Desgraciadamente, los ataques contra la libertad religiosa se repiten. No es momento para tibiezas, ni para mirar para otro lado. Tampoco para echar gasolina al fuego. Como cristianos, nos toca el difícil equilibrio de anunciar y denunciar, teniendo en cuenta que la misma denuncia, sin complejos, conlleva ya todo un anuncio. La Nota equilibrada y acertada, en forma y fondo, del Arzobispado de Madrid es un buen ejemplo.

El Arzobispado de Madrid manifiesta su dolor por el asalto de la capilla de la Universidad Autónoma de Madrid y la realización de varias pintadas en su interior. No podemos permitir estos ataques que quiebran nuestra convivencia. Ni que la universidad, que es lugar por excelencia de búsqueda de la verdad y de encuentro con la sabiduría, deje de defender la libertad; cuya expresión más auténtica y grande se da y manifiesta en la libertad religiosa, como se reconoce en los Derechos Humanos y defiende la Iglesia.

A la vez que condenamos estos hechos y pedimos que no se vuelvan a repetir, universidad, autoridades y medios de comunicación social debemos lograr que los grupos que los protagonizan se vuelvan irrelevantes, defendiendo la libertad que ellos quieren eliminar.