Servicio diario - 04 de agosto de 2016


 

Francisco en Asís: ‘El perdón de Dios no conoce límites’
Posted by Rocío Lancho García on 4 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El mundo necesita el perdón; demasiadas personas viven encerradas en el rencor e incuban el odio, porque, incapaces de perdonar, arruinan su propia vida y la de los demás, en lugar de encontrar la alegría de la serenidad y de la paz. Lo ha asegurado el papa Francisco, en una profunda meditación sobre la capacidad de perdonar y dejarse perdonar por Dios, en su visita a Asís este 4 de agosto por la tarde.
Y es que el Santo Padre ha viajado por segunda vez hasta la ciudad del santo del que tomó nombre como Pontífice. En esta ocasión, el viaje se ha realizado con motivo del VIII Centenario del Perdón de Asís. El Papa ha llegado a la ciudad de san Francisco a las 16.00 en helicóptero y se ha dirigido a la basílica de Santa María de los Ángeles. Allí, ha ido directamente a la Porciúncula y se ha recogido en oración silenciosa.
En su meditación centrada en el perdón, el Santo Padre ha querido recordar las palabras que, según la antigua tradición, san Francisco pronunció justamente en ese lugar ante todo el pueblo y los obispos: «Quiero enviaros a todos al paraíso».
Al respecto ha recordado que el paraíso es “ese misterio de amor que nos une por siempre con Dios para contemplarlo sin fin”. Jamás estamos solos cuando vivimos la fe, “nos hacen compañía los santos y los beatos, y también las personas queridas que han vivido con sencillez y alegría la fe, y la han testimoniado con su vida”, ha explicado el Santo Padre.
Por otro lado, ha asegurado que la vía maestra que se debe recorrer para lograr ese puesto en el paraíso es “el perdón”. Y en el Porciúncula, “todo habla de perdón”. Así, el papa Francisco ha asegurado que el Señor nos ha hecho un gran regalo “enseñándonos a perdonar para experimentar en carne propia la misericordia del Padre”.
Además, ha recordado que debemos perdonar a una persona que nos ha hecho mal “porque nosotros somos los primeros que hemos sido perdonados, e infinitamente más”. Sabemos bien –ha recordado Francisco– que estamos llenos de defectos y recaemos frecuentemente en los mismos pecados. Sin embargo, “Dios no se cansa de ofrecer siempre su perdón cada vez que se lo pedimos”, ha precisado.
Y este es un “perdón pleno”, que nos da la certeza de que “Él tiene piedad de nosotros y no deja de amarnos”. Nuestro Padre –ha insistido– se apiada siempre cuando estamos arrepentidos, y nos manda a casa con el corazón tranquilo y sereno, diciéndonos que nos ha liberado y perdonado todo.
El Papa ha subrayado que “el perdón de Dios no conoce límites; va más allá de nuestra imaginación y alcanza a quien reconoce, en el íntimo del corazón, haberse equivocado y quiere volver a Él”. Dios, ha añadido, mira el corazón que pide ser perdonado.
Por otro lado, ha observado que el problema surge “cuando nosotros nos ponemos a confrontarnos con nuestro hermano que nos ha hecho una pequeña injusticia”. Y ha advertido de que “cuando estamos nosotros en deuda con los demás, pretendemos la misericordia”; en cambio cuando estamos en crédito, “invocamos la justicia”. Este no puede ser el estilo de vida de los cristianos, ha asegurado.
Por esta razón, el Santo Padre ha asegurado que “limitarnos a lo justo, no nos mostraría como discípulos de Cristo, que han obtenido misericordia a los pies de la cruz sólo en virtud del amor del Hijo de Dios”.
Al finalizar la meditación, el Santo Padre ha invitado a los frailes y obispos presentes a ir a los confesionarios “para estar a disposición del perdón”. “Yo también iré”, ha anunciado por sorpresa, ya que no estaba previsto que el Papa confesara tras la meditación. Mientras el Papa confesaba, los fieles presentes en la Basílica rezaban el rosario, animados por los cantos del coro. El Santo Padre ha estado confesando durante casi una hora a 19 personas: una franciscano, dos sacerdotes, 4 scout, una señora en silla de ruedas y 11 voluntarios del servicio de la Basílica.
Después se ha dirigido a la enfermería del Convento donde ha saludado a unos diez religiosos enfermos con sus cuidadores. Finalmente ha salido a la plaza de la Basílica y ha saludado a los fieles allí reunidos.




El Papa recuerda a los dominicos que el predicador “se mueve en terreno sagrado”
Posted by Rocío Lancho García on 4 August, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Evangelizados por Dios, para evangelizar. Sin una fuerte unión personal con Él, la predicación podrá ser muy perfecta y razonada, e incluso admirable, pero no tocará el corazón, que es lo que debe cambiar. Así se lo ha recordado esta mañana el papa Francisco en su encuentro con los participantes del Capítulo General de la Orden de los Hermanos Predicadores, los dominicos.
Además, ha aseverado que el buen predicador es consciente de que “se mueve en terreno sagrado”, porque la Palabra que lleva consigo es sagrada, y sus destinatarios también lo son. Los fieles –ha explicado el Papa– no solo necesitan recibir la Palabra en su integridad, sino también experimentar el testimonio de vida del que predica. Por esta razón, Francisco ha indicado que los santos han logrado abundantes frutos porque, con su vida y su misión, “hablan con el lenguaje del corazón, que no conoce barreras y es comprensible por todos”.
Tal y como ha recordado el Santo Padre, este año tiene un significado especial para los dominicos “al cumplirse ocho siglos desde que el papa Honorio III confirmó la Orden de los Predicadores”. Con ocasión del Jubileo que celebran con este motivo –ha añadido– me uno a ustedes en acción de gracias por los abundantes dones recibidos durante este tiempo. Además, ha expresado su gratitud “por su significativo aporte a la Iglesia” y la colaboración que “ha mantenido desde sus orígenes hasta el día de hoy con la Sede Apostólica”.
Asimismo, ha precisado que el octavo centenario lleva a hacer memoria de hombres y mujeres de fe y letras, de contemplativos y misioneros, mártires y apóstoles de la caridad, “que han llevado la caricia y la ternura de Dios por doquier, enriqueciendo a la Iglesia y mostrando nuevas posibilidades para encarnar el Evangelio a través de la predicación, el testimonio y la caridad: tres pilares que afianzan el futuro de la Orden, manteniendo la frescura del carisma fundacional”.
Por otro lado, ha aseverado que es tan imprescindible “el estudio serio y asiduo de las materias teológicas”, como todo lo que permite “aproximarnos a la realidad y poner el oído en el pueblo de Dios”.
En esta misma línea, el Pontífice ha subrayado que transmitir más eficazmente la Palabra de Dios “requiere el testimonio”: maestros fieles a la verdad y testigos valientes del Evangelio. El testigo –ha asegurado– encarna la enseñanza, la hace tangible, convocadora, y no deja a nadie indiferente. Finalmente, ha recordado que el predicador y el testigo “deben serlo en la caridad”. Sin esta, serán discutidos y sospechosos. Al respecto, ha precisado que el grito de los pobres y los descartados despierta, y hace comprender “la compasión que Jesús tenía por las gentes”.
De este modo, el Pontífice ha recordado que mirando a nuestro alrededor, comprobamos que el hombre y la mujer de hoy, están sedientos de Dios. “Ellos son la carne viva de Cristo, que grita «tengo sed» de una palabra auténtica y liberadora, de un gesto fraterno y de ternura”, ha recordado. Y este grito “nos interpela” y debe ser el que “vertebre la misión y dé vida a las estructuras y programas pastorales”.
En el encuentro con la carne viva de Cristo –ha subrayado el Papa– somos evangelizados y recobramos la pasión para ser predicadores y testigos de su amor.
Para concluir su discurso, el Santo Padre ha animado a los presentes “a seguir con alegría el carisma inspirado a santo Domingo y que ha sido vivido con diversos matices por tantos santos y santas de la familia dominica”.



La Santa Sede denuncia el aumento de abusos a menores en conflictos
Posted by Redaccion on 4 August, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- La Santa Sede ha levantado su voz una vez más contra la implicación de niños en conflictos. Monseñor Simon Kassas, encargado ante la Misión del observador permanente de la Santa Sede en la ONU, intervino esta semana en el debate abierto en el Consejo de Seguridad sobre este tema, poniendo el acento en el aumento de ciertos fenómenos aberrantes.
Niños-soldados usados como kamikaze, con fines sexuales o en las más peligrosas operaciones militares: en el 2015 las violaciones han visto una gravedad nunca conocida antes. “Nunca en la historia reciente ha habido tantos niños sometidos a tal brutalidad violenta”, afirmó el prelado, como indica Radio Vaticano.
Monseñor Kassas no escondió los “progresos” manifestados por la comunidad internacional en la defensa de los niños, pero evidentemente es necesario hacer más. La Santa Sede está preparada a perpetuar su compromiso. “A través de sus distintas estructuras activas en la mayor parte de las zonas en conflicto, la Iglesia católica está activamente comprometida en el cuidado de las víctimas de la violencia”, subrayó monseñor Kassas.
Además, a lo largo de los años, las estructuras de la Santa Sede y las numerosas instituciones católicas han colaborado con las misiones de paz y las agencias de la ONU para compartir las prácticas para afrontar este flagelo.
Los lugares donde los niños están en mayor riesgo, desde este punto de vista, son Afganistán, Irak, Somalia, Sudan del sur, y Yemen, donde se ha quintuplicado, en un año, el número de menores enrolados en el ejército y en las milicias locales y aumentan en seis veces el de niños asesinados o mutilados. El Estado Islámico y Boko Haram comparten el triste primado en la explotación de menores.
No falta al menos una noticia positiva: en el 2015, más de 8 mil niños fueron liberados y muchos países aprobaron leyes para su protección.



El presidente de los obispos polacos da las gracias al Papa por su visita
Posted by Redaccion on 4 August, 2016



(ZENIT – Roma).- “Le agradezco sus palabras reconfortantes, llenas de amor y cálidas, dirigidas no sólo a los jóvenes reunidos en Cracovia, sino a todos los fieles y a los pastores de la Iglesia en Polonia”. Con estas palabras de agradecimiento se dirige el presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, monseñor Stanisław Gądecki, en una carta dirigida al papa Francisco, tras su viaje a Polonia la semana pasada. De este modo, le da gracias “por la peregrinación a nuestra Patria con motivo de la JMJ”.
Los últimos días –indica el prelado– han sido una celebración inolvidable de la juventud y de la fe, una celebración que reveló un espíritu común, el que abraza no sólo a los polacos, sino a todas las personas que ven en el Evangelio de Cristo un fundamento duradero y sólido para la paz y la seguridad de todos los pueblos que perciben en el amor misericordioso de Dios la esperanza para el mundo.
Por eso, el arzobispo de Poznan le agradece “sus palabras reconfortantes, llenas de amor y cálidas, dirigidas no sólo a los jóvenes reunidos en Cracovia, sino a todos los fieles y a los pastores de la Iglesia en Polonia”. La presencia del Sucesor de Pedro en nuestra Patria, durante el Jubileo extraordinario de la Misericordia y en el año de la 1050º Aniversario del Bautismo de la Polonia –asegura el arzobispo– es para nosotros, un signo especial de unidad, de amor y de devoción.
Por otro lado, se muestra agradecido al Santo Padre “por la sencillez entrañable y la bondad que irradiaban de la persona de Su Santidad en medio de nosotros”. Esta bondad –añade– es ciertamente un reflejo del amor que usted, Santidad, ha dedicado a toda su vida y ministerio.
Finalmente, el presidente de los obispos polacos “en el espíritu de agradecimiento por la JMJ, el 1050º Aniversario del Bautismo de la Polonia, y el Jubileo extraordinario de la Misericordia” indica que “queremos llegar”, en octubre, a los umbrales apostólicas con la peregrinación nacional, y así “expresar a Su Santidad nuestra gratitud, nuestra fidelidad y nuestra piedad filial”.


Argentina: El Gobierno declara la beatificación de Mama Antula de interés nacional
Posted by Redaccion on 4 August, 2016



(ZENIT – Roma).- El Gobierno argentino ha declarado de interés nacional los actos de la celebración por la beatificación de María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula. La beatificación se celebra el 27 de agosto en Santiago del Estero y el 17 de septiembre en Buenos Aires proseguirán las celebraciones.
En los fundamentos de la medida se destaca que “la consagrada fundó en 1795 la Santa Casa de Ejercicios Espirituales”, con el fin de “perpetuar la práctica de los ejercicios espirituales ignacianos, objetivo que hoy se sigue prestando como servicio de fortalecimiento espiritual a la comunidad” y se valoró que es “la primera argentina elevada a los altares de la fe católica y propuesta como modelo de mujer misericordiosa, solidaria, misionera y peregrina de la fe”.
Asimismo, se valora que “María Antonia de San José es la primera argentina elevada a los altares de la fe católica y propuesta como modelo de mujer misericordiosa, solidaria, misionera y peregrina de la fe”.
La resolución estima, además, que la celebración por realizarse en la capital santiagueña “contará con una gran concurrencia de devotos de María Antonia de San José, provenientes de todo el país y la República Oriental del Uruguay, realizándose además una vigilia para jóvenes, para lo cual se han programado diversas actividades artísticas y de oración”.
La decisión fue propiciada por la Secretaría de Culto de la Nación y adoptada por la Secretaria General de la Presidencia de la Nación.
En cuanto a las actividades en Buenos Aires se destaca que culminarán con la celebración de la santa misa en la catedral metropolitana, la peregrinación a la basílica de Nuestra Señora de la Piedad y un acto conmemorativo en la Santa Casa de Ejercicios Espirituales.
“Que la particular relevancia que reviste la beatificación de María Antonia de San José y sus actos celebratorios, amerita que los mismos sean declarados de interés nacional”, se sostiene en la resolución.



Algunos consejos para rezar con tu cónyuge
Posted by Catholic.net on 4 August, 2016



¿Se ha preguntado alguna vez cómo rezar más íntimamente con su esposo? ¿Le gustaría estar espiritualmente más cerca de su esposa? Puesto que la misa es la oración perfecta entre Cristo y su Esposa, la Iglesia, las parejas pueden aprender mucho de la misa acerca de cómo rezar juntos como esposos y de cómo a la vez aumentar su intimidad. Los esposos que quieren aprender a rezar juntos pueden comenzar por seguir la misma estructura que sigue la misa. Así que observemos primero cómo el Pueblo de Dios, la Iglesia, reza durante la misa, y luego exploraremos cuatro pasos sencillos para rezar con su cónyuge.
Estructura de la Misa
La misa consta de cuatro partes: el Rito de Entrada, la Liturgia de la Palabra, la Liturgia Eucarística y el Rito de Conclusión. En el Rito de Entrada, la Iglesia se reúne, hace la señal de la cruz, y le pide perdón a Dios, lo cual prepara nuestros corazones para una unión más profunda con Él. Luego viene la Liturgia de la Palabra, durante la cual escuchamos activamente las lecturas de las escrituras. Esta etapa se puede comparar con una conversación entre Cristo y la Iglesia; Cristo nos habla en las lecturas y nosotros cantamos salmos a Dios con el corazón. Después, en la Liturgia Eucarística, Cristo y la Iglesia intercambian su amor mutuo. Mediante la transformación del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, Cristo se hace substancialmente presente. Él se nos da en la Eucaristía; nosotros, a la vez, lo recibimos y nos entregamos a Él, profundizando -una íntima unión. Finalmente, el Rito de Conclusión nos recuerda ir en paz a servir al Señor siempre.
Cuatro pasos sencillos
Rezar con su esposo debería ser sencillo y enriquecedor. Se puede comenzar por seguir la estructura de la misa. He aquí un proceso de cuatro pasos para rezar juntos como esposo y esposa.
Primer paso: Reconciliarse y llenarse de gozo
Primero, aparten algún tiempo durante la semana para los dos, a solas; reúnanse en un lugar cómodo o den un paseo tomados de las manos. Hagan la señal de la cruz y tómense un momento para estar presentes el uno para el otro y para Dios, como al comienzo de la misa. Al comenzar, tómense un tiempo para reconciliarse; hablen de cómo podrían haber herido al otro durante la semana, luego pidan perdón y perdónense. Esto les ayudará a acercarse a Dios con el corazón abierto y a estar unidos en la oración. Una vez se hayan reconciliado, llénense de gozo ofreciendo una oración de acción de gracias a Dios.
Segundo paso: Descubrir a Dios juntos
El segundo paso se basa en la Liturgia de la Palabra. Luego de reconciliarse y llenarse de gozo, pasen un tiempo descubriendo a Dios juntos. Hay varias formas de hacer esto; por ejemplo, podrían leer la Biblia y comentar juntos el pasaje leído. Si no saben por dónde comenzar a leer la Biblia, una buena opción es leer el Evangelio que se proclamará el siguiente domingo.
Otra opción es leer los salmos, que han sido llamados el “libro de oraciones”. Los salmos expresan dolor y gozo, temor y esperanza, anhelo de Dios, y alabanza. Al mirar los títulos de los salmos juntos pueden encontrar alguno con el que puedan identificarse en ese momento. Recen con el salmo pausadamente y luego comenten cómo el salmo les mueve por dentro y en qué los hace pensar.
Otra manera de acercarse a Dios juntos es simplemente hablar de lo que piensan en sus mentes y lo que sienten en sus corazones. ¿De qué están agradecidos esta semana? ¿Qué dificultades se presentan en sus vidas? ¿Qué necesitan del otro y de Dios? Respondan estas preguntas honestamente y luego ofrezcan oraciones de petición a Dios. Recuerden dar gracias a Dios al verle responder fielmente a sus peticiones.
Tercer paso: Compartir el amor
El tercer paso se deriva de la Liturgia Eucarística. Después de descubrir a Dios juntos, pueden profundizar en la oración compartiendo su amor mutuo. Compartir el amor en el contexto de la oración puede incluir un beso, descansar en los brazos del otro, cuidar del esposo enfermo, decir unas palabras de apoyo o alguna otra genuina muestra de amor. Nuevamente, tengan un corazón agradecido a medida que su intimidad profundiza la presencia de Dios.
Cuarto paso: Servir al otro por reverencia a Cristo
A medida que su tiempo juntos se acerca al final, recuerden irse en paz para servir al Señor y el uno al otro. ¡La oración y la intimidad nunca terminan! Que su servicio e intimidad vivan cada día mientras cocinan, limpian, escuchan, trabajan, etc. El fruto que brotará de su rutina de oración bendecirá su matrimonio, profundizará su amor por Dios y el del uno por el otro, y les permitirá reflejar el amor entre Cristo y su amada esposa, la Iglesia.


Beato Federico Janssoone – 5 de agosto
Posted by Isabel Orellana Vilches on 4 August, 2016



(ZENIT- Madrid).- En esta festividad de la Dedicación de la basílica de Santa María la Mayor, celebramos la vida de este franciscano, devoto de María, apóstol en Tierra Santa y en cuantas misiones le encomendaron, que nació en la localidad francesa de Ghyvelde, el 19 de noviembre de 1838. Sus padres eran unos honrados campesinos que gozaban de buena posición económica. Coherentes con su fe católica habían alentado la de sus numerosos hijos. Así Federico, siendo un adolescente, vio en el sacerdocio el más preciado ideal para su vida. Y después de cursar estudios en el colegio de Hazebrouck y en el Instituto de Ntra. Sra. de las Dunas, de Dunquerque, ingresó en el seminario. Tenía buena base, porque cuando hizo la primera comunión a la edad de 14 años había recibido una intensa y dilatada formación. Entonces hacía cuatro años que su padre había muerto. Y precisamente esta circunstancia que influyó en la economía doméstica le obligó a dejar aparcada su preparación eclesiástica. Su sentido de la responsabilidad le hizo ver que su familia precisaba de su ayuda para salir adelante.
En 1861 fue su madre quien partió de este mundo, mientras su vocación franciscana se hacía cada vez más palpable en su interior. Entonces tenía 23 años y a los 26 dio cauce a este sentimiento ingresando en el convento de Amiens donde hizo el noviciado. Luego pasó por Limoges y por Bruges donde completó las etapas de su consagración. En 1868 emitió la profesión, y en 1870 recibió el sacramento del orden. Una de sus primeras misiones fue el frente para asistir como capellán a los soldados que se batían en la guerra franco-prusiana. Cuando ésta culminó lo destinaron sucesivamente a Branday, a Burdeos, con el fin de abrir un nuevo convento, y a París donde se hizo cargo de la biblioteca. A partir de entonces su labor iba a desarrollarse lejos de Europa marcada con el mismo sello: el celo apostólico que había tenido hasta ese momento.
Los cinco primeros años que pasó en Tierra Santa, desde 1876 hasta 1881, como vicario custodial de ese patrimonio incomparable de la fe que se halla bajo el amparo de los franciscanos, dejaron una profunda huella en su vida. Tras un periodo de estancia en Canadá donde recaudó limosnas para el sostenimiento de los Santos Lugares, además de implicar a los fieles en la tarea apostólica, volvió a Tierra Santa en 1882. Otros seis años de estancia en ella sirvieron, entre otras cosas, para poner al descubierto cualidades que anteriormente permanecieron veladas. De hecho, no se había presentado la ocasión de constatar su valía para el mundo diplomático, pero en ese periodo solventó asuntos delicados con notable éxito. Cuando volvió a Canadá en 1888 dejaba atrás obras como la iglesia de santa Catalina construida por él, y los reglamentos del Santo Sepulcro y de Belén. No regresó a Tierra Santa, pero siguió vinculado a ella en calidad de comisario.
El resto de su existencia discurrió en tierras canadienses, primero en Montreal y después en Trois-Rivières, Quebec. Su vida religiosa era un vivo testimonio de amor a Cristo. Era un hombre austero, que había encarnado el carisma franciscano admirablemente, sencillo, confiado, paciente, acogiendo las dificultades con paz, dispuesto a cumplir en todo momento la voluntad de Dios. Vivía el ideal de pobreza con rigor, y trataba con ternura a los pobres, que eran sus dilectos hermanos en Cristo. Adoraba con sumo fervor la Eucaristía y llevaba grabado en su corazón el amor a María. Con ese espíritu mariano alentó a los fieles a involucrarse en el culto, y a vivir piadosamente. Impulsó peregrinaciones al santuario de la Virgen Du-Cap, cercano a Trois-Rivières, que presidía; le servían para recordar a todos que se llega al Hijo a través de la Madre. También fue devoto del Sagrado Corazón de Jesús y de San José. Compartió estas tres dilecciones con la gente y se produjo un notable incremento de fieles que acudían a Jesús, María y José. Por mediación de la Virgen, Federico recibió gracias extraordinarias y se obraron milagrosas curaciones. Convirtió a muchas personas.
Asimismo, infundió gran amor a la adoración eucarística. Predicaba, impartía catequesis, asistía a fraternidades franciscanas seglares difundiendo el carisma al que se había abrazado. También redactaba escritos, y buscaba ayuda para erigir obras de gran calado como el santuario de la Virgen del Rosario, de Cap La Madeleine, que logró convertir en el templo de la adoración perpetua de Québec, y el monasterio de las clarisas de Valleyfield. A instancias suyas se erigieron imponentes Via crucis en distintos lugares. Nada de ello habría salido adelante si no hubiese estado sumergido en la oración y en la penitencia. Murió en Montreal el 4 de agosto de 1916. Tenía 77 años. Juan Pablo II lo beatificó el 25 de septiembre de 1988. Sus restos se veneran en Trois-Rivières.