ENTREVISTAS

Misioneros en Zimbabue: “En la misión vamos con el pan de la Palabra y el pan material”


 

Serafín Suárez y Nemesio Frías son dos misioneros de Mérida-Badajoz que desempeñan su ministerio en Zimbabue y pasan unos días en su tierra natal. En el semanario Iglesia en camino de la archidiócesis ha hablado de la labor que desempeñan en su misión.

-Nemesio, acabas de llegar de visitar un grupo de comunidades. ¿Cómo es ese trabajo?

-(Nemesio) Desde el lugar en el que vivo estoy atendiendo a varias comunidades, la más lejana a 60 kilómetros. Son 19 parroquias en total junto con otro sacerdote y un grupo de religiosas.

-¿En qué zona del país está?

-(N) Muy cerquita de las cataratas Victoria, es más, parte de mi misión está dentro del parque de animales salvajes que llamamos allí.

-¿Cuál es el porcentaje de cristianos?

-(N) Por donde yo me muevo, alrededor de un 10% son católicos y luego hay muchos que pertenecen a sectas y religiones tradicionales. Pero convivimos con una armonía bastante grande.

-Lleva en África desde el año 1999. ¿Ha evolucionado mucho la Iglesia allí durante este tiempo?

-(N) Cuando llegué la Iglesia estaba en expansión, ahora este crecimiento es más lento, de hecho las sectas se están introduciendo mucho, incluso llevándose gente de nuestras iglesias.

-¿Notán el apoyo de la Iglesia de Mérida-Badajoz: el ánimo, el apoyo económico, la oración…?

-(N) Se siente muchísimo. Desde aquí aprovecho para dar las gracias a todos. Como decimos allí, necesitaría mil bocas para decir gracias. Hay muchas personas que nos están apoyando, no solamente a nosotros, a toda la Iglesia de allí que va creciendo, animándonos desde la oración, desde la entrega, el sacrificio, asociaciones, particulares que nos envían dinero, por supuesto la Diócesis. Toda esa ayuda hace mucho, mucho bien.

La Archidiócesis financiará un proyecto

-Hablando de aportaciones, en la zona donde se mueve Serafín, la Archidiócesis de Mérida-Badajoz ha asumido un proyecto dentro del Año de la Misericordia. Serafín, háblenos de ese proyecto.

-(Serafín) Se trata de la construcción de unas aulas para una escuela secundaria situada en la zona de Kanyandavu, a unos 25 km. de la misión en la que nosotros estamos residiendo. En estos momentos la escuela cuenta solamente con dos bloques de dos clases cada bloque, cuatro aulas en total para 400 chavales, chicos y chicas.

El problema con el que nos encontramos a la hora de dar las clases es que la mayoría de los alumnos tienen que recibirlas debajo de un árbol porque no caben todos en las aulas. Si le añadimos el calor, la lluvia, que muchos de ellos tienen que venir de 10 y 12 kilómetros andando te das cuenta de que el fracaso escolar es tremendo.

Ese es el proyecto que nosotros le presentamos a la Archidiócesis y que ha sido asumido de forma gozosa, diría yo.

Llevo ya 22 años en Zimbabue y tengo que decir que siempre, en todo momento, me he sentido respaldado por nuestra diócesis en todos los aspectos, no solo en el económico, también en el espiritual y en el de poder ejercer mi ministerio sacerdotal.

-Es la comunión de la Iglesia que se manifiesta visiblemente.

-(S) Exactamente. Además, el pueblo con el que estamos trabajando es consciente de esa comunión y muchas veces han agradecido el apoyo que se les presta desde aquí. De hecho, si recordáis en el 2011, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud estuvo aquí un grupo que comprobó cómo nuestra dió- cesis se vuelca con ellos.

-Aunque están de vacaciones, no se deja de trabajar estos días aquí.

-(S) No, no, descanso, estoy con la familia, aunque es verdad que aprovechamos también para presentar donde nos llaman, lo que es la vida del misionero y qué es lo que estamos haciendo. A veces la gente se queda solo con la parte social de nuestro trabajo, pero también la labor es evangelizadora, esa proclamación de la Buena Noticia, que es lo que nos mueve a salir, porque de lo contrario nos quedaríamos en una ONG y no somos ninguna ONG, somos o queremos ser testigos del Evangelio y de la Buena Noticia que Jesús nos ha venido a traer.

Tienes que ir con los dos panes en la mano: el pan de la Palabra, que es fundamental y es el que nos mueve a salir a la misión, y el pan material que se puede dar a la gente gracias a la generosidad y solidaridad de aquellos que te conocen, de donde tú has salido, que en el fondo es nuestra diócesis de Mérida-Badajoz.

(Archidiócesis de Mérda-Badajoz)