IGLESIA EN EL MUNDO

Los “otros” santos del 16 de octubre


 

Siete retratos colgarán el día 16 de octubre de la fachada de la basílica de San Pedro en Roma. Contemplaremos el rostro de siete nuevos santos, siete magníficos: un obispo, cuatro sacerdotes muy diferentes, una religiosa escritora y un jovencito mártir. Nos preguntamos, recordando el Apocalipsis: ¿Quiénes son y de dónde vienen?

Junto a nuestro querido D. Manuel González García, obispo de Málaga de 1920-1935, creador de nuestro Seminario y configurador de sacerdotes, fundador de la Unión Eucarística Reparadora y de las Hermanas Misioneras Eucarísticas de Nazaret, podremos contemplar otras seis biografías de santidad.

El francés Salomone Leclercq (Nicolas-Louis Leclercq), de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos de la Salle), mártir. En plena Revolución francesa, fue martirizado en 1792, junto a otros 94 compañeros, en el patio de un convento carmelita, donde estaban arrestados.

El sacerdote italianos, Ludovico Pavoni, fundador de la Congregación de los Hijos de María Inmaculada, nacido en Italia en 1784. Un sucesor de San Felipe Neri y precursor de San Juan Bosco; dejo dignidades para trabajar con los niños más pobres, fundando el Instituto de San Bernabé, instaurando una red de auténticas escuelas profesionales.

Alfonso María Fusco, fundador de la Congregación de las Hermanas de San Juan Bautista. También italiano, nacido en 1839, su pasión fue ayudar a los jóvenes pobres y huérfanos. Para ellos creo las Casas de la Providencia, donde eran acogidos y educados. Hoy, hay Casas de la Providencia en los cuatro continentes.

José Sánchez del Río, niño “cristero”, asesinado con catorce años, en 1928, durante la persecución religiosa de México. Otro niño amigo, que presenció el martirio escribió: «Le pidieron que renegara de su fe, so pena de muerte. José no aceptó la apostasía. Murió gritando: Viva Cristo Rey».

José Gabriel del Rosario Brochero. Popularmente llamado el cura Brochero. Sacerdote argentino fallecido en 1914; era un pastor que llevó a lomo de mula el Evangelio y el progreso a los más necesitados de su región. Un pueblo lleva su nombre. De él dijo Francisco: «A lomos de una mula, conoció todos los rincones de su parroquia. No se quedó en la sacristía a peinar ovejas».

Y Elisabeth de la Santísima Trinidad (Elisabeth Catez), francesa, carmelita descalza. Nace en 1880. Dotada de virtudes humanas muy ricas (gran pianista). En su Primera Comunión escribirá: «Este gran día nos hemos dado por completo el uno al otro» (C 178). Al entrar en el Carmelo dirá: «aquí ya no hay nada, sólo Él… Se le encuentra en todas partes, lo mismo en la colada que en la oración». Escritora mística, nos dejará una hermosa oración a la Santísima Trinidad, que comienza con estas palabras: «¡Oh, Dios mío, Trinidad a quien adoro! Ayudadme a olvidarme enteramente para establecerme en Vos, inmóvil y tranquila, como si mi alma estuviera ya en la eternidad…».

Siete biografías diversas, siete santos, 7 magníficos. Y una pregunta final: ¿por qué no yo, también? Todos estamos llamados a ser santos. Como diría san Manuel González: «bautizados… luego santos».

(Alfonso Crespo – Diócesis de Málaga)