Servicio diario - 02 de noviembre de 2016


 

El Papa en el día de los difuntos: ‘La tristeza se une a la esperanza de la Resurrección’
Posted by Sergio Mora on 2 November, 2016



(ZENIT – Roma).- El papa Francisco visitó este miércoles por la tarde el cementerio de Prima Porta o Cementerio Flaminio, situado en las afueras de la ciudad de Roma. Es el más grande de Europa, con 140 hectáreas de parque y 36 kilómetros de calles internas.
Poco antes, un mensaje en su cuenta twitter en Papa escribió: “Nos detenemos con fe ante ante las tumbas de nuestros seres queridos, rezando también por los difuntos que nadie recuerda”. De hecho cuando en el cementerio caminaba hacia el altar para celebrar la eucaristía, el Santo Padre puso un ramo de rosas color amarillo delante de una tumba sin flores ni iluminación que encontró en su camino, como símbolo de todas las sepulturas.
El Santo Padre vistiendo paramentos color violeta celebró la santa misa en el altar situado en una estructura puesta delante de la plaza del osario, donde el público asistió ubicado al lado de una zona verde con las tumbas sobre el prado. Concelebraron entre otros, el cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini y un coro acompañó la ceremonia cantando en italiano.
Después de la lectura del Evangelio, el Papa dirigió unas palabras simples que indicaron el significado de esta conmemoración. El Pontífice en su homilía recordó la lectura apenas realizada, y como en ese momento de angustia y de dolor Job proclama la esperanza: ‘Mis ojos lo contemplarán’, como recuerda la oración de los difuntos.
Y si bien reconoció que “un cementerio es triste”, porque “nos recuerda a los nuestros que se fueron”, y porque también “nos recuerda el futuro y la muerte”, señaló que en este momento triste, “las personas traemos flores como símbolo de esperanza” sabiendo que este momento “más adelante se convertirá en un día de fiesta”. O sea que “la tristeza se mezcla con la esperanza”.
Recordó también que se hace “memoria de los nuestros delante de sus restos mortales” y que “la esperanza nos ayuda para hacer este camino que “todos deberemos recorrer, todos, antes o después”.
Pero que en ese camino hay esperanza, porque existe “un ancla que no desilusiona: la esperanza de la Resurrección”. Porque “Jesús fue el primero que hizo este camino y Él mismo nos abrió la puerta de la esperanza, con su cruz, para entrar donde contemplaremos a Dios”.
Y como dice la oración: “Yo lo veré, yo mismo, mis ojos lo contemplarán”. Invitó así a los presentes a volver a sus casas “con la memoria del pasado”, de quienes se fueron “y del futuro camino que recorreremos, pero con la seguridad de las palabras que salieron de los labios de Jesús: “Yo los resucitaré en el último día”.
La misa concluyó con un hermoso atardecer de otoño y el Santo Padre rezó una oración por los difuntos y bendijo las tumbas del cementerio Flaminio.
El cementerio ubicado en la localidad de Prima Porta, cuenta con sectores dedicados a las diversas confesiones religiosas con sus respectivos templos. Es la primera vez que el Papa celebra aquí porque en los años pasados conmemoró el día de muertos en el cementerio monumental de Roma, llamado ‘El Verano’.
Al su regreso el Papa visitó en el Vaticano las llamadas ‘Grutas’, ubicadas debajo de la basílica de San Pedro. Allí rezará privadamente por los pontífices difuntos.
Leer también: La Iglesia acepta la cremación pero recomienda la sepultura


Venezuela: Francisco reitera que solo el diálogo permitirá superar la crisis
Posted by Sergio Mora on 2 November, 2016



(ZENIT – Roma).- El papa Francisco en una rueda de prensa realizada ayer martes en el avión que le traía de regreso a Roma desde Suecia, respondió sobre su reciente encuentro con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y aseguró que “el diálogo es la única vía para todos los conflictos, o se dialoga o se grita”.
Señaló también que el presidente de Venezuela pidió la cita cuando su aeronave proveniente de Oriente Medio hizo una escala técnica en Roma. “Cuando un presidente lo pide, se le recibe”, dijo el Santo Padre que precisó: “Lo escuché media hora, le hice alguna pregunta y escuché su parecer”, ya que “siempre es bueno escuchar el parecer de todos”.
Aseveró que “el diálogo es la única vía para todos los conflictos, o se dialoga o se grita. Con el corazón, le apuesto con todo al diálogo, creo que hay que ir por ese camino” dijo, aunque señalo que, “no sé cómo va a acabar…”.
El Pontífice recordó que en el diálogo participa el presidente José Luis Rodriguez Zapatero, ex jefe del gobierno español y que “ambas partes pidieron a la Santa Sede que estuviera presente”.
Francisco indicó también que la Santa Sede designó al Nuncio en Argentina”. Y volvió a indicar que “el diálogo que favorece la negociación es el único camino para salir de los conflictos. Si esto se hubiera hecho en Medio Oriente, cuántas vidas se habrían salvado”.
En Venezuela, Asamblea Nacional suspendió ayer martes la sesión de comparecencia del presidente del país, Nicolás Maduro, en una especie de juicio político al mandatario, una decisión de la opositora bancada mayoritaria de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que sigue una petición del Vaticano para favorecer el diálogo en el país, indicó el jefe de la Asamblea, el diputado Henry Ramos Allup.
La oposición suspendió además la movilización programada para este jueves hacia eel Palacio de Miraflores, sobre la cual el cardenal arzobispo de Caracas, Jorge Urosa Savino, pidió que se suspendiera. El purpurado solicitó también “no alentar esas marchas contra la Asamblea Nacional, que tiene derecho a seguir deliberando en paz”.
El cardenal se basó en los hechos violentos de febrero de 2014, cuando en las protestas “grupos armados actuaron a sus anchas” y hubo “muchísimos muertos” que son “achacables a estos grupos”, víctimas para las cuales “no ha habido justicia”.
El jefe de la opositora AN, Julio Borges, señaló que se realizó una reunión con representantes del Vaticano, y que fueron realizadas cinco peticiones, una de las cuales es adelantar las elecciones presidenciales, previstas para 2019. Otro de los puntos es que se liberen a opositores encarcelados, considerados presos políticos; que se permita la entrada de alimentos y medicinas para la población; un nuevo árbitro electoral que sustituya al Consejo Nacional Electoral; y un eventual “gobierno de unidad nacional”.
La primera reunión formal realizada el 30 de octubre, con presencia de una misión especial de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el representante del Vaticano, concluyó con la decisión de formar cuatro mesas de trabajo con los temas: Soberanía, derechos humanos y reparación de las víctimas, cronograma electoral, y salida a la crisis económica, señaló Mons. Claudio María Celli.


República Centroafricana: preocupación por enfrentamientos
Posted by Redaccion on 2 November, 2016



(ZENIT – Roma).- El balance provisional de los últimos dos días de enfrentamientos en Bambari, ciudad a 250 kilómetros al noreste de Bangui, capital de la República Centroafricana, es de 25 muertos.
Lo indica con preocupación la Agencia Fides, precisando que “Según la información recibida, seis policías y cuatro civiles perdieron la vida el viernes por la mañana (28 de octubre), en una emboscada en la carretera Bambari-Grimari. El día anterior, los enfrentamientos entre los anti-Balaka y los ex Seleka, causaron la muerte de 15 personas y varios heridos en Mbriki y Belima, cerca de Bambari”.
El Papa Francisco estuvo a finales de noviembre del año pasado en la República Centroafricana, la fase más peligrosa de su viaje por la situación de guerra civil, con la presencia de fuerzas internacionales de las Naciones Unidas que intentan desarmar a las facciones violentas. El viaje apostólico del Pontífice inició en Kenia, siguió en Uganda y concluyó en la República Centroafricana.
Centro-áfrica trata de salir de la guerra civil en la que se había hundido en 2012 con el derrocamiento del entonces presidente François Bozizé por parte de la coalición rebelde Seleka, cosa que fue contrarrestada por las milicias anti-Balaka.
A pesar de las elecciones presidenciales y legislativas y la formación de un nuevo gobierno legítimo, la situación está lejos de estabilizarse.
La milicia anti-balaka y los ex rebeldes Seleka no han sido desarmados, las fuerzas de la ONU han sido acusadas de “pasividad frente a los grupos armados” y ahora la población no se fía de los Cascos azules. De otro lado el 31 Octubre concluye oficialmente la misión francesa en Centro-áfrica, Sangaris, que hasta ahora ha contribuido a mantener la situación relativamente estable.
Algunas personas temen que los Seleka y los anti-Balaka, con la retirada de los militares franceses, puedan reanudar sus hostilidades a gran escala.


La Custodia de Tierra Santa gana el ‘Premio Nobel de los misioneros’
Posted by Redaccion on 2 November, 2016



(ZENIT – Roma).- La Custodia de Tierra Santa ha ganado el Premio ‘Cuore amibo 2016’. La entrega de premios de la XXVI edición tuvo lugar el 22 de octubre en la sede de San Cristo de los padres Javerianos en Brescia.
Lo indicó la Custodia de la Tierra Santa en su web, precisando que el “Nobel de los misioneros” de la Asociación Corazón Amigo Fraternidad Onlus ha recaído este año sobre tres entidades de religiosos, religiosas y laicos: la Custodia de Tierra Santa, la Congregación de las Misioneras de la Caridad y Enrico Rigosa de la Operación Mato Grosso.
“El Premio Corazón Amigo tiene como finalidad: –ha explicado en la apertura Don Flavio Dalla Vecchia, presidente de la Asociación Corazón Amigo– proporcionar apoyo, y también sensibilizar sobre la actividad misionera de la Iglesia. Recuerdo que entre los objetivos del Premio está:asegurar que se reconoce la actividad misionera de la Iglesia, de forma que el trabajo de los misioneros se perciba no como trabajo de “avanzadilla” sino como la expresión de la responsabilidad que toda la Iglesia asume de vivir la dimensión misionera”.
Con motivo del décimo aniversario de la Asociación, también se recordó al fundador del Premio, Don Mario Pasin, que en 1990creó este “Nobel misionero” que se concede cada año.
Recogió el galardón el Custodio de Tierra Santa Fray Francesco Patton, quién comentó: “Este premio ayuda a seguir adelante con nuestra misión de prestar atención especial a las situaciones de pobreza, de sufrimiento, de dificultad”. Durante la ceremonia de entrega, la intervención de Fray Francesco Patton se centró en la presentación de las actividades de la Custodia, resaltando principalmente dos aspectos concretos: el compromiso con las obras de misericordia a través de la ayuda a las poblaciones afectadas por la guerra, y el compromiso con las escuelas como modo concreto y a largo plazo para construir la paz.
Como reconocimiento del compromiso con las obras de misericordia, la Asociación Corazón Amigo Fraternidad Onlus ha entregado cincuenta mil euros a cada galardonado. Las Misioneras de la Caridad, fundadas por la Madre Teresa, santa desde el pasado 4 de octubre, han declarado que destinarán el premio al sostenimiento material y espiritual de aquellos que se encuentran en dificultades en algunos países de África Central.
Enrico Rigosa, laico perteneciente a la Operación Mato Grosso, utilizará los fondos para atender a los muchos prisioneros de las seis cárceles masculinas, femeninas y de menores de Lima, en Perú. La Custodia de Tierra Santa destinará la suma recibida para sostener las obras sociales acordadas.


La ‘Carrera de los Santos’ se realizó en Roma para ayudar a Bangui
Posted by Redaccion on 2 November, 2016



(ZENIT – Roma).- Con motivo de la Solemnidad de Todos los Santos, se realizó ayer 1 de noviembre en Roma la novena edición de la “Carrera de los Santos”, un evento que reúne todos los años, en la Plaza San Pedro, a miles de entusiastas deportistas y personas solidarias.
Este año 2016 se realizaron dos carreras, una competitiva y la otra participativa a la que asistieron más de 6500 deportistas, cifra que representa un nuevo récord en la participación del evento.
Como es de costumbre, para todos los deportistas se celebró la misa en el interior de la Basílica de San Pedro, presidida por el padre Manolo Jiménez, actual Director de la Casa Generalicia de los Salesianos, y desde hace varios años misionero en la Visitaduría de África Tropical Salesiana, informó la agencia ANS.
En la carrera competitiva de 10 km en la categoría de hombres ganó el atleta marroquí Mohammed El Mounim, y en competencia de mujeres la ganadora fue la Ruandesa Mukasakindi Claudette.
La competición se transmitió en directa por la televisión italiana e invitó a contribuir con un pequeño gesto de solidaridad a la campaña que la Fundación Don Bosco realiza para la “Protección a las madres y a los niños para construir la paz”.
Este evento está dedicado a ayudar al trabajo que los salesianos realizan en Bangui, capital de la República Centroafricana, y las colaboraciones servirá para mejorar de las estructuras salesianas en el distrito de Galabadja, y concretamente en el dispensario Saint-Jean, que ayuda especialmente a las madres y los niños; a la escuela primaria, que forma los valores de amistad y solidaridad; al Centro Juvenil y a los más vulnerables.


Comentario a la liturgia – conmemoración de los fieles difuntos
Posted by Antonio Rivero on 2 November, 2016



Ciclo A
Textos: Job 19, 1.23-27; Rm 5, 5-11; Juan 6, 37-40
P. Antonio Rivero, L.C. Doctor en Teología Espiritual, profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Idea principal: La muerte es la puerta que nos abre la eternidad y al encuentro con Dios. ¡No tengamos miedo!
Síntesis del mensaje: Si ayer, festividad de todos los santos, contemplábamos con alegría a tantos y tantos hermanos nuestros que tras haber pasado de este mundo al Padre gozan ya de la gloria de Dios, hoy nos fijamos, con ánimo agradecido, en aquellos hermanos que, habiendo cruzado ya el umbral de la muerte, esperan de la misericordia divina la apertura para ellos de las puertas del reino. Con la muerte no acaba todo, sino que comienza la vida plena en Dios y con Dios.
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, nada está tan cercano a la vida del hombre como la muerte. Y sin embargo, nuestro mundo parece ignorar este hecho. “Nuestras vidas son los ríos / que van a parar al mar, / que es el morir…” cantaba el poeta Jorge Manrique con razón, pero no con toda la razón, ya que nuestra meta no es la muerte sino la gloria. El Concilio Vaticano II dice (Gaudium et Spes 18) que el máximo enigma de la vida humana es la muerte. El hombre sufre con el dolor y con la disolución progresiva del cuerpo. Pero su máximo tormento es el temor por la desaparición perpetua. Juzga con instinto certero cuando se resiste a aceptar la perspectiva de la ruina total y del adiós definitivo. Todos los esfuer¬zos de la técnica moderna, por muy útiles que sean, no pueden calmar esta ansiedad del hombre: la prórroga de la longevidad que hoy proporciona la biología no puede satisfacer ese deseo del más allá que surge ineluctablemente del corazón humano.
En segundo lugar, mientras toda imaginación fracasa ante la muerte, la Iglesia, aleccionada por la Revelación divina, afirma que el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz situado más allá de las fronteras de la miseria terrestre. La fe cristiana enseña que la muerte corporal, que entró en la historia a consecuencia¬ del pecado, será vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre en la salvación perdida por el pecado. Ha sido Cristo resucitado el que ha ganado esta victoria para el hombre, liberándolo de la muerte con su propia muerte. Ahí radica nuestra esperanza.
Finalmente, hoy hacemos nuestra oración y ofrecemos el sacrificio de la Misa por nuestros hermanos difuntos. “Es una idea piadosa y santa rezar por los difuntos para que sean liberados del pecado” (2 Mac 12,46). La oración por los difuntos, anclada en la más profunda tradición cristiana se funda, queridos hermanos, en dos hechos fundamentales de nuestra fe: En primer lugar, rezamos por nuestros difuntos porque creemos en la resurrección. San Pablo en su primera carta a los corintios también se hace eco del tema y dice: “Cristo ha resucitado de entre los muertos, como anticipo de quienes duermen el sueño de la muerte. Porque lo mismo que por un hombre vino la muerte, también por un hombre ha venido la resurrección de los muertos. Y como por su unión con Adán todos los hombres mueren, así también por su unión con Cristo, todos retornarán a la vida” (1 Cor 15,20-22). En segundo lugar, rezamos por los muertos porque creemos en la comunión de los santos. Según el concilio, “todos, aunque en grado y formas distintas, estamos unidos en fraterna caridad y cantamos el mismo himno de gloria a nuestro Dios. Porque todos los que son de Cristo y tienen su Espíritu crecen juntos y en El se unen entre sí, formando una sola Iglesia (cf. Ef., 4,16). Así que la unión de los peregrinos con los hermanos que durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe; antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se fortalece con la comunicación de los bienes espirituales” (Lumen Gentium 49). Nos sentimos unidos con los difuntos, y rezamos por ellos, al igual que ayer reconocíamos la intercesión de todos los santos por nosotros.
Para reflexionar: ¿Tengo miedo a la muerte? ¿Por qué? ¿Cómo prepararme mejor para la muerte?
Para rezar: consciente de que el Dios vivo “no ha hecho la muerte, ni se complace en el exterminio de los vivos. Él lo creó todo para que subsistiese, y las criaturas del mundo son saludables” (Sab 1,13-14), pediré hoy a Dios: Señor, prepárame a bien morir. Aumenta mi fe y mi esperanza en Ti, Cristo, mi Redentor que estás vivo y me recompensarás al final de mi vida. Que al final de mi vida encuentre tus brazos amorosos donde descansar eternamente después de mi lucha y mis fatigas por cumplir tu Santa Ley y haberte amado a ti y a mis hermanos.
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org


San Martín de Porres – 3 de noviembre
Posted by Isabel Orellana Vilches on 2 November, 2016




(ZENIT – Madrid).- El que tantas veces se presentó como «un perro mulato», primero de América en subir a los altares, es uno de los más grandes santos que Perú ha dado a la Iglesia. Ostenta el patronazgo de numerosas entidades de Perú, Venezuela, México, Argentina, Panamá, Guatemala, España, Chile, Costa Rica, Bolivia y otros países. Quién le iba a decir al humilde Martín que al paso del tiempo le honrarían hermandades y cofradías, que al procesionar su imagen sería aclamada por las avenidas de su hermosa tierra aún pasando los siglos… Pero así es. La gracia que le acompañó en vida, y a la que se aferró, sigue alumbrándonos a través de su heroico testimonio de amor a Cristo.
Nació en Lima, Perú, el 9 de diciembre de 1579. Era hijo natural del español Juan de Porres, un burgalés que pertenecía a la Orden militar de Calatrava, y de la mulata libre de origen panameño, Ana Velásquez. Debió prometerle que la desposaría, pero los prejuicios de la época no se aliaron con ellos. De esta unión ilegítima en 1581 vino al mundo también una niña. Cuando el virrey comisionó a Juan para irse a Guayaquil, se llevó con él a los pequeños. Sin embargo, su familia repudió al muchacho por su color de piel. Juan se ocupó de su educación, pero en 1590 cuando lo nombraron gobernador de Panamá, se vio obligado a enviarlo a Lima. Eso sí, la cercanía le había permitido constatar las numerosas virtudes de Martín, su bondad y proverbial generosidad con los pobres, a los que daba limosna haciendo uso de la asignación que él le entregaba. No era una táctica nueva. Cuando vivía con su madre, le solía sisar el dinero que le proporcionaba para efectuar las compras. Al regresar a casa, cándidamente se excusaba diciendo que las monedas que le faltaban las había perdido por el camino.
En Lima se ocupó del santo Isabel García Michel, que vivía en Malambo, un barrio marginal caracterizado por el origen multirracial de su población, pero en una casa respetable; tal vez Ana fuese una de las encargadas del servicio, y por eso se afincó allí con su hijo. Éste recibió la confirmación en 1591 de manos de santo Toribio de Mogrovejo, patrono del episcopado latinoamericano. Elegante y amable en el trato, Martín era también muy inteligente, así que no le costó aprender las técnicas de barbería, oficio reputado en la época, y adquirir nociones de medicina que le servirían más tarde en su misión. Antes de convertirse en religioso obtenía un buen sueldo como ayudante del boticario Mateo Pastor. Con lo que ganaba, ayudaba a otros muchachos que no tenían medios económicos. El ejercicio de su profesión le permitía acceder tanto a la flor y nata de la sociedad limeña como a las clases inferiores; a todos hablaba de la bondad de Dios. Combinaba esta tarea con la labor voluntaria que realizaba en hospitales; pasaba las noches prácticamente en vela orando ante una imagen de Cristo crucificado.
A los 15 años, animado por fray Juan de Lorenzana, quiso ser dominico como él, pero la discriminación por diferencia de raza, prejuicio marcado entonces, le siguió al convento de Nuestra Señora del Rosario. Y únicamente pudo ingresar como «donado». Pero era más que suficiente para su espíritu humilde y servicial, ya que solo deseaba estar más cerca de Dios y ayudar al prójimo. Por lo demás, se gozaba en «pasar desapercibido y ser el último». El trato desigual que le dispensaron, los insultos que recibía por su tez oscura, no le arrebataron su alegría, y la escoba que pusieron en sus manos fue instrumento de gloria para su vida.
En una visita que su padre hizo al convento, logró que el provincial considerara a Martín como hermano cooperador. Profesó en junio de 1603. Fiel observante, pronto a la oración, obediente, humilde, generoso, puntual, sobrio, sencillo, austero, era también diligente y dadivoso con los demás hasta el extremo. El Santísimo Sacramento y la Virgen del Rosario fueron objeto supremo de su devoción. Por lo general, estaba tan extenuado por sus tareas que hacía ímprobos esfuerzos para no sucumbir al sueño durante la oración. Sus cuidados como enfermero fueron un pararrayos para el convento; allí acudían numerosas personas en su busca. Pero su piedad y misericordia con los enfermos y pobres que recogía en las calles, portándolos a hombros hasta su propio lecho para prodigarles atenciones con toda ternura, suscitaron recelos y envidias; fue objeto de injurias hasta de sus propios hermanos.
Dios le otorgó el don de milagros, entre otros. Las curaciones extraordinarias se produjeron no solo con sus cuidados sino simplemente con su presencia. Él, humildemente, advertía: «yo te curo, Dios te sana». Como recibió el don de la bilocación, podía vérsele en varios lugares a la vez consolando y remediando los males de unos y de otros. Una vez vio que un obrero se caía del andamio de la torre y, para no desobedecer –cuentan los testigos de la época– le dijo «¡detente!» y a renglón seguido fue a solicitar permiso a su superior para salvarle, mientras el albañil permanecía suspendido en el aire, permiso que que le fue otorgado obrándose ese milagro que precisaba el buen hombre y que se produjo ante su fuerte impresión y la del superior de Martín. Memorable fue la acción del santo durante la epidemia de viruela; se convirtió en el «ángel de Lima». Hasta los animales hambrientos y heridos eran objeto de su afecto. Fundó los Asilos y Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz para niños y niñas. Sus hermanos contemplaban asombrados su intensísima acción apostólica cotidiana, preguntándose en qué momento dormía.
Era estimado por todos, incluido el virrey, que no ocultaba su veneración por él. En 1639 contrajo el tifus exantemático que cursaba con espasmos, alta fiebre y delirios. Y supo que había llegado su hora: «He aquí el fin de mi peregrinación sobre la tierra. Moriré de esta enfermedad. Ninguna medicina será de provecho». Manifestó que en ese instante le acompañaban la Virgen, San José, santo Domingo, san Vicente Ferrer y santa Catalina de Alejandría. Y besando el crucifijo falleció el 3 de noviembre de ese año. Gregorio XVI lo beatificó en 1837. Juan XXIII lo canonizó el 6 de mayo de 1962, y lo declaró santo patrón de la justicia social.