Servicio diario - 23 de abril de 2016


 

El jubileo de los adolescentes: el papa Francisco salió a la Plaza a confesar
Sergio Mora | 23/04/16

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Inició este sábado por la mañana en Roma el jubileo de los adolescentes. Miles de muchachos entre 13 y 16 años llenaban la plaza de Castel Sant’Angelo y el corredor hacia la plaza de San Pedro y la Puerta Santa en la basílica.
El Papa Francisco fue a la plaza para confesar a los jóvenes, causando mucha emoción entre ellos y la voz se corrió rápidamente, al punto que recogiendo opiniones, varios de ellos aún en el recorrido anterior de la Plaza, manifestaban el deseo de que el Papa les confesara.
La oficina de prensa posteriormente indicó que “el Papa escuchó las confesiones de 16 muchachos y muchachas, desde las 11,30 hasta las 12,45″. Se añade que las confesiones se realizaban de manera simple: los sacerdotes y los penitentes estaban sentados en sillas puestas una cerca de la otra a lo largo de la Columnata”.
Durante la mañana ZENIT estuvo conversó con varios coordinadores y jóvenes. Cada grupo lleva algo identificativo, pañuelos, camiseta o polos, gorros, sombreros, rojos, amarillos, verdes y de otros colores, además de carteles, banderas y banderillas.
Un coordinador de unos 35 años nos dijo: “Soy David de la parroquia san Gegorio Barbarigo de Milán, aquí están unos 40 jóvenes más los educadores, hemos venido en tren. Es un momento muy particular para ellos porque les permite practicar la caridad fraterna entre ellos, y que representa el amor que el Padre tiene por nosotros. Dormimos en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, aquí cerca”.
Un joven intervino: “Ver al Papa no es algo de todos los días y pasar por la Puerta Santa es algo que nos purifica”. “Sería lindo que el Papa me pudiera confesar”, añadió otro.
Marcos, de la diócesis Monticchiari, en Brescia indicá: “En total de la diócesis vinimos 1300, lo que a los chicos más le gusta son los colores, la confusión y tanta gente”.
Tonia de la Parroquia San Mauro de Lavello, en Basilicata nos dice: “Lo más lindo fue la emoción de la Puerta Santa y todos estos jóvenes que están aquí conmigo se han confesado, ha sido una experiencia lindísima. Llegamos ayer y nos quedamos hasta el 25, dormimos en la parroquia Santa Brígida”.
Nicoletta sonriendo nos señala: “venimos desde la dióceesi de Gorizia, en tres pulman. Somos 147 y nos hospedan en la parroquia de San Alberto Magno, en el gimnasio con bolsas de dormir y estamos muy contentos”.
Don Tierry, salesiano de Torino: “Es una linda ocasión para asociar unos días de vacaciones juntos, a un jubileo para ellos. Sus amigos más grandes van a la JMJ de Cracovia y ellos tienen así algo a su medida. Somos catorce y nos hospedan los salesianos en Testaccio”.
Don Giovanni que llega desde la ciudad de Fiumicino indica: “Somos 15 y nos quedamos solamente hoy. Por la noche iremos al Estadio Olímpico. Visitaremos los diversos stand para conocer las obras de misericordia y visitaremos algunas basílicas. A los jóvenes les despertó mucha ilusión juntarse con tantos de su edad y la idea de cruzar la Puerta Santa. No pensábamos que seríamos tantos”.
El programa en la tarde prevé un concierto y espectáculo en el Estadio Olímpico y el domingo por la mañana es la misa con el papa Francisco.
(Ver fotos en Facebook)





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Videomensaje del Papa a los adolescentes del Jubileo reunidos en el Estadio Olímpico
Redaccion | 23/04/16

(ZENIT – Roma) El papa Francisco grabó un videomensaje para los jóvenes que participan en el Jubileo de los adolescentes y que se reunieron este sábado por la noche en el evento programado en el Estadio Olímpico de Roma.
El texto aún bajo embargo podrá ser leído en breve clicando aquí.
Unos 70 mil jóvenes de 13 a 16 años participan en este evento que inició hoy sábado 23 y sigue hasta lunes 25 de abril.
Hoy la plaza de San Pedro se transformó en un gran ‘confesionario’ y en el centro de la ciudad estuvieron ‘las tiendas o carpas de la misericordia’. Son tres días de intenso programa, con oración, confesión y peregrinación a la Puerta Santa de la basílica de San Pedro y otros eventos. Los jóvenes más grandes en cambio tienen su ‘jubileo’ en la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará este año en Polonia.
El momento más importante del ‘Giubileo dei Ragazzi’ será este domingo, cuando los jóvenes llenarán la Plaza de San Pedro para estar junto al Papa Francisco, en este evento organizado por el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización.





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Santa María de Santa Eufrasia Pelletier – 24 de abril
Isabel Orellana Vilches | 23/04/16

(ZENIT- Madrid).-Rosa Virginia nació el 31 de julio de 1796 en la isla de Noirmoutier, Francia, en medio de la Revolución francesa. Fue el lugar elegido por sus padres para refugiarse al producirse el levantamiento de La Vendée. Estos valientes defensores de sacerdotes y religiosos, por cuyas acciones en su favor debieron abandonar su lugar de origen, la bautizaron por su cuenta de forma clandestina. Cuando la niña tenía un año, el primer presbítero que desembarcó en la costa confirmó el sacramento. El estrecho vínculo que la familia continuó manteniendo con estos confesores de la fe hizo que Rosa creciera bajo el sólido fundamento de la misma. Al recibir la primera comunión sintió la llamada a la consagración. En 1805 murió una de sus hermanas y al año siguiente su padre. Entonces su madre decidió enviarla a Tours. Quedó bajo el amparo de la madre Pulchérie, fundadora de la Asociación católica. Era una persona estricta con las alumnas. Pero este trato riguroso fue conveniente para la santa, quien a los 17 años, siendo una joven bien parecida, eligió seguir a Cristo.
Desde el principio supo que debía salvar el escollo de su fuerte temperamento. Impulsiva y poco dada a la contención verbal, su tendencia a responder con salidas de tono y un apego al propio criterio ponían su voluntad y vocación en peligroso disparadero. El arrepentimiento y la aflicción que llegaban después, unido a las penitencias que se imponía, revelaban su nobleza. Pero eran caballos de batalla que le dominaban y si deseaba unirse a Cristo tenía que purificar sus tendencias. Su determinación a luchar era incontestable, y así se lo dijo a su hermana: «Será necesario doblegarme, lo sé, pero seré religiosa». Lo que vivió en el centro junto a la madre Pulchérie fue un entrenamiento para lo que tendría que asumir. En esta época tuvo noticias de la existencia del Instituto de Nuestra Señora de la Caridad y del Refugio. San Juan Eudes lo había fundado en 1641 con objeto de proporcionar una vida digna a las mujeres descarriadas (llamadas Magdalenas), y a las que podían caer en redes mafiosas movidas por desaprensivos.
Rosa ingresó en el convento de Tours en 1814 y se le encomendó ser catequista de las jóvenes. En el momento de profesar decidió tomar el nombre de Teresa. Es lógico pensar que la imponente y arrebatadora personalidad de esta mujer castellana que volcó su pasión en Cristo le sedujese. Que le hiciese creer que con este referente, junto a la gracia, también ella podría escalar las altas cimas de la santidad. Por eso quiso unirla a su persona. Pero a la superiora le pareció excesivo. Teresa de Jesús había sido una santa de tal calibre que juzgó presunción que Rosa Virginia pensase en él para llevarlo en su honor. «¿Teresa? ¿Tú, Teresa? ¿Una mujer tan grande?¡¿Por quién te tienes?! ¿Pretendes igualarla, pobrecita aspirante a la perfección religiosa? Ve a buscar en la ‘Vida de los Santos’ el nombre más humilde y escondido que haya». Sin mostrar resistencia alguna, humilde y generosa, abrió las páginas del santoral y eligió el nombre de una sencilla mujer que había conquistado la santidad: Eufrasia.
A los 29 años fue designada superiora de la Orden. Pero, poco a poco, iba viendo que la Institución no era para ella. Intuía que debía moverse con horizontes más amplios. «Yo no quiero que se diga que soy francesa. Yo soy italiana, inglesa, alemana, española, americana, africana o hindú. Yo soy de todos los países donde hay personas que salvar». En Angers habían solicitado una nueva fundación, y allí se trasladó para vivir en una casa refugio existente en la ciudad denominada «El Buen Pastor». Su ímpetu apostólico hizo de este centro un lugar fecundo desde el principio. Movida por él, solía decir: «Nuestra vida debe ser siempre el celo; y este celo debe abrazar al mundo entero». A los cuatro meses tenían más de ochenta nuevas vocaciones, una comunidad de contemplativas y una segunda rama que ha perdurado hasta nuestros días. Debía volver a Tours, pero la gente que la quería se opuso a su partida. Entre tanto, se percató de la conveniencia de fundar un generalato. Salía al paso de eventuales dificultades que podrían surgir si cada casa dependía de un prelado distinto. Además, juzgó que si existía una superiora general podría cubrir las necesidades que surgieran trasladando a las religiosas donde fuese conveniente. No tardaron en saltar a la palestra murmuraciones, incomprensiones y signos de desaprobación de quienes no compartían la obra. Fueron especialmente ácidos al ser elegida unánimemente por todas las religiosas como superiora general. «Me habéis nombrado superiora: soy indigna de ello, estoy confusa; pero en fin, ya que soy la superiora, fundaremos las ‘Magdalenas’». La acusaron, entre otras cosas, de ambición personal, afán de poder, espíritu de innovación… Fueron momentos de gran dolor, una prueba que afrontaba confiada en Dios. Una noche escribió al papa: «Si el Santo Padre encuentra dificultad en que yo sea la superiora general, me someto humildemente».
Las peticiones para que abriera fundaciones en otros lugares, incluida Roma, no cesaban y el pontífice Gregorio XVI le dio su bendición en 1835: «Ahora voy a ser yo quien va a sostener vuestro Instituto». Con su aquiescencia puso en marcha la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor. Erigió en vida más de cien casas en casi todos los continentes, sin viajar y sin los medios de comunicación que existirían después. Como aquello que se ama es por lo que se lucha y se da la vida, sus hermanas eran sostén y aliento en su dulce caminar junto a Cristo: «Como he dado a luz a mis hijas en la cruz, las quiero más que a mí misma. Mi amor tiene sus raíces en Dios y en el conocimiento de mi propia miseria, pues comprendo que a la edad en que hacen la profesión, yo no hubiese sido capaz de soportar tantas privaciones y un trabajo tan duro». Murió en Angers el 24 abril de 1868. Pío X la beatificó el 30 de abril de 1933. Y Pío XII la canonizó el 2 de mayo de 1940.





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‘Aún no se conocen los crímenes del comunismo en contra de los cristianos’
Federico Cenci | 23/04/16

(ZENIT – Roma).- El Papa Francisco saludó este miércoles después de la audiencia general, al sacerdote albanés Ernest Simoni, que pasó 28 años en prisión, perseguido por el régimen comunista en Tirana, el simple hecho de ser sacerdote.
Fue un encuentro intenso que revela una herida aún abierta en el cuerpo de la Iglesia. De hecho, no se puede olvidar el dolor sufrido por los religiosos y también por muchos fieles durante el siglo pasado en Europa central y oriental y en la entonces Unión Soviética.
La figura del padre Simoni es el paradigma de una perseverancia heroica de los cristianos que se enfrentaron incluso con el martirio con tal que no renunciar a su fe delante de la hoz y el martillo.
Experiencias de este tipo, las vivió también en su propia piel monseñor Cyril Vasil, eslovaco y actual secretario de la Congregación para las Iglesias Orientales que el jueves en la Pontifica Universidad Gregoriana, presentó el libro “La Iglesia Católica y el comunismo, en Europa centro oriental y en la Unión Soviética”, escrito por el padre Jan Mikrut, profesor de dicha universidad.
Hijo de un sacerdote de la Iglesia Católica griega de Eslovaquia, Mons. Vasil sufrió la persecución comunista que en la antigua Checoslovaquia, alcanzó su punto máximo en 1950, con la supresión de todas las órdenes religiosas. El joven sacerdote Cyril Vasil se exilió en 1987 de Checoslovaquia, ya que las autoridades le negaron el permiso para salir del país y por ello fue sentenciado a dos años de prisión, veredicto que terminó con el final del sistema comunista dos años más tarde.
Para el secretario de la Congregación, los sufrimientos causados por el régimen comunista, son percibidos en occidente como más suaves de los infligidos por la dictadura nazi, a pesar de causó incluso más víctimas, lo que se explicaría, consideró, porque todavía hay rasgos ideológicos en presente.
Mons. Vasil explicó que después de Yalta, los regímenes comunistas comenzaron a identificar inmediatamente la Iglesia Católica como un enemigo y en este contexto, los sacerdotes eran particularmente indeseable y dibujó el modus operandi empleado por las autoridades comunistas en varios países de Europa central y oriental.
Así Mons. Vasil pandeó una pregunta filosófica: “¿Qué relación debe existir entre la justicia histórica y el perdón?”. Teniendo en cuenta que “una sincera admisión de culpabilidad en la percepción común de la gente, no ocurrió ni en Europa occidental ni en los países protagonistas de estos acontecimientos”. O sea faltan los presupuestos para un verdadero perdón, lo que claramente no significa una idea de venganza.
La publicación del libro “La Iglesia católica y el comunismo en Europa central y oriental y en la Unión Soviética” da un aporte en este sentido haciendo conocer diversos hechos históricos sucedidos en estos países.
El prelado recordó que para armonizar la justicia con el perdón es necesario abandonar los criterios puramente humanos. Por ello consideró que la profundización de las raíces cristianas que se encuentran en tierras de Europa del Este puede ayudar a entender y vivir este tema.
Por otra parte, matizó que para poder cumplir con nuestro deseo de justicia, hay que dirigirse a ese juez que conoce el secreto de los corazones y que quiere conducir a la reconciliación. Sólo entonces podremos dirigir nuestra mirada al pasado de la Europa centro-oriental, sin sufrir el dolor de una herida todavía abierta.