Servicio diario - 09 de septiembre de 2016


 

El Papa en Sta. Marta: Evangelizar no es hacer proselitismo ni presumir
Posted by Redaccion on 9 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- No reducir la evangelización al funcionalismo ni tampoco a un simple ‘paseo’. Es la petición realizada por el papa Francisco en la homilía de esta mañana en Santa Marta. De este modo, el Pontífice ha subrayado la importancia que debe asumir el testimonio en la vida de los cristianos, advirtiendo de la tentación de proselitismo y de convencer con la fuerza de las palabras.
El Santo Padre hace referencia a la Primera Lectura, de san Pablo a los Corintios, para preguntarse qué significa dar testimonio. De forma especial el Papa se ha detenido en el hecho de que evangelizar no significa reducirlo “a una función”.
Lamentablemente, ha advertido el Santo Padre, se ven cristianos que viven el servicio como una función. Laicos y sacerdotes que presumen de lo que hacen. Así, Francisco ha recordado que “evangelizar no es hacer proselitismo”. Es decir, “ni hacer el paseo, ni reducir el Evangelio a una función ni hacer proselitismo: esto no es evangelizar”. De este modo ha observado que Pablo dice que evangelizar es para él una necesidad “que se le impone”. Y ha añadido que un cristiano tiene la obligación, pero con esta fuerza, como una necesidad de llevar el nombre de Jesús, pero desde el propio corazón.
El Papa ha proseguido que anunciar el Evangelio no puede ser un presumir sino “una obligación”. Y el estilo debe ser “hacerse todo a todos”. El estilo es “ir y compartir la vida de los otros, acompañar; acompañar en el camino de la fe, hacer crecer en el camino de la fe”.
En esta línea, el Pontífice ha asegurado que debemos ponernos en la condición del otro: “Si él está enfermo, acercarme, no agobiarlo con argumentos”, “ser cercano, asistirlo, ayudarlo”. Se evangeliza “con esta actitud de misericordia: hacerse todo a todos. Es el testimonio que lleva la Palabra”, ha precisado.
El Papa ha hecho referencia a una pregunta que le hizo un joven en la JMJ de Cracovia, “qué decir a un amigo ateo”. A lo que Francisco respondió: “la última cosa que tienes que hacer es decir algo. Comienza por hacer y él verá lo que haces y te preguntará”.
Asimismo, el Pontífice ha explicado que evangelizar es dar este testimonio: yo vivo así porque creo en Jesucristo. Y esto, reconoce el Papa, despierta curiosidad en la gente.
Por otro lado ha querido recordar que evangelizar es algo que se hace gratuitamente, “porque nosotros hemos recibido gratuitamente el Evangelio”, “la gracia, la salvación, no se compra y tampoco se vende: es gratis. Y gratis debemos darla”.
El Santo Padre ha querido mencionar a San Pedro Claver, del que hoy se celebra la memoria. Un misionero que “se fue a anunciar el evangelio”. Quizá, ha añadido, “él pensaba que su futuro era predicar: en su futuro el Señor le pidió estar cerca, junto a los descartados de aquel tiempo, a los esclavos, los negros, que llegaban allí, desde África, para ser vendidos”.
En esta línea, ha observado que “este hombre no dio un paseo, diciendo que evangelizada”, “no ha reducido la evangelización a un funcionalismo y tampoco a un proselitismo”. Sin embargo “anunció a Jesucristo con los gestos, hablando a los esclavos, viviendo con ellos, viviendo como ellos”. Y como él en la Iglesia “hay muchos”.
Finalmente ha querido recordar que todos nosotros “tenemos la obligación de evangelizar”, viviendo la fe, hablando con mansedumbre, amor, sin querer convencer a nadie, pero gratuitamente. “Es dar gratis lo que Dios me ha dado gratis”, eso es evangelizar.



Programa oficial de la visita del Papa a Suecia en el 500º aniversario de la Reforma
Posted by Redaccion on 9 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Será un viaje breve pero cargado de significado el que realizará el papa Francisco a Lund, en Suecia, del 31 de octubre al 1 de noviembre, para una conmemoración común luterano-católica de la Reforma en su 500º aniversario. Como se lee en el programa oficial, publicado hoy por la oficina de prensa del vaticano, el Papa llegará a Malmö, tras una hora y media de vuelo.
En el aeropuerto tendrá lugar la ceremonia oficial de llegada y le seguirá la visita de cortesía a la familia real en Lund. A continuación, en la catedral, se celebra una oración ecuménica común inspirada por el documento del 2013 “Del conflicto a la comunión”.
Será este uno de los momentos clave del viaje, que seguirá en el Malmö Arena, donde está previsto un evento ecuménico y el encuentro de las delegaciones.
En la mañana del 1 de noviembre se celebra la eucaristía para los católicos suecos, presidida por el Pontífice a las 9.30. Y el regreso al Vaticano está previsto a las 15.30, tras una despedida oficial en el aeropuerto de Malmö.
El encuentro sueco ha sido organizado por el Pontificio consejo para la Unidad de los cristianos y la Federación luterana mundial (Flm) para “dar luz a los 50 años de constante diálogo ecuménico entre los católicos y los luteranos y los dones de esta colaboración” como explica una nota conjunta.


Benedicto XVI: “Nadie me ha chantajeado. Estoy débil pero no soy un fracasado”
Posted by Salvatore Cernuzio on 9 September, 2016



(ZENIT – Roma).- Era necesario un libro, publicado casi a sus noventa años, para acercarse de nuevo al rostro de Joseph Ratzinger, el que durante ocho años estuvo en la silla de Pedro con el nombre de Benedicto XVI y que hoy vive “escondido del mundo” en un monasterio de los Jardines Vaticanos como “papa emérito”.
Un Pontífice incomprendido, sin lugar a dudas, quizá también por esa reserva confundida con austeridad, del que todavía permanecen la amplitud y la profundidad de pensamiento, también si demasiadas veces ha sido disminuido por lecturas superficiales.
Son pocos los que conocen los verdaderos rasgos característicos de este Papa, como su sutil ironía o su sagaz franqueza. Aspectos que emergen claramente en el libro “Últimas conversaciones” que ha sido publicado hoy en italiano y alemán.
El volumen, escrito por su amigo periodista alemán Peter Seewald, ya ha sido rebautizado como el “testamento espiritual” de papa Benedicto. Un libro de por sí extraordinario y que por primera vez en la historia un Papa, en vida, puede hacer balance de su pontificado.
Ratzinger habla con mucha libertad de su sucesor Bergoglio de quien dice que en el conclave de 2013 “no pensé que estuviera en el pequeño grupo de los candidatos”, para después definir la elección de un Papa latinoamericano como un signo de “una Iglesia en movimiento” y subrayar la relación fraterna que se ha creado entre ellos en estos cuatro años.
“Mi sucesor no quiso el manto rojo. Eso no me conmovió mínimamente”, confía Benedicto XVI a Seewald. “Lo que realmente me tocó, sin embargo, es que antes de salir al balcón ya intentó llamarme, pero no me encontró porque estaba precisamente delante de la televisión. La forma en la que rezó por mí, el momento de recogimiento, después la cordialidad con la que saludó a la gente de tal forma que la chispa, por así decir, surgió inmediatamente”.
“Nadie se lo esperaba”, añade, “yo lo conocía, naturalmente, pero no pensé en él. En este sentido fue una sorpresa grande. No pensé que estuviera en el pequeño grupo de los candidatos. Cuando escuché su nombre, al principio estaba inseguro. Pero cuando vi cómo hablaba por un lado con Dios, por otro con los hombres, me puse realmente contento. Y feliz”.
Feliz también porque la elección de un cardenal de América Latina significa que “la Iglesia está en movimiento, es dinámica, abierta, con perspectivas de nuevos horizontes delante de sí. Que no está congelada en esquemas: sucede siempre algo sorprendente, que posee una dinámica intrínseca capaz de renovarla constantemente”.
Eso es “bonito y alentador” según el papa emérito. “Las distribuciones temporales se deciden siempre a posteriori. Y en un segundo momento se establece que aquí inicia en la Edad Media y allí comenzaba la Era Moderna”.
Aún así, “es evidente que la Iglesia está abandonando cada vez más las viejas estructuras tradicionales de la vida europea y cambia de aspecto y se viven nuevas formas”. Sobre todo es claro, a los ojos de Ratzinger, “que la descristianización de Europa progresa, que el elemento cristiano desaparece cada vez más del tejido de la sociedad”. Como consecuencia, “la Iglesia debe encontrar una nueva forma de presencia, debe cambiar su modo de presentarse. Están teniendo lugar cambios históricos, pero no se sabe todavía en qué punto se podrá decir con exactitud aquí comienza uno y otro”.
Respecto al tema de cambios históricos, buena parte del volumen está dedicado al cambio que supuso la declaración en latín del 11 de febrero de 2013, con su dimisión. “El texto de la renuncia lo escribí yo” unas dos semanas antes, subraya Benedicto, explicando que lo escribió en latín “porque algo tan importante se hace en latín”. Además, “el latín es una lengua que conozco bien como para poder escribir de forma digna. Podría haberlo escrito en italiano, naturalmente, pero estaba el peligro de que cometiera algún error”.
El papa emérito precisa además que “no se ha tratado de una retirada bajo la presión de los eventos o de una fuga por la incapacidad de hacer frente”. “Nadie trató de chantajearme. No lo hubiera permitido. Si hubieran intentado hacerlo no me hubiera ido porque no hay que dejar algo cuando se está bajo presión”. Tampoco es verdad “que estaba decepcionado o cosas parecidas, es más, gracias a Dios, estaba en el estado de ánimo pacífico de quien ha superado la dificultad”, en la que “se puede pasar tranquilamente el timón a quien viene detrás”.
En este caso Francisco, “el hombre de la reforma práctica”. “Fue durante mucho tiempo arzobispo, conoce el trabajo, fue superior de los jesuitas y también tiene el ánimo para meter la mano y acciones de carácter organizativo” evidencia el predecesor. “Yo sabía que este no es mi punto de fuerza”, añade.
Joseph Ratzinger se atribuye “poca determinación en el gobernar y tomar decisiones”. “Aquí en realidad soy más profesor, uno que reflexiona y medita sobre cuestiones espirituales” dice, “el gobierno práctico no es mi fuerte y esta es realmente un debilidad. Pero no me veo como un fracasado — afirma– porque durante ocho años he desarrollado mi servicio. Ha habido momentos difíciles, basta pensar, por ejemplo, en el escándalo de la pedofilia y el caso Williamson o también en el escándalo Vatileaks; pero en general ha sido un periodo en el que muchas personas han encontrado un nuevo camino a la fe y hubo también un gran movimiento positivo”.
Tal movimiento desmanteló también el lobby gay en el Vaticano: “un pequeño grupo de 4 quizá 5 personas” señalado en el informe de la comisión de los tres cardenales. “Los hemos disuelto. ¿Se formarán otros? No lo sé. De todas formas el Vaticano no está lleno de casos similares”, comenta el pontífice emérito.
En las páginas del libro, comparte después con el público preciosos fragmentos de memoria su participación en el Concilio Vaticano II. Asimismo, deja espacio a sus lecturas juveniles, su pasión por la música y la atención por la política. Recordando los tiempos del Concilio, Benedicto confiesa haber formado parte del lado “progresista”, porque en aquella época “no significaba todavía romper con la fe, sino aprender a comprenderla mejor y vivirla en una forma más justa, en movimiento desde los orígenes”.
Por otro lado recorre también sus ochos años de “profesor papa” o “papa teólogo”. Trataba de ser sobre todo un pastor –afirma– y una de las tareas de un pastor es tratar con pasión la Palabra de Dios, que es también lo que debería hacer un profesor.
Como Papa, Ratzinger, pretendió en seguida que la Iglesia se separase de algunos bienes para poder difundir su auténtico bien. No hubo signos y acciones evidentes, pero –dice el papa emérito– es muy difícil. “Aquí es necesario siempre comenzar por nosotros mismo. ¿El Vaticano posee demasiados bienes? No lo sé. Nosotros debemos hacer mucho por los países más pobres, necesitados de nuestra ayuda: pero está el Amazonas, África, etc. El dinero debe estar sobre todo para poder darlo, sirve para algo, pero, para poder gastar, debe entrar por algún lado, así que no sé muy bien qué tendríamos que ceder. Creo que se lo tienen que preguntar sobre todo las Iglesias locales, empezando por la alemana”.
Mirando al presente, Ratzinger admite que se prepara para la muerte. Es necesario hacerlo, subraya, “en el sentido de cumplir cierta edad, pero vivir preparándose para superar el último examen frente a Dios. Abandonar este mundo y encontrarse delante de Él y los santos, a los amigos y a los enemigos”. Él se prepara “pensando siempre que el final se acerca”. Lo importante no es imaginárselo, sino “vivir en la conciencia de que toda la vida tiende a este encuentro”.


El partido “Unidos por la Paz” se juega el 12 de octubre en el Estadio Olímpico
Posted by Sergio Mora on 9 September, 2016



(ZENIT – Roma).- El partido de fútbol “Unidos por la Paz” se realizará el próximo 12 de octubre, en el Estadio Olímpico de Roma. Lo confirmó hoy en una rueda de prensa realizada en la Radio Vaticano, José María del Corral, dirigente de la FundaciónPontificia Scholas Occurrentes.
Monseñor Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, recordó en la presentación que uno de los bienes mayores de las sociedades es la paz, y que en un momento en el cual se está desarrollando una tercera guerra mundial por partes, como indicó Francisco, es muy importante que se realice un partido de este tipo que da un ejemplo concreto, en particular para los más jóvenes.

Mons. Sanchez Sorondo explica los objetivos del Partido por la Paz (Foto ZENIT cc)
Este gran evento de beneficencia ayudará a programas educativos de diversas instituciones: la Fundación Scholas Occurrentes, Centro Sportivo italiano, Unitalis, y Amlib.
Estos proyectos se centrarán, en particular, en la integración de los jóvenes, como el del Unitalsi que será destinado a adolescentes y niños de familias afectadas por enfermedades y por el reciente terremoto de Amatrice, en Italia central.
Scholas Occurrentes también trabajará en Colombia para ayudar a integrar a los jóvenes después de que se firme el acuerdo de paz entre el Gobierno de ese país y las FARC.
Es el segundo partido de fútbol que cuenta con la aprobación del papa Francisco, en el que participarán futbolistas famosos, algunos en actividad y otros ya retirados, de diversos países y religiones.
La presentación contó con la presencia del director CSI Lazio, Daniele Pasquini; del director del Unitalsi, Alessandro Pinna; del sacerdote Matteo Galloni, presidente AMLIB; y de los jugadores de la Roma, Leandro Paredes, Diego Perotti, Juan Manuel Iturbe; y del centrocampista de la Lazio, Lucas Biglia.
Diego Perotti aseguró que “los futbolista tenemos que estar al lado del Papa y aprovechar el evento para ayudar”. Añadió que desean llenar el Estadio Olímpico, y que “tener un Papa argentino es un punto a favor y los invitamos a todos para el 12 en un partido que será hermoso”.
Así tras de la suspensión del partido decidido el pasado mes de junio, que había sido programado en Buenos Aires por Scholas, con motivo del bicentenario de la independencia de Argentina, se ha confirmado la nueva fecha y lugar del evento.
La suspensión fue poco después de que Scholas Occurrentes declinó, el pasado 9 de junio, la donación de 16,6 millones de dólares a favor de la institución realizada por el Gobierno del presidente Mauricio Macri, para evitar como se indicó en un comunicado, que “este gesto institucional” pueda “generar confusión y división entre los argentinos”.


Francisco invita a los obispos de territorios en misión a buscar “nuevas modalidades para el anuncio”
Posted by Rocío Lancho García on 9 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Cada obispo está llamado a manifestar con la vida y el ministerio episcopal la paternidad de Dios, la bondad, la misericordia, la dulzura. Y junto a la autoridad de Cristo que vino para dar vida, hacer de todos los hombres una sola familia, reconciliada en el amor del Padre.
Así lo ha explicado el Santo Padre en el discurso realizado a los participantes del seminario de actualización para los Obispos de Territorios en Misión, promovido por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Y ha recordado a los presentes, que cada uno de ellos ha sido puesto como pastor en su diócesis para gobernar la Iglesia de Dios en el nombre del Padre.
El Papa ha indicado a los presentes que al venir a Roma en este Año Santo de la Misericordia, ellos se han unido a muchos peregrinos provenientes de diversas partes del mundo y que “esta experiencia nos hace mucho bien, nos hace sentir que somos peregrinos de la misericordia, todos necesitamos de la gracia de Cristo para ser misericordiosos como el Padre”.
También ha observado que ellos provienen de lugares diferentes y distantes entre ellos, pertenecientes a la gran constelación de los llamados “territorios de misión”. Por lo tanto, ha reconocido el Santo Padre, cada uno de vosotros tiene el gran privilegio y al mismo tiempo la responsabilidad de estar en primera fila en la evangelización.
Por otro lado, el Pontífice ha asegurado que a imagen del Buen Pastor, son invitados “a cuidar el rebaño e ir a buscar a los ovejas, especialmente a las alejadas y perdidas” y buscar “nuevas modalidades para el anuncio, para ir al encuentro de las personas” y “ayudar a quien ha recibido el don del bautismo a crecer en la fe”. Al respecto, les ha invitado a encontrar también a las ovejas que no pertenecen aún al rebaño de Cristo.
Asimismo les ha recordado que en la obra misionera ellos pueden servirse de diferentes colaboradores, muchos fieles laicos, sumergidos en un mundo marcado por contradicciones e injusticia, están disponibles a buscar el Señor y a dar testimonio de Él.
El Pontífice ha recordado que corresponde al obispo “animar, acompañar y estimular a todos en los intentos y los esfuerzos que ya se hacen mantener viva la esperanza y la fe”.
Además, ha explicado que las Iglesias jóvenes de las que son pastores se caracterizan por la presencia de un clero local a veces numeroso, a veces escaso o incluso pequeño. En cualquier caso, Francisco ha invitado a prestar atención a la preparación de los presbíteros en los años del seminario, sin parar de acompañarles en la formación permanente después de la ordenación. Por eso les ha pedido que sean ellos un ejemplo “concreto y tangible”. Y en la medida de lo posible que traten de participar con ellos “en los principales momentos formativos, teniendo siempre cuidado también de la dimensión personal”.
El dinamismo del sacramento del Orden, la vocación misma y la misión episcopal, como el deber de seguir atentamente los problemas y las cuestiones concretas de la sociedad a evangelizar, “piden a cada obispo tender hacia la plenitud de la madurez de Cristo”, ha subrayado el Santo Padre.
Por otro lado ha advertido de que las diferencias existentes entre las etnias presentes en un mismo territorio, no deben penetrar en las comunidades cristianas.
La Iglesia –ha concluido– está llamada a estar siempre por encima de las connotaciones tribales y culturales. Por ello el obispo que es principio visible de unidad tiene la tarea de edificar incesantemente la Iglesia particular en la comunión de todos sus miembros.


El cardenal Ricardo Ezzati celebró 20 años de su ordenación episcopal
Posted by Redaccion on 9 September, 2016



(ZENIT – Roma).- Con una solemne y emotiva eucaristía en el Seminario Pontificio, se celebró el 20º aniversario episcopal del Arzobispo de Santiago, ordenado obispo el 8 de septiembre de 1996, por el cardenal Carlos Oviedo Cavada.
Lo indica la web de la Conferencia Episcopal Chilena, precisando que estaba acompañado de los obispos Cristián Contreras (Melipilla); Moisés Atisha (Arica); Cristián Contreras (San Felipe); monseñor Sergio, abad de la Iglesia Ortodoxa; los obispos auxiliares Fernando Ramos, Pedro Ossandón y Jorge Concha, vicarios zonales y ambientales, además de decenas de sacerdotes y diáconos permanentes, el pastor presidió la liturgia que estuvo cargada de momentos emotivos.
En su homilía, el cardenal Ricardo Ezzati junto con agradecer la presencia de cada uno de los asistentes, repasó estas dos décadas al servicio de la iglesia chilena y señaló que a lo largo del tiempo, la cruz no ha estado ausente de su vida, pero siempre con la mirada de una cruz redentora.
“No soy ningún héroe. Soy un obispo sencillo, frágil y humilde como todos los demás ministros del Señor, pero en este momento al darle gracias a Dios por estos 20 años de ministerio episcopal, no puedo sino expresar desde lo más profundo de mi corazón, una gratitud muy grande. De verdad, el Señor hace cosas grandes con sus humildes servidores y de verdad, prolonga su misericordia de generación en generación y nos hace experimentar su ternura”, exhortó.
El Cardenal Ricardo Ezzati Andrello nació en Campiglia dei Berici (Vicenza, Italia), el 7 de enero de 1942. En 1959 llegó a Chile e ingresó al Noviciado de la Congregación Salesiana en Quilpué. El 28 de junio de 1996, el Papa Juan Pablo II lo nombró obispo de Valdivia y el 8 de septiembre del mismo año, fue ordenado obispo en esa ciudad. El 10 de julio de 2001 el Papa Juan Pablo II lo trasladó a la Sede Titular de La Imperial y lo nombró obispo auxiliar de Santiago y administrador apostólico de Valdivia.
El 24 de abril de 2006, la presidenta de la República, a solicitud del Congreso Nacional le otorgó la nacionalidad chilena por gracia especial. El 27 de diciembre del mismo año, el Papa Benedicto XVI lo nombró Arzobispo de la Arquidiócesis de la Santísima Concepción, donde asumió el 11 de marzo de 2007. El 29 de junio de 2007 recibió el palio arzobispal de manos de Su Santidad Benedicto XVI.
El 15 de diciembre de 2010 Benedicto XVI lo nombró Arzobispo de Santiago de Chile y el 15 de enero de 2011 tomó posesión de la Arquidiócesis. El 22 de febrero fue creado cardenal por el Papa Francisco.


Red Iglesias y Minería: la mega minería no resuelve los problemas económicos
Posted by Redaccion on 9 September, 2016



(ZENIT – Roma).- La mega minería no resuelve los problemas económicos de nuestros países, al contrario tiene efectos nocivos para las personas, las comunidades y la naturaleza. Esta es una de las conclusiones a las que llegaron los participantes en el III Encuentro de la Red Iglesias y Minería, realizado del 2 al 4 de setiembre en Bogotá y que reunió a 50 líderes religiosos de diversos países del mundo, indicó la web de la Conferencia Episcopal Colombiana.
“Nos preocupa la creciente criminalización y los asesinatos de quienes ejercen la defensa de los territorios, como es el caso de nuestra hermana Berta Cáceres, por quien exigimos Justicia y a través de ella pedimos por un mundo más justo para las mujeres, actores protagónicos en defensa de la vida y primeras víctimas del extractivismo”, afirma la Red en su pronunciamiento hecho público al finalizar el evento.
Por otro lado, afirman “Somos conscientes que defender la Creación, en un sistema depredador cuyo fin máximo es el lucro y el dinero, es una acción que implica riesgo y peligro de muerte, pero nos anima el evangelio de Jesús, la encíclica “Laudato Si” y el espíritu de lucha de muchas comunidades afectadas por la minería y otras actividades extractivas”.
En su comunicado, exhortan a las autoridades elegidas por la voluntad popular a apoyar las iniciativas en defensa de la vida”. Y hacen un llamado a las Iglesias “a asumir un compromiso activo en defensa de la Casa Común por ser este un elemento constitutivo del ser cristiano”.
“Alertamos a las organizaciones de la sociedad civil y a nuestra jerarquía eclesial sobre los mecanismos de cooptación que llevan a cabo las empresas y algunos gobiernos. Nos esperanzamos en la actitud de muchos Obispos, sacerdotes, pastores y laicos que escuchan los clamores de las víctimas en sus territorios y celebramos su compromiso con la vida”, continúa el mensaje.
Frente al proceso de Paz que vive Colombia, los miembros de la Red Iglesias y Minería saludan los esfuerzos por alcanzar la paz y poner fin definitivamente al largo período de guerra interna que sufrieron. “La paz es el camino para seguir construyendo una Colombia más justa, equitativa y en armonía con la madre naturaleza”.
Finalizan su comunicación indicando que desde su espíritu ecuménico reafirman su compromiso de “seguir apoyando a las pequeñas comunidades que son desplazadas y atropelladas en sus derechos más elementales. La experiencia –afirman-, nos demuestra que en ninguna parte del mundo la minería es una alternativa de desarrollo ni integral ni sostenible para nuestros pueblos”.


El Hombre sabio, modelo del hombre para la educación
Posted by Catholic.net on 9 September, 2016



El desarrollo de las ciencias experimentales y la consiguiente fragmentación del saber es un fenómeno que comienza con la revolución científica del siglo XVII y queda establecido con los espectaculares avances técnicos y científicos de la revolución industrial. Se trata de un fenómeno social complejo con importantísimas implicaciones en el mundo de la educación. La fragmentación del saber, por su propio dinamismo, acarreó la desaparición de la figura del sabio para sustituirla por la del especialista.
El caballero culto, tan celebrado en el Renacimiento, era hombre de armas y de letras, de ciencias y de artes. Con el desarrollo y ampliación de los conocimientos, este hombre, que hasta entonces había podido moverse con soltura en todo tipo de arenas intelectuales, tuvo que dejar paso al experto, cuya rasgo definitorio es el de ser una gran autoridad en su parcela y andar bastante ralo de conocimientos fuera de ella. Algunos se han atrevido a señalar a Leonardo da Vinci como el último gran sabio de la historia europea.
Hasta donde me llega la memoria en estos temas, tengo que decir que desde hace décadas, desde mi juventud, vengo oyendo dolerse de este hecho a diversas voces del mundo de las humanidades ya que las humanidades han ido perdiendo valoración social frente a las disciplinas técnicas y experimentales. La crítica, que en gran medida comparto, se resume en entender que si un especialista en su campo resulta ser un desconocedor de lo está fuera de él, que es casi todo, en realidad estamos ante un hombre ignorante.
Si el experto en una sola cosa no cultiva, al menos en cierto grado, más parcelas que la suya, acabará siendo un hombre de cultura desequilibrada, intelectualmente inarmónico, o sea, un ignorante especializado. Y un ignorante especializado, no por especializado, deja de ser un ignorante.
Ahora bien, a la vez hay que decir que la figura del especialista es absolutamente imprescindible. No hay manera de avanzar en el conocimiento si no es contando con especialistas y superespecialistas en los campos más específicos porque no hay posibilidad de abarcar los conocimientos en constante evolución y desarrollo ni siquiera de cualquiera de las grandes áreas del saber, pongamos por ejemplo, la historia.
De este modo parece como si hubiéramos desembocado en un dilema de difícil solución. ¿Por qué apostamos? El dilema, que tiene consecuencias de gran calado para la educación, es más ficticio que real. Apostamos por las dos cosas: una preparación genérica amplia, cuanto más amplia y abierta mejor en los años previos a la Universidad o a la formación profesional y una formación específica cuidada y exigente con vistas al desempeño de una profesión. La apuesta incluye no solo los conocimientos necesarios para el ejercicio profesional sino todos aquellos que suponen la actualización y el desarrollo de las capacidades y cualidades personales de cada individuo: aficiones, intereses, habilidades artísticas, deportivas, científicas, manuales, etc.
Podría parecer que con esto último habríamos completado los requerimientos de la formación intelectual y humana de la persona y en consecuencia, su mapa educativo quedaría concluido. Supongamos que así fuera, supongamos que alguien consigue un amplio y profundo bagage de conocimientos y experiencia, demos por hecho que se han desarrollado de manera óptima todos los talentos personales. ¿Podríamos decir que estamos ante un sabio? Parece claro que no.
Si la respuesta es no, debemos preguntarnos por lo que falta. La abundancia de conocimientos y de experiencias ayuda, pero una cabeza enciclopédica y experimentada, por el solo hecho de serlo, está lejos de corresponder con una persona sabia.
Dice San Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales que “no el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente”. A la sabiduría no le estorban los saberes, al contrario, los necesita, pero en mi opinión, aunque se posea todo un mundo de conocimientos, faltan dos cosas. La primera cosa que le falta a una persona poseedora de muchos conocimientos es una visión global de la existencia, la segunda tiene que ver con el concepto moral de sabiduría.
En cuanto a la primera, la visión global de la existencia, me refiero a una cosmovisión que dé sentido a la vida entera, una especie de conocimiento unitario que sin quedarse reducido a nada concreto, abarque la totalidad de lo real. En la Edad Media se dio una definición de hombre sabio formulada precisamente sobre estos presupuestos, sobre esta visión global y realista.
Dice así: “Sabio es el hombre a quien las cosas le parecen tal como realmente son”. En mi opinión el gran mérito de esta definición está en su candorosa simplicidad. Veo en ella -valga el juego de palabras- una sabia definición de hombre sabio. Y lo veo por dos motivos:
Uno, porque según la definición, sabio no es el que sabe cómo son las cosas, sabio es al que le parece cómo son. Saber cómo son las cosas, lo que se dice saber de manera exacta y definitiva, solo Dios. Nuestros saberes, aún los mejor establecidos, son siempre provisionales. Uno de los grandes méritos del reputado filósofo Carlos Popper, estuvo precisamente en advertir de la interinidad de nuestras proposiciones, por más atadas que las supongamos.
En la confrontación con lo real (con las cosas) el arrogante dice saber, al sabio le parecen. Ahora bien, por ser sabio, su parecer no es un parecer arbitrario ni gratuito, sino preciso y bien fundamentado porque coincide con lo que las cosas son realmente. Si el parecer fuera una mera opinión alejada de la realidad, no habría tal sabiduría, porque se trataría de un parecer erróneo o falso.
Por esta razón digo que veo candor en esta definición, porque el sabio, habiendo aquilatado su opinión de manera rigurosa y aun teniendo la certeza de cómo son las cosas, no se arroga el saber y no se atreve a ir más allá del “me parece”. Digamos de paso que esta postura de humildad frente a la arrogancia del saber nos ofrece una síntesis preciosa de razón y fe, sabiduría humana y revelación divina. En cuanto sabiduría humana nacida de la razón, hunde sus raíces en la filosofía de Sócrates, en cuanto revelación divina sabemos que “la arrogancia con los hombres, Dios la detesta”. (Lc 16, 15).
El segundo motivo por el que entiendo que estamos ante una definición sabia es porque sabio no es quien sabe esto o aquello, ni el que colecciona saberes, sino el que ha forjado una fundada opinión sobre “las cosas” usando con agudeza y prudencia su razón natural.
¿Sobre qué cosas? Sobre “todas las cosas”: Dios, hombre y mundo, es decir, la vida humana con todas sus dimensiones, con todas sus hebras, con su devenir, con su intrincada red de relaciones y enredos, con su lucha interminable entre el bien y el mal.
Adquirir la sabiduría que consiste en entender todo esto es aprender el arte de vivir, el único verdaderamente imprescindible. Por esta vía de la visión de totalidad llegamos a ver la coincidencia de la sabiduría con la filosofía. Sabio es el filósofo, siempre que se entienda la filosofía, no como un saber más, perdido en la constelación de saberes, sino como la “ciencia de «todas las cosas» por sus causas últimas adquirida por la luz natural de la razón”. Es la definición clásica de filosofía (no la etimológica), que a pesar de haber sido contestada y puesta en entredicho desde la Edad Moderna, sigue conservando todo su valor y todo su vigor.


El abrazo del Padre
Posted by Enrique Díaz Díaz on 9 September, 2016



Éxodo 32, 7-11. 13-14: “El Señor renunció al castigo con que había amenazado a su pueblo”
Salmo 50: “Me levantaré y volveré a mi Padre”
I Timoteo 1, 12-17: “Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores”
San Lucas 15, 1-32: “Habrá alegría en el cielo por un pecador que se arrepiente”
Se ha puesto de moda la justicia colectiva contra los criminales. A cada momento escuchamos que agarraron a un delincuente, que lo quemaron, lo mutilaron o lo asesinaron. Basta que un ciudadano dé la voz de alerta para que todos se abalancen contra el “criminal”, aunque resulte después que todo era una falsa alarma, y ha habido casos en que la víctima inocente ha sido despedazada o quemada viva. Hemos llegado a tal situación de violencia que necesitamos desahogar nuestras inconformidades y frustraciones buscando víctimas que sacien nuestra sed de venganza. Por toda la República se repiten los casos y quedan la mayoría de las veces en confusión, justificaciones e impunidad. Como si socialmente se justificara la venganza para frenar con el miedo a los delincuentes. Llevamos por dentro tan metido el resentimiento que buscamos una víctima propicia.
Viviendo en un mundo de violencia hemos hecho del desquite una de nuestras opciones de sobrevivencia. El perdón no entra en nuestros planes y la búsqueda de reconciliación la dejamos en el olvido. En las parábolas dedicadas a la misericordia, Jesús revela la naturaleza de Dios como la de un Padre que jamás se da por vencido hasta tanto no haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la compasión y la misericordia. Conocemos estas parábolas, tres en particular: la oveja perdida, la moneda extraviada, y el padre y los dos hijos. En estas parábolas, Dios es presentado siempre lleno de alegría, sobre todo cuando perdona. En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe, porque la misericordia se muestra como la fuerza que todo vence, que llena de amor el corazón y que consuela con el perdón.
Partiendo de una realidad similar donde se coloca el objeto perdido como lo más preciado al grado de arriesgar otros valores con tal de encontrarlo, las dos primeras parábolas resaltan la gratuidad de la búsqueda y del perdón. Nada hace la oveja para retornar al redil, mucho menos la moneda perdida. Todo es regalo de un amor que va más allá de los límites que propondría una sana prudencia. Pero el amor no tiene límites y se torna locura, búsqueda infatigable, misericordia sin medida y alegría compartida. Si bien en la parábola del hijo que retorna, aparecerían destellos de arrepentimiento, éste es tan raquítico que el hijo pródigo se conforma con ser sirviente y no hijo. La misericordia supera el pecado y abre los brazos para retornar a la filiación y a la fraternidad rotas, y todo como don gratuito e inmerecido.
Es lo que no entienden los fariseos y lo que no entendemos nosotros: la misericordia supera al pecado aun antes del arrepentimiento del pecador. Así superaríamos muchas de las guerras y divisiones, muchos de los problemas y resentimientos. Estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. Del perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices.
¿Cómo actúa Jesús? Nadie más claro que Jesús para denunciar y desenmascarar el pecado y la injusticia, pero nadie más misericordioso y compasivo con el pecador. La misericordia divina es una de las constantes bíblicas de toda la historia de la salvación humana, que culmina en Cristo, imagen y espejo del rostro misericordioso de Dios. Con las parábolas que hoy nos presenta Jesús, condena todo puritanismo clasista y sus consecuencias: la marginación a todos los niveles. Muy claro en la parábola del hijo pródigo. Mientras el hermano mayor se ha olvidado de que quien regresa es precisamente su hermano menor y lo llama “ese hijo tuyo”, lo trata con desprecio y se niega a participar con él, el Padre lo abraza en su ternura y lo estrecha contra su corazón. Todo se olvida en este abrazo lleno de compasión. El padre le devuelve todos los signos de filiación, lo nombra “hijo”, “hermano tuyo” y lo vuelve a poner a la mesa, donde comparten los iguales, donde se reconstruye la fraternidad. La fraternidad nunca se podrá reconstruir con desprecio, marginación y olvido.
El desprecio al otro nunca será cristiano ni liberador; representa más bien la inversión de los valores evangélicos. Cristo insiste una y otra vez que Él no ha venido para los justos sino para los pecadores y que hay alegría en el cielo por la conversión de uno solo de ellos.
Las parábolas de este día nos llevan a la conciencia de dos grandes verdades: que el amor de Dios es más grande que nuestro pecado y que no tenemos derecho a juzgar a los demás. El amor de Dios hacia nosotros es de tal manera gratuito que no podemos pretender haberlo ganado y es de tal manera permanente y firme que nunca podremos decir que estamos fuera del amor de Dios por más pecadores que seamos. Pero este amor de Dios nos debe llevar a amar a los diferentes y dejar la actitud farisaica y discriminatoria que nos presenta el evangelio. Hay muchos hermanos que no están en casa y necesitamos salir a su encuentro para que nuestra mesa sea compartida. Ciertamente necesitamos dejar la actitud arrogante que a veces adoptamos y lanzarnos a buscar las ovejas que están fuera del redil, pero en actitud de encuentro, no de condena. Debemos barrer con cuidado toda la basura de la casa para encontrar la pequeñita moneda perdida. Debemos abrir amplios nuestros brazos para reencontrarnos con el “otro” en un abrazo fraternal.
Que este día sintamos el abrazo amoroso de Dios Padre, a pesar de nuestras miserias, y que abramos nuestra mente y nuestro corazón para acoger a todos los hermanos como una sola familia.
Padre bueno, que nos amas aun cuando somos pecadores, concédenos acercarnos de tal manera a tu amor, que podemos experimentar la grandeza de tu perdón que nos renueva en lo más íntimo y nos acerca a la mesa a compartir con los hermanos. Amén.


San Nicolás de Tolentino – 10 de septiembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 9 September, 2016



(ZENIT – Madrid).- Nació en Sant´Angelo in Pontano, Italia, en 1245. Sus padres, que durante años esperaban descendencia, en el transcurso de una peregrinación a Bari prometieron que si lograban ser bendecidos por Dios con ella en el caso de que fuese un varón lo consagrarían a san Nicolás, titular de la ciudad. Y así lo hicieron atribuyéndole la pronta concepción de ese hijo tan deseado. El pequeño Nicolás creció dando muestras de la bondad y amabilidad que, junto a su desprendimiento y sensibilidad por los necesitados, caracterizaría su vida entera. Y es que el sensible y piadoso muchacho solía atender personalmente a los pobres que llegaban a su casa pidiendo ayuda. Los primeros conocimientos se los proporcionó el sacerdote en su localidad natal.
Puede que el ejemplo y educación que recibió de sus padres, junto con la cercana presencia de los ermitaños agustinos, despertara en él una temprana vocación, porque a los 12 años ingresó en el convento como «oblato». Su idea no era recibir únicamente esa formación que completaría con creces la que pudo darle el bondadoso clérigo, sino que albergaba el sueño de ser agustino. A los 15 años inició el noviciado, y en 1261 profesó. En 1269 fue ordenado sacerdote por el obispo san Benito de Cíngoli. Después ejerció su misión pastoral en distintos puntos de la región de Las Marcas durante seis años. Pero sus superiores seguramente preocupados por su débil salud, viendo que ni siquiera le ayudaba en su restablecimiento la misión que le encomendaron de maestro de novicios que no exigía continuos desplazamientos, en 1275 determinaron enviarle a Tolentino donde permaneció el resto de su vida.
Fue un hombre de gran austeridad; es la característica que se subraya unánimemente cuando se configura su trayectoria espiritual. Su ascetismo, forjado en el fecundo aprendizaje que había tenido previamente en conventos herederos de la genuina tradición eremítica, estaba signado por la mortificación y el ayuno. Aparte de la frugalidad de su comida, y la radicalidad de su pobreza –mantenía un solo hábito que remendaba cuando era preciso, dormía poco y en condiciones no aptas precisamente para el rácano descanso y menos para una persona corpulenta como él: en un saco, con una piedra como almohada y cubriéndose solo con su propio manto–, no desestimaba todo lo que podía ayudarle a conquistar la perfección. Es decir, que estas asperezas penitenciales y las disciplinas físicas que también se aplicaba no sustituían a la donación de sí mismo. Se esforzaba en ofrendarse, como hacía por ejemplo, con su criterio. Así, aunque no le agradaba la carne, cuando el superior le recomendaba su ingesta por el bien de su salud, se doblegaba humildemente. De todos modos, con una lógica que excede a la ofrecida por textos científicos, en lo que a su bienestar concernía solía poner en duda la preeminencia del valor nutricional de la carne frente al de las hortalizas. No tenía duda de que si Dios quería para él una fortaleza física que estaba lejos de poseer, la ingesta de verduras le habría servido. Se cuenta que, en una ocasión, teniendo en el plato dos sabrosas perdices asadas, Nicolás les ordenó: «Seguid vuestro camino». Y, al parecer, las aves emprendieron instantáneo vuelo.
Al margen de estas anécdotas, tal como se puso de relieve en el proceso de su canonización, fue un hombre obediente y fiel, efectuando lo que se le indicaba con prontitud y alegría; una persona dócil, sensible, entrañable, cercana, disponible, comprensiva, exquisita siempre en su trato que disfrutaba viendo gozar a los demás en el día a día. Era lo que cabía esperar de una persona como él que dedicaba a la oración 15 horas diarias. El resto del tiempo lo repartía en tareas apostólicas, confesión, lectura, meditación, asistencia al refectorio, al rezo del oficio divino…, y algún pequeño momento solaz en el recreo comunitario. ¡La multiplicación del tiempo, como se aprecia frecuentemente en esta sección de ZENIT, es otra gracia que reciben los santos! La continua presencia de Dios en él explica la profunda e incontenible emoción que sentía ante la Eucaristía, hecho que muchas personas pudieron constatar alguna vez, y también los favores extraordinarios que recibió, así como los numerosos milagros que obró. Su apostolado estuvo caracterizado por la dulzura y la amabilidad, rubricado por su admirable caridad. De ella sabían bien cercanos y lejanos, y de forma especial los enfermos y pobres a los que asistía sirviéndose de un bastón cuando ya no tenía fuerzas para deambular por sí mismo, así como los penitentes que se confesaban con él –casi toda la ciudad lo hacía–, y las tantas personas que le acogían con gusto en sus domicilios cuando los visitaba. Ésta era otra de las actividades apostólicas de Nicolás por la que sentía particular debilidad.
En una visión contempló el purgatorio después del fallecimiento de un religioso que hallándose en él, rogó sus oraciones. Sus penitencias y súplicas por él y por otros que purgaban sus penas, fueron escuchadas. De ahí que se le considere abogado de las almas del purgatorio. Su muerte se la anunció una estrella que apareció persistentemente durante varias jornadas, apuntando primeramente a su localidad natal y situándose después en Tolentino, justo encima del convento. Un religioso venerable, al que consultó, descifró su significado: «La estrella es símbolo de tu santidad. En el sitio donde se detiene se abrirá pronto una tumba; es tu tumba, que será bendecida en todo el mundo como manantial de prodigios, gracias y favores celestiales». La estrella le siguió unos días hasta que el 10 de septiembre de 1305, invocando a María por la que tuvo desde niño gran devoción, y contemplando el preciado lignum crucis, falleció. Sus últimas palabras dirigidas a la comunidad habían sido: «Mis amados hermanos; mi conciencia no me reprocha nada; pero no por eso me siento justificado». Eugenio IV lo canonizó el 1 de febrero de 1446.