Servicio diario - 16 de mayo de 2016


 

El Papa: el sacerdote no es un burócrata, debe estar siempre disponible
Posted by Sergio Mora on 16 May, 2016



(ZENIT – Roma).- El papa Francisco abrió este lunes en el Vaticano, los trabajos de la 69° asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), que se prolongarán hasta el 19 de mayo. Quien esperaba un discurso relacionado a los problemas nacionales habrá quedado desilusionado, porque el Papa no abordó el tema de la nueva ley sobre uniones civiles, ni habló sobre la recepción de los inmigrantes, sino que les recordó cómo debe ser el perfil de un buen sacerdote. O sea, un hombre de paz siempre disponible. Nunca un burócrata o un funcionario anónimo, que no se escandaliza cuando el las personas son frágiles. Y citando las estructuras y los bienes económicos invitó a “mantener solamente lo que sirve para la experiencia de fe y de caridad del pueblo de Dios”.
Después de la oración inicial y del canto del Veni Creator, el Pontífice ha partido de la premisa que “sin el Espíritu Santo no existe posibilidad de vida buena ni de reforma” e invitó a mirar el rostro “de uno de los tantos párrocos que se consumen en nuestras comunidades” para entender qué le da sabor su la vida, por qué se empeña en el servicio, y cuál es la razón última de su donación.
A los obispos reunidos en el Aula Nueva del Sínodo señaló la figura de “Moisés que se acercó al fuego y dejó que las llamas quemaran su ambición de carrera y poder”. Descalzo, sin escandalizarse por las fragilidades humanas, consciente de ser como el paralítico curado, distante de la frialdad del rigorista, con el aceite de la esperanza y de la consolación se vuelve próximo de todos y dispuesto a compartir el abandono y el sufrimiento.
“Así nuestro sacerdote no es un burócrata o un anónimo funcionario de la institución; no está consagrado a un rol de empleado, no está movido por los criterios de la eficiencia”. Además “sabe que el amor es todo. No busca seguridades terrenas o títulos honoríficos que llevan a confiar en el hombre; no pide nada para sí en el ministerio que vaya más allá de su real necesidad, ni está preocupado de atar a sí a las personas que le han sido confiadas”.
“Su estilo de vida –prosigue el Santo Padre– simple y esencial, siempre disponible, lo vuelve creíble a los ojos de la gente y lo acerca a los humildes, en una caridad pastoral que los vuelve libres y solidarios”.
Tiene que ser un siervo que se ha vuelto rico por frecuentar a los pobres, “un hombre de paz y de reconciliación, un signo y un instrumento de la ternura de Dios, atento a difundir el bien con la misma pasión con la cual los otros se ocupan de sus intereses”.
Para entender por quién de empeña un presbitero, parte, señala el Santo Padre, de la “participación que tiene en la Iglesia, de una comunidad concreta con la cual comparte el camino”. Y esta pertenencia “es la sal de la vida del presbítero”. Y en esta época pobre de amistad social “nuestra primera tarea es construir comunidad”.
También es fundamental vivir el sacerdocio, no de manera ocasional o por una colaboración instrumental, sino libre de narcisismos y de los celos clericales, que haga crecer la estima, el apoyo, la benevolencia recíproca y la fraternidad concreta.
En la reflexión sobre la renovación del clero el Papa les ha señalado la gestión de las estructuras de los bienes económicos: “En una visión evangélica eviten de volverse pesados en una pastoral de conservación que se vuelve obstáculo a la apertura a la perenne novedad del Espíritu. Mantengan solamente lo que pueda servir para la experiencia de fe y de caridad del pueblo de Dios”.
Y sobre la razón última del donarse señaló que quienes quieren calcular todo son los más infelices. Porque el buen presbítero “con sus límites, es uno que se juega hasta el fondo” y se ofrece con gratuidad, humildad y alegría”.
El Santo Padre concluyó señalando que la triple pertenencia es al Señor, a la Iglesia y al Reino. Y que con ellos reza “a la Virgen Santa para que lleven el servicio que les fue confiado y con el cual participan al misterio de la Madre Iglesia”.


Lombardi: ‘Francisco no dijo que quiere introducir el diaconado femenino’
Posted by Redaccion on 16 May, 2016



(ZENIT – Roma).- El director de la oficina de prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, hizo un breve comentario ante los micrófonos de Radio Vaticano, a propósito del diaconado femenino, tema que tuvo gran amplificación en los medios de comunicación.
Baste pensar que el arzobispo Angelo Becciu, de la Secretaría de Estado escribió en un tweet: “El Papa me llamó por teléfono sorprendido sobre las … diaconisas”. Piensa a una comisión. ¡No apuremos las conclusiones!”.
El padre Lombardi señaló que es verdad que Francisco señaló que está pensando constituir una comisión que retome esos temas para verlos con más claridad, pero el portavoz advirtió que “es necesario ser honestos” porque “el Papa no dijo que tiene la intención de introducir la ordenación diaconal de las mujeres y menos aún habló de ordenación sacerdotal fememina”.
El Papa habló de “una comisión para estudiar el tema del diaconato para las mujeres”, tema sobre el cual “se habló mucho y que nace del hecho que en la Iglesia primitiva había mujeres diáconos que realizaban algunos servicios para la comunidad”. Sobre esto “fueron realizados varios estudios históricos”, entre ellos “un documento importante publicado en el 2002 por la Comisión teológica internacional”.
Lombardi precisó que fue una hermosa conversación que el papa Francisco tuvo con las superioras de las religiosas, provenientes de diversas partes del mundo y del hecho que pueden dar un servicio importante en los dicasterios, desde que no haya implicación sacerdotal.
Por lo que se refiere a la posibilidad de hacer la prédica durante la celebración eucarística el Papa “dio a entender que no piensa absolutamente en esto. De todos modos es equivocado reducir todas las cosas importantes que el Papa les dijo a las religiosas a ese único tema”, concluyó.


El cardenal de Cracovia a los jóvenes: “los esperamos para la JMJ”
Posted by Antonio Gaspari on 16 May, 2016



(ZENIT – Roma) “Los espero en Polonia para el encuentro con el papa Francisco”. Así el cardenal Stanislaw Dziwisz se dirigió el 13 de mayo en el palacio arzobispal de Cracovia a los participantes del seminario sobre la preparación de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Cracovia es una ciudad con un fuerte impacto emocional: fue la diócesis de san Juan Pablo II, el pontífice creador de las JMJ. El arzobispo de Cracovia, y ex secretario personal del papa santo polaco, señaló que la reunión de tantos jóvenes “será un momento de alegría. No solo de diversión sino también de encuentro en la fe de Jesús junto al papa Francisco”.
El purpurado recordó que al inicio existían muchas perplejidades en el Vaticano sobre cómo organizar las JMJ. El cardenal argentino Eduardo Pironio proponía realizar encuentros de pequeños grupos en las diversas parroquias, en cambio el papa polaco imaginaba enormes extensiones para recibir a millones de jóvenes.
“Quienes participarán a la JMJ –subrayó el arzobispo– vendrán a Cracovia para traer y difundir paz y misericordia”.
Sobre el atentado a san Juan Pablo II y lo que recuerda de ese 13 de mayo, el purpurado indicó: “Me encontraba detrás del Papa. Sentí dos disparos, otros dicen que fueron tres. La manera con la que el papa reaccionó dan una idea de su santidad”: desde el primer momento, herido gravemente “rezaba por quien le había disparado. No sabía quién era pero rezaba por él”.
Cuando todo pasó, Juan Pablo II fue a hablar con Alí Agca, quien le había disparado. “El Papa le hablaba de perdón, pero Agca estaba solamente interesado al secreto de Fátima. Nunca pidió perdón, a pesar de que Juan Pablo II le decía que era necesario perdonar y amar para salvar”.
“Cuando en el Vaticano sucedía –añadió el secretario emérito del papa santo– que visitábamos las tumbas de los pontífices en la basílica de San pedro, Juan Pablo II reflexionaba y decía que le había faltado poco para estar enterrado allí”. El cardenal Dziwisz recordó también que la permanencia en el hospital fue terrible, pero que el Santo Padre se puso bajo la protección de María, y agradeciendo al Señor enfrentó todos los sufrimientos invitando a no tener miedo”.
Sobre los inmigrantes y refugiados que llegan al país, el cardenal precisó que en Polonia ya se encuentran más de un millón de personas que se han escapado de Ucrania y Bielorrusia y de las regiones en conflicto. “La Iglesia polaca está abierta para hospedar a los necesitados, pero el modo de ordenar el fenómeno le toca al Estado”, y precisó que “Polonia no ha construido muros, sino que ha hospedado a quienes llegaban desde los lugares en donde se registraba el conflicto militar”.
Antes de despedirse el cardenal reiteró: “No tengan miedo, traigan gente a Cracovia, la ciudad de san Juan Pablo II”.


Colombia: preparan el XII Congreso nacional misionero
Posted by Redaccion on 16 May, 2016



(ZENIT – Roma).- Con el lema: “Somos Iglesia colombiana, en salida misionera” se realizará del 26 al 29 de mayo de 2016 en la ciudad de Bucaramanga el XII Congreso Nacional Misionero, organizado por la Conferencia Episcopal de Colombia junto a las las Obras Misionales Pontificias y la arquidiócesis de Bucaramanga.
“De este modo estamos en sintonía con el Papa Francisco que con insistencia nos pide ser una Iglesia en salida, ya que la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia” indican los organizadores.
El tema del congreso es “Misión Ad gentes, vida y compromiso, en los planes y procesos de evangelización de las Iglesias particulares de Colombia”.
Esta misión se desarrolla en tres horizontes o situaciones que el papa Juan Pablo II presenta en su encíclica Redemptoris Missio: La misión ad gentes, dirigida a los no cristianos; la atención pastoral, con los cristianos comprometidos; y la nueva evangelización, con los bautizados indiferentes o alejados.
Los organizadores indican además que la misión es el termómetro que mide el grado de fe y de amor a Jesucristo. Y que el documento de Aparecida y la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, señalan, instan a ser y formar discípulos y comunidades misioneras, donde cada acción eclesial sea en clave misionera.
El objetivo general es: “Despertar, profundizar y madurar la conciencia y la acción misionera de nuestras Iglesias particulares para que sus planes y procesos de evangelización respondan con mayor generosidad y eficacia a los desafíos de la misión Ad gentes, que el mandato de Jesucristo y las urgencias del mundo, nos plantean para la construcción del Reino de Dios”.


Venezuela: tensión por el referendo para revocar el mandato de Maduro
Posted by Redaccion on 16 May, 2016



(ZENIT – Roma).- El presidente de la Comisión Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Venezuela, Mons. Roberto Lückert León, declaró a la radio 6AM Hoy por Hoy “vamos hacia un enfrentamiento, para una confrontación violenta. Esta gente, la de Nicolás Maduro, no quiere dejar el poder”.
Diversos medios reportaron las declaraciones de Mons. Lückert así como lo hizo este sábado la agencia FIDES, que señala las dificultades que el gobierno está poniendo para la convocación de un referendum revocatorio del mandato del actual presidente Nicolás Maduro, solicitado por la oposición con casi dos millones de firmas.
Las últimas noticias de los medios de Venezuela citan al vicepresidente Aristóbulo Istúriz quien declaró que no se realizará el referéndum debido a que existen “errores de la oposición” en la recolección de firmas para convocar a la consulta.
El país se encuentra bajo un estado de excepción dictado por el presidente Nicolás Maduro medio de un creciente malestar popular debido al caos económico en que se encuentra Venezuela. El mandatario indicó además que se tomarán las fábricas paralizadas y apresarán a sus propietarios, mientras ellos señalan que no tienen insumos para producir.
Mons. Lückert recordó que el líder oficialista Diosdado Cabello declaró que “cualquier empresario o funcionario público que haya firmado la convocatoria al referendo lo botan. ¿Eso es democracia? No señor…”.
De otro lado en la cuenta twetter de Diosdado Cabello se lee: “Hermano Presidente Nicolás Maduro, cuente con nuestro apoyo al decreto de Estado de Excepción para enfrentar las amenazas contra la Patria!!”.
El presidente de Justicia y Paz lamentó además que el lider opositor Henrique Capriles haya sido atacado el miércoles pasado durante una manifestación por la Policía. “Le echaron pimienta en sus ojos, no veía, eso está prohibido como arma de represión. Eso no lo pueden hacer…él tuvo que salir a una clínica para que lo atendieran. ¿Eso es democracia? Eso no es democracia”, indicó.
Quien fue el primer arzobispo de la arquidiócesis de Coro, consideró además que Nicolás Maduro “no estaba preparado, para ser mandatario”. El denunció que los funcionarios públicos venezolanos solo trabajan dos días de toda la semana. “Cómo puede salir adelante un país en estas condiciones…”, dijo.


San Pascual Bailón – 17 de mayo
Posted by Isabel Orellana Vilches on 16 May, 2016



(ZENIT – Madrid).- Nació el 16 de mayo (también se señala el 17) de 1540 en la vigilia de Pentecostés, de ahí su nombre de Pascual, en la localidad de Torrehermosa, Zaragoza, España. Fue el segundo de seis hijos. Sus padres Martín e Isabel eran humildes agricultores y no pudieron costearle estudios. Por eso a los 7 años comenzó a trabajar como pastor, oficio que mantuvo hasta los 24. Pero era listo; fue autodidacta y aprendió a leer juntando las letras. Era alegre, parco en palabras, respetuoso, sincero, humilde y generoso, entre otras virtudes que ya se destacaron durante su infancia. Con cierta timidez en algunos momentos, como todos los niños hizo sus travesuras, aunque la que se recuerda está relacionada con el ideal religioso al que se abrazaría. En el transcurso de una visita a un primo que se hallaba enfermo y que vestía de ordinario un hábito, no se le ocurrió otra cosa que ponérselo. No era la primera vez que le había llamado la atención añorando tener uno igual, así que vio la oportunidad y la aprovechó. Mucho costó a los suyos que se desprendiera de él, pero cuando lo hizo advirtió que de mayor sería fraile. Como tantas personas también tenía tendencias que sin ser inmorales podrían haberle impedido alcanzar la perfección, pero las fue transformando progresivamente.
Era de complexión robusta y desde niño se sintió atraído por las penitencias. No existían para él «mentiras piadosas», supo elegir el mejor bocado para los demás, nunca se avergonzó de su humilde sayal, que prefería remendado a que fuese nuevo, no tuvo nada para sí, y buscó cumplir siempre la voluntad de Dios antes que la suya. No puede juzgarse como pueril su gran sentido de la justicia, sino fruto de su sensibilidad espiritual. Así cuando las ovejas pastaban en un campo ajeno, con su corto salario abonaba al dueño lo que hubieran podido esquilmarle. El amo del ganado que pastoreó en Alconchel le tomó gran afecto. Incluso pensó hacerle su heredero, pero Pascual había decidido ser fraile a toda costa y renunció a los bienes.
Uno de sus amigos con los que compartía el mismo oficio era Juan de Aparicio. Ambos unían sus oraciones para elevarlas al Santísimo y a la Virgen entonando cánticos mientras Pascual tocaba el rabel que él mismo había fabricado. Bien cumplidos sus 18 años trabajó en Monforte del Cid y Elche (ambas localidades de Alicante), donde conoció a los franciscanos alcantarinos. Fue la primera vez que tuvo cerca la vida religiosa. Pero siguió cuidando las ovejas. Se detenía con el rebaño en un lugar donde pudiera vislumbrar el campanario de alguna iglesia. Así lo hizo con la ermita de Nuestra Señora de la Sierra en Alconchel, y la de Nuestra Señora de Loreto en Orito, a cuyo dintel solía ir de noche a orar esperando el clarear del día para asistir a la misa. El propietario del ganado que cuidaba sabía bien lo que significaba para él poder participar en ella entre semana. Porque lo peculiar de Pascual desde temprana edad fue su extraordinario amor por la Eucaristía. Incluso hallándose en el campo adoraba al Santísimo.
En una ocasión, en el instante de la consagración anunciada por el alegre repique de campanas, los pastores que trabajaban cerca de él le escucharon decir: «¡Ahí viene!, ¡allí está!», mientras se hincaba de rodillas. Le había sido concedido la gracia de ver el Cuerpo de Cristo. Muchos hechos extraordinarios le acontecían. No le agradaba estar en la palestra, y sin embargo, instado por una fuerza interior no podía evitar ciertas manifestaciones externas de su gozo que, por ser inusuales, llamaban la atención de quienes las veían. Además, los favores sobrenaturales que recibía eran visibles para otros.
A los 24 años pidió ingreso en el convento de los Frailes Menores de Orito, Valencia, aunque le desviaron a Elche donde se hallaba la persona que debía acogerle. Profesó en 1564 y fue trasladado a Orito donde fue limosnero. Después estuvo destinado en Villarreal, Jumilla, Almansa, Valencia, entre otras. Por cualquiera de las localidades que atravesaba siempre halló un momento para visitar al Santísimo. Le encomendaron diversos menesteres; fue portero, cocinero, mandadero y barrendero. Dormía acurrucado contra la pared y le agradaba sentarse en cuclillas. Las dificultades que se presentaban en la convivencia las solventaba con buen sentido del humor y caridad.
Nunca perdía el tiempo. Al igual que había llenado las horas mientras ejercía el pastoreo con oraciones, composiciones para María, la confección de rosarios o de algún instrumento musical, en los pequeños instantes de asueto que surgían en la vida conventual se le podía ver rezando y adorando la Eucaristía con los brazos en cruz. Buscaba el modo de ayudar a los sacerdotes en misa para estar más cerca del Santísimo, al que dedicó hermosísimas oraciones, y proseguía su adoración entrada la noche, llegando a la capilla antes que el resto de la comunidad.
Tuvo que ir a París a entregar una carta al general de la Orden, padre Cristóbal de Cheffontaines, y en el trayecto defendió con bravura la fe en la Eucaristía frente a los calvinistas que le salieron al paso, y que le atacaron. Apenas sabía leer y escribir, pero cuando se trataba de hablar de la presencia de Cristo en la Eucaristía, no había quien le ganara. Era capaz de penetrar con hondura, agudeza y juicio cierto en cuestiones de índole teológica. Falleció en Villarreal, Castellón, el 17 de mayo de 1592, Domingo de Pentecostés, escuchando el tañido de la campana que avisaba de la elevación de la Eucaristía en la Santa Misa. Al confirmarlo, musitó: «¡Ah que hermoso momento!», y a renglón seguido entregó su alma a Dios. Durante el funeral el ataúd estaba abierto, y mientras el oficiante realizaba la doble elevación abrió y cerró sus ojos en dos ocasiones. Se le han atribuido numerosos milagros en vida y después de muerto. Pablo V lo beatificó el 29 de octubre de 1618. Y Alejandro VIII lo canonizó el 16 de octubre de 1690. León XIII lo declaró patrono de las asociaciones y congresos eucarísticos.