Tribunas

Don Braulio también se confiesa

José Francisco Serrano Oceja

El género periodístico “entrevista de declaraciones”, con el que se busca el titular sobre una cuestión de actualidad, le ha comido el terreno al género “entrevista de personalidad” en lo que al periodismo eclesial –por definirlo de alguna manera- se refiere. No es frecuente que un obispo se confiese en los medios, más allá de las interviús iniciales, o finales, de pontificado.

El portal digital www.unomasdoce ha publicado hace unos días una larga conversación del joven sacerdote y periodista Juan Francisco Pacheco con el arzobispo de Toledo, monseñor Braulio Rodríguez Plaza.

Una pieza en la que el hoy arzobispo de Toledo, “un obispo de calle” por su cercanía y trato afable, hace un repaso de su dilatada trayectoria de servicio al ministerio episcopal.

Si hay un obispo alejado de toda pretensión de sacar la cabeza, de ocupar cargos y de escalar en el supuesto escalafón del “cursus honorum” es don Braulio.  Hay datos de la confesada trayectoria de monseñor Braulio Rodríguez Plaza que llaman la atención. Por ejemplo, la expresa dificultad psicológica que tuvo a la hora de abandonar su diócesis del primer amor, Osma-Soria, para ir a Salamanca.

Señala don Braulio: “Me costó un poco admitir pero, una vez que tomé posesión, lo que me parecía muy importante era conocer toda la realidad: tanto de parroquias como de sacerdotes; de poder hablar directamente con ellos. Siempre lo he hecho así en todas las diócesis: encontrarme con cada arciprestazgo en un día, rezar juntos y comer para poder hablar de Pastoral”.

En ese peculiar examen de conciencia episcopal, monseñor Rodríguez Plaza habla de cuestiones como la de la Universidad Pontificia de Salamanca, en su época en esa diócesis; o la de Gescartera, ya en Valladolid.

Y respecto a su momento toledano, hay unas declaraciones que no son habituales y que se refieren al denominado conflicto sobre Guadalupe.

Afirma don Braulio que “he visitado muchas veces, no sólo, Guadalupe, sino todas las parroquias toledanas que se encuentran en el territorio de la comunidad autónoma de Extremadura y no he tenido nunca ninguna controversia con los fieles de esas parroquias en cuanto a la pertenencia a la diócesis de Toledo y ni siquiera ha aparecido el tema; si ha aparecido alguna vez es para decir: “Nosotros somos de Toledo”.

Y añade, para finalizar la cuestión: “Veo que es un problema un poco ficticio (…) Nunca he entendido que se llevara a la Asamblea de Extremadura una moción donde se decía que pedían a la Iglesia respetuosamente que Guadalupe pasara a Extremadura y creo que se trata de cuestiones de tipo político”.

Como se ha extendido la costumbre de definir a los obispos como “franciscanistas”, de Francisco, vamos, pues he aquí uno de ellos. Uno más, de los muchos que hay de verdad. 

 

 

José Francisco Serrano Oceja