Tribunas

Dos gestos “cariñosos” de Jesucristo

Ernesto Juliá

“Nosotros creemos que la Virgen nos ha salvado. Ella sacrificó su casa para salvar nuestras vidas, como Cristo murió por nuestros pecados”.

“Espero que todo esto sirva para profundizar en el culto de la Eucaristía y tenga un inconfundible impacto en la vida de las personas que se acercan a la reliquia. Lo vemos como una maravillosa muestra, una expresión particular de la bondad y del amor de Dios”.

Dos frases llenas de Fe. La primera, en los labios de una mujer ecuatoriana del pueblo de Montecristi, que reza delante de una imagen de la Virgen de Monserrat, que han encontrado intacta entre los escombros de la iglesia después de terremoto. La imagen, enviada por Carlos V, ha sobrevivido ya a varias catástrofes.

La segunda es del obispo polaco de Legnica, al dejar a la veneración del pueblo, después de la aprobación de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de Roma, una hostia consagrada en la que apareció una mancha roja de extraña textura, que parecía tejido humano.

Examinada en un laboratorio éste fue el resultado: “En la imagen histopatológica se ha descubierto que los fragmentos de tejido contienen partes fragmentales del músculo estriado transversal (…) El conjunto se asemeja en gran medida al músculo cardiaco con las alteraciones que aparecen frecuentemente en la agonía. Los estudios genéticos indican el origen humano del tejido”.

Dos gestos cariñosos del Señor, que tocan muy de cerca el corazón de los creyentes. Casi todas las grandes batallas de la Fe se dan, se han dado, y se seguirán dando en torno a la Eucaristía, y a la Virgen Santísima. En torno a la Presencia Real de Cristo en la Hostia consagrada; y a la Presencia de Cristo hecho hombre en el seno de María. En definitiva, a la presencia del Hijo de Dios hecho hombre en la tierra.

La imagen de la Virgen de Montserrat, de apenas 30 cm de alta, que ha sobrevivido a bombardeos de piratas, a persecuciones de gobiernos “laicistas”, a otros temblores de tierra,  devuelve la esperanza al pueblo ecuatoriano, que luchará para reconstruir casas e iglesias; y que seguirá peregrinando ante Ella, en sus fiestas de Noviembre.

En la Hostia Consagrada de Polonia, el Señor nos dice: “Aunque os obstinéis en despreciarme recibiéndome banalmente en la Eucaristía, aunque me maltratéis tirándome a la basura; aunque me ignoréis, y no queráis verme,  pasando ante el Sagrario como si Yo no estuviera allí; aquí me tenéis dispuesto a recibir vuestro arrepentimiento, a perdonaros y a ser siempre vuestro alimento, para que podáis caminar sobre la tierra”.

Gestos “cariñosos” de Cristo, que mira con paz a quienes se obstinan en arrancar su vida y el recuerdo de su vida, de la memoria de los hombres y de los pueblos. Gestos humildes, sencillos, que entienden los “limpios de corazón”, los humildes; y que los “sabios” de este mundo no se atreven a mirar: así se arrancan los ojos, y quedan “ciegos”.  

 

Ernesto Juliá Díaz

ernesto.julia@gmail.com