinación humana, y seamos
misericordiosos como tú. Amén”, afirmó Christophe Pierre.
Los vehículos son descubiertos y cuentan con un sillón giratorio
para el Papa en el centro y dos sillones laterales para sus
acompañantes.
El Santo Padre, que llega a México este viernes, 12 de febrero,
visitará Ciudad de México y Ecatepec, San Cristóbal de Las Casas,
Tuxtla Gutiérrez, Morelia y Ciudad Juárez.
Así lo cuenta la Dra. Lupita de Heredia, en una entrevista concedida
a ZENIT, antes del viaje del papa Francisco a México programado del
próximo viernes 12 al miércoles 17, en la que explica lo que vivió
durante la apertura de la sede diplomática de su país ante la Santa
Sede.
Lupita “la de la embajada”, como la conocían en el ámbito
diplomático, se encontraba en Roma en el momento justo. De familia
conocida en su país, con un abuelo famoso arquitecto de la época de
Porfidio Díaz, más otros cuatro tíos abuelos jesuitas, uno de ellos
Carlos María, autor del libro ‘Un reporter de la época de Cristo’,
tenía una gran familiaridad con el Vaticano.
El padre de Lupita era mexicano y cuando estalló ‘Revolución del
11’, “se auto-exilió en Francia donde cursó la universidad y después
en Roma en la Gregoriana. A continuación pasó a ser magistrado de la
Rota Romana del Vaticano y después pasó a la Congregación de la
Causa de los Santos”.
Ella nació en Roma durante la II Guerra Mundial, cuando en Italia
Mussolini era aliado de Hitler, y recuerda: “Mi padre tuvo necesidad
de un permiso especial que le permitía transitar por algunas calles
de Roma, porque no era de ‘raza aria’”.
Lupita inicia a trabajar en Radio Vaticano, ubicada donde hoy
está el Aula Pablo VI, con una revista ‘Il Sipral’. Todo
esto le permitió conocer la Ciudad del Vaticano desde cerca. “En las
Congregaciones entraba por una puerta y salía por otra, no me
equivocaba con los teléfonos”, indicó.
“En los años 70 inicié a trabajar en el consulado de México, de
allí tuve encargos en la embajada, pasé además un período en México,
trabajando en Relaciones Exteriores, y en 1987 regresé a Italia”,
explicó.
Una época en que las comunicaciones eran difíciles, y la praxis
de las embajadas era cifrar mensajes, con comunicaciones
complicadas. Y en 1979 se planteó “el trauma de ese señor que quería
ir allá”, que alguno lo consideraba incluso ‘disfrazado’ por usar su
hábito, recordó la señora Lupita. El problema era que “Relaciones
Exteriores pedía que el Papa llevara su pasaporte con una visa
concedida por México, como cualquier otra persona”.
Cuando fue el primer viaje de un Papa a México, en 1979, no
había relaciones diplomáticas. Y Juan Pablo II al llegar a México se
encuentra ‘de casualidad’ con López Portillo en “Obras Públicas” y
el presidente le dice: “Buenas tardes señor, le dejo con mi pueblo”.
“En México había –ironiza Lupita– una catolicidad de al menos uno
80 por ciento, una religiosidad popular profunda pero un poco laica,
todos guadalupanos, y también masones guadalupanos, etc. Una mezcla
de frijoles y tortilla”.
Así en 1990 le proponen a trabajar con el señor Agustín Téllez
Cruces enviado como representante personal del presidente Salina de
Gotari, ante el Papa. Por ello pasa “a la misión especial”,
trabajando “con la persona más honesta que he conocido en mi vida”.
“Así poco a poco comenzamos a estar en el libro diplomático como
representantes permanentes, Rusia tenía también nuestro estatus”. Y
confió que “se iba solo a algunas recepciones”, especialmente si
“había que ‘ventilar’ alguna cosa”.
Asimismo señaló que en la primera audiencia no oficial de la
misión especial era necesario marcar distancia con el protocolo, por
ello “fui de negro pero con manga corta”. El cambio llega en 1992
“con la modificación del artículo 130 de la Constitución de México,
que dio entre otras atribuciones la facultad de voto a los
sacerdotes”.
Se suceden así los viajes y en 1999, Juan Pablo II bendice la
residencia presidencial de Los Pinos. “Entre el 1992 y el 2000
-señala Lupita- a muchísimos niños los niños les ponen de nombre
Juan Pablo”. Después en el 2002 “llega el presidente Vicente Fox y
su esposa, que al recibirlo le besan la mano, desatando todas las
polémicas del mundo”. Hoy, en cambio, aseguró Lupita, “el papa
Francisco será recibido en la casa de Gobierno, marcando una actitud
de gran amistad y colaboración”.
Este fin de semana ha tenido lugar en Sevilla el Congreso “La
vulnerabilidad de los emigrantes y los derechos humanos”, en el que
se han dado cita más de cien personas en el convento de los
dominicos de Santo Tomás.
El encuentro se ha celebrado en el marco
del Jubileo de la Orden de Predicadores, bajo el espíritu del
llamado Proceso
Salamanca que, inspirado en el diálogo que mantuvieron en el
siglo XVI los misioneros en el Nuevo Mundo y los teólogos dominicos
de la Escuela de Salamanca, quiere ser un espacio de encuentro entre
personas que se dedican a la reflexión teológica y personas que
trabajan en la primera línea de la defensa de los derechos humanos.
El filósofo fr. Juan Manuel Almarza; el historiador fr. Antonio
Larios; la secretaria de Familia Dominicana, Pilar del Barrio; Maite
Moreno, abogada de Cáritas; el psicólogo Javier Saavedra; el
exdefensor del pueblo andaluz, José Chamizo; y el vicario de
pastoral de la diócesis de Madrid, José Antonio Segovia, han sido
algunos de los ponentes.
También han intervenido las hermanas oblatas, adoratrices y
mercedarias, que han relatado las duras realidades de los
inmigrantes en Almería, y han denunciado la situación de las mujeres
que son traídas a España en régimen de esclavitud para ejercer la
prostitución.
Con motivo de los 800 años de su fundación, la Familia Dominicana
va a crear un observatorio de derechos humanos, según ha adelantado
su secretaria Pilar del Barrio al finalizar la primera mañana del
congreso.
Durante tres días, sociólogos, teólogos, artistas, historiadores,
trabajadores sociales, abogados, psicólogos, educadores y expertos
en cooperación han reflexionado sobre aspectos éticos, metodológicos
y culturales en torno a la cuestión: “¿Estos no son hombres?”
Los derechos humanos tienen un lugar privilegiado en la tradición
dominicana. Al respecto, cabe destacar la figura de fray Bartolomé
de las Casas, en cuya obra se adelantan algunos de los fundamentos
sobre la dignidad de la persona que se recogerán mucho tiempo
después en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) ha invitado a todos los
cristianos del mundo a vivir el miércoles de ceniza, día de oración,
ayuno y abstinencia, en especial por la paz en los países más
castigados de Oriente Medio: Siria e Irak.
“Ayuda a la Iglesia
Necesitada es como una madre para nosotros cristianos de Siria e
Irak. Sin vosotros, muchos de nosotros estaríamos muertos o
hubiéramos emigrado. Tenemos necesidad extrema de vuestra ayuda,
pero lo que os pedimos ahora es la misericordia. Rezad y ayunad para
que el Señor tenga misericordia de nosotros”. Este es el llamamiento
que el patriarca caldeo Louis Raphael I Sako que, junto al patriarca
melquita Gregorios III Laham, ha enviado a los benefactores,
voluntarios, trabajadores y colaboradores de las 21 sedes de la
fundación pontificia, para rezar y ayunar por la paz “en nuestras
amadas naciones”.
Y hace unos días, el padre Firas Lufti, franciscano de la
Custodia de Tierra Santa, desde la ciudad de Alepo describía así el
sentimiento de este pueblo que tanto sufre: “Tras 5 años ya de
guerra, el pueblo sirio se siente abandonado y afronta una trágica
decisión: resistir o abandonar la amada Siria en busca de un futuro
mejor. La gente tiene miedo y está desorientada. No hay agua ni
comida ni electricidad. Y la batalla final, el enfrentamiento más
duro que, según dicen, tendrá lugar aquí, todavía no ha
comenzado”. Ante esta situación, AIN ha promovido la iniciativa
“¿Llevarías por un día la cruz de los cristianos perseguidos?”.
“Tienen que sentir nuestro apoyo, el que brota de nuestra oración
y nuestro sacrificio. Comenzamos la cuaresma, 40 días de preparación
de la muerte de nuestro Señor Jesucristo que culminan en la
Resurrección: la que también esperan los cristianos en Siria e
Irak”, ha señalado la fundación pontificia. “Ayudándoles a llevar la
Cruz, también nosotros damos aún más sentido a este tiempo de
conversión que nos prepara para la gran fiesta de la Pascua”, ha
añadido.
Actualmente, AIN financia 140 proyectos en Irak y Siria. Desde
que comenzó el conflicto en la región en 2011, la organización
caritativa ha destinado más de 14 millones y medio de euros a
proyectos en Irak y más de 9 millones de euros a Siria.
El santo padre Francisco ha nombrado a Mons. Miguel Ángel Morán,
hasta ahora obispo de San Miguel, en el Salvador, como obispo de
Santa Ana en dicho país.
De este modo, sucede al obispo Romeo Tovar Astorga, OFM cuya
renuncia al gobierno pastoral de la diócesis fue aceptada por límite
de edad.
La diócesis de Santa Ana tiene una superficie 3.463, consta de una
población 1.533.000, de los cuales son católicos 985.000. Hay 113
sacerdotes y los religiosos y religiosas son 104.
Monseñor. Miguel
Ángel Morán Aquino nació el 25 de mayo de 1955 en Esquipulas,
diócesis de Santa Ana. En 1967 entró en el seminario menor de la
diócesis. Realizó los estudios de filosofía en Santa Ana y los de
teología en el seminario mayor San José de la Montaña.
Fue ordenado sacerdote el 5 de diciembre de 1981. En Roma, obtuvo la
Licenciatura en Teología en la Pontificia Università Antoniana.
Como sacerdote ha realizado los siguientes encargos: párroco de la
parroquia de Santa Bárbara, Santa Ana (1986-1988); párroco de la
parroquia de San Andrés en Apaneca y prefecto de los estudios en el
seminario mayor San José de la Montaña (1988-1990); párroco de la
catedral de Santa Ana (1990, 6 meses); párroco de la parroquia de
San Miguelito, Santa Ana (1990-1996).
El 19 de julio del 2000 fue nombrado obispo de la diócesis de San
Miguel. Actualmente es delegado de la Conferencia Episcopal ante el
CELAM y encargado del Institución de prevención social del clero.
Coincidiendo con el lanzamiento de la nueva campaña contra el hambre
de Manos Unidas, el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro
Sierra, ha escrito una
carta en
la que pide que todos se involucren en esta lucha y señala que “el
hambre no depende únicamente de las diversas situaciones geográficas
en las que estemos ni tampoco de las climatologías de los países en
los que habitan los hombres, ni siquiera de las circunstancias
desfavorables que hacen que las cosechas no sean abundantes como
teníamos previsto”. “También el hambre lo provoca el hombre mismo,
con sus egoísmos, que tienen versiones muy diferentes, como
carencias en la organización social, rigidez de estructuras
económicas que muy a menudo están destinadas al lucro, e incluso
prácticas contra la vida humana; en sistemas ideológicos que reducen
a la persona, le recortan sus dimensiones esenciales, le privan de
su dignidad fundamental, la entienden como un instrumento más a su
servicio”, añade.
El prelado lamenta que “hemos descentrado al
hombre” y pone como ejemplo “el modo de atender el hambre en el
mundo”, ya que, “con mucha frecuencia, la acción internacional para
combatirla ignora el factor humano y, en cambio, da prioridad a
aspectos técnicos y socioeconómicos que, aunque son importantes,
solo responderán a las verdaderas necesidades del ser humano cuando
este esté en el centro”. “Para lograrlo nos tenemos que implicar más
todos y, con una fuerza especial, quienes tienen que tomar
decisiones. Hemos de valorar y decidir qué uso damos a la tierra
porque, muchas veces, se está orientando a otros objetivos que
afectan al ambiente y se está volviendo improductiva para alimentar
al ser humano”, asevera.
En esta línea, monseñor Osoro cita la encíclica Populorum
progressio del beato Pablo VI y la reciente Laudato si’,
en la que el papa Francisco recuerda que las criaturas de este mundo
tienen dueño y tienen “una sublime comunión que nos mueve a un
respeto sagrado, cariñoso y humilde” de las mismas. Acto seguido, el
arzobispo de Madrid asegura que el cartel de la campaña de Manos
Unidas de este año, que lleva por lema “Plántale cara al hambre:
siembra”, “es muy sugerente: un plato blanco bellísimo con una
cuchara de madera llena de tierra en la que nace una planta”. “Me
hace recordar que no todos tienen ese plato, ni siquiera una cuchara
con tierra para sembrar y que dé frutos. El cartel no pide platos.
Reclama que todos los hombres tengan tierra para sembrar y comer.
Medios para que esas tierras produzcan. Semillas, agua, herramientas
para el trabajo. Después, ellos mismos harán sus platos y cucharas,
con el producto y valor de lo que plantan”, explica.
Como detalla el prelado, acabar con el hambre requiere “métodos y
acciones que permitan una explotación adecuada de los recursos” y
“que se respete el patrimonio de la casa común que es nuestra
tierra, la que ha sido creada por Dios, quien también nos creó a
nosotros y todo lo que existe, y quien nos ha dado la dignidad que
tenemos todos los hombres, creados a su imagen y semejanza”. “Con el
cartel, entendemos muy bien el lema Plántale cara al hambre:
siembra. Sembremos y cultivemos la tierra para que todos los
seres humanos puedan alimentarse; sembremos de solidaridad la
tierra; sembremos de cultura del encuentro el corazón de todos los
hombres; sembremos de ternura, paz y amor, y renunciemos a la
indiferencia”, abunda.
Finalmente, monseñor Osoro formula una serie de bienaventuranzas
en las que desgrana distintas formas de hacer este deseo realidad:
“1. Bienaventurados los que hablan y viven el desarrollo
auténtico, entendido como aquel que asegura una mejora integral en
la calidad de vida humana.
2. Bienaventurados quienes ven con los ojos de Jesús el espacio
donde transcurre la existencia de las personas, los escenarios donde
viven y actúan, y dan las mismas respuestas que Él a quienes los
habitan.
3. Bienaventurados quienes promueven el bien común, como es el
respeto a la persona con sus derechos inalienables a su desarrollo
integral, aplicando el principio de subsidiariedad en los grupos
intermedios, entre los que destaca la familia.
4. Bienaventurados quienes se toman en serio la siembra, sabiendo
que los países pobres necesitan de los ricos, teniendo estos como
prioridad erradicar la miseria.
5. Bienaventurados quienes alientan la mejoría agrícola de las
regiones más pobres, con inversiones, infraestructuras, organización
de mercado, sistemas de riego, técnicas agrícolas sostenibles,
cooperativas, etc.
6. Bienaventurados quienes se hacen estas preguntas para un
desarrollo integral antes de emprender cualquier proyecto en favor
de quienes pasan hambre: ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿De
qué manera? ¿Para quién? ¿A qué costo? ¿Quién paga y cómo?
7. Bienaventurados quienes, pensando en el bien común, hacen
posible que la política y la economía en diálogo se coloquen al
servicio de la vida y con absoluta claridad al servicio de la vida
humana.
8. Bienaventurados quienes promueven que no bastan las ciencias
empíricas para explicar completamente la vida, el conjunto de la
realidad, pues sostener lo contrario hace desaparecer la
sensibilidad estética y la capacidad de la razón para percibir el
sentido y la finalidad”.
La Cuaresma del año 2016 está enmarcada en el
año de la misericordia. Bien sabemos que Dios es Misericordia y lo
ha demostrado a lo largo de los siglos. Pero también sabemos que
la misericordia presupone que nosotros nos reconozcamos pecadores,
nos acerquemos a Dios, le pidamos perdón sinceramente y nos
propongamos la enmienda de vida. Dios concede misericordia
generosamente y sin límites a quien está arrepentido. Depende de
nosotros el abrir nuestro corazón a esa misericordia de Dios
mediante el corazón contrito y humillado, dispuesto a comenzar de
nuevo y volver al camino recto, dejando la vida y los senderos de
pecado.
Algunas notas para entender la Cuaresma guiados
por el evangelio de san Lucas en este ciclo C:
Las primeras lecturas nos presentan los
grandes momentos y acontecimientos de la historia de la salvación,
según el plan histórico de Dios, desde el principio hasta la
llegada de Jesús.
Las segundas lecturas de Pablo siempre
dan ese tono moral, aplicando el mensaje de la primera lectura a
la vida de cada uno de nosotros.
Los evangelios tienen una línea clásica:
las tentaciones de Jesús, la transfiguración en el monte (común a
los otros evangelistas en el ciclo A y B). Los otros domingos
tienen un tono de conversión para demostrar la gran misericordia
de Dios.
Comentario para este primer domingo de
Cuaresma:
Idea principal: El desierto de la
Cuaresma nos invita a centrar nuestra vida en lo esencial: en
la fe que debemos profesar con la boca y con la vida (1ª y 2ª
lecturas). Fe que será probada por el enemigo de nuestras almas,
el Demonio, que nos tentará en los tres puntos más flacos que
todos cargamos como herencia del pecado original: tener, poder y
gloria (evangelio).
Síntesis del mensaje: Ayudados por los recursos
pedagógicos de la Cuaresma –ambientación más austera, cantos
apropiados, el silencio del aleluya y del Gloria- y sobre todo por
las oraciones y lecturas bíblicas, nos disponemos a emprender, en
compañía de Jesús, su “subida a la Cruz”, para vivir una vez más
la Pascua, el paso a una vida nueva. Cristo quiere comunicarnos un
año más su vida nueva que inyectará en nosotros su santidad. Pero
pide de nosotros secundar esa vida nueva con la oración y el
sacrificio para ser fuertes ante las tentaciones diarias de
Satanás en el desierto de nuestra vida, renovando
nuestra fe en el Señor. No podemos negociar con el maligno.
Vivir de otra manera, o sea, “de bautismo, soy cristiano y, de
profesión, pagano” es una incoherencia y tentaríamos a Dios.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, vamos al desierto.
El desierto reduce al hombre a lo esencial, despojándolo de lo
superfluo, y a quedarse con las cosas fundamentales: agua, comida,
camino justo, ropa apropiada para cuidarse del sol y del frío. Y
sobre todo con la fe. Fedesnuda de sus apetitos y
deseos, de la que habla nuestro místico abulense, san Juan de la
Cruz en sus obras Noche Oscura del Alma, el Cántico
Espiritual y la Llama de amor Viva. La Cuaresma que se nos
abre con Cristo en el desierto nos quiere llevar a la
sustancia y al meollo de la existencia cristiana: la fe en nuestro
Dios por encima de todo. Aquí en el desierto de la Cuaresma, al
igual que Moisés pedía al pueblo “la profesión histórica de fe” al
ofrecer las primicias ante el altar del Señor (1ª lectura),
también a nosotros se nos pide renovar nuestra fe. La profesión de
fe no es una lista de “verdades a creer” o de “deberes a cumplir”,
sino una “historia a recordar y por la que dar gracias”. Para el
pueblo de Israel era el recordar las grandes maravillas que Dios
hizo con él para sacarle de la esclavitud de Egipto; para
nosotros, volver a experimentar en esta Pascua la auténtica
libertad traída por la muerte y resurrección de Cristo, que nos
desató de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna y nos
hizo partícipes de la vida nueva; vida de santidad y de gracia,
vida de libertad y plenitud. No podemos tener nostalgia de las
“cebollas del Egipto seductor”, sino volver a agradecer la
libertad de los hijos de Dios concedida en el bautismo.
En segundo lugar, durante el desierto de
nuestra vida debemos recordar las hazañas misericordiosas de Dios para
renovar nuestra fe en ese Dios fiel. Hacer esto no es sólo
ejercicio del pensamiento, sino un viaje al interior de la trama a
veces oscura y frágil de nuestra propia historia. Luces y sombras.
Santidad y pecado. Tempestad y bonanza. Seguridad y desconcierto.
Dudas y certezas. Así ha sido nuestra vida y la vida de la
humanidad. Esa fe en Dios misericordioso se alimenta en la oración contemplativa,
sí, pero después se tiene que derramarse como perfume de caridad en
nuestro día a día: en nuestra casa y familia, en el trabajo y
amistades, en la calle y en vacaciones, pues “la fe sin obras
es una fe muerta” (St 2, 14). Por tanto, en la Cuaresma, Dios
también nos invita a revisar nuestras obras de caridad y de
misericordia, como nos recordó el Papa Francisco al pedirnos
trabajar en cada mes del año de la misericordia en una de esas
obras de misericordia, que tienen su fundamento bíblico en Isaías
58, 6-7 y Hebreos 13, 3): Dar de comer al hambriento, dar de
beber al sediento, dar posada al necesitado, vestir al desnudo,
visitar al enfermo, socorrer a los presos y enterrar a los muertos (materiales). Enseñar
al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al
que está en error, perdonar las injurias, consolar al triste,
sufrir con paciencia los defectos de los demás y rogar a Dios por
vivos y difuntos (espirituales). Si Dios fue y es
misericordioso con su pueblo (1ª lectura) y con nosotros en Cristo
Jesús (2ª lectura), nosotros también tenemos que serlo con
nuestros hermanos.
Finalmente, la narración de las
tentaciones de Jesús es para nosotros un reclamo y un aviso:
durante el desierto de nuestra vida nuestra fe será
tentada. Cristo aquí, venciendo al maligno que quiso tergiversar
su misión mesiánica para convertirla en misión temporal y
triunfalista, llega a ser para nosotros el emblema luminoso de la
fe bíblica, es decir, de la adhesión plena y total a Dios y a su
plan trazado en el cosmos y en la historia: el plan de salvación a
través de la pobreza, el desprendimiento, el sufrimiento y la
cruz. También nosotros seremos tentados por esos tres flancos
débiles: tener, poder y gloria. ¿Qué hacer entonces? Cristo nos
enseña a vencer las tentaciones. Rechazando las tentaciones del
enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado. Y los
medios que usó fueron: la oración con la Palabra de
Dios que es espada de doble filo (cf. Hb 4,12); sin oración, un
hombre es como un soldado sin comida, agua, o munición. Oración
con la Biblia entre las manos. El ayuno para
fortalecer el espíritu y tener a raya y educar nuestro cuerpo que
siempre tiene sus reclamos de sensualidad, materialismo y
ambición. El ayuno es un
entrenamiento en el conocimiento propio; es un arma clave para el
autodominio. Si no tenemos dominio sobre nuestras propias
pasiones, especialmente sobre la comida y el sexo, no podemos
poseernos a nosotros mismos y colocar el interés de los demás
antes del nuestro. No olvidemos, también, la vigilancia para
estar alerta y darnos cuenta por cuál sendero de nuestra vida
querrá asaltarnos el enemigo de Dios y de nuestra alma. Nos hará
mucho bien el desprendimiento de las cosas, para llenarnos
de Dios; mientras más vacío está el corazón de la persona, más
necesita objetos para comprar, poseer y consumir. La humildad será
arma segura contra nuestro orgullo; la protección más grande
contra el egoísmo y la autosuficiencia es el buscar a Dios
humildemente en oración. Empuñemos también el arma del santo
Rosario, que tanto odia y teme el demonio, pues contemplar los
misterios de Cristo al lado de María deja al demonio con una rabia
sin nombre y se alejará de nosotros inmediatamente. Dice santo
Tomás: “No obró el Señor en la tentación usando de su poder
divino -¿de qué nos hubiera aprovechado entonces su ejemplo?-,
sino que, como hombre, se sirvió de los auxilios que tiene en
común con nosotros” (Comentario al evangelio de san Lucas).
Para reflexionar: ¿Cómo quiero vivir este año
la Cuaresma? ¿Qué tentaciones experimento durante mi camino por el
desierto de la vida: sensualidad y lujuria, ambición y avaricia,
vanidad y soberbia, pereza y dejadez? ¿Cuáles son las armas que
llevo conmigo para ganar la batalla del enemigo: oración, ayuno,
sacrificios, vigilancia, el santo rosario, la cruz de Cristo?
Para rezar: En este año de la misericordia te
pido, Señor Jesús, que no abuse más de tu amor y ternura. Dame
fuerza para vencer al enemigo que quiere ganar mi alma. Que a
ejemplo tuyo, no dialogue con el tentador, sino que le asalte con
tu Palabra que es al mismo tiempo, dardo y escudo, casco y
armadura. Señor, que ore para no caer en tentación.
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse
con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org
Nació y creció en el seno de una familia
profundamente cristiana de la localidad cróata de Krasic, que
había acogido con gozo su llegada a este mundo el 8 de mayo de
1898. Heredó de su madre la devoción a la Virgen María, aunque
ello no impidió que aflorase alguna crisis interna, como la que se
hizo patente en su juventud, siendo militar, tras ser liberado del
cautiverio que le mantuvo recluído en Italia. Tiempo después,
aborreciendo su vida disipada y su inconstancia ante distintos
proyectos, incluido el fracaso de un acordado matrimonio, la
misericordia divina salió a su encuentro a través de un sacerdote
amigo que le envió un artículo sobre san Clemente María Hofbauer
acompañado de una extensa carta.
El ejemplo del santo redentorista tocó su
corazón, y encaminó sus pasos al sacerdocio ingresando en el
seminario de Roma. Fue ordenado en octubre de 1930 cuando tenía 32
años. Ya entonces se advirtió su amor por la Iglesia y por el
Santo Padre. Regresó a Croacia convertido en doctor en filosofía y
teología. Estaba dispuesto a todo por Cristo y renunció a ser
párroco rural, que es lo que le agradaba, aceptando las misiones
de encargado de la liturgia y notario de la curia del arzobispado:
En 1934 fue nombrado coadjutor del arzobispado.
Tres años más tarde sustituyó a monseñor Bauer como arzobispo de
Zagreb, que había fallecido. Su labor en pro de la dignidad
humana, que defendió vivamente, y la fidelidad a la Iglesia para
la que reclamaba el reconocimiento de sus derechos, unido a la
fundación de un periódico católico contrarrestando a la prensa
antirreligiosa, le colocaron en el punto de mira. Y tras la
invasión de Yugoslavia fue acusado de colaborar con el nazismo.
Firme en su determinación a luchar por sus altos ideales, se
convirtió en el portavoz de todos los oprimidos y perseguidos.
Tuvo la valentía de denunciar los abusos cometidos por los
ustachis contra las minorías judía y serbia, amén de condenar toda
clase de racismo.
Tras la retirada de las tropas alemanas fue
tildado de criminal de guerra siendo encarcelado en 1945. Había
ejercitado su caridad con los refugiados, distribuyendo entre
ellos vagones de alimentos, ocupándose personalmente de los niños
huérfanos, de los prisioneros y de los fugitivos de las montañas.
Salvó de la inanición y la muerte a 6.700 niños, que en su mayoría
eran descendientes de ortodoxos. Toda una hazaña en tiempos tan
convulsos. El mariscal Tito fracasó en su intento de que se
escindiera de la autoridad de Roma creando una «Iglesia Nacional»
bajo la égida comunista. La resistencia de los obispos croatas a
su injusta encarcelación quebró la voluntad del gobernante que se
vio obligado a liberarlo, si bien la instauración de la brutal
dictadura trajo consigo el asesinato de centenares de sacerdotes
así como el encarcelamiento y desaparición de otros. El vehículo
en el que viajaba fue apedreado y, previendo una inminente
encarcelación, dejó instrucciones para administrar la Iglesia.
A mediados de diciembre de 1945 dirigió un
mensaje al clero que sintetiza su existencia: . Más tarde,
añadiría: ». En septiembre de 1946 la milicia irrumpió en la
capilla donde oraba y le apresó de nuevo: , fueron sus palabras.
Era el inicio de un durísimo e injusto proceso que afrontó con
entereza y una fortaleza admirable. Su madre fue presionada
brutalmente para influir en el beato, pero ella le dijo
valerosamente: Ella misma moriría mártir en un
campo de concentración.
Luis fue condenado a dieciséis años de prisión
y trabajos forzados . Sufrió toda clase de humillaciones y
atropellos que aceptó en silencio convirtiendo la celda en un
oratorio. En su diario escribió: . Estando recluído, a finales de
noviembre de 1951 Pío XII lo nombró cardenal. El 5 de diciembre de
ese año, cediendo a las presiones internacionales, el gobierno
yugoslavo consintió en trasladarlo a Krasic bajo libertad
vigilada. Un periodista le preguntó: —. Respondió: —. — — Murió el
10 de febrero de 1960 siendo fiel a la Iglesia por la cual fue
calumniado, condenado y martirizado lentamente, con indescriptible
alevosía, aplicándole rayos X cada noche desde un espacio contiguo
a la celda que ocupaba. Su lema fue: .
Juan Pablo II lo beatificó el 3 de octubre de 1998.