Servicio diario - 28 de julio de 2016


 

Los jóvenes reciben al Papa en el parque Blonia con emoción y entusiasmo
Posted by Sergio Mora on 28 July, 2016



(ZENIT – Roma).- Miles de jóvenes llegados desde todo el mundo para la ‘Jornada Mundial de la Juventud – Cracovia 2016’, recibieron al papa Francisco en el Parque Jordán en Błonia, a unos cinco kilómetros del centro de Cracovia, manifestando gran emoción y entusiasmo.

El Papa en el parque Blonia a unos cinco kilómetros del centro de Cracovia
Poco antes, en la mañana de este segundo día del viale apostólico se registró otra gran manifestación de fe, en el santuario de la Virgen de Czestochowa, donde participaron cientos de miles de personas, si bien eran principalmente polacos y de todas las edades.
En el parque Blonia, en cambio le esperaban unos 600 mil jóvenes. Allí el Santo Padre ha llegado en un ‘tranvía de linea’, para valorizar este medio de transporte bastante utilizado en las capitales europeas y que emplea energía limpia. En el tranvía estaba acompañado por jóvenes con discapacidades y a su paso por las calles de Cracovia, miles de personas le esperaban para saludarlo, agitando sus manos, pañuelos y banderas
El tranvía le ha dejado a unos 700 metros del palco desde donde Francisco en el papamóvil circuló entre los jóvenes para saludarlos, quienes no solo no se desanimaron por la lluvia, pero exultaban agitando miles de banderas de los países más diversos. Fueron tocadas varias canciones, entre las cuales el ‘Tango de la misericordia’, interpretado por la comunidad artístico-cultural Banuev, de Buenos Aires.
En la ceremonia se ha leído el evangelio, en dos idiomas, polaco y paleoeslavo para hacer referencia a occidente y oriente, “los dos pulmones de la Iglesia” de los que hablaba san Juan Pablo II.
En las palabras de bienvenida le recordaron al Papa que este martes pasado en este mismo lugar se celebró la misa de inicio de la Jornada Mundial de la Juventud, en la tierra de san Juan Pablo II, y en el Jubileo de la Misericordia.
Le señalaron también que “jóvenes que provienen desde todo el mundo comparten la experiencia de la fe y se alegran de pertenecer a la Iglesia”. Y porque en un mundo ‘golpeado por conflictos y violencias queremos ser personas de paz, testimonios de la misericordia de Dios, misericordiosos como el Padre, para construir con Jesús un mundo más humano y solidario’.
Le regalaron también un kit del peregrino y en sus palabras le agradecieron que “venga a hablarnos de Dios, que es misericordia”. Y no faltó una demostración de bailes, como un lenguaje universal y armónico de los diversos países. Y diversas coreografías y representaciones sobre los santos y los 187 países participantes.
(Leer el texto de las palabras del Santo Padre)


“Queridos jóvenes, ¡finalmente nos encontramos!”
Posted by Sergio Mora on 28 July, 2016



(ZENIT – Roma).- ¡Finalmente nos encontramos! exclamó el papa Francisco al dirigir sus palabras a los cientos de miles de jóvenes que le esperaban en el Parque Blonia, a pocos kilómetros del centro de Cracovia. De hecho el Santo Padre había tenido ayer miércoles dos encuentros parciales con los jóvenes: en video con ‘La fiesta de los italianos’, y desde el balcón del Palacio Arzobispal.
Hoy por la mañana en cambio fue la misa ante miles de personas en el Santuario de Czestochowa, pero este es el primer encuentro con la totalidad de los jóvenes, unos 600 mil según se ha calculado.
El Papa en sus palabras agradeció a san Juan Pablo II “que soñó e impulsó estos encuentros” y recordó que “Jesús es quien nos ha convocado” y nos enseña: “Felices aquellos que saben perdonar, que saben tener un corazón compasivo, que saben dar lo mejor de sí a los demás”.

Francisco en el parque Blonia
Cuando Jesús toca el corazón de un joven, de una joven, este es capaz de actos verdaderamente grandiosos, dijo. En campo es triste encontrar a jóvenes que parecen haberse «jubilado» antes de tiempo, que «tiraron la toalla» antes de empezar el partido. Y de otro lado, ver a jóvenes que dejan la vida buscando el «vértigo», de caminos oscuros, lo que acaban pagando caro.
¿Vértigo alienante o fuerza de la gracia? Para ser plenos hay una respuesta se llama Jesucristo, dijo. El Papa concluyó sus palabras invitando a pedirle al Señor: Lánzanos a la aventura de la misericordia de construir puentes y derribar muros, de socorrer al pobre, al que se siente solo y abandonado, al que ya no le encuentra sentido a su vida.

Texto completo
Queridos jóvenes, muy buenas tardes.
Finalmente nos encontramos. Gracias por esta calurosa bienvenida. Gracias al Cardenal Dziwisz, a los Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y a todos aquellos que los acompañan. Gracias a los que han hecho posible que hoy estemos aquí, que se la «han jugado» para que pudiéramos celebrar la fe. O sea, celebrar la fe. Hoy nosotros aquí todos juntos estamos celebrando la fe.
En esta, su tierra natal, quisiera agradecer especialmente a san Juan Pablo II, que soñó e impulsó estos encuentros. Desde el cielo nos está acompañando viendo a tantos jóvenes pertenecientes a pueblos, culturas, lenguas tan diferentes con un solo motivo: celebrar a Jesús que está vivo en medio de nosotros. ¿Lo han entendido? Celebrar a Jesús que está vivo en medio de nosotros. Y decir que está vivo, es querer renovar nuestras ganas de seguirlo, nuestras ganas de vivir con pasión su seguimiento.
¡Qué mejor oportunidad para renovar la amistad con Jesús que afianzando la amistad entre ustedes! ¡Qué mejor manera de afianzar nuestra amistad con Jesús que compartirla con los demás! ¡Qué mejor manera de vivir la alegría del Evangelio que queriendo «contagiar» su Buena Noticia en tantas situaciones dolorosas y difíciles!
Jesús es quien nos ha convocado a esta 31 Jornada Mundial de la Juventud; es Jesús quien nos dice: «Felices los misericordiosos, porque encontrarán misericordia» (Mt 5,7). Felices aquellos que saben perdonar, que saben tener un corazón compasivo, que saben dar lo mejor de sí a los demás. Lo mejor, no lo que le sobra, lo mejor.
Queridos jóvenes, en estos días Polonia, esta noble tierra se viste de fiesta; en estos días Polonia, quiere ser el rostro siempre joven de la Misericordia. Desde esta tierras con ustedes y también unidos a tantos jóvenes que hoy no pueden estar aquí, pero que nos acompañan a través de los diversos medios de comunicación, todos juntos vamos a hacer de esta jornada una auténtica fiesta Jubilar, en este jubileo de la Misericordia.
En los años que llevo como obispo he aprendido una cosa, he aprendido tantas pero una quiero decirla ahora: no hay nada más hermoso que contemplar las ganas, la entrega, la pasión y la energía con que muchos jóvenes viven la vida. Esto es hermoso.
¿Y de dónde viene esta belleza? Cuando Jesús toca el corazón de un joven, de una joven, estos son capaces de actos verdaderamente grandiosos. Es estimulante escucharlos, compartir sus sueños, sus interrogantes y sus deseos y sus ganas de rebelarse contra todos aquellos que dicen que las cosas no pueden cambiar. A quienes llamo los ‘quietistas’, nada se puede cambiar. No, los jóvenes tienen esa fuerza para oponerse a estos. Pero algunos no están seguro de esto. Y les pregunto ¿Yo les pregunto, las cosas se pueden cambiar?
Bien. Es un regalo del cielo poder verlos a muchos de ustedes que, con sus cuestionamientos, buscan hacer que las cosas sean diferentes. Es lindo, y me conforta el corazón, verlos tan exhuberantes. La Iglesia hoy les mira, diré aún más, el mundo hoy les mira y quiere aprender de ustedes para renovar su confianza en que la Misericordia del Padre tiene rostro siempre joven y no deja de invitarnos a ser parte de su Reino, que es un Reino de alegría, de felicidad que siempre nos lleva adelante. Es un Reino capaz de darnos la fuerza de cambiar las cosas. Me he olvidado, ¿Las cosas se pueden cambiar? … De acuerdo…
Conociendo la pasión que ustedes le ponen a la misión, me animo a repetir: la misericordia siempre tiene rostro joven. Porque un corazón misericordioso se anima a salir de su comodidad; un corazón misericordioso sabe ir al encuentro de los demás, logra abrazar a todos. Un corazón misericordioso sabe ser refugio para quienes nunca tuvieron casa o la han perdido; sabe construir hogar y familia para aquellos que han tenido que emigrar, sabe de ternura y compasión.
Un corazón misericordioso, sabe compartir el pan con el que tiene hambre, un corazón misericordioso se abre para recibir al prófugo y al migrante. Decir misericordia junto a ustedes, es decir oportunidad, es decir mañana, es decir compromiso, es decir confianza, apertura, hospitalidad, compasión, es decir sueños. ¿Pero ustedes son capaces de soñar?…
Y cuando el corazón está abierto y es capaz de soñar hay lugar para la misericordia, hay lugar para acariciar a quienes sufren, hay lugar para ponerse al lado de quienes no tienen paz en el corazón o les falta lo necesario para vivir, o les falta la cosa más linda, la fe. Misericordia, digamos juntos esta palabra, Misericordia, otra vez.., otra vez para que el mundo sienta…
También quiero confesarles otra cosa que aprendí en estos años. No quiero ofender a nadie. Me genera dolor encontrar a jóvenes que parecen haberse «jubilado» antes de tiempo. Esto me causa dolor, jóvenes que parece se fueron en pensión a los 23, 24 o 25 años. Me genera dolor. Me preocupa ver a jóvenes que «tiraron la toalla» antes de empezar el partido. Que se han rendido sin haber comenzado a jugar. Me causa dolor ver a jóvenes que caminan con rostros tristes, como si su vida no valiera. Son jóvenes esencialmentes aburridos… y aburridores de los otros, y esto me causa dolor.
Es difícil, y a su vez cuestionador, por otro lado, ver a jóvenes que dejan la vida buscando el «vértigo», o de sensación de sentirse vivos por caminos oscuros, que al final terminan «pagando»…y lo pagan caro. Piensen a muchos jóvenes que ustedes conocen y eligieron este camino. Hace pensar cuando se ve que hay jóvenes que pierden hermosos años de su vida y sus energías corriendo detrás de vendedores de falsas ilusiones, y los hay ¿verdad? vendedores de falsas ilusiones. (En mi tierra natal diríamos «vendedores de humo»), que les roban lo mejor de ustedes mismos, y esto me causa dolor. Estoy seguro que entre ustedes no los hay, pero quiero decirles que hay jóvenes pensionados, que tiran la toalla antes del partido y los que entran con los vértigos de las falsas ilusiones y acaban en la nada.
Por eso, queridos amigos, nos hemos reunidos para ayudarnos mutuamente, porque no queremos dejarnos robar lo mejor de nosotros mismos, no queremos permitir que nos roben las energías, la alegría, los sueños con falsas ilusiones.
Queridos amigos, les pregunto: ¿Quiéren para sus vidas ese vértigo alienante o quieren sentir esa fuerza que los haga sentirse vivos, plenos? ¿Vértigo alienante o fuerza de la gracia?, qué quieren, ¿vértigo alienante o fuerza de plenitud? No se escucha bien…
Para ser plenos, para tener fuerza renovada, hay una respuesta, que no se vende, que no se compra, una respuesta que no es una cosa, que no es un objeto: es una persona y se llama Jesucristo. Un aplauso…
Me pregunto, ¿Jesucristo se puede comprar?… ¿Se vende en los negocios?… Jesucristo es un don, un regalo del Padre, el don de Nuestro Padre. Todos: Jesucristo es un don… Es un regalo del Padre…
Jesucristo es quien sabe darle verdadera pasión a la vida, Jesucristo es quien nos mueve a no conformarnos con poco y a dar lo mejor de nosotros mismos; es Jesucristo quien nos cuestiona, nos invita y nos ayuda a levantarnos cada vez que nos damos por vencidos. Es Jesucristo quien nos impulsa a levantar la mirada y a soñar alto.
Pero padre, alguien podrá decirme que es tan difícil y soñar alto, que están difícil estar siempre en subida. Padre soy débil, caigo, me esfuerzo pero acabo abajo. Los alpinos cuantos unen las montañas cantan una canción hermosa que dice así: en el arte de subir lo importante no es no caer, sino no quedarse caído. Si tú eres débil o caes, mira un poco hacia lo alto y está la mano tendida de Jesús que te dice levántate y ven conmigo. Y si sucede otra vez, también. Y si sucede otra vez, también. Pedro una vez le preguntó al Señor, ¿Señor pero cuantas veces? y le dijo setenta veces siete. La mano de Jesús está siempre tendida para levantarnos cuando caemos. ¿Lo han entendido?
En el Evangelio hemos escuchado que Jesús, mientras se dirige a Jerusalén, se detiene en una casa –la de Marta, María y Lázaro– que lo acoge. De camino, entra en su casa para estar con ellos; las dos mujeres reciben al que saben que es capaz de conmoverse. Las múltiples ocupaciones nos hacen ser como Marta: activos, distraídos, constantemente yendo de acá para allá…; pero también solemos ser como María: ante un buen paisaje, o un video que nos manda un amigo al móvil, nos quedamos pensativos, en escucha.
En estos días de la JMJ, Jesús quiere entrar en nuestra casa; en tu casa, e mi casa. En el corazón de cada uno de nosotros. Quiere entrar y verá nuestras preocupaciones, en nuestro andar acelerado, como lo hizo con Marta… y esperará que lo escuchemos como María; que, en medio del trajinar, nos animemos a entregarnos a él. Que sean días para Jesús, dedicados a escucharnos, a recibirlo en aquellos con quienes comparto la casa, la calle, el club o el colegio.
Y quien acoge a Jesús, aprende a amar a Jesús. Entonces él nos pregunta si queremos una vida plena y yo en su nombre les pregunto: ¿Quieren una vida plena?… Empieza desde ahora a dejarte conmover porque la felicidad germina y aflora en la misericordia: esa es su respuesta, esa es su invitación, su desafío, su aventura, la misericordia.
La misericordia tiene siempre rostro joven; como el de María de Betania sentada a los pies de Jesús como discípula, que se complace en escucharlo porque sabe que ahí está la paz. Como el de María de Nazareth, lanzada con su «sí» a la aventura de la misericordia, y que será llamada bienaventurada por todas las generaciones, llamada por todos nosotros «la Madre de la Misericordia».Invoquémosla todos juntos: María Madre de misericordia. Todos: María Madre de misericordia…
Ahora cada uno repita en su corazón en silencio: Señor, lánzanos a la aventura de la misericordia. Lánzanos a la aventura de construir puentes y derribar muros, sean cercos o alambrados, lánzanos a la aventura de socorrer al pobre, al que se siente solo y abandonado, al que ya no le encuentra sentido a su vida. Lánzanos a acompañar a aquellos que no te conocen y decirle lentamente y con tanto respeto tú nombre y el porqué de nuestra fe.
Impúlsanos a la escucha, como María de Betania, de quienes no comprendemos, de los que vienen de otras culturas, de otros pueblos, incluso de aquellos a los que tememos porque creemos que pueden hacernos daño. Haznos volver nuestra mirada, como María de Nazareth con Isabel, a nuestros ancianos a nuestros abuelos para aprender de su sabiduría.
Les pregunto ¿ustedes hablan con sus abuelos?, ¿así así?… Busquen a sus abuelos, ellos tienen sabiduría sobre la vida y les dirán cosas que conmoverán vuestros corazones.
Aquí estamos, Señor. Envíanos a compartir tu Amor Misericordioso. Queremos recibirte en esta Jornada Mundial de la Juventud, queremos afirmar que la vida es plena cuando se la vive desde la misericordia, y que esa es la mejor parte, es la parte más dulce, y es la parte que nunca nos será quitada. Amén.


El Papa: “Dios nos salva haciéndose pequeño, cercano y concreto”
Posted by Rocío Lancho García on 28 July, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Santo Padre ha visitado el santuario mariano más importante de Polonia, en su segunda jornada en este país. Allí, ha celebrado la eucaristía con ocasión del 1050º aniversario del Bautismo de esta nación. El Papa ha dejado esta mañana el arzobispado de Cracovia para dirigirse a Częstochowa. Pero de camino al aeropuerto, ha hecho una visita fuera del programa. Se ha dirigido a un hospital local, para saludar al arzobispo emérito de Cracovia, el cardenal Francisek Macharski, gravemente enfermo. A continuación ha realizado otra parada, sí prevista, en el convento de las hermanas de la Presentación de la Beata Virgen María, donde ha rezado en silencio con las religiosas y algunos estudiantes de la escuela que dirigen.
Estaba previsto que el Papa viajara en helicóptero, pero debido al mal tiempo viajó en coche. Así, el Pontífice ha llegado a Częstochowa, importante centro económico y cultural del país. Aunque su fama se debe principalmente al Santuario de la Virgen de Jasna Gora, lugar de peregrinación conocido en todo el mundo. Se calcula que unos 4 millones de peregrinos visitan cada año este lugar.
El Santo Padre ha llegado, en torno a las 9.30 hora local, en el papamóvil para saludar a los fieles allí reunidos, que le esperaban para la celebración eucarística. Antes, ha entrado en la monasterio y ha rezado en la capilla de la “Virgen Negra” junto con unos 300 padres del Instituto Religioso de la Orden de San Pablo Primer Ermitaño.
A continuación ha dado comienzo la misa, con ocasión del 1050º aniversario del Bautismo de Polonia, concelebrada por los obispos de Polonia y miles de sacerdotes polacos y de otras nacionalidades. Nada más comenzar, cuando el Santo Padre estaba incensando el altar, ha tropezado y se ha caído al suelo, pero se ha levantado rápidamente y todo ha proseguido con normalidad.
Durante la homilía, el Papa ha explicado que las lecturas del día “muestran un hilo divino, que pasa por la historia humana y teje la historia de la salvación”. Así, ha asegurado que Dios nos salva haciéndose pequeño, cercano y concreto.
El Santo Padre ha observado que sorprende cómo se realiza la venida de Dios en la historia: “ningún ingreso triunfal, ninguna manifestación grandiosa”. Del mismo modo, el Reino de Dios, ahora como entonces, viene “en la pequeñez, en la humildad”.
A propósito del primer milagro realizado por Jesús, el Pontífice ha subrayado que el agua trasformada en vino en la fiesta de la boda es un gran signo, “porque nos revela el rostro esponsalicio de Dios, de un Dios que se sienta a la mesa con nosotros, que sueña y establece comunión con nosotros”. Nos dice –ha proseguido– que el Señor no mantiene las distancias, sino que es cercano y concreto, que está en medio de nosotros y cuida de nosotros, sin decidir por nosotros y sin ocuparse de cuestiones de poder. Al respecto ha advertido que ser atraídos por el poder, por la grandeza y por la visibilidad “es algo trágicamente humano, y es una gran tentación que busca infiltrarse por doquier”.
Dios nos salva –ha insistido– haciéndose pequeño, cercano y concreto. Así, ha precisado que Dios “prefiere a los pequeños” que son grandes ante sus ojos, y a ellos dirige su mirada. Y ha aseverado que “los pequeños hablan su mismo idioma: el amor humilde que hace libres”. En este punto a invitado a pensar los mártires de esta nación “que han hecho resplandecer la fuerza inerme del Evangelio”, “en las personas sencillas y también extraordinarias que han sabido dar testimonio del amor del Señor en medio de grandes pruebas”, “en los anunciadores mansos y fuertes de la misericordia, como san Juan Pablo II y santa Faustina”.
Dios es cercano y su Reino está cerca, ha recordado. En esta línea ha explicado que el Señor “no quiere quedarse en un trono en el cielo o en los libros de historia”, sino que quiere “sumirse en nuestros avatares de cada día para caminar con nosotros”.
Por último, el Papa ha subrayado que “Dios es concreto”. El eterno –ha observado– se comunica pasando el tiempo con personas y en situaciones concretas. Por eso el Santo Padre ha insistido a los presentes en que también su historia, impregnada de Evangelio, cruz y fidelidad a la Iglesia, “ha visto el contagio positivo de una fe genuina, trasmitida de familia en familia, de padre a hijo, y sobre todo de las madres y de las abuelas, a quienes hay mucho que agradecer”.
Y como no podía ser de otra manera, en este santuario mariano, las últimas palabras de la homilía del Pontífice han ido dirigidas a la Virgen. Es ella “ese espacio, preservado del mal, en el cual Dios se ha reflejado”, “la escala que Dios ha recorrido para bajar hasta nosotros y hacerse cercano y concreto”, “el signo más claro de la plenitud de los tiempos”. Que la Madre, firme al pie de la cruz y perseverante en la oración con los discípulos en espera del Espíritu Santo, “infunda el deseo de ir más allá de los errores y las heridas del pasado, y de crear comunión con todos, sin ceder jamás a la tentación de aislarse e imponerse”, ha deseado el Pontífice. Y así, ha recordado que la Virgen demostró en Caná mucha concreción. “Es una Madre que toma en serio los problemas e interviene, que sabe detectar los momentos difíciles y solventarlos con discreción, eficacia y determinación”, ha asegurado.



Częstochowa, santuario de gran esperanza
Posted by Rocío Lancho García on 28 July, 2016



(ZENIT – Roma).- El papa Francisco ha visitado este jueves por la mañana el santuario mariano de Jasna Góra, en Częstochowa, uno de los centros de culto católico más importante de Polonia. Se calcula que cada año peregrinan hasta este lugar más de 4 millones de personas. En Jasna Góra (Monte claro) está el icono de la Virgen de Częstochowa, conocida también como la Virgen Negra, tan querida y representativa del pueblo polaco.
El lugar fue fundado por Luis I de Hungría y el príncipe Ladislao de Opole y el santuario está al cuidado, desde entonces, de la orden húngara de los paulinos. Según la tradición, esta imagen de la Virgen fue pintada por san Lucas el Evangelista. Aunque las investigaciones la datan en la época bizantina.
Así, cuenta la tradición que la imagen fue llevada por el emperador Constantino de Jerusalén a Constantinopla y fue depositada en el templo local. Seis siglos más tarde, el príncipe Ruteno Lev, encantado por la belleza de Nuestra Señora, quiso llevar la pintura a su país. Por ello, el emperador le regaló la pintura que desde entonces fue venerada en Rusia. Durante las guerras en Rusia protagonizadas por Casimiro el Grande, después continuadas por Luis de Hungría, la pintura fue escondida en el castillo de Bełż, Ucrania. Finalmente, en 1382 la pintura fue encontrada por el príncipe Ladislao de Opole, quien al haber vencido al enemigo la llevó a Częstochowa, para dejarla al cuidado de los monjes paulinos.
Fue en 1430, cuando durante la guerra de los Husitas, el icono fue profanado a golpe de espada, tanto que a día de hoy son todavía visibles las marcas en su rostro. En las primeras décadas del siglo XVII, para proteger el monasterio, se construyó una fortaleza. En 1655 resistió durante dos meses al asedio del ejército sueco. En los años 1770 y 1771 fue invadida por tropas rusas y en 1809 resistió al asedio de los austriacos, pero cuatro años más tarde fue ocupado por el ejército ruso. En este periodo de guerras e invasiones en Europa, Polonia fue dividida por primera vez. Después de la segunda partición en 1793, Częstochowa fue tomada por los prusianos. En 1795, cuando Polonia fue partida por tercera vez entre tres invasores – Austria, Prusia y Rusia- Polonia desapareció del mapa de Europa por más de 120 años.
Y en este período tan trágico para la nación, Jasna Góra cumplió el papel de eslabón entre las tres partes separadas del país.
El 27 de julio de 1920, enfrentando la invasión del ejército bolchevique, el episcopado polaco reunido en Jasna Góra, proclamó a la Virgen María, Reina de Polonia. Cuando el ejército ruso se acercó a Varsovia en su victoriosa marcha, miles de polacos visitaron a su Reina para pedirle la victoria denominada como “el Milagro en el Río Vístula” que fue atribuido a la intervención de Santa María.
De este modo, este lugar se ha convertido en centro de devoción para todo los polacos, incluido, como no podía ser de otra manera, el papa polaco. Un joven Karol Wojtyła, en 1936, partió de Cracovia en peregrinación hasta Jasna Góra junto con una multitud de más de 20.000 estudiantes universitarios, en la que clamaban su deseo de construir una nueva Polonia con la ayuda de la Virgen María.
El 4 de junio de 1979, ya como Juan Pablo II, el primer papa polaco en la historia de la Iglesia, llegó a Jasna Góra nombrándola “santuario de Gran Esperanza”. Wojtyła, durante su pontificado, viajó a Polonia en 7 ocasiones, aunque no en todas ellas visitó el santuario.
También acudió a Częstochowa Benedicto XVI, en mayo del 2006, donde se reunió en el santuario con religiosos, religiosas, seminaristas y representes de los movimientos y de la vida consagrada. Ahora, 10 años más tarde, la Virgen Negra ha recibido nuevamente la visita del sucesor de Pedro. El papa Francisco ha celebrado la misa, en presencia de unas 300 mil personas, con ocasión del 1050º aniversario del Bautismo de Polonia.


Mons. Gądecki: “El Papa no ha reprochado nada a los obispos polacos. Encuentro libre y sereno”
Posted by Salvatore Cernuzio on 28 July, 2016



(ZENIT-Cracovia).- Un encuentro afectuoso y familiar “como un Padre que habla a sus hijos”. Con esta imagen, el arzobispo Wojciech Polak, primado de Polonia, intervino anoche en el centro de prensa de Cracovia, para sintetizar el encuentro del papa Francisco con los 130 obispos polacos que tuvo lugar este miércoles por la tarde en la catedral de Cracovia.
Un encuentro que, por voluntad del mismo Pontífice, se tuvo a puerta cerrada sin cámaras, grabadoras o cámaras de fotos, de modo “informal” precisamente para tener plena libertad de hablar con los pastores.
“No hay ningún secreto ni cosas dramáticas”, aclaró el padre Lombardi, que también intervino en la rueda de prensa. “La mayor parte de los encuentros del Papa con obispos se realizan así: sin luces de cámaras que puedan intimidar el intercambio fraterno”. Y efectivamente esta privacidad contribuyó a crear un “clima de serenidad y familiaridad” y de esa parresía que siempre pide el Pontífice.
“El Papa expresó la voluntad de entrar en diálogo con nosotros”, precisó el arzobispo Stanislaw Gądecki, presidente de los obispos polacos, tercer invitado a la rueda de prensa. Así disolvió las interpretaciones de algunos medios de comunicación según los cuáles “el Papa habría venido aquí a Polonia para reprochar algo a los obispos polacos”. Esta tesis, precisó Gądecki, “no ha tenido lugar en absoluto, es más, el Papa fue muy empático y caluroso con los pastores que lo escuchaban, trató de responder a todas las preguntas de los obispos”.
Los temas afrontados fueron desde la secularización en Europa, especialmente en occidente, al testimonio de la misericordia en las situaciones concretas; de la vida parroquial en relación con los movimientos y asociaciones a la cuestión de los refugiados o cómo dar una respuesta a esta problemática utilizando la razón y sin olvidar el Evangelio.
Francisco, explicó monseñor Gądeck, “no respondió con un discurso preparado” y tampoco dio indicaciones “de estilo intelectual”, sino que “de forma sencilla, con ejemplos de la vida en Buenos Aires o de encuentros en su pontificado” dio una respuesta “exhaustiva” a las preguntas de los obispos.
“Una vez más, el Santo Padre me ha abierto el corazón, la razón y los oídos por lo que ha dicho como padre y pastor”, dijo Polak. Él –prosiguió– no ha querido solo mostrar reflexiones desde el punto de vista teórico, sino que ha indicado una actitud espiritual hacia los proyectos en marcha.
Respecto a la delicada situación de los refugiados, el papa Francisco exhortó a resolver el problema “allí de donde vienen los migrantes”, sanando también esa lacra del “desequilibrio ecológico”, entre las primeras causas de la migración. Por tanto, es necesario adoptar “una actitud diferente hacia la creación”.
Sobre la secularización, o mejor la “descristianización” de una Europa en la que “Jesús es eliminado de la vida humana”, el Pontífice exhortó a ofrecer como respuesta la “cercanía a la vida del hombre” a través de obras de misericordia. “El hombre excluye a Cristo y el Evangelio pero continúa buscando algo”, dijo el Papa según indicó monseñor Polak.
De aquí el ánimo para interesarse por los jóvenes y sobre todo por los ancianos y “ver en ellos la sabiduría, el bagaje de la experiencia de la vida y sobre todo tratar de crear una relación, un puente, entre el mundo de los jóvenes y el mundo de los ancianos”. El Santo Padre –dijo el primado polaco– está tratando de defendernos de la marginación de los ancianos, en una cultura en la que son descartados en el anonimato.
Entre los temas también estuvo la “idolatría del dinero” y las propiedades materiales de la Iglesia; la solidaridad y el compromiso concreto, y por tanto la actuación en el mundo de hoy de la misericordia como “arquitrabe” y “prioridad” de la Iglesia, siguiendo las indicaciones de la Dives in misericordia de Juan Pablo II. El Pontífice citó su exhortación apostólica Evangelii Gaudium para hablar de las parroquias que “no son estructuras obsoletas sino el centro de la vida cristiana”, para renovar de “una forma adecuada” y convertirlas en un “centro en salida que tenga un aspecto misionero”.


Programa del Papa en Polonia – Jueves 28 de julio
Posted by Redaccion on 28 July, 2016



Jueves 28 de julio:
De camino al aeropuerto de Cracovia, el Pontífice se detiene en el Convento de las Hermanas de la Presentación, cercano al arzobispado.

El Papa en Cracovia, llegada del Papa al Palacio arzobispal, la gente le espera (CCEW) Mazur CC BY-NC-SA 20
Después toma el helicóptero hacia el santuario en Częstochowa, donde visitará el Monasterio de Jasna Gora y se reza en la Capilla de la Virgen Negra.
10:00 – El Papa preside la misa por el 1050° aniversario del Bautismo de Polonia. Participan varios cientos de miles de personas.
17:30 – Regreso en helicóptero a Cracovia. Francisco participa en la ceremonia de acogida con los jóvenes en el Parque Jordán en Błonia, donde llega en un tranvía acompañado por jóvenes discapacitados. Desde el papamóvil circula entre los jóvenes para saludarlos.
Se estima la presencia de unos 600 mil jóvenes. El Evangelio es en polaco y paleoeslavo para hacer referencia a occidente y oriente. El Papa dirige un discurso a los jóvenes.
Por la noche, desde la ventana del arzobispado, el Papa saluda a los presentes y a un grupo de recién casados.
(Pinchar aquí para ver el programa completo del viaje)


En el saludo de la noche, el Papa invita a los jóvenes a ‘hacer ruido y crear puentes’
Posted by Salvatore Cernuzio on 28 July, 2016



(ZENIT – Cracovia).- El papa Francisco fue recibido con un fuerte aplauso al aparecer en vídeo en directo durante la ‘Fiesta de los Italianos’ organizada, como es tradición, por los obispos de este país durante cada Jornada Mundial de la Juventud.
A través de las cámaras de TV 2000, el Papa saludó personalmente al concluir la jornada del miércoles, a los más de 90 mil jóvenes que vinieron a Cracovia desde toda Italia y que se reunieron en la explanada del santuario de la Divina Misericordia.
Respondió a tres de ellos, primero a una joven sobre el accidente de trenes que se registró en el sur de Italia, en Andria. “Lo que te ha sucedido es una herida” respondió el Pontífice. “Lo que has sufrido no te permite estar bien”, y añadió que “la vida está llena de cicatrices”.
Así, le explicó que con estas cicatrices y con el recuerdo de los que no están más deberá tomar el tren cada día. Entretanto es necesario “ir hacia adelante con las cosas bellas y feas de la vida”. Francisco dirigió entonces su pensamiento a tantos jóvenes que “no son capaces de llevar adelante la propia vida, y que se dejan arruinar por las drogas”.
El obispo de Roma animó también a Andrea, una joven de 15 años, que llegó a Italia hace seis años y que sus compañeros se burlaban de ella porque no sabía hablar bien el italiano. Una situación que llevó a la joven a pensar incluso en el suicidio.
“Un problema muy común entre los adultos y niños” dijo el Papa es “la crueldad”. Una actitud que está en la base de todas las guerras, que también pueden tenerla los niños, “que hiere, como en tu caso, la dignidad y la nacionalidad”. Es un tipo de terrorismo que destruye, pero que no destruye a quien lanza la bomba, dijo.
“Tú has elegido el camino justo, el del silencio y de la paciencia” le dijo a la joven que lamentaba su incapacidad de perdonar. Y al mismo tiempo, señaló Francisco, hay que evitar “responder con otras cosas feas”. Como Jesús, que era “manso de corazón”.
Un tercer joven le planteó al Papa el odio del atentado de Múnich. A lo que respondió: “La paz construye puentes, el odio murallas”. Y “cuando hay puentes, el odio puede ser desplazado porque yo puedo escuchar al otro, hablar con el otro”. Cuando le das la mano a un amigo construyes un puente humano, cuando lo golpeas construyes un muro, dijo. E invitó a los miles de jóvenes a que se tomen de la mano, para “crear puentes humanos”.
Pocos minutos después el Papa se asomó a la ventana del arzobispado de Cracovia. También es esta una cita fija en la JMJ, que nació espontáneamente como gesto de cariño de los jóvenes hacia el sucesor de Pedro.
Recibido por los coros de ‘viva el Papa’, Francisco les dijo: “Les veo con mucho entusiasmo y alegría”, si bien quiso recordar a un joven de 22 años, Maciej Ciešla, voluntario de la JMJ que falleció de cáncer el mes pasado. El mismo que había dibujado las banderas e imágenes de los santos patronos de la Jornada y en este trabajo había reencontrado su fe. Quería llegar hasta la fecha de la JMJ, pero se fue el 2 de julio. “Les ha hecho un gran bien a todos” recordó. E invitó a guardar un minuto de silencio por él.
“Alguien podrá pensar –subrayó el Papa– que este joven nos arruina la noche. Pero es la verdad y tenemos que acostumbrarnos a las cosas buenas y feas, así es la vida queridos jóvenes”. Y pidió “un aplauso” para este amigo que un día encontraremos.
Y citando al papa Wojtyla, concluyó: “No tengan miedo, Dios es grande. Dios es bueno”. Y al despedirse les recomendó: “Ahora los saludo, mañana nos vemos”. Y añadió que el deber de los jóvenes es el de “hacer ruido toda la noche…”. “Y hagan ver la alegría cristiana, la alegría que el Señor da de ser una comunidad que sigue a Jesús”.


AIN participa en Rimini con la exposición sobre ‘martirio, rocío que fecunda’
Posted by Redaccion on 28 July, 2016



(ZENIT – Roma).-La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) presenta este año en el Meeting di Rimini una exposición con el título: “Vuestra resistencia es martirio, rocío que fecunda”.
El “Meeting de Rimini para la amistad entre los pueblos”, se realiza en la ciudad italiana del mismo nombre que está situada en la costa del Adriático y es organizado por el movimiento Comunión y Liberación. Reúne todos los años, desde 1980, a varios cientos de miles de personas con temas relacionados con el diálogo y el conocimiento hacia las diversas realidades culturales del mundo.
AIN, que desde hace 70 años documenta el martirio cristiano en todo el mundo, del 19 al 25 de agosto tendrá un stand de 400 metros cuadrados con las fotos de la persecución anticristiana en el mundo.
Esta exposición nace de la necesidad de sensibilizar al público y a los medios de comunicación sobre una realidad muchas veces ignorada: en la actualidad se estima que más de 200 millones de cristianos sufren por su fe, siendo muchos los que están sufriendo la violencia e incluso el asesinato. Otros 150 millones más sufren otras formas de opresión como la discriminación y restricción de la práctica religiosa.
A través de un recorrido por diversos países se quiere mostrar esta realidad no tan lejana y sin embargo desconocida: cómo la Iglesia llega hasta el más pequeño de los hermanos y cómo la fe y la esperanza no les doblega ante las dificultades. La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos.
Ayuda a la Iglesia Necesitada cuenta con un archivo de imágenes que es el resultado de los viajes que la fundación realiza a países donde más sufre la Iglesia católica, con el fin de difundir lo que allí ocurre, así como apoyarla y ayudarla pastoral y económicamente.
Se recuerdan ejecuciones ‘lejanas’ como la de Lahore en Pakistán en día de Pascua, pero también masacres en Occidente, como la del Bataclan en París.
El título de esta exposición: “Vuestra resistencia es martirio, rocío que fecunda”, retoma las palabras pronunciadas por el papa Francisco en un vídeo mensaje enviado a los cristianos iraquíes en la Navidad de 2014.



Los esposos y sus padres
Posted by Catholic.net on 28 July, 2016



Después de un camino más o menos largo para reflexionar y dialogar, el amor lleva al gran día del matrimonio. Desde ese momento, inician una serie de ajustes y de cambios en muchas dimensiones para la pareja. También en lo que se refieren a las relaciones entre las dos nuevas familias.
El esposo entra en relación con los padres de la esposa y, si los hay, con sus hermanos. La esposa también entra en relación con los padres del esposo y sus hermanos. Vale la pena fijarnos en las relaciones con los padres, por la importancia que tienen en la vida de cada matrimonio.
El amor matrimonial culmina y se perfecciona en la donación completa al otro, a la otra. A la vez, los esposos siguen siendo hijos, con deberes de gratitud y de asistencia hacia los respectivos padres vivientes.
Es frecuente que surjan conflictos y tensiones entre estos dos niveles de relación, esponsal y parental. La casuística puede ser enorme, y existen muchas maneras de afrontarla.
Pensemos, por ejemplo, en algunas situaciones. En la primera, el esposo, o la esposa, o los dos en formas más o menos parecidas, no acaban de romper el cordón umbilical respecto de los propios padres. Ello lleva a mantener vivo un continuo interés, a veces excesivo, a lo que hacen, a lo que sienten, a lo que ocurre a los propios padres. Se acude con frecuencia a visitarlos, no faltan continuas llamadas telefónicas, o se les invita un día sí y otro también a comer en el hogar de la nueva familia.
Vivir de esta manera puede ser peligroso para la maduración de la pareja. Porque en el hogar el influjo de los padres de uno (o de los dos) no siempre compagina bien con los deseos del yerno o de la nuera, y entonces se generan tensiones, malentendidos, discusiones, incluso altercados. Además, la esposa le reprocha al esposo (o al revés, o los dos mutuamente) el que siga tan apegado a sus padres, incluso a veces descuidando detalles de cariño y obligaciones propias de quien se ha unido, por amor, a otra persona a través del matrimonio.
No es fácil superar este tipo de problemáticas, sobre todo si él o ella no perciben la excesiva dependencia que le encadena a sus padres, o si no capta el daño que produce a la otra parte por seguir excesivamente aferrado a la familia de origen.
Aunque existirán libros buenos para afrontar esta situación, desde el punto de vista cristiano será siempre una ayuda muy grande el fomentar un sano espíritu de diálogo para escuchar a la otra parte, para ver si la relación con los propios padres es excesiva, para planear, con delicadeza, maneras de cortar (nunca del todo, pero sí lo necesario) el “cordón umbilical” y así mejorar la relación de pareja.
En una segunda situación, que puede darse simultáneamente con la anterior o no, son los padres de él o de ella quienes no renuncian a “perder” al hijo, a la hija. Lo sienten suyo, incluso hasta el extremo de sentir celos hacia el yerno o la nuera. Otras veces lo consideran inmaduro, lo rodean de consejos, de mensajes, de intervenciones en la vida cotidiana de la nueva familia.
El hijo (o la hija, o los dos) puede agobiarse ante tantas presiones, y también la otra parte, que siente cómo el espacio familiar se convierte poco a poco más en una especie sucursal de la anterior familia que en una familia que está iniciando un nuevo camino.
Aquí son los padres quienes necesitan aprender el sencillo mensaje que leemos en la Biblia: “¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo varón y hembra, y que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne?” (Mt 19,4-5).
Los hijos no son para estar siempre bajo la custodia de sus padres, ni la nueva casa es una especie de nido a proteger a toda costa. Más bien, hay que entender que la hija o el hijo acaban de iniciar un nuevo camino, en el que los padres pueden dar (y serán muchas veces muy útiles) consejos y recomendaciones, pero siempre con el máximo respeto y sin deseos de imposición, sobre todo porque las decisiones de un matrimonio son competencia exclusiva de los esposos, no de los suegros.
Quienes, como hijos, descubren la presencia de un padre o de una madre invasivos, han de encontrar caminos para dialogar y hacer entender que el hecho de estar en otro hogar no disminuye para nada su cariño, pero que ahora han iniciado una nueva familia: son ellos quienes ahora tienen que avanzar por el arduo y bello camino del amor como esposos y, si Dios les bendice, también como padres.
Desde luego, el trato con los propios padres debería ser llevado adelante por el propio hijo (o hija), pues no es fácil, y a veces parece violento, que el yerno (o la nuera) sea quien hable con los padres de otra parte para pedir un mayor respeto a la autonomía legítima del nuevo matrimonio.
Una tercera problemática consiste en una actitud brusca y excesiva de corte hacia los propios padres, a los que se margina casi de modo injusto y fuerte de la vida que el hijo o la hija inician a partir de su matrimonio.
Este corte brusco a veces es debido a un malsano deseo de independencia, como si el casarse fuese una especie de permiso para olvidar el cuarto mandamiento. Otras veces se llega a esta situación por presiones del cónyuge: la esposa (o el esposo) insiste una y otra vez para que la otra parte corte por completo con sus padres, a veces incluso a través de amenazas más o menos sutiles (“si los vuelves a llamar por teléfono te dejo”, etcétera).
Es triste llegar a actitudes tan negativas hacia quienes son, por designio de Dios, los propios padres. Habrán sido mejores o peores, cariñosos o exigentes (las dos cosas no se oponen entre sí, vale la pena recordarlo), ricos o pobres, instruidos o con pocos estudios. Pero son siempre los propios padres, hacia los que cualquier hijo tiene una enorme deuda de gratitud y una serie de obligaciones que no desaparecen después del día del matrimonio.
Para no llegar a este extremo del abandono o de la marginación de los padres, vale la pena recordar los consejos de la Biblia: “Escucha a tu padre, que él te engendró, y no desprecies a tu madre por ser vieja” (Prov 23,22). “Hijo, cuida de tu padre en su vejez, y en su vida no le causes tristeza. Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente, no le desprecies en la plenitud de tu vigor” (Si 3,12-13).
Se podrían añadir aquí otros casos y circunstancias. Pensemos, por ejemplo, en lo que ocurre si los padres de él (o de ella) están en la misma ciudad de los esposos, mientras que los otros padres están más o menos lejos. O en el caso de hostilidad de los suegros hacia él o hacia ella porque nunca acaban de aceptar que su hijo se haya casado con tal persona. O en el caso de enfermedades que exigen un cuidado continuo hacia el padre o la madre y ponen en peligro la convivencia esponsal si la otra parte se siente marginada a causa de esta situación.
En cualquier caso, en medio de circunstancias más o menos difíciles, los esposos católicos pueden recurrir a la gran ayuda de la oración para abrirse a Dios, para pedir fuerzas y luz, para dejarse aconsejar. Además, como ya dijimos al inicio, es muy importante un diálogo de pareja franco y sereno sobre lo que cada uno siente y lleva en su corazón respecto de sus propios padres y respeto de los padres del esposo o de la esposa.
No hemos de dejar de lado un camino de santificación que consiste en ceder, en lo que sea legítimo y justo, respecto de los propios deseos y “derechos” para condescender con el esposo o la esposa que viven todavía una mayor dependiente de los propios padres.
Se trata de ceder en cosas que sean honestas, no en aspectos esenciales de la vocación al matrimonio que exige a los esposos amarse mutuamente. Si se vive así, será posible llegar a esa perfección que consiste en darse por entero el uno al otro, según el ejemplo de Cristo, que amó a la Iglesia y dio su propia vida por ella (cf. Ef 5, 22-33).


Santos Luís Martín y Celia Guérin – 29 de julio
Posted by Isabel Orellana Vilches on 28 July, 2016



(ZENIT – Madrid).- En condiciones normales lo usual es que los hijos se sientan agradecidos por los padres que les dieron la vida, que reconozcan en sí mismos rasgos dignos de toda consideración que de ellos heredaron. Nada más hondo desde el punto de vista humano que estos lazos de sangre que vinculan a unos y a otros. Si las enseñanzas que impregnan las primeras etapas de la vida, para bien y para mal, dejan una huella imborrable, es fácil comprender que cuando los progenitores son santos el alcance de aquéllas para la prole sea inconmensurable. Teresa de Lisieux tuvo esa gracia. De ahí que dijese: «Dios me ha dado un padre y una madre más dignos del cielo que de la tierra».
El 19 de octubre de 2008 Benedicto XVI beatificó a los componentes de este virtuoso matrimonio. Y el 18 de octubre de 2015, en pleno Sínodo de la Familia, el papa Francisco los canonizó. Ninguno de los dos pudo ingresar en la vida religiosa, como desearon, aunque acudieron a sendas órdenes. Luís tocó la puerta del monasterio del Gran San Bernardo, en los Alpes, y Celia la de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. La misión de ambos era otra: convertirse en ejemplos de amor y fidelidad conyugal vinculados por la misma fe, y formar una familia en la que sobresalió la benjamina. Porque Teresa bebió de ellos el néctar de su caridad y con tan formidable pilar, junto a la gracia de Cristo y su entrega personal, alcanzó la santidad.
Luís, segundo de cinco hermanos, nació en Burdeos, Francia, el 22 de agosto de 1823. Su padre era capitán del ejército. Eso hizo que durante un tiempo tuviese que vivir en distintos lugares hasta que se afincaron en Alençon. No eligió la carrera militar como él, y quizá debido a su temperamento reflexivo y discreto, amante del silencio, sopesó la opción de aprender un oficio, eligiendo el de relojero. Su formación se había iniciado con los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Luego obtuvo las herramientas precisas para su profesión en Bretaña, Rennes, Estrasburgo, el Gran San Bernardo y París. Con 22 años se propuso consagrarse. Pero tenía una seria dificultad con el latín y de su aprendizaje dependía su admisión en el monasterio. Lo intentó con verdadero esfuerzo, pero no consiguió dominar la disciplina, y este sueño quedó atrás. Se instaló en Alençon y regentó su relojería. Era sociable y tenía muchos amigos con los que compartía diversas aficiones. La vertiente espiritual siempre viva en él hallaba eco en el círculo Vital Romet integrado por jóvenes creyentes que eran dirigidos por el abate Hurel. También era miembro de las conferencias de San Vicente de Paúl. Pudo haberse casado con una joven de elevada posición social, pero eludió este compromiso. Vendió una propiedad y adquirió una casa. En ella colocó una imagen de María que le habían obsequiado. Es la conocida «Virgen de la Sonrisa», que la familia trasladó a Buissonnets, en Lisieux.
Celia nació en Gandelain, Orne, Normandía, el 23 de diciembre de 1831. Era la mediana de tres hermanos. La primogénita fue monja de la Visitación. En cuanto a Isidore, el benjamín, hizo las delicias de la casa, un extremo que apenó a la beata al ver cómo recaían en este único varón todas las atenciones maternas. De modo que tuvo una infancia y juventud dolorosas debido, en parte, al carácter de los padres, pero acentuada también por su sensibilidad. Confió este sentimiento a su hermano sin rubor, reconociendo que para ella esos años fueron: «tristes como una mortaja, pues si mi madre te mimaba, para mí, tú lo sabes, era demasiado severa; era muy buena pero no sabía darme cariño, así que sufrí mucho».
Residía en Alençon desde la jubilación de su padre. Tras su muerte, la madre fue incapaz de regentar el negocio, un bar, y la falta de recursos económicos afectó a todos. Celia recibió instrucción de las religiosas de la Adoración perpetua que le enseñaron a realizar un primoroso encaje muy valorado en la ciudad. Se dedicó a esta labor porque el día de la Inmaculada de 1851 escuchó esta locución divina: «Debes fabricar punto de Alençon». Fracasado su anhelo de consagrarse, entendió que estaba destinada por Dios al matrimonio. A su vez, la madre de Luís se había fijado en ella; la consideraba ideal para ese hijo que veía iba cumpliendo años sin pensar en su futuro. Los dos se conocieron un día al cruzar el puente de San Lorenzo. Y tres meses más tarde, el 13 de junio de 1858, se casaron.
De común acuerdo, durante diez meses vivieron como hermanos, en una perfecta castidad conyugal, hasta que el confesor les recordó el gesto generoso de dar hijos a Dios. Tuvieron nueve; cuatro fallecieron de forma prematura. A los 45 años a Celia se le detectó un tumor maligno. No sobrevivió mucho tiempo a este diagnóstico; murió el 28 de agosto de 1877. Luís, que entonces tenía 54 años, continuó sacando adelante a los hijos, aunque ya hacía tiempo que había dejado su trabajo para apoyar el negocio de bordado, y estaba implicado en su educación. Siguió infundiéndoles la vida de piedad que había llevado junto a Celia: oraciones, rezos, asistencia a misa, confesión, actividad incesante en la parroquia… Acompañó a sus hijas al umbral del convento, y afrontó el dolor de separarse de Teresa, que tenía 15 años cuando se hizo religiosa. En las cartas de la santa se constata la progresiva disminución de facultades mentales que su querido padre fue sufriendo hasta fallecer en el sanatorio de Caen, donde estaba internado, el 29 de julio de 1894.
La madre había manifestado en una ocasión: «No vivíamos sino para nuestros hijos; eran toda nuestra felicidad y solamente la encontrábamos en ellos». Y siendo así, Luís entregó generosamente a Dios a sus cinco hijas, diciendo: «Ven, vayamos juntos ante el Santísimo a darle gracias al Señor por concederme el honor de llevarse a todas mis hijas». Ciertamente, ambos son un ejemplo para todos los padres.


San Pedro Poveda Castroverde – 28 de julio
Posted by Isabel Orellana Vilches on 28 July, 2016



(ZENIT – Madrid)- «En la vida de los santos, admíralo todo e imita de ellos lo que puedas», aconsejó el mártir fundador de la Institución Teresiana. Cuando transmitió esta máxima en 1908, transitaba con firmeza por la vereda que le encumbraría a los altares, llevado de su pasión por Cristo, movido por ardiente caridad y la clarividencia que acompaña a los auténticos hijos de Dios.
Nació en Linares, Jaén, España, el 3 de diciembre de 1874 en una familia de siete hermanos, de los cuales fue el primogénito. No tuvo que dilucidar nada acerca de su quehacer porque tuvo clara su vocación sacerdotal. Inicialmente, ingresó en el seminario de Jaén, y luego se trasladó al de Guádix, Granada, donde fue ordenado sacerdote en 1897. Después se licenció en teología en Sevilla. En Guádix permaneció hasta 1905 y allí puso los pilares de lo que sería su preocupación fundamental: la enseñanza. Fue testigo de las graves deficiencias que presentaba una parte de la población, especialmente la residente en el barrio marginal de las cuevas de esta localidad granadina. Eran gentes que no recibían atenciones, faltas de educación y carentes de recursos económicos. Para asistirlas puso en marcha las Escuelas del Sagrado Corazón.
Su siguiente destino fue Covadonga, Asturias; iba como canónigo. En esta nueva etapa de su vida, que duró siete años, oró y estudió con ahínco mientras pervivía en su corazón la inquietud por la enseñanza. Prueba de ello fue la creación en 1911 de dos academias, la de Gijón dirigida a los varones y la de Oviedo a las mujeres; al año siguiente abrió otra en Linares. Con ellas se propuso dar lance a los problemas educativos que hubo en España en las primeras décadas del siglo XX. Su idea pedagógica partía con visión universal y tenía el sólido pilar del humanismo cristiano; todo un aldabonazo en la tarea educativa. Además, acertadamente sumó a este empeño el inmediato objetivo de formar al profesorado de Magisterio.
Vuelto a Jaén en 1913, compaginó su misión como canónigo de la catedral con otras responsabilidades. Fue profesor del Seminario, de las Escuelas Normales y del Instituto de Segunda Enseñanza. Entones conoció a María Josefa Segovia, una valiosa joven que apenas sobrepasaba la veintena, en cuyas manos puso la Academia de Magisterio fundada en la ciudad. También fue la primera en dirigir la Institución Teresiana. Porque otra de las características que resaltan en Pedro es la excepcional labor que realizó escalando peldaños en pro de la educación femenina. Propició la creación de las bases precisas para que las mujeres accedieran a la cultura a través de las academias sembradas en el país, y en 1914 impulsó en Madrid la primera residencia universitaria femenina española. Quería que los docentes implicados en esta tarea, tanto en el presente como en el futuro, supieran mostrar «con los hechos que la ciencia hermana bien con la santidad de vida». Toda su labor estuvo impregnada de la fe, de la oración. Era un hombre de ideas claras, con los pies en la tierra y el corazón en el cielo, un gran director y formador. Advertía: «No mires jamás el bien que hiciste en la vida pasada ni el mal que evitaste con el auxilio del Señor; pon la mira en el cielo, en lo mucho que te falta para conseguirlo. Familiarízate con la frase ¡adelante!, interpretando bien lo que por ella se significa».
En 1921 fue designado capellán real, lo cual le permitió desarrollar fecundos proyectos aprovechando el interesante campo de relaciones que se abrió ante él. Fomentó la colaboración con personalidades afines a su ideario, y de ese modo proporcionó nuevas alternativas a una sociedad que empezaba a impregnarse con los primeros atisbos de secularismo. Continuó impulsando la fundación, sin relegar otros proyectos educativos vinculados a organismos que respaldaban al profesorado católico. En esta etapa de su vida instituyó la Liga Femenina de Orientación y Cultura. También apuntaló su obra con la redacción de las líneas que debería seguir y las bases de la reforma educativa que había promovido. En 1924 la Institución recibió la aprobación pontificia como Pía Unión, y en 1928 comenzó a expandirse por el extranjero.
Fue un apóstol infatigable, dio pruebas de su humildad, paciencia y mansedumbre, y jalonó su vida con la oración y entrega constantes. Como dijo de sí mismo en 1920, su fe no fue «vacilante», sino «firme e inquebrantable», y así lo mostró nuevamente al final de su existencia. Había manifestado: «Creer bien y enmudecer no es posible», una convicción que rubricó con su sangre. El 27 de julio de 1936, en medio de la hecatombe de la guerra civil, fue detenido en su domicilio; acababa de oficiar la misa. Se identificó con valentía: «¡Soy sacerdote de Cristo!». Siempre movido por el vivo anhelo de cumplir la voluntad de Dios, se disponía a encontrarse con Él para siempre. «Sin cruz no tendrás llave para abrir las puertas del cielo», había dicho. Otro matiz de la que portaba él cabalgaba a lomos del odio y del resentimiento, aunque en su airado prójimo siguió reconociendo a Cristo; otro rasgo de su evangélico corazón: «Ve en el prójimo la imagen de Jesús, y así amarás aún a los mismos enemigos […]. Jamás des entrada al odio en tu corazón. Perdona generosamente…».
Pocos días antes de su captura escribió: «Nunca como ahora debemos estudiar la vida de los primeros cristianos para aprender de ellos a conducirnos en tiempo de persecución. ¡Cómo obedecían a la Iglesia, cómo confesaban a Jesucristo, cómo se preparaban para el martirio, cómo oraban por sus perseguidores, cómo perdonaban, cómo amaban, cómo bendecían al Señor, cómo alentaban a sus hermanos!». Apenas le dieron respiro. Fue ejecutado el 28 de julio, al día siguiente de su detención. Juan Pablo II lo beatificó el 10 de octubre de 1993, y lo canonizó el 4 de mayo de 2003.