Servicio diario - 16 de abril de 2016


 

7:05 – Viaje del Papa a Lesbos: el vuelo de Alitalia parte a la isla griega
Redaccion | 16/04/16

(ZENIT – Roma).- El papa Francisco partió este sábado hacia la isla griega de Lesbos a las 7.05 de la mañana desde el aeropuerto internacional Leonardo Da Vinci, en Fiumicino, a 25 km. de Roma. El vuelo de Alitalia tiene programado aterrizar después más de dos horas, hacia las 10,20 hora local, en el aeropuerto de Mytilene.
El vuelo AZ4000, del airbus 320 de Alitalia, recorrerá 1.252 kilómetros y sobrevolará el espacio aéreo de Macedonia además del de Italia y Grecia.
Diez minutos antes del horario de partida, el Santo Padre llegó al aeropuerto, saludó a algunas autoridades presentes entre los cuales al presidente de la línea aérea, Luca Cordero di Montezemolo.
Junto al Pontífice viaja el sustituto de la Secretaría de Estado, Mons. Angelo Becciu, debido a que el cardenal Pietro Parolín se encuentra en Polonia para las celebraciones de los 1050 años de la cristianización del país. Se encuentra en el vuelo papal el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos, y unos cincuenta periodistas y operadores de la comunicación.
Pocos minutos antes de partir, desde el twitter del papa Francisco partió la frase: “Los refugiados no son números sino personas, con nombres, rostros e historias y deben ser tratados como tales”.





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10:05 – Viaje del Papa a Lesbos: el Airbus aterriza en la isla griega
Redaccion | 16/04/16

(ZENIT – Roma).- Tras un vuelo de poco más de dos horas proveniente desde Italia, el Airbus 320 que lleva al papa Francisco, llegó al aeropuerto de Mytilene en la isla griega de Lesbos a las 10:20 locales, después de recorrer 1.252 kilómetros.

El Papa en Lesbos con el primer ministro Tsipras, el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I y el arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Jerónimo II
Allí le esperaban el primer ministro Alexis Tsipras; el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, el arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Jerónimo II, y el presidente de la Conferencia Episcopal Griega, Fragkiskos Papamanolis, OFM.
Allí la ceremonia de bienvenida inició con la bienvenida del primer ministro y después con el abrazo a Bartolomé I y Jerónimo.
Le acompañan al Papa en el vuelo, el sustituto de la Secretaría de Estado, Mons. Angelo Becciu, el cardenal Kurt Koch, el presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la unidad de los cristianos y unos cincuenta periodistas y operadores de la comunicación.
La isla se ha preparado durante estos días para recibir al Santo Padre, con diversas operaciones de limpieza y pintura, pero sin pasacalles, carteles o banderas para recibirlo, como suele suceder otros en los viajes pontificios.

El ‘Tuit’ del Papa sobre los migrantes
Es el 13 viaje internacional del Papa y 150 de los viajes apostólicos realizados por pontífices desde 1964, iniciados con Pablo VI.
Durante el vuelo saludó a cada uno de los periodistas y les dijo que es un viaje triste debido a la peor emergencia humanitaria existente con los inmigrantes, desde la Segunda guerra mundial.
En el encuentro entre el Santo Padre y el primer ministro Griego, Alexix Tsipras, el principal tema de conversación fue la crisis de los refugiados y migrantes, en particular la situación en la isla de Lesbos.
Lo precisó el director de la oficina de prensa del Vaticano, padre Federico Lombardi, señalando que dicha crisis “es un problema europeo e internacional que pide una respuesta global, que respete las leyes europeas e internacionales”. En la conversación, señaló el portavoz, “el Papa ha apreciado la actitud humana del pueblo griego, que pesar de la dura situación económica ha demostrado solidaridad y respeto de los valores universales”.
Además se señaló la necesidad de proteger a las personas que arriesgan su vida cruzando el Mar Egeo y el Mediterráneo, y de combatir el tráfico de personas permitiendo procedimientos seguros para llegar a Europa.
El párroco de la Isla, en donde la comunidad católica es pequeña, declaró a los micrófonos de Radio Vaticano: “Los ciudadanos de Lesbos no han cerrado las puertas, no han cerrado los corazones, no han creado fronteras o barreras, sino que han dado la bienvenida a estas personas con la esperanza de que puedan recibir el calor y ser recibidos en Europa, que es la patria de los derechos humanos”.
No solo es la isla de Lesbos, donde llegan los migrantes, sino también a la de Chios, Leros, Samos, Kos, Kalymos y Agathonisi, situadas cerca de Turquía.
Los datos de la Organización de las Naciones Unidas indican que en el 2015 han llegado a Grecia, más de 856.000 personas. El número de náufragos que murieron nunca se conocerá, pero se calcula que al menos sean 4 mil personas las que se ahogaron en el Mar Egeo.
Los migrantes provienen principalmente desde países con conflictos en Oriente Medio, mayoritariamente de Siria e Irak.





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11:15 – El Viaje a Lesbos: el Papa saluda a los refugiados del campo Moria
Redaccion | 16/04/16

(ZENIT – Roma).- El papa Francisco proveniente del aeropuerto de Mytilene, llegó en un vehículo de pasajeros acompañado por Bartolomé I y Jerónimo II, al campo de refugiados de Moria, en el cual se encuentran unas 2.500 personas.

El Papa con los refugiados de Moria
Al ingresar saludó a los 150 menores que esperan obtener el estatus de refugiados y después durante varios minutos a cientos de personas que estaban detrás de las vallas de seguridad.
Muchos de ellos, entre los cuales tantas madres con niños, especificaban sus países de origen: Sira, Irán, Irak, Afganistán y también sus etnias, como los Yazidis. Bartolomé I y Jerónimo II le acompañaron en este recorrido que siguió en el interior de una gran carpa.
Se vieron gestos de gran humanidad y ternura, como cuando el Papa se inclinó para recoger el biberón que se le había caído a una señora que cargaba su bebé. Algunos niños le entregaron dibujos y el Papa pidió a sus colaboradores que los llevaran sin doblarlos; y se escucharon palabras de ánimo.

En el campo de refugiados de Moria
Otro le pidió al Papa algo de recuerdo, como una estampita, y no faltaron personas que lloraron y le agradecieron. Un coro de niños le dedicó una canción.
Se sintió durante el recorrido el mensaje que el Papa había dado en un ‘tuit’ antes de partir: “Los refugiados no son números sino personas, con nombres, rostros e historias y deben ser tratados como tales”.





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12:35 Viaje a Lesbos – El Papa a los refugiados: “¡No pierdan la esperanza!”
Redaccion | 16/04/16

(ZENIT – Roma).- En el campo de refugiados de Moria, que hospeda unas 2500 refugiados, después de los discursos del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I y del arzobispo de Atenas, Jerónimo II, el papa Francisco dirigió unas palabras a los refugiados allí presentes.
“No están solos”, les dijo el Santo padre y señaló que sabía cuales eran las situaciones que les obligaron a partir de sus tierras, así como del sacrificio que hacían por sus familias. Subrayó la generosidad de tantas personas griegas o que han venido de otros lugares para ayudarlos. Y les animó: “¡No pierdan la esperanza!”.
Texto del discurso del Papa:
“Queridos amigos. He querido estar hoy con ustedes. Quiero decir que no están solos. En estas semanas y meses, han sufrido mucho en la búsqueda de una vida mejor. Muchos se han visto obligados a huir de situaciones de conflicto y persecución, sobre todo por el bien de los propios hijos, de los pequeños.
Han hecho grandes sacrificios por las propias familias. Conocen el sufrimiento de dejar todo lo que amam y, quizás lo más difícil, no saber qué depara el futuro. Son muchos los que aguardan en campos o ciudades, con la esperanza de construir una nueva vida en este Continente.

Niños yazidi en el campo de refugiados de Moria
He venido aquí con mis hermanos, el patriarca Bartolomé y el arzobispo Hieronymos, sencillamente para estar con ustedes y escuchar vuestras historias. Hemos venido para atraer la atención del mundo ante esta grave crisis humanitaria y para implorar la solución de la misma.
Como hombres de fe, deseamos unir nuestras voces para hablar abiertamente en vuestro nombre. Esperamos que el mundo preste atención a estas situaciones de necesidad trágica y verdaderamente desesperadas, y responda de un modo digno de nuestra humanidad común.
Dios creó a la humanidad para ser una familia; cuando uno de nuestros hermanos y hermanas sufre, todos estamos afectados. Todos sabemos por experiencia con qué facilidad algunos ignoran los sufrimientos de los demás o, incluso, llegan a aprovecharse de su vulnerabilidad.
Pero también somos conscientes de que estas crisis pueden despertar lo mejor de nosotros. Lo han comprobado y con el pueblo griego, que ha respondido generosamente a vuestras necesidades a pesar de sus propias dificultades. También lo han visto en muchas personas, especialmente en los jóvenes provenientes de toda Europa y del mundo que han venido para ayudar. Sí, todavía queda mucho por hacer. Pero demos gracias a Dios porque nunca nos deja solos en nuestro sufrimiento. Siempre hay alguien que puede extender la mano para ayudarnos.
Este es el mensaje que quiero dejar hoy: ¡No pierdan la esperanza! El mayor don que nos podemos ofrecer es el amor: una mirada misericordiosa, la solicitud para escucharnos y entendernos, una palabra de aliento, una oración. Ojalá que puedan intercambiarse mutuamente este don. A nosotros, los cristianos, nos gusta contar el episodio del Buen Samaritano, un forastero que vio un hombre en necesidad e inmediatamente se detuvo para ayudarlo. Para nosotros, es una parábola sobre la misericordia de Dios, que se ofrece a todos, porque Dios es «todo misericordia».
Es también una llamada para mostrar esa misma misericordia a los necesitados. Ojalá que todos nuestros hermanos y hermanas en este Continente, como el Buen Samaritano, vengan a ayudaros con aquel espíritu de fraternidad, solidaridad y respeto por la dignidad humana, que los ha distinguido a lo largo de la historia.
Queridos amigos, que Dios les bendiga a todos y, de modo especial, a vuestros hijos, a los ancianos y a aquellos que sufren en el cuerpo y en el espíritu. Les abrazo a todos con afecto. Sobre ustedes y quienes les acompañan, invoco los dones divinos de fortaleza y paz”.
A continuación los tres líderes religiosos firmaron un documento.





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12:45 – Lesbos: los tres líderes cristianos piden una respuesta a la crisis humanitaria
Redaccion | 16/04/16

(ZENIT – Roma).- Durante el viaje apostólico a la isla griega de Lesbos, en el campo de refugiados de Moria, el papa Francisco firmó este sábado 16 de abril junto al patriarca Bartolomé I y del arzobispo de Atenas, Jerónimo II, un documento.
“Desde Lesbo hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que responda con coraje, afrontando esta enorme crisis humanitaria y las causas relacionadas, mediante iniciativas diplomáticas, políticas caritativas y a través de esfuerzos conjuntos, sea en Medio Oriente que en Europa” dice el documento.
Y añade: “Juntos imploramos solemnemente el final de la guerra y de la violencia en Oriente Medio, una paz justa y duradera y un retorno honroso de quienes fueron obligados a abandonar sus casas”.

A continuación el texto de la DECLARACIÓN CONJUNTA
“Nosotros, el Papa Francisco, el Patriarca Ecuménico Bartolomé y el Arzobispo de Atenas y de Toda Grecia Ieronymos, nos hemos encontrado en la isla griega de Lesbos para manifestar nuestra profunda preocupación por la situación trágica de los numerosos refugiados, emigrantes y demandantes de asilo, que han llegado a Europa huyendo de situaciones de conflicto y, en muchos casos, de amenazas diarias a su supervivencia.
La opinión mundial no puede ignorar la colosal crisis humanitaria originada por la propagación de la violencia y del conflicto armado, por la persecución y el desplazamiento de minorías religiosas y étnicas, como también por despojar a familias de sus hogares, violando su dignidad humana, sus libertades y derechos humanos fundamentales.

Los tres líderes cristianos firman la declaración de Lesbos
La tragedia de la emigración y del desplazamiento forzado afecta a millones de personas, y es fundamentalmente una crisis humanitaria, que requiere una respuesta de solidaridad, compasión, generosidad y un inmediato compromiso efectivo de recursos. Desde Lesbos, nosotros hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que responda con valentía, afrontando esta crisis humanitaria masiva y sus causas subyacentes, a través de iniciativas diplomáticas, políticas y de beneficencia, como también a través de esfuerzos coordinados entre Oriente Medio y Europa.
Como responsables de nuestras respectivas Iglesias, estamos unidos en el deseo por la paz y en la disposición para promover la resolución de los conflictos a través del dialogo y la reconciliación. Mientras reconocemos los esfuerzos que ya han sido realizados para ayudar y auxiliar a los refugiados, los emigrantes y a los que buscan asilo, pedimos a todos los líderes políticos que empleen todos los medios para asegurar que las personas y las comunidades, incluidos los cristianos, permanezcan en su patria y gocen del derecho fundamental de vivir en paz y seguridad.
Es necesario urgentemente un consenso internacional más amplio y un programa de asistencia para sostener el estado de derecho, para defender los derechos humanos fundamentales en esta situación que se ha hecho insostenible, para proteger las minorías, combatir la trata y el contrabando de personas, eliminar las rutas inseguras, como las que van a través del mar Egeo y de todo el Mediterráneo, y para impulsar procesos seguros de reasentamiento. De este modo podremos asistir a aquellas naciones que están involucradas directamente en auxiliar las necesidades de tantos hermanos y hermanas que sufren. Manifestamos particularmente nuestra solidaridad con el pueblo griego que, a pesar de sus propias dificultades económicas, ha respondido con generosidad a esta crisis.
Juntos imploramos firmemente por fin de la guerra y la violencia en Medio Oriente, una paz justa y duradera, así como el regreso digno de quienes fueron forzados a abandonar sus hogares. Pedimos a las comunidades religiosas que incrementen sus esfuerzos para recibir, asistir y proteger a los refugiados de todas las confesiones religiosas, y que los servicios de asistencia civil y religiosa trabajen para coordinar sus esfuerzos. Hasta que dure la situación de necesidad, pedimos a todos los países que extiendan el asilo temporal, ofrezcan el estado de refugiados a quienes son idóneos, incrementen las iniciativas de ayuda y trabajen con todos los hombres y mujeres de buena voluntad por un final rápido de los conflictos actuales.
Europa se enfrenta hoy a una de las más graves crisis humanitarias desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para afrontar este desafío serio, hacemos un llamamiento a todos los discípulos de Cristo para que recuerden las palabras del Señor, con las que un día seremos juzgados: «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme… Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,35-36.40).
Por nuestra parte, siguiendo la voluntad de Nuestro Señor Jesucristo, decidimos con firmeza y con todo el corazón de intensificar nuestros esfuerzos para promover la unidad plena de todos los cristianos. Reiteramos nuestra convicción de que «la reconciliación (entre los cristianos) significa promover la justicia social en todos los pueblos y entre ellos… Juntos queremos contribuir a que los emigrantes, los refugiados y los demandantes de asilo se vean acogidos con dignidad en Europa» (Charta Oecumenica, 2001).
Deseamos cumplir la misión de servicio de las Iglesias en el mundo, defendiendo los derechos fundamentales de los refugiados, de los que buscan asilo político y los emigrantes, como también de muchos marginados de nuestra sociedad.
Nuestro encuentro de hoy se propone contribuir a infundir ánimo y dar esperanza a quien busca refugio y a todos aquellos que los reciben y asisten. Nosotros instamos a la comunidad internacional para que la protección de vidas humanas sea una prioridad y que, a todos los niveles, se apoyen políticas de inclusión, que se extiendan a todas las comunidades religiosas. La situación terrible de quienes sufren por la crisis humanitaria actual, incluyendo a muchos de nuestros hermanos y hermanas cristianos, nos pide nuestra oración constante.
Lesbos, 16 de abril de 2016
Ieronymos II
Francisco
Bartolomé





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12:55 – Lesbos: el Papa agradece a los griegos la solidaridad hacia los migrantes
Redaccion | 16/04/16

(ZENIT- Roma).- El papa Francisco en el puerto de Lesbos, expresó hoy su gratitud al pueblo griego por la solidaridad hacia los inmigrantes a pesar de las difícil situación económica que vive el país.
Recordó que Europa es la patria de los derechos humanos, y cualquiera que ponga pie en suelo europeo debería poder experimentarlo y lamentó que entre los migrantes entre ellos muchos niños, no hyan conseguido ni siquiera llegar, porque han perdido la vida en el mar, víctimas de un viaje inhumano y sometidos a las vejaciones de verdugos infames.
El Santo Padre pidió desarrollar políticas de gran alcance, acabar con el tráfico de armas. Y agradeció a quienes se hacen cargo de la ‘carne de Cristo’.
A continuación el texto completo de las palabras del papa Francisco:
“Distinguidas Autoridades Queridos hermanos y hermanas
Desde que Lesbos se ha convertido en un lugar de llegada para muchos emigrantes en busca de paz y dignidad, he tenido el deseo de venir aquí. Hoy, agradezco a Dios que me lo haya concedido. Y agradezco al Presidente Paulopoulos haberme invitado, junto al Patriarca Bartolomé y al Arzobispo Hieronymos.
Quisiera expresar mi admiración por el pueblo griego que, a pesar de las graves dificultades que tiene que afrontar, ha sabido mantener abierto su corazón y sus puertas. Muchas personas sencillas han ofrecido lo poco que tenían para compartirlo con los que carecían de todo. Dios recompensará esta generosidad, así como la de otras naciones vecinas, que desde el primer momento han acogido con gran disponibilidad a muchos emigrantes forzados.
Es también una bendición la presencia generosa de tantos voluntarios y de numerosas asociaciones, las cuales, junto con las distintas instituciones públicas, han llevado y están llevando su ayuda, manifestando de una manera concreta su fraterna cercanía.
Quisiera renovar hoy el vehemente llamamiento a la responsabilidad y a la solidaridad frente a una situación tan dramática. Muchos de los refugiados que se encuentran en esta isla y en otras partes de Grecia están viviendo en unas condiciones críticas, en un clima de ansiedad y de miedo, a veces de desesperación, por las dificultades materiales y la incertidumbre del futuro.
La preocupación de las instituciones y de la gente, tanto aquí en Grecia como en otros países de Europa, es comprensible y legítima. Sin embargo, no debemos olvidar que los emigrantes, antes que números son personas, son rostros, nombres, historias. Europa es la patria de los derechos humanos, y cualquiera que ponga pie en suelo europeo debería poder experimentarlo. Así será más consciente de deberlos a su vez respetar y defender. Por desgracia, algunos, entre ellos muchos niños, no han conseguido ni siquiera llegar: han perdido la vida en el mar, víctimas de un viaje inhumano y sometidos a las vejaciones de verdugos infames.
Los habitantes de Lesbos, demuestran que en estas tierras, cuna de la civilización, sigue latiendo el corazón de una humanidad que sabe reconocer por encima de todo al hermano y a la hermana, una humanidad que quiere construir puentes y rechaza la ilusión de levantar muros con el fin de sentirse más seguros. En efecto, las barreras crean división, en lugar de ayudar al verdadero progreso de los pueblos, y las divisiones, antes o después, provocan enfrentamientos.
Para ser realmente solidarios con quien se ve obligado a huir de su propia tierra, hay que esforzarse en eliminar las causas de esta dramática realidad: no basta con limitarse a salir al paso de la emergencia del momento, sino que hay que desarrollar políticas de gran alcance, no unilaterales. En primer lugar, es necesario construir la paz allí donde la guerra ha traído muerte y destrucción, e impedir que este cáncer se propague a otras partes.
Para ello, hay que oponerse firmemente a la proliferación y al tráfico de armas, y sus tramas a menudo ocultas; hay que dejar sin apoyos a todos los que conciben proyectos de odio y de violencia. Por el contrario, se debe promover sin descanso la colaboración entre los países, las organizaciones internacionales y las instituciones humanitarias, no aislando sino sosteniendo a los que afrontan la emergencia. En esta perspectiva, renuevo mi esperanza de que tenga éxito la primera Cumbre Humanitaria Mundial, que tendrá lugar en Estambul el próximo mes.
Todo esto sólo se puede hacer juntos: juntos se pueden y se deben buscar soluciones dignas del hombre a la compleja cuestión de los refugiados. Y para ello es también indispensable la aportación de las Iglesias y Comunidades religiosas. Mi presencia aquí, junto con el Patriarca Bartolomé y el Arzobispo Hieronymos, es un testimonio de nuestra voluntad de seguir cooperando para que este desafío crucial se convierta en una ocasión, no de confrontación, sino de crecimiento de la civilización del amor.
Queridos hermanos y hermanas, ante las tragedias que golpean a la humanidad, Dios no es indiferente, no está lejos. Él es nuestro Padre, que nos sostiene en la construcción del bien y en el rechazo al mal.
No sólo nos apoya, sino que, en Jesús, nos ha indicado el camino de la paz. Frente al mal del mundo, él se hizo nuestro servidor, y con su servicio de amor ha salvado al mundo. Esta es la verdadera fuerza que genera la paz.
Sólo el que sirve con amor construye la paz. El servicio nos hace salir de nosotros mismos para cuidar a los demás, no deja que las personas y las cosas se destruyan, sino que sabe protegerlas, superando la dura costra de la indiferencia que nubla la mente y el corazón.
Gracias porque se vuelven los custodios de la humanidad, porque se hacen cargo con ternura de la carne de Cristo, que sufre en el más pequeño de los hermanos, hambriento y forastero, y que han sido recibidos (cf. Mt 25,35)”.





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13:30 – Lesbos: Francisco, Bartolomé I y Jerónimo II rezan por las víctimas de la migración
Redaccion | 16/04/16

(ZENIT – Roma).- Después de visitar el campo de refugiados Moria y de firmar la declaración de Lesbos, el papa Francisco acompañado por el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I y por el arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Jerónimo II, se dirigieron al puerto de la isla de Lesbos para recordar a quienes murieron realizando los llamados ‘viajes de la esperanza’.

Viaje a Lesbos – coronas
@Servizio Fotografico – L’Osservatore Romano
En el puerto distante ocho kilómetros del campo de Moria les esperaban muchos ciudadanos griegos, en particular los de la pequeña comunidad católica que vive en la isla.
El Santo Padre en sus palabras agradeció la solidaridad del pueblo griego hacia los inmigrantes y señaló que no basta limitarse a tomar medias de emergencia, sino que es necesario crear condiciones de paz, acabar con la guerra y el tráfico de armas.
A continuación se realizó una ceremonia en memoria de las víctimas de las migraciones. El patriarca Bartolomé, rezó primero pidiendo a Dios que proteja a la población. A continuación el papa Francisco lo hizo por los niños mujeres y hombres que murieron en la travesía, y pidió que no los olvidemos. Concluyó recordando que “somos todos migrantes viajadores de esperanza hacia Ti”.
Fue observado también un minuto de silencio durante los cuales niños llevaron a los tres líderes, las coronas de laurel que fueron lanzadas al mar.
La oración del Papa:
Dios de Misericordia,
te pedimos por todos los hombres, mujeres y niños
que han muerto después de haber dejado su tierra,
buscando una vida mejor.
Aunque muchas de sus tumbas no tienen nombre,

SS. Papa Francesco – Viaggio a Lesbo
16-04-2016
@Servizio Fotografico – L’Osservatore Romano
para ti cada uno es conocido, amado y predilecto.
Que jamás los olvidemos,
sino que honremos su sacrificio con obras más que con palabras.
Te confiamos a quienes han realizado este viaje,
afrontando el miedo, la incertidumbre y la humillación,
para alcanzar un lugar de seguridad y de esperanza.
Así como tú no abandonaste a tu Hijo
cuando José y María lo llevaron a un lugar seguro,
muéstrate cercano a estos hijos tuyos
a través de nuestra ternura y protección.
Haz que, con nuestra atención hacia ellos,
promovamos un mundo en el que nadie se vea forzado a dejar su propia casa
y todos puedan vivir en libertad, dignidad y paz.
Dios de misericordia y Padre de todos,
despiértanos del sopor de la indiferencia,
abre nuestros ojos a sus sufrimientos
y líbranos de la insensibilidad, fruto del bienestar mundano
y del encerrarnos en nosotros mismos.
Ilumina a todos, a las naciones, comunidades y a cada uno de nosotros,
para que reconozcamos como nuestros hermanos y hermanas
a quienes llegan a nuestras costas.
Ayúdanos a compartir con ellos las bendiciones
que hemos recibido de tus manos y a reconocer que juntos,
como una única familia humana,
somos todos emigrantes, viajeros de esperanza hacia ti,
que eres nuestra verdadera casa,
allí donde toda lágrima será enjugada,
donde estaremos en la paz y seguros en tu abrazo.





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14:30 – El Papa concluye su viaje a Lesbos y regresa a Roma
Sergio Mora | 16/04/16

(ZENIT – Roma).- El santo padre Francisco concluyó su viaje de cinco horas a la Isla griega de Lebos, tras haber realizado junto al patriarca Bartolomé y al arzobispo de Atenas Jerónimo II, un llamado a la conciencia del mundo sobre el drama de las migraciones.
La visita concluyó en el aeropuerto de Mytilene. Allí por pedido del alcalde de Lesbos, el Papa firmó el libro de los huéspedes de honor. Le siguió otro encuentro breve con el primer ministro Alexis Sipras y una pequeña ceremonia de despedida. El avión despegó a las 14,32.
Un viaje breve pero muy simbólico, con un objetivo humanitario, pero también ecuménico entorno al tema de la inmigración. Una visita apostólica que el Papa definió ‘triste’, porque se está enfrentando la crisis humanitaria más dramática desde la Segunda guerra mundial.
El director de la oficina de prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, señaló que el Papa ha querido realizar un gesto de acogida hacia los refugiados, acompañando a Roma en el mismo avión en que viaja a tres familias de refugiados sirios, 12 personas en total, de los cuales 6 menores.
Se trata de personas que estaban en los campos de refugiados de Lesbos antes del acuerdo entre la Unión Europea y Turquía. Todos los miembros de las tres familias son musulmanes. Dos familias llegan desde Damasco, otra de Deir Azzor, zona ocupada por el ISIS. Sus casas fueron bombardeadas.
La iniciativa del Papa se realiza a través de la gestión de la Secretaría de Estado de la Santa Sede con las autoridades competentes, griegas e italianas. El portavoz explicó también que el alojamiento y mantenimiento de las tres familias estarán a cargo del Vaticano. En cambio la hospitalidad inicial será dada por la Comunidad San Egidio.
El vuelo llega al aeropuerto romano de Ciampino a las 16, 45 hora local.





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Concluye la 111° asamblea plenaria de los obispos argentinos
Sergio Mora | 16/04/16

(ZENIT – Roma).- Concluyó este viernes la 111ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), la cual se desarrolló del 11 al 15 de abril, con la asistencia de más de cien obispos.
Los participantes enviaron dos cartas al papa Francisco y otra con un saludo a Benedicto XVI por su 89 cumpleaños que se celebra este sábado. Al papa emérito le dicen: “Damos gracias a Dios por el don de la vida y el regalo de su ministerio y plegaria constante por toda la Iglesia. Su actual testimonio de humildad y oración sigue siendo para nosotros una enseñanza que nos ilumina en nuestra tarea como pastores”,
Al papa Francisco le agradecen la reciente exhortación apostólica sobre “La alegría del Amor” en la familia, le expresaron la “gran alegría por la cercanía de la beatificación de la Mama Antula y de la canonización del Cura Brochero. Y señalaron que aguardan “su visita, para confirmar la fe de nuestro pueblo argentino”.
En la otra carta, los obispos le piden “un mensaje para todo el pueblo con ocasión de la celebración del Bicentenario de la Independencia y del XI° Congreso Eucarístico Nacional”.
Los obispos enviaron también una petición a la Congregación del Culto Divino, para que una vez canonizado el beato Cura Brochero, el próximo 16 de octubre, se lo declare patrono del clero argentino.
Durante la plenaria fue aprobado un mensaje por el bicentenario de la independencia del país, patrona de la Argentina. Un documento que no quiere ser un texto académico sino pensamientos para estimular el diálogo a partir de un hecho histórico que interpela sobre qué país se quiere.
Se decidió también que la ciudad Rosario sea la sede del Encuentro Nacional de Juventud que se realizará en el 2017; se presentaron los detalles del Encuentro Nacional de Docentes Universitarios, programado del próximo 16 al 18 de septiembre en Tucumán. Y se informó que el próximo Congreso Misionero Nacional se realizará en Neuquén de 18 al 20 de noviembre de 2017.





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Santa Kateri Tekakwitha – 17 de abril
Isabel Orellana Vilches | 16/04/16

(ZENIT – Madrid).- Esta primera indígena canonizada, conocida como «El lirio de los Mohawks», nació en Ossernenon, estado de Nueva York, en 1656. Su padre pertenecía a la tribu Mohawk de la cual era jefe, y su madre a la Algonquin. La familia la completaba un hermano varón. Los tres murieron en 1660 a consecuencia de una epidemia de viruela que atacó ferozmente a todo el pueblo, diezmándolo. Kateri también contrajo la enfermedad que respetó su vida pero le desfiguró el rostro y le afectó a la vista. Una vez arrasada la aldea, que fue pasto de las llamas, se trasladó a Kahnawake y quedó bajo la tutela de dos tíos y una tía que no tenían descendencia. Uno de estos familiares no ocultaba su desprecio por la religión. La llamaban Tekakwitha por su significado: «la que pone las cosas en orden», nombre que se ganó con su eficiente trabajo sirviendo a la esposa del tío que la acogió en su casa.
En los pocos años que convivió con su madre Tagaskouita –que había conocido el catolicismo antes de ser raptada y obligada a desposarse tras una guerra entre clanes tribales–, le habló de Dios. Ella sufrió la hostilidad de su marido, que era pagano, y su inquina hacia los religiosos jesuitas. Y vivió apenada por ver a sus hijos maniatados y sin libertad de decisión para optar por el credo católico. Pero mantuvo firme su fe contra viento y marea. Kateri recordaba canciones religiosas que su madre sabía, y que entonaban juntas en casa de sus parientes.
En 1667 unos jesuitas fueron huéspedes de su tío y, aprovechando que tenía en sus manos la misión de atenderles, pudo profundizar en ese Dios amor que le bullía dentro porque ellos le hablaban de Jesús y de María. Sin embargo, no tuvo ocasión de confiarse y manifestar cuán grandes eran sus deseos de ser bautizada. Pero en 1674 otro de los jesuitas que había fundado la misión de San Pietro en Caughuawaga, el padre James de Lamberville, llegó a su tribu para evangelizar. Y Kateri vio el momento de cumplir su ardiente anhelo de convertirse en cristiana. De hecho, aunque sus tíos la prometieron a un joven guerrero, había rehusado casarse con él porque algo había en su interior, que no sabía descifrar, y que la empujaba a cumbres más altas. La ruptura del acuerdo establecido hacía años causó gran conmoción en su entorno y la mayor parte de la tribu no se lo perdonó.
Una oportuna lesión en el pie le permitió abrir su corazón al jesuita en casa de su tío, y pedirle secretamente la gracia del bautismo. Le explicó que su madre y la amiga de ella, Anastasie Tegonhatsihongo, al ser cristianas le habían enseñado algunos principios de fe, pero tenía sed de profundizar en ellos. No había dado antes este paso por temor a su familia. El sacerdote constató que Kateri no era precisamente una párvula del amor divino, sino que en la joven latían fuertemente virtudes que conforman la santidad; es decir, que el Espíritu Santo estaba actuando dentro de ella conduciéndola por el sendero de la perfección. Y en la Pascua de 1676, siempre en medio de gran cautela, la bautizó en la misión de San Pedro, cercana a la aldea. En ese momento le dieron el nombre de Kateri (Catalina).
La decisión tomada por la joven atrajo la hostilidad de la gente. Fue objeto de insultos e incluso vio amenazada su vida. Cuando el padre Lamberville se percató de que la situación que rodeaba a la muchacha era insostenible, se ocupó de sacarla de allí. Anastasie se encontraba ya en la conocida pradera de la Magdeleine en Nueva Francia, más allá del río san Lorenzo, y la esperaba con los brazos abiertos. En 1677 Kateri huyó abandonando a su tío con la ayuda de unos amigos. Logró llegar a la misión aunque para ello había tenido que recorrer más de 300 km. caminando por el bosque. Los jesuitas la consideraron un tesoro. Anastasie la instruyó en la fe y logró materializar su sueño de entregarse a la oración y a la penitencia. Le horrorizaba el pecado y se flagelaba sin compasión afligida por las faltas que hubiera podido cometer.
Convirtió los campos de maíz en el escenario ideal para rezar el rosario burlando los rigores climatológicos, sin tener en cuenta el esfuerzo que ello suponía. Mientras, en las riveras del río hacía cruces de madera. Para no importunar a quienes le daban cobijo, y llevada de su gran amor a la Eucaristía y a Jesús crucificado, se mantenía discretamente cercana a la capilla, esperando su apertura desde la madrugada. Luego permanecía allí hasta que culminaba la última misa que se oficiaba. En 1677, año en el que recibió la primera comunión, la misión de San Francisco Javier se trasladó a Sault St. Louis, cerca de Montreal en Canadá. En 1678 conoció a Marie-Thérèse TekaiaKentha, que se había convertido al catolicismo, compartiendo ambas similares anhelos de penitencia. Todo lo realizaban en común bajo la atenta mirada de su director espiritual, el padre Pierre Cholenec.
En 1679 Kateri emitió su voto de virginidad, una decisión que tenía un peso importante al proceder de una persona aborigen. Con ella dio un gran testimonio. Después de visitar un convento de religiosas en Montreal consultó si podría poner en marcha una fundación con algunas amigas, pero su confesor le hizo ver que no estaba preparada para tal empresa. Su misión fue catequizar a los niños y prestar impagable ayuda a los enfermos y ancianos; todo ello sin dejar de mortificarse. Su débil organismo no resistió tantos envites, pese a que el padre Cholenec había tenido que poner coto a sus excesos porque se temía lo peor. Y así fue. Al final, contrajo una tuberculosis que segó su vida el 17 de abril de 1680, cuando tenía 24 años. Sus últimas palabras fueron: «¡Jesús, te amo!». La muerte liberó su rostro de las huellas de la viruela. En todo momento había dado pruebas de fe, esperanza y caridad. Fue heroica en su paciencia, resignación y alegría en el sufrimiento. Juan Pablo II la beatificó el 22 de junio de 1980, y Benedicto XVI la canonizó el 21 de octubre de 2012. Junto a san Francisco de Asís se la considera patrona de la naturaleza y de la ecología.