Servicio diario - 28 de mayo de 2016


 

Santa Úrsula Ledóchowska – 29 de mayo
Posted by Redaccion on 28 May, 2016



(ZENIT – Madrid).- «Arda continuamente en vuestros corazones el fuego del amor por las almas. Conducirlas a Jesús y hacer conocer la infinita bondad de su corazón, he aquí el ideal al que tenemos que consagrarnos». Fue la consigna que esta intrépida mujer transmitió a sus hijas reiteradamente. Hoy continua sorprendiendo al mundo por su intenso quehacer con el que demostró a Cristo su amor por Él.
Julia María nació el 17 de abril de 1865 en Loosdorf, Austria. Sus ascendentes directos fueron eclesiásticos, consagrados, militares y hombres de estado. Sus padres eran el conde Anton Halka Ledochowski y la condesa Josephine Salis-Zizers, de nacionalidad polaca y suiza respectivamente. El cardenal Mieczyslaw, arzobispo de Gniezno-Poznan, que fue primado de Polonia y prefecto de la Congregación para la Propagación de la Fe, era tío paterno suyo. Anton había enviudado de su primera mujer de la que tuvo tres hijos, y luego contrajo nupcias con Josephine. Julia fue la segunda de los seis nuevos vástagos de este segundo matrimonio, entre los cuales hubo religiosos relevantes.
La primogénita, María Teresa, fundadora de las misioneras de San Pedro Claver, fue beatificada por Pablo VI. Su hermano Wladimir fue general de la Compañía de Jesús, y otro de sus hermanos, oficial de alta graduación, murió a manos de los nazis en el campo de concentración de Dora¬Nordhausen. Su padre, que se ocupaba de la educación de todos ellos, solía leerles biografías de santos, de héroes polacos, y les introducía en el mundo del arte y de la cultura, completando la formación que les proporcionaban profesores particulares. Josephine aportaba su fortaleza y energía, una alegría que contribuyó a realzar la felicidad y paz características del hogar. Por otro lado, el compromiso eclesial y la solidaridad circulaban por la casa como el aire; la presencia de sacerdotes y religiosos era constante.
Julia tuvo la fortuna de ser educada en este selecto ambiente y crecer instada por sus progenitores a la urgencia del amor. Sus hermanos admiraron en ella su espíritu sensible, generosidad y alegría. Estudió lenguas, pintura y música. Cuando en 1873 se produjo un grave revés financiero y tuvieron que abandonar la idílica villa en la que vivían para afincarse en la localidad germana de St. Pölten, acudió al centro regentado por las religiosas fundadas por Mary Ward. En 1883 se trasladaron a Lipnica Murowana, Polonia.
Al morir su padre en 1885 aquejado de viruela, su tío, el cardenal, se ocupó de todos. Al año siguiente Julia ingresó en el convento de las ursulinas de Cracovia. Allí tomó el nombre de María Úrsula de Jesús. Era audaz, sensible, disciplinada, emprendedora, tenía gran celo apostólico, talento y una visión certera y creativa. Pero, por encima de sus cualidades como estratega en bien del apostolado, sobresalía su donación sin paliativos a Cristo, sin componendas, sin vuelta atrás. Exquisita en su trato, no permitía que las visitas tuvieran que esperarla. Si le sugerían posponer la entrevista por hallarse ocupada, respondía: «Nunca debemos pedir a Jesús que espere». Obtuvo el título de maestra y luego el de capacitación para enseñar en lengua francesa. Fue una gran formadora. De 1904 a 1907 ejerció como superiora en Cracovia, etapa en la que abrió el campo educativo de las ursulinas. A instancias del padre Constantino Budkiewicz, párroco de la iglesia de Santa Catalina, fundó un internado para estudiantes.
Pío X vio que era una mujer de gran empuje, y le propuso evangelizar Rusia. Vistiendo civilmente, Julia partió a San Petersburgo con una hermana. En 1908 sería nombrada superiora de la casa que abrieron. Viviendo en clandestinidad y bajo vigilancia policial, porque el gobierno ruso se había percatado de su intensa actividad, desafió las hostilidades que se cernían sobre la Iglesia actuando a través de varios frentes apostólicos dirigidos a la juventud universitaria y a los adultos. Extendió estas acciones a Finlandia donde puso en marcha una clínica para personas sin recursos. Allí se involucró en el ámbito ecuménico entre católicos de varios ritos y ortodoxos. En 1914 en el fragor de la Primera Guerra Mundial por ser austriaca fue expulsada, y emigró a Suecia, Dinamarca y Estocolmo. Dejaba tras de sí en cada lugar su sello apostólico: centros para huérfanos y niñas, escuelas de idiomas, etc.
En 1915 estableció la primera congregación mariana para universitarios, e impulsó cursos dirigidos por las mentes teológicas más preclaras del momento. En 1918 creó en Aalborg, Dinamarca, una escuela de economía doméstica y un orfanato. Después de regresar a Polonia en 1920, a requerimiento de los padres camilos colaboró con el comité de ayuda a las víctimas de la guerra que había fundado el conocido escritor polaco Henryk Sienkiewicz. Entonces afrontó graves problemas para integrar su casa y su obra educativa en la naciente Unión de las Ursulinas polacas que había concebido para asistir a pobres, enfermos y desamparados. El nuncio apostólico en Polonia, Achille Ratti, futuro Pío XI, la confirmó en esa misión: «Permaneced en el puesto que os ha indicado la misma providencia». Ese año la Santa Sede la autorizó a transformar su convento autónomo de San Petersburgo en la congregación de Hermanas Ursulinas del Sagrado Corazón de Jesús Agonizante.
Trabajó entre los indigentes, abrió numerosos centros de educación, impartió catequesis, compiló ediciones de libros para niños y jóvenes, fue artífice de revistas, dictó conferencias, y fundó en 1925 la Cruzada Eucarística juvenil. De este sacramento extrajo su fortaleza y caridad. Fue un remanso de paz para todos al margen de orientaciones ideológicas, políticas y religiosas. «Mi opinión política es el amor de Dios y de mi país», respondió a un diplomático en una ocasión. Murió en Roma siendo superiora general el 29 de mayo de 1939. Su cuerpo se conserva incorrupto. Juan Pablo II la beatificó el 20 de junio de 1983, y la canonizó el 18 de mayo de 2003.



El Papa conversa con los niños sobre el drama de la migración
Posted by Rocío Lancho García on 28 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco se ha acercado hoy a la realidad de la inmigración desde los ojos de los niños. Esta mañana en el Vaticano, el Santo Padre ha recibido a cientos de niños de distintas etnias y religiones que han llegado hasta allí procedentes de la región italiana de Calabria, a bordo del “Tren de los niños”. Se trata de una iniciativa anual organizada por el Pontificio Consejo de la Cultura, que este año lleva por tema “Traídos por las olas”
El pequeño Sayende, un niño de Nigeria, ha pedido al Papa que rece por su familia y sus amigos “que se han ido al cielo” porque “murieron en el agua”.
Para recibir y acoger a los niños del tren, estaban los niños de la Asociación Juan XXIII y la Orquesta infantil “Quattrocanti”. También estaba la directora de un colegio que ha entregado a Francisco una colecta para los niños de Lesbos y una carta, firmada por sus alumnos, que ha leído el cardenal Ravasi. “Nosotros, niños, prometemos que acogeremos a quien llegue a nuestro país, no consideramos nunca un enemigo peligroso a quien tiene un color de piel diferentes, habla una lengua diferente o profesa otra religión”, se lee en la misiva de los niños.
El Santo Padre ha escuchado, ha sonreído y se ha conmovido. Le han enseñado el dibujo de un niño: con el sol, el mar, las olas que se mueven. “Olas que pueden hacer que la gente muera”, ha comentado uno de los pequeños allí presente.
Al respecto de esta difícil realidad, el Pontífice ha mostrado a los niños un chaleco que le regalaron esta semana en la audiencia general unos socorristas voluntarios que trabajan en Lesbos. Y ha explicado a los pequeños: “Me ha traído este chaleco y llorando un poco me ha dicho: ‘Padre, no pude. Había una niña en las olas, pero no pude salvarla. Solo quedó el chaleco’”.
El Santo Padre les ha mostrado el chaleco de esa niña y ha añadido que “no quiere entristeceros, pero vosotros sois valientes y conocéis la verdad”. Recordando que son muchas las personas que están en peligro les ha invitado a “dar un nombre” a la niña que murió en el mar, con ese chaleco. “Ella está en el cielo, ella nos mira”, ha asegurado.
Los niños han asegurado que es “una injusticia” que no se deje pasar a los inmigrantes. Y uno de los pequeños ha definido a los responsables de esto como “bestias”. El Santo Padre con ternura le ha explicado que “una persona que cierra y corazón no tiene corazón humano, porque no deja pasar, tiene un corazón de animal, digamos, como una bestia, que no entiende”. Por eso les ha recordado palabras como “paz, fraternidad, compasión, bien, igualdad, acogida”.
Finalmente, una niña ha preguntado al papa Francisco qué es para él “ser Papa”. Significa –ha respondido — hacer el bien que yo puedo hacer. De este modo, ha concluido indicando que él siente que Jesús “me ha llamado para esto”. Jesús ha querido, ha precisado el Pontífice, que yo fuera cristiano, y un cristiano debe hacer esto. Y también Jesús ha querido que yo fuera sacerdote, obispo y un sacerdote y un obispo deben hacer esto. Yo siento que Jesús me dice que haga esto.



Francisco se reúne con el presidente de Singapur
Posted by Redaccion on 28 May, 2016



(ZENIT- Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha recibido esta mañana en audiencia al presidente de la República de Singapur, Tony Tan Keng. Durante la reunión, que se ha desarrollado “en un clima de cordialidad” y que ha durado unos 20 minutos con intérprete, se ha hablado “de las buenas relaciones entre la Santa Sede y Singapur así como de la colaboración entre la Iglesia y el Estado sobre todo en el ámbito educativo y social”, indica el comunicado difundido por la oficina de prensa de la Santa Sede.
A continuación se han analizado varios temas “de actualidad internacional” y “de la situación política regional, haciendo hincapié en la importancia del diálogo interreligioso e intercultural para la promoción de los derechos humanos, de la estabilidad, de la justicia y de la paz en el sudeste asiático”.
El presidente de Singapur ha regalado al Pontífice un grabado que representa el Garden by the bay, un gran parque público de Singapur, y un libro titulado Domes, dedicado a las dos cúpulas del mismo parque.
Por su parte, el Santo Padre le ha reglado la encíclica Laudato si’ y las exhortaciones apostólicas Evangelii Gaudium y Amoris Laetitia. También le ha regalado el medallón del árbol de la paz. Esta–ha explicado Francisco– es la tarea de un verdadero liderazgo, hacer que las personas se encuentren.
Tras el encuentro con el Pontífice, el mandatario se ha reunido con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, a quien acompañaba el arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados.



El Papa recibe a Hebe de Bonafini en el Vaticano
Posted by Redaccion on 28 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Hebe de Bonafini, 87 años, perdió a dos hijos y una nueva durante la dictadura militar en Argentina. Como tantos otros opositores al régimen, desaparecieron sin dejar rastro. Así, ella se convirtió en la fundadora de las Madres de la Plaza de Mayo.
Este viernes por la tarde, ha tenido ocasión de ser recibida por el papa Francisco en Santa Marta. El encuentro –informó después en una rueda de prensa– fue largo y afectuosos.
Estuvieron reunidos durante algo más de una hora. La mujer le regaló al Santo Padre el típico pañuelo blanco representativo de la organización que fundó. Por su parte el Pontífice le entregó un rosario y un medallón con una imagen de la Virgen y el Niño Jesús.
“Nos hemos conmovido y nos hemos abrazado”, indicó. En el pasado, ella criticó al Papa y por eso ha pedido perdón. Ya hace tiempo, en una carta, admitió que se había equivocado, no conociendo el compromiso de Bergoglio por los pobres.
La fundadora de las Madres de la Plaza de Mayo habló con el Papa sobre la dramática situación de Argentina, con la gente que está sin trabajo y que lucha por sobrevivir. El Santo Padre –indicó a los periodistas– escuchó con gran atención y dijo que de momento no puede ir a Argentina.



Los diáconos permanentes celebran su Jubileo en Roma
Posted by Redaccion on 28 May, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Una gran multitud de diáconos permanentes, procedentes de todo el mundo, y muchos de ellos acompañados por sus familias, celebran este fin de semana su Jubileo en Roma.
Este encuentro mundial de los diáconos permanentes, hombres que por vocación y ministerio están “estrechamente unidos a las obras de caridad en la vida de la comunidad cristiana”, será una ocasión preciosa para “reflexionar, rezar y debatir sobre el rol y el ministerio que desarrollan en la Iglesia y a través de esto manifestar al mundo “que la misericordia es el fundamento mismo de la vida de la Iglesia”, explica el comunicado de la oficina de prensa de la Santa Sede.
Asimismo, se recuerda que la celebración de los 50 años de la re-institución del diaconado permanente, que tuvo lugar en el Concilio Vaticano II, es una ocasión de proponer de nuevo la importancia que este ministerio cumple al servicio de la liturgia y de la caridad.
El Jubileo de los diáconos se abrió este viernes por la tarde con un encuentro sobre el tema “El diácono, imagen de la misericordia para la promoción de la nueva evangelización”, en distintas lenguas en distintas iglesias de Roma. Del mismo modo se realiza este sábado por la tarde, con la catequesis sobre “El diácono:llamado a ser dispensador de la caridad en la comunidad cristiana”. Por la mañana, se ha realizad la peregrinación a la Puerta Santa de San Pedro.
El Jubileo de los diáconos permanentes concluirá el domingo por la mañana, con la misa presidida por el Santo Padre en la plaza de San Pedro.