Servicio diario - 14 de abril de 2016


 

El Papa en Sta. Marta: ‘La docilidad al Espíritu es fuente de alegría’
Redaccion | 14/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Es necesario ser dócil al Espíritu Santo y no mostrarle resistencia. Así lo ha asegurado el papa Francisco en la homilía de la misa matutina en Santa Marta. El Papa ha advertido sobre los que justifican tal resistencia con una “llamada fidelidad a la ley”. Y de este modo, ha invitado a todos los fieles a pedir la gracia de la docilidad al Espíritu Santo.
En la primera lectura de la liturgia del día, se narra el pasaje de Felipe que evangeliza al etíope, ministro de la reina Candace. De este modo, el Santo Padre ha tomado como referencia este episodio para hablar de la docilidad al Espíritu Santo.
El protagonista de este encuentro no es tanto Felipe ni el etíope, sino el Espíritu Santo, ha precisado. “Es Él quien hace las cosas. Está el Espíritu que hace nacer y crecer la Iglesia”, ha añadido.
Tal y como ha recordado el Pontífice, en los días pasados la Iglesia nos ha propuesto el drama de la resistencia al Espíritu: los corazones cerrados, duros, tontos, que resisten al Espíritu. “Veíamos las cosas –la sanación del cojo hecha por Pedro y Juan en la Puerta del Templo; las palabras y las cosas grandes que hacía Estaban… — pero se quedaron cerrados a estos signos del Espíritu y han mostrado resistencia al Espíritu. Y buscaban justificar esta resistencia con una llamada fidelidad a la ley, es decir, a la lectura de la ley”.
Hoy –ha observado el Santo Padre– la Iglesia nos propone lo opuesto: no la resistencia al Espíritu, sino la docilidad al Espíritu, que es precisamente la actitud del cristiano. “Ser dócil al Espíritu y esta docilidad hace que el Espíritu pueda actuar e ir adelante para construir la Iglesia”, ha exhortado.
Por otro lado ha aseverado que aquí estaba Felipe, “ocupado como todos los obispos y ese día seguramente tenía sus planes de trabajo”. Pero el Espíritu le dice que deje lo que tenía programado y vaya donde el etíope, “y él obedeció”. Y ha añadido que el Espíritu “trabaja en el corazón del etíope”, le ofrece “el don de la fe y este hombre sintió algo de nuevo en el corazón”. Finalmente pide ser bautizado, es dócil al Espíritu Santo.
Dos hombres –ha explicado el Papa– un evangelizador y uno que no sabía nada de Jesús, pero el Espíritu había sembrado la curiosidad sana y no esa curiosidad de los chismorreos. Al final el etíope sigue su camino con alegría, “la alegría del Espíritu, la docilidad al Espíritu”.
Así, ha asegurado que la docilidad al Espíritu es fuente de alegría. “Pero yo quiero hacer algo, esto… Pero siento que el Señor me pide otra cosa. ¡La alegría la encontraré allí, donde está la llamada del Espíritu!”, ha exclamado el Obispo de Roma en su homilía.
A continuación, el Santo Padre ha indicado que un bonita oración para pedir esta docilidad se encuentra en el Primer Libro de Samuel, la oración que el sacerdote Elías sugiere al joven, que por la noche escucha una voz que lo llamaba: “Habla Señor, que tu siervo escucha”.
Para concluir ha indicado el Papa que esta es una bonita oración que podemos hacer nosotros, siempre: Habla Señor, porque yo escucho.
La oración para pedir esa docilidad al Espíritu Santo y con esta docilidad llevar adelante la Iglesia, ser instrumento del Espíritu para que la Iglesia pueda ir adelante. El Santo Padre ha sugerido hacer esta oración varias veces al día. “Cuando tengamos una duda, cuando no sabemos o cuando simplemente queramos rezar. Y con esta oración pidamos la gracia de la docilidad del Espíritu Santo”, ha indicado.






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Francisco recuerda que la valentía de los mártires es necesaria
Rocío Lancho García | 14/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recibido esta mañana en el Vaticano al Pontificio Colegio Escocés, en ocasión de la conmemoración del cuarto centenario de la transformación del Pontificio Colegio Escocés en un Seminario para la formación sacerdotal.
Tal y como ha indicado el Santo Padre en su discurso, este aniversario tiene un gran significado no solamente por los años que han transcurrido, sino principalmente porque “hacemos memoria de la fidelidad de los dieciséis hombre que, el 10 de marzo de 1616, manifestaron su determinación al volver a Escocia como sacerdotes para predicar el Evangelio”. Esa decisión –ha recordado– nació de la sangre de un mártir.
El Santo Padre ha explicado que el martirio de san John Ogilvie, cuya condena tenía el fin de reducir al silencio la fe católica, representó sin embargo “un impulso para su promoción y para la defensa de la libertad de la Iglesia de permanecer en comunión con la Sede de Pedro”.
El “sí” proclamado por estos hombres fue “elocuente no simplemente por sus buenas intenciones, sino más bien porque perseveraron y se prepararon a fondo, volviendo a Escocia para afrontar las dificultades que les esperaban, también si lo que podía significar era convertirse en mártires”.
También nosotros –ha asegurado el Papa– vivimos en tiempos de martirio, en un cultura a menudo hostil con el Evangelio. Por eso, les ha exhortado a tener el mismo espíritu de compromiso que tuvieron sus predecesores.
¡Amad a Jesús por encima de todo!, ha exclamado. Y les ha pedido que su “sí” esté marcado por la firme resolución de donarse completamente a su formación sacerdotal, para que sus años en Roma puedan prepararles para volver a Escocia y ofrecer plenamente su vida.
De este modo, ha asegurado a los presentes que si tienen el mismo ardor de sus hermanos de hace cuatro siglos, ese mismo amor por la Iglesia y por Escocia, honrarán la historia y los sacrificios que hoy recuerdan. “Os convertiréis también en nuestros días en un signo para el pueblo escocés, especialmente para los jóvenes, si los encontráis en su vida cotidiana, si llegáis a los que están más lejos de Cristo”, ha precisado.
Finalmente, el Papa ha aseverado que en este Jubileo de la Misericordia, reza para que el Señor les conceda la valentía y la gracia de ser fieles a su voluntad, que se dediquen a la oración, amando a Jesús especialmente en la santa Eucaristía, y que se encomienden a la protección de María nuestra Madre.






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La visita de Papa a Lesbos es de carácter ecuménico y humanitario
Rocío Lancho García | 14/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Este sábado el papa Francisco realizará el 13º viaje fuera de Italia de su pontificado. Un visita de apenas unas horas, pero de un gran significado. El Santo Padre visitará la isla griega de Lesbos, en un viaje de carácter humanitario y ecuménico, tal y como lo ha definido el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
Lesbos es escenario de acogida de miles de refugiados de Oriente Medio y África que buscan un futuro mejor en Europa. Pero también se ha convertido en el lugar desde donde muchos de ellos están siendo repatriados a sus países de origen. Por ello, el Santo Padre ha querido mostrarse cercano ante de drama de la inmigración. Y ayer, al terminar la audiencia general lo recordó y pidió oraciones por esta visita.
En la isla griega, el Pontífice estará acompañado del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I y del arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Jerónimo II.
El Santo Padre saldrá este sábado, 16 de abril, a las 7.00 de la mañana del aeropuerto de Roma-Fiumicino con destino Mytilene, donde está prevista la llegada a las 10.20, hora local.
En la ceremonia de bienvenida, el Papa será recibido por el primer ministro Alexis Tsipras; después recibirá la bienvenida por parte de Su Santidad, Patriarca Ecuménico de Constantinopla y de Su Beatitud el arzobispo de Atenas y de toda Grecia. Y finalmente de monseñor Fragkiskos Papamanolis, OFM Cap, presidente de la Conferencia Episcopal griega.
El Papa mantendrá un breve encuentro privado en el aeropuerto con el primer ministro griego. Después se trasladará en un minibus con Bartolomé I y Jerónimo II al campo de refugiados de Mòria. Este lugar aloja actualmente a unos 2500 refugiados. A lo largo de las vallas se reunirán unos 150 menores huéspedes del centro. De este modo, los líderes religiosos atravesarán el patio dedicado al registro de los refugiados y llegarán a la gran tienda de campaña donde saludarán individualmente a unos 250 solicitantes de asilo.
A las 12.25, hora local, están previstos los discursos del arzobispo Jerónimo II, del patriarca Bartolomé I y del Santo Padre desde el podio del patio. A continuación, firmarán una declaración conjunta.
Después los tres líderes religiosos comerán con algunos refugiados en la estructura que se encuentran detrás del podio.
Por la tarde, se trasladarán al puesto de la Guardia Costera para celebrar el encuentro con la ciudadanía y con la pequeña comunidad católica de la isla. Allí se realizará un acto de conmemoración por las víctimas de la migración. En este momento el Santo Padre pronunciará el segundo discurso de la jornada. Después, los tres líderes religiosos recitarán cada uno una breve oración por las víctimas de la migración. Y tras un minuto de silencio, los tres líderes religiosos recibirán de tres niños unas coronas de flores, que serán lanzadas al mar.
Finalmente, el Santo Padre regresará al aeropuerto donde celebrará tres breves encuentros privados: con el arzobispo de Atenas y de toda Grecia, con el patriarca ecuménico y con el primer ministro de Grecia. A continuación tendrá lugar la ceremonia de despedida en el aeropuerto de Mytilene y el avión despegará a las 15.30. La llegada a Roma está prevista a las 16.30 hora local.





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La Santa Sede invita a desarrollar canales regulares para migrantes
Redaccion | 14/04/16

(ZENIT – Roma).-Entre las muchas personas que emigran de sus lugares de origen, hay una categoría que tiene más riesgos que las otras. Se trata de los menores no acompañados. Como se ha evidenciado durante la celebración de la 16ª conferencia de la Alianza contra el tráfico de seres humanos en Viena, los menores son a menudo objeto de explotación para obligarles a mendicar, realizar robos, tráfico de drogas, venta de mercancía robada y también explotación sexual, prostitución y extracción de órganos.
Así lo ha denunciado durante el encuentro monseñor Janusz Urbańczyk, representante permanente de la Santa Sede en la Osce, la Organización para la seguridad y la cooperación en Europa. El prelado ha recordado el compromiso de la Iglesia para asistir a los menores que se encuentran en estas condiciones críticas. Sin embargo, es necesario un compromiso transversal y multidisciplinar, que por un lado ofrezca asistencia y ayuda y por el otro dé una posibilidad real de liberación de la explotación.
“La persona –afirma monseñor Urbańczyk citando al papa Francisco, como informa Radio Vaticana– es siempre un fin y nunca un medio”. Este principio, fundamental e indeleble en todas las circunstancias, está también en la Declaración universal de los derechos del hombre, por eso el fenómeno de la trata asume las características de “una vergüenza intolerable” y debería ser reconocido como “crimen contra la humanidad”.
El llamamiento de la Santa Sede es por tanto desarrollar canales regulares y controlados para los inmigrantes. Ya desde hace tiempo la Iglesia es activa en la realización de redes de protección y ‘pasillos humanitarios’ que reduzcan el riesgo de trata en diversos territorios.






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‘El Rostro sobre la Ciudad’: Roma acoge seis encuentros sobre la Síndone
Redaccion | 14/04/16

(ZENIT – Roma).- Inicia en Roma un ciclo de encuentros “El Rostro sobre la Ciudad”, un verdadero ‘master’ para conocer todo tipo de detalles sobre la Sábana Santa, de indiscutible valor histórico y espiritual. Se trata de un camino hacia el descubrimiento de los secretos de la Síndone. La cita es para los días 22 de abril, 4, 6, 13, 20 y 27 de mayo en la iglesia de San Francisco Javier – Oratorio del Caravita de Roma, sede histórica del Centro de Sindonología del Caravita que desde 1975 hasta el 2013 ha acogido exposiciones y congresos sobre la Síndone.
El Ciclo es promovido y realizado por el Centro Síndone Caravita.
En cada encuentro intervendrán sindonólogos, científicos y expertos, que acompañarán al público a conocer una Sábana que representa un misterio a día de hoy sin resolver y como dijo Juan Pablo II en 1998, “una provocación a la inteligencia”. La participación de teólogos, médicos, periodistas, arqueólogos, físicos y magistrados, la proyección de películas y documentales, desde “Jesús de Nazaret” de Zeffirelli, “La Pasión” de Mel Gibson y “El Evangelio según Mateo” de Pasolini; las interpretaciones musicales de Beppe Frattaroli y las lecturas de los pasajes sobre la Síndone por parte de varios actores, además de la explosión de una copia de la Sábana Santa antes de la restauración y de dimensión real. Todo ello permitirá recrear lo que se vive durante la visita a la original.
Todos los encuentros serán introducidos por el padre Massimo Nevola, rector de San Francisco Javier- Oratorio del Caravita, y coordinados por Alberto Di Giglio, sindonólogo, director y documentalista.






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Obispo mexicano: ‘La Iglesia no puede aceptar dinero sucio’
Redaccion | 14/04/16

(ZENIT – Roma).- “El dinero no se debe lavar nunca, porque cuanto más lo lavas, más te manchas la conciencia”. Así de rotundo se ha mostrado monseñor José Raúl Vera López, OP. obispo de Saltillo, Coahuila, México. Las declaraciones –indica la agencia Fides– las realizó durante la presentación de la Campaña de la recogida de fondos para el “Fondo Sacerdotal 2016”, un fondo para el sustento de los sacerdotes ancianos de la diócesis.
De este modo, monseñor Vera indicó que “un sacerdote sabe lo que pueden dar sus fieles y detectar lo que pueden ser limosnas anormales”. Ante esto –precisó– tienen la obligación de decir: ‘esto no lo vamos a usar para nada’, porque ese dinero no podemos justificar de dónde viene. Y si lo va a cambiar a un banco, le van a decir: esto no lo podemos recibir así”.
Finalmente, el obispo precisó que la Iglesia no puede aceptar “dinero sucio” proveniente de la criminalidad organizada, y si en Coahuila esto no ha sucedido, si que ha pasado en otros lugares de México.






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Te mira con pasión
Redaccion | 14/04/16

Publicamos a continuación la carta semanal del obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, con motivo de la Jornada mundial de oración por las Vocaciones:

“Te mira con pasión” es el lema para este domingo 4º de Pascua, en el que tenemos presentes la Vocaciones nativas al sacerdocio y a la vida consagrada, dentro de la Jornada mundial de oración por las Vocaciones.
Nos encontramos en el 4º domingo de Pascua, domingo del buen Pastor. Aparece Cristo como el buen pastor de nuestras almas, que nos pastorea por medio de personas concretas que Él ha puesto a nuestro servicio. Principalmente, por medio de obispos, presbíteros y diáconos, a los que ha confiado guardar su rebaño, sirviéndole en el nombre de Cristo Cabeza y buen Pastor de su pueblo. Necesitamos, por tanto, nuevos sacerdotes que prolonguen a Cristo, que nos celebren la Eucaristía y nos perdonen en nombre de Dios, que cuiden de su pueblo, sobre todo en el plano espiritual. Y junto a ellos, necesitamos otras muchas personas consagradas, hombres y mujeres, que hagan presente esa ternura de Cristo cuando sale en busca de la oveja perdida y la carga sobre sus hombros.
Miremos a Cristo buen pastor. Es una imagen llena de ternura, pues representa un Jesús que conoce a cada una de sus ovejas por su nombre, que busca a cada una de sus ovejas, dispuesto a dar la vida por cada una de ellas, como lo ha hecho en su pasión y muerte. Un Jesús que recorre los caminos de perdición que los hombres han emprendido, para buscarlos hasta que los encuentra y llevarlos a la casa del Padre, a la Iglesia. Un Jesús lleno de misericordia que no da patadas a la oveja encontrada, sino que la carga con amor sobre sus hombros y la acaricia con ternura, lleno de alegría. Ese Jesús es el que nos ama a cada uno, el que nos conoce por nuestro nombre, el que sabe cuáles son las heridas de nuestro corazón y tiene la medicina para curarlas. Es un Jesús lleno de misericordia, la principal medicina que necesita nuestro mundo contemporáneo.
Este Jesús ha fascinado el corazón de muchos hombres y mujeres a lo largo de la historia, los ha mirado con amor. Y ellos, al sentirse queridos de esta manera, lo han dejado todo para seguirle de cerca, para vivir con Él, consagrando su vida, su cuerpo y alma, su presente y su futuro, puestos al servicio de los demás. Son vidas gastadas gratuitamente en la entrega a los demás, porque están sostenidas por un amor que las precede, el amor de Cristo, que los mira con pasión. 112.000 seminaristas en todo el mundo, de los cuales 75.000 pertenecen a los países de misión y constituyen una esperanza para el futuro de la Iglesia y de la evangelización. Y junto a ellos, otros tantos novicios y novicias, que han captado la llamada del Señor para seguirle en los distintos carismas que enriquecen la Iglesia.
Domingo 4º de Pascua, domingo del buen Pastor. Jornada mundial de oración por las vocaciones y particularmente por las vocaciones nativas en los países de misión.
Más, en los países emergentes, donde la Iglesia experimenta un desarrollo espectacular. Menos, en los países de vieja cristiandad, que necesitan una profunda renovación. Pedimos en esta Jornada por todos para que la llamada de Cristo, que ha llegado a sus corazones no se apague ante las dificultades. Vale la pena seguirle, darle todo, y así estar disponible para el Evangelio donde haga falta.
“Estas vocaciones nacen en la Iglesia, crecen en la Iglesia y están sostenidas por la Iglesia”, nos recuerda el Papa Francisco en el mensaje de este año. La colecta de este día va destinada a las vocaciones en países de misión, a través de las Obras Misionales Pontificias (Vocaciones Nativas) para las vocaciones nativas. Seamos generosos, porque dada la globalización del mundo en que vivimos, muchos de ellos acuden en nuestra ayuda, temporal o definitivamente. Europa ha evangelizado durante siglos, enviando misioneros y misioneras a todas las latitudes. Hoy Europa necesita ser evangelizada de nuevo y recibe misioneros procedentes de todos los lugares del mundo. La Iglesia está en crecimiento y el amor de Cristo no se extingue. Qué bonito ver jóvenes, chicos y chicas, en todas las latitudes del mundo, que se sienten amados por Jesucristo, y están dispuestos a dejarlo todo para seguirle a Él y servir a los hermanos.

Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández.





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San Damián de Molokai (Jozef van Veuster) – 15 de abril
Isabel Orellana Vilches | 14/04/16

(ZENIT – Madrid).- Ante su vida enmudecen las palabras. Porque este gran apóstol de la caridad, que no abandonó a sus queridos enfermos, murió como ellos dando un testimonio de entrega conmovedor. Vino al mundo en Tremeloo, Bélgica, el 3 de enero de 1840. Tenía manifiesta vocación para ser misionero. En las manualidades infantiles incluía de forma predilecta la construcción de casas que recuerdan a las que ocupan los misioneros en la selva. Su hermana y él abandonaron el hogar paterno con el fin de hacerse ermitaños y vivir en oración. Para gozo de sus padres, la aventura terminó al ser descubiertos por unos campesinos.
Cuando tenía edad suficiente para trabajar, ayudó a paliar la maltrecha economía doméstica empleado en tareas de construcción y albañilería. También sabía cultivar las tierras. Era un campesino, y ese noble rasgo se apreciaba en su forma de actuar y de hablar. Tenía por costumbre realizar la visita al Santísimo y un día, mientras se hallaba en su parroquia, escuchó el sermón de un redentorista que decía: «Los goces de este mundo pasan pronto… Lo que se sufre por Dios permanece para siempre… El alma que se eleva a Dios arrastra en pos de sí a otras almas… Morir por Dios es vivir verdaderamente y hacer vivir a los demás». En 1859 ingresó en la Congregación de Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María de Lovaina.
Admiraba a san Francisco Javier y le pedía: «Por favor, alcánzame de Dios la gracia de ser un misionero como tú». La ocasión llegó al enfermar su hermano, el padre Pánfilo, religioso de la misma Orden, que estaba destinado a Hawai. Él iba a sustituirlo. A renglón seguido aquél sanó, favor que el santo agradeció a María en el santuario de Monteagudo. Ese día se despidió de sus padres a los que no volvería a ver. Inició el viaje en 1863. Fue una travesía complicada. Tuvo que hacer de improvisado enfermero asistiendo a los que se indisponían. Entre todos los pasajeros se fijó especialmente en el capitán del barco. Éste reconoció que nunca se había confesado, asegurando que con él habría estado dispuesto a hacerlo. Damián no pudo atenderle porque no era sacerdote, pero años después lo haría en una situación dramática inolvidable.
Fue ordenado en Honolulu. Después, enviado a una pequeña isla de Hawai, su primera morada fue una modesta palmera. Allí construyó una humilde capilla que fue un remanso del cielo. Convirtió a casi todos los protestantes. Comenzó a asistir a los enfermos; les llevaba medicinas y consiguió devolver la salud a muchos. En esa primera misión advirtió la presencia de la lepra, una enfermedad considerada maldita, una de cuyas consecuencias era el destierro. Los enfermos del lugar eran deportados a Molokai donde permanecían completamente abandonados a su suerte. Sus vidas, mientras duraban, también iban carcomiéndose en medio de la podredumbre de las miserias y pecados. Enterado Damián de la existencia de ese gulag en el que yacían desasistidas tantas criaturas, rogó a su obispo monseñor Maigret que le autorizase a convivir con ellos. El prelado, aún estremecido por la petición, se lo permitió. Damián no era un irresponsable. Sabía de sobra a lo que se enfrentaba, y dejó clara la intención que le guiaba: «Sé que voy a un perpetuo destierro, y que tarde o temprano me contagiaré de la lepra. Pero ningún sacrificio es demasiado grande si se hace por Cristo».
Llegó a Molokai en 1873. Le recibió un enjambre de rostros mutilados. El lugar, calificado como un «verdadero infierno», estaba maniatado por desórdenes y vicios diversos, droga para asfixia de su desesperación. Le acogieron con alegría. Con él un rayo de esperanza atravesó de parte a parte la isla. No hubo nada que pudiera hacer, y que dejara al arbitrio. Lo tenía pensado todo. Puso en marcha diversas actividades laborales y lúdicas. Incluso creó una banda de música. Con su presencia desaparecieron los enfermos abandonados. A todos los atendía con paciencia y cariño; les enseñaba reglas de higiene y consiguió que el lugar, dentro de todo, fuese habitable. A la par enviaba cartas pidiendo ayuda económica, que iba llegando junto con alimentos y medicinas. Era sepulturero, carpintero de los ataúdes y fabricante de las cruces que recordaban a los fallecidos. Además, hacía frente a los temporales reconstruyendo las cabañas destruidas. El trato con los enfermos era tan natural que les saludaba dándoles la mano, comía en sus recipientes y fumaba en la pipa que le tendían. Iba llevando a todos a Dios.
Las autoridades le prohibieron salir de la isla y tratar con los pasajeros de los barcos para evitar un contagio. Llevaba años sin confesarse y lo hizo en una lancha manifestando sus faltas a voz en grito al sacerdote que viajaba en el barco contenedor de las provisiones para los leprosos. Fue la única y la última confesión que hizo desde la isla. Un día se percató de que no tenía sensibilidad en los pies. Era el signo de que había contraído la lepra. Escribió al obispo: «Pronto estaré completamente desfigurado. No tengo ninguna duda sobre la naturaleza de mi enfermedad. Estoy sereno y feliz en medio de mi gente». Extrajo su fuerza de la oración y la Eucaristía: «Si yo no encontrase a Jesús en la Eucaristía, mi vida sería insoportable». Ante el crucifijo, rogó: «Señor, por amor a Ti y por la salvación de estos hijos tuyos, acepté esta terrible realidad. La enfermedad me irá carcomiendo el cuerpo, pero me alegra el pensar que cada día en que me encuentre más enfermo en la tierra, estaré más cerca de Ti para el cielo».
Cuando la enfermedad se había extendido prácticamente por todo su cuerpo, llegó un barco al frente del cual iba el capitán que lo condujo a Hawai. Quería confesarse con él. Al final de su vida fue calumniado y criticado por cercanos y lejanos. Él suplicaba: «¡Señor, sufrir aún más por vuestro amor y ser aún más despreciado!». Murió el 15 de abril de 1889. Dejaba a sus enfermos en manos de Marianne Cope. Juan Pablo II lo beatificó el 4 de junio de 1995. Benedicto XVI lo canonizó el 11 de octubre de 2009.






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San Pedro González (Telmo) – 14 de abril
Isabel Orellana Vilches | 13/04/16

(ZENIT – Madrid).- Muchas conversiones llevan tras de sí singulares «caídas», como le sucedió a san Pablo, que tienen su peculiar manifestación. En lo que concierne a Pedro no se habla en sentido figurado. Tuvo literalmente la suya. Fue una caída de un caballo que removió para siempre su conciencia y le impulsó a perseguir la santidad.
Conocido como Telmo, este popular santo nació entre 1180 y 1190 –no ha podido precisarse la fecha exacta–, en la localidad de Frómista, Palencia, España, en una noble familia de hondas raíces cristianas, algunos de cuyos miembros estaban emparentados con la monarquía. Dos de sus tíos fueron obispos de la capital palentina. En uno de ellos recayó la responsabilidad de formarlo convenientemente. El santo poseía gran inteligencia, y además tuvo excelentes profesores en las universidades de Palencia y de Salamanca. Ahora bien, el momento histórico, con el predominio de la vida de caballería y la juglaresca, invitaba a seguir caminos opuestos al estudio. Y ello pudo influir para que no aprovechase debidamente la oportunidad que la vida le ofrecía. Es uno de los aspectos en los que no existe unanimidad en los historiadores. Es posible que se haya efectuado un juicio excesivamente severo cuando se alega que, si bien llegó a completar su formación con brillantez, no ocultó su tendencia a imbuirse en el jolgorio con el aplauso de sus amigos y el de las muchachas que veían en él a un joven apuesto y amante de la ostentación. O cuando se afirma que era inmaduro al recibir el sacramento del orden de manos de su tío el prelado Tello Téllez de Meneses, quien lo designó canónigo y deán de la catedral de Palencia.
Con independencia de la veracidad de estas apreciaciones, que podrían estar condicionadas por el episodio que se narra a continuación, parece claro que el futuro abría a Pedro una carrera prometedora, reforzada por las influencias de su pariente. Ahora bien, hay ligerezas en la vida que acarrean serias consecuencias y más cuando se trata de una persona pública. Y él cometió una que difícilmente puede calificarse de chiquillada teniendo en cuenta la responsabilidad que habían puesto en sus manos, y la notoriedad que entonces había alcanzado.
Parece que su debilidad, la flaqueza que le arrastró en un momento dado, tuvo que ver con la vanidad. Y de sus funestos resultados se aprovechó Dios para pulsar definitivamente las fibras más sensibles de su corazón. Sucedió un día de Pascua de Navidad en medio de una fastuosa cabalgata que presidía vistiendo elegantemente. Era el modo que eligió para tomar posesión como deán. Atento a la admiración que suscitaba a su paso, no podía imaginar los instantes tan violentos que se le avecinaban. Pero en un momento dado, el caballo, que aderezó ex profeso tanto como lo había hecho consigo, resbaló y se dio de bruces en un gran charco.
En medio del barrizal tuvo que sufrir las chanzas del gentío que contemplaba el evento, y que poco antes le había hecho acreedor de su admiración aplaudiendo su presencia con vivas muestras de júbilo. Avergonzado de ser tan presumido y abochornado por las bromas que suscitó a su alrededor se puso en pie. La aflicción por el mal ejemplo que había dado a los ciudadanos le infundió este sentimiento: «Pues el mundo me ha tratado como quien es, yo haré que no se burle otra vez de mí». Esta decisión no nacía de la arrogancia. Era el fruto de la oración que siguió a este momento y que marcó el inicio de su conversión.
Renunciando al éxito que le aguardaba, ingresó con los dominicos en el convento palentino de San Pablo y dio un vuelco total a su vida que se caracterizó por la oración, la penitencia y las mortificaciones. Sin temor a la austeridad, cumplió fiel y gozosamente la observancia del carisma dominico, atendiendo a los pobres y a los enfermos. Fue un excelente predicador, capellán castrense en Córdoba junto al rey Fernando III «el Santo», que lo eligió para esa misión y lo tuvo como confesor y consejero. Lo designaron prior del convento de Guimarães, en Portugal y, entre otros frailes, allí acogió a Gonzalo de Amarante. Fue un gran impulsor del rezo del rosario. Evangelizó Palencia, Córdoba y Sevilla. Y también llevó su celo apostólico por Asturias y Galicia conmoviendo con sus encendidas palabras los corazones de quienes le escuchaban. Pero la mayor parte de su vida transcurrió en Galicia donde se le recuerda y venera de forma especial tanto en poblaciones costeras como en zonas rurales.
A él se debe la construcción de un puente sobre el río Miño, en Catrillo, lugar cercano a Rivadavia, con el que se atajaron muchas pérdidas humanas. En este enclave, yendo junto a su fiel compañero Pedro de las Marinas, consiguió que los peces salieran a la orilla pudiendo alimentarse ambos en una época de gran escasez. Y en otro de los puentes que se debieron a él, en La Ramallosa, mientras predicaba aplacó la furiosa tempestad que se cernió sobre todos apartándola del auditorio con un gesto que recuerda a la división de las aguas del Mar Rojo efectuada por Moisés.
Nunca se embarcó. Pero los marineros, creyendo firmemente en tantos prodigios que se le atribuyen, siempre le han invocado para hacer frente a los temporales. Su postrer destino fue la población pontevedresa de Tui. Pertenecía a la comunidad del convento de santo Domingo de Bonaval en Santiago de Compostela. Al enfermar decidió volver allí. Emprendió el camino con alta fiebre, pero al sobrepasar la localidad de Padrón, cuando se hallaba en un puente conocido como «Ponte das Febres», a través de una locución divina entendió que debía regresar a Tui. Su muerte unos la cifran el 15 de abril de 1246 y otros el 14 del mismo mes y año. El Martirologio lo incluye este día. Su tumba continuó siendo escenario de numerosos milagros. Fue beatificado por Inocencio IV en 1254. Benedicto XIV confirmó su culto el 13 de diciembre de 1741. Pío IX lo declaró patrón de la diócesis de Tui el 12 de diciembre de 1867.