Servicio diario - 09 de octubre de 2016


 

El Santo Padre anuncia un consistorio y creará 17 nuevos cardenales
Posted by Redaccion on 9 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco anunció este domingo después de la oración del ángelus que rezó en la Plaza de San Pedro, la convocación de un consistorio en el cual creará 17 nuevos cardenales, de los cuales 13 electores.
“Tengo la alegría de anunciar –señalo el papa Francisco en el día del Jubileo Mariano– que el sábado 19 de noviembre, en la vigilia de la clausura de la Puerta Santa de la Misericordia, tendré un consistorio para nombrar a 13 nuevos cardenales de los 5 continentes. Son originarios de 11 naciones expresa la universalidad de la Iglesia, que anuncia y da testimonio de la Buena Noticia de la misericordia de Dios en cada rincón de la tierra”.
La inserción de los nuevos cardenales en la diócesis de Roma, además manifiesta la relación inextinguible entre la Sede de Pedro y las Iglesias particulares difundidas por el mundo, explicó Francisco.
Y el Pontífice añadió otro particular: “El domingo 20 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey, como conclusión del Año Santo de la Misericordia, celebraré la santa misa con los nuevos cardenales, con el Colegio de Cardenales, con los arzobispos, obispos y presbíteros”.
El Papa leyó a continuación los nombres de los cardenales:
1- Mons. Mario Zenari, que permanece nuncio apostólico en la martirizada Siria (italiano).
2- Mons. Dieudonné Nzapalainga, C.S.Sp., arzobispo de Bangui (República Centoafricana).
3- Mons. Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Madrid (España).
4- Mons. Sergio da Rocha, arzobispo de Brasilia (Brasil).
5- Mons. Blase J. Cupich, arzobispo de Chicago (EE.UU).
6- Mons. Patrick D’Rozario, C.S.C., arzobispo de Dhaka (Bangladesh).
7- Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo, arzobispo de Mérida (Venezuela).
8- Mons. Jozef De Kesel, arzobispo di Malines-Bruxelles (Bélgica).
9- Mons. Maurice Piat, arzobispo di Port-Louis (Islas Mauricio).
10- Mons. Kevin Joseph Farrell, prefecto del dicasterio para Laicos, familia y vida (EE.UU)
11- Mons. Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla (México).
12- Mons. John Ribat, M.S.C., arzobispo de Port Moresby (Papua Nueva Guinea).
13- Mons. Joseph William Tobin, C.SS.R., arzobispo de Indianapolis (EE.UU).
El Papa señalo además, que a los miembros del Colegio Cardenalicio unirá dos arzobispos y un obispo emérito que se distinguieron en su servicio pastoral y a un presbítero que ha dado claro testimonio cristiano.
“Estos representan –aseguró el Pontífice– a tantos obispos y sacerdotes que en toda la Iglesia edifican al pueblo de Dios, anunciando el amor misericordioso del Señor, cuidando diariamente el rebaño del Señor y en la confesión de la fe”.
Ellos son:
1- Mons. Anthony Soter Fernández, arzobispo emérito de Kuala Lumpur (Malasia)
2- Mons. Renato Corti, arzobispo emérito de Novara (Italia)
3- Mons. Sebastian Koto Khoarai, O.M.I, obispo emérito de Mohale’s Hoek (Lesotho)
4- Reverendo Ernest Simoni, presbitero de la arquidiócesis de Shkodrë-Pult (Scutari – Albania).
El Santo Padre concluyó con una invitación: “Recemos por los nuevos cardenales, para que confirmando su adhesión a Cristo, sumo sacerdote misericordioso y fiel, me ayuden en mi ministerio como obispo de Roma y como “principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de la fe y de la comunión”.


Francisco pide tras el huracán de Haití, oración y solidaridad
Posted by Redaccion on 9 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El santo padre Francisco quiso recordar este domingo después de rezar la oración del ángelus, a las numerosas víctimas que ha causado el huracán Matthews que acaba de devastar Haití y vastas zonas del Caribe y de América del Norte, dejando más de mil muertos.
“He sabido con dolor de las graves consecuencias causadas por el huracán que en los días pasados ha golpeado al Caribe, en particular Haití, dejando numerosas víctimas y desplazados, además de ingentes daños materiales” dijo el Papa.
“Les aseguró –dijo el Santo Padre– mi cercanía a las poblaciones y expreso confianza en el sentimiento de solidaridad de la comunidad internacional, de las instituciones católicas y de las personas de buena voluntad”. Y concluyó invitando a unirse a su oración “por estos hermanos y hermanos tan duramente probados”.
El Papa recordó también que ayer en la ciudad española de Oviedo, “fueron proclamados beatos los sacerdotes Juan Fueyo Castañón y tres compañeros laicos. Alabemos al señor por estos héroes testimonios de la fe, que se sumaron a las filas de mártires que ofrecieron su vida en el nombre de Cristo”.
El Santo Padre concluyó dirigiendo sus saludos “a todos ustedes, queridos peregrinos que han participado a este Jubileo Mariano. ¡Gracias por vuestra presencia! E invitó a los presentes a repetir las palabras que San Juan Pablo II pronunció el 8 de octubre de 2000 en el acto de afiliación jubilar a María: “Ho Madre… queremos confiarte el futuro que nos espera. La humanidad… puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un cúmulo de escombros”. Y Francisco añadió: “En esta encrucijada, la Virgen nos ayude a elegir la vida, recibiendo y practicando el Evangelio de Cristo Salvador”.


El Papa en el Jubileo Mariano: ‘Sepamos agradecer a Dios como lo hizo María’
Posted by Sergio Mora on 9 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Jubileo Mariano que se celebra del 7 al 9 de este mes de octubre llegó hoy a su ápice con la santa misa que el papa Francisco presidió en la plaza de San Pedro.
En una mañana cristalina y soleada de Roma, después de una fuerte lluvia de otoño, la plaza de San Pedro lucía repleta de fieles y peregrinos que quisieron participar a esta manifestación mariana, parte del Jubileo de la Misericordia.
El Pontífice que vestía paramentos color verde del Tiempo ordinario y llevaba el palio, inició la eucaristía celebrada en idioma italiano, incensando el ícono de María ‘Salus populi romani’, patrona de Roma, mientras el coro de la Capilla Sixtina iniciaba a cantar el Gloria in Excelsis Deo.
Francisco comentando el Evangelio del día, el de los diez leprosos curados de los cuales solo uno vuelve a agradecer, señaló que es necesario “reconocer con admiración y gratitud los dones de Dios”.
“¡Qué importante es saber agradecer, saber alabar por todo lo que el Señor hace en nuestro favor! Nos podemos preguntar: ¿Somos capaces de saber decir gracias? ¿Cuántas veces nos decimos gracias en familia, en la comunidad, en la Iglesia? ¿Cuántas veces damos gracias a quien nos ayuda, a quien está cerca de nosotros, a quien nos acompaña en la vida? Con frecuencia damos todo por descontado. Y lo mismo hacemos también con Dios”. Recordó que “es fácil ir al Señor para pedirle algo, pero regresar a darle las gracias…”.
Y recordó que siguiendo el ejemplo de María, para agradecer es necesario tener humildad. “Preguntémonos si estamos dispuestos a recibir los dones de Dios o si, por el contrario, preferimos encerrarnos en las seguridades materiales, en las seguridades intelectuales, en las seguridades de nuestros proyectos” preguntó.
El Papa quiso precisar también que en las lecturas de la misa del día, los dos extranjeros son protagonistas: Naamán y el samaritano. Y se interrogó: “Cuántos extranjeros, e incluso personas de otras religiones, nos dan ejemplo de valores que nosotros a veces olvidamos o descuidamos”. Y añadió algo para no olvidar: que la Madre de Dios, con su esposo José, experimentó el estar lejos de su tierra.
“Aferrémonos fuertemente –concluyó el Papa– a esta fe sencilla de la Santa Madre de Dios; pidámosle que nos enseñe a regresar siempre a Jesús y a darle gracias por los innumerables beneficios de su misericordia.
Estaba también presente en el Jubileo Mariano, una delegación de la ciudad de Amatrice, una de las más destruidas por el terremoto, a quienes el Santo Padre, poco antes, prometió oraciones.
 


Texto completo de la homilía del papa Francisco en el Jubileo Mariano
Posted by Redaccion on 9 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El Jubileo de la Misericordia ha tenido hoy una nueva etapa con la celebración del Jubileo Mariano. Ante una plaza de San Pedro llena de peregrinos el Papa invitó a agradecer los dones de Dios y a no darlos por descontados, y para ello invitó a imitar a María y a tener un corazón humilde.
A continuación el texto completo
El Evangelio de este domingo (cf. Lc 17,11-19) nos invita a reconocer con admiración y gratitud los dones de Dios. En el camino que lo lleva a la muerte y a la resurrección, Jesús encuentra a diez leprosos que salen a su encuentro, se paran a lo lejos y expresan a gritos su desgracia ante aquel hombre, en el que su fe ha intuido un posible salvador: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros» (v. 13).
Están enfermos y buscan a alguien que los cure. Jesús les responde y les indica que vayan a presentarse a los sacerdotes que, según la Ley, tenían la misión de constatar una eventual curación.
De este modo, no se limita a hacer una promesa, sino que pone a prueba su fe. De hecho, en ese momento ninguno de los diez ha sido curado todavía. Recobran la salud mientras van de camino, después de haber obedecido a la palabra de Jesús.
Entonces, llenos de alegría, se presentan a los sacerdotes, y luego cada uno se irá por su propio camino, olvidándose del Donador, es decir del Padre, que los ha curado a través de Jesús, su Hijo hecho hombre.
Sólo uno es la excepción: un samaritano, un extranjero que vive en los márgenes del pueblo elegido, casi un pagano. Este hombre no se conforma con haber obtenido la salud a través de propia fe, sino que hace que su curación sea plena, regresando para manifestar su gratitud por el don recibido, reconociendo que Jesús es el verdadero Sacerdote que, después de haberlo levantado y salvado, puede ponerlo en camino y recibirlo entre sus discípulos.
Saber agradecer, saber agradecer, saber alabar por todo lo que el Señor hace en nuestro favor. Qué importante es esto. Nos podemos preguntar: ¿Somos capaces de saber decir gracias? ¿Cuántas veces nos decimos gracias en familia, en la comunidad, en la Iglesia? ¿Cuántas veces damos gracias a quien nos ayuda, a quien está cerca de nosotros, a quien nos acompaña en la vida?
Con frecuencia damos todo por descontado. Y lo mismo hacemos también con Dios. Es fácil ir al Señor para pedirle algo, pero regresar a darle las gracias… Por eso Jesús remarca con fuerza la negligencia de los nueve leprosos desagradecidos: «¿No han quedado limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» (Lc 17,17-18).
En esta jornada jubilar se nos propone un modelo, más aún, el modelo que debemos contemplar: María, nuestra Madre. Ella, después de haber recibido el anuncio del Ángel, dejó que brotara de su corazón un himno de alabanza y acción de gracias a Dios: «Proclama mi alma la grandeza del Señor…». Pidamos a la Virgen que nos ayude a comprender que todo es don de Dios, y a saber agradecer: entonces nuestra alegría será plena. Solamente aquel que sabe agradecer sube a la plenitud de la gloria
Para saber agradecer se necesita también la humildad. En la primera lectura hemos escuchado el episodio singular de Naamán, comandante del ejército del rey de Aram (cf. 2 R 5,14- 17). Enfermo de lepra, acepta la sugerencia de una pobre esclava y se encomienda a los cuidados del profeta Eliseo para curarse, que para él es un enemigo.
Sin embargo, Naamán está dispuesto a humillarse. Y Eliseo no pretende nada de él, sólo le ordena que se sumerja en las aguas del río Jordán. Esa indicación desconcierta a Naamán, más aún, lo decepciona: ¿Puede ser realmente Dios uno que pide cosas tan insignificantes? Quisiera irse, pero después acepta bañarse en el Jordán, e inmediatamente se curó.
El corazón de María, más que ningún otro, es un corazón humilde y capaz de acoger los dones de Dios. Y Dios, para hacerse hombre, la eligió precisamente a ella, a una simple joven de Nazaret, que no vivía en los palacios del poder y de la riqueza, que no había hecho obras extraordinarias. Preguntémonos si estamos dispuestos a recibir los dones de Dios o si, por el contrario, preferimos encerrarnos en las seguridades materiales, en las seguridades intelectuales, en las seguridades de nuestros proyectos.
Es significativo que Naamán y el samaritano sean dos extranjeros. Cuántos extranjeros, e incluso personas de otras religiones, nos dan ejemplo de valores que nosotros a veces olvidamos o descuidamos.
El que vive a nuestro lado, tal vez despreciado y discriminado por ser extranjero, puede en cambio enseñarnos cómo avanzar por el camino que el Señor quiere. También la Madre de Dios, con su esposo José, experimentó el estar lejos de su tierra. También ella fue extranjera en Egipto durante un largo tiempo, lejos de parientes y amigos. Su fe, sin embargo, fue capaz de superar las dificultades. Aferrémonos fuertemente a esta fe sencilla de la Santa Madre de Dios; pidámosle que nos enseñe a regresar siempre a Jesús y a darle gracias por los innumerables beneficios de su misericordia.


Paraguay: V Congreso Latinoamericano y Caribeño de Comunicación
Posted by Enrique Soros on 9 October, 2016



(ZENIT – Asunción del Paraguay).- Concluye hoy domingo en Asunción del Paraguay el Quinto Congreso Latinoamericano y Caribeño de Comunicación (V COMLAC), organizado por SIGNIS de América Latina y el Caribe y por la Asociación de Comunicadores de Paraguay.
En el mismo se tratan temas referentes a la actualidad de las comunicaciones en América Latina y el Caribe, desde la perspectiva de una Iglesia comprometida con la realidad social y con los cambios necesarios para afirmar la dignidad de la persona en todos los campos, especialmente de aquellos que se encuentran más marginados.
El encuentro comenzó el día jueves, con un panel inaugural sobre comunicación, ciudadanía y democracia, conformado por Mons. Heriberto Bodeant, presidente del departamento de Comunicación y Prensa del CELAM; Mónica Villanueva, de Perú; María José Centurión, de Paraguay; y José Luis Aguirre, de Bolivia. A su cierre, tuvo lugar la conferencia titulada La Democratización de las Comunicaciones en América Latina, a cargo de Elson Faxina, de Brasil; de los panelistas Susana Nuin, directora de la Escuela Social del CELAM; José María Costa, de Paraguay, y Luis Nocenti, por Aler.
A lo largo del encuentro se ofrecieron diversos talleres sobre educomunicación para una cultura democrática, presentación de publicaciones en ciberperiodismo, elaboración de medios escritos y producción de audiovisuales participativos, entre muchos otros.
El aspecto pedagógico de la comunicación jugó un rol fundamental en la jornada. El argentino Daniel Prieto Castillo disertó sobre la Mediación Pedagógica de la Comunicación, y la hermana Rosa Mollo, de Perú; el P. Rigoberto Pérez Garrido, guatemalteco, director ejecutivo del departamento de Comunicación y Prensa del CELAM y Carlos Ferraro, argentine, por SIGNIS ALC, expusieron sobre la Articulación de la Educomunicación y el desarrollo integral de la niñez y la adolescencia latinoamericana.
El chileno Jaime Carril profundizó la temática Transformación Cultural en Latinoamérica, desarrollando los desafíos de la interculturalidad y el diálogo con la otredad.
El congreso cierra hoy con diversas alocuciones, de las cuales destacamos Laudato Si’, el ciudadano de la casa común, a cargo de Mauricio López, secretario ejecutivo de REPAM, Red Eclesial Panamazónica; y El rol fundamental de los pueblos indígenas en la defensa de los bosques, por la comunicadora indígena Antolina González.
Omar Bogado, vicepresidente de ACCP SIGNIS Paraguay, coorganizador del encuentro, remarcó que “la comunicación es un puente, para estar con el otro, sentir lo que el otro siente, descubrir y vivenciar lo que necesita el otro desde su misma esencia, y la misma debe conducir a lograr una afinidad espiritual con el otro.”
A su vez, Roque Acosta, miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad Católica del Paraguay, acentuó que “el congreso ofrece una excelente oportunidad de generar y propiciar la cultura del encuentro, después de tantos años que como comunicadores, recorremos América Latina, como miembros de la Iglesia, como sociedad, en caminos de unión, lo que nos motiva a sentir y vivenciar que tenemos un proyecto común por una sociedad mejor.” Y remató: “Apostamos a la palabra clave que nos presenta el Papa Francisco para la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones: la esperanza”.
Por último, Gustavo Andújar, presidente de SIGNIS internacional, acentuó como un marcado valor del congreso, el que “nos estamos encontrando como personas, ya no solo como corresponsales por email. Tenemos la dicha de conocernos personalmente, interactuar cara a cara, profundizando la amistad y el afecto. Significa que se trasciende la rigurosidad académica del congreso con profundos valores humanos.”
El congreso está coorganizado, entre otros, por el CELAM, Consejo Episcopal Latinoamericano, SIGNIS internacional, la Conferencia Episcopal Paraguaya y la WAAC, Asociación Mundia para la Comunicación Cristiana. Esta es la primera vez que el COMLAC se realiza en Paraguay. Es sabido que organizar el mismo implica un esfuerzo de grandes proporciones, y con profundo agradecimiento, los participantes han expresado en distintas oportunidades que Paraguay excedió todas las expectativas al respecto de la coordinación del encuentro.


San Daniel Comboni – 10 de octubre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 9 October, 2016



(ZENIT – Madrid).- «¡África o muerte!» era el sentimiento apasionado de este insigne misionero; brotaba de sus entrañas y le confería el aliento para seguir luchando por Cristo. Siendo único superviviente de una numerosa familia de ocho hijos, a su madre, Domenica, no le tembló la voz cuando lo vio partir en 1857 después de su ordenación sacerdotal, diciéndole: «Vete, Daniel, y que el Señor te bendiga». Este gesto de suma generosidad nutría de bendiciones, junto a las divinas, la determinación irrevocable de este apóstol que había traído al mundo en Limone sul Garda, Italia, el 15 de marzo de 1831. El santo jamás lo olvidó; en las cartas que fue enviando desde su misión siempre agradeció a sus padres este desprendimiento. Ambos andaban escasos de recursos; servían como campesinos a un lugarteniente de la zona. Por eso Daniel tuvo que irse a Verona, donde el venerable Nicola Mazza había fundado un Instituto pensando en el futuro de jóvenes como él, pobres y con grandes dotes.
Fue allí donde ardió la llama de su vocación sacerdotal y misionera, teniendo en el horizonte de sus sueños apostólicos el continente africano. A ello contribuyó su amistad con un antiguo esclavo sudanés, con el que compartía las aulas. El 6 de enero de 1849 se comprometió ante Mazza a «consagrar su vida a Cristo en favor de los pueblos africanos hasta el martirio». Recibió la ordenación sacerdotal en Trento en 1854, de manos del obispo beato Juan Nepomuceno Tschiderer. Tres años más tarde, sin haber cumplido los 26 de edad, partió a África junto a cinco misioneros educados, como él, por Mazza. Llegó a Jartum, capital de Sudán, y allí se dio de bruces con la realidad: clima sofocante, riesgos de toda índole, miseria, abandono, enfermedad, etc. Todo ello habría invitado a espíritus pusilánimes a tirar la toalla, cediendo al temor, pero no a él, que se sintió espoleado a luchar con más fuerza que nunca. «Tendremos que fatigarnos, sudar, morir; pero al pensar que se suda y se muere por amor de Jesucristo y la salvación de las almas más abandonadas de este mundo, encuentro el consuelo necesario para no desistir en esta gran empresa», escribió a sus padres. Había sido un viaje difícil, plagado de sufrimientos y contrariedades, incluido el fallecimiento de la mayoría de los integrantes de esta misión. «¡África o muerte!» es la rúbrica instantánea de una fidelidad irrevocable a Cristo que brotó de sus labios ante el óbito de uno de los misioneros que le acompañaban, el padre Oliboni.
Volvió a Italia dispuesto a diseñar una nueva estrategia para llevar adelante la misión. El 15 de septiembre de 1864 en Roma oró sobre la tumba de san Pedro. Allí concibió lo que iba a ser conocido como el «Plan para la regeneración de África», sintetizado en la idea de «salvar África por medio de África». Su único objetivo era «el de llevar el beso de paz de Cristo» a esos pueblos del continente. Tres días más tarde dio a conocer su plan al papa Pío IX y al cardenal Barnabó, prefecto de Propaganda Fide. El pontífice le dijo: «¡trabaja como un buen soldado de Cristo!». Comboni comenzó efectuando viajes a distintos puntos de Europa en una labor de concienciación, estímulo y solicitud de ayuda para este proyecto, sin descuidar ningún estamento social. Sus interlocutores iban desde las autoridades eclesiales, la realeza y la poderosa aristocracia hasta las gentes sencillas y pobres. Para suscitar vocaciones y mantener vivo el espíritu misionero se sirvió también de un instrumento valiosísimo: la creación de una revista. En 1867 y en 1872 fundó los Misioneros Combonianos y las Misioneras Combonianas respectivamente. Consiguió que la Iglesia se involucrase en esta tarea misionera, especialmente con su Postulatum expuesto en el Concilio Vaticano I.
Siempre desviviéndose por todos, no ocultaba su esfuerzo. Al escribir al padre Arnold Janssen desde Jartum en 1875 le decía con toda sencillez: «Perdóneme por escribirle en latín; pero es que no duermo por exceso de ocupaciones, y estoy agotado. Por este motivo no le escribo en alemán, porque necesitaría más tiempo y tendría que usar el diccionario…». En el estío de 1877 fue designado vicario apostólico de África central y consagrado obispo. En sus múltiples viajes al continente luchó contra la explotación inhumana, la esclavitud y toda clase de desmanes contra el pueblo que tanto amaba. Su fortaleza provenía de la cruz de Cristo, a la que se abrazó y de la que no despegaba sus ojos. Ocho días antes de morir dijo: «La cruz tiene la fuerza de transformar África en tierra de bendición y de salvación… A mí no me importa nada. Deseo solamente ser anatematizado por mis hermanos. Lo que me importa es la conversión de la ‘Nigricia’».
A unas horas de culminar su vida en la tierra aún le seguían otros problemas internos. Al rector de su seminario de Verona, padre Sembianti, le escribió desde Jartum el 8 de octubre de 1881, preocupado por un asunto de gobierno: «Gran asombro me ha producido el conocer la turbación de la superiora cuando recibió mi carta, en la que le pedía cosas concernientes a su deber, y que yo tenía derecho a pedir en conciencia. Si ello es así, como no quiero causar ninguna molestia, le aseguro a usted, y asegure usted a la superiora, que no la incomodaré más con ninguna carta o escrito. ¡Qué magníficas relaciones mantiene un Instituto donde deben florecer la caridad, la obediencia, la confianza y el respeto a la autoridad, qué magníficas relaciones, decía, mantiene el Instituto de las Pías Madres de la Nigricia con su fundador, que suda, se fatiga y no duerme, para sostenerlo y conseguir que no le falte de nada! ¡Qué espíritu del Señor!». Al tiempo, junto a la noticia de otras acciones apostólicas, le comunicaba haber bautizado a «catorce infieles, entre paganos y musulmanes». Dos días más tarde de haber firmado esta carta, justamente el 10 de octubre de 1881, partió al cielo. «Yo muero –vaticinó– pero mi obra, no morirá». Juan Pablo II lo beatificó el 17 de marzo de 1996, y lo canonizó el 5 de octubre de 2003.