En el duodécimo aniversario de los atentados del 11 de marzo, elevamos al cielo una oración por las víctimas. Por todas, por las 190 contabilizadas oficialmente, más otras cuatro que entran y salen del recuento, a discreción: Nicolás Jiménez Morán, un niño nacido dos meses después del atentado, y que falleció a los dos días, como consecuencia de las heridas sufridas por la madre; el miembro de los TEDAX, Francisco Javier Torrenteras Gadea, que falleció en la explosión del piso de Leganés, y los dos hijos de las mujeres embarazadas que murieron en el atentado, un feto de tres meses y otro de ocho.

Recordamos con dolor, y con la necesidad de contribuir a la verdadera memoria, dignidad y justicia para las víctimas. Lo hacemos de la mejor manera que sabemos, rezando, con las palabras que nos regaló Ayuda a la Iglesia Necesitada, tan presente en escenarios de violencia y persecución, con motivo de los atentados de París del pasado mes de noviembre. Con su oración, pedimos a Dios por las víctimas y por sus familiares. Pedimos también, sin complejos, por España, que tanta dura prueba ha sufrido en las últimas décadas y que, de forma casi unánime, ha sabido responder en cada circunstancia de manera admirable.

El 11 de marzo de 2004 tuvimos una buena prueba de ello. Nuestro recuerdo agradecido a las miles de personas que generosa y desinteresadamente se volcaron en la ayuda de quienes más lo necesitaban en esos momentos, en particular a los sacerdotes que estuvieron al pie del dolor en los pabellones de IFEMA. Y, por último, pedimos a Dios por la conversión de los que odian y utilizan la violencia, para que abandonen la locura de la barbarie y sean capaces de entender que el mal nunca tendrá la última palabra.

Dios todopoderoso y eterno,
de infinita misericordia y bondad,
con el corazón apesadumbrado, acudimos a Ti.
Escucha nuestra oración, ten misericordia de nosotros,
atiende las súplicas de quienes te invocan
en esta hora de tribulación y de prueba.
Te pedimos, Dios de la vida,
por las víctimas mortales del ataque terrorista.
Son hijos tuyos; son hermanos nuestros.
Nunca debían haber muerto en estas circunstancias.
Padre nuestro, acógelos en tu seno.
Atiende nuestra oración, Dios de la salud,
por los heridos de esta masacre.
Sana sus heridas, fortalece sus corazones,
llénalos de tu gracia y de tu paz.
Visita, Dios consolador, a los familiares de las víctimas.
Reviste con tu manto de misericordia y de amor
las llagas de su corazón y de su alma.
Te pedimos por la conversión
de los que odian y utilizan la violencia.
Príncipe de la Paz, Señor Crucificado, Jesucristo Resucitado, compadécete de nosotros, intercede por nosotros.
Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra,
Salud de los enfermos, consoladora de los afligidos,
reina de la Paz y de la familias. Ruega por nosotros.
Amén.