Servicio diario - 05 de mayo de 2016


 

El Papa: ‘El llanto de Jesús es el antídoto contra la indiferencia’
Posted by Rocío Lancho García on 5 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Tenemos necesidad de la misericordia, del consuelo que viene del Señor. Todos lo necesitamos; es nuestra pobreza, pero también nuestra grandeza: invocar el consuelo de Dios, que con su ternura viene a secar las lágrimas de nuestros ojos. Así lo ha indicado el papa Francisco en su predicación tras los conmovedores testimonios que han protagonizado la vigilia “Enjugar las lágrimas” en la Basílica de San Pedro, celebrada en el marco del Año Jubilar haciendo referencia a una de las obras de misericordia ‘consolar al triste’.
La familia Pellegrino fue tocada por el drama del suicidio de un hijo de 15 años. La historia de Felix Qaiser, refugiado político, periodista pakistaní católico que huyó a Italia para proteger a su familia. Maurizio Fratamico con su hermano gemelo Enzo, cuya conversión marca la historia de Maurizio, que siendo con gran éxito trabajador turístico perdió el sentido de la vida y que ahora lo ha encontrado de nuevo.
El Santo Padre ha querido recordar que en los momentos de tristeza, en el sufrimiento de la enfermedad, en la angustia de la persecución y en el dolor por la muerte de un ser querido, “todo el mundo busca una palabra de consuelo”. Sentimos una gran necesidad de que alguien esté cerca y sienta compasión de nosotros, ha precisado. Asegurando que la razón por sí sola no es capaz de iluminar nuestro interior, de comprender el dolor que experimentamos y dar la respuesta que esperamos, en esos momentos “es cuando más necesitamos las razones del corazón, las únicas que pueden ayudarnos a entender el misterio que envuelve nuestra soledad”.
Al respecto ha observado “cuántas lágrimas se derraman a cada momento en el mundo; cada una distinta de las otras” que “juntas forman como un océano de desolación, que implora piedad, compasión, consuelo”. Las más amargas –ha advertido– son las provocadas por la maldad humana.
El Pontífice ha aseverado que en este sufrimiento “no estamos solos”. También Jesús “experimentó una profunda conmoción y rompió a llorar” cuando murió Lázaro. Al repecto, el Santo Padre ha observado que esta descripción del Evangelio “muestra cómo Jesús se une al dolor de sus amigos compartiendo su desconsuelo”. Lágrimas que a lo largo de los siglos “han lavado a muchas almas, han aliviado muchas heridas”.
Asimismo, ha recordado a los presentes que “si Dios ha llorado, también yo puedo llorar sabiendo que se me comprende”. El llanto de Jesús –ha añadido– es el antídoto contra la indiferencia ante el sufrimiento de mis hermanos.
El Santo Padre ha explicado que ese llanto “enseña a sentir como propio el dolor de los demás, a hacerme partícipe del sufrimiento y las dificultades de las personas que viven en las situaciones más dolorosas”. Y ha añadido: “me provoca para que sienta la tristeza y desesperación de aquellos a los que les han arrebatado incluso el cuerpo de sus seres queridos, y no tienen ya ni siquiera un lugar donde encontrar consuelo”.
La oración –ha proseguido el Santo Padre– es la verdadera medicina para nuestro sufrimiento. La ternura de la mirada de Dios “nos consuela, la fuerza de su palabra nos sostiene, infundiendo esperanza”. En esta misma línea ha subrayado que “el amor de Dios derramado en nuestros corazones nos permite afirmar que, cuando se ama, nada ni nadie nos apartará de las personas que hemos amado”.
Para finalizar, ha indicado que la Madre de Jesús, con su manto “enjuga nuestras lágrimas”. Con su mano “nos ayuda a levantarnos y nos acompaña en el camino de la esperanza”.
A continuación, los presentes han escrito en un papel una intención de oración que han sido depositadas en unas cestas y entregadas en el altar para que se unan simbólicamente a la oración universal de los fieles.


España: El patrimonio de la Iglesia da riqueza a toda la sociedad
Posted by Redaccion on 5 May, 2016



(ZENIT – Roma).- La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha presenta un estudio del impacto socioeconómico de la actividad cultural de la Iglesia católica en España, enmarcado dentro de la Memoria anual de actividades de la Iglesia. El informe recoge datos de las 69 diócesis españolas a las que hay que sumar el arzobispado Castrense.
La Memoria –indica una nota de la CEE– ilustra la gran labor que la Iglesia desarrolla y justifica el empleo de los recursos obtenidos mediante las aportaciones libres y voluntarias de los contribuyentes. Con todos estos datos se puede afirmar que, “aunque valorar en términos económicos la aportación que realiza la Iglesia a la sociedad es una misión compleja, la actividad desplegada, en todos y cada uno de los ámbitos detallados, supone un ahorro de miles de decenas de millones de euros para las arcas públicas”.
Por otro lado se indica que el patrimonio de la Iglesia “es una fuente de riqueza y valor para toda la sociedad”. Un patrimonio que –asegura la CEE– anualmente supone para la Iglesia un gran esfuerzo económico en rehabilitación, conservación y mantenimiento ordinario.
El estudio también revela que “el impacto total del PIB en el turismo asociado a cada tipo de bien inmueble de interés cultural de la Iglesia genera 22.620 millones de euros de impacto total agregado, lo que supone un 2,17 pro ciento del PIB de España en 2014”. En términos de empleo, se ha valorado que dado su impacto y atractivo sobre el turismo, “los bienes inmuebles de interés cultural de la Iglesia estarían sosteniendo 225.300 empleos, de los cuales el 71 por ciento son empleos directos”.
Además, informa la CEE que existen 40 celebraciones de interés turístico internacional y 85 fiestas religiosas declaradas de interés turístico nacional, en España. Estas fiestas son también fuentes generadoras de impacto económico y empleo. De este modo, se calcula que un total de 9.800 millones de € es el impacto estimado en el PIB de España, y 97.000 empleos sostenidos directamente por esta actividad, llegando en su totalidad a 134.000 empleos generados.
La Iglesia católica realiza en España un mayor esfuerzo por dar a conocer su actividad al servicio de la sociedad española, asegura la CEE. Por eso, la presentación de la memoria de actividades de la Iglesia “busca mostrar de forma clara y exhaustiva, en qué invierte la Iglesia el dinero que cada año recibe de los contribuyentes que han marcado la casilla de la Iglesia católica en su Declaración de la Renta”.
Es el compromiso de la Iglesia –concluye la nota– a favor de la transparencia y también como muestra de gratitud a quienes manifiestan su confianza en la Iglesia de esta manera.


23 nuevos Guardias Suizos jurarán fidelidad al Papa
Posted by Sergio Mora on 5 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Este viernes 6 de mayo por la tarde juran fidelidad a la Iglesia y al Papa 23 reclutas de la Guardia Suiza, en el patio San Damián del Palacio Apostólico.
El jueves al medio día iniciaron los eventos previos, con un concierto de orquesta en el ‘barrio suizo’ del Vaticano, seguido por un encuentro con la prensa por parte del comandante del Cuerpo, Christoph Graf, poco antes de la vigilia de oración presidida por el papa Francisco en la basílica de San Pedro, ‘Enjugar las lágrimas’, referida a una de las siete obras de misericordia de la Iglesia.
El viernes por la mañana se celebrará la santa misa, en la basílica de San Pedro, presidida por el cardenal Pietro Parolin, secretario de estado de la Santa Sede, seguida por una ceremonia breve pero sentida que recuerda a los Guardias Suizos caídos en combate, y por la tarde es la ceremonia del juramento.
ZENIT pudo conversar con uno de los 23 reclutas, suizo del cantón italiano, quien comentó la emoción de poder jurar servir al Papa y a la Iglesia.
“Soy Mauro Giovanola, vivo en Breganzona cerca de Lugano, en el Cantón Ticino. Hace tres meses que estoy aquí en la Guardia Suiza y listo para jurar”, nos dijo. Precisó que “ha sido una decisión personal, y tuve mucho apoyo de mi familia, de mi parroquia y de mis amigos”. Señaló que antes de venir al Vaticano hizo la Escuela de reclutas en la ciudad suiza de Friburgo y después decidió venir aquí.
Mauro, interrogado sobre su fe, dijo que es católico y consciente de que el juramento “es un compromiso moral, una obligación que nos hemos tomado y tendremos que respetarlo, de lo contrario no tendría sentido”.
El joven suizo señaló que ellos tienen como primera misión “proteger al Santo Padre”, y también “controlar las entradas y salidas de la Ciudad del Vaticano, hacer servicio de orden en la plaza durante las audiencias, realizar el servicio de honor, o sea, ser centinela durante las audiencias”.
Giovanola, que este viernes pasará a ser soldado del ejército más pequeño y famoso del mundo, reconoció que “como en toda escuela de reclutas el entrenamiento tiene una parte dura”, pero también existe la parte sencilla.
Sobre su permanencia aseguró: “Estaré al menos dos años, pero puede ser tres o más. En este período me ha gustado la parte de ser guardias, pero también estar en el Vaticano porque soy católico”. Pero lo que más me ha gustado –precisó Mauro– es el ambiente en el cuartel, he hecho muchos amigos y el servicio en la plaza con los peregrinos que vienen para asistir a las ceremonias del Santo Padre es muy emocionante.
Una misión que tiene su lado peligroso, pues reconoce que “como guardias tenemos el aspecto la seguridad” si bien “lo más particular es trabajar cerca del Santo Padre todos los días, y aunque no siempre estamos en contacto directo, asistimos a muchas ceremonias en las que él esta”.
Estamos en un cuartel –señala el futuro juramentado– pero tenemos por así decir nuestra parroquia, con las misas los días festivos y los domingos. Durante algunos turnos de guardia, por ejemplo, se pueden hacer otras actividades e incluso rezar el rosario, pero eso, asegura, depende de cada uno.
Señaló también que está al corriente de que cada año algún Guardia Suizo al concluir su servicio se hacía sacerdote, y sonriendo dice “pero eso no lo sabe nadie, hasta que a alguien le llega la llamada”.


El Santo Padre reza por la situación de Brasil
Posted by Redaccion on 5 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El gobierno de Brasil está atravesando un fuerte crisis. Si se cumplen las previsiones, el pleno del Senado votará el día 11 de mayo la aceptación del proceso de destitución (impeachment) de la presidente Dilma Rousseff. Con mayoría simple, la líder del Gobierno sería apartada provisionalmente acusada de realizar maniobras fiscales y presupuestarias mientras el Senado estudia su suspensión definitiva.
La Iglesia sigue de cerca la situación y este miércoles al finalizar la audiencia general, el cardenal arzobispo de Río de Janeiro Orani João Tempesta, habló con el Santo Padre para informarle. Así lo indicó el purpurado en una entrevista en Radio Vaticano, en la que explica que pidió el Papa que rezara por Brasil en este momento tan delicado. El Santo Padre respondió que está preocupado y que rezar por Brasil, asegurando que sigue y sabe lo que está sucediendo.
Por otro lado el cardenal indica que es la segunda vez que en Brasil se verifica el ‘impeachment’. La primera fue con el presidente Collor de Mello, pero era otra época. Esta vez –explica– el procedimiento de impeachment ha comenzado en la Cámara de los diputados, ahora ha pasado al Senado federal y parece que va adelante. Al respecto, el arzobispo de Río de Janeiro indica que la Iglesia “pone su confianza en los poderes de la República y en el hecho de que las autoridades desempeñen su trabajo de forma responsable” y “reza por el pueblo, exhortándolo a estar juntos, unidos, en este momento”.
El purpurado recuerda que la Iglesia debe “rezar para que pueda llegar un buen momento para Brasil, porque ahora nos encontramos en una situación realmente fea y difícil”. Y la denuncia de estos días contro Lula empuja a rezar y decir “que deseamos un país mejor, más tranquilo, donde haya posibilidad de progreso”.
A propósito de las Olimpiadas, que se celebrarán en Río el próximo mes de agosto, el arzobispo de la ciudad manifiesta su deseo de que esto pueda ser un “bonito momento, también de unidad: porque las Olimpiadas muestran también la unidad de los pueblos y de las personas”. Asimismo precisa que la arquidiócesis de Río tiene “la responsabilidad de la capilla de la villa olímpica: somos responsables de coordinar todas las religiones en la villa olímpica”.


‘La sangre derramada por los mártires ha contribuido a salvar Albania’
Posted by Antonio Gaspari on 5 May, 2016



(ZENIT – Roma).- Albania es un pequeño gran país. Pequeño porque cuenta con menos de tres millones de personas sobre una superficie de apenas 28.748 km², grande porque la historia de sus poetas y de sus mártires es de valor mundial. Un país que sufrió duramente una dictadura atea, que se cobró muchísimas víctimas. Pero precisamente en el lugar en donde se ha tratado de extirpar cualquier religión es que ha renacido una fraternidad que puede ser ejemplo para el mundo.
No es casualidad que el papa Francisco, cuando visitó este país el 21 de septiembre de 2014, habló de Albania como centro de la colaboración entre cristianos, ortodoxos, católicos, musulmanes y bektasci. Además, recientemente, el Santo Padre ha reconocido el martirio de 38 víctimas del comunismo albanés que pronto serán beatos.
Para conocer mejor la historia y el alma de Albania y de su pueblo, ZENIT ha entrevistado a Visar Zhiti, jefe misión de la embajada de Albania ante la Santa Sede y la Orden de Malta. Zhiti no es solo un diplomático, es también un poeta y escritor de valor internacional. En 1973, cuando iba a publicar Rapsodia e jetës së trëndafilave (Rapsodia de la vida de las rosas), fue denunciado porque sus poesías fueron consideradas culpables de “graves errores ideológicos y de promover agitación y propaganda anti-comunista”. Arrestado en noviembre de 1979, fue condenado a diez años de prisión. Sometido a trabajos forzados, finalmente fue liberado en enero de 1987. Cuando la democracia llegó a Albania en el otoño de 1991, Visar Zhiti fue enviado a Italia para convertirse en periodista profesional. En esos años comenzó también su carrera política y diplomática sin abandonar su labor como escritor.
En realidad –subraya Visar– me condenaron porque si no escribía a favor de la dictadura, significaba que estaba en contra. Mi culpa era la de buscar libertad y belleza como tantos otros de mi generación.
“Tenía 26 años cuando me arrestaron”, recuerda, “la cosa más tremenda a la que asistí es la gente que aplaudía cuando se emitió la sentencia. Me quitaron el derecho electoral, me prohibieron la publicación y la enseñanza. Trabajé en las minas como un esclavo, siempre, sin descanso. Cuando había cambio de turno nos saludábamos entre nosotros diciendo ‘esperemos salir vivos’”.
En la cárcel –prosigue Visar– había sacerdotes católicos e imanes musulmanes. Los sacerdotes católicos eran muy cultos, resistentes, mostraban un espíritu fuerte y daban ánimo a los presentes. Conocí en la cárcel a dos sacerdotes, Zef Simoni e Kolec. Estaban siempre juntos, vestidos como prisioneros, pero se entendía que eran sacerdotes, porque eran caritativos, compasivos, escuchaban, acogían, compartían el dolor, eran cordiales, te miraban con misericordia”.
“En las prisiones albanesas los sacerdotes consolaban a todos”, cuenta el escritor, “lo hacían a escondidas y conseguían celebrar las misas, bautizaban y daban la comunión bendiciendo los trozos de pan que recogían de la ración cotidiana. Mi amigo, el sacerdote Zef Simoni se hacía llamar ‘Hardhia’ que quiere decir ‘la Vid’; su hermano que también estuvo en la cárcel aún está vivo y es sacerdote, escribe poesía, se llama Gjergj Simoni”.
Sobre el martirio de tantos albaneses, Visar ha querido subrayar que “la sangre derramada por los mártires ha contribuido a salvar Albania, para que sea una país europeo en la tradición cristiana”. Al respecto, ha recordado la manifestación en Roma en la que se “tiñó” de rojo la Fontana de Trevi para recordar la sangre de los mártires cristianos que continúa cayendo. Según Zhiti, sería necesario colocar de rojo todas las fuentes y los edificios de todas las ciudades de Albania.
En relación a los 38 albaneses que serán beatificados, Visar ha recordado que entre ellos hay un italiano, dos alemanes y una mujer, una novicia de 22 años; todos asesinados porque creían en Jesucristo y no han aceptado separar la Iglesia albanesa de la Santa Sede, como quería la dictadura comunista.
“A pesar de que fue grandísima la contribución cultural, científica, literaria, humana y religiosa de los creyentes, la dictadura los fusiló acusándoles de ser ‘espías del Vaticano’”. A ellos y a todos los otros poetas fusilados del régimen, Zhiti dedicó una antología de poemas editada en Albania.
Visar ha recordado en particular entre los otros al padre Anton Harapi, filósofo, sociólogo y autor de romances. Cuando lo estaban llevando al fusilamiento, él se preocupaba de que la sotana no se manchara, el oficial le dijo que de todas formas iba a morir en el fango y padre Anton respondió: “Toda la vida he estado limpio y no quiero morir en la suciedad”. Después bendijo al pelotón de la ejecución diciendo “perdónalos porque no saben lo que hacen” y “Viva Cristo Rey y viva Albania”.
Entre los mártires citados en la antología está también el sacerdote Ndoc Nikaj, un gran escritor, autor de obras de literatura religiosa, científica, histórica y política, así como de textos escolares. En la historia de la literatura de Albania, Nikaj es indicado como autor de la primera novela albanesa. Padre Ndoc fue encarcelado en 1946 con la acusación de querer abatir con violencia al régimen comunista. Tenía 82 años cuando lo arrestaron. Después de cinco años murió en prisión.
Sobre la unión entre Albania y el cristianismo, Visar Zhiti recuerda que su país fue el primero en convertirse en los Balcanes. Y señala también a la Virgen del Buen Consejo, patrona de Escutari, llegada hace cinco siglos a Genazzano –localidad cercana a Roma– evitando caer en mano de los otomanos. Los fieles y los artistas albaneses celebra a su Virgen que está en Genazzano.
Nosotros –ha concluido Visar– nos hemos salvado espiritualmente porque hemos creído que Dios está. Nos hemos salvado gracias a las oraciones susurradas y a las poesías escondidas. Por mi experiencia de vida puedo decir que la poesía es oración y la oración son poesías dirigidas a Dios.


Dos religiosas austriacas regresan a su país en silencio, tras dedicar su vida a los leprosos
Posted by Redaccion on 5 May, 2016



(ZENIT – Roma).- Después de una vida dedicada a curar a los leprosos, dos ancianas religiosas austríacas regresan a su país, sin hacer ruido, y como si lo realizado por ellas fuera la cosa más normal del mundo. Por ello la agencia Asia News dedica una entrevista a las religiosas, la cual reproducimos a continuación.
Jamás he aceptado que me entrevisten “porque no había nada de especial en mi vida. No hice nada de extraordinario en mis años en la isla de Sorok”. Después de cuarenta años de misión y seis mil enfermos de lepra curados y ayudados a volver a la vida, sor Marianne Stoeger responde así a quien le pregunta cómo jamás haya aceptado hacerse conocer antes por la opinión pública y que haya rechazado honores y subvenciones.
Junto a sor Margaret Pissar, ambas austríacas, ella dedicó una vida entera a los enfermos de la enfermedad de Hansen en Corea del Sur. Y al cumplir los setenta años se fueron en silencio, temiendo ser un peso para el hospital que ellas habían ayudado a construir.
Sor Marianne tiene ahora ochenta y dos años, mientras que sor Margaret tiene un año menos. Volvieron el pasado 25 de abril a la isla, que dejaron en 2005, para los cien años del hospital Sorokdo -en el cual han pasado una vida- y para dar un último saludo a su tierra de adopción.
Sor Margaret tuvo que renunciar al viaje para permanecer en una casa de descanso, por motivos de salud debidos a la edad, envió su saludo a través de su hermana. De hecho, narra a AsiaNews un sacerdote local, “también sor Marianne deseaba volver a Austria sin encontrar a los medios o a las autoridades. Fue convencida para quedarse con los hijos y los nietos de los leprosos a los cuales dio una nueva vida”.
El primer impacto con Corea del Sur fue en 1962, cuando las dos religiosas- apenas diplomadas en una escuela austríaca para enfermeras- fueron enviadas a esa pequeña isla que se convirtió en una especie de lager para los leprosos. Mientras los médicos y enfermeros locales usan barbijos, guantes y trajes protectores, las dos mujeres- que no habían cumplido aún los treinta años- trabajaron siempre sin protección. Hasta cuando la sangre y el pus de las heridas infectadas les ensuciaban sus caras.
La alegría más grande, cuenta sor Marianne, “era para mí ver a los pacientes cuando les daban el alta. Podían dejar la isla y volver a sus casas con las heridas curadas. Fue el poder del Evangelio y de Jesús que me ha hecho capazode servir a estas personas”.
La religiosa recuerda el clima terrible encontrado en los primeros meses de misión: creado en 1916 por los dominadores japoneses, el sanatorio de Sorokdo de hecho era un campo de reclusión para los leprosos, temidos y marginados.
No obstante la liberación de Japón al finalizar la Segunda Guerra mundial, el nuevo régimen nacional de hecho mantiene la situación de marginación: “los enfermos debían llamarnos “señoras” y ser humildes y deferentes. Las golpizas eran regla común, así como también los abortos forzados y las esterilizaciones. Se necesitaron decenios para cambiar las cosas”.
En aquellos decenios, la misión principal de las dos hermanas fue la de dar dignidad a los pacientes. “Tratábamos de visitarlos por la mañana temprano, cuando no había nadie y hablábamos con ellos. Muy a menudo cenábamos juntos por la noche, pero tarde, siempre para evitar controles. Y hacíamos lo imposible”.
No obstante la reserva, lo “posible” era muchísimo: a través de una campaña lanzada en Austria, ambas juntan medicamentos y contribuciones económicas para construir una casa para los hijos no enfermos de los pacientes, un ala para los tuberculosos y otra para los enfermos mentales. No es un caso que los internados de Sorokdo las llamasen “nuestras dos abuelas”.
Su vida extraordinaria, concluye sor Marianne, no habría sido nada sin Dios. Él está siempre cerca y lo demostró con el dolor de Cristo en la cruz. Él murió en el dolor y gracias a esto nosotros podemos vivir con alegría nuestra vida y nuestra fe. Se entiende que Jesús vive en cada uno de nosotros así puedes amar a cada ser humano, no importa cuánto no te guste”.
La Iglesia católica de Sosokdo, dirigida por el p. Kim Yeon-jun, está preparando un documentario sobre las dos “hermanas de los leprosos”. Y el condado donde surge el hospital está tratando de postularlas para el premio Nobel de la paz.


“Si vas a la fiesta, lleva globos”
Posted by Felipe Arizmendi Esquivel on 5 May, 2016



VER
El Consejo Nacional de Población (CONAPO) está difundiendo, por todos los medios, este mensaje: “En el amor también hay horarios; no te adelantes a ser papá. Si quieres seguir con tus planes, actúa seguro. No se trata de prohibir, se trata de prevenir. Quedar embarazada debe ser lo más bonito que le puede pasar a una mujer, no a una niña. Si vas a ir a la fiesta, lleva globos. Lo caliente no quita lo inteligente. La responsabilidad es tuya. Es de todos. Es tu vida. Es tu futuro. Hazlo seguro”.
Pudiera parecer un mensaje simpático, necesario y conveniente para evitar embarazos no deseados. Tiene frases muy buenas, como invitar a la responsabilidad, cuidar la vida y el futuro. Pero no prohibir, llevar globos (condones), ser inteligente ante el desfogue corporal, es una invitación a disfrutar la sexualidad sin frenos, sin control ético, únicamente haciéndolo en forma segura, con condones o con lo que sea, para evitar embarazos. Es decir, dale rienda suelta a tus “calenturas”; nada más protégete…
¿Esto es educar para la responsabilidad? El mensaje promueve hacer lo que te dé la gana, dejarte llevar por tus pasiones, tener relaciones sexuales con quien se pueda y cuantas veces se pueda, sin prohibiciones… ¡Qué irresponsabilidad! ¿Qué tipo de adolescentes y jóvenes se están formando? Si tantas escenas eróticas de la televisión y de internet provocan el desenfreno sexual, con estos mensajes se incrementará el libertinaje.
PENSAR
Dice el Papa Francisco en su importante Exhortación La alegría del amor:
“Lamentablemente, muchas veces algunos programas televisivos o ciertas formas de publicidad inciden negativamente y debilitan valores recibidos en la vida familiar” (274). “Cuando los niños o los adolescentes no son educados para aceptar que algunas cosas deben esperar, se convierten en atropelladores, que someten todo a la satisfacción de sus necesidades inmediatas y crecen con el vicio del «quiero y tengo». Este es un gran engaño que no favorece la libertad, sino que la enferma. En cambio, cuando se educa para aprender a posponer algunas cosas y para esperar el momento adecuado, se enseña lo que es ser dueño de sí mismo, autónomo ante sus propios impulsos” (275).
“El Concilio Vaticano II planteaba la necesidad de una positiva y prudente educación sexual… Es difícil, en una época en que la sexualidad tiende a banalizarse y a empobrecerse. Sólo podría entenderse en el marco de una educación para el amor, para la donación mutua. De esa manera, el lenguaje de la sexualidad no se ve tristemente empobrecido, sino iluminado. El impulso sexual puede ser cultivado en un camino de autoconocimiento y en el desarrollo de una capacidad de autodominio, que pueden ayudar a sacar a la luz capacidades preciosas de gozo y de encuentro amoroso” (280).
“Con frecuencia la educación sexual se concentra en la invitación a «cuidarse», procurando un «sexo seguro». Esta expresión transmite una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural de la sexualidad, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse. Así se promueve la agresividad narcisista en lugar de la acogida. Es irresponsable toda invitación a los adolescentes a que jueguen con sus cuerpos y deseos, como si tuvieran la madurez, los valores, el compromiso mutuo y los objetivos propios del matrimonio. De ese modo se los alienta alegremente a utilizar a otra persona como objeto de búsquedas compensatorias de carencias o de grandes límites. Es importante más bien enseñarles un camino en torno a las diversas expresiones del amor, al cuidado mutuo, a la ternura respetuosa, a la comunicación rica de sentido. Porque todo eso prepara para un don de sí íntegro y generoso que se expresará, luego de un compromiso público, en la entrega de los cuerpos. La unión sexual en el matrimonio aparecerá así como signo de un compromiso totalizante, enriquecido por todo el camino previo” (283).
ACTUAR
Padres de familia, educadores, catequistas: dialoguen con adolescentes y jóvenes sobre estos mensajes, para ayudarles a ser críticos, formar su conciencia, educarse para una libertad responsable y, así, ser dueños de su cuerpo y de su corazón.


Los obispos españoles dicen ‘no’ a la piratería en el cine
Posted by Redaccion on 5 May, 2016



(ZENIT – Roma).- La Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social (CEMCS) de la Conferencia Episcopal Española ha publicado esta semana un documento “La piratería en el cine. Una mirada desde la Doctrina Social de la Iglesia”, en el que se subraya cómo la Iglesia siempre ha entendido el cine como “un medio de comunicación de gran valor para la difusión de la cultura, el primero de los llamados de comunicación de masas, y como una nueva herramienta valiosa también para la evangelización”. Los obispos aseguran que la piratería “incurre en un pecado contra el 7º mandamiento de la Ley de Dios que dice ‘no robarás'”.
El mensaje se da a conocer en el marco de la L Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebra el próximo domingo, día 8 de mayo.
Asimismo, se reconoce que “las nuevas tecnologías están permitiendo que el cine esté llegando a más personas de un modo sencillo y económico”. Sin embargo, los obispos españoles advierten de que “sin una pertinente educación moral, esta difusión puede lesionar los legítimos derechos e intereses de un amplísimo número de profesionales que trabajan en la industria del cine”.
Los obispos españoles precisan que así ocurre cuando las creaciones audiovisuales se ponen a libre disposición, fundamentalmente a través de internet, al margen del cauce de distribución previsto por los productores, o cuando se elaboran copias de la película para la venta en mercadillos o por las calles. Una actividad, que además, tiene especial gravedad “cuando en su origen está el hurto de una copia de la obra, lo que implicaría un doble acto delictivo”.
De este modo, la CEMCS alerta sobre la extensión de la piratería, que “está llegando incluso a poner en peligro la continuidad de esta expresión cultural tan valiosa para la difusión de ideas en beneficio de las personas”. Ante esta realidad, y teniendo en cuenta que “la dimensión del hombre debe ser enseñada y aprendida en cada generación”, a la CEMCS, le parece oportuno iluminar esta realidad “desde una conciencia moral que busca el bien de los individuos”. Por ello, dirige esta reflexión “a los católicos y a todas las personas que aspiran a construir el bien común”, analizando los distintos factores implicados: económicos, culturales, industriales y evangelizadores.
La CEMCS defiende que el legítimo derecho a la propiedad alcanza también a los bienes intelectuales y culturales. En esta línea recuerdan que “la dimensión social de estos bienes intelectuales y culturales es más evidente ya que se refieren a una actividad creativa que renueva a la sociedad y le hace progresar cuando atiende a sus verdaderos fines, más que una mera actividad productiva”.
La reflexión de este documento termina con el compromiso de “animar, a los católicos y a todas las personas que actúan según la recta conciencia, de manera especial a los jóvenes y a sus educadores, a vivir de acuerdo con los principios que rigen el bien común y el desarrollo de las personas y la dignidad humana”. Deseamos que –concluye– el fenómeno de la piratería en el mundo del cine disminuya hasta desaparecer, como fruto de una reflexión madura de personas sensibles al auténtico valor del cine y sensibles al bien común de toda la sociedad.


Los Museos Vaticanos inician las actividades para las noches de verano
Posted by Redaccion on 5 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Se renueva la habitual cita con la apertura nocturna de los Museos Vaticanos. Desde el 6 de mayo y hasta el 29 de julio, y después de nuevo del 2 de septiembre al 28 de octubre. Todos los viernes desde las 7 a las 11 de la noche –con el último ingreso a las 9.30– será posible visitar los museos en un horario más adecuado para las altas temperaturas del verano romano.
También este año se repetirá la serie La Música de los Museos, realizada en colaboración entre los Museos Vaticanos, la Academia de Santa Cecilia y el Comité Nacional Italiano de Música.
Entre los otros participará el Coro Ruso de Moscú, bailarines argentinos de tango y jazz, mientras que en el Museo Gregoriano Profano tendrán lugar las actuaciones de tres conservatorios de Italia: el Giuseppe Verdi de Turín, l’Ottorino Respighi de Latina y el Fausto Torrefranca de Vibo Valentia.
Para abrir el ciclo de actuaciones nocturnas, el concierto de Tango del maestro Mario Stefano Pietrodarchi que, junto a su orquesta, en el patio de la Piña de los Museos Vaticanos, interpretará composiciones de Martin Palmeri e di Astor Piazzolla.
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Para reservas: www.museivaticani.va



Ofrezcamos al prójimo algo más que técnica y economía
Posted by Redaccion on 5 May, 2016



El arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, señala en su nueva carta semanal que «la religión no es un estorbo en la vida social, al contrario, sana, nutre, inspira y es crítica con los proyectos que hieren a los hombres». Adjuntamos el texto íntegro, titulado «Ofrezcamos al prójimo algo más que técnica y economía»:
¡En cuántas circunstancias y ocasiones la Iglesia levanta su voz en nombre de Jesucristo para decir que, si lo hace, es para defender y promover la dignidad de la persona! Cuando solamente ofrecemos técnica y economía para la convivencia de los hombres y para edificar la familia humana, no estamos dando todo lo que construye a la persona. Precisamente por ello, cuando la Iglesia se acerca a todos los hombres, sin imponer nada, pero ofreciendo gratuitamente el tesoro que posee y que le es propio, nos recuerda principios que no se pueden negociar, que están inscritos en la misma naturaleza humana y que son comunes a toda la humanidad: la protección de la vida en todas sus etapas, desde su concepción hasta la muerte natural; el reconocimiento y la promoción de la estructura natural de la familia basada en el matrimonio, que tan maravillosamente nos describe Dios mismo en su Palabra, entre un hombre y una mujer; la protección del derecho de los padres a educar a sus hijos. Son principios que, por estar inscritos en la naturaleza humana, se dirigen a todas las personas, prescindiendo de su afiliación religiosa. Ofrezcamos a quienes nos encontremos por el camino el abrazo de Dios, que es mucho más que técnica y economía.
La humanidad, y por supuesto nuestro país, vive un momento histórico en el que es necesario asumir responsabilidades concretas que nos afectan a todos. Hemos de tener la valentía necesaria para abrir nuestra vida y ver qué elementos deben acompañar a cualquier proyecto que quiera hacer personas y poner en el centro a la persona. ¿Bastan solamente técnicas? ¿Basta solamente la economía? Ofrezcamos el abrazo de Dios, que contiene también elementos morales, espirituales, sociales y culturales, además de técnica y economía. La Iglesia como tal no hace política, respeta la aconfesionalidad, pero tiene la obligación de ofrecer las condiciones en las que puede madurar una sana política que ayuda a la solución de los problemas sociales. ¿Cómo? Formando las conciencias, siendo abogada de la justicia y de la verdad, educando en las virtudes individuales y políticas. Jesús abrió camino a un mundo más humano y más libre, sabiendo la autonomía de lo que es de Dios y de lo que es del César.
Dejemos que Dios nos abrace, dejemos que nos toque el corazón con su misericordia y seamos cauces por los que esta llegue a los hombres. Es un abrazo incondicional, que vence porque a la larga convence, cambiando el corazón y el modo de vivir entre los hombres. El amor de Dios es tan grande y tan profundo que nunca decae, se aferra siempre a nosotros y nos sostiene, nos levanta y nos guía.
Siempre me impresiona el momento en que el apóstol Tomás no se fía de lo que le dicen los demás apóstoles: «Hemos visto al Señor». Ni le basta la promesa de Jesús, que les había dicho que al tercer día resucitaría. Quiere algo más, quiere meter su mano en el hueco de los clavos y del costado. La reacción de Jesús es la paciencia. No abandona a Tomás a sus propias fuerzas e intereses; su terquedad no es motivo de abandono por parte de Jesús, no le cierra las puertas, lo espera. Es así como vence y convence a Tomás. Por eso, cuando este llega a reconocer su pobreza, su falta de fe y de confianza en el Señor y en sus testigos, se vuelve a Él para decirle: «Señor mío y Dios mío».
Exactamente igual le pasa a Pedro, que por miedo y vergüenza niega a Jesús. Pero más tarde, ante sus preguntas–«¿Me amas?»–, reconoce su falta de fe y compromiso, y llora, dándole el Señor toda su confianza y poniéndolo al frente de la Iglesia. De igual manera, como os recordé en la carta pastoral de inicio de curso, a los discípulos de Emaús, que iban caminando errantes, tristes y desesperanzados, les explica las Escrituras, se sienta con ellos a compartir la comida y, a pesar de su desconfianza y falta de fe, les devuelve la esperanza, la alegría que elimina la desconfianza. Este abrazo es el que Dios quiere dar a todos los hombres en el camino de sus vidas y en el lugar en el que se encuentren. Lo quiere dar Él, acercándose a los hombres, y también a través de nosotros; quiere que, con la misma paciencia, cercanía y amor, ofrezcamos esos principios inscritos en la naturaleza que nosotros vemos y otros que van a nuestro lado no ven. A ellos nos acercamos para darles ese abrazo de Dios, que lo es de alegría, de confianza y de esperanza. Hay que ser muy valientes para confiarnos a la misericordia del Señor, a su paciencia.
Ofrezcamos al prójimo el cultivo del conocimiento, de la acogida y adoración de Dios. Hagamos descubrir a nuestros contemporáneos que la fe no es un estorbo para la convivencia de los hombres; es todo lo contrario cuando es una fe en la persona viva del Señor y no se convierte en una idea más de las muchas que hay, que se vuelven armas arrojadizas para hacer muros y destruir puentes. Ni el hombre ni Dios pueden ser nunca medios para nada, sino todo lo contario, son fin a lo que se ordena todo lo demás. «la religión no es un estorbo en la vida social, al contrario, sana, nutre, inspira y es crítica con los proyectos que hieren a los hombres»:
1. La fe nutre la vida humana y las relaciones entre los hombres y los pueblos. Cuando el ser humano se abre a Dios, lo hace a los estratos más profundos de su ser y da cauce a los anhelos más hondos de su verdadera naturaleza humana. Abiertos a Dios, la fe no es percibida como unas ideas, sino como vida que hace vivir, que da luz y alumbra. No tengan miedo los que no creen, ni los que creen. Unos, a descubrir con honradez la función nutricia de la fe en la convivencia y en la construcción del presente y del futuro de la sociedad. Los creyentes, a serlo con todas las consecuencias, mostrando a un Dios vivo y verdadero que nutre, acompaña y sostiene.
2. Pero la fe tiene también una función inspiradora en la sociedad para las acciones históricas nobles: proyectos de vida, búsqueda de salidas para los más pobres, creaciones culturales que han transformado la realidad y suscitado justicia, libertad y solidaridad en el mundo. ¡Cuántas obras en favor de los hombres, extendidas hoy por el mundo, se han inspirado en Jesucristo y han sido promovidas por la Iglesia!
3. La fe tiene además una función crítica con todos aquellos proyectos sociales, políticos o económicos que no ponen en sus bases la dignidad sagrada del hombre como imagen de Dios que es.
Coloquemos en el mundo al ser humano como imagen de Dios. Esta comprensión del hombre es tan decisiva y totalizante que hace del ser humano un ser moralizado. Por esta semejanza divina, el ser humano es el centro y la culminación de todo cuanto existe y ha sido constituido por Dios. Es señor de todas las criaturas terrenas. Y esta semejanza divina es el fundamento de la igualdad fundamental de todas las personas y, por tanto, a todo ser humano. Ha habido muchos revolucionarios. La verdadera revolución la hizo Jesucristo con su Resurrección, que cambia el corazón por la gracia.
Con gran afecto, os bendice,
+Carlos, arzobispo de Madrid


San Pedro Nolasco – 6 de mayo
Posted by Isabel Orellana Vilches on 5 May, 2016



(ZENIT – Madrid).- Natural de Barcelona, España, nació hacia 1180. Sus padres debían poseer tierras en zonas colindantes a la capital. Y él crecería en ese privilegiado entorno junto a un monasterio románico, hasta que huérfano de padre a los 15 años, con la aquiescencia materna, repartió sus bienes. En edad de contraer matrimonio se arrodilló ante la Virgen de Montserrat y le ofreció su vida dando la espalda a mundanas vanidades. La época histórica en la que discurría su quehacer, con el dominio musulmán sobre las costas en todo su apogeo, trajo consigo el destierro de miles de cristianos a África. Eran personas cruelmente maltratadas y angustiadas por un yugo injusto que llevó a muchas a renegar de su fe pensando que Dios las había abandonado. Pedro tomó conciencia de la tragedia que encierra la esclavitud. Y en 1203 ya estaba implicado como benefactor de los pobres, según consta en documento escrito que lo menciona como «responsable de la limosna de los cautivos». Precisamente ese año tuvo lugar en Valencia la primera «redención de cautivos». El santo rescató con sus propios medios a unos 300. Cuando se le agotó el dinero, formó grupos para recaudar la «limosna para los cautivos». Y al quedar clausurada esta vía de ayuda, pensó ingresar en alguna Orden religiosa o trasladarse al desierto.
Hubo dos hitos significativos de carácter sobrenatural que marcaron su trayectoria espiritual y apostólica. En 1203 en un sueño se vio transportado al atrio de un espléndido palacio donde existía un frondoso olivo. Dos venerables ancianos le encomendaron su tutela. A ellos siguieron los furibundos ataques de otros dos hombres que se cebaron en las ramas y en el fruto. En medio de la lucha observó que de la rama cercenada brotaba otra más esplendorosa, y otro tanto acontecía con el fruto. Desvanecida la visión, quiso interpretarla. Esta experiencia, a decir de los cronistas, pudo ofrecer dos perspectivas. En la primera, el atrio sería el mundo; la oliva, la Iglesia, y los agresores, los enemigos de la fe representados en las cohortes de prisioneros que se asfixiaban bajo las cadenas de la cautividad. Al rescatarlos, él liberaría a la Iglesia de su opresión. En otra lectura se habrían invertido los símbolos; tendrían nueva y simple matización. El atrio sería la Iglesia y la oliva la Orden que iba a fundar: un alborear para los que se hallaban presos. A esta convicción le habría conducido la Santísima Virgen, a quien Pedro se encomendaba buscando luz para clarificar su devenir, y la voluntad divina que pudiera encerrar este hecho.
Así las cosas, y este fue el segundo hito, la noche del 1 al 2 de agosto de 1218 se le apareció la Virgen. Iba vestida con el hábito blanco característico de los mercedarios. Movido por Ella, el 10 del mismo mes y año creó la Orden de Santa María de la Merced para la redención de cautivos en la catedral de Barcelona. Fue un acto emotivo, de honda significación, que tuvo lugar ante la presencia del monarca Jaime I de Aragón y del obispo Berenguer de Palou. Éste fue quien impuso al santo y a los doce primeros integrantes de la fundación la túnica blanca con todos sus elementos inspirada en la que llevó María. La nueva realidad eclesial, que anteriormente había sido laica, fue dotada con un cuarto voto, el de liberar esclavos, que se añadió a los clásicos de pobreza, castidad y obediencia. Les comprometía a entregar la propia vida a imagen del Redentor.
En los inicios de la instauración de su obra, Pedro no estuvo solo; contó con el inapreciable consejo y ayuda de san Raimundo de Peñafort. En ese momento, las circunstancias propiciaban la labor de estos nuevos redentores. El hospital barcelonés de Santa Eulalia era cobijo de indigentes y cautivos que regresaban de tierras moriscas sin medios para sobrevivir. Y en ese establecimiento, asignado a los mercedarios por el rey aragonés, comenzaron su excelsa labor. Cada rescatado tenía la obligación de participar durante un tiempo en la redención de nuevos cautivos. También reemplazar al esclavo ocupando su lugar, siempre que su fe estuviese en peligro y no tuviesen dinero para rescatarlo. En una de las expediciones realizadas por Pedro Nolasco a Argelia para liberar a cristianos fue hecho prisionero, pero finalmente consiguió la libertad.
Fue un hombre de oración, humilde, generoso, lleno de fe y entrañas de misericordia, fiel observante de la regla, entregado, con gran visión y celo apostólico. A ello se unían sus ansias de morir por Cristo. Éste ímpetu, junto a su fe, propiciaron la existencia de la rama mercedaria femenina. La materializó con la anuencia de María de Cervelló, luego canonizada, joven natural de Barcelona a la que supo transmitir el espíritu que animaba la Orden instituida por él y de la que fue superior general. Diecisiete fundaciones extendidas por Cataluña, Aragón, Valencia, Mallorca y Carbona dan idea también de su amor a Cristo y a sus semejantes. Con el generoso grupo de seglares que se implicaron en la admirable tarea de auxiliar no solo a los cautivos sino de prestar asistencia a pobres, enfermos y peregrinos, creó una fraternidad.
El rey Jaime I, al que acompañó en la conquista de Mallorca y de Valencia, le donó el monasterio de El Puig. En 1235 Gregorio IX emitió la bula «Devotionis vestrae» confirmando su obra. Fue agraciado con éxtasis y dones de profecía y milagros. Cuenta la tradición que hubiera deseado venerar las reliquias de san Pedro en Roma, peregrinación que no pudo efectuar. En su desconsuelo, éste se le apareció en sueños durante tres noches consecutivas diciéndole: «vengo a verte porque tú no puedes ir a visitarme». En la última, mientras Pedro Nolasco oraba de rodillas, vio al apóstol crucificado, cabeza abajo. Le instó a no dejar España donde florecía su excelsa labor. Murió el 6 de mayo de 1245 pronunciando el Salmo 76: «Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos y con tu brazo has rescatado a los que estaban cautivos y esclavizados». Urbano VIII lo canonizó el 30 de septiembre de 1628.


Beato Nunzio Sulprizio – 5 de mayo
Posted by Isabel Orellana Vilches on 4 May, 2016



(ZENIT – Madrid).- Su vida estuvo colmada de paciencia y bondad. Y eso que el trato que recibió de frialdad y dureza fue tal que recuerda a esos textos infantiles en los que un personaje vive atormentado por una especie de ogro que lo tiene maniatado. Por supuesto, la diferencia entre la ficción y la realidad es un hecho insalvable. Ante ambas cabe una comparación, nada más. Desgraciadamente, lo que acontece en ciertas ocasiones es infinitamente más doloroso que lo expuesto en un simple relato. Pablo VI, conmovido por las virtudes de Nunzio, el 1 de diciembre de 1963, en pleno Vaticano II, lo elevó a los altares llamando la atención de los padres conciliares. Les sugirió establecer una amistad con él, ya que su vida debía servir para reflexionar en el coloquio celestial que mantuvo y tomarlo como modelo a imitar en la trayectoria que llevó en la tierra. También el beato Gaetano Errico, que conoció al beato en los umbrales de su fundación –los misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María–, estuvo dispuesto a admitirle en ella, a pesar de sus pésimas condiciones de salud. Despachó enseguida las críticas malintencionadas de quienes juzgaron su decisión dejando claro lo esencial: «Este es un joven santo y a mí me interesa que el primero que entre en mi Congregación sea un santo, no importa si está enfermo».
Nació en Pescosansonesco, Italia, al pie de los Apeninos, el 13 de abril de 1817. Su padre era zapatero. Murió en agosto de 1820, y aunque su madre trató de afrontar la situación en soledad, la precariedad pudo con ella. Dos años más tarde contrajo nuevas nupcias con un vecino de la localidad de Corvara, quien desde el primer momento no ocultó su inquina por el pequeño. Éste, ajeno a su animadversión, era feliz en la escuela regida por el párroco. Se familiarizaba con las verdades de la fe y recibía nociones de lectura y escritura. Pero, sobre todo, aprendía a contemplar el rostro de Cristo crucificado, muerto para expiar los pecados de la Humanidad. Aborrecía todo mal, y quería asemejarse a Él. Además, se aficionó a orar y a imitar a los santos.
En 1823 falleció su madre y quedó al cuidado de su abuela Rosaria, prolongando un poco más ese periodo amable de su vida, aunque teñido por el dolor de la pérdida sufrida. Ella continuó animándole y acompañándole en el camino de la virtud hasta su muerte que se produjo en abril de 1826. A sus 9 años Nunzio quedó a merced de un tío materno, Domenico, herrero de profesión, que le abrió las puertas de la eternidad. Vetó por completo su educación, y le puso a trabajar a su servicio en condiciones infrahumanas. Sin apenas descanso, y en numerosas ocasiones sin alimento que llevarse a la boca, con escasas prendas de vestir portaba pesadas cargas en su menudo cuerpecito sorteando distancias, inclemencias meteorológicas, y riesgos diversos que podían salirse al paso. Al regresar le recibían los exabruptos. Obligado a golpear el yunque casi sin respiración, ofrecía todo a Cristo. Quería obtener el paraíso con sus muchos sufrimientos. Tan solo los domingos tenía un pequeño momento de asueto que le permitía ir a misa.
Un invierno transitaba por las laderas de Rocca Tagliata con el insoportable fardo en medio de gélida temperatura. Comenzó a notar el pie con gran calentura que se extendió por la pierna como la pólvora. Se acostó sin decir nada. Al día siguiente no era capaz de sostenerse. Su tío no tuvo en cuenta ni inflamación, ni fiebre. Le obligó a trabajar, como siempre, bajo amenaza. Los vecinos se apiadaron alguna vez de él y le daban algo de comer. Nunzio no se quejaba ante ellos de la conducta de su familia. Antes bien, la disculpaba. Cuando podía, acudía a misa y oraba ante el Santísimo. La lesión le corroía, y Domenico solo permitió que dejara el yunque y se ocupara del fuelle. Nuevo suplicio. Para tratar de calmar los atroces dolores y la supurante llaga acudía a una fuente pública, de la que fue arrojado para evitar el posible contagio. Así que halló otra corriente de agua en Riparossa donde solía rezar rosarios a la Virgen, a la que tenía gran devoción. En 1831 ingresó en el hospital de L’Aquila, pero le dieron el alta como enfermo incurable. Allí había vivido de la caridad consolado por la oración. Al volver a casa de su tío, éste no lo admitió. Y se dedicó a mendigar. Pensaba para sí: «Es muy poco lo que sufro, siempre que pueda salvar mi alma amando a Dios».
Un viajante que supo de él, informó a su tío paterno Francesco, militar en Nápoles, de la situación que atravesaba. Nunzio tenía 15 años. Su tío se lo llevó y le presentó al coronel Felice Wochinger, un hombre bueno que auxiliaba a los pobres, estableciéndose entre ambos una bellísima relación paterno filial. Felice se ocupó de que recibiera toda la asistencia posible en el hospital de Incurables con el mejor tratamiento. El personal del centro y los enfermos se percataron de la grandeza del muchacho. Allí hizo su primera comunión y confió a un sacerdote el sentimiento de que todo lo que le sucedía era providencia de Dios. Durante dos años hubo momentos de ligera mejoría, resultado de los excelentes cuidados recibidos en las termas de Ischia. Se sostenía con un palo, impartía catecismo y ayudaba a los que sufrían en su entorno. Dedicaba la mayor parte del tiempo a rezar al Santísimo y a la Virgen Dolorosa.
En 1834 comunicó su deseo de consagrarse a Dios en el momento conveniente para él. Entre tanto, viviría con el sentimiento de quien ya ha hecho de su entrega algo efectivo: oración, estudio, meditación… El coronel le apoyó. Pero en marzo de 1836 empeoró. La pierna estaba afectada de gangrena. Gozoso, confiado, agradeciendo a Dios su dolor, lo ofreció por los pecadores con el mismo afán: si padecía, iría al paraíso. «Jesús sufrió mucho por mí. ¿Por qué no puedo sufrir por Él?». Estaba dispuesto a morir con tal de convertir a un solo pecador. El 5 de mayo rogó a Felice que viviese con alegría, asegurándole que nunca le faltaría su ayuda desde el cielo. Luego falleció. Gaetano Errico lo consideró un dilecto hijo, el primero que ingresaba en la vida eterna. Es patrón de los inválidos y de los accidentados por causas laborales.