Servicio diario - 18 de octubre de 2016


 

El Papa en Sta. Marta: ‘El buen sacerdote sigue a Jesús y no al poder’
Posted by Redaccion on 18 October, 2016



(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Es bueno el pastor que sigue a Jesús y no el que sigue el poder. Aunque haya sido abandonado por todos tendrá al Señor a su lado, podrá estar desolado pero no amargado. Lo explicó este martes el papa Francisco en su homilía de la misa en la Casa Santa Marta.
El Santo Padre comentó la Segunda carta a Timoteo y la parte final de la vida de los apóstoles, y como san Pablo, sentía soledad en la dificultad: fueron abandonados, víctimas de la perfidia.
“Pero es el gran Pablo, el que sintió la voz del Señor, la llamada del Señor, aquel que fue de un lado a otro, que sufrió tantas pruebas por haber predicado el Evangelio, que hizo entender a los apóstoles que el Señor quería que también los Gentiles entraran en la Iglesia; el gran Pablo que en la oración subió hasta el séptimo cielo y escuchó cosas que nadie había oído antes”, explicó el Papa.
Y añadió que “el gran Pablo está allí en aquel cuarto de una casa, en Roma, esperando saber como terminará esta lucha en el interior de la Iglesia entre las partes, entre la rigidez de los judaizantes y aquellos discípulos fieles a él”. O sea que “así termina la vida del gran Pablo, en la desolación, pero no en el resentimiento o en la amargura”.
Esto le sucedió, indicó Francisco, también a Pedro, al gran Juan Bautista, que “en la celda, solo y angustiado”, manda a sus discípulos a preguntarle a Jesús si Él es el Mesías y termina siendo decapitado por “el capricho de una bailarina y la venganza de una adúltera”.
El Santo Padre recordó que le sucedió así también a san Maximiliano Kolbe “que había creado un movimiento apostólico en todo el mundo y tantas cosas grandes” y muere en la prisión de un campo de concentración”.
“El apóstol cuando es fiel –subraya el Papa– no se espera otro final que el de Jesús”, pero el Señor le estará cerca, “no lo deja y en Èl encuentra su fuerza”. Así muere Pablo, “esta es la ley del Evangelio: si el grano no muere no da fruto”. Después sigue la resurrección.
Pero cuando el pastor en su vida –señaló Francisco– se ocupa de otras cosas, como el poder o el dinero, puede que no muera solo, porque estarán los nietos que esperan lo que pueden heredar.
El Papa en su homilía recordó que cuando va a visitar las casas de reposo para sacerdotes ancianos encuentra a tantos sacerdotes buenos que han dado su vida por los fieles. Y están allí enfermos o en silla de ruedas, pero se ve esa sonrisa porque ven que el Señor está cerca de ellos. Y ellos preguntan ¿cómo va la diócesis? ¿cómo van las vocaciones?
Y volviendo a Pablo, solo, mendicante, víctima de la maldad, el Pontífice recuerda que estaba abandonado por todos menos que por el Señor Jesús: ‘Solamente el Señor le estuvo cerca’.
“Recemos por los pastores –concluyó Francisco– que se encuentran al final de su vida y que están esperando que el Señor les lleve con Él. Y para que el Señor les de fuerza, consolación y seguridad, aunque se sientan enfermos y solos”.


El nuevo general de los Jesuitas: queremos ayudar a una humanidad herida
Posted by Sergio Mora on 18 October, 2016



(ZENIT – Roma).- El nuevo prepósito general de la Compañía de Jesús, el padre Arturo Sosa Abascal, tuvo este martes un primer encuentro con la prensa, en la curia de la Compañía de Jesús, ubicada a pocos pasos del Vaticano. Participaron en la misma el padre Federico Lombardi, nombrado asistente ad Providentiam y Consejero general y el padre Patrick Mulemi, SJ, director de la Oficina de Comunicaciones y portavoz de la Curia General.
El padre Sosa señaló la gran amistad que tiene desde hace años con el papa Francisco y añadió que logra comunicarse fácilmente con él y en profundidad.
Señaló además que la 36 Congregación General la cual se está desarrollando bajo el lema “Remando Mar adentro”, proseguirá para elegir el órgano de gobierno que ayudará al prepósito en su misión.
El nuevo propósito general no señaló el programa de gobierno porque “el trabajo inicia hoy, las etapas serán establecidas en un futuro próximo, así como el equipo de gobierno y los asistentes”. Una cosa es segura: “no se pone en discusión el sentido de nuestra misión, el servicio de la fe y la promoción de la justicia, teniendo presente la diversidad cultural y la importancia del diálogo”.
Entre los objetivos prioritarios figura el servicio a la fe y la formación intelectual, así como contribuir a la reconciliación en tantas áreas del mundo en donde existe división. Y esto es uno de los desafíos que debe enfrentar la Compañía de Jesús, dijo.
Añadió que esperan poder contribuir “al menos con un pequeño esfuerzo a la reconciliación entre los hombres, que al mismo tiempo es reconciliación con Dios y con el Creado”.
Respondiendo sobre su país, Venezuela, el padre Sosa señaló la voluntad de su pueblo de vivir en paz, sin más violencia. Y consideró que la gestión monopolista del petróleo por parte del Estado es un obstáculo a un desarrollo pleno de la democracia.
En otras de las preguntas el padre Sosa respondió que se encuentra sereno en el nuevo encargo, que siente la ayuda de sus hermanos y especialmente del Señor, porque “La Compañía de Jesús es Suya” y por lo tanto “no nos faltará su ayuda”.
Sobre la expresión ‘el papa negro’, señaló que no le gusta, porque justamente ellos están llamados a servir al Santo Padre y a los obispos.
Señaló también que los prepósitos generales lo son por toda la vida, aunque pueden renunciar como lo hicieron los tres últimos cuando se sintieron sin fuerzas. Añadió que para ellos es importante seguir la exhortación del papa Francisco, de ser ‘una Iglesia en salida’. Al concluir el nuevo prepósito señaló la importancia de la comunicación en la evangelización.
La Congregación inició el 2 de octubre, participan 212 religiosos en representación de los jesuitas provenientes de los cinco continentes y además de elegir al nuevo prepósito general, se encuentra en una nueva fase.


Más de 18 millones de peregrinos en Roma por el Jubileo de la Misericordia
Posted by Sergio Mora on 18 October, 2016



(ZENIT – Roma).- El Jubileo extraordinario de la Misericordia convocado en abril del año pasado por el papa Francisco, con la bula Misericordiae Vultus (El rostro misericordioso de Dios), concluirá el próximo 20 de noviembre en el Vaticano y se calcula que los peregrinos que habrán visitado la Ciudad eterna con motivo del Año Jubilar serán unos 20 millones.
En la web iubilaeummisericordiae.va del Consejo pontificio para la Nueva Evagelización, se indica la participación hasta el momento de 18.176.359 personas al Jubileo, o sea quienes se registraron en los eventos jubilares de Roma o pasaron por la Puerta Santa.
Este es el número de peregrinos que llegaron a la Ciudad eterna, a pesar de que en casi todas las diócesis del mundo se abrió una Puerta santa, para permitir ganar las indulgencias del Jubileo sin tener necesidad de ir obligatoriamente a Roma.
Dentro del programa del Jubileo, quedan aún dos audiencias jubilares, la próxima este miércoles 22 de octubre y la siguiente el 12 de noviembre; además el domingo 6 de noviembre está en programa el Jubileo de los encarcelados, y del 11 al 13 noviembre será el jubileo de las personas sin hogar que concluirá con la misa del Papa .
El mismo domingo 13 de noviembre se cierran las puertas santas de las tres basílicas pontificias: San Juan de Letrán, Santa María La Mayor y San Pablo extramuros, con sus respectivas ceremonias presididas por los cardenales Agostino Vallini, Santos Abril y Castelló y James Michael Harvey, respectivamente, como legados pontificios.
En cambio el domingo 20 de noviembre, día de Cristo Rey, es el cierre del Año Santo y el papa Francisco presidirá la celebración con el Colegio cardenalicio y los nuevos purpurados elevados el día anterior en un consistorio. Así Francisco, junto a los obispos y sacerdotes presidirá el rito de clausura de la Puerta Santa, concluyendo una página más de la historia de la Iglesia.


Los jesuítas iniciaron la segunda parte de la Congregación general
Posted by Redaccion on 18 October, 2016



(ZENIT – Roma).- La Congregación general de los jesuitas ha iniciado ayer lunes la segunda fase encabezada por el nuevo prepósito general, el padre Arturo Sosa, etapa que se llama ad negotia y en la cual se tratan diversos temas.
Lo indicó el padre Federico Lombardi conversando con ZENIT después que ha sido elegido el pasado viernes el nuevo superior general.
“Una de las primeras cosas que se hace es la formación del nuevo equipo de gobierno y junto a los representantes de toda la compañía el nuevo general ve quienes pueden ser sus consejeros, asistentes etc. Y es la elección también de los cuatro consejeros Ad Providenciam elegidos por la Asamblea y otros que son nombrados por el general entre los que han sido propuestos por ternas”.
Sobre la fecha en la que la Congregación general concluye, el padre Lombardi indicó que “no hay una fecha fija para finalizar. Es ella que termina cuando concluye su labor”. Y consideró que “probablemente durará todo octubre” aunque la elección de un nuevo superior general fue el motivo principal.
Precisó que “el Papa fue la primera persona a ser informada sobre la elección y esta es nuestra tradición. Francisco estaba muy contento y envió su bendición y saludo a Arturo”.
Sobre el hecho de que el nuevo superior sea un latinoamericano así como lo es el papa Francisco, el ex portavoz del Vaticano señaló que “este no es el primer criterio de una elección porque tenemos muy buenos jesuitas en muchas partes del mundo”.
Si entretanto “se puede ver la buena sintonía de Latinoamérica en la Iglesia universal y que el padre Sosa tiene una amistad muy profunda con el papa Francisco porque viene de su continente y le conoce”. Si bien es el primero superior no europeo antes habían misioneros europeos pero que estaban desde hacía años en otros países. Dijo también que habrá un encuentro del Papa con el superior pero la fecha aún no es pública.


Venezuela: un diputado oficialista ataca a los dos cardenales del país
Posted by Redaccion on 18 October, 2016



(ZENIT – Roma).- Los obispos venezolanos en la página web de la Conferencia Episcopal de Venezuela, expresaron su alegría porque Mons. Baltazar Porras ha sido nombrado cardenal y será elevado en el próximo consistorio del 19 de noviembre. Deploraron también el ataque del diputado oficialista Hugbel contra el nuevo cardenal y contra el cardenal arzobispo de Caracas, Jorge Urosa.
“Deploramos y repudiamos la escena triste, y carente de toda ética profesional y de todo sentido de ciudadanía, protagonizada por el diputado a la Asamblea Nacional, el Sr. Hugbel Roa, quien de forma soez y negando la verdad, se expresó públicamente de manera ofensiva y calumniosa contra Mons. Baltazar Porras y contra el Cardenal Jorge Urosa, Arzobispo de Caracas, lo que implica también descalificaciones al Papa Francisco”, escriben los obispos.
Cuando en la Asamblea Nacional el 13 de octubre pasado se felicitaba a Mons. Porras por su elevación a cardenal hecha por el Papa Francisco, el diputado Roa, del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), señaló: “Baltazar Porras no solo actuó de forma baja cuando se fue a designar al cardenal Urosa, cuando sostuvo reuniones con el alto gobierno acusaba al otro cardenal inclusive de que no debía escogerse por conductas homosexuales. Este mismo señor del que ustedes hacen un acuerdo a favor”. Cuando otro diputado le pidió respeto, Roa le arrojó el micrófono y le fue quitada la palabra por el director de la Asamblea.
En su comunicado los obispos indican que “el pueblo venezolano se siente honrado de tener en este momento dos Cardenales, y lo ha hecho sentir a través de las múltiples expresiones de cercanía y aprecio hacia ellos”.
Y Señalan que “este gesto del Santo Padre reitera su aprobación a la línea de trabajo de nuestra Iglesia y, al mismo tiempo, su preocupación por nuestra Patria, que sufre desde hace diecisiete años una grave crisis social, económica, política y cultural que abate a todo el pueblo sin distingos, en primer lugar a los más pobres”.
“Consideramos que esta ofensa a nuestros dos Cardenales, inducida por vanos intereses políticos, debe hacer pensar a todo el pueblo venezolano sobre la difícil situación que estamos viviendo a nivel ético cultural, que se manifiesta en reiterativos discursos y actuaciones. Además, la fama de cualquier ciudadano ha de ser respetada, quienes detentan una posición privilegiada de poder, dado por el mismo pueblo, no pueden servirse de ella para calumniar y difamar irresponsable y temerariamente al adversario” concluyen.


Chile: los obispos invitan a participar a las elecciones municipales
Posted by Redaccion on 18 October, 2016



(ZENIT – Roma).- El Comité Permanente del Episcopado invitó a participar con entusiasmo en los comicios del 23 de octubre y recordó que para los cristianos, el acto cívico no es solo un derecho: “Legalmente el voto es voluntario, pero moralmente es un deber”.
Lo indican los obispos en la web del episcopado precisando que el mensaje se leerá en las misas de este fin de semana y el próximo en las parroquias de Chile.
“Toda democracia –indican– debe ser participativa. Lo cual comporta que los diversos sujetos de la comunidad civil, en cualquiera de sus niveles, sean informados, escuchados e implicados en el ejercicio de las funciones que esta desarrolla” (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, 190).
Por ello los pastores invitan a no resignarse “ante la mirada fatalista de la desconfianza y la sospecha” y a que “no decaiga nuestra esperanza”.
Agregan que “cada voto es importante para hacer posible que personas capaces, honestas, trabajadoras, lleguen a las alcaldías y concejos municipales con buenos programas locales que promuevan integralmente la vida y la dignidad de las personas”.
Texto Completo
A juicio de los obispos, “el gobierno local no puede ser ajeno a nuestras preocupaciones. Demos una señal contundente al país y ejerzamos nuestra responsabilidad cívica acudiendo a los lugares de votación”.
1. Se aproxima una jornada electoral en que la ciudadanía votará por candidatos a alcaldes y concejales, el próximo domingo 23 de octubre.
2. Los obispos del Comité Permanente queremos invitar a los ciudadanos católicos a participar con entusiasmo en este acto cívico. Para los cristianos, participar en él no es solo un derecho. Legalmente el voto es voluntario, pero moralmente es un deber: “Toda democracia debe ser participativa. Lo cual comporta que los diversos sujetos de la comunidad civil, en cualquiera de sus niveles, sean informados, escuchados e implicados en el ejercicio de las funciones que esta desarrolla” (Compendio Doctrina Social de la Iglesia, 190).
3. No nos resignemos ante la mirada fatalista de la desconfianza y la sospecha. Que no decaiga nuestra esperanza. Cada voto es importante para hacer posible que personas capaces, honestas, trabajadoras, lleguen a las alcaldías y concejos municipales con buenos programas locales que promuevan integralmente la vida y la dignidad de las personas.
4. El gobierno local no puede ser ajeno a nuestras preocupaciones. Demos una señal contundente al país y ejerzamos nuestra responsabilidad cívica acudiendo a los lugares de votación.
5. Pidamos al Señor el don de una patria de hermanos bajo el amparo de la Virgen del Carmen.
El Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile
Ricardo Card. Ezzati Andrello, sdb Arzobispo de Santiago – Presidente
Alejandro Goic Karmelic – Obispo de Rancagua – Vicepresidente
Fernando Chomali Garib – Arzobispo de la Ssma. Concepción
Cristián Caro Cordero – Arzobispo de Puerto Montt
Cristián Contreras Villarroel – Obispo de Melipilla – Secretario General


Comentario a la liturgia dominical
Posted by Antonio Rivero on 18 October, 2016



TRIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO COMÚN
Ciclo C
Textos: Eclesiástico 35, 15b-17.20-22a; 2 Tm 4, 6-8. 16-18; Lc 18, 9-14
P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, director espiritual y profesor de Humanidades Clásicas en el Centro de Noviciado y Humanidades y Ciencias de la Legión de Cristo en Monterrey (México).
Idea principal: ¿Dónde estamos retratados cuando oramos a Dios: en el fariseo orgulloso o en el humilde publicano?
Síntesis del mensaje: Si Dios tiene una debilidad es ésta: ante el humilde se conmueve, lo bendice, lo llena de bienes, lo escucha (salmo y evangelio). Sí, los gritos del humilde y pobre atraviesan las nubes (1ª lectura). El domingo pasado Dios nos invitaba a ser agradecidos, reconociendo lo que Él hace por nosotros. Hoy nos disuade de adoptar una actitud de soberbia y engreimiento, en nuestra oración y en nuestra vida. San Pablo al decir que ha combatido bien el combate de la fe no lo hace para presumir como el fariseo del evangelio, sino para reconocer la obra de Dios en él y en las comunidades cristianas por él fundadas (2ª lectura).
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, observemos al fariseo. Es la personificación de la soberbia encarnada. Tomemos nota de sus actitudes. Está de pie, en vez de rodillas. Se auto alaba y abanica, en vez de adorar y alabar a Dios. Tapa la boca a Dios, y sólo habla de sí mismo, en vez de escuchar a Dios. Juzga al pobre publicano, en vez de mirar su mezquino y podrido corazón. Orgulloso, autosuficiente, vanidoso, justo satisfecho de sí mismo y que mira por encima del hombro a los otros. Se cree buena persona porque cumple como el primero, no roba ni mata, ayuda cuando toca y paga lo que hay que pagar. Pero no ama. Está lleno de su propia santidad, y no hay lugar para la gracia de Dios. Es justo, pero con poca fe, humildad y sinceridad dentro. Orgulloso de sus virtudes, y da gracias a Dios por lo bueno que es, y no porque Dios le da gracias para ser bueno y honesto. Enumera con gusto la lista de virtudes y sus méritos. Su oración fue un estallido de soberbia. ¿Resultado? Sale del templo peor que entró, pues la oración del soberbio no llega a Dios (1ª lectura). Este tipo de personas repugna a Dios.

En segundo lugar, observemos al publicano. El publicano era un sinvergüenza integral. Era el recaudador de la Hacienda del fisco y de los impuestos. Tenía las aduanas ganadas a subasta o a contrata o a soborno. Y recaudaba para los arcones de Roma, para las arcas del templo y, de paso, para su bolsillo. Sí, había tarifas, pero ¿qué le importaba? Los griegos tenían un refrán ‘los recaudadores, todos pecadores’. El publicano no tenía ni derechos civiles. Pero, este publicano de hoy fue tocado por el dedo de Dios y vino a pedir perdón al Señor. Ejemplo de humildad. Tomemos nota de sus actitudes. Se mantiene a distancia, porque no se cree digno de acercarse al Dios tres veces santo. Se reconoce pecador delante de Dios, y no justo y santo. Tal vez no era muy dado a rezar, pero el día que se decidió a ir al templo, oró con toda su alma, golpeándose el pecho. Subió al templo a orar y se echó a llorar. Su oración fue un estallido de desconsuelo. Y Cristo lo alabó, pues vino al mundo como abogado de causas perdidas. ¿Resultado? Sale del templo justificado, es decir, perdonado, reconciliado por Dios y con Dios. Si hay una debilidad en Dios es ésta: bendice al humilde pecador que pide perdón.
Finalmente, observémonos a nosotros mismos. Para los oyentes de Jesús, esta parábola del fariseo y del publicano, tuvo que ser una sorpresa, un escándalo y un rechazo. Porque, ¿qué ha hecho de malo el fariseo? ¿Qué ha hecho de bueno el publicano? ¿De manera que Dios le hace ascos al fariseo, cumplidor fiel de la ley, y prefiere al que de la ley ha hecho mangas y capirotes? Pues entonces, ancha es Castilla y, ¡a vivir, que son cuatro días! ¡Cuidado! Jesús no condenó al fariseo religioso y cumplidor, ni canonizó al publicano, sino que mejoró a los dos. ¿Qué somos: fariseos o publicanos? Seremos fariseos orgullosos, si no nos reconocemos pecadores y necesitados de misericordia divina; si vamos pregonando nuestras virtudes y buenas obras como si fueran conquistas de nuestros músculos y no gracias de Dios correspondidas y secundadas; si juzgamos a los demás y nos consideramos mejores que ellos, cuando sólo Dios conoce el corazón de cada uno; cuando cumplimos por cumplir y ganarnos la salvación, y no para contentar a Dios y ayudar al prójimo. Seremos publicanos mirados y bendecidos por Dios, cuando acudimos a orar a Dios para alabarle, adorarle, bendecirle, pedirle perdón por nuestros pecados; cuando consideramos a los demás mejores que nosotros, e incluso los perdonamos sin rencor cuando no nos asisten o nos abandonan, como le pasó a san Pablo (2ª lectura); cuando cumplimos por amor a Dios. Yo saco esta moraleja: aquí todos o fariseos o publicanos. ¿Que uno cumple como un robot? Conviértase a la cordialidad con Dios como el publicano. ¿Que uno vive como un publicano? Recuerde que, además, tiene que cumplir como un fariseo de los buenos. Dios mejorará a los dos. Es lo que me sugiere esta parábola.
Para reflexionar: ¿En cuál de los dos personajes nos sentimos reflejados: en el que está contento y seguro de sí mismo y desprecia a los demás, o en el pecador que invoca el perdón de Dios? ¿Cuánto tengo de fariseo y cuánto de publicano? ¿Voy a la oración con humildad, confianza y anhelo de ser perdonados y perdonar?
Para rezar: recemos con santa Teresita de Liseux esta oración para pedir la gracia de la humildad: “Te ruego, divino Jesús, que me envíes una humillación cada vez que yo intente colocarme por encima de las demás. Yo sé bien Dios mío, que al alma orgullosa tú la humillas y que a la que se humilla le concedes una eternidad gloriosa; por eso, quiero ponerme en el último lugar y compartir tus humillaciones, para tener parte contigo en el Reino de los cielos. Pero Tú, Señor, conoces mi debilidad. Cada mañana hago el propósito de practicar la humildad, y por la noche reconozco que he vuelto a cometer muchas faltas de orgullo. Al ver esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma de orgullo. Por eso, quiero, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en Ti. Para alcanzar esta gracia de tu infinita misericordia, te repetiré muchas veces: ¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!”.
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org.


San Pablo de la Cruz – 19 de octubre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 18 October, 2016



(ZENIT – Roma).- Paolo Francesco Danei Massari nació en Ovada, Italia, el 3 de enero de 1694. Era hijo de un comerciante. De dieciséis hermanos nacidos en la familia, solo sobrevivieron seis. Las penurias económicas marcaron su infancia. Viéndose obligado a trabajar y cambiar con frecuencia de domicilio, apenas pudo estudiar. Pero sus padres compensaron esta dificultad legándole un patrimonio inigualable para conocer y experimentar la verdadera sabiduría que procede de Dios. Luchino, su padre, le leía vidas de santos y le marcaba la senda que le convenía seguir, manteniéndole al abrigo de malas compañías. Su madre, Anna María, suscitó en él un amor inmenso por el Crucificado, enseñándole a acudir a Él ante cualquier contrariedad de la vida, que ya en su infancia determinó entregarle.
En un sermón se produjo lo que denominó su «conversión». Fue en 1713. Después de escuchar el pasaje evangélico: «Si no os convertís, todos pereceréis» (Lc 13,5), «sintió un impulso irresistible de darse a una vida santa y perfecta», hizo confesión general, y tomó la vía penitencial alentado por la oración y lectura de las biografías de los santos que conocía. Junto a jóvenes afines, promovió una asociación de asistencia al prójimo; su palabra y ejemplo propició la consagración religiosa de algunos. Quiso ser mártir de la fe, y durante un año luchó en la cruzada impulsada por Clemente IX. Viendo que no era su camino, regresó junto a sus padres y llevó vida de intensa oración y penitencia. En ese periodo se le presentó un futuro halagüeño a nivel empresarial y personal, con un ventajoso matrimonio, aunque nada de ello logró seducirle.
En 1720, en sueños, vio el hábito distintivo de la Orden que debía fundar, y a renglón seguido María le confirmaba que ésta debería tener como carisma el amor a la Pasión. De ahí brotó su hondo sentimiento: «Ser y hacer memoria del Crucificado y de los crucificados». Con permiso del obispo de Alejandría, que le impuso el hábito, se recluyó en un inhóspito y húmedo trastero de la sacristía de la iglesia de San Carlos, de Castellazzo. Ayunando, sin apenas descanso, compuso las reglas e inició la redacción de un «Diario espiritual» que tuvo que escribir por obediencia. Este era su afán: «No deseo saber otra cosa ni quiero gustar consuelo alguno; solo deseo estar crucificado con Jesús».
Viviendo en soledad, emprendió su acción apostólica en zonas circundantes. Los destinatarios eran los niños a los que catequizaba. Difundió las Misiones Populares en el entorno con grandes frutos. Entre las primeras vocaciones hubo abandonos de los que pensaron que no podrían sobrellevar el rigor de la regla. Pero él siguió predicando, crucifijo en mano, con los brazos extendidos. Colocaba al lado una cruz de grandes proporciones y se dirigía al Crucificado. En su táctica apostólica, ensamblada con la fe, no había lugar para falsos pudores humanos. Cuando observaba que los corazones no se encendían ante el relato de los sufrimientos del Redentor, él mismo se infligía azotes ante el auditorio. A veces, aparecía con una corona de espinas en la cabeza. Había escrito: «el camino más corto para llegar a la santidad es el perderse enteramente en el abismo del sufrimiento del Salvador». Todo lo que tenía de inflexible a la hora de invitar a los pecadores a la conversión radical, se trocaba en comprensión y paciencia cuando los recibía en confesión; los animaba y confortaba haciéndoles ver la viabilidad de la perfección. Era claro en sus apreciaciones: «Si queréis, llevad un collar de perlas cuando salgáis, pero recordad que Jesús ha llevado una cuerda y una cadena al cuello».
En 1721 llegó a Roma soñando en la aprobación pontificia de la regla, pero fue tratado despóticamente por la guardia. Luego, ante la Virgen Salus Populi Romani, en la basílica de Santa María la Mayor, prometió «dedicarse a promover en los fieles la devoción a la Pasión de Cristo y empeñarse en reunir compañeros para hacer esto mismo». Su hermano carnal, Juan Bautista, se unió a él en Castellazzo; le acompañó en las misiones y fue su confesor hasta su muerte. En una ocasión hubo entre ellos un malentendido, y el santo le retiró la palabra. Tres días más tarde se postró de rodillas ante él y le pidió perdón. Después de intentos infructuosos para fundar, ambos se trasladaron a Roma; trabajaron en el hospital de San Gallicano. Fueron ordenados sacerdotes en 1727 por Benedicto XIII, quien les autorizó a fundar. Se instalaron en Monte Argentario y allí florecieron las vocaciones dando lugar al primer convento que se abrió en 1737.
Suavizada la regla por una comisión cardenalicia, Benedicto XIV la reconoció en 1741. En su carisma se hallaba la predilección por los pobres, aunque la idea rectora era infundir en todos el amor a Cristo crucificado ya que con él quedaría erradicada toda injusticia promovida por el pecado. «Cuando cometáis una falta, humillaos delante de Dios con profundo arrepentimiento, y luego, con un acto de gran confianza lanzad vuestra culpa al océano de su inmensa bondad». «Los sufrimientos de Jesús deben ser las joyas de nuestro corazón». «Cuando estéis angustiados por temores y dudas, decid a Jesús crucificado: ¡Oh, Jesús, amor de mi corazón, yo creo en ti, espero en ti, te amo sólo a ti!». Como no podía ser menos en alguien que amaba al Crucificado, tenía gran devoción por María que transmitió: «Rogad a María que bañe vuestro corazón con sus lágrimas dolorosas, con el fin de que tengáis un continuo recuerdo de la Pasión de Jesús y de sus penas maternales».
En 1771 fundó las Hermanas Pasionistas. En 1772 vio que se acercaba su muerte, solicitó la bendición del papa y éste le dijo que la Iglesia lo necesitaba. Tres años más tarde, el 18 de octubre de 1775, se apagó su vida. Dejaba atrás más de una decena de casas abiertas, dos centenares de misiones, 80 ejercicios espirituales e incontables conversiones. Había recibido el don de profecía y de milagros. Pío IX lo beatificó el 1 de mayo de 1853, y lo canonizó el 29 de junio de 1867.