Servicio diario - 29 de junio de 2016


 

El Papa reza por las víctimas del atentado en el aeropuerto de Estambul
Posted by Sergio Mora on 29 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco rezó este domingo durante la oración del ángelus en la Plaza de San Pedro, por las víctimas y los familiares del atentado terrorista perpetrado anoche en Turquía

Oración del Ángelus en la plaza de San Pedro
“Queridos hermanos y hermanas, ayer por la noche en Estambul se cumplió un terrible ataque terrorista, que ha asesinado y herido a muchas personas”, dijo el Santo Padre a los miles de fieles y peregrinos que se encontraban allí reunidos en el día de la fiesta de San Pedro y San Pablo.
“Recemos por las víctimas, por los familiares y por el querido pueblo turco” señaló el Papa, que realizó su sexto viaje internacional a dicho país del 28 al 30 de noviembre de 2014, visitando las ciudades de Ankara y Estambul.
Y concluyó deseando que “el Señor convierta los corazones de los violentos y mantenga nuestros pasos en el camino de la paz. Recemos todos en silencio…”. Y después de unos instantes recitó un Ave María.
Al menos 41 muertos y más de 200 heridos es el saldo del atentado en el aeropuerto internacional Ataturk de la ciudad turca de Estambul.
El presidente de Turquía, Recep Tayip Erdogan, dijo que el acto terrorista fue para hacer propaganda contra su país “usando la sangre y el dolor de gente inocente”.
Es sexto atentado importante del presente año en Turquía y de los anteriores, tres fueron reivindicados por separatistas kurdos y otros dos atribuidos al Estado Islámico. Este atentado no ha sido aún reivindicado.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, lamentó el ataque e hizo un llamado a intensificar los esfuerzos para combatir el extremismo violento. Más de 61 millones de personas utilizaron ese aeropuerto en 2015.


Francisco en el ángelus: custodiar como un tesoro el testimonio de los santos Pedro y Pablo
Posted by Redaccion on 29 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- En la fiesta de los santos Pedro y Pablo el papa Francisco rezó la oración del ángelus desde la ventana de su estudio que da a la plaza de San Pedro, junto a los fieles y peregrinos allí reunidos.
Antes de la oración mariana el Papa dirigió las siguientes palabras

“Queridos hermanos y hermanas, buenos días. Celebramos hoy la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo, alabando a Dios por su predicación y testimonio.
En la fe de estos dos apóstoles se funda la Iglesia de Roma, que desde siempre los venera como patrones. Si bien es toda la Iglesia universal que les mira con admiración, considerándolos dos columnas y dos grandes luces que brillan no solamente en el cielo de Roma, sino también en el corazón de los creyentes de Oriente y Occidente.
En la narración de la misión de los apóstoles, el Evangelio nos dice que Jesús los envió de dos en dos. En cierto sentido también Pedro y Pablo, desde Tierra Santa fueron enviados hasta Roma, para predicar el Evangelio. Eran dos hombres muy diversos el uno del otro: Pedro un humilde pescador, Pablo, maestro y doctor, como recita la liturgia del día de hoy.
Y si aquí en Roma conocemos a Jesús, y si la fe cristiana es parte viva y fundamental del patrimonio espiritual y de la cultura de este territorio, se lo debemos al coraje apostólico de estos dos hijos de Oriente Próximo.
Ellos, por amor de Cristo, dejaron su patria y sin poner atención a las dificultades del largo viaje y de los riesgos y desconfianzas que habrían encontrado, llegaron a Roma. Aquí se volvieron anunciadores y testimonios del Evangelio entre la gente, y sellaron con el martirio su misión de fe y caridad.
Pedro y Pablo hoy vuelven idealmente entre nosotros, recorren las calles de esta ciudad, llaman a la puerta de nuestras casas, pero sobre todo a nuestros corazones. Quieren traer nuevamente a Jesús, su amor misericordioso, su consolación, su paz. Tentemos tanta necesidad de esto.
Recibamos su mensaje, guardemos su testimonio como un tesoro. La fe sincera y sólida de Pedro, el corazón grande y universal de Pablo nos ayudarán a ser cristianos alegres, fieles al Evangelio y abiertos al encuentro con todos.
Durante la santa misa en la basílica de San Pedro, esta mañana he bendecido los palios de los arzobispos metropolitanos nombrados este último año, provenientes de diversos países.
Renuevo mi saludo y mi deseo a ellos, a sus familiares y a todos quienes les han acompañados en esta peregrinación. Y los animo a proseguir con alegría su misión al servicio del Evangelio, en comunión con toda la Iglesia y especialmente con la Sede de Pedro, como expresa justamente el símbolo del palio.
En la misma celebración he recibido con alegría y afecto a los miembros de la delegación que vino a Roma en nombre del patriarca ecuménico, el querido hermano Bartolomeo. También esta presencia es signo de las fraternas relaciones existentes entre nuestras Iglesias. Rezamos para que se refuercen cada vez más los vínculos de comunión y el testimonio común.
A la Virgen María, Salus Populi Romani, confiamos hoy el mundo entero y en particular esta ciudad de Roma, para que pueda encontrar siempre en los valores espirituales y morales de los cuales es rica, el fundamento de su vida social y de su misión en Italia, en Europa y en el mundo”.


En la fiesta de Pedro y Pablo, Francisco bendice los palios de los arzobispos metropolitanos
Posted by Sergio Mora on 29 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha bendecido este miércoles en la Basílica de San Pedro los palios, antes de la misa solemne celebrada con motivo de la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo.

En la basílica de San Pedro, durante la misa, después de la bendición de los palios
Los palios que estaban puestos en el altar de la Confesión serán entregados a los arzobispos metropolitanos que fueron nombrados durante ese año pasado y posteriormente serán impuestos a cada arzobispo por el nuncio apostólico en la respectiva sede metropolitana.
El palio es una estola circular de lana blanca, con un rectángulo anterior y otro posterior, con cinco cruces bordadas y simboliza el cordero que el buen pastor debe cargar.
El rito se abrió con una procesión, acompañada por el canto ‘Tu es Petrus’ entonado por el coro de la Capilla Sixtina, en el cual hoy participaron niños de otros coros famosos de confesiones cristianas. El santo Padre, los concelebrantes y los nuevos obispos que estaban en la primera fila, vestían todos paramentos rojos con bordes dorados.
Como es costumbre, en ocasión de esta festividad, estaba presente una delegación del patriarcado ecuménico de Constantinopla, guiada por la delegación enviada por Bartolomeo I, a quienes el Santo Padre saludó apenas ingresó en la basílica.
En su homilía el papa Francisco señala las llaves que Jesús promete a san Pedro, “para que pueda abrir la entrada al Reino de los cielos, y no cerrarlo a la gente, como hacían algunos escribas y fariseos hipócritas a los que Jesús reprende”.
Y recuerda que en la lectura se indican tres encierros: el de Pedro en la cárcel; el de la comunidad reunida en oración; y el de la casa de María, madre de Juan a quien llamaban Marcos, donde Pedro va a llamar después de haber sido liberado. Y que la oración aparece como la principal vía de salida incluso para la comunidad, que corre el peligro de encerrarse en sí misma debido a la persecución y al miedo. Porque la oración permite ir del cerramiento a la apertura, del miedo a la valentía, de la tristeza a la alegría. Y recordando la presencia de la delegación ortodoxa dijo: “Y podemos añadir: de la división a la unidad”.`


Texto completo de la homilía del papa Francisco en la fiesta de los santos Pedro y Pablo
Posted by Redaccion on 29 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha celebrado este miércoles en la Basílica de San Pedro la misa con motivo de la festividad de los santos apóstoles Pedro y Pablo y ha bendecido los palios que serán entregados a los nuevos obispos metropolitanos.
En su homilía el papa Francisco señala las llaves que Jesús promete a san Pedro, “para que pueda abrir la entrada al Reino de los cielos, y no cerrarlo a la gente, como hacían algunos escribas y fariseos hipócritas a los que Jesús reprende”.
Y señala que la oración aparece como la principal vía de salida incluso para la comunidad, que corre el peligro de encerrarse en sí misma debido a la persecución y al miedo. Porque la oración permite transitar de un estado de cierre hacia la apertura, del miedo a la valentía, de la tristeza a la alegría y de la división a la unidad.

Texto completo de la homilía
La Palabra de Dios de esta liturgia contiene un binomio central: cierre – apertura. A esta imagen podemos unir el símbolo de las llaves, que Jesús promete a Simón Pedro para que pueda abrir la entrada al Reino de los cielos, y no cerrarlo para la gente, como hacían algunos escribas y fariseos hipócritas a los que Jesús reprende (cf. Mt 23, 13).

El papa reza a María al concluir la misa de entrega de los palios a los nuevos arzobispos metropolitanos
La lectura de los Hechos de los Apóstoles (12,1-11) nos presenta tres encierros: el de Pedro en la cárcel; el de la comunidad reunida en oración; y ‒en el contexto cercano de nuestro pasaje‒ el de la casa de María, madre de Juan, por sobrenombre Marcos, donde Pedro va a llamar después de haber sido liberado.
Con respecto a los encierros, la oración aparece como la principal vía de salida: salida de la comunidad, que corre el peligro de encerrarse en sí misma debido a la persecución y al miedo; salida para Pedro, que al comienzo de su misión que le había sido confiada por el Señor, es encarcelado por Herodes, y corre el riesgo de ser condenado a muerte. Y mientras Pedro estaba en la cárcel, «la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él» (Hch 12,5).
Y el Señor responde a la oración y le envía a su ángel para liberarlo, «arrancándolo de la mano de Herodes» (cf. v. 11). La oración, como humilde abandono en Dios y en su santa voluntad, es siempre una forma de salir de nuestros encierros personales y comunitarios. Es la gran vía de salida de los encerramientos.
También Pablo, escribiendo a Timoteo, habla de su experiencia de liberación, la salida del peligro de ser, él también, condenado a muerte; en cambio, el Señor estuvo cerca de él y le dio fuerzas para que pudiera llevar a cabo su trabajo de evangelizar a los gentiles (cf. 2 Tm 4,17). Pero Pablo habla de una «apertura» mucho mayor, hacia un horizonte infinitamente más amplio: el de la vida eterna, que le espera después de haber terminado la «carrera» terrena.
Es muy bello ver la vida del Apóstol toda «en salida» gracias al Evangelio: toda proyectada hacia adelante, primero para llevar a Cristo a cuantos no le conocen, y luego para saltar, por así decirlo, en sus brazos, y ser llevado por él «que lo salvará llevándolo a su reino celestial.» (cf. v. 18).
Volvamos a Pedro. El relato Evangélico (Mt 16,13-19) de su profesión de fe y la consiguiente misión confiada por Jesús nos muestra que la vida de Simón, pescador de Galilea ‒ como la vida de cada uno de nosotros‒ se abre, florece plenamente cuando acoge de Dios la gracia de la fe. Entonces, Simón se pone en el camino ‒un camino largo y duro‒ que le llevará a salir de sí mismo, de sus seguridades humanas, sobre todo de su orgullo mezclado con valentía y con generoso altruismo.
En este su camino de liberación, es decisiva la oración de Jesús: «yo he pedido por ti (Simón), para que tu fe no se apague» (Lc 22,32). Es igualmente decisiva la mirada llena de compasión del Señor después de que Pedro le hubiera negado tres veces: una mirada que toca el corazón y disuelve las lágrimas de arrepentimiento (cf. Lc 22,61-62). Entonces Simón Pedro fue liberado de la prisión de su ego orgulloso, de su ego miedoso, y superó la tentación de cerrarse a la llamada de Jesús a seguirle por el camino de la cruz.
Como ya he dicho, en el contexto inmediato del pasaje de los Hechos de los Apóstoles, hay un detalle que nos puede hacer bien resaltar (cf. 12.12-17). Cuando Pedro se encuentra milagrosamente libre, fuera de la prisión de Herodes, va a la casa de la madre de Juan, por sobrenombre Marcos. Llama a la puerta, y desde dentro responde una sirvienta llamada Rode, la cual, reconociendo la voz de Pedro, en lugar de abrir la puerta, incrédula y llena de alegría corre a contárselo a su señora.
El relato, que puede parecer cómico –y que puede dar inicio al así llamado «complejo de Herodes– nos hace percibir el clima de miedo en el que vivía la comunidad cristiana, que permanecía encerrada en la casa, y cerrada también a las sorpresas de Dios. Pedro llama a la puerta. «Y fíjate», hay miedo, hay alegría, «¿abrimos?, ¿no abrimos?», mientras él está corriendo peligro, pues la policía puede cogerlo. Pero el miedo nos paraliza, nos paraliza siempre, nos cierra, nos cierra a las sorpresas de Dios.
Este particular nos habla de la tentación que existe siempre para la Iglesia: de cerrarse en sí misma de cara a los peligros. Pero incluso aquí hay un resquicio a través del cual puede pasar a la acción de Dios: dice Lucas que en aquella casa, «había muchos reunidos en oración» (v. 12). La oración permite a la gracia abrir una vía de salida: del cerramiento a la apertura, del miedo a la valentía, de la tristeza a la alegría.
Y podemos añadir: de la división a la unidad. Sí, lo decimos hoy junto a nuestros hermanos de la delegación enviada por el querido Patriarca Ecuménico Bartolomé, para participar en la fiesta de los Santos Patronos de Roma. Una fiesta de comunión para toda la Iglesia, como pone de manifiesto la presencia de los Arzobispos Metropolitanos venidos para la bendición de Palios, que les serán impuestos por mis Representantes en sus respectivas sedes.
Que los santos Pedro y Pablo intercedan por nosotros, para que podamos hacer este camino con la alegría, experimentar la acción liberadora de Dios y testimoniarla a todos.


El Palio
Posted by Redaccion on 29 June, 2016



(ZENIT – Roma).- El Palio es un paramento litúrgico, una especie de estola circular tejida en lana virgen de cordero con cruces bordadas y una parte rectangular anterior y otra posterior en forma de ‘Y’.
El nombre deriva del latín ‘pallium’, o sea manta de lana. Sobre el origen se sabe que ya en el siglo IV los pontífices lo usaban.
Los corderos de donde procede la lana son criados por monjes trapenses de la comunidad de Tre Fontane. El Papa bendice a los corderos cada 21 de enero, día de santa Inés, en una capilla del Palacio Apostólico Vaticano. Cada año, el martes santo los corderos son trasquilados y las religiosas benedictinas de la comunidad romana de Santa Cecilia, preparan la lana y tejen los palios.

Papa con el palio en la misa de la festividad de San Pedro y Pablo
Simbolismo
El Palio simboliza el cordero que el Buen Pastor ponía sobre sus hombros. La lana de cordero representa la oveja perdida, enferma o débil que el pastor lleva a cuestas para conducirla a las aguas de la vida, la oveja descarriada en el desierto que ya no puede encontrar la senda. El Palio indica que Cristo nos lleva a todos nosotros. Suele tener tres clavos metálicos, que recuerdan los clavos de la Pasión.
Representa también al pueblo que el Señor pone sobre los hombros del arzobispo. Pero simboliza sobre todo a Cristo, ya que sus cinco cruces bordadas de color rojo representan las llagas de Jesús. Es también símbolo de comunión con el sucesor de Pedro y de la solicitud que deben tener como pastores que cargan la oveja a sus espaldas. El palio del Papa tiene en cambio seis cruces bordadas de color negro.
Modalidad de entrega
El santo padre Francisco ha cambiado la modalidad de la entrega del palio a los nuevos arzobispos metropolitanos. Con una carta enviada a las nunciaturas apostólicas, con fecha del 12 de enero de 2015, el maestro de ceremonias pontificias, monseñor Guido Marini, ha comunicado esta decisión del Papa.
Los palios son entregados el 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo. Así los nuevos metropolitanos están presentes en Roma, y concelebran con el Santo Padre, participan en el rito de bendición de los palios, pero no hay imposición, simplemente reciben el palio de manos del Santo Padre de forma más sencilla y privada.
La imposición en cambio, se efectuará en sus diócesis de pertenencia y, en un segundo momento, en presencia de la Iglesia local y en particular de los obispos de las diócesis sufragáneas acompañados por sus fieles.


Dos nuevos obispos para Colombia
Posted by Redaccion on 29 June, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Papa Francisco ha nombrado como obispo de la diócesis de Soacha a monseñor José Daniel Falla Robles, hasta ahora obispo auxiliar de Cali. Para ello ha aceptado la renuncia del gobierno pastoral de dicha diócesis de Mons. Daniel Caro Borda, de acuerdo al canon 401,1 del Código de derecho canónico, o sea por motivos de edad.
Además nombró obispo de Málaga de Soacha (Colombia) a Mons. José Libardo Garcés Monsalve, del clero de la arquidiócesis de Manizales (Colombia), hasta ahora párroco de la catedral y canciller arquidiocesano.
Lo indicó hoy en un comunicado la Sala de Prensa de la Santa Sede.
Monseñor José Daniel Falla Robles nació en Bogotá el 7 de octubre de 1956. Recibió la Ordenación Sacerdotal, de manos del entonces Arzobispo de Bogotá, Cardenal Mario Revollo Bravo, el 28 de noviembre de 1992. El 15 de abril de 2009 Su Santidad Benedicto XVI lo nombró Obispo titular de Calama y Auxiliar de la Arquidiócesis de Cali y fue ordenado en la Catedral Primada de Colombia el 20 de junio de 2009. La XCIII Asamblea Plenaria de julio de 2012 lo nombró Secretario General de la Conferencia Episcopal y la XCIX Asamblea Plenaria de julio de 2015 lo reeligió.
El padre José Libardo Garcés Monsalve nació en Aguadas (Arquidiócesis de Manizales) el 26 de septiembre de 1967 y fue ordenado Sacerdote el 27 de noviembre de 1993 para la Arquidiócesis de Manizales.