Servicio diario - 14 de octubre de 2016


 

El Papa en Sta. Marta: ¿Soy como la levadura buena que hace crecer?
Posted by Redaccion on 14 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, en la homilía de Santa Marta de este viernes, ha recordar que para seguir al Señor es fundamental no engañarnos, no decir mentiras y así no caer en la hipocresía, esa “esquizofrenia espiritual que nos hace decir tantas cosas pero sin practicarlas”.
Ha recordado que en el Evangelio del día, Jesús invita a cuidarse de la “levadura de los fariseos”. Al respecto, ha explicado que existe “una levadura buena y una levadura mala”. La levadura que hace crecer el Reino de Dios y la levadura que hace solamente la apariencia en el Reino de Dios. La levadura –ha observado– hace crecer siempre; y hace crecer, cuando es buena, de forma consistente, sustanciosa y se convierte en pan bueno, pasta buena: crece bien. Pero la “levadura mala” no hace crecer bien.
A este punto, el Santo Padre ha querido contar una anécdota de infancia para explicarlo bien. “Yo recuerdo que para carnaval, cuando éramos niños, la abuela nos hacía galletas, y era una pasta muy sutil, sutil, sutil la que ella hacía. Después la echaba al aceite y esa pasta se hinchaba… y cuando empezábamos a comerla, estaba vacía”, ha recordado. Y la abuela les decía “estas son como las mentiras: parecen grandes, pero no tienen nada dentro, no hay nada de verdad, ahí; no hay nada de sustancia”.
Por eso, el Papa ha señalado que Jesús nos dice: “Estad atentos a la mala levadura, la de los fariseos”. ¿Y cuál es? Es la hipocresía, ha señalado Francisco.
Asimismo, ha añadido que la hipocresía es cuando se invoca al Señor con los labios pero el corazón está lejos de Él. Es una “división interna”. Se dice una cosa y se hace otra. Es –ha aclarado– una especie de esquizofrenia espiritual. Además, ha observado el Pontífice, el hipócrita es un simulador: parece bueno, cortés, pero detrás de sí tiene un puñal. Al respecto ha invitado a pensar en Herodes y la cortesía con la que recibió a los Magos. Y en el momento de la despedida les pide que le avisen dónde está ese niño para ir también a adorarlo, cuando en realidad lo que quería era matarlo.
Jesús, hablando de estos doctores de la ley dice: “Estos dicen y no hacen”, que es otra forma de hipocresía. Al respecto, el Santo Padre ha explicado que es un “nominalismo existencial”, los que creen que diciendo las cosas está todo hecho. Las cosas se hacen, no solo se dicen, ha advertido Francisco.
Del mismo modo, ha reconocido que el hipócrita es un nominalista, cree que con el decir se hace todo. Después, el hipócrita “es incapaz de acusarse a sí mismo: nunca encuentra en sí una mancha, acusa a los otros”.
Por eso, el Santo Padre ha invitado a hacer un examen de conciencia para entender si crecemos con la levadura buena o la levadura mala preguntándonos: ¿Con qué espíritu hago las cosas? ¿Con qué espíritu rezo? ¿Con qué espíritu me dirijo a los otros? ¿Con el espíritu que construye? ¿O con el espíritu que divide? Importante — concluye el Papa– es no engañarse, no decir mentiras sino la verdad.
Al respecto, el Pontífice ha explicado que los niños cuando se confiesan nunca dicen mentiras, y no dicen cosas abstractas. “Los niños cuando están delante de Dios y delante de los otros, dicen cosas concretas” porque “tienen la levadura buena, la que hace crecer como crece el Reino de los Cielos”.
Finalmente, el Santo Padre ha pedido que el Señor dé a todos “el Espíritu Santo y la gracia de la lucidez de decirnos cuál es la levadura con la que crezco, cuál es la levadura con la que actúa”.



Francisco visita una casa-hogar en el viernes de la misericordia
Posted by Redaccion on 14 October, 2016



(ZENIT – Roma).- El santo padre Francisco siguiendo con la tradición de los Viernes de la Misericordia, en el marco del Año Jubilar, ha visitado esta la tarde la casa “Villaggio SOS”, ubicado en la periferia de Roma.
Lo indicó la oficina de prensa de la Santa Sede, precisando que trata de una casa hogar que acoge a niños cuya dificultad ha sido señalada por los servicios sociales y por el tribunal, debido a condiciones de malestar personal, familiar o social. La casa hogar está compuesta por cinco casas y en cada una de ellas viven un máximo de seis niños y niñas hasta una edad máxima de 12 años, junto a una responsable que es llamada “Mamma SOS”.
Pablo y María, que dirigen la estructura le contaron al papa Francisco la historia del joven austríaco estudiante de medicina, Hermann Gmeiner, que después de la II Guerra mundial viendo a tantos niños huérfanos abrió en Austria una de estas estructuras, desarrollando un modelo educativo cercano al de una verdadera familia, contraponiéndolo al modelo de los orfanatos existente en esa época.
Niños y niñas de la estructura le mostraron al Papa la zona verde, la cancha de fútbol, el pequeño parque con juegos. También sus habitaciones y sus juguetes. El Papa escuchó sus historias y se detuvo para una pequeña merienda.
Los ‘Villaggi SOS” están estructurados para apoyar a los niños durante su crecimiento, acompañándolos de la manera más similar a la de una verdadera familia a través de las diversas etapas del crecimiento y de integración en la sociedad. Los niños de hecho son acompañados a la escuela, frecuentan la parroquia y hacen deporte.
Los profesionales residentes o no residentes, o lo voluntarios que trabajan en el centro, le dan seguimiento a los niños a través de los años, contribuyendo a crear relaciones humanas estables que les ayudan a alcanzar una autonomía adecuada.
En la estructura están presentes también jóvenes más grandes, que decidieron quedarse cerca del Centro para seguir teniendo un punto de referencia y para dar una mano en las actividades cotidianas.


El Santo Padre recibe al secretario general de la OTAN
Posted by Redaccion on 14 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco, recibió este jueves en el Vaticano al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Durante el encuentro –informa un comunicado de la OTAN– se ha discutido sobre cuestiones globales de interés común, como los conflictos en Siria y en general en Oriente Medio, la necesidad de proteger las poblaciones civiles de la violencia, la importancia del diálogo en los asuntos internacionales para reducir las tensiones.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN o NATO por sus siglas en inglés), también denominada Alianza del Atlántico Norte, es una alianza militar intergubernamental nacida después de la Segunda guerra mundial para defender a cualquiera de sus miembros si son atacados por una facción externa.
Después de la caída del Muro de Berlín en 1989, algunos antiguos miembros del Pacto de Varsovia se incorporaron. Ha intervenido en la Guerra de Yugoslavia, en la Guerra de Afganistán y de Irak. También por la Guerra Civil en Siria y en la Crisis de Crimea de 2014.
Durante el encuentro de hoy en el Vaticano, también ha sido abordado el tema de los cambios climáticos, de gran interés para el papa Francisco. Al respecto a Stoltenberg subrayó que “los cambios climáticos podrían representar un riesgo significativo para la seguridad”.
“Me siento honrado por haber encontrado a su Santidad Papa Francisco”, declaró el secretario general de la OTAN, “su sabiduría y su visión de un mundo más justo y pacífico, así como su llamamiento para el diálogo y la cooperación, deberían inspirarnos a todos nosotros, sobre todo en estos tiempos de aumento de la tensión”.
Jens Stoltenberg se encuentra estos días en Italia con el North Atlantic Council y el Comité militar de la OTAN, con ocasión del 65º aniversario de la OTAN Defense College.
Durante su visita se reunirá también con al presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella, el ministro de exteriores, Paolo Gentiloni, y la de defensa, Roberta Pinotti. Al finalizar el encuentro, el secretario general se reunió también con el secretario vaticano para las relaciones con los Estados, monseñor Paul Richard Gallagher.


Francisco: “Es necesario fomentar estilos de vida que beneficien a las futuras generaciones”
Posted by Rocío Lancho García on 14 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).-El Santo Padre pide “no precaución sino sabiduría”. Esa que “los campesinos, los pescadores, los ganaderos” conservan en la memoria de las generaciones, y que ahora ven cómo está siendo ridiculizada y olvidada por un modelo de producción que sólo beneficia a pequeños grupos y a una pequeña porción de la población mundial. Recordemos que –explica el papa Francisco– se trata de un modelo que, con toda su ciencia, consiente que cerca de ochocientos millones de personas todavía pasen hambre.
Con ocasión de la Jornada Mundial de la Alimentación, que este año tiene por tema “El clima está cambiando. La alimentación y la agricultura también”, el Santo Padre ha enviado un Mensaje al Director General de la Organización de las Naciones Unidas por la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva.
El mensaje ha sido leído esta mañana por monseñor Fernando Chica Arellano, Observador Permanente de la Santa Sede ante la FAO, con ocasión de la ceremonia inaugural para la Jornada mundial de la Alimentación, desarrollada ante la Sede de la FAO en Roma. De este modo, el Santo Padre en su mensaje indica que el que la FAO haya elegido este tema lleva a considerar “la dificultad añadida que supone para la lucha contra el hambre la presencia de un fenómeno complejo como el del cambio climático”.
Asimismo, Francisco observa que tenemos que cuestionarnos sobre nuestra responsabilidad individual y colectiva, “sin recurrir a los fáciles sofismas que se esconden tras los datos estadísticos o las previsiones contradictorias”. No se trata de abandonar el dato científico –advierte– sino de ir más allá de la simple lectura del fenómeno o de la enumeración de sus múltiples efectos.
Reflexionando sobre las causas de los cambios que están ocurriendo el Pontífice subraya que los diferentes efectos negativos sobre el clima “tienen su origen en la conducta diaria de personas, comunidades, pueblos y Estados”. Si somos conscientes de esto –precisa– no bastará la simple valoración en términos éticos y morales. De este modo, el Santo Padre reconoce que es necesario intervenir políticamente y tomar las decisiones necesarias, disuadir o fomentar conductas y estilos de vida que beneficien a las nuevas y a las futuras generaciones.
En esta misma línea, explica que las instituciones tienen un papel esencial, ya que las acciones individuales “sólo son eficaces si se integran en una red compuesta de personas, entidades públicas y privadas, estructuras nacionales e internacionales”.
Por otro lado, indica que todas las personas que trabajan o viven en el campo experimentan que, si el clima cambia, también sus vidas cambian. Por eso advierte de que “su diario acontecer se ve afectado por situaciones difíciles, a veces dramáticas”, “el futuro es cada vez más incierto” y “así se abre camino la idea de abandonar casas y afectos”. Y de este modo, prevalece “una sensación de abandono”, “de sentirse olvidados por las instituciones”, “privados de la ayuda que puede aportar la técnica”, así como de la “justa consideración por parte de todos los que nos beneficiamos de su trabajo”.
También observa que obtener una calidad que da excelentes resultados en el laboratorio “puede ser ventajoso para algunos, pero puede tener efectos desastrosos para otros”. De este modo, Francisco explica que el principio de precaución no es suficiente, “porque muy a menudo se limita a impedir que se haga algo”, mientras que lo que se necesita es “actuar con equilibrio y honestidad”.
Asimismo, el Pontífice pide no olvidar que es también el clima el que contribuye a que la movilidad humana sea imparable. Los datos más recientes muestran que cada vez son más los emigrantes climáticos. Por eso indica que ya “no basta impresionarse y conmoverse ante quien, en cualquier latitud, pide el pan de cada día”. Es necesario –subraya– decidirse y actuar.
Al respecto, recuerda que los niveles de producción mundial son suficientes para garantizar la alimentación de todos, a condición de que haya una justa distribución.
El Papa asegura que todos estamos llamados a cooperar en este cambio de rumbo: los responsables políticos, los productores, los que trabajan en el campo, en la pesca y en los bosques, y todos los ciudadanos. La voluntad de actuar –reconoce– no puede depender de las ventajas que se puedan obtener, sino que es una exigencia que está unida a las necesidades que surgen en la vida de las personas y de toda la familia humana.
Finalmente, el Papa pide que los objetivos recogidos en el Acuerdo de París no queden en “bellas palabras”, sino que se concreten en “decisiones valientes” para que la solidaridad no sea sólo una virtud, sino también un modelo operativo en la economía, y que la fraternidad ya no sea una simple aspiración, sino un criterio de gobernabilidad nacional e internacional.



El Papa dona 100 mil dólares a la población afectada por el huracán Matthew
Posted by Rocío Lancho García on 14 October, 2016


(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha querido enviar una ayuda concreta a la población de Haití, golpeada por el devastador huracán Matthew. A través del Pontificio Consejo Cor Unum, el Pontífice ha establecido enviar una primera contribución de 100 mil dólares para ayudar a la población en esta fase de emergencia. Este desastre natural que sufrió el Caribe los días pasados, en particular Haití, ha causado según los datos actuales, que todavía no son definitivos, mil víctimas.
Esta donación, que será repartida en colaboración con la nunciatura apostólica, a través de la Iglesia local en las diócesis más afectadas por la calamidad, será “usada para apoyar las obras de asistencia a favor de las víctimas” y quiere ser una primera e inmediata expresión concreta “de sentimientos de espiritual cercanía y paterno aliento del Sumo Pontífice en lo relacionado con las personas y de los territorios golpeados”. Así lo indica una nota publicada hoy por la oficina de prensa de la Santa Sede.
Tal contribución entra dentro de “la red de ayudas” que se ha activado enseguida en toda la Iglesia católica y que ha implicado a distintas Conferencias episcopales y numerosos organismos de caridad.
Finalmente, el comunicado informa que Cáritas Haití, en colaboración con Caritas Internationalis, lanzó enseguida un primer llamamiento de emergencia para ayudas a 2.700 familias (13.500 personas) para la adquisición y la distribución de 2.700 kit alimenticios, el suministro de 2.700 kit de higiene y la activación de programas para aconsejar y sensibilizar a la población de la prevención de enfermedades infecciosas.
Desde el inicio de la tragedia, el Santo Padre mostró su cercanía a las víctimas. En primer lugar con un telegrama enviado al cardenal Chibly Langlois, presidente de la Conferencia Episcopal de Haití, en el que manifestaba la tristeza del Papa “tras saber que el paso del huracán Matthew por esa isla se ha cobrado muchas vidas y ha causado enormes daños”. El Papa –proseguía el mensaje– se une a través de la oración a la pena de cuantos han perdido a sus seres queridos, les da su más sentido pésame y les asegura su cercanía en estas circunstancias dolorosas.
Del mismo modo, en el ángelus del domingo dedicó unas palabras a la población haitiana. “Les aseguró –dijo el Santo Padre– mi cercanía a las poblaciones y expreso confianza en el sentimiento de solidaridad de la comunidad internacional, de las instituciones católicas y de las personas de buena voluntad”.



Pésame del Santo Padre por la muerte del rey de Tailandia
Posted by Redaccion on 14 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco ha expresado su pésame por el fallecimiento del rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, fallecido este jueves a los 88 años. En un mensaje enviado al primer ministro tailandés, el Santo Padre manifiesta su “profundo dolor” y manifiesta su cercanía a “los miembros de la familia real” y a “todo el pueblo tailandés”.
De este modo, el Pontífice reza para que “como un justo tributo al patrimonio de sabiduría, fuerza y fidelidad del difunto rey” todos los tailandeses puedan “trabajar juntos para promover el camino de la paz”.
El soberano, que ocupó el trono durante 70 años, es considerado una figura unificadora y símbolo de la independencia nacional. La principal religión es el budismo, practicado por el 95 por ciento de su población.


Francisco bendice una iniciativa de erradicación del trabajo infantil en Brasil
Posted by Sergio Mora on 14 October, 2016



(ZENIT – Roma).- El papa Francisco envió una carta por la Semana de la infancia que se está realizando en Brasil, la cual fue leída por el cardenal Raymundo Damasceno en el santuario de Nuestra Señora Aparecida, durante la celebración de la fiesta que se realizó el pasado miércoles 12 de octubre y a la cual asistieron miles de fieles.
La celebración dio inicio además al Año jubilar por los 300 años de la imagen rescatada en las aguas del Río Paraíba, y el cardenal Damasceno subrayó que el tema de la novena de este año, “el rostro misericordioso de María” estaba en sintonía con el Año de la Misericordia.
En su carta fechada el 10 de octubre, el Santo Padre apoya la campaña contra la erradicación del trabajo infantil que se realiza hasta el próximo domingo 16 del presente mes.
“Queridos amigos, mientras mantengo vivo en el corazón el recuerdo de la inauguración del monumento dedicado a Nuestra Señora Aparecida, en los jardines del Vaticano, es con gran alegría que envío un saludo con motivo de la Semana Nacional de la Infancia” escribe el papa Francisco.
Y señala que la iniciativa “organizada por el Santuario Nacional de la Patrona de Brasil, en colaboración con los Tribunales regionales del Trabajo y la Fiscalía General del Trabajo del Estado de Sao Paulo, tiene por objeto promover la erradicación del trabajo infantil y proporcionar a los niños una educación de calidad que les asegurar un mejor futuro”.
El Pontífice además invita a recordar “que los niños son una señal. Señal de esperanza, un señal de diagnóstico para entender el estado de salud de una familia, de una sociedad y el mundo entero. Cuando los niños son recibidos, amados, protegidos, tutelados por la familia sabia, la sociedad mejora y el mundo es más humano”.
“Por lo tanto, siempre debemos renovar –señala el papa Francisco– nuestro deseo de recibir a más y mejor a los niños interrogándonos: ‘¿somos capaces de permanecer con ellos?, ¿de ‘perder el tiempo’ con ellos? ¿Sabemos oírlos defenderlos, rezar por ellos y con ellos. O los descuidamos ocupándonos de nuestros intereses?”.
El Santo Padre concluye la misiva indicando: “Así espero que el Foro para la Erradicación del Trabajo Infantil pueda ser fructífero en sus propósitos, y para ello, pido la luz del Espíritu Santo para que ilumine a todos los participantes, y al mismo tiempo a través de la intercesión de Nuestra Señora Aparecida les imparto la Bendición Apostólica, pidiendo que no dejen de rezar por mí”.
Sobre el origen de la misiva, Mons. Mark Kadima, consejero de la nunciatura en Brasil, en una conversación telefónica con ZENIT señaló que la carta había sido solicitada por ellos con motivo de la Semana de la niñez y confirmó que el Santuario de Aparecida es promotor de la iniciativa junto a dos entes judiciales brasileños.
En el marco de la campaña se realizan varias iniciativas, entre ellas hoy viernes inicia el 6º Seminario Nacional sobre Trabajo infantil de la Asociación de los Magistrados de la Justicia del Trabajo de la 15ª Región.
Además se están distribuyendo miles de folletos del depliant “Trabajo Infantil – 50 preguntas y respuestas” también en formato electrónico. La Semana de la Infancia concluirá con una misa este próximo domingo.



Arturo Sosa, venezolano, nuevo superior general de los jesuitas
Posted by Redaccion on 14 October, 2016



(ZENIT – Roma).- “Siento que necesito mucha ayuda: ahora comienza un gran desafío. Esta es la Compañía de Jesús y entonces Jesús debe trabajar aquí, con nosotros. Después, yo me fío de los compañeros que son muy buenos. Espero también que la Congregación nos lleve adelante con un buen grupo de trabajo y también con orientaciones muy precisas para poder ir adelante: esto no es el trabajo de una persona, es el trabajo del cuerpo de la Compañía. Yo lo haré lo mejor posible. Estoy muy sorprendida, muy agradecido al Señor. Rezo por todos”.
Son palabras del padre Arturo Sosa Abascal, SJ ,de la Provincia de Venezuela, elegido esta mañana nuevo superior general por la 36ª Congregación General de la Compañía de Jesús.
El padre Arturo Sosa nació en Caracas (Venezuela) el 12 de noviembre de 1948. Es delegado para la Curia y las casas y obras interprovinciales de la Compañía de Jesús en Roma, y es Consejero del Padre General. Es licenciado en Filosofía por la Universidad Católica Andrés Bello (1972) y doctor en Ciencias Políticas por la Universidad Central de Venezuela.
En la Congregación General 35 celebrada en 2008 fue elegido por el padre general Adolfo Nicolás como Consejero General. Y en 2014 se incorporó a la Curia de la Compañía de Jesús en Roma como delegado para la Curia y las casas y obras interprovinciales de la Compañía de Jesús en Roma. Se trata de instituciones que dependen directamente del padre general de los jesuitas y para las que nombra a un delegado. Entre ellas se encuentran, además de la Curia General, la Pontificia Universidad Gregoriana, el Pontificio Instituto Bíblico, el Pontificio Instituto Oriental, el Observatorio Vaticano, así como diversos Colegios Internacionales y Residencias. Entre 1996 y 2004 fue Superior Provincial de los Jesuitas en Venezuela. Anteriormente había sido coordinador del apostolado social en este país y director del Centro Gumilla, un centro de investigación y acción social de los jesuitas en Venezuela.
Reunidos en Roma desde el pasado domingo 2 de octubre, los 212 delegados presentes han estudiado la situación actual de la Orden fundada por san Ignacio y los desafíos que se presentan, pudiendo entender así cuál debía ser el perfil del futuro superior general.
De este modo, tras aceptar la renuncia de su actual superior general, el español Adolfo Nicolás, que cumplió 80 años, este jueves iniciaron las llamadas ‘murmuraciones’, que llevaron a elegir a su 31° superior, con al menos la mitad más uno de los votos.
La asamblea plenaria se reunió en la Curia General, situada frente de la iglesia del Santo Spirito in Sassia y muy cercana al Vaticano. Una vez elegido el nuevo número uno de la Compañía de Jesús, la primera persona que fue informada, siguiendo tradición, ha sido el Santo Padre. Es decir, el Papa no ha tenido que ratificar la elección sino que ha sido informado sobre quién ha sido elegido.
Por primera vez entre los electores participaron seis hermanos jesuitas no sacerdotes con derecho a voto y como el sistema no prevé que haya candidatos, los cuatro días previos a la elección en las “murmuraciones” cada miembro pudo pedir a otros informaciones sobre cualquier jesuita. Tampoco puede haber grupos y quien da las informaciones que le son pedidas no puede sugerir a quién votar. Se realiza así un tiempo de discernimiento en oración, recogimiento y penitencia en el que se evitan campañas o grupos de presión.
En la última elección ya en la primera votación fue elegido el padre Nicolás, mientras que en la anterior fue elegido en la segunda.


Santa Teresa de Jesús – 15 de octubre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 14 October, 2016



(ZENIT – Madrid).- En este mes de octubre misionero el santoral nos ofrece la vida de dos insignes carmelitas, ambas de nombre Teresa, que unieron a Jesús. Teresa de Lisieux, de cuya trayectoria se hizo puntual eco esta sección de ZENIT hace unos días, y la fundadora Teresa de Cepeda y Ahumada, considerada una de las grandes figuras de la Iglesia, de poderoso influjo en santos y beatos. Imposible precisar el número de personas anónimas que la eligieron y continúan tomándola como modelo, pero seguro que son multitud. Se han vertido tantas reflexiones en torno a ella que nada nuevo se puede añadir. Seguimos admirados de su entrega, agradeciendo a Dios su fecunda existencia.
Nacida el 28 de marzo de 1515 en Ávila, España, tenía una personalidad impactante. Mujer de empuje, audaz, soñadora, apóstol incansable, mística y doctora de la Iglesia, primera a la que se le confirió tan alto honor, escritora, poeta…, ha logrado que su vida y obra, que mantiene su frescura original, prosiga en lo alto de este podium de santidad. Se enamoró de Cristo precozmente, y quiso derramar su sangre por Él siendo mártir a la edad de 6 años; huyó para ello con su hermano Rodrigo, pero los encontraron. La vida eremítica formó parte de sus juegos infantiles. Después, pasó un tiempo entre devaneos, atrapada por el contenido de libros de caballería y el cortejo de un familiar. Su madre murió dejándola en la difícil edad de los 13 años. Internada por su padre a los 16 en el colegio de Gracia, regido por las madres agustinas, echaba de menos a su primo, que era el galán que la pretendía.
Aunque se hallaba en contacto con la vida religiosa, el mundo seguía disputándosela a Cristo; ser monja no estaba en sus planes. Hasta que en 1535, después de ver partir a Rodrigo, casarse a una de sus hermanas, e ingresar una amiga en el monasterio de la Encarnación, hablando con ésta descubrió su vocación, y entró en el convento a pesar de la oposición paterna. Una grave enfermedad la devolvió a los brazos de su padre en 1537. Luchó contra la muerte y venció, atribuyéndolo a san José, aunque le quedaron secuelas. En 1539 volvió a la Encarnación. La vida en el convento era, como hoy se diría, demasiado light. Tanta apertura y comodidades, entradas y salidas, no eran precisamente lo más adecuado para una consagrada. Y en la Cuaresma del año 1544, el de la muerte de su padre, ante la imagen de un Cristo llagado, con ardientes lágrimas suplicó su ayuda; le horrorizaba ofenderle.
Era su amor vehemente, sin fisuras, alimentado a través de una oración continua: «La oración no consiste en pensar mucho, sino en amar mucho». Comenzó a experimentar la vida de perfección como ascenso de su alma a Dios, y a la par recibía la gracia de verse envuelta en místicas visiones que incendiaban su corazón, aunque hubo grandes periodos templados por una intensa aridez. Susurros de su pasión impregnaban sus jornadas de oración: «Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero…». Demandaba fervientemente la cruz cotidiana: «Cruz, descanso sabroso de mi vida, Vos seáis la bienvenida […]. En la cruz está la vida, y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo…».
Hacia 1562 vivió la experiencia mística de la transverberación: «Veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla […]. No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines […]. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios».
En otra de las visiones le fue dado a contemplar el infierno. Fue tan terrible que determinó el rigor de su entrega y emprendió la reforma carmelitana así como su primera fundación. Tenía 40 años, y Dios iba marcándole el camino que debía seguir. San Juan de la Cruz se unió a su empeño. La reforma no fue fácil. Las pruebas de toda índole, insidias del diablo, contrariedades, problemas internos, dudas y vacilaciones de su propio confesor, así como el trato hostil dispensado por la Iglesia, entre otros, le infligieron grandes sufrimientos. A pesar de su frágil salud, tenía un potente temperamento y no se dejaba amilanar; menos aún, cuando se trataba de Cristo. Así que, acudió a los altos estamentos, se codeó con reyes y nobleza, fue donde hizo falta, y se entregó en cuerpo y alma a tutelar y enriquecer espiritualmente las fundaciones con las que regó España. Todas nacieron a impulso del mismo Dios que las inspiraba.
Era una excepcional formadora. Tenía alma misionera; lloró amargamente pensando en las necesidades apostólicas que había en tierras americanas, donde hubiera querido ir. Plasmó sus experiencias místicas en obras maestras, imprescindibles para alumbrar el itinerario espiritual como «El camino de la perfección», «Pensamientos sobre el amor de Dios» y «El castillo interior», que no vio publicadas en vida. La Inquisición estuvo tras ella; incluso quemó uno de sus textos por sugerencia de su confesor. Fortaleza y claridad, capacidad organizativa y sabiduría para ejercer el gobierno, confianza y entereza en las contrariedades, humildad, sencillez, sagacidad, sentido del humor, una fe y caridad heroicas son rasgos que también la definen.
Devotísima de San José decía: «solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no creyere y verá por experiencia cuan gran bien es recomendarse a ese glorioso Patriarca y tenerle devoción». Aunó magistralmente contemplación y acción. Recibió dones diversos: éxtasis, milagros, discernimiento… Murió en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582. Pablo V la beatificó el 24 de abril de 1614. Gregorio XV la canonizó el 12 de marzo de 1622. Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970.



Santo Domingo Lorigado – 14 de octubre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 13 October, 2016



(ZENIT – Madrid).- Las fuentes que permiten conocer algo de la vida de Domingo se encuentran en el Acta Sanctorum de san Pedro Damián. Era un clérigo camaldulense, que eligió el apartado entorno de la montaña para llevar una vida penitencial junto a otros ermitaños. Ayuno, mortificaciones, silencio y trabajo fueron cadencias de una oración que elevó a Dios sin desmayo con un sentido purgante que abarcaba, junto a la aflicción por sí mismo, a los demás. Esto último es de los pocos hechos a los que se puede dar credibilidad. Porque los ascendentes de este santo están envueltos en elucubraciones; no vienen fundamentadas; son intentos de fijar lo que en modo alguno puede ser contrastado, y, por tanto, vanos. Así, como lugar de nacimiento de Domingo se barajan Cagli, Cantiano, Luceoli… Nada se sabe de ello a ciencia cierta. Es de suponer que pudo ver la luz en un lugar fronterizo entre Las Marcas y la Umbría, escenario de su vida penitencial, a finales del siglo X.
Por san Pedro Damián que, después del óbito del santo monje, se ocupó de plasmar seguramente la parte que mejor conocía y que más le impactó de él, sabemos de su excelso sentido el honor y la dignidad que marcó toda su existencia al punto de consagrarse a extremas y severísimas disciplinas expiando una falta que no cometió. El hecho se produjo cuando tenía edad para ser ordenado sacerdote, y sus padres, que aspiraban a conseguirle un futuro prometedor en la Iglesia, parece que pusieron las bases nada menos que con un pecado de simonía para obtener del obispo su ordenación sacerdotal mediante el obsequio de una piel de cabra. Conmocionado por este hecho doloso, del que tuvo noticia después, Domingo no consintió celebrar la santa misa, ni ejercer la misión pastoral que le hubiera correspondido dada su condición sacerdotal adquirida entre los años 1015 y 1020. Las dudas sobre su ordenación efectuada sobre este presupuesto de barro pesaron como una losa sobre él; al menos lo hizo la sospecha que recaía sobre el sacramento, o así lo entendió. Y la única salida que vio fue purgar este pecado de los suyos con un grado altísimo penitencial en la vida monástica.
En la región de Umbría se hallaba entonces un notable eremita, Juan de Montefeltro, que presidía una comunidad de camaldulenses de Luceoli formada por dieciocho monjes. Domingo fue a su encuentro y solicitó que lo acogieran. Obtenida esta petición, durante un tiempo convivió con ellos sin vacilar ante el rigor que se había impuesto. Extremado en la austeridad y en las mortificaciones iba bastante más lejos que sus compañeros, a los que debía satisfacer la ya de por sí severa existencia que llevaban. Se revistió con una especie de cota (lóriga; de ahí el sobrenombre de «lorigado») compuesta de hierro y puntas aceradas, de la que nunca se desprendió excepto para aplicarse las disciplinas (azotes). No es difícil imaginar lo que pudo suponer llevar tal cilicio durante un cuarto de siglo, como hizo él. La flagelación era tan virulenta y continua que mudó hasta el color natural de su piel, de tanto quedar impregnada de sangre.
En torno a 1043 los dejó para unirse a los benedictinos del monasterio de Fonte Avellana, dependiente de la diócesis de Gubbio. San Pedro Damián, que estaba al frente del mismo en ese momento, pronto quedó conmovido por la vehemencia de su oración, austeridad y dureza de los castigos penales que se infligía. Y es que, además de vestir la coraza, encadenaba sus miembros, y de esa guisa continuaba orando con los brazos en cruz mientras recitaba el Salterio, con la única medida que le permitía su resistencia, que no era poca. Así engarzaba muchas veces las noches con el día. Sometido al ayuno, solo se alimentaba con pan, agua y algunas hierbas, ya que si caía en sus manos otra clase de alimentos los distribuía entre los enfermos y los pobres; ni siquiera se permitía el mínimo descanso, y cuando lo hacía, vencido su aguante, por lo general dormía sobre las rodillas. Pareciéndole poco los excesos que realizaba, aún solicitaba a su confesor que le impusiera penitencia. Era frecuente verle absorto en la contemplación, y siempre respondía con concisión y rigor a las preguntas que le formulaban del tipo que fueran. Estaba agraciado con el don de lágrimas, que vertía movido por su intensa aflicción por sus pecados y los ajenos.
En 1049 Pedro Damián lo puso al frente de la ermita de la Santísima Trinidad, erigida por él en Monte San Vicino (actual Apiro, Macerata). Nunca presidió como prior el monasterio de santa María di Sitria, como alguien ha sostenido. Lo que sí sucedió es que regresó a Fonte Avellana por poco tiempo; breve fue también su permanencia en san Emiliano in Congiuntoli. Así que se puede afirmar que prácticamente pasó el resto de su vida en la Santísima Trinidad donde se hallaba el año 1059. Como era previsible, la cruda reparación que llevaba a cabo, incluidos los ayunos, le afectaron gravemente y murió el 14 de octubre de 1060, justamente cuando sus hermanos se disponían a cantar la prima, después de haber tenido la gracia de rezar junto ellos. A finales del año siguiente Pedro Damián redactó la mencionada biografía por sugerencia del pontífice Alejandro II. Entonces, la fama de santidad de Domingo, y el impacto de sus durísimas penitencias y mortificaciones, llevadas en el silencio oferente de una sencilla celda, habían atravesado los muros del convento.