Tribunas

El descargo “político” de un teólogo

José Francisco Serrano Oceja

Hay libros que son un descargo de conciencia en la medida en que por sus páginas afloran mucho más que la inteligencia del presente, la cultura. Lo que se pone sobre la mesa es la responsabilidad que deriva de la conciencia.

Olegario González de Cardedal, académico de Ciencias morales y políticas, catedrático de la Universidad salmantina del episcopado, emérito y libre, acaba de escribir un libro en el que el lector cuidadoso se topa con algunas afirmaciones que, de entrada, sorprenden. Quizá porque supongan un examen de conciencia de lugares comunes en la historia de la Iglesia contemporánea. Quizá porque la libertad del teólogo, de la que nuestro autor ha tenido siempre a gala, se orienta ahora hacia otros predios.

El título del volumen es “Ciudadanía y cristianía. Una lectura de nuestro tiempo”, y está editado en Encuentro.

Está claro que lo que afirma don Olegario –siempre le he llamado así- no es dogma de fe. Pero sí es fruto de la experiencia, de la sabiduría, de la reflexión, y de la lontananza que permiten los años.

Hay tres cuestiones que me gustaría destacar en este descargo de conciencia al modo de Laín Entralgo. Tres temas de primera línea que deben ser motivo del debate público intra y extra eclesial: la posibilidad de un partido político católico, el rol de los católicos en la cultura, y el papel de la Conferencia Episcopal.

Dedicaré unas líneas, en este artículo, a la primera de ellas.

Vayamos al texto originario, para que sea don Olegario quien hable.

Sobre la posibilidad de un partido católico afirma nuestro autor que hay que recordar el rechazo del cardenal Tarancón y de la Conferencia Episcopal Española a apoyar un partido democratacristiano tal como lo presentó Ruiz Jiménez en la transición. Y añade:

“No se trató entonces de un rechazo fundamental a un partido católico por principios o exigencias de la doctrina social católica sino como expresión concreta de la manumisión que daba la Iglesia a todos sus hijos a elegir libremente y ejercitar la responsabilidad política. (…) La posibilidad de tal partido debe ser afirmada, ya que los contrario equivaldría a firmar  que la política es impermeable a los criterios cristianos, que el cristianismo es políticamente insignificante o que el testimonio cristiano solo puede nacer de la afirmación individual y no desde un grupo que pone en juego su libertad y solo de manera parcial implica a la Iglesia en cuanto comunidad de salvación escatológica”.

Sea lo que sea; se trate de lo que se trate, la cuestión está en la presencia y en la articulación. Presencia de lo católico en la política y articulación de los católicos en la política.  Se abre el buzón de las sugerencias. 

 

José Francisco Serrano Oceja