Servicio diario - 12 de mayo de 2016


 

El Papa en Sta. Marta: ‘Sembrar cizaña divide a las comunidades’
Posted by Redaccion on 12 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Jesús, antes de la Pasión, rezó por la unidad de los creyentes de las comunidades cristianas, para que sean una sola cosa como Él y el Padre, y así el mundo crea. Lo ha recordado el papa Francisco esta mañana en la homilía de la misa celebrada en Santa Marta.
De este modo, el Santo Padre ha asegurado que “la unidad de las comunidades cristianas, de las familias cristianas, son testimonio: son el testimonio del hecho que el Padre haya enviado a Jesús”. También ha reconocido que quizá, llegar a la unidad –en una comunidad cristiana, en una parroquia, en un episcopado, en una institución cristiana o en una familia cristiana– es una de las cosas más difíciles.
Asimismo ha asegurado que “nuestra historia, la historia de la Iglesia nos hace avergonzar muchas veces: hemos hecho guerras contra nuestros hermanos cristianos”. Y ha puesto como ejemplo la guerra de los treinta años.
Por eso, Francisco ha precisado que donde “los cristianos se hacen la guerra entre ellos” no hay testimonio. En esta línea, ha asegurado que debemos pedir perdón al Señor por esta historia. Una historia de muchas divisiones, pero no solo en el pasado, sino también hoy.
Al respecto ha contado que una vez, un cristiano católico preguntaba a otro cristiano de Oriente: ‘Mi Cristo resucitado es pasado mañana. ¿El tuyo cuándo?’ Ni siquiera en la Pascua estamos unidos “y el mundo no cree”, ha reconocido.
Por otro lado, el Santo Padre ha observado que ha sido la envidia del diablo la que ha hecho entrar el pecado en el mundo. Así, también en las comunidades cristianas “es casi habitual” que haya egoísmo, celos, envidias, divisiones. Y esto, ha advertido, “lleva a hablar mal el uno del otro”.
El Papa ha explicado que en su país “a estas personas les llaman ‘cizañeras’: siembran cizaña, dividen. A ahí las divisiones comienzan con la lengua”.
La lengua –ha observado– es capaz de destrozar una familia, una comunidad, una sociedad; sembrar odio y guerras. En vez de buscar una aclaración “es más cómodo hablar mal” y destrozar “la fama del otro”.
Para explicar esto, el Papa cita el conocido episodio de san Felipe Neri que a una mujer que había hablado mal, como penitencia le dice que desplume un pollo, disperse las plumas por el barrio y después las recoja. “¡No es posible!”, exclamó la mujer. “Así es cuando uno habla mal”, fue la respuesta.
“Hablar mal es así: ensuciar al otro. El que habla mal, ensucia, destruye. Destruye la fama del otro, destruye la vida y muchas veces sin motivo, contra la verdad”, ha advertido el papa Francisco.
Por eso, ha recordado que Jesús ha rezado por nosotros, por todos nosotros que estamos aquí y por nuestras comunidades, nuestras parroquias, nuestras diócesis: “que sean uno”.
Para concluir la homilía, el Pontífice ha invitado a pedir al Señor la gracia y el don de la unidad, es decir, el Espíritu Santo. “Pidamos la gracia de la unidad para todos los cristianos, la gran gracia y la pequeña gracia de cada día para nuestras comunidades, nuestras familias; y la gracia de mordernos la lengua”.


El Papa acepta crear una comisión que estudie el diaconado femenino
Posted by Redaccion on 12 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco concedió este jueves una audiencia en el Vaticano a unas 900 religiosas de la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), reunidas en asamblea plenaria hasta el viernes. Respondiendo a las preguntas de las religiosas, el Papa afirmó que se podría crear una comisión que estudie la posibilidad del diaconado para las mujeres.
El diaconado hoy es el primer grado del orden sagrado que permite leer o cantar el Evangelio durante la misa y la predicación, administrar el bautismo, asistir el matrimonio, realizar la bendición eucarística, celebrar las exequias. El Catecismo de la Iglesia Católica indica: “La doctrina católica, expresada en la liturgia, el magisterio y la práctica constante de la Iglesia, reconoce que existen dos grados de participación ministerial en el sacerdocio de Cristo: el episcopado y el presbiterado. El diaconado está destinado a ayudarles y a servirles. Por eso, el término sacerdos designa, en el uso actual, a los obispos y a los presbíteros, pero no a los diáconos. Sin embargo, la doctrina católica enseña que los grados de participación sacerdotal (episcopado y presbiterado) y el grado de servicio (diaconado) son los tres conferidos por un acto sacramental llamado “ordenación”, es decir, por el sacramento del Orden”.
El Santo Padre ha precisado que cuando se habla de las mujeres diáconos en los primeros siglos de la Iglesia, no se sabe realmente qué papel desarrollaban y sobre todo si habían sido ordenadas o no. “¿En cuanto a crear una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión?”. Creo que sí, ha respondido el Pontífice. “Sería hacer el bien de la Iglesia y aclarar este punto. Estoy de acuerdo y hablaré para que se pueda realizar algo así. Acepto la propuesta. Me parece algo útil esta comisión que aclare bien las cosas”, ha concretado
En la audiencia, el Papa les recordó también la necesidad de evitar una especie de comercio para dar los sacramentos, y les instó a custodiar el valor de la pobreza que protege de los errores y de la pérdida de carismas, aunque reconoció que no hay que menospreciar la administración de los bienes.
El Santo Padre advirtió también del peligro de volverse una activista social o una momia, porque cada consagrada debe tener una vida mística.
Francisco, dirigiéndose a las presentes reunidas en el Aula Pablo VI, concluyó invitando a dar un espacio justo al reposo, a consultar a las hermanas ancianas o a las enfermas atendidas en los conventos porque, dijo, son la memoria del Instituto, con su experiencia y sabiduría.
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Fátima inicia las celebraciones por el 99 aniversario de las apariciones
Posted by Sergio Mora on 12 May, 2016



(ZENIT – Roma).- Las celebraciones en Fátima por el 99 aniversario de las apariciones de la Virgen María a los tres pastorcitos ya han comenzado. Este viernes 12 de mayo se han realizado diversos eventos, que incluyen una vigilia nocturna ante el Santísimo Sacramento y el 13 de mayo una la misa por la mañana con la bendición de los enfermos, la consagración de Portugal a María y la procesión de adiós. Al inicio de la tarde en cambio, se celebra la entronización de la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima, que ha llegado al santuario para la festividad tras recorrer las diversas diócesis de Portugal.
En esta celebración estará el nuncio apostólico del Vaticano en Portugal, Rino Passigatto y el próximo mes de octubre participará en la celebración el cardenal secretario de Estado de la Santa Sede, Pietro Parolin, según le ha confirmado a ZENIT la oficina de prensa del santuario.
Las apariciones de la Virgen María a los tres pastores, Lucía de 10 años, junto a sus primos Francisco de 9 y a su hermana Jacinta de 7 años, se registraron todos los días 13 a partir de mayo de 1917, hasta octubre del mismo año, excepto en agosto cuando los videntes fueron encarcelados y la aparición se registró el 19 de ese mes.
El obispo de Leiría, Antonio Marto, aseguró que la peregrinación por el territorio portugués “fue un momento positivo de evangelización”, porque con la imagen “llegó también el mensaje de Nuestra Señora y su proximidad materna”.
El prelado aseveró que esta fecha es un momento que “merece ser evocado, celebrado, meditado, profundizado y rezado en la fe”. Y que el 2017, año del centenario “será una fecha memorable para la Iglesia y el país”. Se trata, añadió de “una ocasión para hacer memoria y expresar alabanza y gratitud a Dios por esta señal particular de su benevolencia, a través de María, hacia la humanidad que deseaba levantarse del abismo”.
El papa Francisco ha manifestado su deseo de viajar al santuario mariano con ocasión del centenario. Por su parte, el rector del Santuario, Carlos Cabecinhas, señala que la consagración de las diócesis portuguesas “coronan una peregrinación jubilosa e intensa, cuya importancia fue reconocida por la Conferencia Episcopal Portuguesa”. Y concluye que “consagrarse a Nuestra Señora es dejarse ayudar por su intercesión y dejarnos llevar por su ejemplo para vivir nuestra consagración bautismal”.
Ver más sobre Fátima clicando aquí


El atentado a Juan Pablo II contado por un testigo
Posted by Antonio Gaspari on 12 May, 2016



(ZENIT – Roma).- El 13 de mayo de 1981 todo el mundo se detiene. El papa Juan Pablo II ha sido víctima de un atentado en la plaza de San Pedro. Nadie sabe si va a morir o sobrevivirá, ni quién le ha disparado y por qué. El resto es historia. De ese dramático momento para la Iglesia y de la humanidad, ha hablado con ZENIT Włodzimierz Rędzioch, periodista y escritor polaco, desde hace casi cuarenta años residente en Roma. Escribe para el semanario Niedziela y es autor de Junto a Juan Pablo II (Ares, 2014), recopilación de entrevistas a personalidades ilustres que conocieron de cerca al Pontífice polaco. Entre ellos el papa emérito Benedicto XVI, cuyas únicas declaraciones publicadas en un libro después de su renuncia, han sido precisamente las de Rędzioch.
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¿Qué hacía el 13 de mayo de 1981?
–Włodzimierz: El 13 de mayo de 1981 era para mí un día de trabajo normal en las oficinas del Osservatore Romano. Estando en el periódico vaticano seguía también la actividad del Papa. Para él era una jornada intensa: ese día Juan Pablo II había instituido el Pontificio Instituto para estudios sobre matrimonio y familia y había recibido en audiencia privada al famosísimo genetista francés Jérôme Lejeune con su mujer, con quien había tenido una comida amistosa.
¿Dónde estaba cuando fue el atentado contra el Papa?
— Włodzimierz: La tarde del 13 de mayo acompañé a mis amigos polacos a la plaza de San Pedro para la audiencia general, pero no me quedé con ellos: me quedé en la sombra, bajo la columnata, para disfrutar el espectáculo de la plaza llena de gente alegre que esperaba a Juan Pablo II. A las 17.00, desde el Arco de las Campanas, bajo la fachada de la Basílica de San Pedro, salió el jeep blanco del Papa y comenzó a dar la vuelta a la plaza. El Pontífice se movía lentamente entre la multitud de brazos alzados de los fieles que llevaban banderas, pañuelos y cámaras de fotos. En un determinado momento, Juan Pablo II tomó en brazos a una niña con un globo: le dio un besó y se la dio a sus padres. En este momento sucedió una cosa extraña: todas las palomas que estaban en la plaza se alzaron en vuelo; enseguida vi movimiento entorno al coche del Papa, que se dio la vuelta y regresó hacia el Arco de las Campanas.
¿Qué pensó?
— Włodzimierz: Yo, como todos los fieles reunidos en la plaza, no sabía exactamente qué había pasado. Pero de boca en boca corría una voz tremenda: “¡Atentado! ¡Atentado!” La gente lloraba, se desesperaba, o se quedaba callada. Se veían personas arrodilladas en oración, porque muchos creían que el Para había muerto. Durante la audiencia de aquel fatal 13 de mayo 1981, Juan Pablo II tendría que haber pronunciado una catequesis, en la que, hablando de María, afirmaba: “Ella conocía la alegría más íntima y profunda que conlleva a la tristeza y a la prueba más terrible. Así sucede para cada uno de nosotros; y la alegría se alterna con el dolor, mezclando en nuestras vida rosas y espinas”. Pensaba ese día que también mi vida había llegado al momento dramático y de prueba terrible: había dejado mi país, mi familia, mi carrera profesional para venir a la Roma de Juan Pablo II y dar mi pequeña contribución a este “pontificado polaco”, pero en ese momento me pareció que todo había terminado.
¿Qué sucedió en la plaza después del atentado?
— Włodzimierz: La gente no recibía ninguna noticia porque todos los organizaciones de la audiencia y los vigilantes vaticanos desaparecieron. Afortunadamente en esos momentos dramáticos, en la plaza se encontraba el padre Casimiro Przydatek, responsable del Centro para los peregrinos polacos, que se acercó al micrófono y comenzó la oración del rosario: la gente rezó y cantó. Algunos de los presentes habían traído de Polonia como regalo para Juan Pablo II una copia del icono de la Virgen de Czestochowa. El padre Casimiro la tomó y la apoyó en la butaca vacía del Papa. Después me fui a la Casa para los peregrinos polacos a dos pasos de San Pedro. De camino me detuve en la Sala de Prensa del Vaticano, ya llena de periodistas. Todos estaban muy preocupados, también porque al principio el padre Panciroli, responsable de la Sala de Prensa, había hablado de la posibilidad de la perforación del páncreas del Santo Padre. En la Casa Polaca me puse delante de la televisión que transmitía en directo desde el hospital Policlínico Gemelli. Por la televisión me enteré que la ambulancia llegó al hospital en tiempo récord, por eso la operación comenzó a las 17.55. Las condiciones del Pontífice eran graves, por eso don Stanislao dio al Papa la absolución y la unción de los enfermos. Me quedé delante de la televisión hasta las 23.30, cuando llegó el comunicado médico del profesor Castiglioni, que informó a los periodistas que la operación había tenido resultado positivo, añadiendo: “Hemos hecho todo lo que se podía hacer. Ahora toca esperar”. El diagnóstico era todavía reservado. Fue una larga noche de espera marcada por la oración y las reflexiones.
En su opinión, ¿quién organizó el atentado y quién armó la mano de Ali Agca?
— Włodzimierz: Obviamente seguí el proceso de Ali Agca y, como todos, me preguntaba quién le mandaba. Hablaba de este tema con muchas personas. Un día me encontré con el card. Andrzej Maria Deskur y le pregunté qué pensaba de varias “pistas” sobre los que habían ordenado el atentado. El cardenal, amigo fraterno de Juan Pablo II, me respondió: “Sabes que la noche del 12 de mayo, el Papa, como todos los sacerdotes, durante la oración de la noche leía el pasaje de la Carta de san Pablo: ‘Sean prudentes y manténganse despiertos, porque su enemigo el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar’. Entonces es obvio que ha sido el diablo quien quería ‘devorar’ a Juan Pablo II, pero para mí es indiferente qué ‘mano’ ha usado”.
En ese periodo usted era muy cercano al grupo de colaboradores de Juan Pablo II. ¿Qué pensaban? ¿Qué decían?
— Włodzimierz: Las palabras del cardenal Deskur dan a entender que el Papa y sus colaboradores miraban al atentado desde la perspectiva escatológica. Juan Pablo II durante su segundo ingreso en el Gemelli, en el mes de julio, pidió llevar consigo el sobre con el texto original del “tercer secreto de Fátima” escrito por sor Lucía, porque se dio cuenta que el día en que habían intentado matarle era el aniversario de la primera aparición de la Virgen. Desde ese día, cuando el Papa hablaba del atentado siempre decía: “Una mano ha disparado y otra ha guiado la bala”. Un día, el cardenal Dziwisz dijo: “El atentado es el misterio, que a pesar del drama que hemos vivido, tratamos de ver en la perspectiva de los diseños de salvación de la Divina Providencia”. Por eso no podemos separar el evento del atentado de las apariciones de la Virgen en Fátima que comenzaron precisamente el 13 de mayo. Por este motivo, Juan Pablo II quiso que la bala de la pistola de Agca, que hubiera cambiado la historia de la Iglesia y del mundo, fuera colocada en la corona de la estatua de la Virgen de Fátima.
¿Qué piensa del proceso de Ali Agca?
— Włodzimierz: Las investigaciones se hicieron mal, todos lo reconocen. Por ejemplo, se habla oficialmente de dos disparos; sin embargo, Arturo Mari, el fotógrafo del Papa, está convencido de que escuchó cuatro. Tampoco el proceso aclaró mucho sobre quiénes mandaban sobre Agca. Sin embargo no todos saben que en Polonia, el Instituto de la Memoria Nacional desarrolló sus propias investigaciones. El procurador Michał Skwara y el histórico Andrzej Grajewski publicaron un libro con los resultados de sus investigaciones y búsquedas. De estas, resulta que los instigadores directos de Ali Agca fueron los servicios secretos de la Bulgaria comunista. Ellos le dieron la pistola y el dinero.

Los investigadores polacos escucharon a un ex oficial del Ministerio de la Seguridad Pública de Alemania comunista, Günter Bohnsack, que les informó que en marzo de 1983 el coronel Jordan Ormankov de los servicios búlgaros hizo una visita a los compañeros alemanes para organizar una acción de desinformación para cubrir “la pista búlgara” del atentado. Los servicios alemanes movilizaron a sus hombres en la Alemania Federal y en Austria: estos, haciéndose pasar por nacionalistas turcos comenzaron a inundar las agencias de prensa y los consulados de amenazas pidiendo la liberación de Ali Agca. Se hacía de todo para unir su persona con los ambientes del extremismo turco en la Alemania Federal y Turquía.
Pero los investigadores polacos no tienen dudas de que los servicios secretos búlgaros no podían actuar por sí solos, sin el consentimiento del poderoso KGB ruso. Quisiera recordar un documento del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1979 donde manda al KGB oponerse la política del “papa polaco” con todos los medios, incluso las acciones de desinformación y desacreditación.
¿Descubriremos un día quiénes fueron los principales instigadores de Ali Agca?
— Włodzimierz: Quizá dentro de 10, 20 o 50 años cuando se pueda acceder a ciertos archivos, que hoy son inaccesibles.


‘No podemos olvidar a la Iglesia mártir que cada día se da por amor’
Posted by Rocío Lancho García on 12 May, 2016



(ZENIT – Roma).- Es muy importante no acostumbrarse al sufrimiento ajeno. Estamos viviendo un momento en el que se habla mucho de los cristianos perseguidos, también en parte gracias al papa Francisco que los tiene muy presentes. Existe el riesgo de “cansarse” de escuchar hablar de estos dramas. Por eso es fundamental recordar que ellos también están cansados de sufrir. Y son muchos los conflictos olvidados, frutos de una cadena: sino no le interesa a los medios de comunicación, la gente no los tiene presente y así, nadie habla de ellos.
Es la reflexión que hace María Lozano, vicedirectora de comunicación internacional de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), fundación de la Santa Sede que trabaja para ayudar pastoralmente a la Iglesia necesitada o que sufre persecución en cualquier parte del mundo.
En una entrevista concedida a ZENIT, recuerda que hay una “Iglesia heroica”, muchos rostros desconocidos, que “están haciendo una labor maravillosa” que son la cara real de la Iglesia en el mundo. Es una “Iglesia mártir que se da por amor” y “no podemos olvidarnos de ella”.
María Lozano nos explica cómo es la labor de una fundación que trabaja para ser voz de las Iglesias locales que viven la persecución y el sufrimiento. Los temas que trabajan desde el punto de vista de la oficina de comunicación, “los va dando la vida misma”. Nosotros –indica la periodista– presentamos los hechos que muchas veces no salen en los medios de comunicación o proponemos la visión de la Iglesia local en esos conflictos que se están desarrollando.
Tal y como precisa María, la organización nació en 1947 después de la segunda guerra mundial y vivió todo el conflicto de la guerra fría y el comunismo. “Ahora tenemos otros problemas, los focos de crisis se van cambiando”, asegura.
Así, observa que hay países que dejan de ser “focos de atención” y otros que empiezan a serlo. Desgraciadamente –señala María–no hay nunca calma en este tema, solamente cambian los puntos geográficos. Aunque precisa que sí es cierto que existe un reforzamiento del fundamentalismo islámico y de ciertos países que están interesados en promover un islamismo falto de cualquier tipo de diálogo.
Y esto lo constantan con información que reciben directamente de sus contactos en países, por ejemplo de África en donde “se dan cuenta que en zonas en las que cristianos han vivido en paz durante años con los hermanos musulmanes, están empezando a crearse problemas y focos de fundamentalismo que hace que la convivencia sea muy difícil”.
Al respecto, la vicedirectora de comunicación afirma que uno de los pilares para la fundación, junto con la oración y la ayuda efectiva de donación ha sido siempre “llevar la información, llevar este mensaje a los benefactores, que no queremos solo que apoyen financieramente, sino que se unan a esa Iglesia, con la oración y sabiendo para qué están donando y cuál es el sufrimiento de la Iglesia que están aliviando”.
Y, ¿cómo se puede gestionar la comunicación y la información efectiva y contrastada en países en los que las situaciones son tan dramáticas y en muchas ocasiones confusas? María Lozano precisa que hoy en día “en parte es más fácil porque tienes el testimonio directo. Antes quizá llegaba en carta o a través de alguien que lo había escuchado de otra persona y lo podía contar”. Por eso, se aprecia ahora la facilidad que les da que “nuestros hermanos en Irak o Siria te manden un mensaje por facebook o whatsapp que ayuda a estar más en medio de lo que está pasando”.
Sin embargo, la parte negativa es que cada vez llegan más mensajes que no son directamente de la Iglesia local y hay que verificar. “Esto a veces está causando problemas como fue por ejemplo la supuesta crucifixión del padre Tom. No es necesario crear este tipo de rumores porque la realidad ya es muy dura, y esto hace que se desprestigie o se ponga en duda lo que sí está pasando”, observa la periodista. Por eso, asegura que para ellos es “un reto dar siempre la noticia cierta y con justicia sobre lo que ocurre”.
Finalmente, subraya que existe un intercambio entre la Iglesia que ayuda y la Iglesia que necesita esa ayuda. “Como dijo el fundador de Ayuda a la Iglesia Necesitada: ellos están siendo probados en la fe, nosotros en el amor”, recuerda María Lozano. Pero también nuestra fe se ve fortalecida, “cuando se escuchan testimonios de personas, por ejemplo, en Sudán del Sur, que caminan durante horas para poder ir a misa dominical, cuestiona la capacidad de uno mismo en su vida de fe diaria.”


Card. Ravasi: ‘El deporte supera límites y en el paralímpico el desafío es aún más grande’
Posted by Sergio Mora on 12 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Con representantes del Pontificio Consejo de la Cultura y personalidades del mundo Paralímpico ha sido presentado este jueves en la Sala de Prensa de la Santa Sede el proyecto “Casa Italia Paralímpica en Río 2016”, en vista de los juegos paralímpicos que se realizarán en la ciudad de Río de Janeiro del 7 al 18 de septiembre próximo.
Intervinieron el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de la Cultura; el presidente del Comité Italiano Paralímpico Luca Pangali; el jefe de la misión de los juegos en Río, Marco Giunio; el subsecretario del dicasterio, monseñor Melchor Sánchez de Toca, y el padre Lenín Silva Tavares de la arquidiócesis de Río.
El purpurado aseguró que “es significativo que estas olimpiadas sean llamadas en el deporte como ‘para’, una preposición griega que no significa inferior sino diverso, por lo tanto una belleza diversa, no un componente inferior”. Y citando la obra de Ignacio Silone ‘Vino y pan’ recordó la frase ‘El hombre no existe verdaderamente sino en la lucha contra sus propios límites’, o sea, el esfuerzo de superar lo contingente, y si en el deporte hay mucha intención de ir hasta más allá, esto es aún mayor en las paralimpiadas, indicó el cardenal. “Y pueden volverse un símbolo mayor de lo que nos lleva más allá en nuestro horizonte, incluido lo Divino”.
Por su parte el presidente Pangali señaló que “en este año se ha decidido que los atletas italianos recorran un camino diverso, menos atento a la forma y más a la sustancia”. Y añadió que por ello “decidimos realizar Casa Italia Paralímpica en una parroquia de Río, la de la Inmaculada Concepción”, con una serie de iniciativas, que incluyen por ejemplo eventos de gastronomía italiana, y con otras dos parroquias involucradas.
“Esta idea que nació del deseo de dejar un signo tangible en el territorio, ha encontrado una acogida calurosa y sobre todo de colaboración con la Santa Sede”. Por ello, agradeció al cardenal arzobispo de Río, Orani Joao Tempesta, y al padre Lenin, por la extraordinaria colaboración.
El jefe de la delegación italiana, Giunio de Sanctis, por su parte señaló que en la XV edición de los Juegos Paralímpicos, en Río participan 4300 atletas de 180 naciones en 22 disciplinas deportivas y en 21 estructuras. “Italia participará con 95 atletas, el 90 por ciento con discapacidad física, el 9 por ciento con discapacidad sensorial y uno con discapacidad intelectual. Ellos competirán en 14 de las 22 disciplinas del programa”. Concluyó, a la vez que recordó que en Londres 2012, Italia obtuvo 28 medallas con la 13° posición en la clasificación general.
“Este el mayor evento deportivo de todos los tiempos y Brasil es el primer país sudamericano en recibir estos juegos”, explicó el sacerdote brasileño Lenin Silva Tavares. Y añadió que “la arquidiócesis de Río considera este contexto de fiesta como un momento oportuno para la evangelización, para proclamar los valores cristianos, los valores olímpicos y el desarrollo humano”. Participarán también voluntarios de otras religiones y habrá funciones religiosas de diversos credos para los atletas, indicó.
El padre Melchor Sánchez de Toca y Alameda, recordó en su intervención que “las historias de los atletas paralímpicos conmueven, son historias de superación de nuestros límites, y por ello será importante dar espacio para contarlas, porque un ejemplo habla más que mil ideas”. Para concluir, indicó que se está creando una nueva relación entre el Vaticano y el deporte paralímpico.
El hashtag elegido para el evento es: #joinus4rio2016


Vaticano: El IOR continúa trabajando por la transparencia
Posted by Redaccion on 12 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Instituto para las Obras de Religión de la Santa Sede, más conocido como el IOR, prosigue su misión para asistir al Papa en su misión de pastor universal de la Iglesia. Así lo asegura el comunicado sobre el Informe Anual del 2015, publicado esta mañana. El año pasado, el IOR obtuvo un útil neto de 16’1 millones de euros. Además se ha concluido la revisión de las cuentas con el cierre de 4935 cuentas al día 31 de diciembre de 2015.
En el documento se explica que durante la visita al Instituto del 24 noviembre pasado, el Pontífice pidió que el IOR dirija su actividad respetando “los principios éticos que no son negociables para la Iglesia, la Santa Sede y el Papa”. Además, afirmó que la actividad debe respetar “la especificidad de la naturaleza” del Instituto armonizando “la eficacia operativa y la naturaleza pastoral esencial de todas las acciones”.
El Informe 2015 revela que el útil neto llega a 16’1 millones de euros. El resultado operativo del IOR del año pasado es de 42’8 millones de euros frente a los 104’5 millones de 2014. Este dato, según indica el comunicado, refleja positivamente la estrategia de inversión que comenzó a finales de 2014 para hacer más seguro la cartera de propiedad del IOR.
El resultado se ha alcanzado a pesar de la volatilidad y las incertidumbres del mercado financiero que se que se han sentido de forma particular en el segundo semestre de 2015. En fecha del 31 de diciembre, el patrimonio del Instituto es por tanto de 654 millones de euros.
Entre junio de 2013 y diciembre de 2015 se han cerrado 4935 cuentas, con cumplimiento efectivo del “profundo proceso de saneamiento de las cuentas pasadas. Los procedimientos en vigor son diligentemente aplicados a todos los nuevos clientes y relativas actividades”.
Actualmente, los clientes del IOR son casi 15 mil y son representantes de la Santa Sede y de los relativos entes, órdenes religiosas, otras instituciones católicas, miembros del clero, trabajadores de la Santa Sede y miembros acreditados del Cuerpo diplomático. En total, el 75 por ciento de los clientes del IOR tiene sede en Italia y el Vaticano, el 15 por ciento en Europa y el 10 por ciento en el resto del mundo.
En el comunicado explican que las informaciones y las comunicaciones a los clientes han aumentado y mejorado, así “más de 1500 clientes han participado” en uno de los seminarios organizados trimestralmente en la sede del Instituto.
El Informe evidencia los pasos para adecuar las actividades del IOR a los reglamentos internacionales. De forma particular, se hace referencia al reglamento prudencial emitido por la AIF, Autoridad de Información Financiera. Por eso, se recuerda que han sido firmados acuerdos fiscales internacionales para reforzar la transparencia.


Recibiréis el Espíritu Santo
Posted by Redaccion on 12 May, 2016



(ZENIT – Madrid).- Publicamos a continuación la carta pastoral del obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández.
La fiesta de Pentecostés viene a rematar la acción redentora de Cristo y llevarla a cumplimiento. Cincuenta días después de su Resurrección y a los diez días de haber ascendido al cielo, Jesús cumple su promesa: nos envía el Espíritu Santo desde el seno del Padre para que nos acompañe como abogado en nuestro peregrinar hasta el cielo y en la transformación del mundo presente.
La vida cristiana no es una imitación externa de un modelo superhombre, Jesucristo, y por tanto algo inalcanzable. La vida cristiana es la vida de Dios en nosotros y Dios quiere vivir su vida en todas y cada una de las personas que vienen a este mundo. Dios quiere poner su morada en nuestro corazón e ir construyendo desde dentro una personalidad nueva. El bautismo nos sumerge en la vida de Cristo y nos hace renacer con Él a otra vida, la de hijos de Dios. Y todo ello es obra del Espíritu Santo en nuestras almas. Por tanto, la vida cristiana no surge ni se sostiene de un voluntarismo, de una decisión humana, sino de un proyecto de Dios, si le dejamos que se cumpla en nosotros.
El Espíritu Santo nos sitúa en la gracia de Dios. “Estar en gracia de Dios” es tener en el alma la presencia de Dios por inhabitación de las Personas divinas. Y junto a la gracia, las virtudes y los dones. Todas las virtudes tienen su centro y su motor en el amor, en el amor de Dios que nos ama y en el amor que genera en nosotros ese amor (ágape, caritas). Dios es amor. El Espíritu Santo es el amor personal de Dios, que abraza en amor al Padre y al Hijo, y que ha sido derramado en nuestros corazones, encendiendo en nosotros el mismo amor de Dios.
El Espíritu Santo reproduce en nosotros las mismas actitudes de Cristo. La vida cristiana es la vida según el Espíritu Santo, movidos por él. La fe, la esperanza y la caridad son virtudes principales, que mueven todas las demás. Y junto a las virtudes, los dones: sabiduría, entendimiento, consejo, ciencia, fortaleza, piedad y temor de Dios. Y la acción perfecta del Espíritu produce en nosotros los frutos del Espíritu: caridad, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad (Gal 5,22).
El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia, es quien la conduce por los caminos de la historia según los planes de Dios. Así aparece en los Hechos de los Apóstoles, en aquella primera comunidad. Y así continúa siendo a lo largo de la historia. La Iglesia, que ha pasado por todo tipo de avatares prósperos y adversos, continúa con una frescura siempre nueva sirviendo al mundo el Evangelio de Jesucristo. Ahí tenemos a los santos de todos los tiempos, también los de nuestra época, que son grandes bienhechores de la humanidad y son elocuentes testimonios de amor a Dios, movidos por el Espíritu Santo. Las dificultades no hunden a la Iglesia, sino que la renuevan. Las persecuciones la restauran y siempre son ocasión de un amor más grande.
La fiesta de Pentecostés es ocasión propicia para tomar conciencia de pertenencia a una familia en la que todos tenemos una misión encomendada, para el servicio común del Cuerpo de Cristo. Pero en esta fiesta queda subrayada la acción apostólica de los laicos en el mundo. El mandato misionero de Cristo: “Id a todas las gentes y anunciadles el Evangelio”, adquiere en Pentecostés todo su vigor. El fiel cristiano seglar, laico en el mundo, tiene la preciosa misión de hacer visible a Jesucristo y su Evangelio en el mundo en el que vive, con el reto permanente de transformar este mundo en un mundo más parecido al proyecto de Dios, en un mundo más justo y más fraterno, en un mundo en que los más débiles no son descartados, en un mundo en el que se respeta la creación porque es regalo de Dios para los hombres.
Pentecostés es el día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, porque el Espíritu Santo, que viene continuamente a su Iglesia, quiere suscitar testigos valientes en medio de las plazas de la civilización del amor, de la vida según el Espíritu.

Recibid mi afecto y mi bendición:
+ Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba.


Pastoral hacia los divorciados y vueltos a casar
Posted by Felipe Arizmendi Esquivel on 12 May, 2016



VER
Durante muchos años, a los papás que tenían hijos en amasiato, o que no se habían casado por la Iglesia, se les impedía acercarse a la comunión sacramental, como si ellos fueran los culpables. Con mayor razón, se juzgaba como pecador público a quien, casado por la Iglesia, se separaba y se unía a otra persona. No se le excomulgaba, pero se le condenaba sin miramientos.
Luego sucedió lo contrario: se empezaron a ver estos casos como “normales” y ordinarios, una forma de rehacer la propia vida, la reivindicación de un derecho. Y como aumentaron los casos, muchos ahora prefieren no casarse por la Iglesia, a veces ni por lo civil, para sentirse libres de romper una relación cuando “ya no funciona”, e iniciar otra experiencia. Lo más grave es que se van regando hijos, dejados a su suerte.
El Papa Francisco nos está advirtiendo que no podemos juzgar y condenar a todos por igual, sino que debemos analizar los casos, pues, en algunos, no se podría afirmar que están lejos de Dios. Cuando hay verdadero amor, Dios se hace presente de alguna forma, aunque imperfecta, y no puedan recibir la comunión eucarística. Nos invita a una acción pastoral hacia quienes se encuentran en situaciones complicadas.
PENSAR
En su Exhortación Amoris laetitia, dice: “La mirada de Cristo, cuya luz alumbra a todo hombre, inspira el cuidado pastoral de la Iglesia hacia los fieles que simplemente conviven, quienes han contraído matrimonio sólo civil o los divorciados vueltos a casar. Con el enfoque de la pedagogía divina, la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto: pide para ellos la gracia de la conversión; les infunde valor para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y para estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan. Cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público —y está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas— puede ser vista como una oportunidad para acompañar hacia el sacramento del matrimonio, allí donde sea posible” (78).
“Un discernimiento particular es indispensable para acompañar pastoralmente a los separados, los divorciados, los abandonados. Hay que acoger y valorar especialmente el dolor de quienes han sufrido injustamente la separación, el divorcio o el abandono, o bien, se han visto obligados a romper la convivencia por los maltratos del cónyuge. El perdón por la injusticia sufrida no es fácil, pero es un camino que la gracia hace posible. De aquí la necesidad de una pastoral de la reconciliación y de la mediación, a través de centros de escucha especializados que habría que establecer en las diócesis” (242).
“Las comunidades cristianas no deben dejar solos a los padres divorciados en nueva unión. Al contrario, deben incluirlos y acompañarlos en su función educativa. Porque, ¿cómo podremos recomendar a estos padres que hagan todo lo posible para educar a sus hijos en la vida cristiana, dándoles el ejemplo de una fe convencida y practicada, si los tuviésemos alejados de la vida en comunidad, como si estuviesen excomulgados? Se debe obrar de tal forma que no se sumen otros pesos además de los que los hijos, en estas situaciones, ya tienen que cargar. Ayudar a sanar las heridas de los padres y ayudarlos espiritualmente, es un bien también para los hijos, quienes necesitan el rostro familiar de la Iglesia que los apoye en esta experiencia traumática. El divorcio es un mal, y es muy preocupante el crecimiento del número de divorcios. Por eso, sin duda, nuestra tarea pastoral más importante con respecto a las familias, es fortalecer el amor y ayudar a sanar las heridas, de manera que podamos prevenir el avance de este drama de nuestra época” (246).
“Se trata de integrar a todos, se debe ayudar a cada uno a encontrar su propia manera de participar en la comunidad eclesial, para que se sienta objeto de una misericordia inmerecida, incondicional y gratuita. Nadie puede ser condenado para siempre, porque esa no es la lógica del Evangelio” (297).
ACTUAR
Dejemos nuestras actitudes de rechazo y condena hacia quienes viven en estas situaciones, y aprendamos de Jesucristo el camino de la misericordia y su invitación al ideal evangélico del matrimonio.


San Andrés Huberto Fournet – 13 de mayo
Posted by Isabel Orellana Vilches on 12 May, 2016



El hombre busca certezas. Dios le ofrece una peana (fe) para que se alce contra sus razones. Andrés, cuya celebración coincide con la de la Virgen de Fátima, nació en la localidad francesa de Saint-Pierre-de-Maillé el 6 de diciembre de 1752. Durante años desterró la idea de consagrarse. Jamás hubiera imaginado, ni lo pensó siquiera, que sería santo. Firmaba sus libros –aventurando temerariamente su futuro, como si tuviera la llave de la vida–, con esta apreciación: «Andrés, que nunca será ni religioso ni sacerdote». Quizá quiso contradecir el vaticinio de su madre asegurando que sucedería lo contrario, como así fue.
Su trayectoria infantil y juvenil era de lo más opuesto a una persona de espíritu religioso: rebelde, de fácil protesta, molestamente inquieto, y nada fervoroso. Hallándose interno en el colegio era tan revoltoso que el rector lo castigó en un cuarto oscuro, pero se escapó. Le esperaba en casa un castigo equiparable a su travesura y se libró porque su paciente madre intercedió por él. Ella hacía todo lo que podía para enderezarlo. Constantemente le encomendaba a Dios en sus oraciones, y seguía realizando obras de caridad con los pobres en medio de los reproches de este díscolo hijo, quien, a pesar de sus ácidas críticas, después recordaría sus enseñanzas. El néctar de esta eficaz pedagogía materna era simple y claro: que a Dios se le entrega siempre lo mejor, no los deshechos, como él pretendía que hiciese ella con los pobres a los que asistía. De todos modos, si le quedaba algún ápice de fervor, el joven lo perdió por completo cuando inició estudios de filosofía en Poitiers. Entonces abrió los brazos a la vida mundana sin reparar en el poso de infelicidad y amargura que iba trazando en su alma. En un momento dado decidió ingresar en la vida militar sin contar con la opinión de su acomodada familia. De nuevo medió su madre para que pudiera entrar en su domicilio, porque hasta eso le vedaron. Esta brava mujer, que con su fe y constancia pensó que encauzaría la vida de su indómito vástago, incluso fue al ejército, pagó la multa correspondiente y lo liberó de su compromiso.
Andrés era algo desastroso para escribir, así que no fue admitido en ninguno de los trabajos a los que acudió en busca de empleo. Pensó dedicarse a la abogacía, pero siguiendo el consejo que le dieron, se trasladó a casa de un tío que era arcipreste d’Hains. Y allí tocó Dios su turbulento corazón. Inició los estudios eclesiásticos y cultivó la oración y la meditación. Durante un tiempo, después de ser ordenado, fue vicario de su tío. Éste, que tenía fama de santo, le observaba predicar con palabras altisonantes. Un día se le olvidó el sermón, y el venerable sacerdote le advirtió que no buscara lucirse ante los demás, que eso no era del agrado de Dios. Andrés tomó buena nota de ello. Pero aún tenía que cercenar otras ataduras.
Como párroco de su ciudad natal comenzó a vivir con cierto lujo y comodidades. Agasajaba a sus invitados con prodigalidad, hasta que un pordiosero le llamó la atención: «Padre Andrés, usted vive más como un rico que como un pobre, como lo manda Cristo». Entonces se desprendió de la rica cubertería, repartió sus bienes entre los necesitados y adoptó para sí el espíritu monacal. El remanente que le dejaba su austera vida lo destinaba a la limosna. Los signos de conversión se traslucían en los sermones, y su sacristán un día le confió: «Su Reverencia predicaba antes con palabras que nadie entendía. Ahora entendemos todo lo que dice».
En 1782 su amistad con el padre Riom que estaba al frente de la iglesia de Saint Phèle, de Maillé, ya desaparecida, le permitió conocer a su sobrino, Pedro Coudrin, futuro fundador de la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María. Éste, que entonces era seminarista, tomó al santo como confesor. Pasado el tiempo, además de establecerse entre ambos una entrañable relación, se ayudaron mutuamente. Coudrin, en particular, hizo gestiones de gran calado relacionadas con la fundación instituida por Fournet. Pedro nunca olvidó las prácticas que aprendió junto a él, adoptando como suya la costumbre de Andrés de repetir con frecuencia: Sanctus, Sanctus, Sanctus, y Gloria Patri.
El estallido de la Revolución francesa los separó. Y fue nueva ocasión para que Fournet testimoniara su fe como también haría Coudrin en su momento. La negativa de Andrés a prestar el juramento exigido a los sacerdotes en contra de la Iglesia, le convirtió en prófugo de la justicia. Durante cinco años permaneció como un fugitivo en España donde se refugió a instancias de su obispo. Pero sentía que debía estar junto a sus fieles, y regresó a Maillé a mediados de 1797. El regocijo del pueblo fue inmenso al conocer la presencia del santo, que llegó de improviso burlando el veto que recaía sobre su persona. Nuevamente sufrió el acoso de sus perseguidores. Tuvo que esconderse hasta en armarios, pero nunca le faltó el apoyo incondicional de los feligreses que le libraron astutamente de ser capturado y condenado. Con el cambio de signo político pudo centrarse abiertamente en su ministerio pastoral. Predicó y confesó de forma incansable por las localidades cercanas. Sacerdotes y laicos le buscaban por su agudeza espiritual y sabios consejos. Muchos seminaristas se vieron agraciados por su generosidad. Les instruía directamente o les proporcionaba buenos formadores hasta que hallaba para ellos un lugar adecuado en los seminarios.
En 1804 junto a santa Isabel Bichier des Ages fundó la comunidad de Hijas de la Cruz, denominadas por ella Hermanas de San Andrés, dedicadas a los enfermos y a la juventud. Él fue director espiritual de la santa hasta su muerte que se produjo en La Puye el 13 de mayo de 1834. Tras su deceso el obispo de Poitiers manifestó: «El cielo acaba de enriquecerse con un nuevo miembro y la tierra acaba de perder un modelo de todas las virtudes sacerdotales». Pío XI lo beatificó el 16 de mayo de 1926, y él mismo lo canonizó el 4 de junio de 1933.