El polvo blancuzco se eleva lentamente entre las piedras de la áspera tierra palestina cuando el cuero del calzado de la legión romana, conducida por el tribuno Clavius, tritura la arenisca para enfrentarse a los zelotes, comandados por Barrabás. Los radicales judíos vuelven a enfrentarse con las fuerzas del Imperio mientras esperan al Mesías, que les conducirá a la victoria final contra los invasores.

Con bruscos movimientos de cámara en planos medios y cortos que imprimen veracidad y voracidad a la lucha cuerpo a cuerpo, secunda los minutos iniciales el director Kevin Reynolds (Robin Hood el Príncipe de los Ladrones, Waterworld, El conde de Montecristo…), en los que previamente el tribuno recuerda cómo comenzaron sus pesquisas para buscar el cadáver desaparecido del crucificado que vio morir. Había versiones enfrentadas: raptado por sus seguidores, según la versión de los jefes judíos, y, de otra parte —la más débil en cuanto a influencia—, aparecido varias veces a algunos de los que le vieron hacer milagros en su vida pública.

Resucitado cumple, sin premeditación, las expectativas para continuar brillantemente La Pasión, de Mel Gibson, en esta ocasión desde el punto de vista de un extranjero que no pertenecía al Pueblo elegido y que adoraba a dioses que no eran el verdadero Dios de Israel.

Después de reducir a los insurgentes y matar a Barrabás, Clavius (Joseph Fiennes: Shakespeare in Love, El Barón Rojo, Hércules…) vuelve a Jerusalén, momento en el que es llamado por el gobernador Poncio Pilato. Este pretende que el militar remate urgentemente a un tal Yeshua, crucificado con otros dos reos, y prevenga así una potencial rebelión de su camarilla. Tras cumplir la orden, el militar dispone la custodia del sepulcro, donde colocan al llamado “nazareno”, para evitar que sus discípulos lo rapten y den verosimilitud a la profecía del ajusticiado quien aseguró que resucitaría.

Con guion del propio Reynolds y de Paul Aiello y Karen Janszen, Resucitado, se ciñe fidedignamente a los textos evangélicos en lo relativo a los días posteriores a la muerte de Jesucristo, su aparición a sus discípulos en varias ocasiones y su posterior subida a los cielos. La figura de Clavius podría desprenderse de los pasajes evangélicos del centurión romano que dirigió su muerte y que previsiblemente fuera el mismo que recibió los mayores elogios del Maestro y cuyo «Señor, no soy digno de que entres en mi casa…» refrendan los momentos antes de la Comunión en todas las Misas.

Pero Clavius es también un exponente del racionalismo en que vive el hombre moderno, que invalida los milagros porque no los puede explicar la razón. Una razón reducida, curiosamente, que niega la categoría de posibilidad y que, así, dinamita una de sus características principales: la que la ha hecho grande para intentar desentrañar y comprender el mundo que nos rodea en todos sus componentes.

El militar no parte de una hipótesis, sino de una certeza: el cadáver de Jesús ha sido robado y escondido por sus discípulos y él está dispuesto a desvelar la farsa y castigar a los culpables. Certeza que, desde una postura religiosa, mantienen actualmente los judíos, que aún esperan al Mesías.

La investigación, construida con diálogos significativos, evidencia el proceder de Clavius con los diferentes interrogados (primero con el directo y explícito apóstol Bartolomé, en “quién no hay doblez ni engaño”, como dijo Jesús) y sus encontronazos con el taimado Poncio Pilatos (Peter Firth: Amistad, Pearl Harbor…), que ve en el militar un adversario para ocupar su puesto, suceso que se podría producir con la llegada anunciada del emperador a la zona.

La contención y la dramaticidad del momento personal y social en que están inmersos los personajes refrendan una buena dirección de actores. También cumple sobradamente una acertada localización de espacios que facilita la elección de planos que reflejan las asperezas y perfiles escarpados del terreno, acordes con los estados de ánimo de los personajes reflejados en sus rostros con primeros planos de casi detalle.

Quien persiga en el cine el antagonismo entre seres humanos o disfrute con la perspicacia policial, tienen en Resucitado un buen exponente. Quien aparte de lo anterior y de otros valores cinematográficos que ostenta el filme, quiera adentrarse en la psicología de los hombres y mujeres coetáneos a la muerte y resurrección de Jesucristo, tienen en esta propuesta de Reynolds una cita ineludible. Y para los creyentes, aparte de lo expuesto, el añadido de una recreación novedosa de los últimos días del Hijo de Dios en el rincón del mundo que eligió para encarnarse, y su promesa de que “Siempre” estaría con nosotros, aunque le rechazáramos. Esperando.

Título original: Risen. Estados Unidos 2016
Duración: 107 min.
Director: Kevin Reynolds
Guión: Paul Aiello, Karen Janszen, Kevin Reynolds
Música: Roque Baños
Fotografía: Lorenzo Senatore
Reparto: Tom Felton, Joseph Fiennes, Cliff Curtis, Peter Firth, Leonor Watling, Mish Boyko, Mark Killeen, María Botto, Stephen Hagan, Stephen Greif, Antonio Gil, Selva Rasalingam
Género: Intriga. Drama | Religión. Antigua Roma.