Servicio diario - 24 de septiembre de 2016


 

El Papa a los familiares de las víctimas del terrorismo en Niza: respondan al odio con el amor de Dios
Posted by Redaccion on 24 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco recibió este sábado a los familiares o amigos de las víctimas del atentado terrorista del mes de julio pasado en Niza. A todos ellos les prometió sus oraciones. Les adviritó entretanto que si bien la tentación de encerrarse en sí mismo, o de responder al odio con el odio y la violencia con la violencia es grande, se necesita una auténtica conversión del corazón. Y que este es el mensaje que el Evangelio de Jesús nos da. Y que no podemos responder a los asaltos del demonio a no ser a través de las obras de Dios que son el perdón, el amor y el respeto a los demás, incluso si son diferentes.

“Queridos hermanos y hermanas:
Es una gran emoción para mi recibirles a ustedes que sufren en el cuerpo o en el alma, porque en una noche de fiesta la violencia les golpeó ciegamente a ustedes o a uno de sus familiares, independientemente de su origen o religión.
Quiero compartir este dolor, un dolor que se vuelve aún más fuerte cuando pienso en los niños, a veces familias enteras cuyas vidas han sido desgarradas de repente y de manera tan dramática.
Les aseguro a todos ustedes mi compasión y la cercanía de mi oración. Queridas familias, invoco a Nuestro Padre en el cielo, el Padre de todos, para que reciba a vuestros queridos difuntos cerca de Él, de manera que encuentren en seguida el reposo y el gozo de la vida eterna.
Para nosotros los cristianos, el fundamento de nuestra esperanza es Cristo muerto y resucitado. El apóstol Pablo nos dice: “Si pasamos a través de la muerte con Cristo, creemos que también viviremos con él. Nosotros lo sabemos, de hecho ha resucitado entre los muertos, Cristo no muere más; sobre Él la muerte ya no tiene ningún poder “(Romanos 6.8 a 9).
Que la certeza de la vida eterna, que es también la de los creyentes de otras religiones, sea un consuelo para toda vuestra vida y un pujante motivo de perseverancia para continuar con coraje el camino aquí en este mundo.
También rezo al Dios de la misericordia por todas las personas heridas, algunos horriblemente mutilados en su carne y en su alma, y no me olvido de todos aquellos que no pudieron venir o que aún están hospitalizados.
La Iglesia les está cerca y les acompaña con su inmensa compasión. Y con su presencia a vuestro lado en estos momentos tan pesados de llevar, le pide a Dios que les ayude y ponga en vuestro su corazón, sentimientos de paz y hermandad.
La tragedia experimentada por la ciudad de Niza ha suscitado por todas partes hermosas iniciativas de solidaridad y apoyo. Doy las gracias a todos aquellos que, en ese momento han llevado ayuda a las víctimas, o aún hoy y durante mucho tiempo probablemente se dedicarán a apoyar y ayudar a las familias.
Veo a la comunidad católica y a su obispo, monseñor André Marceau, pero también a los servicios de asistencia y a las asociaciones, en particular la asociación los Alpes Marítimos Fraternidad, aquí presente, que reúne a representantes de todas las confesiones religiosas, esto es un hermoso signo de esperanza.
Y estoy encantado de ver que las relaciones interreligiosas en vuestra casa están vivas, lo que sólo puede ayudar a curar las heridas de estos eventos dramáticos.
De hecho, el establecimiento de un diálogo sincero y las relaciones de hermandad entre todas las personas, especialmente entre aquellos que confiesan al Dios único y misericordioso, es una prioridad urgente que las autoridades, tanto políticas como religiosas, deben tratar de promover y que todo el mundo está llamado a utilizar a su alrededor.
Si bien la tentación de encerrarse en sí mismo, o de responder al odio con el odio y a la violencia con la violencia es grande, se necesita una auténtica conversión del corazón.
Este es el mensaje que el Evangelio de Jesús nos da a todos nosotros. No podemos responder a los asaltos del demonio sino a través de las obras de Dios que son el perdón, el amor y el respeto a los demás, incluso si es diferente.
Queridos hermanos y hermanas, les prometo una vez más mis oraciones con todo el afecto del Sucesor de Pedro. También rezo por vuestro querido país y sus responsables, para que se construya sin descanso una sociedad justa, pacífica y fraterna. Y como signo de mi cercanía, invoco sobre cada uno de ustedes la ayuda de la Virgen María y la abundancia de las bendiciones divinas”.


Francisco a las hermanas Hospitalarias de la Misericordia: ‘Sean amigas, hermanas y madres de los enfermos’
Posted by Redaccion on 24 September, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco recibió este sábado en audiencia en la sala Clementina del Vaticano, a unas 130 hermanas Hospitalarias de la Misericordia. “Las recibo con alegría durante este Jubileo de la Misericordia, que las encuentra particularmente involucradas porque corresponde de manera directa a vuestra vocación”, les dijo.
El Papa les agradeció la fidelidad al carisma originario de la orden y su atención a las nuevas formas de pobreza de nuestros tiempos y señaló que “la intuición de vuestra fundadora, la sierva de Dios Teresa Orsini Doria Pamphili Landi, muestra de manera elocuente como la palabra del Señor pueda cambiar la vida de quien se vuelve su discípulo”.
Ella, una italiana de familia noble fue ayudada por dos sacerdotes y se dejó guiar por las palabras de Jesús: ‘Estaba enfermo y me visitaste’ porque “frente a la debilidad de la enfermedad no puede haber distinciones de estatus social, raza, idioma y cultura”.
“La Iglesia siente como compromiso y responsabilidad –señaló en Pontífice– la cercanía a los que sufren, para darles consuelo, ayuda y compañía”.
“Ustedes dedican vuestra vida sobre todo al servicio de los hermanos y hermanas ingresados en los hospitales para que gracias a vuestra presencia y profesionalidad se sientan más sostenidos en la enfermedad”. Y para esto no hacen falta discursos largos. añadió, sino “una caricia, un beso, estar al lado en silencio, una sonrisa”.
Y las exhortó a no rendirse nunca “en este servicio inapreciable a pesar de todas las dificultades que pueden surgir. A veces en nuestros días, una cultura laicista apunta a quitar de los hospitales cualquier referencia religiosa, empezando por la presencia de las monjas. Sin embargo, cuando es así, va acompañado no pocas veces de dolorosas carencias de humanidad, realmente discordantes, en los lugares de sufrimiento. No se cansen de ser amigas, hermanas y madres de los enfermos y que la oración sea siempre la linfa que alimenta vuestra misión evangelizadora”.
El Papa les invitó así a que “cuando se acerquen a cada enfermo lleven en los corazones la paz y la alegría que son fruto del Espíritu Santo. En ese lecho del hospital yace siempre Jesús, presente en aquella persona que sufre; es él quien pide ayuda a cada una de vosotras. Es Jesús”.
Les adviritió también de la tentación de tomar distancia porque “algunos enfermos molestan”. Y les recordó que “también nosotros molestamos al Señor y nos soporta y nos acompaña”.
“¡Que la cercanía a Jesús y a los más débiles sea vuestra fuerza!” dijo, y añadió que “el cuarto voto que las caracteriza como familia religiosa es más actual que nunca, sobre todo porque se multiplican las personas sin familia, sin hogar, sin patria y necesitadas de ser acogidas”.
El Santo Padre al concluir sus palabras les señaló que “viviendo con coherencia este voto en particular, se asumen en sí mismas los sentimientos de Cristo, que ‘siendo rico se hizo pobre'”. Francisco al final de la audiencia se dirigió a la Madre Superiora y el Instituto fue consagrado a María Mardre de Misericordia.


Beatifican en Alemania al sacerdote Engelmar Unzeitig, el ‘angel’ de Dachau
Posted by Redaccion on 24 September, 2016



(ZENIT – Roma).- El sacerdote alemán Engelmar Unzeitig de la Congregación de los Misioneros de Mariannhill asesinado por odio a la fe en el campo de concentración de Dachau, fue beatificado este sábado y el rito fue presidido por el cardenal Angelo Amato en representación del papa Francisco, en catedral de la ciudad alemana de Würzburg.
“Todavía hoy como en los tiempos del padre Engelmar Unzeitig, la Iglesia de Cristo es discriminada, preseguida, humillada y aniquilada. Y esto también en nuestra Europa, que muchas veces se olvida de su patrimonio de civilización cristiana”, señaló el prefecto de la Congregación para la causa de los santos, en el mensaje de la canonización.
“El padre Unzaitig fue una luz de auténtica humanidad en la oscura noche de la dominación nazista” afirmó el cardenal. Y añadió que “él nos muestra que nadie puede extirpar enteramente la bondad del corazón del hombre” y su martirio “nos entrega un triple mensaje: de fe, de caridad y de fortaleza”.
Fue ordenado sacerdote en 1939 y designado párroco de Glöckelberg en Cesky Krumlov. Allí, el 21 de abril de 1941, fue detenido por la Gestapo y después de seis semanas fue enviado al Campo de Concentración de Dachau -“KZ Dachau”.
No tenía entonces más de 30 años y en aquel infierno era sólo un número, el 26.147. En alguna ocasión se registraron allí hasta 3.000 clérigos detenido. Entre las muchas acciones que el padre Engelmar desarrolló fueron a favor de los prisioneros rusos, administrando los sacramentos, asistiendo a los moribundos.
En un “período en el cual ser sacerdote significaba persecución y muerte –indicó el cardenal Amato– el padre Engelmar mantuvo intacto el entusiasmo por su misión sacerdotal. La fidelidad a los ideales evangélicos le costó acusaciones, denuncias, la deportación en dos campos de concentración y al final el martirio”.
El 3 de julio de 2009, el Papa Benedicto XVI aprobó el decreto que reconoce las virtudes heroicas del entonces Siervo de Dios y el 21 de enero de 2016, el Santo Padre Francisco autorizó la promulgación del decreto reconociendo el martirio del Venerable Siervo de Dios, Engelmar Unzeitig.


Mons. Aguer: “La violencia no se suprime simplemente a bastonazos”
Posted by Sergio Mora on 24 September, 2016



(ZENIT – Roma).- Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata, en el programa “Claves para un Mundo Mejor”, que se emitió por CANAL 9, se refirió a un tema de “máxima actualidad” como es “la violencia”, indicando que “parece que viviéramos en una sociedad violenta”.
“Yo tengo mis años y no recuerdo que siendo chico y adolescente se viviera así. Es verdad que el problema de la violencia se da en todo el mundo. Hay países que han sido más violentos que el nuestro y mucho antes que el nuestro han sufrido generalizado ese flagelo, pero esta precipitación de la sociedad Argentina en la violencia es tremenda”, indicó el arzobispo, como indica el resumen enviado a ZENIT por el conductor y director del programa, el periodista Tito Garabal.
“Hay que hablar de las causas de la violencia en la Argentina y de cómo la persistencia de esas causas destruye la trama de una vida social, porque así no se puede vivir en paz. Además, el insolente reinado de la violencia no se suprime simplemente a bastonazos”, enfatizó
En su exposición enumeró rápidamente causas como la destrucción de la familia que “es donde se educa al respeto, a la amistad, a la vida social, a la vida civil. Vemos la destrucción de la familia y hay muchos chicos huérfanos de padres vivos”. Luego mencionó el drama de la droga donde “las complicidades son múltiples. La droga que llega a esos pobres chicos que consumen “paco” y que acaban siendo “perejiles” que se pasan años en la cárcel, pero porque mataron a una persona. Y podemos pensar que muchas veces ni tienen conciencia de lo que hicieron. Luego están las mafias” E hizo una mención “a la visión errónea de la “justicia garantista”.

Se detuvo luego en que “existe una especie de violencia cotidiana, casi normal, que se da en un colectivo, en la calle donde mucha gente va caminando absorta en el telefonito sin observar alrededor, aunque por cualquier motivo las reacciones son exageradas. Noto que, de alguna manera, hay una especie de agresividad en el ambiente”.
Ante esta situación, Mons. Héctor Aguer afirmó que “hace falta un cierto camino de reeducación. No quiero ser muy solemne y decir una reeducación en el amor; algo más sencillo es sobre todo una reeducación en el respeto al otro, en el respeto de la vida sobre todo de la vida del otro… Puede ser que en algún caso se da porque las necesidades son enormes, pero antes también había necesidades y no se robaba y no se mataba de esta manera. Esto quiere decir que ha habido una decadencia moral en la sociedad argentina que tiene que ver con esos factores que les he dicho”.
En el final señaló que no basta con lamentarse de la situación de violencia sino que hay un remedio que es “hablar de estas cosas sin miedo y hay que atreverse a indicar las causas. No basta decir con terror: “¡Hay que barbaridad, como vivimos ahora!”. Vemos que hay barrios que hacen manifestaciones, movilizaciones, para que les ofrezcan más seguridad y eso está bien, pero hay que hablar de las causas de la violencia en la Argentina y de cómo la persistencia de esas causas destruye la trama de una vida social, porque así no se puede vivir en paz. Además, el insolente reinado de la violencia no se suprime simplemente a bastonazos”.


San Sergio de Rádonezh – 25 de septiembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 24 September, 2016



(ZENIT – Madrid).- Fue canonizado por el papa Nicolás V en 1449, quien al proclamar sus virtudes se hizo eco de la veneración que ya recibía y continúa dispensándole Rusia, su país originario y del que es su patrón. Nació en Rostov al inicio del siglo XIV en año impreciso; el arco fijado por diversas fuentes que incluyen fechas distintas se halla entre 1312 y 1322. Fue bautizado con el nombre de Bartolomé. Consciente de su dificultad para el aprendizaje oraba a Dios para que abriese su mente. En medio de un hecho prodigioso que le aconteció, a través de un monje recibió la gracia solicitada. Su temprana vocación a la vida monástica no obtuvo la aprobación de sus padres que se mantuvieron firmes en su disconformidad hasta poco antes de morir, cuando él había entrado en la veintena. Entonces, junto a Esteban, su hermano mayor que compartía el mismo ideal, dejó la casa paterna y herencia en manos del benjamín y se dispuso a cumplir su sueño. Ambos eligieron como morada un lugar recóndito del bosque cercano al río Conchúry. Allí pusieron el signo monástico erigiendo una Iglesia y una humilde celda que dedicaron a la Santísima Trinidad; fue bendecida por el sacerdote Feognósto.
Esteban partió a Moscú para hacerse cargo de otro monasterio, y Sergio prosiguió empapándose de la soledad monástica, entregado a una intensa oración y ayuno siguiendo la estela de los antiguos monjes del yermo. Habiendo tomado el hábito que le entregó Mitrofan, abad de un monasterio, se esforzaba por seguir los pasos de los grandes eremitas del desierto, como san Antonio o san Juan Clímaco, entre otros. La gracia de Dios y el ejemplo de lucha contra toda clase de tentaciones que le dieron los venerables cenobitas le ayudaron a superar las suyas; afrontó múltiples dificultades y sorteó también muchos peligros. Los animales salvajes –hacia los que tuvo un don especial– le respetaban.
Los frutos de su penitencia y humildad se manifestaron de un modo inesperado para él. Aunque detestaba la notoriedad y quería mantener a resguardo su austera vida, no pudo evitar que muchos llegasen hasta allí queriendo emularle y seguir a Cristo bajo su amparo. Y es que la Providencia esparcía las semillas del amor que había germinado en su corazón con el brillo inmarcesible de la humildad y el desasimiento de todo lo que impide correr en pos de la unión con la Santísima Trinidad. Rechazó la misión de abad hasta que en 1354 una voz interior le persuadió de que debía acoger sin reservas la voluntad de Dios. Instado por Él, dio respuesta a las peticiones de sus seguidores, convirtiéndose en fundador y abad del monasterio de la Santísima Trinidad.
Predicaba con su virtuosa vida, además de hacerlo con su palabra, movido por gran celo apostólico y caridad. Oraba con tanta fe que siempre llovían del cielo las bendiciones paliando las necesidades de la austera comunidad. Hasta él llegaban personas confundidas que esperaban ver en él signos externos de opulencia. Y se encontraban con un hombre santo, humildemente cubierto por un más que remendado sayal, desempeñando modestas tareas. Al recibirles y hablarles se obraban milagros que suscitaban un inmediato arrepentimiento y la conversión de sus corazones.
Sergio había sido agraciado con el don de las apariciones. En una de ellas la Virgen María le aseguró que los protegería a todos. También se le vaticinó que el monasterio sería favorecido con numerosas vocaciones. Muchos pedían su bendición y consejo. Entre ellos, el príncipe moscovita Dmitry Ivanovich, al que en 1380 ayudó en la famosa batalla de Kulikov contra los tártaros. Quiso que le acompañaran dos de sus monjes, que perecieron en la contienda. No había sido una decisión precipitada; sabía bien el riesgo que corrían. De hecho, cuando expuso su parecer al príncipe con valor y firmeza, consciente de que un discípulo de Cristo vive al límite en su ofrenda confiado en la gracia de Dios, le había dicho: «Si los enemigos quieren de nosotros el honor y la gloria se los daremos, si quieren plata y oro, se los daremos también; pero si por el nombre de Cristo, por la fe ortodoxa es necesario entregar el alma propia, entonces que la sangre corra».
En el entorno del convento fueron floreciendo nuevos moradores, y los monjes comenzaron a recibir limosnas y a extender su labor acogiendo a enfermos y peregrinos. Sergio tuvo que afrontar momentos internos de gran dificultad. No le agradaba el gobierno que había acogido por obediencia, hasta que la sublevación de algunos discípulos le instó a dejarlos, y se estableció nuevamente en el bosque, en soledad, a la vera del río Kirzhach. Allí vivió pocos años porque el metropolitano Alexis de Moscú, que le tenía en alta estima y le encomendó misiones diplomáticas para reconciliar a algunos príncipes, le rogó que volviera al convento. Cuando Alexis, deseoso de que el santo fundador le sucediese, quiso condecorarle con la cruz de oro, símbolo de tan alta misión, Sergio la rechazó, diciendo: «Desde la infancia no usé oro, a la vejez con más razón quiero mantenerme en la humildad».
Su convento de la Santísima Trinidad fue bendecido por el patriarca Filofey quien aprobó también sus reglas. Antes de morir rogó a sus hermanos que las cumplieran escrupulosamente. Fue el insigne propagador del culto a la Santísima Trinidad. El conocido icono del monje Andrej Rubljow sobre este misterio –que pintó bajo el patriarcado de Nikon, sucesor de Sergio–, es heredero de sus enseñanzas. Este gran patrón de Rusia murió en Moscú el 25 de septiembre de 1392.